Cuando su madre dijo que compartir el espacio común con alguien, siempre pensó que sería un gran cambio. Y claro que lo fue. Durante los seis meses que llevaba viviendo con Levi en su apartamento, tuvo que modificar algunos aspectos de su vida cotidiana. Una de ellas era que no podía dejar la loza sin lavar en la cocina. El día que cometió el error de dejarla para el otro día, Levi la lavó vigorosamente transmitiendo su molestia mientras fregaba. Con eso, mentalmente pensó en no volver a hacerlo con el fin de no hacerlo enojar. También se dio cuenta que los domingos eran los días de limpieza. De modo que el pelinegro se encargaba de dejar el departamento brillante como una joya. Erwin nunca había visto tan limpio su piso.

Sin embargo, no todo se resumía en limpieza. Se había dado cuenta que Levi era un fanático del té. Cuando iban al supermercado juntos, pasatiempo que a Erwin le comenzaba a agradar, el pelinegro siempre se quedaba un rato mirando las distintas variedades de té, pero una vez que el rubio se acercaba a él, tomaba el más barato y lo echaba al carrito. Esa era otra cualidad que tenía el pelinegro, era demasiado ahorrativo y para nada derrochador. Ni siquiera para darse gustos a sí mismo. Erwin no era un consumista, pero cuando encontraba que había algo que le gustaba mucho y tenía la facultad de hacer ese gasto, lo compraba. En cambio, Levi no.

Tal vez le compraría un té caro un día de estos.

Otra cosa que le había comenzado a gustar junto a la compañía de Levi, eran las tardes de sábado, en la que básicamente buscaban alguna actividad para satisfacer su óseo. La mayoría de las veces veían películas en Netflix o bien salían a la ciudad para despejarse un momento.

Podría invitarlo al cine, pensó Erwin entre medio de la oscuridad de su habitación.

A pesar de su soledad, Erwin siempre había usado una cama de dos plazas para dormir, siendo que siempre usaba solo el lado derecho de esta. Ahora que dormía con Levi las cosas habían cambiado ligeramente. Se podía decir que aún seguía manteniéndose en su lado de la cama, pero con un polisón extra. Por lo general, Levi no era de las personas afectuosas y hostigosas mientras estaba despierto. Sin embargo, cuando dormía inconscientemente se acercaba a Erwin para abrazarlo y usarlo como almohada. Y no solo eso, era revoltoso al dormir. Siempre cambiaba de lugar y de posición y la mayoría de las veces aplastándolo. Muchas veces el rubio tenía que acomodarlo para que no despertara adolorido al otro día. Lo que más le hacía gracia, es que el informático era completamente ajeno a ese comportamiento. Como, por ejemplo, ahora

El hombre dormía boca abajo usando la mitad del cuerpo de Erwin como colchón, enrollando su pierna izquierda con la de él. No le molestaba en absoluto, pero a veces tenía que removerlo cuando su cuerpo se quedaba dormido por el peso de Levi. Lo bueno es que, en esta posición, podía oler el fragante aroma del shampoo que usaba antes de irse a la cama.

. . .

Levi se levantaba en puntitas para alcanzar las tazas que se encontraban en el mueble de cocina colgante. Una de las desventajas de tener un novio alto y de vivir en su departamento, es que la mayoría de las cosas se encontraban fuera de su alcance. Levi refunfuñó fastidiado ante la idea de buscar el pequeño banco para poder tomar la taza. Sin embargo, sintió como su cuerpo se elevaba hasta llegar a la altura de su objetivo. Sus ojos grises se posaron en Erwin, quien lo había tomado desde los muslos para levantarlo.

-Pudiste solo pasarme la taza ¿sabes? - dijo Levi sacando dos tazas y siendo bajado por el rubio.

-Quería que la alcanzaras por ti mismo- dijo sonriente.

-Idiota- comentó el pelinegro para ir hacia el hervidor para servirse un poco de té- ¿Quieres un poco?

Erwin asintió y tomaron té tranquilamente. Era sábado y el cielo había amanecido despejado. Ideal para pasear.

-¿Te gustaría salir hoy? -preguntó Erwin.

-¿Qué plan tienes?

-El cumpleaños de Hange es mañana, y aún no le compro un regalo. Podríamos ir y aprovechar de respirar aire fresco. Después podríamos ir al cine.

-Cierto, creo que aprovecharé de comprarle algo- dijo Levi mirando el calendario de su celular.

Teniendo el plan listo, ambos se arreglaron para salir.

Con la llegada del verano, pasear era mucho más agradable que en invierno. La fresca brisa era una alegría para ambos y podían observar el aumento de la cantidad en niños en las zonas de recreación. Mientras caminaban de la mano, Erwin pensaba en el regalo que le compraría a la castaña. Aún no lo tenía decidido, de hecho, unos de los objetivos de la salida era que Levi le ayudara a escoger algo, dado que la conocía más.

-¿Podríamos pasar a la librería?-preguntó Levi apuntando hacia la tienda- Creo que el otro día me comentó un libro que le gustó.

-Vamos.

Cuando entraron observaron la diversidad de libros que había. Desde pequeño a Erwin le habían inculcado el hábito de la lectura. Sin embargo, debido a su extenuante vida universitaria y luego laboral, había perdido el ritmo de ese pasatiempo. Miró los estantes buscando algo que llamara su atención. En eso un libro de Stephen King cautivó su mirada.

Su padre era fanático de ese autor, y gracias a él, también se había vuelto un poco su fan.

-¿Te gusta Stephen King? -preguntó Levi mirando como los ojos azules de su novio se hallaban atrapados en ese libro.

-¿Un poco, y a ti?

-No, pero creo que Hange le gusta- dijo tomando un libro cuya tapa contenía a un payaso- Creo que ya encontré que regalarle.

-Oye, usurpaste mi regalo- dijo Erwin mostrando una fingida molestia.

-Yo fui el que se movió primero- dijo Levi dirigiéndose a la caja para pagar.

Mientras Levi esperaba en la fila para pagar el regalo, Erwin salió a inspirarse en la buscada de un regalo para su compañera. Siempre le había costado este tipo de cosas y podía pasar horas y horas sin encontrar nada. Además, Hange era una persona peculiar.

-¿Y? -preguntó Levi a sus espaldas- ¿Ya se te ocurrió algo?

-Aún nada- dijo Erwin pensativo- Deberías ayudarme. Eres quien más la conoce de las dos.

-Hange es alguien impredecible. A veces siento que nunca terminaré de conocerla. ¿No se te ocurrió preguntarle directamente a Moblit? Es su pareja después de todo. Algo debe saber.

-Podría mandarle un mensaje- dijo el rubio sacando su celular.

-¿Te parece si vamos al cine primero? Tal vez la película pueda darte algo de inspiración.

-¿Tú crees?

-No, pero creo que a esta hora el cine esta más vacío y evitaríamos hacer la fila.

-Está bien- dijo el rubio encogiéndose de hombros.

Erwin fue quien pagó las entradas y Levi las palomitas. A petición del más pequeño, eligieron una película de terror por recomendación que le había hecho Petra.

-¿Te parece si vamos al medio?- preguntó Erwin buscando asientos.

-Prefiero al final.

-¿Al final? ¿Estás seguro? -preguntó Erwin dudoso. Observó a Levi a sentir y lo siguió mientras subía las escaleras.

Cuando la película inició y las luces descendieron, la cabeza de Levi se apoyó en el hombro de Erwin. Pese a que las sillas de la sala eran incomodas, Erwin se las ingeniaba para abrazar a Levi y observar la película.

Sabiendo que la película era de terror, Erwin la estaba encontrando chistosa. Sin embargo, se encontraba en alerta ante cualquier eventualidad que ocurriera durante esta. Especialmente por la planta carnívora que apareció de pronto y se comió al novio de la protagonista. En eso, sintió como un tacto suave y frio se posó en su estómago. Especialmente debajo de su camisa. Despegó la mirada de la pantalla y se encontró con la traviesa mano de Levi aventurándose hacia su pecho.

-¿Levi?-preguntó Erwin nervioso.

Levi le indicó que guardara silencio y se acercó a él para besar sus labios. Erwin correspondió ansioso ese beso. Sin embargo, sus vellos se pusieron de punta cuando Levi se sentó sobre sus muslos y comenzó a toquetearle sus bíceps.

-¡Levi!- susurró Erwin tomando suavemente las muñecas del pelinegro- ¿Qué crees que estás haciendo?

-¿Acaso no es obvio?- dijo el pelinegro acercándose a su oreja para susurrarle al oído- Siempre lo he querido hacer en un cine.

- ¿Estás loco? -preguntó Erwin histérico.

-Vamos- dijo Levi besando su cuello, causando pequeños escalofríos en el cuerpo del rubio- Recuerdo que me dijiste que te excitaba la idea de hacerlo en un lugar público.

Por supuesto que lo hacía, pero no era más que una fantasía sexual. Ese era un escenario que jamás en la vida lo experimentaría en carne propia. Sin embargo, el pelinegro le estaba haciendo las cosas difíciles.

Los labios de Levi nuevamente atraparon a los de Erwin, haciendo que este último se dejara llevar. Entonces, sin previo aviso, la mano del pelinegro se acercó a su entrepierna y lo comenzó a masajear a través del pantalón.

-Levi…

-Mierda, ya estás parado- dijo Levi relamiéndose los labios-No puedo dejarte así.

-Levi, no podemos hacerlo aquí.

-Erwin, estoy tan caliente- dijo el pelinegro sin escucharlo- Además ¿No te fijaste? No hay casi nadie en la sala.

Su lado racional le advertía que toda la situación en si era un peligro. Un completo y vergonzoso peligro. Aun así, había una parte muy profunda de él que quería hacerle caso al más pequeño y dejarse llevar por la lujuriosa y obscena oportunidad. Se maldijo a sí mismo, y llevo ambas manos al trasero de Levi acercándolo aún más a su creciente erección. ¿En qué momento se había convertido en un inmoral? Por otro lado, estaba Levi cuyos ojos se mostraban complacientes por el cambio de opinión de su novio.

Levi se deslizó por las piernas de Erwin y desabrochando el cinturón del rubio abrió con maestría la bragueta del pantalón. Erwin se mordió los labios en cuanto sintió la suave y cálida boca del otro en su miembro. Cada lamida, le quitaba uno que otro suspiro haciéndolo desfallecer en el duro asiento de la sala. Levi tenía un talento innato para este tipo de cosas, cosas de las cuales él no era tan prodigio.

Se tapó la boca cuando Levi comenzó a acariciar sus testículos con placenteramente. Si, definitivamente el pequeño hombre era un experto.

Ahora entendía porque Levi quería sentarse en la última fila.

Pese a que tenían la oportunidad de cumplir la fantasía sexual de ambos, no pudieron cumplirla. Para desgracia de ellos, la película terminó más rápido de lo que imaginaron. De modo que tuvieron que arreglarse de manera veloz para irse al departamento y continuar ahí.

Luego de acabar con ese insaciable deseo sexual, ambos se encontraban desnudos en la cama. Levi estaba sentado sobre esta, mientras estaba detrás suyo Erwin, rodeándolo con su cuerpo y apoyando su cabeza en su hombro izquierdo.

-¿Qué fue lo que te pasó?-preguntó Erwin curioso- No sueles ser así en público.

-Yo tampoco lo entiendo- dijo Levi sintiendo como Erwin depositaba tiernos besos en su piel- Supongo que fue un arranque de último momento.

-A veces me tomas por sorpresa- dijo Erwin sinceramente.

-¿Te molesta acaso?

-En lo absoluto- dijo Erwin abrazándolo para luego besarlo en la boca- Eso hace mi vida más interesante.

-Más te vale – dijo Levi mirándolo desafiante- Por cierto, lamento no haberte ayudado con el regalo de Hange, pero aún tenemos tiempo. La fiesta es mañana en la tarde, podemos levantarnos temprano mañana y salir a buscar ese regalo.

-No te preocupes- dijo Erwin besando su frente- Ya veré que puedo hacer.

En eso, el teléfono de Erwin vibró iluminándose su pantalla. El rubio lo tomó percatándose de que era un mensaje de Moblit. Sonrió esperanzado por tener la respuesta a su gran inquietud. Sin embargo, el mensaje dejaba mucho que desear.

Apoyó su cabeza frustrado en el hombro del pelinegro. Entonces Levi preguntó:

-¿Qué ocurrió? ¿Quién era?

-Moblit.

-¿Y qué te dijo? ¿Te dijo algo sobre Hange?

El rubio le tendió el teléfono y Levi leyó el susodicho mensaje.

"Le gustan las cosas raras"

-Esto puede ser muy amplio- dijo Levi mirando el teléfono -Podría ser cualquier cosa.

-Creo que ya tengo una idea.

-¿De verdad?

Levi observó como los ojos de Erwin brillaban con entusiasmo.

-Debe ser una idea muy buena como para que pongas esa cara tan ridícula.

-Por supuesto que lo es.

. . .

La tarde del domingo había llegado y ambos se encontraban en la sala de estar de la cumpleañera. El lugar estaba rodeado de globos chillones y de todos los colores. Hange sonreía como una niña pese a cumplir veintisiete años. Especialmente cuando llegó el momento de cantar el cumpleaños feliz. A Erwin le parecía sorprendente que ese pastel tuviera la misma cantidad de velas que la edad de su compañera. Definitivamente eran muchas velas. Por otro lado, Levi se preguntaba cómo fue que Moblit tuvo la paciencia de encender tantas.

-Tengo mis dudas sobre tu regalo- dijo Levi.

Sus ojos grises observaban inseguros la pila de regalos que se encontraba en la mesa de centro. Especialmente por el regalo cuadrado de color amarillo patito. El regalo por fuera podía ser muy tierno con ese envoltorio. Sin embargo, pensar con lo que tenía adentro lo dejaba un poco nervioso.

-Yo creo que le gustará.

-No me sorprendería que lo hiciera.

En eso apareció Nanaba y caminó hacia ellos. La chica rubia tenía un pedazo de pastel de chocolate entre sus manos, el cual atrapó la completa atención del pelinegro.

-¿De qué hablan chicos?

-Hablábamos sobre los regalos que le compramos a Hange. ¿Qué le regalaste tú? -preguntó Erwin.

-Una bufanda tejida a mano-dijo la rubia- Noté que siempre se mataba de frio en el trabajo y pensé que una bufanda sería una buena opción.

-¿Se la tejiste tú?- preguntó Levi sin quitar la mirada del pastel -¿Por cierto, ya repartieron el pastel?

-Si y si, está en la cocina. Ve antes de que Mike termine de comérsela.

El pelinegro asintió y se alejó de ellos en busca de un poco de pastel. Erwin se quedó con Nanaba hablando de la susodicha prenda. Entonces la rubia preguntó:

-¿Y tú?

-Arruinaría la sorpresa si te lo digo.

-¿Tan bueno es?-preguntó intrigada.

-No lo sé, pero ya quiero que sea la hora que abra los regalos.

-Pues entonces digámosle-dijo la chica guiñándole un ojo- ¡Hange! Ya debería ser la hora de los regalos ¿No crees?

-Tienes toda la razón, ya quiero ver con que me intentaran regalonear.

La mujer se dirigió hacia la mesa de centro partiendo por el regalo rojo. Teniendo un pedazo de pastel sobre un plato, Levi se acercó al par de rubios quienes miraban expectantes.

-¿De qué me perdí?

-Hange está abriendo los regalos.

La cumpleañera recibió desde chocolates hasta un juego de sabanas. Regalos de diversos tipos que siempre aceptó con una genuina sonrisa.

-Me encanta tu bufanda, Nanaba- dijo la castaña poniéndosela pese al calor que estaba haciendo- la hiciste a crochet ¿Cierto?

-Así es.

-Además la lana es muy suavecita- dijo pasándosela por su rostro- De verdad gracias.

Casualmente, los últimos dos regalos eran de Levi y Erwin, los cuales se diferenciaban notoriamente uno del otro. El estilo de Levi era mucho más sobrio al lado del otro. Y era un poco más pequeño.

-Creo que empezaré con el que tiene el envoltorio más aburrido. ¿Es tuyo verdad, Levi?

-¿Tan obvio es?-preguntó el pelinegro con los brazos cruzados y la ceja levantada.

-Pero que discreta- dijo Moblit regañándola mientras negaba con la cabeza.

-Levi sabe que es solo una broma- dijo Hange mientras abría el envoltorio sin ningún cuidado.

-A veces me haces dudar.

En cuanto la mujer terminó de abrirlo, soltó un fuerte grito que dejó sordos a la mayoría de los invitados.

-Waaaaa – dijo la mujer elevando el libro como si se tratase de algo esplendoroso- Vengo queriendo este libro desde hace tiempo. Escuchaste mis plegarias, Levi.

-Tus plegarias no pasaban para nada desapercibida.

-¿Es uno de los libros de tu autor favorito?-preguntó Moblit mirando el libro.

-Así es, uno más para la colección- dijo emocionada- Gracias, Levi.

Dejó el libro entre los demás regalos, quedando únicamente el regalo amarillo patito de Erwin. Los ojos de Levi miraban inseguros el regalo, mientras que el rubio se encontraba expectante.

-Asumo que este es tuyo, Erwin- dijo Hange tomando de la cajita amarilla- Me pregunto con qué me sorprenderás.

-No te hagas altas expectativas, por favor- dijo Erwin rascándose la nuca.

-Tranquilo, lo amaré incluso si son calcetines- dijo la castaña mirando el regalo- Aunque dudo que lo sean por la forma.

Despedazo el envoltorio al igual que los demás regalos. Aun no lo abría por completo cuando se encontró con una especie de caja transparente en la parte superior de este. Cuando lo retiró por completo sus ojos parecieron brillar de emoción y un sonoro grito salió de su boca.

-¡Ahhhhh!- dijo la mujer saltando mientras miraba con devoción lo que traía en sus manos- Me encanta ¿Cómo fue que conseguiste esto?

-¿Es acaso una planta carnívora?-preguntó Mike mientras miraba de la pequeña planta que Hange había dejado en la mesa de centro.

-¡Si!

-¿De verdad es una?-preguntó Nanaba sorprendida- Nunca había visto una en la vida real.

-Ten cuidado, Hange- dijo Levi deteniendo su mano que se encontraba a punto de tocarla.

-No le pasará nada- dijo Erwin completamente seguro.

-¿No se comerá su dedo?

-En lo absoluto- dijo Hange mirándola fascinada- Ellas solo comen moscas.

-La película de ayer te dejó traumado ¿eh? -preguntó Erwin picaronamente.

Levi lo miró sabiendo la intención escondida detrás de esas palabras. Negó con la cabeza y siguió mirando a la atracción de la fiesta.

-Tch- susurró sintiendo como sus mejillas comenzaban a sonrojarse.

- Además es tan pequeñita- dijo Hange sin detener su emoción por el regalo- Ya quiero ver cuando crezca.

-Yo no -dijo Moblit asustado, luego se giró para mirar a Erwin quien mostraba una sonrisa triunfal- Cuando te dije cosas raras me esperaba algo más simple, Erwin. Nunca pensé que vendrías con esto.

-Tuve de donde inspirarme.

-No escuches a Moblit- dijo la castaña- Amé tu regalo Erwin.

-Si quieres te doy el contacto de la persona que me la vendió, lo digo para que tengas detalles sobre cómo cuidarla.

-Sé todo sobre plantas carnívoras- dijo la mujer bastante segura- Pero lo aceptaré de todos modos.

Levi miró la planta carnívora que inocentemente se encontraba sobre la mesa recibiendo toda la atención de todos. Quien diría que acertó con lo que le había dicho a Erwin antes de ir al cine.

. . .

Un día como cualquiera, el sonido del despertador de Erwin sonó alertando a los dos habitantes de ese cuarto. Erwin se levantó somnoliento y se dirigió hacia la ducha. La rutina siempre era la misma. Erwin se levantaba primero para ducharse y era Levi quien tomaba su lugar en ella. Mientras tanto el rubio se afeitaba para luego comenzar a vestirse.

Esta mañana no fue así.

Cuando Erwin salió mojado de la ducha, Levi no se encontraba esperándolo en el marco de la puerta. Eso pasó desapercibido para el rubio y prosiguió a afeitarse. Una vez listo, salió del baño para ver que Levi aún seguía acostado en la cama.

-Vamos, bello durmiente- dijo Erwin acercándose a él para despertarlo suavemente- Es hora de despertar.

Sin embargo, se asustó cuando sintió el cabello negro de su novio húmedo entre sus dedos.

-¿Levi? – el hombre se arrodilló a su altura para ver el rostro empapado de Levi en sudor. Por otro lado, su respiración se veía pesada y forzada. Pasó rápidamente su mano por su frente sintiéndola caliente- Levi tienes fiebre. ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo?

-Erwin…-dijo el pelinegro sin energías. Se enderezó en la cama quitándose las sabanas de encima- Solo tengo calor. Estoy bien.

-Estás ardiendo.

-Eres exagerado-dijo el pelinegro tratando de ponerse de pie. Sin embargo, apenas lo hizo sus piernas flaquearon con la amenaza de caer al suelo. Afortunadamente Erwin se encontraba ahí para sujetarlo antes de que chocara con el piso- Mierda…

-Llamaré al trabajo, definitivamente no iras en ese estado.

-Pero…

-Nada de peros- dijo tomando su celular y se dirigió a la salida de la habitación- Te tomarás un día administrativo y te quedarás reposando en casa.

Levi escuchó como Erwin cerró la puerta y comenzó a hablar desde el otro lado. El hombre tenía razón. Se sentía terrible, la cabeza le bombeaba fuertemente y unas profundas ganas de vomitar lo incentivaban a ir al baño.

Luego de unos minutos, Erwin apareció nuevamente.

-Listo, tu jefe entendió la situación -dijo Erwin acercándose al pelinegro- ¿Quieres que te traiga algo? ¿Un vaso de agua?

-Déjame tranquilo y ve a vestirte- dijo Levi intentando acomodarse en la almohada- No quiero que llegues tarde.

-Podría quedarme contigo para cuidarte. No te ves bien- dijo Erwin seriamente- Todavía me quedan días administrativos.

-¿Estás loco? Ni que fuera un mocoso-dijo Levi con desagrado- No necesito que me cuiden.

De pronto unas profundas ganas de vomitar emergieron desde su garganta. Se tapó la boca con brusquedad y a duras penas se levantó de la cama. Sin embargo, para poder llegar al baño necesitó de la ayuda de Erwin. Sus piernas habían perdido fuerza de pronto.

-¿Cuándo fue que comenzaste a sentir malestar?-preguntó Erwin preocupado.

-Desde ayer- dijo Levi apoyando su cabeza en el inodoro.

-¿Por qué no me dijiste nada?

-Porque solo me dolía el cuerpo- dijo Levi con la voz apagada-Pensé que era efecto del ejercicio.

-Pediré el día para cuidarte- dijo Erwin ayudándolo a llegar al lavamanos para enjuagar la cara.

-No es necesario…

-Si lo es- dijo Erwin decidido- No te dejaré solo aquí.

-Pero…

-No me harás cambiar de opinión.

Levi se quedó callado, mientras Erwin le limpiaba el rostro con una toalla húmeda. No protestó cuando este lo tomó entre sus brazos para cargarlo hacia la cama. Se sentía torpe y desvalido en ese momento. Odiaba sentirse así. Una completa molestia.

Erwin lo recostó pacientemente sobre la cama y se vistió rápido para poder atender al pelinegro. Fue a la cocina y regresó con un paño húmedo con tal de ayudar a bajar la fiebre de Levi. Nunca había cuidado a alguien, pero por algo debía empezar. Sin embargo, Levi no se veía bien lo absoluto.

Le colocó el paño sobre la frente y se quedó con él hasta que se quedó dormido. Entonces tomó su celular y llamó:

-Hange, ¿Cómo estás? - dijo Erwin preocupado- Necesito que me hagas un favor.

. . .

Un par de horas transcurrieron y Levi no parecía mejorar. Ahora mismo se estaba removiendo entre sueños. Su frente estaba perlada en sudor y Erwin se preocupaba de cambiarle el paño cada cierto tiempo. Le preocupada y se sentía impotente por no saber cómo lidiar con él. Lamentablemente no conocía a nadie que se manejara en el área de la salud.

De pronto, su celular vibró en su bolsillo trasero. Lo sacó rápidamente para ver el mensaje de Hange.

Te tengo el recado y trataré de cubrirte en el trabajo

Cuida mucho de Levi.

Miró nervioso el número adjunto en el mensaje. Respiró hondamente y luego marcó sin dudar. Esperó de manera agonizante que la persona detrás contestara rogando que no estuviera ocupada. Fue entonces cuando contestó.

-¿Aló?

-¡Aló!-gritó nervioso. Luego bajó la voz para no despertar a Levi- Disculpe ¿Hablo con Kuchel? ¿Kuchel Ackerman?

-Con ella.

-Hola, ehmmm, soy Erwin Smith- dijo sintiendo como su voz temblaba en su garganta- Soy el novio de Levi.

-Novio de Levi- dijo la mujer desde el otro lado- ¿Mi hijo tiene un novio y no me lo dijo? Ese hijo ingrato.

Diablos, pensó Erwin internamente. Bueno, no era algo que lo sorprendiera, el pelinegro era alguien bastante reservado. Pero pensando que su madre era su única familia tenía la esperanza de que Levi le comentara algo de su existencia.

-Disculpa, ¿Erwin, cierto? Es que me enfada que mi hijo sea tan poco comunicativo conmigo. ¿Cómo esta él?

-Ehmm por eso le hablaba, está enfermo.

-¿Enfermo? ¿Qué tiene? ¿Está bien?

-Si, está fuera de peligro. Solo tiene fiebre y vómitos- dijo Erwin intentando calmarla- De hecho, por eso la llamé. Él me comentó que usted es enfermera y dado que es su madre pensé que me podría decir cómo cuidarlo.

-Por supuesto- dijo la mujer desde el otro lado de la línea- Que tierno de tu parte cuidar a mi hijo. Me gustaría poder hacerlo yo, pero estoy muy lejos de él.

-No se preocupe, solo dígame que es lo que debo hacer.

-Primero dime los síntomas ¿sí?

Erwin le comentó todo lo que le había pasado al pelinegro y llegó a la conclusión de que tal vez se trataba de un resfriado mal cuidado. Puede que Levi no se haya dado cuenta de los malestares, pero ahora se intensificaron obligándolo a quedarse en cama. Ella le comentó que su hijo no era bueno para enfermarse. Sin embargo, cuando lo hacia su cuerpo reaccionaba mal dejándolo en cama. Le dio un montón de indicaciones y medicaciones en caso de que fuera necesario. También se tomó la molestia de explicarle el paso a paso para ayudarlo a preparar una sopa de pollo. Erwin, quien nunca en su vida había preparado una sopa en su vida, escuchó atentamente todo lo que le dijo a ella. Siguiendo de manera exacta lo que ella le decía en el teléfono.

-Levi se pone muy terco cuando está enfermo y por más que necesite ayuda no te lo va a decir- dijo la mujer en el teléfono- Es por eso que tienes que estar a su lado. Cuando era niño siempre insistía en que fuera al trabajo pese que desvanecía por el baño.

La tristeza en la voz de la mujer no pasó desapercibida por el oído de Erwin. Levi le comentó que el trabajo de su madre era extenuante y se imaginaba a un Levi pequeño estando largas horas soledad mientras Kuchel hacia turnos extra. O bien, omitía ciertos malestares con tal de que su madre fuera tranquila a trabajar.

-Se vuelve adorable cuando se enferma. O al menos cuando era niño. Siempre quería que lo tomara de la mano cuando dormía. Dudo que ahora lo haga porque es medio arisco, pero era muy adorable-dijo la mujer con ternura. Erwin imaginaba una sonrisa en el rostro de aquella mujer- Por favor cuídamelo.

-No se preocupe- dijo Erwin mientras veía a Levi descansar en la habitación- Lo cuidaré como si fuera lo más preciado que tengo.

-Gracias- dijo la mujer agradecida- Me comentas cualquier cosa. Registraré tu número para quedar atenta.

-Está bien. Nos vemos y muchas gracias, Señora Kuchel.

-Gracias a ti. Nos hablamos.

Erwin cortó pensativo. Kuchel parecía una madre muy atenta. Era una lástima que viviera tan lejos de Levi. Dejó su sentimentalismo de lado y miró la lista que tenía en la mano. Aprovecharía del sueño de Levi para salir a comprar los remedios que ella le recetó. Tomó las llaves de su auto, pero antes de salir, verificó que todo estuviera bien en Levi. Le cambió la toalla por una nueva y fresca verificando su temperatura. Aún marcaba 38°, pero su respiración se veía calmada.

Sin perder más tiempo, salió en busca de los remedios. Subió al auto para dirigirse a la farmacia más cercana. Ahora que lo pensaba, era la primera vez que compraba remedios. Tenía un sistema inmune bastante bueno y eran pocas las veces que se había enfermado en su vida. Dudaba mucho que Levi lo contagiara, pero aun así no le importaba. Su prioridad en este momento era cuidar de Levi y que este se recuperara.

Luego de comprar los remedios, se dirigió lo más rápido que pudo a su hogar. Se estaba estacionando cuando su celular comenzó a sonar. Cerró la puerta de su auto para mirar la pantalla.

-Dime Hange.

-¿Cómo esta Levi?

-Su fiebre no ha bajado, pero tiene un mejor semblante- dijo Erwin mientras conducía.

-Me alegro-dijo la mujer sacando un suspiro- ¿Hablaste con la mamá de Levi?

-Si, me dijo que podría tratarse de un resfriado.

-Ya veo- dijo Hange encontrándose con la mirada preocupada de Moblit-Si necesitas cualquier cosa, puedes pedírmelo a mí y a Moblit. Él también está preocupado.

-Muchas gracias- dijo Erwin poniendo la llave para hacer ingreso al departamento- Te hablaré cuando tenga noticias ¿Sí?

-Está bien, nos vemos.

-Nos vemos.

Cortó la llamada y dejó las llaves sobre la mesita que había en la entrada. En eso, escuchó el ruido de algo quebrarse y rápidamente se dirigió a la cocina. Su corazón dio un fuerte latido al ver a Levi descalzo intentando sacar un vaso del mueble colgante de la cocina.

-¿Por qué estás levantado Levi?-preguntó Erwin tratando de elevarlo para que no se cortara los pies.

-Tenía sed…

La voz de Levi se oía sin energías y una vez que Erwin lo sujetó entre sus brazos, su cuerpo se relajó. Los parpados de Levi se cerraron y Erwin no hacia más que verlo con pesar. Lo llevó nuevamente a su cama y le trajo un vaso de agua para darle unos pequeños sorbos. Más tarde cuando despertara le daría la sopa, pero por ahora lo dejaría descansar.

Se dirigió a la cocina para limpiar el desastre que había en el piso. Mientras limpiaba, cada cierto tiempo sus ojos azules miraban el mueble de cocina con fastidio. De pronto, su celular vibró y una sonrisa salió de sus labios cuando vio el mensaje de Whatsapp de la madre de Levi.

Horas más tarde, fue hacia la habitación del enfermo para darle un poco de la sopa. Levi seguía durmiendo y Erwin le dolía tener que despertarlo, pero sentía que era necesario que comiera algo.

-Hey, Levi- dijo Erwin acariciando su mejilla- Amor, despierta. Debes comer algo.

Los ojos del pelinegro se abrieron lentamente. Lo primero que vio fueron los azules ojos de Erwin. Sintió un exquisito aroma cerca y descendió su mirada para encontrarse con aquella humeante sopa.

-¿Y eso?-preguntó adormilado.

-Es una sopa- dijo Erwin tomando la cuchara para darle de comer- No comes desde ayer, es bueno que tengas algo en el estómago.

Levi observó como Erwin llenaba la cuchara con sopa para luego dirigirla hacia su boca. Odiaba que lo trataran como un niño, pero se sentía tan débil que ni siquiera tenia las ganas de reclamar. Se dejó alimentar por Erwin, degustando la rica sopa.

-¿La hiciste tú?

-Se podría decir que si- dijo Erwin llenando nuevamente la sopa- ¿Sabe bien?

-Esta buena- dijo Levi abriendo la boca para recibir más caldo.

Calladito, Levi comió sin rezongar. Lo malo es que no pudo terminarse la sopa completa y Erwin lo comprendió cuando le comentó el temor de volver a vomitar. El rubio llevó el plato hacia la cocina y volvió con los medicamentos que le había comentado Kuchel. Levi no protestó y confió en lo que el rubio le estaba dando. Luego de haber tragado los remedios, Erwin le acomodó las almohadas para que el pelinegro intentara dormir.

Pese a que Levi tenia los ojos cerrados, podía sentir la presencia de Erwin dentro de la habitación. Entonces preguntó:

-¿No deberías estar revisando documentos en tu computador? No tienes porque quedarte aquí. Estaré bien.

-Me iré apenas te quedes dormido- dijo Erwin tomando la mano de Levi que estaba más fría de lo habitual.

-Eres exagerado.

A los pocos minutos, Levi se quedó dormido y aun así Erwin no se fue. Se quedo ahí acariciando la blanca mano de su novio. Rogando para que mañana se sintiera mejor.

Esa noche, Erwin no dormir al lado de Levi. De hecho, ni siquiera pegó ojo. Trajo su notebook para revisar los documentos en la misma habitación. De modo que si Levi quería ir al baño podía levantarse y auxiliarlo rápidamente.

Al otro día las cosas no cambiaron. De hecho, la temperatura de Levi parecía no querer bajar de los 38°. Erwin se estaba preocupando, tal vez debería llamar nuevamente a la madre del informático.

-Puedo quedarme solo, Erwin- dijo Levi con la mirada cansada. Erwin se encontraba sentado frente a él- Ya me ha pasado esto antes y he estado bien.

-Hoy es viernes. Me tomaré otro día administrativo. Hablé con mi jefe y dijo que no tenía problema que trabajara aquí en casa.

Levi no siguió insistiendo y nuevamente se quedó dormido.

La rutina nuevamente se repitió ese mismo día. Erwin preparó nuevamente la sopa y se encargo de limpiar la casa para que Levi no tuviera que hacerlo el fin de semana. En eso, sintió el timbre del departamento sonar y se sorprendió que Nanaba junto Mike estuvieran ahí.

-¿Y ustedes?

-¿Así es como nos recibes?-preguntó Mike neutro.

-Lo siento, es solo que estoy sorprendido- dijo Erwin haciéndose un lado para dejarlos pasar- Adelante.

-Hange nos comentó que Levi estaba enfermo y quisimos aprovechar nuestro horario de almuerzo para echarle una mirada- dijo Nanaba entrando a la casa.

-No debieron haberse molestado en venir aquí.

-¿Cómo esta?

-Esta igual que ayer.

-Debe estar en el punto critico de algún virus- dijo Mike tocándose la barbilla- Ya verás que mañana amanece mejor.

-Eso espero. Me da pena verlo así.

-¿Podemos verlo? -preguntó la rubia.

Erwin asintió y los tres rubios fueron hacia la habitación, pero no entraron. Lo observaron dormir pacíficamente desde el marco.

-Levi es bajo- dijo Nanaba de pronto- Pero nunca lo había visto pequeño. ¿Te ha causado muchos problemas?

-Para nada -dijo Erwin observando como el pecho de Levi subía y bajaba lentamente- cuidarlo no es un problema en absoluto.

-Levi es fuerte- dijo Mike cruzándose de brazos- Podrá ser pequeño como dices, pero es fuerte. Como te digo, mañana estará como nuevo.

Una hora más tarde los dos rubios se fueron. Erwin terminó de limpiar lo que quedaba de la sala de estar y fue para hacer lo mismo con el baño. Luego de terminar, le sirvió un plato de sopa que el pelinegro no rechazó. Para alegría del rubio, este se comió toda la sopa. Eso de alguna forma era un buen augurio.

Al igual que el día anterior, Erwin trajo su computador y trabajo al lado de Levi. Este, quien estaba aun consciente, se acercó al rubio y se apoyó en su hombro. Los ojos azules lo observaron preocupados y preguntó:

-¿Qué ocurre?

-Tengo frio- dijo Levi con un hilo de voz.

-Voy a traerte mas mantas.

-No- dijo Levi sujetándole la camisa- No necesito más mantas. Con tu calor me basta.

Erwin lo miró con ternura. Pese a que estaba enfermo y desaliñado, Levi se veía adorable. El sonrojo de la fiebre le daba un toque infantil y los ojos entrecerrados lo hacían ver tierno. Las ojeras se le marcaban haciéndolo lucir más cansado. Erwin se quitó la ropa quedando únicamente en boxers. Por lo general, Erwin tenia una temperatura corporal alta, la cual contrastaba mucho de Levi. Se metió a la cama y Levi se abrazó a él como si se su vida dependiera de ello. Tenia las manos y pies tan heladas como el hielo que le causaron un poco de escalofríos cuando estas rozaron con su pie. La cabeza de Levi se apoyó en el ancho pecho de Erwin y permaneció ahí.

-Ahora si-dijo Levi cansado-Estás muy cálido, Erwin.

Erwin besó la cima de la cabeza de Levi y lo dejó dormir.

Esa noche, Erwin se dio cuenta de muchas cosas de Levi al verlo dormir. Tenia las pestañas largas y delgadas, incluso diría que eran algo femeninas. Bueno, muchas de sus facciones lo eran. Su nariz era fina y respingada en comparación a la suya. Y tenia un delgado mentón. Levi era bello incluso durmiendo. También se percató de que Levi hablaba mucho en sueños. A veces balbuceaba o decía palabras concretas.

El rubio acomodaba su cabello con tal de que este no le picara el rostro. Levi ni siquiera se percataba de esas caricias que el rubio le propinaba.

Al otro día, Erwin estaba contento. Las palabras de Mike habían sido certeras y Levi por fin había descendido a los 36°, ahora lucia más lucido y podía mantenerse despierto. Aun así, Erwin no lo dejó levantarse durante todo el día. El pelinegro se quejó a más no poder, pero el rubio no desistió. Le trajo comida a la cama y le puso un montón de películas para que no se aburriera.

-Quiero pararme, Erwin- dijo el hombrecillo quejándose- Estoy seguro de que tengo el trasero cuadrado de estar todo el día sentado.

-¿Por qué no intentas dormir un rato?

-Porque ya he dormido lo suficiente. Estoy aburrido- dijo haciendo un puchero -Además quiero tomar té y tú no me dejas.

-El té te deshidrataría- dijo Erwin cruzándose de brazos- ¿No prefieres un agua de hiervas?

-No me gustan.

-Parece que tenemos a un pequeño consentido- dijo Erwin sabiendo que el pelinegro se enojaría levemente.

-Cállate. Pareciera que quieres hacerme enfadar ¿Eh?

-No, pero me alegra que puedas enojarte. Es señal de que estás mejorando.

-Hablas como si fueras una especie de madre sobreprotectora.

Erwin sonrió besando la frente de Levi, quien rápidamente lo alejó.

-No me beses, estoy pegajoso por el sudor y lo único que quiero es darme una ducha-dijo molesto y quisquilloso- Pero para variar tampoco me dejas.

-No quiero arriesgarme a que te de enfriamiento si te bañas. Solo espera hasta mañana o el lunes.

Inseguro, Erwin permitió que Levi se bañara al día siguiente. Una vez bañado, se verificó que el cabello de Levi quedara completamente seco. Y pese a las maldiciones que Levi le dirigía a su persona, Erwin no lo dejó tranquilo hasta que ningún pelo quedara húmedo.

-Bien, ahora puedes vestirte- dijo el rubio mirando al enfermo en bata- Voy al supermercado a hacer las compras de la semana. ¿Necesitas algo?

-Solo que te vayas. Tenerte aquí cuidándome por tres días ha sido más que suficiente.

-¿Estás seguro?

-Estaré bien, ve a divertirte en el supermercado.

-Esta bien -dijo Erwin besando la corona de su cabeza. Inhaló el fragante aroma del shampoo del pelinegro- Cualquier cosa me llamas ¿Sí?

-Si, si, solo vete.

Erwin se fue y Levi abrió todas las ventanas de habitación para que esta se oreara tras tres días de encierro. Sacó las sabanas y fundas de la cama, las lavó y las cambió por unas ya limpias. Sonrió complacido a ver la habitación de ambos tan pulcra. En eso, recibió una llamada de Hange.

-¿Diga?

-¿Cómo estás enfermito? ¿El enfermero Erwin te ha tratado bien?

-Si -dijo Levi sentándose sobre la cama- Acabo de darle unas pequeñas horas de descanso.

-Ya veo, se lo merece el pobre- dijo Hange levantándole el pulgar a Moblit- En el trabajo te han extrañado ¿Sabes?

-Me imagino.

-Petra comentó que se te había acumulado mucho trabajo.

-Eso también me lo puedo imaginar- dijo con fastidio.

-Por cierto, ellos te mandaron saludos el viernes. Querían que te recuperaras pronto.

-Mañana estaré ahí para fastidiarlos.

-Si- dijo Hange con una sonrisa- Por favor cuídate ¿Sí? Nos vemos mañana.

-Nos vemos.

Levi cortó la llamada y revisó su correo electrónico para ver que tanto era lo que se había perdido. Cuando vio los 50 correos sin leer, se desmotivó y dejó todo para que mañana se pusiera al día.

Fue hacia el living para ver el estado en que estaba. Luego de estar tres días en cama, lo más seguro es que estuviera sucio. Sin embargo, su sorpresa fue grande cuando lo encontró todo limpio. Más tarde le agradecería a Erwin por haber echo el aseo. Abrió la ventana del balcón y se quedó ahí por unos minutos. La brisa primaveral estaba exquisita. Se protegió de ella con su holgado chaleco cuello de tortuga.

Cerró los ojos sintiendo como los rayos de sol calentaban su rostro. Intentó hacer memoria de los últimos días y solo podía recordar cosas fugaces, pero nada en concreto. Aun así, en todos esos breves momentos, Erwin se encontraba ahí.

Abrió los ojos nuevamente, sintiendo una ligera sed. Tal vez tomar té luego de muchas horas de no poder hacerlo le vendrían bien. Se acercó a la cocina, llenó el hervidor y lo hizo calentar. Mientras el agua hervía, miró su teléfono para contestarle algunos mensajes de Nanaba. Estaba seguro de que la mujer se puso toda histérica cuando Hange le dijo que se resfrió. Sus amigos eran unos exagerados.

Cuando el agua estuvo lista, tomó una bolsita de té y sacó una taza del mueble de cocina colgante. Sujetó el hervidor y se sirvió. Ya podía sentir el aroma exquisito de su té barato. Cuando la taza estuvo lista y llena, la colocó sobre el mesón americano y se quedó pensativo por un rato.

Había algo que no cuadraba. Desvió su atención de la taza de té y observó atentamente la cocina, pero no veía nada distinto. En eso, las llaves de la puerta de entrada sonaron.

-Ya llegué- dijo Erwin entrando con un par de bolsas entre las manos.

-¿Mucha gente?-Preguntó Levi pensativo.

-Para nada, estaba vacío.

-Ya veo- dijo Levi intentado deshacerse de la vaga sensación en su pecho.

-¿Ocurre algo? – preguntó Erwin dejando las bolsas en la encimera.

-No, nada- dijo Levi negando con la cabeza- Por cierto, ¿Quieres un café? Acabo de hervir el agua.

-Esta bien-dijo Erwin yendo hacia al baño- Iré a lavarme las manos.

-Bueno.

Levi fue hacia el mueble y sacó la taza preferida de Erwin junto al café. Entonces lo sintió. Levemente desconcertado, se giró para mirar nuevamente el mueble colgante. Estaba intacto, de hecho, el color ni la forma habían cambiado, pero algo distinto tenía. Lo observó con detenimiento y fue ahí cuando se dio cuenta.

La repisa que había dentro del mueble estaba a su misma altura. De hecho, todo el mueble lo estaba. Ahora no tenía que hacer un sobre esfuerzo para tomar las tazas o vasos.

Erwin se acercó hacia la cocina para sacar el contenido de las bolsas.

-Pensé que ahora que estás mejor podríamos comer carne. De seguro tienes ganas de comer algo distinto luego de estar tomando tanta sopa.

El corazón de Levi comenzó a latir calurosamente.

-Además, es un buen día. Podríamos hacer carne a la parrilla ¿Qué te parece? Compré algunas salchichas para acompañar.

Los ojos grises de Levi seguían fijos en el mueble colgante.

-Por cierto, ya que, te sientes mejor. Te compré este té. Me he fijado que siempre miras un té en específico, pero no sé si el que te compre es el que te gusta. Dejar un poco ese té barato que compras y tomar este podría ser bueno ¿No?

¿Por qué tenia que ser jodidamente atento?

La mirada de Levi abandonó el punto fijo que estaba observando y se dirigió a Erwin, quien no paraba de hablar en lo absoluto. Permaneció ahí, deleitándose de como el rubio sacaba los productos de la bolsa de supermercado.

- Si no te gusta podríamos intentar con otro. ¿Qué dices?

Erwin lo miró por fin terminando su monologo. La vista azulada y gris se toparon por unos cuantos segundos. Inquieto, Erwin dijo:

-Cariño- se acercó a él sujetando el rostro de Levi con sus manos- ¿Ocurre algo?

Levi abrió la boca sin saber como expresar la idea que tenía en su mente. Sus ojos no paraban de observar al maravilloso hombre que tenia en frente. Posó sus manos sobre las del otro y preguntó:

-Cásate conmigo.

Erwin se le quedó mirando con una sonrisa nerviosa. De seguro, el hombre más bajo estaba bromeando. Sin embargo, los segundos pasaban y seguía manteniéndose tan serio que de pronto sintió que ya no era una broma.

-¿Estás bromeando, cierto?

-No -dijo Levi manteniéndose estoico- Te lo estoy diciendo en serio. Quiero casarme contigo.

Erwin se quedó petrificado. Eso no lo había visto venir en absoluto.

-Sé que no es el escenario perfecto. Tal vez esperabas algo mucho más romántico, planificado y detallado- dijo Levi sin apartar la vista de Erwin- Ni siquiera tengo el anillo como para proponértelo apropiadamente, pero te amo. Puede que no me creas ahora, pero eres el hombre de mi vida. El amor de mi vida. Y siento que no podría haber mejor hombre que tú. Te amo mucho, Erwin. Es por ello que ni siquiera te lo pregunto, es más, te lo exijo. ¡Cásate conmigo!

Erwin se tapó la boca tratando de asimilar las palabras de Levi. Se equivocaba tanto.

Esta era la forma más maravillosa de proponerle matrimonio.

No esperó más y tomó el rostro de Levi para besarlo con profundo amor. Levi saboreó el beso con deleite y cerró los ojos. Entonces se separaron.

-Yo- dijo Erwin refregándose la comisura de los ojos distraídamente. Levi podía notar como sus ojos azules comenzaron a lagrimear- Yo no puedo esperar a casarme contigo, Levi. Te amo tanto.

-Yo también.

Aun así, me debes el anillo.

-Por supuesto.

Erwin lo tomó entre sus brazos y elevándolo de modo que Levi ya no tocara el piso. Ambos sentían el pecho hinchado y sus corazones latían desenfrenados. El par de enamorados se besaron luego de la improvista y desprevenida propuesta de matrimonio, que tal vez era bastante aburrida para muchos, pero para ellos no.


Hola a todos, ¿Qué tal están?

Les mentí sin querer. No esperé que me demorara tanto en escribir este capítulo. Volví a las clases en la U y nunca creí que me harían hacer una investigación en la primera semana, así que estuve toda la semana en ello. Ahora que estoy libre, les traigo el nuevo capítulo. Pensé que sería el último, pero a medida que escribía me di cuenta de que se estaba haciendo largo y lo mejor sería dividirlo en dos. El próximo sería el final definitivamente o eso espero.

Ojalá les haya gustado la continuación tanto como a mí. Por otro lado, ojalá hayan entendido por qué Levi hizo lo que hizo y de manera tan espontánea.

Creo que eso es todo lo que debo decir.

Agradezco a todos los que estén siguiendo este trabajo y le pondré mucho empeño para escribir un buen capítulo final.

Si me dejan comentarios, seré aún más feliz.

¡Nos leemos!

PD: Lean al oneshot que acabo de escribir. Se llama "Susurros del ayer" y siento que no le han dado la oportunidad a esa idea que me surgió.