Disclaimer: Los personajes pertenecen a Hori y quien corresponda.
¡Hola!
¡Sorpresa! Una de las cosas que más me dolía es que todo el fic está estructurado en bloques de tres capítulos. Publicar el primero tan aislado de los dos siguientes me hizo ver que creo que funcionarían mejor si respeto ese orden narrativo. Así que nada, voy a publicar los lunes, además de los miércoles y los viernes. Cruzad los dedos por mí, porque aun estoy reescribiendo el último capítulo (por segunda vez, cambiando toda la escena), así que espero que me dé tiempo a hacerlo y seguir corrigiendo todo lo demás.
¡Un abrazo y gracias por leer y comentar!
Izuku
Cuando se fueron a dormir, después de pasar por otra ducha para quitarse el olor fluvial del lago del cuerpo, Izuku se sentía feliz y satisfecho. Apenas llevaban unos días de campamento y sus expectativas sobre pasárselo bien se estaban cumpliendo con creces. Los entrenamientos con Katsuki estaban siendo duros, pero también muy productivos y la compañía de Shouto era tan agradable que se preguntaba por qué no habían pasado juntos más tiempo antes. Agotado por lo repleto de actividades que había estado el día, se derrumbó sobre el futón teatralmente con un suspiro exagerado.
Izuku miró a Shouto cuando este se tumbó en su propio futón y le sonrió con alegría cuando el chico se dio cuenta de que estaba mirándole. Con gesto de sorpresa, que Izuku atribuyó a que no esperaba estar siendo observado, se la devolvió tímida, pero también sinceramente. Izuku amplió más la sonrisa, contento porque nunca había visto a Shouto sonreír tan de seguido. Se volvió hacia el otro lado. Katsuki estaba agachado, quitándose los pantalones para dormir más cómodo. Cuando se percató de que Izuku le estaba observando no le sonrió de vuelta, como había hecho Shouto. Se limitó a resoplar levemente por la nariz, alzando una de las cejas y frunciendo los labios, pero sin decir nada. Izuku suspiró de nuevo, satisfecho por su reacción. Katsuki desvió la mirada hacia su teléfono móvil y gruñó con disgusto. Izuku vio extrañado que se levantaba, volviendo a ponerse los pantalones y cogiendo sus zapatos.
—Mierda.
—¿Va todo bien, Kacchan? —le preguntó Izuku, preocupado.
—No tengo batería en el teléfono. —Katsuki bufó con fastidio—. Olvidé pedirle a Denki que lo cargase este mediodía, joder.
—¿Podrías llevar el mío también, Bakugou, por favor? —le pidió Shouto, incorporándose para buscarlo en la mochila y tendiéndoselo. Katsuki no contestó, pero lo cogió y se lo guardó en el bolsillo antes de salir.
Izuku también buscó el suyo para comprobarlo. Tenía varios mensajes de su madre, en orden de preocupación ascendente del más antiguo al más reciente. Revisó el nivel de batería, todavía alto gracias a que no lo había utilizado, y se apresuró a responder rápidamente a su madre, intentando tranquilizarla y contándole todas las cosas que había hecho durante el día para que comprendiese por qué no había contestado antes.
Lo cierto era que Izuku se había olvidado completamente del teléfono y del mundo exterior durante esos días más allá del campamento, demasiado ocupado con todas las cosas que estaban ocurriendo allí dentro. Después de comer, Shouto e Izuku habían ido al lago a pasar la tarde tal como habían quedado, encontrando una piedra que se erguía sobre el agua en la cual podían sentarse y mojar los pies y que era lo suficientemente amplia como para tumbarse a tomar el sol. Incómodo por el silencio al principio, Izuku había empezado a parlotear con nerviosismo buscando algún tema del que Shouto quisiera hablar, pero este apenas contestaba con algún gesto o monosílabos.
—Es una suerte que esté esta roca aquí, ¿verdad? —Shouto asintió, mirando pensativo hacia la orilla del lago, donde una pequeña depresión de césped y tierra formaba algo similar a una playa que sus compañeros estaban utilizando para tomar el sol y entrar y salir del lago sin tener que zambullirse—. Es una desventaja para meterse en el agua, porque la profundidad es grande aquí y no puedes estar de pie, pero está calentita por el sol y lejos de los demás.
—Es cierto —musitó Shouto. Viendo que la conversación languidecía sin remedio, Izuku se mordió el labio y trató de pensar otro tema de conversación.
—Lo siento —dijo Izuku finalmente, un poco compungido.
—¿Por qué? —Shouto se giró hacia él con gesto serio y una leve preocupación en los ojos.
—Estoy siendo un poco pesado. Me pasa a veces si no sé de qué hablar —admitió Izuku, sonrojándose y agachando la cabeza. Empezaba a dudar que Shouto quisiera estar allí con él.
—No creo que estuvieses siendo pesado, Izuku —sentenció Shouto, todavía mirándole, sin comprender qué ocurría.
—A veces es mejor callarse que hablar de cualquier cosa sin sentido, supongo —dijo Izuku, que seguía siendo incapaz de hallar otro tema de conversación que pudiera interesar a Shouto. Le había gustado hablar con él por las mañanas y escuchar cómo se expresaba, pero ahora no parecía muy dispuesto a hacerlo e Izuku no creía que fuese buena idea sacar el tema de hablar de quiénes le gustaban tan bruscamente, aunque sí quería decirle algo sobre eso—. No debí haber interrumpido lo que fuese que estuvieses pensando.
—No estaba pensando en nada. Sólo te estaba escuchando —insistió Shouto, todavía pareciendo un poco desconcertado—. Me parece bien si quieres hablar de cosas sin sentido, es agradable escucharte hacerlo y me interesa lo que tengas que decir.
—¿Sí? No sé, me dio la impresión de que…
—Intentaré intervenir más a menudo si eso te ayuda, pero te aseguro que me interesa de lo que sea que quieras hablar, Izuku. —Este se sonrojó de nuevo, desviando la mirada y estrujando entre los dedos la tela de su bañador.
—No pretendía decirte…
—Lo sé. Por eso lo he dicho yo. Por favor, continúa —pidió Shouto. Izuku volvió a mirarle y este sonreía, alentador. El pecho se le llenó porque las sonrisas de Shouto, aunque cada vez más frecuentes, todavía eran escasas y si lo estaba haciendo era porque realmente estaba contento.
—¿Sabías que los lagos también tienen mareas? —le preguntó Izuku al cabo de unos segundos, todavía pensando en lo bien que se estaba en aquella roca—. Todas las aguas del planeta tienen mareas, incluso las bañeras y las piscinas.
—¿En serio? Pero nunca he visto…
—En una bañera o en una piscina es cuestión de micras y en un lago enorme, mucho más grande que este, serían apenas unos centímetros, pero la cuestión es que ninguna masa de agua está libre de la fuerza de gravedad del Sol o de la Luna.
—Me preguntó cómo es que sabes eso. —Shouto se rio entre dientes.
—¡Oh! En una ocasión, hará unos ocho o nueve años, Kacchan y yo fuimos a la piscina comunitaria y estuvimos jugando allí con un niño cuyo Don consistía en amplificar las mareas. Si había una marea, él podía aumentar su fuerza. Presumía de que, si la masa de agua era lo suficientemente grande, podía crear un tsunami con la fuerza de su Don, pero supongo que es improbable que fuese cierto a esa edad, ¿verdad?
—Seguramente. Pero sigue siendo un Don poderoso. Bien entrenado… —Shouto dejó el resto de la frase en el aire, pero Izuku comprendió la magnitud que podría tener un Don así, a priori muy especializado, si era utilizado adecuadamente, sobre todo en un villano.
—Tienes razón. Debería apuntarlo en mi libreta después, ojalá poder hablar con él y saber qué es capaz de hacer ahora. La cosa es que aquel día nos lo pasamos genial en la piscina, porque él podía amplificar la marea haciendo que pasase de imperceptible a un divertido oleaje que se derramaba por encima del borde, haciendo que el flotador de All Might de Kacchan se deslizase por los azulejos de la piscina impulsado por sus explosiones. En aquella época Kacchan ya había empezado a ignorarme gran parte del tiempo en la escuela —Izuku bajó la voz, apenado y un poco dolido, pero consciente de que Katsuki sólo había sido un niño desagradable en una sociedad desagradable que lo había educado e incitado a ello—, pero aquel verano fue muy amable y ese día me dejó sentarme sobre su regazo en varias ocasiones para deslizarnos sobre el agua. Nos divertimos mucho haciéndolo.
—¿Bakugou tenía un flotador de All Might? —preguntó Shouto con curiosidad.
—¡Sí! Los dos teníamos el mismo, admirábamos mucho a All Might en aquella época. Bueno —admitió Izuku sonrojándose—, supongo que todavía lo hacemos, a pesar de todo. Kacchan decía que algún día él sería el número uno y yo quería ser Izuku-Might por sobre todas las cosas. Nuestras madres nos regalaron aquel verano los flotadores para ir a la piscina, era…
—Amarillo y la forma del pelo de All Might sobresalía para permitir que pudieras agarrarte a él. Tenía impresa su cara y la parte de detrás tenía los colores del traje de la época dorada. —Izuku asintió entusiasmado y sorprendido por lo preciso de la descripción—. Yo también tenía ese flotador. Me lo regaló mi madre a escondidas de mi padre, porque lo había visto por la televisión y quería tenerlo a toda costa.
—Pero tu padre era el número dos… —musitó Izuku, impresionado—. Yo pensaba…
—Mi padre es un gran héroe. No me gusta… digamos que en otros aspectos, pero es un gran héroe. Eso no lo voy a negar. Pero All Might era mi favorito por sobre todas las cosas. Quería ser él algún día —murmuró Shouto con tono nostálgico, apoyándose sobre las manos para recostarse hacia atrás y mirando de nuevo al horizonte.
—¿Shouto-Might? —bromeó Izuku con una sonrisa.
—Suena genial. Shouto-Might e Izuku-Might, héroes profesionales. Deberíamos haberlos escogido como nombre de héroe, Midnight no nos habría mirado tan raro. —Los dos se rieron con una carcajada. Izuku observó atentamente cómo se reía Shouto, porque era la primera vez que lo veía hacerlo de una manera tan natural y relajada.
—Es curioso —dijo Izuku cuando dejaron de reírse, todavía con una sonrisa divertida en los labios—. Es algo que tenemos en común los tres. Kacchan, tú y yo —especificó, a pesar de que no era necesario.
—¿Ser fans de All Might? —Izuku asintió—. ¿O querer ser el mejor héroe por nuestros propios méritos?
—Ambas cosas, en realidad —murmuró Izuku, no muy seguro de que Shouto, que había cerrado los ojos para disfrutar de los rayos del sol en la cara, le hubiese escuchado.
Los dos se habían callado tras decir eso. Izuku volvió a pensar en la conversación que habían tenido los tres esa mañana. Había pensado mucho, prácticamente durante todo su tiempo libre, sobre la pregunta de Shouto acerca de cómo se sabía si te gustaba alguien hasta darse cuenta de que no sabía diferenciar lo que sentía por Katsuki de lo que sentía por Shouto. Eran cosas muy similares y a la vez diferentes. Todavía no estaba seguro, porque no había tantos sonrojos, nerviosismo o tartamudeos como había habido con Uraraka, pero definitivamente tenía la misma sensación de cosquilleo y satisfacción en el estómago, que se incrementaba si estaban los dos.
Los minutos transcurrieron en silencio. Shouto terminó de recostarse sobre la piedra con las manos en el abdomen, acariciándose la camiseta lánguidamente. La piedra era grande, pero no tanto como para que pudieran estar alejados. Los dos estaban bastante juntos y, si Katsuki se presentaba, tendrían que estar los tres pegados para caber, pero a Izuku no le resultaba incómodo. Acercándose un poco más, se tumbó al lado de Shouto, cerrando los ojos para no deslumbrarse con el sol.
—He decidido que me gusta la fresa y el chocolate —dijo Izuku cautelosamente al cabo de unos momentos, sin abrir los ojos.
—¿Por qué elegir si puedes quedarte con ambos? Bakugou dijo…
—Pero me gustaría poder comérmelos ambos a la vez —añadió, sin saber si Shouto le estaba comprendiendo. Giró la cabeza hacia él y le descubrió mirándole también con una expresión extraña en los ojos. Ensimismado, pensó en lo fascinantes que parecían vistos tan de cerca. Sus narices estaban a apenas unos centímetros de distancia e Izuku pudo sentir en su rostro el aliento del otro chico cuando exhaló profundamente.
—Pensaba que esa era la idea —dijo Shouto al cabo de unos segundos, sacándole de su ensimismamiento.
—Me pregunto… —Izuku dudó un momento, sin saber muy bien cómo plantearlo en la analogía que Katsuki había construido esa mañana— cómo se le plantea a la fresa y al chocolate que pueden estar juntos también si quieren.
—Creo que no es algo necesario, Izuku —dijo Shouto frunciendo el ceño y acomodándose para girar todo su cuerpo hacia él, apoyando el codo en la roca para sostenerse la cabeza. Izuku lo imitó, todavía un poco sonrojado por la cercanía de sus cuerpos—. No creo que Bakugou se refiriese a eso cuando…
—Yo creo que no había dado tantas vueltas a la metáfora, simplemente. Soy yo quien piensa demasiado las cosas. —Los dos se rieron entre dientes—. Tienen que tener una buena relación entre ellos para que la mezcla funcione. Yo querría que, al menos, se considerasen buenos amigos. Entiendo que yo sería… ¿la vainilla?
—Es genial que seas la vainilla. Me gusta la vainilla —sonrió Shouto. Izuku se mordió el labio, complacido.
—Sé que la fresa y el chocolate son muy diferentes, pero necesitaría que fuesen capaces de estar juntos aunque no sea de esa manera. Incluso aunque uno de los dos sabores no quisiera combinar con la vainilla.
—Te entiendo. Creo que… —Shouto dudó, buscando las palabras—. Creo que es posible. Con esfuerzo, paciencia y comprensión. Y tendrían que hablar mucho, negociar sobre lo que quieren y esperan. Sería difícil para ellos si les cuesta hablar, pero creo que si los tres lo intentan…
Izuku asintió, satisfecho con la respuesta. Esperaba no estar malinterpretando las señales. No había mentido cuando le había dicho a Shouto que él tampoco tenía muy claro cómo se hacían esas cosas con una persona, mucho menos con dos. No obstante, a pesar de que notaba que Katsuki se estaba esforzando igual que él en que ambos tuviesen una relación cuanto menos cordial, Izuku no creía que debiera albergar esperanzas por ese lado. Los dos volvieron a tumbarse bocarriba de nuevo, respirando la plácida brisa que movió el agua de la superficie del lago en un arrullo relajante.
—No ha venido —dijo Shouto al cabo de unos minutos, apretando los labios. Izuku sintió por un momento el miedo que le atenazaba el estómago, el mismo que le hacía pensar que no debía albergar esperanzas respecto a Katsuki, pero intentó alejarlo con una sonrisa optimista.
—Vendrá —le aseguró una vez más. Izuku lo había leído en la mirada que Katsuki le había dirigido a Shouto durante la comida. Lo había interpretado en su lenguaje corporal cuando lo había propuesto antes de entrar en el comedor. En el encogimiento de hombros cuando se había separado de ellos. En su espera para caminar con ellos tres tras la ducha. En que esa mañana les había seguido y se había sentado a hablar con ellos intentando aparentar naturalidad—. Sólo necesita darse valor para hacerlo.
—Bakugou es una de las personas más valientes que he conocido —murmuró Shouto con tono de admiración.
—Hace falta un valor diferente para esto. Pero se está esforzando en que seamos amigos —repitió Izuku una vez más, intentando convencerse también a sí mismo.
—Es cierto. —Ninguno volvió a hablar, ambos sumidos en un cómodo silencio, sintiendo el calor del sol sobre sus cuerpos y la calidez de sus brazos rozándose casi casualmente sin que ninguno de los dos se alejase para impedirlo.
—¿Vais a quedaros en la roca tomando el sol como dos viejas durante toda la tarde? Arrimaos un poco y hacedme sitio, joder.
La voz de Katsuki a su lado les había asustado un rato después. Venía sólo con el bañador, sin camiseta, y surcos de sudor le recorrían el torso en caminos que se perdían en sus caderas y el vértice de sus ingles. Izuku y Shouto se incorporaron sentándose, felices de verle llegar por fin. Izuku se acercó más al borde de la roca, intercambiando una mirada de te lo dije con Shouto, que asintió dándole la razón. Este se movió también, pegándose todo lo posible a Izuku, que casi perdió el equilibrio antes de que Shouto le agarrase por la cintura para sostenerle. Katsuki se sentó pegado a Shouto y los tres se quedaron mirando el agua cristalina del lago en silencio.
—Vamos a bañarnos un poco aunque sea, carcamales —dijo Katsuki al cabo de unos minutos, acompañando sus palabras con el ejemplo y lanzándose al agua, salpicándoles.
—¡Bomba! —Entusiasmado, Izuku también se levantó, se quitó la camiseta tirándola descuidadamente sobre la piedra y se zambulló a su lado en el agua intentando salpicar lo máximo posible, igual que hacían en la piscina cuando eran pequeños.
Inmediatamente, Katsuki se había lanzado sobre él nadando con pericia para intentar hacerle una aguadilla durante varios segundos. Izuku, que lo había esperado pues era otro juego que solían compartir durante sus veranos, había cogido aire para aguantar con comodidad, soltándolo con una carcajada cuando le liberó y pudo salir a flote para coger aire. Katsuki le miraba con una sonrisa feroz que Izuku le devolvió con alegría antes de volverse hacia Shouto, que estaba quitándose la camiseta y doblándola con cuidado antes de depositarla sobre la roca y tirarse al agua con elegancia.
Katsuki se había quedado con ellos el resto de la tarde. Habían chapoteado con alegría hasta que Izuku había comenzado a temblar de frío y sus dedos se habían arrugado, recordándole de nuevo las largas tardes de verano jugando en la piscina hasta que sus madres les obligaban a salir del agua para merendar. Se habían secado al sol en la roca, disfrutando de la calidez de la brisa. Izuku se había tumbado entre los dos, notando el calor de los cuerpos de sus amigos calentándole. Apenas habían hablado, pero el ambiente no se había sentido incómodo. Cuando sol había declinado sobre el horizonte se habían levantado, puesto las camisetas y dirigido a las duchas los tres juntos.
Sólo se separaron al entrar al comedor para cenar, ya que Katsuki volvió a sentarse con Ashido, Kirishima, Sero y Kaminari. Izuku había comprendido en ese momento que probablemente Katsuki había tardado en ir al lago por haber estado pasando un rato con ellos y se propuso hablar con él para que este comprendiese que no le molestaría que rechazase ir con Shouto y él para poder pasar más tiempo con sus amigos.
—Aquí tienes —dijo Katsuki un rato después cuando volvió a entrar en la tienda, tendiéndole el teléfono ya cargado a Shouto, que se lo agradeció con un gesto de la cabeza. Izuku ya había guardado el teléfono tras despedirse de su madre y estaba tumbado en su futón, recordando con placer los mejores momentos del entrenamiento y de la tarde en el lago—. Mañana saldré a correr con vosotros.
—¿Es esa tu forma de pedir permiso para unirte? —preguntó Shouto. Izuku apretó los labios, creyendo que Shouto no parecía receptivo y que Katsuki también se molestaría por haber sido confrontado así, pero Shouto esbozó el conato de sonrisa que indicaba que estaba bromeando y Katsuki bufó sin amilanarse.
—Es mi forma de informaros —asintió Katsuki, serio pero sin parecer enfadado.
—Os despertaré a ambos, entonces.
—Puedo despertarme yo solo, no necesito tu ayuda —gruñó Katsuki con poca convicción.
Shouto miró a Izuku con una expresión de picardía y complicidad y este contuvo una risita al comprender que sólo se estaban pinchando mutuamente. Izuku volvió a suspirar, sintiendo que en ese momento no necesitaba nada más para ser feliz, y cerró los ojos intentando relajarse para coger el sueño con más facilidad. Estaba a punto de caer dormido cuando de fondo, como si estuviese en una pecera, oyó la voz de Katsuki hablando en voz baja.
—Si se acerca a mí durante la noche despiértame primero a mí, Todoroki. —Izuku no llegó a escuchar la respuesta de Shouto y su sueño estuvo salpicado de imágenes de Katsuki protestando porque se despertaba después que él, Shouto creando hogueras de campamento y reflejos del sol sobre las aguas de un lago infinito sobre el cual se alzaba una roca gigantesca.
Cuando Shouto le despertó a la mañana siguiente, Izuku estaba abrazado a su torso. Le había agarrado la camiseta con una mano, enterrando la nariz en la tela de su axila, y abrazaba el abdomen de Shouto con el otro brazo. Este, lejos de apartarle, le sujetaba con firmeza por los hombros, impidiendo que oscilase y dándole un apoyo para la espalda. Katsuki ya estaba despierto y asintió cuando Shouto mencionó que debían levantarse sin más tardanza, con una expresión malhumorada en el rostro que Izuku no comprendió a que se debía. Izuku bostezó, incorporándose con pereza y preguntándose cuánto tiempo llevarían despiertos aquellos dos y por qué no le habían avisado antes.
Pronto, los tres establecieron una rutina y los días se deslizaron plácidamente. Aizawa y Yamada no solían intervenir demasiado en la vida del campamento salvo para supervisar algunos de los entrenamientos y les permitían que se emparejasen en estos como quisieran, así como les dejaban gestionarse su tiempo de ocio y de prácticas deportivas. Aizawa no había dicho nada cuando había estado supervisando uno de sus complicados combates que Katsuki seguía organizando, pero Present Mic incluso había radiado a toda potencia el entrenamiento, entusiasmado.
Shouto empezó a planificar los entrenamientos con Katsuki procurando que este, además de divertirse, explorase otras formas de potenciar su Don. La dinámica cambió para que los tres, no sólo Katsuki e Izuku, pudiesen alzarse con la victoria si alguno alcanzaba a tocar la espalda de otro. A Izuku las batallas, agotadoras y siempre al límite de sus fuerzas, le divertían mucho y estaba relativamente seguro de que a Katsuki y Shouto también a pesar de lo competitivos que podían llegar a ser. Los tres habían mejorado muchísimo a lo largo de los días, siendo capaces de prever sus movimientos, adelantándose a ellos, tendiendo fintas y escurriéndose. Katsuki era quien más veces vencía, pero les sacaba muy poca ventaja a los otros dos. Izuku había conseguido mantener el One for All al 45% durante más de la mitad de los entrenamientos y estaba empezando a considerar la idea de intentar forzarlo un poco más.
Izuku seguía sin poder evitar moverse durante la noche. Era consciente de que estaba acostumbrado a abrazar su almohada cuando dormía en su habitación de la Yuei, pero eso no terminaba de justificar que acabase invariablemente en el futón de alguno de los otros todas las noches. Después de aquella mañana en que Katsuki había salido a correr con ellos por primera vez, que había vuelto a levantarse abrazado a Shouto, los siguientes días había regresado a Katsuki durante varias noches. Izuku se había asustado cuando, al despertar la primera mañana que había vuelto a abrazarse a él, este le contemplaba medio dormido con una expresión extraña en el rostro. Izuku se había apartado rápidamente, deshaciéndose en disculpas, pero Katsuki no había dicho nada. La segunda vez que había ocurrido, el brazo de Katsuki lo rodeaba igual que solía hacer Shouto, a pesar de que estaba despierto cuando Izuku abrió los ojos a la llamada de este. Izuku había comprendido entonces que Shouto cumplía las instrucciones de Katsuki todas las mañanas que se abrazaba a él, despertándolo en primer lugar.
Los tres se levantaban al amanecer para correr y hacer estiramientos, algo que les servía de calentamiento para los entrenamientos de Dones. Los demás se levantaban bastante más tarde, así que nunca se cruzaban con ellos. Al terminar, se sentaban en el césped a unos cientos de metros del área de las tiendas, convirtiendo las primeras conversaciones allí en una costumbre en la que charlaban de todo y de nada a la vez, planificaban qué harían esa tarde o especulaban qué tocaría en el menú del almuerzo.
No habían vuelto a hablar sobre quién le gustaba a quién, pero Izuku sospechaba que Katsuki estaba más serio las mañanas en las que él se levantaba abrazado a Shouto y más hablador cuando se abrazaba a él pero, aunque no terminaba de agradarle que lo gestionase de aquella manera, no sabía cómo abordar el tema. En cualquier caso, Katsuki los acompañaba hasta el desayuno, momento en que se separaba de ellos para sentarse con sus amigos, volvía para el entrenamiento y se iba de nuevo en la comida.
Durante las tardes, si iban al lago Katsuki se les unía tras unas horas, como el primer día. Si elegían hacer una excursión o simplemente quedarse en la tienda, a veces se quedaba y a veces prefería irse con Ashido, Kirishima, Sero y Kaminari. Izuku consideraba que era satisfactorio que Katsuki quisiera pasar tiempo por propia voluntad con ellos y se repartiese de aquella forma, aunque la mayor parte del tiempo Katsuki guardase un silencio cauteloso cuando estaba con Shouto e Izuku.
—Estoy agotado —confesó Izuku una de las tardes. Sabía que la hora de la cena debía estar a punto de llegar, pero no le apetecía moverse. Los tres estaban en la piedra del lago, disfrutando del calor del sol declinante sobre sus torsos desnudos, que habían empezado a coger un color tostado que hacía que en Izuku sus cicatrices resaltasen más. No sabía muy bien cómo sentirse con respecto a aquello, así que intentaba no pensarlo mucho—. Me quedaría aquí un rato más.
—Si no quieres que Present Mic nos llame con su Don, deberíamos empezar a movernos —dijo Shouto, sentado a su lado con los pies cruzados para dejarle espacio, pero con sus brazos pegados para poder caber en la roca.
—Hagamos pellas —murmuró Katsuki, que estaba tumbado al otro lado de Izuku y se había cubierto la cara con la camiseta, sonando adormilado. Izuku sabía que él también estaba esforzándose al máximo en los entrenamientos y que se exigía a sí mismo tanto como le exigía a ellos dos, así que no le extrañó notarle la voz cansada, pero sí que el chico lo dejase traslucir sin disimulo.
—Nos buscarían —negó Shouto, firme—. Sobre todo tras lo ocurrido en el otro campamento. No podemos faltar o nos la cargamos.
—Ni siquiera tengo hambre —lloriqueó Izuku, volviendo la cabeza hacia Shouto para hacerle un mohín de puchero.
Los tres habían reforzado mucho su amistad en esos días. Salvo una tarde que habían salido de excursión con Uraraka, Asui e Iida y otra que habían pasado acompañando a Katsuki y a sus amigos, el resto del tiempo a excepción de las comidas, lo pasaban a solas los tres, o bien Shouto e Izuku si Katsuki estaba con sus amigos. Habían conversado mucho, sobre todo Izuku, cada vez de temas más personales. A pesar de su natural reserva, Shouto había acabado hablándoles de su familia y de la relación con su padre. También de su madre y de cómo progresaba su relación con ella cuando Katsuki había comentado que su madre le había llamado para preguntar qué tal lo estaban pasado y le había dado recuerdos para Izuku.
Una tarde que habían estado en la tienda y que Katsuki se había quedado con ellos, Izuku había decidido confesar a Shouto que, aunque no podía contarle el qué por una promesa que había hecho y que no podía romper por mucho que confiase en él, había algo que había hecho que su Don fuese tardío y le había explicado que esa era la causa de que pareciese más fuerte que su cuerpo, que no lo controlase adecuadamente y en parte la razón del enfado que Katsuki había tenido hacia él durante meses. Shouto había asentido, comprensivo, respetando su petición de no indagar más en el asunto.
Katsuki hablaba poco de sí mismo, pero escuchaba con atención. Participaba en la conversación con comentarios secos, pero agudos e inteligentes. Izuku creía que compartir toda aquella intimidad sobre ellos los había acercado más, sobre todo a él y a Shouto, que pasaban parte del tiempo a solas.
—Está bien —resopló Katsuki con sarcasmo y resignación al cabo de un par de minutos, despertando una carcajada en los otros dos—. Seremos estudiantes ejemplares e iremos a la cena y a la maldita hoguera. Con valiente pandilla de insulsos escrupulosos de la normativa me he ido a juntar.
Katsuki se levantó con decisión, poniéndose la camiseta, algo que Izuku lamentó. Aunque le había visto desnudo a menudo, durante la última semana se había fijado más en él, si cabía. También en el cuerpo de Shouto. Intentaba no mirar o disimular cuando lo hacía, sobre todo en la ducha y cuando se cambiaban en la tienda de campaña, temiendo que sus compañeros se molestasen. En el lago se sentía más libre de mirarlos y por eso le pesaba tanto cuando tenían que marcharse.
A su lado, Shouto le imitó y luego le tendió la mano a Izuku para ayudarle a levantarse. La aceptó con una sonrisa. También le había descubierto mirándole de reojo cuando se duchaban, o ensimismado en el lago. Igualmente había sorprendido un par de miradas que Katsuki le había dirigido en la tienda, cuando se cambiaban, pero habían sido tan fugaces que temía haberlas imaginado.
Yendo hacia el comedor, Katsuki se colocó inmediatamente a su izquierda y Shouto a la derecha. Era algo tácito, que no habían decidido, pero que Izuku sentía correcto. Como de costumbre, se separaron para cenar. Durante la hoguera, Katsuki se quedaba con sus amigos hasta que finalizaba y entonces se retiraba a dormir a la tienda de campaña. Shouto e Izuku tardaban algo más, acompañando a Uraraka, Asui e Iida a sus respectivas tiendas de camino a la suya y se encontraban con Katsuki ya acostado.
Shouto e Izuku no charlaron mucho en la tienda, limitándose a ponerse la ropa de dormir. Katsuki estaba en su futón, escribiendo velozmente en el teléfono, y Shouto conectó la iluminación de soporte de su lector electrónico, ya que el sol se había escondido y la noche estaba ganando terreno.
—Estoy agotado. Creo que podría acostumbrarme a dormir así todo el año —bostezó Izuku, enrollándose en su sábana—. Acostarme cuando el sol todavía está escondiéndose y durmiendo del tirón hasta que el cielo clarea por la mañana.
—Qué poético —murmuró Shouto, demostrando que le había escuchado, sin levantar la vista del lector.
—No veo por qué no ibas a poder. Yo lo hago —masculló Katsuki, dejando el teléfono a un lado y pateando la sábana para sacar un pie fuera de ella.
Izuku cerró los ojos, somnoliento. No había mentido cuando dijo que se sentía agotado. Había ganado en el entrenamiento de ese día, por poco: cuando Katsuki estaba a punto de tocar la espalda de Shouto, él tocó la de Katsuki y luego, aprovechando la sorpresa de Shouto, la suya. Katsuki había protestado, gritado y maldecido, frustrado por haber bajado la guardia y dejado escaparse la victoria de la yema de los dedos, pero en ningún momento había dirigido ninguno de los improperios hacía Izuku o Shouto, felicitándoles secamente antes de encabezar el camino a las duchas.
No supo cuándo se había quedado dormido, pero, en algún momento de la noche, Izuku despertó por un ruido que no supo identificar. Estaba abrazado a Shouto, con la nariz enterrada en su camiseta. Pensando que Shouto sí estaba dormido frotó la nariz contra ella, olisqueándola con placer. Izuku nunca se había despertado durante la noche hasta ese momento así que, aunque disfrutaba secretamente durante los minutos matinales en que estaba abrazado a cualquiera de los chicos desde que se despertaba hasta que se levantaban, siempre se le hacían demasiado breves.
—Estás despierto —murmuró quedamente la voz de Shouto.
—No sabía que tú también. Me despertó un ruido. —Izuku se movió, sintiéndose culpable por haberse frotado contra él sin permiso y deshaciendo un poco el abrazo para mirar hacia atrás por encima de su hombro—. Kacchan…
—No te preocupes, volverá en un rato —le informó Shouto con voz tranquila—. Cuando duermes con él se queda toda la noche, pero si duermes conmigo se levanta cuando cree que dormimos y sale de la tienda durante una media hora.
—¿Tú no duermes?
—Aunque soy capaz de dormir en cualquier parte, en realidad tengo el sueño muy ligero. Apenas hace ruido, pero cuando sale me despierta con el sonido de la cremallera de la tienda. Suelo quedarme despierto hasta que regresa, aunque creo que él no lo sabe.
—Ya veo. Shouto... —Izuku se removió, apoyándose en su pecho para incorporarse un poco. Cuando dormía, se abrazaba a la cintura de cualquiera de ellos, en una especie de posición fetal, por lo que solía apoyar la cabeza en sus hombros enterrarla en su axila. Ambos solían dejarle constancia de que pateaba en sueños, normalmente como burla cuando querían pincharle, pero no parecía importarles—. Mañana… hoy, quiero decir… cuando nos levantemos, ¿podrías dejarme unos minutos a solas con él?
—No creo que el que se levante durante la noche tenga que ver con que tú duermas conmigo, Izuku —negó Shouto, adivinando sus intenciones—. Creo que cuando duermes con él no se levanta porque le gusta que lo hagas. O quizá para no despertarte o molestarte.
—Es posible. —Izuku sintió el familiar cosquilleo en su pecho cuando Shouto mencionó que a Katsuki le gustaba que durmiese con él—. Pero veo que pone mala cara las mañanas que me despierto a tu lado y creo que es mejor dejar las cosas claras desde ya, antes de que se compliquen más.
—¿Por qué iban a complicarse más? —preguntó Shouto, mirándole intrigado.
—Porque ahora mismo me gustaría besarte —confesó Izuku, sintiendo vértigo en el estómago. No lo había pensado antes de decirlo, simplemente le había salido así. Supuso que el hecho de estar a oscuras y no haberse despejado todo el sueño de su cabeza había hecho que su cerebro actuase por su cuenta—. Y necesito que él entienda las implicaciones que tiene que quiera hacerlo, que lo acepte y que siga comportándose igual con nosotros que estos días de atrás.
—¿Y si no lo acepta? —Izuku apretó los labios, un poco aterrorizado por esa posibilidad.
—Prefiero no pensar en esa posibilidad ahora.
—Entiendo. Os daré tiempo para que habléis —asintió Shouto antes de volver la cabeza para mirarle. Sus ojos desiguales destellaron en la oscuridad, ilusionados y su pecho había empezado a subir y bajar con rapidez bajo las manos de Izuku—. ¿Dices que te gustaría besarme, entonces?
—Sólo si tú quieres —dijo Izuku, temiendo haber malinterpretado las señales.
—Claro que quiero.
—Es… es la primera vez que voy a besar a alguien —reconoció Izuku, con los nervios atenazándole el estómago—. No sé si…
—No te preocupes por eso. Yo estoy igual —le tranquilizó Shouto, guiándole con la mano que tenía en su espalda para encontrarse con sus labios a medio camino.
La mano le temblaba sobre el pecho de Shouto, pero no se amilanó. Se acercó despacio, sin apartar la mirada de los ojos de Shouto, que brillaban de emoción. Cuando sus labios se unieron, el vértigo que había sentido Izuku se disparó en multitud de cohetes dentro de su pecho. Fue un beso torpe, apenas una unión de sus labios entreabiertos y un intercambio de saliva tan húmedo como breve, pero cuando se retiró vio en el rostro de Shouto la misma sonrisa tonta que se estiraba en el suyo.
—Me ha gustado mucho —susurró Izuku, emocionado.
—A mí también —suspiró Shouto, pareciendo complacido—. Izuku… antes de que hables con Bakugou quiero… Quiero decirte que a mí no tendrás que decirme nada si algún día quieres besarte con él. Sé que te gusta y que algún día querrás hacerlo y estoy seguro de que él también, así que… cuando llegue el momento sólo hazlo, ¿de acuerdo? No te preocupes por mí. Estaré contento de que sigas eligiéndome para besarme de vez en cuando mientras ambos queramos hacerlo.
—Creo que prefiero no hacerme muchas ilusiones en ese sentido —negó Izuku, antes de adelantarse a lo que sabía que Shouto iba a decir—: Ya sé que piensas que le gusto y todo eso. Ni siquiera puedo decir que se esté esforzando, porque ya le sale natural; creo que nos considera a ambos sus amigos aunque no lo diga en voz alta. Fíjate en cómo elige pasar tiempo con nosotros y…
—Estoy de acuerdo en eso. Pero no deberías subestimar sus sentimientos —le interrumpió Shouto.
—No lo hago —admitió Izuku, consciente de que secretamente albergaba esperanzas de que ocurriese—. Sí algún día Kacchan quiere besarme, será genial. Pero si no quiere hacerlo, necesito que entiendas que ya soy feliz con él siendo amigo nuestro. Y soy más feliz aún porque tú sí quieras besarme.
—Eso suena bien.
—¿Podemos besarnos otra vez? Ahora un poco más largo —le pidió Izuku de nuevo, con timidez.
Shouto no le contestó, acercando el rostro al suyo para unir sus labios de nuevo. Izuku los entreabrió, intentando obtener más de él. Se atrevió a lamerle el labio inferior con la punta de la lengua y se estremeció cuando Shouto hizo lo mismo. Extasiados por la experiencia, se besaron durante un rato, lánguidamente, disfrutando de la novedad de aquellas sensaciones.
—Podría acostumbrarme a hacerlo todo el tiempo —dijo Shouto cuando Izuku se volvió a colocar en la misma posición que estaba cuando despertó, excitado por la experiencia.
Izuku sonrió al oírle, porque se sentía exactamente igual, pero no contestó, cerrando los ojos y aspirando de nuevo el olor de Shouto, relajando la excitación que sentía y dejando que el sueño le invadiese de nuevo. Fue consciente de que Katsuki regresó a la tienda, pero no se movió para no darle a entender que estaba despierto. Unos minutos después, la respiración fuerte de Katsuki llenaba la tienda y el pecho de Shouto subía y bajaba rítmicamente. Respirando profundamente para relajarse, Izuku se quedó dormido de nuevo.
