Memor Essentia.

Por: Vampisan86.


Capítulo IV.

¿Casualidad o intencional?


"Diario El Profeta.

¿Proyecto de ley pausado para no perder sus privilegios por pertenecer a familias de sangre pura?

Por: Millicent Bulstrode.

El proyecto de ley "Equidad en derechos mágicos", de la querida heroína de guerra Hermione Granger-Malfoy con la asistencia del Ministro de Magia Kingsley Shacklebolt que aborda diversos puntos polémicos en el que la relevancia destaca acerca del tema sobre la erradicación de las viejas leyes sesgadas a favor de los magos sangre pura, ha sido pausado indefinidamente el día de hoy sin explicación previa por parte de alguno de los inmiscuidos en el designio.

El Ministro Kingsley Shacklebolt no ha dado señales de otorgar una conferencia de prensa donde nos conceda una satisfactoria exposición de los motivos acerca de la repentina interrupción del novedoso proyecto que ha mantenido, en los últimos meses, en suspenso a los individuos pertenecientes a las familias de sangre pura de Inglaterra.

La afamada bruja del trío dorado Hermione Granger-Malfoy no ha sido vista desde hace dos meses y medio. Muchos se preguntan si sus extensas vacaciones nacen de un beneficio debido a su estatus de heroína lo que conlleva a una cuestión apremiante: ¿Los héroes de guerra gozan de ventajas con respecto a los demás? ¿Deberíamos cuestionarnos sobre las concesiones que tienden a recibir? ¿Es una nueva clase de prerrogativa? ¿La discriminación ahora se ve de esa forma?

El proyecto de ley ha sido punto de discusión en diferentes ocasiones ya que toca temas delicados arraigados a la sociedad mágica; únicamente beneficiando a un pequeño sector, por lo que la reforma a tales leyes es fervientemente apoyada por el resto de la población que ha sido relegada al olvido desde tiempos pasados.

Por lo que, misteriosamente, se haya puesto en pausa nos hace creer que se dejará en el abandono desprotegiendo así los derechos de la mayoría de la población inglesa que ha sido segregada en el pasado. El libre albedrío de las autoridades mágicas no ha sido bien visto por parte de los ciudadanos que se sienten vulnerados en sus derechos por la irregularidad en su accionar.

¿El Ministro de Magia Kingsley Shacklebolt y/o la aplicadora de la ley mágica Hermione Granger-Malfoy acordarán una conferencia de prensa para esclarecer los hechos o seguirán ignorando las necesidades de la sociedad?

De no concederse una debida explicación muchos jóvenes magos y brujas pro-derechos podrían manifestarse a las afueras del Ministerio de Magia para exigir el retorno del tan necesitado proyecto de ley mágica".

Los gruesos dedos, que sostenían aquel periódico, lo apretaron con fuerza hasta el punto de arrugarlo y convertirlo en una bola inservible de papel. El hombre se levantó furioso de su sillón con el objetivo de encender un fuego intenso en su chimenea para arrojar aquel funesto diario y verlo transformarse en cenizas poco a poco. No se podía creer la gran infamia que era todo lo plasmado en esos mugrosos pares de hojas. Era inconcebible que alguien haya sido lo estúpido suficiente como para aprobar esa bochornosa nota.

Llevó sus dedos al puente de su nariz para tranquilizarse. Cerró sus ojos con la esperanza de encontrar una solución a todos esos problemas que comenzaban a cubrirlo sin que se percatara de ello. Exhaló ruidosamente. Parecía una broma de mal gusto que justamente ese asunto empezara a llamar la atención ya que existían cientos de conflictos en otros proyectos de ley que eran mucho más relevantes que el que mencionaba el periódico. Era muy curioso y misterioso que precisamente el trabajo de Hermione fuera el que se le informara con gran entusiasmo a la población.

Harry Potter se preguntó si debía tratarse de una terrible casualidad o si, por el contrario, se trataba de una acción claramente intencional para sacar a relucir los trabajos de su amiga en el momento en que atravesaba su crisis. Era increíblemente sospechoso. La prensa jamás había cuestionado las actitudes de Hermione con respecto a su ejercicio profesional puesto que no dudaban de su capacidad para abordar como mejor le pareciera su profesión. No, allí había gato encerrado. Alguien estaba detrás de todo ello y por Merlín que lo investigaría.

Agradeció internamente ser lo suficientemente precavido para hacerle llegar a Hermione los números del Profeta cuando hubieran sido leídos y aprobados por él. Y por razones obvias, aquel ejemplar no iba a llegar a la posesión de su mejor amiga aquel día. Suspiró mirando el techo inmaculado de su despacho. Por más que quisiera no podía hacer que todo se desencadenara como le gustaría desde un principio. No estaba en sus manos evitar que ciertas noticias salieran a la luz o que el nombre de su amiga no se relacionara con el de su actual familia política. Era un ser humano común y corriente con algo de poder político pero no lo suficiente como para hacer su voluntad. Tampoco se trataba de volverse alguna clase de loco por el poder, simplemente deseaba ser capaz de ayudar a Hermione. Harry Potter no era un Dios todopoderoso que pudiera ejercer su albedrío sobre los demás.

Tal vez debería comunicarme con Lucius Malfoy, pensó. Por lo poco que sabía de aquel hombre era que aún seguía conservando su círculo de contactos en muchos lugares de gran importancia. Intuía que debía ser obra también de su parentesco con Hermione, después de todo ella ayudó demasiado a esa familia a volver a posicionarse en la cima gracias a su matrimonio, y Lucius no fue lo suficientemente idiota como para desaprovechar semejante oportunidad de mantenerse entre los miembros respetables de la sociedad. Finalmente los Malfoy podían ser de utilidad para su causa. Lucius Malfoy sabría cómo mantener callados a ciertas personas, mucho mejor de lo que él estaba logrando trabajando individualmente para mantener en secreto el padecimiento de Hermione.

Harry pestañeó varias veces mientras buscaba un pergamino, una pluma y tinta para comenzar a redactar la petición que le haría llegar al patriarca Malfoy. No deseaba estar en presencia de un Malfoy debido al episodio de la semana pasada con el hurón. Aún seguía enfadado con él por el espectáculo en el que fueron protagonistas en pleno Ministerio, por lo que no estaba listo para tratarlo. Esperaba que sus progenitores le hubieran reprendido ante tan patética acción por parte de un hombre adulto. Draco se convertía en un dolor en el trasero con frecuencia cuando se sentía acorralado, pero Harry Potter no tenía tiempo para él, su concentración se hallaba únicamente en Hermione como siempre. Incluso había dejado de lado su trabajo y a su familia para centrarse en indagar la solución a la enfermedad de la heroína.

Cuando finalmente terminó de atar la carta en la patita de su lechuza un recuerdo lo azotó de repente. Harry se sorprendió por lo vívido de tal memoria que incluso parecía que sucedió segundos antes. Hacía tantos años que se había olvidado de aquel acontecimiento con Hermione, no podía decirse que estaba arrepentido de aquel episodio porque después de todo lo había disfrutado y fue consciente en todo momento. Sin embargo, no sabía qué reacción tendría Hermione si en un punto de su vida llegaba a rememorar aquel intenso día con él justo antes de su reencuentro con Ron, instantes antes de que los atraparan los carroñeros. En el pasado habían acordado silenciosamente olvidar aquella tarde pero ahora, con ese pequeño detalle de la amnesia, Harry no estaba muy seguro de la respuesta de Hermione cuando rememorara el impactante suceso.

—Me pregunto qué harás cuando finalmente lo recuerdes —murmuró melancólico con sus ojos siguiendo el trayecto de su lechuza hasta que se perdió en un punto lejano en el cielo brillante.


—Creo que una solución infalible es que debemos invitar a almorzar a la querida Hermione —musitó la matriarca Weasley momentos después de escuchar atentamente a su única hija—. Debemos exponerla a algo familiar y acogedor. Me sorprende que ni Harry ni tú hayan pensando en organizar una reunión para Mione. Mira que dejarla sola viviendo en una mentira no es muy amable de su parte o saludable para su mente.

Ginny suspiró audiblemente, apartó su vista de su madre para posarla en el reloj colgado en la pared detrás de ella. Las horas seguían siendo los mismos rostros de siempre, nada había cambiado. Al menos así la pérdida de Fred era más amena, trataban de no tocar mucho el tema pues aún la herida estaba abierta y dolía cada que se hacía mención de él.

—Debería preguntarle a Harry —contestó finalmente con una expresión triste—. Últimamente el padecimiento de Hermione se trata de un asunto muy sensible para él.

Ginny frunció el ceño luego de emitir su comentario. Era una verdad que adoraba a Hermione como si fuera parte de su familia, como una hermana, el hecho de que terminara su relación con Ron no significó que su amistad acabara. Por el contrario, se unificó más y debido al evidente lazo con su esposo aquello era un vínculo que no podía romperse fácilmente. Sin embargo, no era estúpida. No tenía la certeza de que sus pensamientos eran correctos o no, simplemente la actitud de Harry para con Hermione estaba resultando ser muy intrigante. Demasiado preocupante para su gusto. Parecía que existía algo de antemano entre ellos pero Hermione ni siquiera lo sabía o al menos su comportamiento así lo decía. Tal vez no lo recordaba pero Harry sí que lo hacía.

Resultaba muy hilarante. Jamás Harry había dado muestras de un comportamiento alarmante en relación a Hermione y el hecho de que justamente ahora lo hiciera le preocupaba de sobremanera. No podía enfadarse con su amiga porque evidentemente no tenía conocimiento alguno pero sí estaba profundamente enojada con Harry.

—Las fiestas decembrinas se acercan querida —comunicó la señora Weasley mientras tomaba el té, ajena totalmente a la preocupación de Ginny—. Si Hermione no compartirá las fechas con sus padres, y evidentemente no lo hará con los Malfoy creo que es una buena opción que la invitemos con nosotros como de antaño.

Ginny no dijo nada, en su lugar tomó la taza de té y comenzó a sorber lentamente, aún pensando en sus sospechas.

—Podemos incluir al pequeño Scorpius como siempre. Es bueno que mantengamos el vínculo de madre e hijo activo por la salud de ambos —dijo mientras tomaba una galletita para acompañar su bebida—. Les haré saber a los demás la situación crítica de Hermione para que ninguno, ni siquiera los niños hagan algo imprudente.

—No lo sé mamá —contestó finalmente Ginny un poco tensa por las ideas de su madre—. No creo que debamos planificar la vida de Mione como si fuera una persona sin voluntad. Primero le preguntaré qué tiene pensado hacer…

—Que tonterias dices hija —la señora Weasley agitó su mano para espantar las palabras pronunciadas por Ginny. Molly rodó los ojos como si tratara de explicarse a una persona de mente cuadrada—. Tú misma acabas de decirme que Mione se ha mantenido encerrada desde su salida de San Mungo. Lo que hará una vez lleguen las fechas será atrincherarse como últimamente ha hecho.

Las risas de sus hijos provenientes del patio llamaron la atención de Ginny. Era obvio que los traviesos se encontraban jugando con los gnomos aún cuando Ginny se los había expresamente prohibido. La pelirroja decidió pasar por alto la descabellada desobediencia de sus retoños para enfocar su atención en su progenitora y en la conversación.

—Si lo dices de ese modo puede que tengas algo de razón.

—Hija mía, cuando al fin te percates que siempre debes confiar en tu madre, ese día serás más sabia que antes —aconsejó muy filosófica la señora Weasley sin borrar la sonrisa de su rostro—. Créeme, la experiencia de una persona mayor muchas veces es beneficiosa para mentes jóvenes.

Ginny enarcó una ceja muy curiosa. Algo le decía que su madre trataba de guiarla a otro tema.

La señora Weasley suspiró—. Supongo que no solo me visitas para que hablemos de Hermione. Creo que tienes otras preocupaciones y necesitas decírselo a alguien.

La pelirroja joven usó todo su autocontrol para aparentar serenidad. Solamente porque sabía que su madre no era una experta en legeremancia es que pudo mantenerse calmada. Nunca llegaría a comprender como Molly Weasley tenía un sexto sentido con respecto a los malestares de sus hijos. Es que aquella regordeta mujer siempre sabía lo que ocurría, nada se le escapaba. Ginny creyó ingenuamente que una vez siendo madre lo entendería pero tristemente no era así. Le faltaba mucho para lograr alcanzar la habilidad materna de la matriarca Weasley.

—Quise que los niños visitaran a sus abuelos, eso es todo —murmuró entre sorbos. Le daba mucha vergüenza compartirle sus problemas maritales a su madre. Si llegó a pensar que quería desahogarse con ella ahora se daba cuenta que le apenaba demasiado—. De saber que papá no se encontraría les hubiera enviado una carta para avisarles con antelación.

Molly Weasley sonrió.

—Siempre es un placer que nos visiten, créeme que no es necesario que nos avisen. Nuestras puertas siempre están abiertas para ustedes, querida.

Ginny asintió con precaución.

— ¿Has sabido algo de Ronald o de George? —intentó cambiar el tema—. No nos hemos comunicado en los últimos meses.

—George sigue trabajando arduamente en esa tienda de bromas, ya sabes que es un proyecto que no dejará en el olvido. Lo mantiene feliz —comentó Molly mirando con melancolía en dirección a la ventana que dejaba ver el terreno de su casa—. Creo que le hace bien y por ese lado estoy satisfecha. Es una forma que tiene para sentirse cerca de Fred.

Ginny asintió en total acuerdo pues ella y Harry habían concluido lo mismo tiempo atrás, por eso mismo apoyaban y promocionaban la tienda de bromas cada que podían. Incluso cuando tenía que escribir un artículo en El Profeta solía instigar a los lectores a acudir al negocio.

—Por otro lado, de Ronald no he sabido nada —prosiguió Molly con evidente preocupación—. Padma me comunicó que tuvieron una fuerte discusión hace semanas, sin embargo, de ese niño no he sabido absolutamente nada. Parece que no recuerda que tiene una madre —el tono de reproche se hizo evidente.

—No sabía de la discusión —concedió Ginny con sorpresa— tampoco es que mantenga comunicación con Padma pero que hayan discutido sí es extraño.

—De todas formas iba a escribirle a Ronald para recordarle que debía asistir a la cena de navidad. No se puede librar fácilmente de las responsabilidades de su familia —Molly parecía molesta por la conducta de su hijo menor—. Me preocupan mucho Rose y Hugo, deben estar tristes por el ambiente en su hogar.

—Puedo ir a visitarlos con los niños.

Molly negó el noble ofrecimiento de su hija—. Creo que es mejor pedirles que me los dejen por una temporada en lo que resuelven sus asuntos. No es bueno que el par de niños sea testigo de los desacuerdos de sus padres.

Antes de que Ginny pudiera dar otra solución a los males que aquejaban al matrimonio de su hermano, olvidándose de sus propios problemas; unos sucios y cansados James, Albus y Lily se materializaron frente al par de mujeres en la sala de estar.

—Mamá, tenemos hambre.


Varios días después Hermione estaba leyendo tranquilamente mientras almorzaba en su café muggle favorito. La Gryffindor asistía a aquel lugar cada vez que tenía tiempo suficiente para tomar un descanso en el trabajo, amando el anonimato que disfrutaba en el mundo muggle. Sin embargo, dadas las circunstancias, ella no conocía su peculiar rutina. Ahora iba a ese café para pasar el rato mientras leía arduamente libros antiguos en busca de una respuesta que la satisficiera. El resultado no era muy alentador.

No le gustaba hacer aparición en sitios mágicos debido al bombardeo de solicitudes de niños para aparecer en fotos con ellos o para firmar tarjetas de ranas de chocolate. Hermione intuía que se debía a lo que le había informado Harry acerca de su papel en la guerra pero se sentía incómoda con las peticiones. Era como si de la noche a la mañana se hubiera convertido en una clase de celebridad y no recordar la transición le resultaba molesto. Por ello consideró desaparecer del mundo mágico hasta que se sintiera un poco cómoda para enfrentar la realidad de su nueva situación. Era cobarde, sí, pero estaba dispuesta a vivir con ello si eso significaba su tranquilidad.

Hermione se sobresaltó cuando reconoció inmediatamente a la persona que se deslizó rápidamente en la silla frente a ella, levantando su libro que cubría su rostro. Unos momentos después, escuchó un acento familiar desde el otro lado de la mesa que le hablaba con suma confianza.

—Puede que hayas logrado esconder tu rostro detrás de ese libro, pero necesitarás uno más grande para esconder ese cabello —el tono burlón no era grosero, eso era obvio para su desconcierto.

—Zabini —atinó a decir un poco perpleja por haberlo reconocido cuando su cambio físico era evidente.

—Oh, ¿Ya no soy más Blaise? —inquirió con un fingido tono de dolor—. Veo que has decidido enterrar nuestra amistad.

Hermione se sintió ciega. Desconocía si el hombre ante ella estaba al tanto de su condición y de no hacerlo era evidente que no debía decírselo. Tuvo un segundo de lucidez, después de su sorpresa inicial, donde se preguntó cómo llegó a ser amiga de Blaise Zabini. Cerró su libro por inercia. Su curiosidad se acrecentó cuando pensó en cómo había logrado Zabini toparse casualmente con ella en aquel café muggle si lo último que recordaba de él era que profesaba su ideología de supremacía racial, era absurdo que coincidentemente estuviera frecuentando lugares muggles.

—Lo siento Blaise, no creí que fueras un hombre de sentimientos —la respuesta incluso le sorprendió a ella. El aire bromista había sido utilizado automáticamente. Se cuestionó la razón por la que su cuerpo parecía reaccionar normalmente pero su cerebro se negaba a cooperar.

—Mione me lastimas con tus crueles palabras —contestó con tono grave mientras le hacía señas a la mesera para pedirle un café cargado—. Mis sentimientos se los llevó una mujer hace años y no creo que tenga ganas de corresponder. Deberías de saberlo.

De modo que no conoce mi condición, concluyó. Hermione de pronto se sintió como si caminara sobre una pista de hielo muy frágil donde al más brusco movimiento se pudiera romper provocando su hundimiento en las aguas gélidas. Debía ser cuidadosa con sus palabras a partir de ese momento. Aunque, se sentía sumamente extraña al ser tratada con tanta familiaridad por su parte. Algo no se sentía bien.

—Una historia trágica que seguramente utilizas a menudo para justificar tu comportamiento con las mujeres ¿O me equivoco? —dijo aparentando tranquilidad mientras se llevaba su bebida a los labios.

Blaise oscureció su mirada.

—Me lo dices como si no recordaras lo que pasó Mione —contestó el Slytherin cogiendo igualmente su taza que le había traído la mesera momentos antes—. Después de todo, me alejé de ella precisamente por ti.

Hermione no supo cómo pero logró aparentar comprensión como si supiera de lo que le hablaba Blaise. Ante tremenda confesión no pudo más que sentirse confusa, totalmente desorientada y triste porque no sabía a quién acudir para resolver sus dudas que comenzaban a crecer con los días. Tampoco estaba segura si lo dicho era meramente por reproche o no, aunque observando la sonrisa del hombre supuso que no existían rencores hacía ella.

—No era necesario el sacrificio —Hermione sabía que no debía contestar si no conocía de lo que hablaban pero una parte de ella parecía dispuesta a llegar al fondo del asunto como si ese tema debiera discutirse de una buena vez.

—Lo sé Mione —concordó Blaise con la mirada ajena—. Sé muy bien que de no haberlo hecho el resultado habría sido el mismo, ella iba a irse.

Interiormente Hermione intuía de quien hablaban pero su cerebro no recordaba a la persona en cuestión. Su subconsciente conocía a esa mujer pero su conciencia no quería darle paso a la respuesta. La Gryffindor se limitó a seguir bebiendo de su taza.

—También sé de tu condición Mione.

Aquellas palabras fueron suficientes para que la bruja dejara sonoramente la taza sobre la mesa y lo observara con incredulidad. Blaise la conocía bien y era palpable su nerviosismo, probablemente pensaba que se había visto estúpida aparentando no poseer amnesia.

—Tranquila Mione —pidió Blaise con una sonrisa visible—. Te aseguro que de no haberlo sabido con antelación probablemente no me hubiera percatado. Mantuviste la conversación como si fueras realmente tú.

—Pudiste haberlo mencionado desde un principio —musitó la bruja comenzando a meter su libro en su bolsa para retirarse. Si Blaise quería burlarse de ella no se lo iba a permitir con facilidad.

— ¿Qué sucede Mione? ¿Desconfías del gran Blaise? —cuestionó con tono grave llamando la atención de la mujer—. Te aseguro que no pretendo nada malo contigo. Además no te he mentido, somos amigos. Puedes preguntarle a San Potter.

Hermione arqueó sus cejas.

— ¿Si eres amigo mío por qué te burlas de Harry? Él es mi amigo.

Blaise rodó los ojos.

—Que ustedes los Gryffindors tengan por honor defender el nombre de sus amigos cuando se burlan inocentemente de ellos no quiere decir que nosotros los de Slytherin no hagamos lo mismo. Simplemente no los defendemos por un apodo absurdo. Créeme que de ser una palabra insultante nos verías en peleas muy a menudo.

Hermione no entendió absolutamente nada de lo dicho y su expresión lo demostró.

—Quiero decir que Potter sabe que nos burlamos así de él y con los años lo llegó a aceptar —intentó explicarse el hombre mientras comenzaba a levantarse del asiento.

— ¿Cómo llegamos a ser amigos? —finalmente preguntó. Era inverosímil aquella clase de relación. Ni en sus sueños más extraños se imaginaba establecer alguna clase de amistad con algún Slytherin.

Blaise negó con la cabeza mientras colocaba en la mesa dinero muggle. Hermione observó que era mucho. Demasiado considerando que la cuenta de ambos no era ni la cuarta parte de lo que el mago estaba dejando. Creyó que tal vez él no sabía cuantificar el valor del dinero muggle.

—No puedo decirte nada sin tener certeza que no tendrás algún episodio de recaída. He estado tranquilo durante estos años y no quiero que ni tus amigos Gryffindors ni otras personas estén allanando mi propiedad para hacerme saber de forma violenta que no debí cometer alguna imprudencia contigo.

Hermione no estudió las palabras de Blaise, simplemente asintió en derrota.

—Me siento como si estuviera ciega. No sé quién soy ni qué ser.

Blaise sonrió—. Creo que hay una frase de un autor muggle llamado Shakespeare de uno de sus personajes que dictaba lo siguiente: Ser o no ser, esa es la cuestión. El significado de esa célebre frase apunta a que tan complejo como pueda parecer el problema, en realidad es muy simple. Ser o no ser es exactamente existir o no existir y, en última instancia, vivir o morir.

Con eso último se despidió de una sorprendida Hermione, primero porque él conocía clásicos muggles y, segundo, porque le alentaba a seguir viviendo superando aquella crisis en que se había estacionado por tiempo indefinido.


Blaise, se apareció cerca de unos terrenos a las afueras de Londres que a ojos de los muggles lucía un gigantesco letrero con las palabras impresas de "Confiscado por el Gobierno" en el mismo. Cuando un muggle se acercaba demasiado, olvidaban a que habían ido y daban media vuelta para retirarse, sin embargo, al ser él no le sorprendió que estuviera teniendo acceso a la propiedad.

Para Blaise Zabini había sido fácil hallar el sitio. La casona irradiaba un aura mágica que le diferenciaba de las otras casitas amplias y fachadas de estuco blanco que llenaban aquella abandonada región. Además, la dirección de la propiedad venía escrita en la carta que recibió aquella mañana. Aún estaba sumamente sorprendido que luego de tantos años sin hablar por la significativa discusión, Draco Malfoy hubiera pedido su auxilio.

Antes de que pudiera presentarse ante el elfo, el mismísimo Draco hizo acto de presencia ante él en pleno recibidor.

—Tardaste.

Blaise ya no era un crío seguidor de órdenes como en sus tiempos de mortifago, por lo que aquel tono demandante le fastidió.

—Teniendo en consideración que tú fuiste quien pidió mi ayuda no veo porqué debo concederla así sin más, Malfoy. Por lo que si yo fuera tú cuidaría la forma de expresarme —musitó con tono mordaz.

Draco le devolvió la mirada severa. Ninguno de los dos parecía querer dar su brazo a torcer. No obstante, al ser Draco precisamente el que estuviera en aquel dilema lo obligó a mostrar la bandera blanca de paz.

—Pasemos a la sala —indicó lanzando un suspiro de cansancio.

Blaise se limitó a seguir a Draco en silencio observando aquel lugar carente de luz. El ambiente era demasiado hostil. Por el olor supuso que el licor había sido buen compañero del rubio por un largo tiempo.

— ¿Quieres alguna bebida en particular? —preguntó Draco yendo al bar del lugar, ajeno a los pensamientos de Blaise.

—No, gracias.

Particularmente a Blaise no le gustaba mezclar café con alcohol o alguna otra bebida. Además, suponía que por la forma desmedida en la que Draco estaba comenzando a beber él debía ser quien quedara cuerdo al final del día.

—He venido por esto —dijo Blaise una vez se sentó en un sillón. Sacó un sobre de su traje y se lo lanzó a Draco que no hizo un solo movimiento para atraparlo. No era necesario pues había sido precisamente él quien escribió aquella misiva.

—La curiosidad fue demasiada ¿Cierto? —preguntó con un aire divertido— tanto que no pudiste creerlo y debiste ir a comprobarlo con tus ojos.

A Blaise no le sorprendió que Draco tuviera conocimiento de su encuentro con Hermione horas antes. No pasó desapercibido para los sentidos del hombre la sensación de ser seguido a la lejanía, intuyó que tal vez Draco tuviera seguridad contratada para Hermione.

—Veo que nada se te escapa.

Draco negó con la cabeza.

—A decir verdad no creí que accedieras. Si fuiste a ver a mi esposa entonces quiero pensar que estás dispuesto a ayudarme porque sé que sus amiguitos no están haciendo mucho para introducirme a su vida sin que tenga alguna clase de recaída por lo mismo.

Blaise enarcó una ceja. No era estúpido, sabía desde un principio que solamente para eso Draco necesitaba su ayuda. Esa había sido la necesidad del rubio para romper su silencio en torno a él. Draco requería de un tercero que intercediera por él ante Hermione para que ella lo aceptara, y no teniendo muchas opciones para ello, había recurrido en su desesperación finalmente a él. Que desgraciado.

—No puedo creer el grado de cinismo que tienes al pedirme semejante favor —dijo utilizando nuevamente el tono mordaz—. Recuerda cuántas veces, en el pasado, te pedí lo mismo con ella y te negaste a hacerlo. Lo único que recibí de ti a cambio fueron mentiras.

Draco apretó los ojos con un poco de culpabilidad—. Soy consciente de mis errores Blaise, pero debes entender que lo tuyo no tenía futuro.

— ¡Por Merlín, nunca lo sabré!

—Era notorio para todos Blaise, ella no te quería. Ni siquiera se percató de tus sentimientos y el hecho de haber decidido irse lo confirmó —Draco bebió un largo trago de su whisky—. Ella no te merecía.

Blaise frunció el ceño.

— ¿En serio? ¿Es por eso que dejaste de hablarme todos estos años? ¿Por qué te sentías culpable o algo parecido? —inquirió retóricamente. Blaise había superado aquel cuadro del pasado hace años pero el hecho de que jamás lo hubiera discutido abiertamente con Draco no lo dejaba totalmente tranquilo. Sentía que necesitaba respuestas.

—No sé qué quieres que te conteste Blaise —musitó Draco con lentitud—. De saber que se iría te lo habría dicho al instante para que pudieras elegir qué hacer.

Blaise suspiró. Se llevó ambas manos al rostro en un intento de obtener tranquilidad. Se suponía que Draco era el alcohólico entre los dos en esos momentos, no él.

—Creo que es tiempo de cerrar el capítulo y seguir con nuestras vidas —concedió Blaise con reticencia.

Ambos hombres se sumieron en un silencio sepulcral mientras cada uno batallaba con sus recuerdos lo mejor que podían. La amistad que se rompió ocho años atrás pesaba en los hombros del par y lo sabían. Habían permitido que el tiempo pasara sin preocupaciones en lugar de reconciliarse pero ninguno quiso dar el primer paso. No fue hasta que Draco se vio envuelto en aquel dilema que tuvo que ceder y ser el primero en tratar de enmendar el vínculo que el orgullo modificó.

—Te pido disculpas Blaise, por todo lo que ocurrió y por todo lo que no pude hacer en su momento —confesó Draco. Tal vez el licor era un detonante que le producía emitir tales palabras sinceras sin sentirse agobiado por hacerlo.

Blaise negó con la cabeza—. Ya ni sé la razón de nuestro enojo. Ni siquiera tengo la convicción de que fuera un motivo con justificación para pelearnos.

Draco se encogió de hombros.

—El tiempo hace que veamos las cosas distintas.

—Sabias palabras provenientes de ti, Draco —concordó Blaise visiblemente más calmado—. Ahora, puedes decirme qué es lo que realmente necesitas de mí.

Los ojos gélidos de Draco lo observaron detenidamente—. Que me ayudes a poder reunirme con Hermione.

Blaise negó pesadamente.

—No puedo prometer semejante cosa. Mione necesita tiempo. Por lo que vi está deseosa tanto como tú de poder recordar algo, sin embargo, no está preparada para hacerlo.

Draco frunció el ceño ante las palabras dichas por su recién reconciliado amigo.

— ¿A qué te refieres?

Blaise le observó y solamente ante la genuina expresión de incredulidad de su amigo pudo comprender que nadie sabía lo que él había concluido en aquellos treinta minutos con la Gryffindor. Su sorpresa se reflejó en su rostro. Era inconcebible que los sanadores de San Mungo no pudieran descubrir el dictamen correcto de Hermione.

—Hermione tiene una clase de maldición mística que proviene de su sangre. No es amnesia lo que padece, es magia oscura muy peligrosa.


N/A: Holaaaaaaaaa. Ustedes hagan sus preguntas con respecto a todo. Les he traído el capítulo tratando de no hacerlos esperar demasiado. Me gustaría que dejaran comentarios para animarme.

Un gusto saber que existen personas aue aún siguen el fic. Por favor, un review a la causa.

Un beso.

Publicado: 17/04/21