La vergüenza no cabía en su cuerpo y en su ser, no sabía cómo y cuando habían salido aquellas palabras de su boca, pensaba que con el pasar de las horas y días su vergüenza acabaría pero cada día fue peor incluyendo este día en el que la rubia caminaba a paso tranquilo pero apresurado, el día estaba frío y todo lo que quería era entrar en calor, pues al parecer ni su abrigo ni su gorro ayudaban.
- buenos días - saludo la ojiverde de abrigo blanco haciendo que la peliroja sonriera.
- por un momento creí que eras un ángel - dijo viendo de arriba hacia abajo - ¿Que haces aquí?
- vine a trabajar - contesto la rubia - ¿El señor Granchester no ha llegado? - pregunto tras ver la oficina de aquel castaño en completa soledad.
- el informo por la madrugada que no se podría presentar, cancelo todas sus reuniones y visitas.
-¿Pero por qué?
- no se muy bien Candy, tu jefe siempre hace lo mismo en temporada de invierno.
La rubia desvió su mirada, recordando los momentos del día anterior en el que el castaño parecía estar pensativo y pedía a todo momento un vaso de agua - tal vez está enfermo - aseguro para si misma - ¿Te sabes su dirección? - pregunto mirando hacia la peliroja quien asintió.
Sin saber de la existencia de su próxima visita, el castaño de ojos azules y pelo castaño permanecía con su mirada fija sus ojos pedían a gritos poder descansar, sin embargo su corazón le decía que tenía miedo, su único consuelo ante aquella lucha era ver a la nieve caer atraves del vidrio de su ventana. Sin embargo su atención había Sido interrumpida tras escuchar el timbre sonar, el cerró sus ojos sin ningún interés en recibir a alguien, todo lo que quería era un poco de silencio y soledad, la puerta abrirse hizo que hiciera su respiración profunda pareciendo dormir, pero el olor a aquel perfume hizo que por un segundo dudará sobre su visita, el olor de aquel aroma estaba cerca y fuerte, que casi podía asegurar que su visita estaba a escasos centímetros de el. Fue entonces cuando abrió sus ojos encontrando a una rubia mirándolo fijamente.
- sabía que eres tú - dijo suavemente.
- señor, ¿Se encuentra bien? - pregunto la rubia sin dejar de mirarlo, el castaño asintió - ¿De verdad? - pregunto logrando que el castaño asintiera - ¿Entonces, que es lo que siente? - siguió preguntando logrando que en el rostro del castaño se pintara una sonrisa, la rubia vestida de blanco y con tono de preocupación en su voz la hacia lucir como un ángel. Fue entonces que llevo su mano hacia el rostro de la rubia para con su dedo índice bajar desde su sien para terminar en la punta de su nariz queriendo con ese gesto cambiar aquel rostro de preocupación al de siempre.
- estoy bien - contesto con una fugaz sonrisa sin saber evidentemente todo lo que había causado en el pobre corazón de aquella rubia quien parecía estar como una estatua sin saber que decir y que hacer después de aquella caricia junto con aquella rápida y muy dulce sonrisa.
Ella desvió su mirada - ¿Usted está solo? - pregunto la rubia tras no escuchar presencia alguna. El castaño asintió - ¿Y que sucede si empeora? - siguió preguntando.
- iré al hospital - contesto de forma tranquila.
-¿!que!?, Pero usted está enfermo, necesita ayuda de alguien.
El castaño volvió a sonreír - estaré bien, no te preocupes - dijo cerrando sus ojos.
- señor - lo llamó Candy logrando que aquel castaño abriera nuevamente sus ojos para poder mirarla - ¿Usted de verdad se encuentra bien?
El castaño suspiro, antes de tomar la mano de la rubia con su mano para así llevarla hasta su rostro - ¿Sientes que estoy caliente? - pregunto el de ojos azules, la rubia negó con su cabeza - entonces eso significa que estoy bien - termino de decir dejando de tomar entre sus manos la mano de aquella rubia quien no se cansaba de mirarlo buscando alguna respuesta en su rostro o en su bella y profunda mirada azulina.
- muy bien entonces, si no está caliente y se siente bien, ¿Por qué no fue a trabajar?.
- estoy cansado de lo mismo, necesitaba dormir y despejarme un poco - sonrió - eso pensaba hasta que llegaste tú.
- ahhh, si yo... Lo siento, usted es un hombre muy ocupado necesita descansar y yo, debería irme, hasta luego - se despidió poniéndose de pie con intenciones de irse.
- no dije que te fueras - dijo el castaño deteniendo las intenciones de Candy tras tomarla por su pequeño y delgado brazo para después obligar de manera suave a qué la rubia tomara nuevamente su asiento justo frente a el para poder verla de cerca
- pero usted necesita descansar - contesto tras tomar asiento nuevamente.
- si, y tú me cuidaras.
Ella lo miro sin decir nada, sus dudas iban y venían pero sin saber por qué también sentía como todas ellas se iban cuando el la miraba de aquella manera en la que nadie la había visto jamás.
-¿Y que debo hacer por usted? - pregunto tratando de que aquel ambiente tenso dejara de ser algo tenso
- es sencillo, si quiero hagas me servirás agua, si quiero dormir te quedarás con migo y si quiero desayunar tendrás que hacer mi desayuno.
La rubia sonrió - ¿Quiere que sea su niñera?
- yo no lo dije, pero ya que tú lo quieres hacer adelanté, no te lo impedire.
Sin saber que más hacer sonrió, aquella rubia de ojos verdes y melena amarilla al parecer no sabía que más hacer más que sonreír cuando aquel castaño de ojos azules estaba cerca diciendo cualquier cosa que a ella simplemente le hacía pintar aquella sonrisa en su rostro. Su mirada fue hacia el reloj, casi caía la tarde - señor, usted necesita descansar - había dicho la rubia - yo estaré aquí, no se preocupe - fue lo que dijo antes de observar como aquel castaño de ojos azules cerraba sus hermoso ojos para parecer un ser indefenso, su mirada verde esmeralda fue hacia la ventana la lluvia de nieve seguía afuera y fue entonces cuando se abrazo así misma sin saber después de algunos segundos que era lo que pasaba a su alrededor.
Hasta la mañana siguiente en dónde el sonido del reloj hizo que abriera sus ojos dándose cuenta de muchas cosas entre ellas que no estaba ni en su cuarto ni en su cama, se sentó sobre aquella cama sintiendo un aroma masculino inundar la misma, para después comenzar hacer memoria, todo lo que recordaba era ella llegando a casa de Terry por la tarde y después hablar unos segundos para después verlo dormir y... después todo era oscuro, miro hacia sus lados dándose cuenta de algo más, el sillón que estaba enfrente provocó un sonrojo mismo que hizo que se pusiera de pie dándose cuenta de lo sucedido.
- buenos días señorita - saludo una voz masculina haciendo que aquella rubia pusiera su mano sobre su pecho exactamente sobre su corazón que había comenzado a latir como un loco.
- buenos días - saludo como pudo haciendo una ligera reverencia.
- oh no, no es necesario que usted haga tales cosas, solo soy el chófer - sonrió - el señor Granchester me ha pedido que la lleve a su casa.
- ¿Y el señor...- se detuvo viendo sin saber por qué hacia la cama adónde había estado segundos atrás - puedo, puedo saber, ¿Adónde está el señor Granchester?.
- el señor Granchester está en su despacho, el tiene visitas, me pidió que la llevara a su casa para llevarla a la oficina, me comentó que había amanecido mejor.
- entiendo - dijo Candy suspirando - no es necesario que me lleves a casa puedo sola.
- solo cumplo órdenes señorita - dijo aquel hombre abriendo la puerta para así permitir que cierta rubia saliera de aquella habitación para ahora estar en la sala, en dónde sin saber por qué su rostro se giró a su izquierda donde a lo lejos se podía apreciar a un castaño de saco elegante sonriendo con una copa hacia alguien de melena amarilla, se giró un poco queriendo descubrir de quién se trataba - es por aquí señorita - aviso el hombre de voz grave haciendo que aquella ojiverde no pudiera ver más que aquella larga y hermosa cabellera que era obvio no se trataba de algún hombre si no más bien de una mujer de exelente humor por supuesto por qué si no era así, a decir verdad la rubia no entendía el por qué su jefe sonría de aquella manera.
- vaya hasta que llegas, no me digas que ese es tu jefe - dijo la voz de Annie tras Candy llegar, ella miro hacia el chófer para por su mente pasar aquella melena rubia otra vez.
- no, el no es mi jefe - contesto la rubia con mirada baja - iré a cambiarme - dijo para ir hacia su cuarto.
- espera - la detuvo la pelinegra - ¿En dónde estuviste anoche? - pregunto la de ojos azules a la de ojos verdes quien mordió su labio inferior.
- luego te cuento - dijo la rubia soltándose de aquel agarré e ir a cambiarse para salir rumbo aquel edifico en dónde pasaban las horas y aquel castaño al parecer no había llegado, la tarde estaba por irse otra vez y ella sin saber que hacer tomaba café esperando por supuesto a que aquel castaño no apareciera, no entendía nada ni siquiera a su ser cuál se sentía trizte y sin ánimos de nada, sacudió su cabeza tomando su abrigo para irse a casa y caminar un poco para despejar su mente y dejar de pensar en lo que estaba pensando.
Eso pensaba hacer sin saber un carro elegante de color oscuro estacionándose justo frente a ella hizo que levantará su mirada para describir que en aquel carro estaba el castaño que no salía de su cabeza con una sonrisa dulce y fugaz que le devolvió sin saberlo sentido a todo incluyendo a la noche oscura - vamos Candy, sube - fue la orden suave que el había dicho tras el chófer abrir la puerta aquella rubia misma que no subía por qué su mente estaba pensando y preguntando por qué sentía que en aquellos momentos todo comenzó a tener sentido - ¿Cómo estuvo tu día? - pregunto el castaño con normalidad causando que aquella rubia lo mirará por unos segundos, por dios su cerebro hacia muchas preguntas.
- ahhh, estuvo bien - respondió sin mirarlo tomando un mechón de su cabello para pasarlo por detrás de su oreja.
- me alegro, por cierto lo siento por mi ausencia, tuve una visita y tuve que atenderla.
La rubia levanto su mirada dudando - ahhh si, no se preocupe no tiene por qué explicarme cosas, no tuvo reuniones ni nada por el estilo - se detuvo - deje su agenda en su escritorio.
- gracias - dijo sin dejar de sonreír, la rubia desvío su rostro hacia la ventana queriendo distraerse para que su voz interior dejara de hacer preguntas tan extrañas.
- gracias por traerme que pase feliz noche - había dicho la de melena rubia tras llegar a pasos de su casa.
- hasta mañana - se despidió el castaño antes de vidrio subirse para luego prender camino y desaparecer en lo lejos sin resolver ninguna de sus preguntas.
- poco te falta para perseguirlo, ¿Verdad? - pregunto una voz haciendo que la rubia desviará su mirada.
- Annie - dijo sorprendida - ¿Que haces aquí?
- estaba aburrida, salí a caminar un poco - dijo mientras se abrazaba así misma - de haber sabido que vendrías con tu jefe me hubiera apresurado, quería conocerlo.
La rubia sonrió - ¿Y como para que quieres conocerlo?.
- pues para saber cómo es y si vale la pena para que acepte que esge con Tigo - contesto la pelinegra.
- Annie, es solo mi jefe ¿entiendes? Jefe, además el no es de mi tipo
- bueno entonces si no es así, ¿Podrías describirlo?.
La rubia suspiro - es alto, elegante, tiene un aroma masculino que podrías distinguir desde lejos, sus ojos son azules, su pelo castaño y su rostro marca perfección desde cualquier ángulo, además le gusta el te de mora, come cosas saludables y aveces luce pálido aunque saludable.
La pelinegra de abrigo gris se detuvo mirando a la rubia de piel blanca - Candy - la llamo haciendo que está la mirará - ¿Como se llama para ti lo que acabas de hacer?.
-una descripción - dijo de forma tranquila encogiéndose de hombros
- no Candy, lo que tú acabas de hacer no es una descripción - se detuvo - lo que tú hiciste se llama, la descripción de alguien enamorado.
La rubia abrió sus ojos en sorpresa - ¿Que? Pero que estás diciendo?.
- lo que escuchaste Candy, tú estás enamorada - completo con un tono feliz, sin saber entonces las grandes dudas que estaba provocando en aquella rubia de pulso cardíaco tras sentirse descubierta sin siquiera estarlo.
