Capítulo 4: Ladrón
El mes pasó rápidamente y ambos jades terminaron su castigo debidamente, volviendo a su rutina habitual. Aun con todo lo que había vivido y leído en los libros, el joven Wangji pensaba que jamás volvería a ver ese ser.
Esa noche, antes del toque de queda, Lan Zhan se dirigía a su habitación cuando sintió una presencia. Corrió hacia el lugar donde esta provenía y vio una sombra negra que se confundía con la oscuridad de la noche, pasar frente a él. Comenzando a imaginarse de quién se trataba, buscó hasta encontrarlo finalmente, tomándolo del cuello de su túnica.
—¡Ah, Lan Zhan! ¡Me atrapaste! —le dijo riendo y giró su rostro para ver al pequeño jade.
—Robar está prohibido —le dijo seriamente, él estaba seguro de que el zorro había ido de nuevo a robar cosas en Gusu —, ya te lo había dicho.
—¡No estoy robando nada! —hizo un pequeño puchero, Lan Zhan obviamente no le creyó.
—No puedes estar aquí. Devuelve lo que tomaste. Vete —le dijo secamente.
—Lan Zhan ¿por qué eres tan seco conmigo? ¿Acaso no somos amigos? —le guiñó un ojo y al moverse, se le resbaló un frasco que claramente era de Gusu.
Ambos chicos se quedaron en silencio un rato.
—Bueno esto se ve mal, pero déjame explicarte —le dijo el zorrito con las orejas agachadas.
—Wei Ying… —se sintió un poco decepcionado, aunque ya lo sabía, está en su naturaleza, era un ladrón.
—¡En serio, déjame explicarte! Es un complemento para la medicina, sólo lo he podido encontrar en este lugar, lo necesito —al ver que el Lan seguía empeñado en no dejarlo ir, siguió explicando —. Estas hierbas medicinales crecen en las laderas del receso de las nubes. Al principio estaban libres y podía llevarlas sin problema, suelo curar algunos animales del bosque y hasta algunos humanos que están heridos en el bosque. Hace poco más de un mes, la gente de tu clan amplió la matriz y desde entonces no había podido volver a tomarlas. ¡Pero las necesito mucho, por eso entré por ellas!
—¿Cómo entraste? —siguió con su rostro en seriedad, pero por dentro, aún tenía mucha decepción y desconfianza.
—Hace algunos días, unos discípulos bajaron a ciudad Caiyi, ¡uno de ellos me prestó su ficha de jade!
—Mentir está prohibido en el receso de las nubes —dijo monótonamente como quien se aprendió de memoria un discurso.
—Bueno… él me la prestó, sólo que no se dio cuenta. Pero Lan Zhan, ¡fue por una buena causa! —intentó hacer que la compasión del chico floreciera, pero Wei Ying no sabía si podía lograrlo.
En ese momento ya había comenzado el toque de queda y los cultivadores mayores habían comenzado a patrullar. Wei ying los escuchó y sintió un poco de miedo porque en general, los humanos solían atacarlo sin motivo. Parece ser que Lan Zhan entendió un poco el miedo y lo bajó del techo donde estaban. Se escondió con el zorro en un matorral y le puso el hechizo silenciador en caso de que el otro intentara gritar. En este caso, ahora él también estaba rompiendo las sagradas reglas de su secta. Cuando sintió que la patrulla pasó, le quitó el hechizo a Wei Ying, que de todas maneras estuvo callado unos minutos mal.
—Gracias Lan Zhan, me ayudaste —le dijo con una voz muy suave.
—Mn.
Wei ying estaba jugando con el frasco de medicina que tenía en sus manos con pesar, si no lo llevaba, los conejos que tenía en la cueva iban a morir.
—Dámelo —le dijo Lan Zhan.
Wei Jing, con las orejas bajas, le ofreció el frasco.
—No. El jade. Dámelo.
Wei Ying tardó en entender que lo iba a dejar quedarse con la medicina, lentamente le entregó la ficha de jade.
—Gracias Lan Zhan, los conejitos que estoy curando podrán salir pronto —le dijo con esa hermosa sonrisa.
Wangji también mostró una pequeña sonrisa porque le gustan los conejos, pensando que tal vez lo que digan los libros no es del todo cierto. Aunque Wei Ying sí le había mentido y había robado, pero no era malo.
—Lan Zhan, no puedo quedarme porque estoy cuidando a los pequeños conejos, cuando estén bien ¿quieres ir a verlos?
—Mn —asintió, luego de eso llevó a Wei Ying por la oscuridad y lo dejó escapar con su ficha de jade.
Al día siguiente, el niño se auto castigó de nuevo por saltarse el toque de queda. Xichen no sabía qué era lo que pasaba con su hermano, aunque lo veía más feliz.
Como siempre muchas gracias a Josita por su beteo.
Como sabrá soy de Colombia y las cosas no están bien por aquí (la verdad en general no están bien en muchos lugares), escribir me ha ayudado a desestresarme. Espero que les haya gustado el Capitulo y nos vemos el próximo fin de semana.
