Disclaimer: De Horikoshi todo. Pero yo los quiero mucho, de veras.
La memoria de los aromas
Al entrar a la mañana siguiente en el comedor de la residencia, Izuku se sorprendió por la cantidad de compañeros que estaban levantados. Salvo Katsuki, que tendía a acostarse temprano, los sábados todos solían hacer vida social en la sala de estar y se quedaban despiertos hasta tarde, lo que se traducía en madrugar poco. Supuso que el caos posterior a la batalla se había compensado con orden en el interior de la Yuei y que sería así durante algunas semanas. Reprimiendo un bostezo, cogió una de las bandejas, algunos cubiertos, una pieza de fruta y buscó con la mirada a sus amigos.
—Buenos días —saludó Izuku, sentándose entre Uraraka y otro sitio vacío donde alguien había dejado una bandeja para reservarlo. Iida y Tsuyu se inclinaron hacia él, pero Uraraka se adelantó:
—Buenos días Deku-kun. Ahí estaba sentado…
—Estás en mi sitio. —Izuku se giró para mirar a Katsuki, que lo rodeó para dejar enfrente de él una bandeja con un par de platos llenos de comida.
—Lo siento mucho, Kacchan, no lo sabía. No te preocupes, buscaré otro sitio donde… —dijo Izuku, arrastrando la silla para levantarse. Katsuki lo detuvo poniéndole una mano en el hombro y empujándole contra la silla hasta sentarle de nuevo—. ¿Qué?
—Da igual, quédate ahí, no importa.
—De verdad, Kacchan, si tú estabas aquí antes de que yo…
—¿Qué ocurre? —preguntó Todoroki, que llegaba con varias piezas de fruta en las manos.
—Me senté sin querer en el sitio de Kacchan y… —intentó explicarle Izuku, pero Katsuki le volvió a interrumpir.
—¡He dicho que te quedes aquí, Deku!
—Katsuki… —dijo Todoroki. Izuku observó cómo Todoroki y Katsuki intercambiaban una mirada rápida.
—¡Estoy siendo amable!
—Lo sé —contestó Todoroki, dejando la fruta encima de la mesa—. Vamos a por leche, ¿de acuerdo?
—¿Todoroki ha tranquilizado a Kacchan tan fácilmente? —Atónito, Izuku los miró alejarse en dirección al frigorífico.
—Ellos dos han pasado juntos bastante tiempo desde que estuvieron contigo en el hospital —dijo Tsuyu, mirándole por encima de su bol de cereales.
—Los recuerdo mucho más… competitivos.
—Creo que lo siguen siendo, sólo que ahora compiten de otra manera.
Izuku quiso preguntar a Tsuyu a qué se refería exactamente con aquello, pero Todoroki y Katsuki habían vuelto. Katsuki se sentó a su lado y Todoroki ocupó el asiento frente a Izuku, al lado de Iida.
—Sírvete —le indicó Katsuki, señalándole a Izuku la bandeja que había dejado previamente en la mesa y estirándose para coger algo de fruta de la de Todoroki.
—No es necesario, Kacchan, iré a preparar mi propio desayuno.
—He dicho que comas, Deku.
—Katsuki preparó el desayuno para los tres —intervino Todoroki, mordiendo una manzana.
—¿Cómo sabía…?
—Desayunas todos los días, ¿no? —dijo Katsuki en respuesta, insistiéndole.
—Está bien. Gracias.
—Sólo come.
—¿Por qué preparaste comida para los tres? —insistió Izuku, incapaz de contener su curiosidad.
—Métete en tus asuntos, Deku —respondió Katsuki.
Sin embargo, Izuku notó que su tono no era hostil. Parpadeó sorprendido, al darse cuenta de que no lo había sido en toda la conversación. Iba a replicar pinchándole, pero un olor familiar a caramelo quemado inundó su nariz y parpadeó, sorprendido, preguntándose por qué la comida de Katsuki siempre despertaba ese recuerdo en particular en él.
—Hoy iremos al centro comercial. Necesito comprarme unas deportivas nuevas —comentó Todoroki con tono casual mirando a Izuku—. Podemos aprovechar para comer allí, hay un restaurante donde hacen un arroz con curry que estoy convencido de que a Katsuki le gustará.
—Seguro, a Kacchan le gusta mucho el curry picante —dijo Izuku antes de darse cuenta de que el resto le miraba con diferentes grados de sorpresa y burla. Sonrojándose, agachó la cabeza—. Es que… me he fijado en que lo cocinas habitualmente. Y que te gusta comerlo.
—Me gusta el curry picante. ¿Algún problema? —Katsuki miró al resto de integrantes de la mesa que, excepto Todoroki que seguía mirando a Izuku con una sonrisa en la cara, agacharon la cabeza, súbitamente concentrados en sus desayunos—. Desayuna, Deku. ¿No está bueno?
—¡Sí! Sí, claro que está rico. Delicioso —se apresuró a contestar Izuku, llenándose la boca con el siguiente bocado.
No mentía. Realmente estaba muy bueno. Izuku rebañó el plato con deleite mientras observaba de reojo a Todoroki y Katsuki, que también comían concentrados en su comida, ignorando el parloteo de Iida, Uraraka y Tsuyu. Una carcajada de la mesa de al lado, donde Kaminari, Sero y Kirishima estaban desayunando, le llamó la atención.
—¿Ha ocurrido algo con ellos, Kacchan? —preguntó Izuku sin poder contenerse, esperando que no hubiese pasado nada—. Normalmente te sientas en su mesa y…
—Está todo bien —contestó Katsuki, interrumpiéndolo sin darle más detalles. Izuku abrió la boca para preguntar de nuevo, pero Todoroki se adelantó:
—Nos sentaremos con ellos en la cena. A Uraraka, Tsuyu e Iida no les importa, ¿verdad?
Izuku parpadeó, sorprendido, asimilando la información mientras sus amigos asentían y Uraraka le explicaba a Izuku que así lo habían hecho Katsuki y Todoroki los días anteriores. Izuku no conseguía comprender cómo había cambiado todo tanto. Unas semanas antes, los tres habían llegado a una especie de entendimiento amistoso y altamente competitivo y, sin embargo, ahora todo le parecía diferente entre Katsuki y Todoroki. Más que entendimiento, parecía confianza. Empezó a darle vueltas, pero Katsuki lo interrumpió con un codazo que le dejó un segundo sin respiración.
—Todo está bien con ellos, no hace falta que te comas la cabeza, Deku.
—Ya… Sí, claro —contestó Izuku sin saber bien a qué se refería.
—Voy a vestirme para salir —dijo Todoroki, levantándose y recogiendo una de las bandejas—. Supongo que también necesitaréis un rato, así que nos vemos en el vestíbulo en media hora, ¿de acuerdo?
A su lado, Katsuki asintió. Izuku vio cómo Todoroki se alejaba, notando que algo en él le resultaba extraño, pero sin lograr ubicar qué era exactamente lo que desentonaba.
—Asegúrate de no llegar tarde, Deku —masculló Katsuki, levantándose también y recogiendo su parte antes de marcharse.
—¿Tarde? ¿De dónde?
—Deberías terminar de comer cuanto antes para no retrasarte —dijo Tsuyu, llamando la atención de Izuku, que había vuelto a quedarse absorto mirando cómo Katsuki salía del comedor—. Bakugou puede llegar a tener muy mal carácter si no eres puntual.
—No entiendo que…
—Deku-kun, eres brillante, pero reconozco que a veces puedes llegar a ser muy obtuso —dijo Uraraka, sonriendo.
—Todoroki-kun dijo que ibais a ir al centro comercial —apostilló Iida.
—Pensaba que estaba hablando con Kacchan, aunque no sé por qué querrían ir juntos al centro comercial, porque…
—Midoriya, Todoroki te lo estaba diciendo a ti —croó Tsuyu, que parecía estar divirtiéndose con la conversación—. Es obvio que Bakugou ya sabía que iban a ir juntos. Te estaba invitando a ir con ellos.
—Pero yo debería hacer reposo —argumentó Izuku, desconcertado y sin saber cómo manejar la situación, notando que sus mejillas se habían sonrojado sin saber bien por qué.
—No seas absurdo, Deku-kun. No vais a correr ninguna maratón ni a hacer esfuerzos físicos, sólo algunas compras y comer fuera —dijo Uraraka, empujándole para que se levantara—. Venga, o llegarás tarde. Ya recogemos nosotros tu bandeja, no te preocupes.
Izuku simplemente se había dejado llevar, admitiendo que la situación era muy agradable y que se sentía a gusto yendo con sus dos compañeros. Habló poco durante la mañana, observando de reojo y anotando mentalmente los cambios de dinámicas entre Todoroki y Katsuki, respirando aliviado cuando veía perder la paciencia a Katsuki o cuando Todoroki hacía un comentario cortante o ambos intentaban competir y ganar con cualquier tontería.
Paseando por la tienda mientras Todoroki se probaba su octavo par de zapatillas y Katsuki refunfuñaba sobre lo sencillo que era escoger unas oscuras de las medidas adecuadas y no complicarse la vida, Izuku comprendió qué era lo que le había desconcertado de Todoroki hasta ese momento. La camiseta que este llevaba, muy lejos de las habituales camisas que solía vestir, era negra, sin mangas y con cuello tortuga. A pesar de ajustársele perfecta en el torso, estilizándolo, caía con dos picos en los hombros, señal de que era de alguien más ancho de espaldas. Una camiseta que hasta entonces Izuku sólo había visto en…
—¡Kacchan!
—¿Qué? —dijo este, volviéndose hacia él. Izuku maldijo, comprendiendo que había pensado en voz alta una vez más.
—Sólo estaba pensando en la camiseta de Todoroki. Y esta mañana… ¡Esta mañana también llevaba una de tus camisetas! ¡Esas enormes que tanto te gusta utilizar cuando estás en la Yuei!
—Pues claro, no seas idiota —contestó Katsuki, como si fuese obvio.
—Izuku, Katsuki —les llamó Todoroki, distrayéndolos, para mostrarles una zapatilla diferente en cada pie mientras sostenía las contraría las manos—. Creo que me gustan estas dos, pero no consigo decidirme. ¿Qué opináis?
—La derecha —dijo Katsuki.
—La izquierda —murmuró Izuku al mismo tiempo, avergonzándose por haber contradicho a Katsuki.
—Coge la que te más te guste a ti, Shouto, y acabemos de una vez —masculló Katsuki, impacientándose.
—Tenéis razón. Los dos. Creo que compraré ambas.
—Buena idea, Todoroki-kun —aprobó Izuku, sonrojándose cuando Todoroki le dirigió una mirada seria y callada.
—Shouto. Me llamo Shouto, Izuku.
—Claro, Todoro… Shouto-kun —Todoroki enarcó las cejas e Izuku se apresuró a corregirse—. ¿Shouto-chan? Shouto es tu nombre de héroe también, me resulta extraño. —Shouto asintió, complacido.
—Venga, nerds —gruñó Katsuki a su lado—. Tardáis demasiado en decidiros.
Acabaron pasando todo el día en el centro comercial. Después de comer, pasearon por algunas tiendas más buscando un videojuego para la consola de Izuku y algunos ingredientes que la Yuei no proporcionaba en las cocinas y que Katsuki deseaba. Izuku se sorprendía de lo cómoda que parecía aquella actividad, semejante casi a una rutina a pesar de que era la primera vez que hacían aquello juntos. Se dejó llevar por el placer de compartir aquellas horas de manera pacífica con sus amigos, lejos de las habituales tareas del colegio o de las prácticas.
Al volver, observó con interés su entrenamiento, sentado en una esquina del gimnasio mientras Shouto y Katsuki intentaban forzar sus quirks más allá de sus limitaciones para fortalecerlos, tomando notas en una de sus libretas. Como Shouto había anunciado por la mañana, tras ducharse compartieron la cena con los amigos de Katsuki, que regaron la conversación de bromas y pullas que Izuku prefirió no analizar, sintiéndose protegido de ellas sentado como estaba entre Katsuki y Shouto, sintiendo el calor que sus cuerpos desprendían en sus propios brazos.
—Me voy a dormir —anunció Katsuki cuando, tras terminar, el resto de compañeros se acodó en la mesa, charlando de intrascendencias. Shouto se apresuró a levantarse al mismo tiempo que él—. No hace falta, quedaos si queréis.
—Es mejor que nos retiremos también. Izuku tiene que hacer reposo y debe de estar cansado —dijo Shouto.
Izuku, que desde hacía rato sentía el cansancio en el cuerpo y los ojos pesados, ya había comenzado a levantarse también, acercándose a la mesa donde Uraraka, Iida y Tsuyu terminaban de cenar para despedirse de ellos y disculparse por no quedarse despierto más tiempo.
—No te preocupes, Deku-kun —sonrió Uraraka—. Tienes que descansar.
—Parece que lo has pasado bien con Bakugou y Todoroki —dijo Tsuyu.
—¡Sí! —Izuku se sonrojó y su sonrisa se amplió—. Admito que después de pasar tanto tiempo juntos trabajando en la agencia, echaba de menos pasar tiempo con ellos a solas.
—Venga, ve, te están esperando —dijo Uraraka, apretándole el brazo a modo de despedida.
Efectivamente, Shouto y Katsuki esperaban en la puerta, hablando en susurros. Cuando se acercó a ellos, ambos se volvieron hacia él. Con las manos en los bolsillos, Katsuki se adelantó un par de pasos, pero Shouto caminó al lado de Izuku en dirección a los ascensores. Izuku se preguntó si el olor a menta y cítrico que detectaba eran imaginaciones de su cansado cerebro, que empezaba a jugar con él como todas las noches.
—Lo hemos pasado bien hoy —dijo Izuku, intentando llenar el silencio y apartar su mente del aroma.
—Yo también he disfrutado mucho. Es agradable pasar tiempo contigo y con Katsuki.
Entraron en el ascensor y Katsuki, que era quien más cerca estaba, pulsó el botón de su piso. Izuku frunció el ceño, extrañado, pero Shouto siguió hablando y lo distrajo. Además, el olor a caramelo quemado volvió a sentirse, mezclado con el cítrico y la menta que había notado en el pasillo. Izuku inspiró, disimuladamente, intentando determinar su origen.
—Podríamos repetir el fin de semana que viene —decía Shouto cuando volvió a prestarle atención—. Nos vendrá bien tomarnos otro descanso así.
—Estrenan una película que me gustaría ver. Iremos los tres juntos —decidió Katsuki.
Izuku salió del ascensor tras ellos, parándose al observar cómo Katsuki abría la puerta de su dormitorio y daba un paso atrás para ceder el paso a Shouto, que sonrió a Izuku antes de entrar en el cuarto. Katsuki lo siguió, sin cerrar la puerta. Izuku dudó, pues ninguno de los dos se había despedido de él. Se dio media vuelta para volver al ascensor y bajar a su cuarto, preguntándose por qué le habrían hecho acompañarles hasta allí.
—Izuku. —Katsuki había hablado en voz baja, pero las sílabas de sus palabras resonaron en el pasillo y reverberaron en el cuerpo de Izuku con fuerza—. Entra.
Automáticamente Izuku obedeció y entró en el dormitorio, quedándose de pie en medio. Katsuki lo rodeó para cerrar la puerta con llave. Izuku lo siguió con la mirada, incapaz de apartar la vista de él, y tragó saliva, tan nervioso como emocionado. El olor a caramelo quemado, que antes sólo era un rastro tenue, llenaba la habitación de Katsuki. Era el olor de Katsuki, comprendió, y no su imaginación jugándole una mala pasada.
—¿Qué pasa? —preguntó Katsuki ásperamente.
—Me has llamado Izuku.
—¿Y qué?
Izuku se encogió de hombros, incapaz de explicarle lo feliz que se sentía de no estar alucinando con olores. Además, no le importaba que Katsuki le llamase Deku, no cuando lo hacía sin el desprecio de los viejos tiempos, pero su nombre en sus labios sonaba más dulce incluso que los de Shouto. Volviéndose hacia este último, descubrió que estaba semidesnudo.
—¡Tú! —Shouto extendió una mano con el gesto de quien está acostumbrado a la voz de Katsuki, que le había lanzado una camiseta y se apresuró a ponérsela antes de tumbarse en la cama, acercándose lo más posible a la pared—. No vas a dormir en mi cama vestido con ropa de calle, así que puedes ponerte esto —añadió Katsuki, tendiéndole otra camiseta a Izuku, que se desnudó rápidamente y dejó que la camiseta, enorme para él, le cayese hasta los muslos, ocultando los calzoncillos como un vestido.
Sin disimular, Izuku se llevó la tela del pecho a la nariz e inspiró con fuerza. El olor a caramelo quemado volvió a inundarle la nariz, haciéndole feliz por alguna razón que no terminaba de comprender. Shouto se rio quedamente, pero a Izuku no le importó. Se volvió hacia él. La camiseta de Katsuki en Shouto le quedaba un poco corta y algo ancha en los hombros, pero Izuku pensó que se veía guapo igualmente.
—Tú vas en el centro —le ordenó Katsuki desde atrás, dándole un ligero empujón.
—La cama es individual, no cabemos…
—Cupimos en el hospital, cabremos aquí —le interrumpió Katsuki. Izuku miró a Shouto, que asintió y se recostó contra la pared para darle más sitio. El comentario de Katsuki despertó algunas de las imágenes que solían escapársele cuando intentaba recordarlas y las conectó, dándole algunos recuerdos aislados, pero más claros—. Venga, no tenemos toda la noche.
Izuku obedeció, apretujándose contra Shouto, que le rodeó la cintura con uno de los brazos. Se apresuró a devolverle el abrazo, hundiendo la nariz en el hueco del hombro de Shouto, inspirando de nuevo con fuerza para confirmar la teoría que había empezado a rondarle la cabeza. El olor a mandarina y menta de la piel de Shouto, mezclado con el caramelo de la camiseta de Katsuki, le terminó de relajar completamente.
Inmediatamente, Izuku sintió el peso de Katsuki hundiendo el otro lado de la cama y su cuerpo pegándose al suyo, extendiendo su mano sobre la cintura de Izuku y agarrando la mano de Shouto. El aliento de Katsuki le erizó los pelos de la nuca y la cercanía del rostro de Shouto le obligaba a alternar la mirada para fijarlos cada vez en uno de sus ojos dispares. Inspiró con fuerza, deleitándose en el aroma mezclado de los dos, sintiéndose por primera vez bien en una cama desde que había despertado, encajando las piezas de un puzle que hasta entonces no habían significado nada.
—¿Está todo bien, Izuku? —preguntó Shouto, preocupado—. Quizá hemos ido muy rápido.
—Está bien —contestó Katsuki. La vibración de su voz hizo estremecerse a Izuku—. Sólo está pensando demasiado, como siempre.
—Estoy bien. Sólo… El olor —confesó Izuku—. En el hospital, en mis sueños alguien me abrazaba y olía a caramelo, mandarina y menta.
—Y nosotros olíamos a leche de almendras en tu piel, Izuku —dijo Shouto, asintiendo. El flequillo de su pelo le hizo cosquillas en la frente.
—Nos diste un disgusto de muerte —gruñó Katsuki.
—Llegó a amenazar con que te mataría él mismo, Izuku —susurró Shouto en tono conspirativo, bromeando. Katsuki, detrás de él, resopló, pero no le desmintió. Izuku sintió que el pecho se le llenaba de una emoción indescriptible—. Le importas mucho. Nos importas mucho —murmuró Shouto, soltando la mano de Katsuki unos segundos para acariciarle la mejilla.
—Estuvisteis conmigo. En mi cama. Todas las noches. —Shouto asintió. El brazo de Katsuki hizo más fuerza, abrazándole contra su pecho—. Gracias. También me importáis mucho —murmuró Izuku, con la voz estrangulada. En un impulso, acercó la cara un poco más hacia Shouto, pero se detuvo rápidamente al darse cuenta de que quizá estaba malinterpretando la situación.
—Puedes hacerlo —dijo Katsuki, detrás de él. Shouto asintió, confirmando sus palabras.
—Nunca…
—No te preocupes, es más fácil de lo que parece —le animó Shouto con seriedad.
Izuku posó puerilmente sus labios sobre los de Shouto, que le devolvió el beso con gentileza durante varios segundos.
—Kacchan…
—Por supuesto que quiero el mío. —Izuku se removió entre ellos, haciendo que la cama crujiese, volviéndose lo suficiente para poder recibir el beso de Katsuki, mucho más demandante y ansioso, que le obligó a abrir la boca para aceptarlo.
Volviendo a serpentear para reacomodarse, Izuku disfrutó del abrazo de ambos. Volvió a enterrar la nariz en el hueco del hombro de Shouto, aspirando el aroma cítrico de su cuerpo, sintiendo el roce de la barbilla de este en su pelo. Katsuki se ajustó detrás de él, enredando sus piernas entre las de Izuku. Un sonido húmedo le indicó a Izuku que Katsuki y Shouto estaban besándose también y aquello le hizo sonreír. Con timidez, depositó otro beso en la clavícula de Shouto y unos segundos después sintió los labios de este en su cabeza.
Aquella noche, velado por Katsuki y Shouto, sintiendo sus respiraciones erizásndole pelo, sus manos acariciando consoladoramente su cuerpo, los labios buscándose en besos que pretendían relajar y no encender, Izuku se quedó dormido profundamente por primera vez desde que se había recuperado del coma.
NdA. Y hasta aquí. Ahora sí que se terminó, lo prometo. Muchas gracias por leer. El pobre Izuku necesitaba poner en orden sus recuerdos y sus pensamientos, pero evidentemente estaba deseando esto, jajaja.
