Capítulo 0: Invocación Gélida
El segundo año escolar ha finalizado.
No imaginaba que tendría muchos problemas mientras cursaba el curso, pero diversas situaciones comenzaron a surgir en el camino, para su molestia y, sin dudas, sorpresa.
Cuando faltaban unas pocas semanas para las vacaciones de verano, un día despertó con una señal que no se esperaba, o exactamente, no lo esperaba hasta un poco tiempo después, según los cálculos hechos por su familia a lo largo de estos años.
Una ligera marca rojiza apareció en su mano izquierda, con una forma bastante peculiar para ser una simple herida que se pudo haber hecho sin prestar atención.
Tenía el conocimiento necesario para identificar el porqué tiene esa marca, yendo en seguida a hablar con sus padres, quienes últimamente estaban inmersos en investigaciones enviadas desde Londres y no tenían el tiempo necesario para compartir con ella.
— El Grial ya cumplió su ciclo de espera
Necesitaba las palabras de su padre para estar segura, y su instinto no le había traicionado.
Ha sido seleccionada como Maestra para una nueva Guerra por el Santo Grial en Fuyuki.
Su familia se mostró contenta con la noticia, ansiosos por los resultados que la heredera podrá mostrar ante los demás participantes, luego de una larga y agotadora enseñanza desde la niñez. Ella agradecía no crecer en un ambiente familiar tan complicado, a diferencia de otros de su misma especie que no tenían esa oportunidad.
Muy dentro de su ser, una pequeña parte deseaba no estar ligada a los magis y ser una adolescente normal como cualquier otra, pero ya estaba acostumbrada a aquel sentimiento y lo ignoraba. El tiempo con sus padres era mucho más valioso que esos triviales deseos.
Los Sellos de Comando tardaban unos días en formarse por completo, pero ya no podía esperar a que la batalla comience de una vez por todas.
Era una locura que piense de esa forma. Su vida será puesta a prueba sin descanso y sin piedad, sin embargo, tendría la total libertad de demostrar sus cualidades de Mago que desarrolló hasta el momento.
Al día siguiente decidió faltar a la escuela, lo cual pondría de mal humor a su mejor amigo, pero aquello era mucho más fácil de tratar que la situación en la que estará sumergida en un tiempo no muy lejano. Su destino es la Iglesia, que debería estar a cargo del sacerdote que envían para supervisar la Guerra y mantener las reglas hechas por las tres familias originales.
Durante el camino logró descubrir ligeramente cómo su padre hacía los cálculos del inicio de un nuevo conflicto. La energía mágica bajo la ciudad de Fuyuki comenzaba a transcurrir de una manera muy notoria, lo que quería decir que el Grial ya movía los hilos desde las sombras, aumentando su interés de la posible locación que elegirá para manifestarse.
Algo cansada llegó a la Iglesia sobre una colina, un molesto camino a su parecer por el camino ascendente que llevaba a ella. Allí, de pie, estaba un hombre muy alto, sin prestar mucha atención a la nueva visitante buscando alguna información vital.
No se giró hasta que estaba a pocos metros de él, y realmente habría preferido no haberle visto el rostro.
Más que su altura, su apariencia no tenía algo que destacar, exceptuando su vestimenta santa. Pero el aura que transmitía le helaba la sangre, casi quedando paralizada cuando hizo contacto con los ojos del sacerdote, llenos de una intensa neblina oscura.
Intentó retroceder unos pasos, pero la voz que vino del hombre nuevamente detuvo sus movimientos.
— Tú debes ser la hija de los Nishida ¿Es así?
Imaginaba que le dieron datos generales de las familias mágicas en Fuyuki antes de llegar como supervisor, pero por alguna razón le incomodaba que lo mencionara bastante seguro de sí mismo. Lo único que hizo fue asentir su cabeza en respuesta a él.
— Las familias fundadoras de la Guerra han abandonado Fuyuki ¿No estás interesada en ser la futura Guardiana?
Ya tenía un breve contexto de lo que estaba hablando, aunque de todas maneras le sorprendió que le diera aquella idea. Los Nishida no eran la línea familiar más reconocida, pero sí tenían una pequeña reputación, dejándolos en una posición positiva, aún mayor cuando los Tohsaka y Matou abandonaran Fuyuki hace unos años atrás, con supuesto destino a tierras británicas. Por otro lado, no tenía la mínima idea de lo sucedido con los Einzbern, pero según las palabras del sacerdote, habían dejado atrás su papel como participantes, haciendo más interesante la elección de participantes de parte del Santo Grial.
— N-No lo he pensado, pero gracias por la idea
Habló por pura cortesía, sin sentir una pizca de tranquilidad con la presencia de ese hombre. Solo quería acabar la conversación rápidamente y fue directo al grano, por el cual había caminado casi una hora desde su hogar en Miyama.
— ¿Cuántos participantes han sido seleccionados?
— Solamente uno, hija de los Nishida. Creo que ya lo debes saber ¿No?
No esperaba en absoluto la respuesta que le acaban de dar.
Ella era la primera Maestra elegida por el Santo Grial, lo cual significa que aún queda bastante tiempo para prepararse. Sus preocupaciones terminaron siendo en vano, o eso fue lo que pensaba
— Sin embargo, el Grial está más activo de lo normal. Tal vez las preparaciones finalicen en dos meses, como plazo máximo.
Coincidía con el inicio de su último año escolar, lamentándose un poco. Realmente deseaba no tener más problemas de inasistencias por dedicar su tiempo a la magia de su familia.
A pesar de todo lo negativo que estaba contemplando, una incesante emoción le comenzaba a invadir, sin querer desaprovechar una oportunidad única como lo sería luchar mano a mano con Espíritus Heroicos.
«Oh, cierto»
Deberá esperar a que sus Sellos de Comando estén formados por completo para llevar a cabo el ritual de invocación, confiando en que tendrá a un acompañante capaz de seguirle el paso.
Pero era peligroso pensar de esa forma. No debía menospreciar la capacidad que tiene un Espíritu Heroico, y no debería sorprenderse si se entera de ello cuando tenga a uno frente a ella, acabando con su vida sin muestras de piedad, aunque en muchas ocasiones las acciones del Sirviente estén guiadas por el Maestro, sin importar si estaba de acuerdo con las decisiones.
Inclinó su cuerpo para despedirse, girando velozmente para salir de ahí cuanto antes, sintiendo náuseas por cada minuto que pasaba allí.
— Espero que su Guerra rinda frutos, Nishida Amane. Su deseo aguarda en el Santo Grial para ser cumplido
Miró de reojo incapaz de hacer contacto visual con el sacerdote, e incluso de esa forma, estaba segura de haber visto una desagradable sonrisa crecer en aquel rostro.
«Incluso sabe mi nombre, que tipo más tétrico...»
Los siguientes días tuvo que actuar como lo hacía siempre: Una estudiante de preparatoria de segundo año. Ignoró las constantes preguntas de sus amigos, pidiendo explicaciones de sus inasistencias tan ocurrentes el último tiempo, pero lo solucionó diciendo que quería estar presente el día de cierre de curso.
— ¿Una senpai te pidió formar parte de un club? ¡Haha! Desaparezco un día y ya coqueteas con chicas mayores
Burlándose de su mejor amigo, recordaba lo importante que era formar parte de un club en la escuela. Generalmente los estudiantes no tienen problemas porque se mantienen en el mismo desde que los eligen, pero en el caso de ellos dos, han vagado por diversos clubes sin sentirse satisfechos.
— No imaginaba que superarías a esa chica que conociste en uno de tus trabajos de medio tiempo, Koha-kun
— Casi lo olvido. Hablabas de ella y su cabello púrpura todo el tiempo
Comentaban Mitsuo y Akiho, para la molestia y vergüenza del otro joven, sentado a la derecha de la joven Maestra, algo que debía ocultar por obvias razones del público. Una sola vez logró ver en persona a aquella chica que habían mencionado sus amigos, y fue suficiente para darle un aire bastante peculiar, sospechando que ocultaba algo más, pero ya nada importaba ahora, porque no ha vuelto a encontrarla en los alrededores de Fuyuki, imaginando que se había mudado a otro lugar.
"Las familias fundadores han abandonado Fuyuki"
«Debe ser demasiada casualidad ¿No?»
Dejando de lado su creciente duda sobre la identidad de esa joven, decidieron volver a sus salones para seguir con su último día y luego disfrutar del verano que tenía por delante, tal vez el último.
Caminaron juntos después de salir de la escuela, hablando de varios planes que tenían pensado. Akiho daba la idea de un pequeño viaje a alguna ciudad, pero podría coincidir con los horarios de trabajo de Kohaku y Mitsuo, y por otro lado, Amane debía mantenerse todo el tiempo en Fuyuki. Llegaron a la intersección donde se separarían, acordando estar en contacto y contemplar mejores opciones, mientras sea en la misma ciudad.
Llegó a casa algo agotada por su jornada, pero no tenía mucho tiempo para descansar, porque hoy sería el día indicado que decidieron junto a su familia, con sus Sellos completos.
Hará su ritual de invocación en la madrugada.
Su padre estuvo arreglando el sótano para dibujar el círculo mágico, mientras ella estaba en su habitación ahorrando energía mágica para el ritual que le dejaría más cansada de lo habitual.
¿Qué clase de Sirviente invocará? ¿Estará de acuerdo con su deseo? ¿Será un completo maniático?
Esas preguntas les invadía su cabeza mientras descansaba en su habitación, sin lograr despejar su mente.
«¿Estoy siendo inmadura con esto?»
Cuando sus preocupaciones salían a la luz, la puerta se abrió.
Sin haberse dado cuenta ya pasaron horas y eran las una de la madrugada, momento oportuno para el ritual de invocación. La verdad es que podría haberlo hecho en cualquier ocasión del día, pero la noche ayudaba a sus circuitos mágicos para funcionar mejor.
Llegó al sótano y se ubicó fuera del círculo hecho por su padre, quien junto a su madre esperan fuera del salón para no interrumpir o desbalancear el recorrido de la energía mágica.
Sobre una mesa cerca de ella estaba un extraño objeto que no había visto jamás en su vida, junto con una nota escrita por su padre, imaginando que era el canto que debía pronunciar mientras fluía su magia en el círculo, pero no era necesario. Ha estado obsesionada con participar en la Guerra desde pequeña, y unas líneas de encantamiento no las olvidará en este momento.
El objeto parecía una muñeca, muy lejos de ser agradable para la vista. La nota no contenía el canto, por el contrario, solo era una simple palabra que le respondía las dudas que tenía.
«No pensaba que un catalizador sería tan raro...»
Colocó la aparente muñeca en el centro del círculo, y acto seguido volvió a ubicarse fuera para comenzar el ritual.
Una ligera corriente comenzó a recorrer toda la habitación, mientras sentía como su energía mágica avanzaba como un camino invisible, dando así la apertura de la invocación.
— … Yo seré todo lo bueno de este mundo, yo seré el que expondrá toda maldad del mundo de la eternidad...
La iluminación estaba cubriendo todo el sótano, esperando que el ser más allá del entendimiento del conocimiento público se presente frente a los ojos de la Maestra seleccionada para alcanzar su deseo.
— … ¡Guardián del equilibrio!
Finalizó el canto, mientras sus ojos se llenaban de la luz emanada a pocos metros de su posición. La temperatura sufrió una caída considerable, para ella incluso muy exagerado, preocupándose si se equivocó en un paso vital, pero todo se disipó en cuestión de segundos.
El suelo estaba cubierto por lo que parecía hielo, y sobre ese curioso fenómeno, de pie se encontraba una figura humana dirigiendo su vista a su invocadora.
No fue difícil darse cuenta que era una mujer gracias a sus rasgos finos, cuerpo delgado y un largo cabello que parecía estar lleno de nieve. Sus manos tenían consigo la muñeca que fue utilizada como catalizador, lo que quería decir que el ritual fue hecho sin errores.
— Sirviente Caster, he llegado en respuesta a tu llamado. Estaré bajo sus cuidados desde este momento, Maestro.
La voz de la mujer era muy suave y daba a entender que debía rondar una edad similar a la suya, alegrándose de no lidiar con alguien demasiado mayor.
Sus emociones eran indescriptibles, lo que le impedían abrir la boca respondiendo al Espíritu que ahora es su Sirviente y compartirán quizás un tiempo breve o prolongado.
— Mi nombre es Nishida Amane. ¡Espero que seamos un gran equipo de ahora en adelante, Caster!
La sonrisa sincera que se dibujó en su rostro descolocó un poco a la Sirviente de clase Caster, pero en seguida le respondió de la misma manera, sintiéndose aliviada por responder al llamado de una joven que parecía encajar perfectamente con ella.
Al salir del salón, pudo descubrir que la sensación de frío allí dentro no era solo su imaginación. Sus padres les esperaban muy satisfechos con lo logrado por su futura heredera, como también por haber escogido el catalizador indicado en las tierras del norte durante su pequeño viaje al otro continente.
— Me alegro por los resultados, Amane. Tú debes ser-
El señor Nishida fue interrumpido por una señal de la Sirviente con su mano, deseando que detuviese su discurso.
— No quiero ser maleducada, pero es preferible mantener mi información oculta. De todos modos, estaré alegre de estar bajo la disposición de su hija
Inclinó su cuerpo para saludar a los padres de su Maestra, quienes no vieron con malos ojos la decisión que tomó. Siguió a Amane hasta llegar a su habitación, observando un basto espacio algo llamativo para alguien tan joven como ella, recordándole sus memorias pasadas.
La invocación entrega información necesaria a cada Sirviente según la época del conflicto, lo cual le ayudó a no estar muy desorientada con lo que estaba a su alrededor. Muchos libros estaban ordenados en una larga repisa que cubría gran parte del lado izquierdo de la sala, implicando que su Maestra era algo aficionada a la lectura.
Por su parte, Amane dio un saltó y cayó sobre su cama, más cansada de lo que tenía previsto después del ritual. Su cuerpo se sentía muy pesado por el mana perdido, pero no era suficiente para quedarse dormida de inmediato.
— Si estás interesada, puedes leer los libro que gustes, Caster. Tenemos dos meses para que el Grial dé luz verde, así que aprovecharé de mostrarte toda Fuyuki.
Caster giró después de escuchar las palabras de la adolescente, asintiendo en respuesta a lo que mencionó.
— Imagino que debes ser de una época distinta ¿No es mala idea que veas con tus propios ojos el mundo actual, verdad?...
— Tiene razón, Maestra. Muchas gracias por tomarse esa molestia
Esperaba que la joven haya alcanzado a escuchar, porque no tardó mucho en caer dormida, ya completamente vencida por el agotamiento. Ella solo sonrió, agradeciendo una vez más por haber sido invocada por alguien tan normal y, tal como pudo percibir, muy capaz por sus habilidades de mago.
«Haha... vaya chica tan peculiar»
Habían pasado varios días desde que Caster fue invocada, y aprovechó sus vacaciones de verano para mostrarle los alrededores de la ciudad dando largos paseos en los lugares que ella consideraba más llamativos para alguien extranjero, aunque "extranjero" no sería la palabra correcta en el caso de su Sirviente. Debido a todo ello, tuvo que posponer las llamadas y mensajes de sus amigos, lamentándose un poco ya que les prometió no desconectarse del mundo exterior, como usualmente lo hacía, algo que les irritaba, pero a medida que pasó el tiempo simplemente se acostumbraron.
Era una molestia esconder su identidad de mago a los demás, pero lo entendía, es necesario no involucrar a la población normal y corriente en los asuntos relacionados a los magis.
Mientras caminaba por el sendero del lado derecho del puente de Fuyuki, su teléfono recibió una llamada.
Era Kohaku, su mejor amigo y que, de hecho, no vive muy alejado de su hogar, pero en general no solían visitarse de imprevisto, sino que esperaban la respuesta del uno y el otro. No le sorprendió mucho la llamada, después de todo, era lo normal luego de no comunicarse con él.
— ¡Koha-kun! ¿Qué tal van tus vacaciones?
Intentó aparentar que no había nada fuera de lo normal, pero no tardaría en darse cuenta que no funcionaría.
— Amane ¿Alguna vez has sentido que la Iglesia es algo... tétrica?
«¿Iglesia? De qué está hablando?
— Me había despedido de Mitsuo y Akiho cuando un sacerdote se acercó a mí. Jamás imaginé que un hombre pudiese dar tanta mala espina con solo verle el rostro.
— ¿E-Eh?...
«¿Un hombre se acercó a él?
No quería dar lugar a las preocupaciones que comenzaban a surgir en su mente y deseaba que su amigo esté jugándole una mala broma, solo anhelaba escuchar su típica risa para romper el hielo, pero por más que lo pedía, no llegaba.
— Me dijo que fui seleccionado para algo, pero no tengo la menor idea de lo que se refería. ¡Ni siquiera sé cómo sabía que mi apellido es Hirata!
La sangre que recorría todo su ser se congeló.
Perdió la concentración del mundo, escuchando solo sus latidos del corazón.
Ella conocía al hombre del que estaba hablando Kohaku, de hecho, fue suficiente con decir que era un sacerdote tétrico.
Sus manos temblaban sin cesar, casi perdiendo el agarre de su teléfono, pero fue capaz de mantenerlo a salvo y no caer al suelo. La conversación fluyó con algo de inquietud que tal vez incluso desde el otro lado de la llamada se podía sentir, quedando acordados de que ella le visitaría unas cuantas veces durante lo que restaba de sus vacaciones.
No quería mostrar mucha preocupación y por ello solo irá cuando sea realmente necesario, por el momento, le dejó encargado de averiguar cualquier cosa, aunque muy en el fondo, Amane estaba segura de qué trataba la conversación que tuvo con el sacerdote.
Cortó la llamada, recuperando poco a poco el aliento que perdió durante estos pocos minutos. Sus piernas no se movían, mientras Caster se materializó brevemente para saber qué sucedía con su Maestra, a quien no esperaba verle en tan mal estado solo por comunicarse con un amigo suyo.
— La realidad me golpeó demasiado fuerte esta vez...
Segundos más tarde, cayó al suelo, derrotada en la primera batalla que le ha impuesto el Santo Grial.
Se abrazó a sí misma, esperando calmarse agradeciendo que no había gente caminando por ese sendero.
— ¿Qué es lo que debo hacer, Caster?
N.A: Siento que la historia iba a un paso rápido, y decidí que este capítulo sea una especie de "prólogo" de la perspectiva de la otra protagonista de la Guerra. Siéntanse con la libertad de comentar algún aspecto positivo o negativo que consideren necesario de mencionar.
Sin nada que añadir, Bye!
