EL SECRETO DE SAILOR JUPITER

CAPITULO 4

CUMPLEAÑOS

Los meses han pasado muy rápido y de pronto hace cinco días comenzó el último mes del año, y porque no decirlo, mi mes favorito. ¿Qué por qué amo tanto diciembre? Bueno, pues en primer lugar porque adoro el frío; en segundo lugar porque desde que inicia el mes las calles, locales y casas de la ciudad son decorados con hermosas luces de colores y artículos decorativos navideños; en tercer lugar porque sé que se acercan las fechas en que mis abuelos, tía unasuki y mis primos vendrán a visitarnos a Londres y en cuarto lugar porque el quinto día del mes es mi cumpleaños. Y ya que hablamos de la fecha de mi nacimiento, sí, hoy es un día muy importante porque es cinco de diciembre, estoy cumpliendo diecisiete años, mi último año en que seré considerada como menor de edad, al menos en Londres.

Este año en que mi natalicio ha caído en día viernes, papá me ha obsequiado dinero para que saliendo de clases salga a comer con mis mejores amigas, Ashley y Alice y también para que compre lo que yo desee, así que después de clases he ido a comer a un restaurante de comida asiática y de ahí terminamos en Harrods, uno de los centros comerciales más importantes y sofisticados de Londres donde adquirí un par de vestidos, pues mañana sábado saldré a celebrar con mis dos mejores amigas y un par de conocidos de clases a quienes si bien no les puedo llamar amigos, son personas con quienes la paso bien; así que por hoy aunque faltan quince minutos para las 8:00 p.m. voy llegando a casa, pues intuyo que papá tendrá algún regalo especial para mí, y ha decir verdad, aunque soy una adolescente a mí si me gusta pasar tiempo en familia a diferencia de mis amigas que no quieren a sus padres cerca ¿Por qué seré así? No lo sé. Llego a pensar que quizá el hecho de ser huérfana de madre desde pequeña y de enterarme que mamá tuvo una vida más triste ya que ella perdió a sus dos padres siendo mucho más joven de lo que yo soy, ha hecho que valore mucho el tener a mi padre y los esfuerzos que ha hecho a lo largo de mis diecisiete años por darme una vida feliz en todos los sentidos.

Finalmente llego a casa, abro la puerta y lo veo sentado en el sofá. Evidentemente no me felicita porque eso ya lo hizo por lo mañana antes de que yo partiera a clases y él a su trabajo.

—No esperaba que regresaras tan temprano.— Me dice.— ¿Por qué no te quedaste a celebrar tu cumpleaños hasta más tarde?

—Porque como sea mañana lo vamos a celebrar.— Le digo mientras dejo las bolsas de mis compras en el piso.

Veo que bajo el enorme pino natural que decora nuestra casa con motivo de las fechas hay cuatro cajas de regalo.

—¿Se adelantó Santa Clouse?

— No.— Dice papá al tiempo que se pone de pie y toma las cuatro cajas de regalo bajo el árbol y las pone en la mesita de centro de la sala. Justo frente a mí.— Este regalo te lo mandan tus abuelo y este tu tía Unasuki.-— Dice señalando las cajas más grandes.

—¿Y estos?— Pregunto señalando las dos cajas más pequeñas.

—Esos son regalos que yo te estoy dando

—Pero si ya me diste suficiente dinero para que me comprara lo que yo quisiera en Harrods. No era necesario que gastaras más.

Mi padre sonríe al ver la sorpresa en mi rostro.

—Sé que te encantarán. Ábrelos.

Empiezo por abrir el regalo más grande que es el de la abuela, y grito de felicidad cuando veo que es un kimono color verde con lirios del valle bordados, el segundo regalo que abro es el de mi tía Unasuki que me ha enviado una caja con muchos dulces y botanas japonesas que aquí en Londres son difíciles de encontrar y unos mangas que quería desde hace tiempo pero que fuera de Japón son difíciles de adquirir lo cual también me encanta; al final dejo los regalos que son de parte de papá y los empiezo a abrir en el orden que me señala, y no puedo evitar sentirme emocionada cuando al abrir el primer regalo veo que es la inscripción a un curso de repostería artística que imparte un reconocido chef y que yo anhelaba pero que es carísimo, finalmente, abro la caja más pequeña, en la cual me encuentro un par de pendientes en forma de rosa los cuales deduzco están hechos de kunzita color rosado y un collar de oro blanco que trae un dije idéntico a los pendientes ¡Son preciosos!, pero lo más extraño, una especie de cuaderno de pasta dura que está forrado con cuero color verde obscuro y tiene flores doradas grabadas en relieve.

Me pregunto para qué me regalará mi padre un cuaderno si ahora mismo no me hace falta, pero entonces me percato que este es imposible de abrir pues tiene un candado en color dorado.

—Toma.— Dice mi padre al tiempo que me entrega una llave estilo vintage en color dorado y un bolígrafo en color verde el cual en su tapa tiene una estrella dorada decorativa en cuyo centro hay un circulo verde y dentro de este está grabado el símbolo astronómico con que Júpiter es representado.

Tomo aquellos obsequios sin entender nada.

—Los pendientes y el collar son hermosos.— Le digo.— Y como ahora mismo falta mucho para que termine mis cuadernos supongo que este lo utilizaré el próximo año que entre a la universidad.

—Esos pendientes eran de tu madre. Siempre los llevaba puestos.— Dice papá.— El collar yo se lo regalé y el bolígrafo era la herramienta con que se transformaba en Sailor Júpiter. Tiene tinta que nunca se acaba. Creo que es tu derecho conservarla al igual que los pendientes, pero por favor el bolígrafo nunca lo saques de casa y cuando no lo utilices guárdalo en tu caja fuerte. El cuaderno es el diario de tu madre. Todos estos años lo he atesorado celosamente para una y otra vez leer sus palabras, pero creo que tienes derecho a tenerlo y poder conocer la historia de tu madre también contada por ella misma.

Abrazo aquel diario estrechándolo contra mi pecho, y una lágrima traicionera escapa de mis ojos.

—Yo voy a seguir contándote nuestra historia.— Dice papá acariciando mi cabello.— Pero supuse que también te gustaría poder leerla en palabras de tu madre. Casi al final hay páginas dedicadas a ti.

—Claro que quiero.— Digo mientras me limpio las lágrimas.— No sabía que mamá escribía un diario.

—Ese se lo regalé en su cumpleaños número dieciocho. Y desde entonces estuvo escribiendo en él hasta que falleció

Escuchamos el sonido del timbre, papá se pone de pie y al abrir veo que es un joven con el uniforme de un reconocido restaurante entregándole una caja de pizza familiar, una tarta sascher, dos contenedores desechables y dos botellas grandes de refresco.

Papá toma las cosas, y después saca unos billetes no sin antes decirle al joven que se puede quedar con el cambio, el cual se va más que contento.

—Bueno Midori. Feliz cumpleaños a ti y a tu madre.

—¿A mamá?— Pregunto sorprendida.

—Sí. Tú naciste justo el día que ella estaba cumpliendo diecinueve años.

—¿Me puedes contar como fue?

Noto que la expresión de felicidad en el rostro de mi padre desaparece.

—Recuerda que voy en orden cronológico, y ahora que recuerdo. Lo siguiente que iba a contarte es justo sobre lo que ocurrió el día que cumplió dieciocho años. Debo contarte primero eso.— Me dice.

—Cuéntame mientras comemos.

Llevamos la caja de pizza y los refrescos y nos servimos en platos desechables. Papá entonces comienza su relato.

18 años antes...

El verano había dado paso al otoño, y cuando Makoto menos lo esperaba, aquella estación también estaba por terminar, pues había llegado diciembre con su gélido clima anunciando que el invierno estaba por llegar.

A Makoto siempre le había encantado aquel mes, en primero lugar porque el quinto día era su cumpleaños, y en segundo lugar porque le parecía hermoso ver las calles decoradas con luces de colores, los locales comerciales con adornos que hacían alusión a la navidad y aunque a sus casi dieciocho años nunca había pasado aquella festividad con alguien especial en su corazón siempre había albergado la esperanza de algún día tener con quien pasar la nochebuena; sin embargo, ese año diciembre pintaba para ser deprimente, pues aunque en el Crown le habían dado el día libre, no había podido celebrar su cumpleaños rodeada de sus cuatro mejores amigas como en años anteriores ya que parecía que el destino se había encargado de que así fuera: Por un lado, Rei se había ido de Tokio sin siquiera despedirse de ellas hace un año y medio, Ami esa semana se encontraba fuera de la ciudad pues había ido a un torneo nacional de estudiantes superdotados de preparatoria del cual si salía victoriosa la haría acreedora de una importante beca para sus estudios universitarios, Minako había contraído un virus hace casi tres semanas del cual ya se estaba recuperando pero por orden médica aún tenía que permanecer en cuarentena para evitar contagiar a más personas, y aunque Serena la había invitado a comer al medio día por su cumpleaños se había tenido que retirar temprano pues al parecer su abuela que vivía en Kioto estaba agonizando de una enfermedad terminal y debía viajar con sus padres en espera de que lo peor sucediera.

Por supuesto no culpaba a sus amigas, la mayoría de ellas no habían podido estar presentes por situaciones que escapaban de sus manos, y así se lo había demostrado Serena que la había invitado a comer, Minako y Ami con sus llamadas telefónicas, e incluso la hermética Rei con quien en ese momento se encontraba hablando por teléfono.

... bueno, Mako-chan. Lamento que el regalo que te mandé se haya retrasado, pero estoy segura de que en estos días te estará llegando a Japón y sé que será de tu agrado.— Dijo su amiga la sacerdotisa del otro lado de la línea telefónica.

Muchas gracias Rei.

¿Te sucede algo, Mako? Te escuchas triste.

Es sólo que las extraño. ¿Cuándo vendrás a Tokio a visitarnos?

De hecho volveré en un par de meses porque estudiaré la universidad en Tokio. Sí, sé que nos extrañas, y yo también a ustedes aunque me haya ido de la ciudad sin avisarles, pero no me engañas, mi sexto sentido me dice que no estás así por nosotros. Hay algo más.

Sí, su amiga tenía razón. Había algo, o más bien alguien, y ese era Andrew. En los cinco meses que llevaba trabajando en el Crown Center había empezado a convivir más de la cuenta con él, no sólo como compañeros de trabajo, pues varias veces a la semana salían al cine, a cenar, a algún lugar a divertirse, e incluso había días en los que Andrew se había quedado a dormir en casa de ella (por supuesto no en la misma cama ni en el mismo futón) luego de cenar o ir a ayudarla con sus tareas escolares de matemáticas; y sin proponérselo, había empezado a tener sentimientos fuertes por él que esta vez no tenían nada que ver con que se pareciera al chico que le había roto el corazón; y tontamente, como él ya casi nunca mencionaba a Reika había empezado a fantasear con que él sintiera lo mismo; sin embargo, hacía cinco días su burbuja de ensueño se había roto cuando al contestar el teléfono del Crown Center escuchó la voz de Reika preguntando por Andrew, y además, él ni siquiera se había tomado la molestia de hablarle para felicitarla por su cumpleaños.

En verdad es solo eso.

Bueno, Mako-chan. No te puedo obligar a que me cuentes que te sucede si no lo quieres. Te tengo que dejar porque tengo algo importante que hacer, pero si un día quieres hablar de eso, ya sabes que soy toda oídos.

Al finalizar la llamada, Makoto fue a su recamara. Como tenía encendida la calefacción comenzó a sentir calor así que se quitó aquel conjunto de lana color rosa pálido que llevaba por pijama y se lo cambió por una corta bata de satín en color verde pastel. Se dirigió a la cocina y del frigorífico sacó un bote de un litro de helado de chocolate. Después se encerró en su recamara, se metió bajo las cobijas y puso una de las películas con temática navideña que ya se comenzaban a trasmitir desde que había iniciado el mes.

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Aquella semana no había sido de lo mejor para Andrew; pues por un lado, al encontrarse en la recta final de sus estudios universitarios, las exigencias tanto en clases como en las prácticas de hospital eran mayores, lo cual, sumado a su trabajo en el crown lo dejaba agotado; además, por si fuera poco, había notado como desde hace un par de días Makoto estaba distante y hasta pareciera que lo evitara, pues de pronto ya no había querido que la llevara a su casa saliendo del crown, lo había rechazado las dos veces que la había invitado a salir y cuando trataba de charlar con ella lo evadía.

¿Qué había hecho para que su amiga estuviera así? No lo sabía y su actitud, tenía que reconocer le dolía.

Por supuesto no había olvidado que el cinco de diciembre era su cumpleaños, y pese a que ella pareciera seguirlo evitando, en el escaso tiempo libre que tenía entre semana se había hecho un espacio para recorrer el centro comercial para buscar un regalo adecuado que pudiera gustarle, y con el cual quizá, dejara de estar molesta por quien sabe que.

Recorrer el centro comercial buscando el regalo ideal para Makoto había sido tedioso, pues por estar cerca la navidad las tiendas se encontraban abarrotadas de personas comprando regalos probablemente para sus parejas; lo cual por un momento le causó sensación de culpa pues él estaba ahí, buscando por primera vez un regalo para otra mujer que no era Reika, sin embargo pronto había desechado aquel sentimiento y siguió buscando hasta que encontró el regalo ideal para su querida amiga.

Si bien encontrar un obsequio especial para Mako no había sido tarea sencilla, lo más complicado vino a la hora de armarse de valor para ir a su departamento sin ser invitado, pues aunque semanas atrás hubiera sentido la confianza de hacerlo, algo había cambiado aunque no le quedaba claro que, sin embargo, finalmente estaba afuera del departamento de Makoto y tocó el timbre, pues ¿Qué era lo peor que podía pasar? Que no estuviera, que lo corriera sin explicarle porque estaba molesta o ¿Y si estaba con otro? La sola idea de imaginar a Makoto con Hiroto o con otro hombre le molestaba, y sabía que no debía, pues él tenía novia y después de todo Makoto sólo era su amiga.

Finalmente la puerta se abrió y se encontró con ella, y sintió como algo bajo su pantalón se abultaba al verla vestida sólo con una bata de satín en color verde pastel bastante corta, los pezones que se marcaban a través de la tela, su largo cabello castaño suelto y despeinado. No le pasó desapercibido el rubor en las mejillas de ella y como se llevaba las manos al pecho tratando de cubrir sus pezones.

¿Tienes visita? ¿Llegué en mal momento?

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Makoto quedó sorprendida al abrir la puerta y encontrarse con Andrew, quien en una mano llevaba una caja envuelta y en otra un pastel. Lo último que hubiera esperado es que él se acordara de su cumpleaños y que tuviera un detalle con ella, sobre todo cuando tenían días distanciados. Su corazón latía con fuerza dentro de su pecho, por un momento olvidó que Andrew tenía novia y de nuevo estaba fantaseando con que su amor fuera correspondido; pero entonces la mirada de él recorriéndola la hizo ser consciente de que estaba frente a él con una bata demasiado sugerente y se llevó las manos al pecho para cubrir los pezones que seguro se podían percibir a través de la tela de la bata.

Pensé que era mi vecina. Por eso salí así.— Dijo con sinceridad.

Bueno. Yo sólo venía a desearte feliz cumpleaños y a traerte un regalo.— Dijo Andrew.— Pero si tienes visita te los dejo y me retiro.

¡No!— Exclamó Makoto.— No estoy con nadie. Estoy sola. Pasa.

Andrew entró al departamento. Dejó el pastel en la mesa y entregó la caja de regalo a Makoto.

Te traje pastel de selva negra y un regalo. Espero te guste.

Gracias.— Dijo Makoto emocionada.— Era un buen detalle que recordara que aquel pastel era su favorito.

¿Puedo darte un abrazo de cumpleaños?

Makoto asintió y Andrew la estrechó entre sus brazos.

Feliz cumpleaños.— Le susurró

Makoto sintió que se le erizaba la piel de escuchar su voz, de sentir su cuerpo contra el suyo. Sintió un delicioso escalofrío recorriendo su cuerpo cuando él la tomó de la barbilla y se encontró con su mirada, esperaba que la besara, pero sólo recibió un casto beso en la frente.

¿Te gustaría salir a cenar para celebrar tu cumpleaños?

Makoto se vistió con un ceñido y corto vestido negro con escote de corazón, se maquilló un poco finalizando con un poco de labial rosa, dejó su cabello suelto como pocas veces lo hacía, y sí, aunque no solía usar tacones porque eso solía intimidar a la mayoría de hombres japoneses que no se destacan por ser altos, decidió utilizarlos, a final de cuentas Andrew era de esos pocos varones que eran más altos que ella aun cuando se subiera a unos tacones.

Vamos.— Dijo Makoto cuando salió de la habitación

Espera.— Le pidió Andrew.— No has abierto tu regalo.

¿Puedo?— Preguntó sorprendida

Sí.

Makoto abrió aquella caja de regalo envuelta en papel de regalo color verde con moño color rosa pastel y en su rostro se reflejó la genuina felicidad cuando se encontró con un cuaderno de pasta dura la cual estaba forrada con cuero color verde obscuro y tenía flores doradas grabadas en relieve. Además eso no era todo, pues también dentro había un estuche de terciopelo, en el cual al abrirlo encontró un collar de oro blanco el cual tenía un dije en forma de rosa color rosa el cual estaba decorado con cristales austriacos color rosa.

¡Es hermoso!

Y el dije se parece a tus pendientes.— Dijo Andrew.—¿Te lo pongo?

Makoto asintió y de nuevo sintió mariposas revolotear en su estómago cuando las manos de él rozaron su cuello al ponerle el collar.

Así está mejor.

ÉPOCA ACTUAL

—¿Y qué pasó después?— Pregunto a mi padre

—Fuimos a comer a un restaurante de comida francesa. Estuvimos charlando hasta que cerraron el restaurante y después la lleve a su casa.

—¿Y eso fue todo?— Pregunto.

—Sí.— Me responde mi padre.

—Pensaba que ese día había sucedido algo especial.— Le digo.— Como que le pidieras ser tu novia.

El sonido de mi móvil interrumpe nuestra amena charla, y trato de disimular la emoción cuando en la pantalla veo que quien me está marcando es Aries, un atractivo chico dos años mayor que yo que conocí en la fiesta de cumpleaños de Alice. Es japonés pero tiene un año viviendo en Inglaterra ya que es estudiante de medicina en Cambridge University, y además ¡Es tan atractivo! Para ser japonés es muy alto pues calculó debe medir alrededor de 1.90, de piel clara que contrasta con su cabello negro como el ébano, una espalda sexy, pero lo que más me gusta, sus profunda mirada adornada por esos ojos de un peculiar color amatista que me vuelven loca.

—Papá. Me habla Alice. Voy a mi recamara

P.O.V. ANDREW

ÉPOCA ACTUAL

Si bien me vi obligado a contarle sobre su madre a mi hija y decidí regalarle el diario de ella para que a través de sus letras la conozca, hay evidentemente detalles que omitiré y páginas que arranqué del diario por ser cosas que es incomodo e impropio hablar con una hija, además de que son asuntos de pareja que aunque mi adorada Makoto ya no esté a mi lado sólo nos pertenecen a nosotros.

Por supuesto aquella noche en que ella estaba cumpliendo dieciocho años no todo terminó después de dejarla en su departamento. Sucedieron muchas cosas más que prefiero guardarme para mí.

18 años antes

Después de haber pasado dos horas en el restaurante de comida francesa al que habían acudido para celebrar el cumpleaños de Makoto, finalmente regresaron al departamento de ella. Ninguno tenía sueño, y no había prisa por ir a dormir pues al siguiente día era domingo y no tenían que ir a trabajar al Crown Center hasta entrada la tarde, así que después de que Makoto partiera el pastel se sirvieron un par de rebanadas y ella lo invitó a su recamara a ver películas, pues había movido la televisión para allá y le tenía la suficiente confianza a Andrew como para saber que no estaría pensando mal de ella por invitarlo a su dormitorio.

Estando en su habitación se sentaron en la cama recargados contra el respaldo de esta, buscaron una película que ver, y después apagaron la luz y Makoto encendió la lampara que estaba en la comoda de al lado, pues le gustaba ver la televisión con la luz apagada.

Ambos fingieron tener interés en la película que se estaba trasmitiendo, aunque en realidad era un pretexto para pasar tiempo juntos y rozarse "accidentalmente".

Hace frío.— Comentó Makoto, aunque estaba lejos de sentirlo pues tenía encendida la calefacción y una cobija sobre sus piernas que bien podría utilizar para cubrir el resto de su cuerpo si lo deseara.

Andrew pasó su brazo por encima de los hombros de ella, y entonces sus miradas se encontraron.

Tienes pastel en la cara.— Mintió él mientras acariciaba el rostro de ella.

¿Sí?— Preguntó ella traviesamente mientras jugueteaba con su cabello castaño.— ¿Y por qué hasta ahora me lo dices? Dime donde

Andrew sabía que en el pasado Makoto se había sentido atraída por él, y hasta hace poco dudaba de si ella aún sentía algo, pero entonces en sus orbes esmeralda miró aquel brillo que la delataba, y él, aunque no lo había planeado no sabía en que momento pero también había empezado a tener sentimientos por ella muy distintos de los que se tiene por una amiga. La dueña de sus pensamientos que durante años y hasta hace pocos meses había sido Reika, poco a poco había sido sustituida por Makoto. De pronto las llamadas de su novia al otro lado del mundo ya no le emocionaban. Había tratado de luchar contra esos sentimientos porque no quería romperle el corazón a Reika luego de cuatro años de relación y tampoco quería ilusionar a Makoto y después tener que romperle el corazón. Eso ya lo habían hecho dos hombres y ella no se lo merecía, pero el deseo le ganó a la razón y acercó su rostro al de ella, besando aquellos labios rosados que tanto había deseado besar por meses.

Andrew.— Susurró ella cuando se separaron por la falta de aire.

¿Te estoy incomodando?

No.

Ella le echó los brazos alrededor del cuello y de nuevo sus labios se encontraron en un beso que al principio tierno, se tornó apasionado, pues ella abrió sus boca invitándolo a ir más allá.

En ningún momento Andrew había tenido la intención de ir más allá de un beso, incluso se había arriesgado esperando que Makoto le soltara un fuerte bofetón por besarla sin permiso, pero la pasión con que respondía a sus besos y sus manos femeninas enredándose en su corto cabello decían otra cosa.

Mako. Tranquila o me va a costar mucho trabajo detenerme.— Le dijo mientras sus labios se deslizaban por el cuello de ella.

Y yo no quiero que te detengas.— Susurró ella

Comenzaron a besarse de nuevo con pasión desenfrenada. Las manos de él se metieron debajo del vestido de Mako, mientras que ella torpemente lo desvestía, y cuando ella menos lo pensaba, la ropa de ambos ya estaba en el piso quedando solamente con ropa interior.

Las manos de él recorrieron el cuerpo de ella, mientras sus labios se deslizaron por su cuello, su clavícula hasta llegar al nacimiento de los pechos de Makoto. Empezó a acariciárselos, disfrutando al ver como ella se arqueaba con los ojos cerrados, animándolo a seguir y comenzó a lamerle los pechos y la escuchó susurrar su nombre.

Sin dejar de saborear uno de sus pezones mientras con una mano acariciaba el otro, deslizó su otra mano por el vientre de Makoto hasta llegar a su entrepierna y empezó a acariciarla debajo de la diminuta braga negra, sintiendo su humedad, provocando que ella gimiera y se frotara lujuriosamente contra él.

Cuando Makoto menos lo esperaba, estaba completamente desnuda al igual que él, sintiendo el miembro viril de su amante rozando su sexo que clamaba por sentirlo dentro.

¿Estás lista?— Le preguntó él en un susurro.

Sí— Respondió Makoto mientras se frotaba lascivamente contra él.

Lentamente, Andrew la hizo suya, haciendo que para Makoto la punzada del dolor que provocaba perder la virginidad desapareciera tan pronto como había aparecido, haciéndola sentir amada.

Tú...eres... ¿Es tu primera vez?— Le preguntó Andrew al percatarse de lo que acababa de suceder

No te detengas.— Suplicó ella

Cuando él terminó de entrar, comenzó a moverse lentamente, hasta que poco a poco aumentó la velocidad

Sus besos se tornaron frenéticos mientras él la envestía una y otra vez. Makoto se aferró a su espalda marcándolo con sus uñas, hasta que sintió la deliciosa tensión explotando dentro de ella, provocando que se estremeciera y gimiera ante aquel delicioso placer que no había experimentado antes; y poco después sintió como él terminaba dentro de suyo.

Después de alcanzar el clímax, él se quedó dentro de ella, cuidando de no aplastarla con el peso de su cuerpo mientras se encontraba con sus hermosos ojos verdes.

Te amo.—Le susurró y la besó con ternura en los labios.

Minutos después él se recostó a su lado y la rodeó en un abrazo, hasta que sin darse cuenta se quedaron dormidos.

DIARIO DE MAKOTO

Querido Diario:

6 de diciembre de XXXX

Tú fuiste un hermoso regalo que me dio mi querido Andrew el día de ayer por mi cumpleaños porque sabe que amo coleccionar hermosas libretas donde apunto recetas; sin embargo, en vez de un recetario serás el confidente al que a partir de hoy le cuente mis alegrías y mis penas.

Mi nombre es Makoto Kino, estoy en el último año de la preparatoria y justo ayer que cumplí dieciocho años y pintaba para ser un día triste, se convirtió en el mejor cumpleaños de mi vida, pues Andrew se encargó de hacer que fuera un día especial, y además, olvidándome de mis deberes perdí mi virginidad con él.

¿Qué si estaba reservando mi virginidad para alguien especial o para el matrimonio? Para nada, e incluso creo que si no fuera por mis deberes como Sailor hace mucho la habría perdido, pero ayer, dejándome llevar por el deseo olvidé mi misión, mi destino ya trazado y me entregué a él pese a no tener autorización de Luna.

Te dejo. Andrew acaba de despertar.

Aquí traigo un capítulo más. Gracias a quienes pasen a leer.

Saludos a quienes pasen por aquí y recuerden, pueden dejar review o tomatazos. No muerdo