Miró el vapor que emanaba su taza con chocolate con nostalgia. Le parecía increíble que después de cinco años de haber culminado sus estudios en Hogwarts, después de aquél último año en el que fue traicionada y rompieron su corazón los recuerdos la llenaban de melancolía y una profunda tristeza por lo que llegó a sentir por Hermione Granger; corrección; Hermione Malfoy.
La puerta de la taberna emitió un chirrido cuando otro cliente ingresó. Tomó un tragó de su bebida disfrutando el sabor dulzón. Miró con una ceja alzada a su nuevo acompañante que se desplomó en el asiento disponible en su mesa.
—Llegas tarde —dijo Pansy con el ceño fruncido colocando de manera delicada la taza sobre la mesa.
—Tuve un pequeño inconveniente con uno de mis estudiantes —dijo Harry frunciendo el ceño—. Cuando Remus nos dio clases lo hizo ver muy simple —comentó.
Pansy miró al moreno frente a ella con diversión, le parecía increíble como ambos se apoyaron mutuamente después de que la relación de Draco y de Hermione saliese a la luz. Desde entonces, se volvieron inseparables.
—Deberías estar agradecido, Potter, venir a Hogsmeade con este clima —dijo una mirada afilada la mujer.
—No te quieras hacer la digna, Pansy —dijo el moreno con una sonrisa divertida—. Tú eres quién me ha citado aquí.
—¡Con mayor razón no deberías hacerme esperar! —exclamó la mujer.
Harry liberó una pequeña risa por lo bajo mientras miraba encantado a Pansy.
—¿Qué? ¿Por qué me miras con carita de cachorrito perdido?
Harry amplió su sonrisa al ver el pequeño sonrojó en las mejillas de Pansy.
—Nada en particular —dijo el moreno agradeciendo en silencio a la mesera que acababa de colocar una taza con chocolate caliente frente a él—. ¿Y bien? ¿Qué ha sucedido?
Pansy cambió su expresión avergonzada a una más seria.
—Draco me ha enviado una carta esta mañana —murmuró la chica con la mirada perdida en la taza.
Harry asintió comprendiendo un poco el ánimo de la chica. Ciertamente desde lo sucedido en Hogwarts no había mantenido mucho contacto con Hermione o con algún otro de sus compañeros de casa salvo por los Weasley y Neville que era su compañero de trabajo en Hogwarts. Para Pansy era casi lo mismo, salvo por Blaise Zabini que ocupó el lugar de Draco cuando el rubio la había traicionado de aquella manera tan vil.
—¿Qué pone en ella? —preguntó Harry al cabo de unos largos segundos de silencio en el que ambos colocaron en orden sus pensamientos.
—Me ha invitado a la fiesta en la que presentará a su primogénito en sociedad —reveló la pelinegra.
Harry miró sorprendido a Pansy antes de sonreír un poco.
—¿No crees que tú también tienes algo que contarle? —preguntó el moreno tomando la mano de Pansy.
El contacto llamó su atención y vio como Harry tomaba delicadamente su mano izquierda donde destacaba una hermosa alianza.
—Creo que la noticia que más podría impactarlo sería esta —dijo Pansy con una sonrisa llena de felicidad genuina mientras acariciaba su redondo y abultado vientre con su mano derecha.
Harry se echó a reír con soltura.
—Sí eso también lo sorprenderá.
—Pero creo que quedará aún más sorprendido si llego colgada de tu brazo y te presento como mi esposo y padre de mi hijo ¿no crees, Potter?
Harry rodó los ojos antes de sonreír abiertamente.
—Aun no entiendo esa manía tuya de llamarme por mi apellido después de dos años de casados —señaló.
—No finjas que no te pone escucharme llamarte por tu apellido, cielo —señaló con una gran sonrisa la bruja.
Harry negó con una sonrisa antes de ponerse de pie.
—Vamos, será mejor que vaya a la madriguera —dijo el moreno inclinándose sobre ella para besarla en los labios.
—Me sorprende que con todos los arrumacos que te gusta hacer en público no hayamos salido aun en el profeta —dijo Pansy con una sonrisa.
—¿Qué quieres que te diga? Soy el salvador del mundo mágico, tengo contactos en todos lados —dijo el moreno tomando con firmeza la mano de su esposa.
La mesera se despidió con un gesto de la pareja antes de que ellos desapareciesen. Con tranquilidad desactivo el hechizo de privacidad que había colocado sobre su modesta taberna y sonrió satisfecha por ser cómplice de la pareja.
La extraña amistad que nació entre ellos después de que ambos saboreasen la traición por sus mejores amigos los hizo unirse y volverse cercanos. Entre ellos descubrieron lo que era amar algo real, algo que realmente existía. En el olvido quedó amar a una fantasía
