- Oh, Sasuke, lo siento mucho –murmuró Sakura -. Debe de echarlo de menos. ¿Itachi era mayor o menor que usted?

- Menor.

- ¿Hace mucho que murió?

- Unos meses - respondió Sasuke.

- Debe de haber sido duro para su familia - susurró la muchacha -. ¿Sus padres aún viven?

- Sí, pero el que peor tomó la muerte de Itachi fue mi padre. Abandonó todo.

- No entiendo - repuso Sakura.

- Mi padre solía tener una intensa actividad política. Lo consideraban el protector de los pobres, Sakura, y podía lograr que se tomaran medidas muy importantes para aliviar la carga de esos desdichados.

- ¿Cuáles, por ejemplo?

Sakura había aferrado la mano de Sasuke, y la sujetaba contra su propia cintura, y el hombre creyó que lo hacía sin darse cuenta. supuso que era un gesto instintivo para consolarlo, y comprendió que no le desagradaban la caricia ni lo que inspiraba la muchacha.

- Estaba contándome cómo su padre ayudaba a los pobres - le recordó.

- Sí - repuso Sasuke-. Por ejemplo, fue el responsable de que no se aumentaran los impuestos.

- ¿Y dejó de ocuparse de asuntos tan importantes?

- Lo dejó todo: política, familia, amigos, los clubes. Ahora, ni siquiera lee los periódicos. Lo único que hace es encerrarse en el estudio para cavilar sobre la pérdida. Cuando Pagan haya sido castigado, creo que mi padre podrá... ¡diablos, no lo sé! Es un hombre derrotado.

- ¿Es usted como su padre? ¿También protege a los pobres? Creo que debe de ser protector por naturaleza.

- ¿Por qué lo dices?

Desde luego, Sakura no podía decirle que había leído su archivo.

- Por el modo en que me tomó bajo su ala – respondió -. y pienso que es usted capaz de ofrecerle ayuda a cualquier persona indefensa. Claro que, cuando nos conocimos, yo no era pobre.

- ¿Ya empiezas otra vez con eso de las monedas de plata?

Pero Sakura supo que no estaba irritado con ella, pues le sonreía.

- No, no empezaré otra vez, sea lo que fuere lo que eso significa. Sólo se lo recordaba. Entonces usted es como su padre, ¿verdad?

- Es posible que compartamos esa característica.

- Sin embargo, su padre se retiró del mundo, y usted, en cambio, de inmediato buscó venganza. Tuvo reacciones por completo opuestas, ¿no es así?

- Sí.

- Entiendo por qué su padre se dio por vencido.

- ¿En serio?

- Sasuke, los padres no tendrían que perder a los hijos.

- No - admitió Sasuke -. Tendrían que morir antes.

- Tras una vida larga y feliz, por supuesto - agregó la joven. Parecía tan sincera, que Sasuke no quiso discutírselo.

- Por supuesto.

- ¿Está absolutamente seguro de que fue Pagan el que mató a Itachi?

- Sí lo sé de buena fuente.

- ¿Cómo?

- ¿Cómo qué?

- ¿Cómo lo mató Pagan?

- Sakura, por el amor de Dios - murmuró el hombre -. No quiero hablar de esto. Ya te dije más de lo que pensaba contarte.

- Lamento haberlo acongojado - dijo la muchacha, apartándose de él y mirándolo a los ojos.

Al ver la expresión afligida de Sakura, Sasuke se sintió culpable por haberle hablado con tanta acritud.

- A Itachi lo mataron en el mar.

- Pero hubo alguien lo bastante considerado para traerlo a la patria, para que lo sepultaran.

- No.

- ¿No? Entonces ¿cómo sabe que en verdad está muerto? Podrían haberlo abandonado en una isla desierta, o quizá...

- Enviaron una prueba.

- ¿Qué prueba? ¿Quién la envió?

Sasuke no comprendía el interés de Sakura en el tema y decidió dar por terminada la conversación.

- El Departamento de Guerra envió la prueba. Y ahora ¿dejarás de interrogarme?

- Sí, claro - murmuró la muchacha -. Le ruego que me perdone por meterme en un asunto tan personal.

Bostezó y luego se disculpó por una acción tan poco digna de una dama.

- Sasuke, no podemos quedarnos aquí durante mucho tiempo. Temo que pongamos en peligro a sus amigos.

- Estoy de acuerdo - respondió el hombre -. - Nos quedaremos sólo una noche.

Con la vista fija en el fuego, trazó sus planes. Sakura se acurrucó contra él y se quedó dormida. Sasuke se dijo que agradecía tan bendito silencio, pero resistió las ganas de ir a la cama, porque le gustaba tanto tener abrazada a esa mujer que se sentía incapaz de moverse. Le besó la frente porque sí, y luego volvió a besarla. Sólo cuando el fuego quedó convertido en un rescoldo y en la habitación se coló una corriente de aire frío, Sasuke al fin se levantó. La mujer se despertó sobresaltada, se puso en pie de un salto, tan desorientada que comenzó a caminar en dirección equivocada. Si Sasuke no la hubiese detenido, habría ido directamente hacia el fuego. Intentó alzarla en brazos, pero Sakura le apartó las manos. Suspirando, Sasuke le rodeó los hombros con un brazo y la guió escaleras arriba. Intentó no pensar en lo adorable que estaba, con el cabello casi seco, que había recobrado esos rizos encantadores. También evitó pensar en que sólo estaba cubierta por un delgado camisón y una bata. Abrió la puerta del dormitorio para que Sakura entrara, y se volvió hacia el propio.

- Sasuke - lo llamó Sakura, con voz adormilada -. No me abandonará, ¿verdad?

Se volvió para enfrentarla. La pregunta era ofensiva, pero la expresión temerosa de los ojos de la muchacha suavizó el primer impulso.

- No, no te dejaré.

Sakura hizo un gesto de asentimiento y estaba a punto de decir algo más, pero, de pronto, cerró la puerta de la habitación en la cara de Sasuke.

Temari había preparado el dormitorio contiguo para Sasuke, las mantas de la enorme cama estaban apartadas y en el hogar ardía un buen fuego. Aunque la cama era tentadora, el sueño eludía a Sasuke. Se removió y dio vueltas en la enorme cama casi una hora, maldiciéndose por su falta de disciplina. Por más que se esforzara, no podía apartar de su mente a la hechicera de cabello rojo y ojos verdes.

No comprendía por qué reaccionaba así ante ella. ¡La deseaba con tal intensidad que lo hacía arder! «Eso no tiene sentido -pensó-. Siempre me desagradaron las damiselas de mal carácter, ilógicas, y que lloran con sólo ver un entrecejo fruncido, ¿no es cierto?»

En ese momento, estaba demasiado agotado para pensar con lucidez. Tampoco estaba acostumbrado a reprimirse. Sasuke era un hombre que tomaba lo que quería, cuando lo deseaba. Pero en los últimos años se había ablandado, pues ya no tenía que molestarse en la persecución. Las mujeres siempre lo perseguían a él. Se entregaban por propia voluntad. Sasuke tomaba lo que cada una de ellas le ofrecía, sin un ápice de remordimientos. Siempre era honesto con las mujeres, y nunca, jamás, pasaba una noche entera con ninguna de ellas, pues sabía que la mañana traería consigo falsas esperanzas y exigencias tontas.

Sí, deseaba a Sakura. ¡Señor, eso no tenía sentido! En ese instante, se oyó un estornudo de Sakura, y Sasuke saltó de inmediato de la cama. Se puso los pantalones, aunque no se los abrochó. Ya tenía un pretexto para entrar en el dormitorio de la muchacha. «Quizá necesite otra manta - se dijo -. La noche está fresca. También existe la posibilidad de que se haya propagado el fuego, pues la luz que sale por debajo de la puerta es señal de que se durmió con las velas encendidas.»

No estaba preparado para el espectáculo que vio. Sakura dormía boca abajo. La gloriosa melena estaba esparcida como un manto sobre su espalda. Tenía el rostro vuelto hacia él, los ojos cerrados, y por la respiración, honda y regular, supo que estaba profundamente dormida. La hechicera estaba por completo desnuda: se había quitado el camisón y lo había dejado sobre la silla, junto a la cama. También había apartado con los pies las mantas de la cama. «Si le gusta dormir desnuda, como a mí, es obvio que esta damita tiene una veta muy sensual.»

Le pareció una diosa dorada. Tenía piernas largas y bien formadas. De pronto, Sasuke imaginó esas piernas sedosas rodeándolo, y casi soltó un gemido, para cuando se acercó al costado de la cama, tenía una erección completa y dolorosa. En ese momento, vio la larga y fina cicatriz que cruzaba la espalda de la muchacha. De inmediato, Sasuke reconoció la marca, pues él tenía una parecida en la parte trasera del muslo. Sólo había un instrumento capaz de infligir una herida de bordes tan irregulares: era un látigo.

Alguien le había propinado latigazos. Sasuke se sintió atónito y furioso al mismo tiempo. A juzgar por los bordes esfumados, esa cicatriz tenía una antigüedad no menor de cinco años, cuando menos, y eso hacía que la atrocidad fuese más repugnante aún. Cuando recibió un maltrato tan espantoso, Sakura debió de haber sido una niña.

De súbito, quiso despertarla y exigirle el nombre del canalla que le había hecho semejante cosa.

Sakura comenzó a gemir en sueños. Por el modo inquieto en que se movía, Sasuke supuso que se debatía en medio de una pesadilla. Volvió a estornudar, y sollozó otra vez. Con un suspiro de profunda frustración, Sasuke atrapó el camisón y se volvió hacia ese ángel al que, como un tonto, había prometido proteger. Intentó considerar el lado cómico de la situación: por primera vez en la vida, le pondría el camisón a una mujer.

Sasuke acababa de inclinarse sobre ella cuando vio el relámpago de acero con el rabillo del ojo y reaccionó por instinto. Bloqueó el ataque con un vigoroso movimiento del brazo izquierdo. Sakura ya estaba deteniéndose cuando el brazo de Sasuke chocó con su muñeca. El arma atravesó volando la habitación y aterrizó con estrépito sobre la base de la chimenea.

La muchacha se había convertido en un diablo. Apoyada sobre las rodillas, lo enfrentaba, con la respiración agitada y evidentemente furiosa, por la expresión sombría del rostro.

- ¡Nunca más se acerque sigilosamente a mí! - le gritó -. ¡Por Dios, hombre, podría haberlo matado!

Sasuke estaba tan furioso como ella.

- ¡No te atrevas a blandir ese cuchillo contra mí! – rugió

-. ¡Si lo haces, mujer, por Dios que te mataré!

Al parecer, Sakura no se sintió en absoluto intimidada por la amenaza y Sasuke comprendió que no debía de entender el peligro pues, de lo contrario se habría mostrado un poco asustada. Tampoco parecía darse cuenta de que estaba desnuda.

Pero Sasuke sí lo advertía. Los largos rizos oscuros sólo ocultaban a medias los pechos redondos y plenos, de pezones rosados y duros. El enfado de Sakura hacía alzar y bajar las costillas en un ritmo que, para Sasuke, resultaba hipnótico.

Se sintió un pilastre por notarlo, hasta que Sakura comenzó a provocarlo otra vez.

- Usted no me matará - afirmó la muchacha -. Ya hablamos de eso, ¿lo recuerda?

Sasuke la miró con expresión atónita.

- No sientes el menor temor hacia mí, ¿verdad?

Sakura sacudió la cabeza y los rizos se agitaron con gracia sobre sus hombros.

- ¿Por qué tendría que temerle? – preguntó -. Usted es mi protector, señor.

La irritación que se traslucía en la voz de Sakura fue demasiado para el hombre. Sasuke le aferró las manos y la empujó con rudeza hacia el colchón, siguiendo el movimiento con su propio cuerpo, y colocando una rodilla entre los muslos de Sakura, para que no pudiese golpearlo y causarle verdadero daño. No correría el riesgo de que pudiese transformarlo en un eunuco si le daba ocasión.

- Creo que es hora de que comprendas algunas reglas básicas - dijo Sasuke, entre dientes. Cuando el pecho desnudo del hombre le rozó los pechos, Sakura ahogó una exclamación, y Sasuke supo que, por fin, había comprendido que estaba desnuda.

- Exacto - dijo, con un gemido sordo. «¡Es tan endemoniadamente suave...! - se dijo -. Me gustaría hundir la cara en el hueco de su cuello y hacerle el amor de un modo lento y dulce. Será mía – se prometió -, pero cuando esté caliente, y me lo ruegue, y no como ahora, que murmura obscenidades en mi oído.»

- ¡En nombre de Dios! ¿Dónde aprendiste semejantes blasfemias! - le preguntó, cuando con los términos más asombrosos, lo amenazó liquidarlo.

- ¡De ti! - mintió la joven -. ¡Sal de encima de mí... engendro del infierno!

Aunque parecía llena de coraje, en su voz vibraba un matiz de temor, y Sasuke reaccionó de mediato a él. Con gran fuerza de voluntad, apartó lentamente de ella. Tenía la mandíbula apretada y una fina película de sudor le cubría frente. Cuando se movió, los pezones de la muchacha le rozaron el pecho, y Sasuke lanzó un gemido sordo. Aunque el resto de su persona no lo estuviese: los pechos de Sakura estaban listos para él. Para que los tomara en la boca, los besara, los succionara para que...

- Sasuke.

El aludido se apoyó sobre los codos para ver la expresión de la muchacha, y al instante se arrepintió, pues el entrecejo fruncido de Sakura comenzaba a enfurecerlo otra vez.

Sakura se sentía invadida por emociones en conflicto, pues sabía que debía sentirse encolerizada pero la verdad era lo contrario. El vello oscuro de pecho de Sasuke, tan rizado y cálido, le cosquilleó los pechos y los hizo reaccionar. Sasuke era tibio excitante. «Y duro», agregó para sus adentros. El bulto de los músculos del antebrazo le hizo contener el aliento, pero supo que no tenía que permitir que Sasuke advirtiese cuánto la afectaba. «Furia - se recordó -. Tengo que parecer furiosa y también asustada.»

- ¿Es así como piensas protegerme? - preguntó, dejando traslucir la proporción justa de temor en la voz.

- No, no es así como pienso protegerte - respondió Sasuke con voz ronca.

- Sasuke.

- ¿Qué?

- Tengo la impresión de que quieres besarme. ¿Es así?

- Sí, así es.

Sakura comenzó a mover la cabeza, pero el hombre la detuvo sujetándole el rostro con las manos y obligándola a quedarse quieta.

- Pero no te gusto demasiado - dijo Sakura, en un susurro quedo -. ¿Recuerdas que lo dijiste? ¿Acaso cambiaste de opinión?

Sasuke no pudo evitar una sonrisa al ver el semblante perturbado de Sakura.

- No - respondió, sólo para exasperarla.

- Entonces ¿por qué quieres besarme?

- No puedo explicarlo. Tal vez porque estás desnuda, y siento la suavidad de tu piel debajo de mí. Quizá...

- Bueno, pero una sola vez.

No entendió lo que quiso decir, pero el sonrojo que le cubría las mejillas fue la señal de su vergüenza.

- Sólo una vez, ¿qué cosa, Sakura?

- Puedes besarme, Sasuke – aclaró -. Pero sólo una vez. Después tendrás que salir de mi habitación.

- Sakura, ¿quieres que te bese?

La voz de Sasuke fue tan tierna que Sakura sintió como si la hubiese acariciado. Le contempló la boca, preguntándose cómo sería que la besara como debía de ser. ¿Acaso la boca sería tan dura como el resto de su persona?

La curiosidad pudo más que la precaución.

- Sí – susurró -. Quiero que me beses, Sasuke

Fue un beso de absoluta posesión. La boca de Sasuke era dura y exigente. La lengua penetró en la boca de Sakura y se frotó contra la lengua de la muchacha. Y, aunque Sakura no tenía idea de que los hombres y las mujeres podían besarse así, le gustó mucho la caricia de la lengua de Sasuke: era muy excitante. Cuando la lengua de Sakura imitó con timidez la audaz acción de la del hombre, este suavizó el beso. El modo en que Sasuke empleaba la lengua en ese ritual erótico de acoplamiento era vergonzoso, pero a Sakura no le importó. Sentía la dura erección en el vértice de sus propios muslos. Cada vez que la lengua se deslizaba en la boca de Sakura, Sasuke la apretaba contra ella. En el vientre de la muchacha comenzó a arder una oleada de calor. No podía dejar de tocarlo. La boca de Sasuke la enloquecía. Esa lengua se deslizaba adentro y afuera, una y otra vez, hasta que Sakura se estremecía de avidez. Sasuke había enroscado el cabello de la mujer en torno del puño, pero eso era innecesario, pues Sakura estaba pegada al hombre. Era el momento de detenerse. Sasuke supo que estaba por perder todo su control. Sakura trató de atraerlo otra vez clavándole las uñas en los hombros, pero Sasuke resistió la invitación sin palabras. La miró a los ojos largo rato y lo que vio le gustó tanto que no trató de ocultar una sonrisa de satisfacción masculina.

- Sabes a azúcar y miel.

- ¿Sí?

El hombre rozó una vez más la boca de la muchacha con la suya.

- Y también a coñac.

Inquieta, Sakura se removió contra él.

- No alces las caderas así - le ordenó, con las mandíbulas apretadas para resistir la inocente provocación.

- Sasuke

- ¿Qué?

- Sólo una vez más – murmuró -, ¿Estás de acuerdo?

Sasuke comprendió: le daba permiso para besarla por segunda vez, y no pudo resistirse. Volvió a besarla, con un beso húmedo, penetrándola con la lengua, y cuando la miró otra vez, quedó complacido. Sakura parecía embelesada, y el hombre supo que él lo había provocado. La pasión que había dentro de la mujer se igualaba con la del propio Sasuke.

- Sasuke.

- Basta, Sakura - gruñó.

- ¿No te ha gustado? - preguntó, con evidente aflicción en la mirada.

- Me ha gustado mucho.

- ¿Y por qué?

Las manos de Sakura acariciaban los hombros de Sasuke, y era un tormento mantener el control.

- Sakura, si te beso otra vez, no puedo prometer que logre detenerme. ¿Estás dispuesta a correr el riesgo?

Antes de que pudiese responderle, se apartó de ella.

- No fue justo preguntar una cosa así, teniendo en cuenta tu estado.

La pasión comenzó a dar paso a la lucidez en la mente de Sakura.

- ¿A qué te refieres?

Sasuke lanzó un profundo suspiro.

- Sakura, creo que, llegado el momento, te haré el amor – murmuró -. Pero, antes de que la pasión te nuble la mente, tú tomarás la decisión.

Cuando Sakura comenzó a forcejear, el semblante de Sasuke se oscureció, pues el movimiento le recordó esos pechos suaves que esperaban su caricia y dijo entre dientes:

- Si no dejas de removerte así contra mí, te juro que sucederá ahora mismo. No estoy hecho de acero, cariño.

Sakura se quedó inmóvil.

Aunque no tenía deseos de dejarla, el mismo Sasuke la ayudó a ponerse el camisón. Y, si bien Sakura le prometió que no intentaría blandirla otra vez contra él, se negó a que tomara otra vez la daga.

- Estaba dormida – explicó -. y tú te deslizaste hacia mí como un ladrón. Tenía que protegerme.

Sasuke le tomó la mano y la arrastró hacia su propio dormitorio.

- Tenías una pesadilla, ¿no es así?

- Quizás. Ahora no lo recuerdo. ¿Por qué me tironeas?

- Dormirás conmigo, y así no tendrás que preocuparte de que alguien te sorprenda.

- Salimos del barco y caemos en el océano, ¿verdad? - preguntó Sakura -. En realidad, creo que estoy más segura sola, gracias.

- ¿Acaso no puedes estar segura de no ponerme las manos encima? - preguntó el hombre.

- Es cierto - admitió la joven, con un exagerado suspiro - . Pero tendré que contenerme pues, de lo contrario, me enviarán a galeras. En este país todavía se mira mal a los asesinos, ¿verdad?

Sasuke rió.

- Cuando te toque, no pensarás en asesinarme - predijo. Sakura lanzó una exclamación frustrada.

- En realidad, no lo harás. Un protector no puede pecar con la persona que protege.

- ¿Y qué me dices de ti? ¿Tú pecarías con tu protector? Se volvió, mientras esperaba la respuesta.

- No lo sé – confesó -. Sasuke, me pareces muy atractivo, pero, como nunca me acosté con un hombre, no sé si me gustas hasta ese punto. Aun así, esa atracción está convirtiéndose en una distracción. No lo harás en absoluto, señor. Mañana tendré que conseguir a alguien menos atractivo para que me proteja. Trató de apartarse, pero Sasuke la atrapó antes de que hubiese retrocedido hacia su propia cama. En un solo movimiento, la cargó sobre el hombro y la llevó a través de la puerta que comunicaba ambos cuartos.

- ¿Cómo te atreves a tratarme así? No soy un saco de harina. ¡Bájame de inmediato, canalla libertino!

- ¿Canalla libertino? ¡Para ser una dama, tienes un vocabulario bastante pintoresco!

La dejó caer en el centro de la cama. Como esperaba que Sakura saltara de inmediato e intentase escapar, le resultó una grata sorpresa ver que comenzaba a acomodar las mantas alrededor de sí. Tras acurrucarse en el extremo de la cama, mulló la almohada de plumas y arrojó el cabello sobre el hombro.

El atrayente resplandor de esos rizos rojos contra el blanco níveo del camisón le parecía de una increíble belleza. La mujer que acababa de llamarle canalla ahora parecía un ángel. El suspiro de Sasuke apagó las velas.

- Soy una dama - musitó Sakura, mientras Sasuke se acomodaba junto a ella -. Pero tú me exasperaste, Sasuke, y por eso mi...

- ¿Pintoresco vocabulario? - preguntó él, al ver que Sakura no terminaba la idea.

- Sí - respondió, para agregar en tono asustado -: ¿Tengo que disculparme? Sasuke contuvo la risa.

- Me temo que no serías sincera.

Rodó de costado e intentó abrazarla, pero Sakura lo rechazó. Entonces, se acostó de espaldas y perdió la mirada en la oscuridad, encima de él, mientras pensaba en el cuerpo tibio que estaba junto a él. Sin duda, era la mujer más insólita que había conocido: un momento lo hacía reír, y al siguiente, lo hacía gritar. No podía comprender sus reacciones hacia ella, pues no se entendía a sí mismo. Pero una cosa era segura para él: sabía que ella lo deseaba, pues el beso se lo había demostrado.

- Sakura.

La voz ronca hizo estremecer a la muchacha.

- ¿Qué?

- Es muy extraño, ¿no crees?

- ¿Qué cosa?

Sasuke percibió la sonrisa en el tono de Sakura.

- Que tú y yo compartamos la cama, sin tocarnos. Te sientes cómoda conmigo, ¿no?

- Sí. Sasuke.

- ¿Qué?

- Hacer el amor, ¿duele?

- No - respondió el hombre -. Duele cuando quieres y no puedes.

- Oh. Entonces, no debo de desearlo mucho, Sasuke, porque no me duele nada.

Esa afirmación la hizo en un tono alegre, que exasperó al hombre.

-Sakura.

- ¿Qué?

- Duérmete.

Sintió que Sasuke se volvía hacia ella, y se puso tensa, anticipando otro beso. Pero aguardó un rato hasta que supo que ya no habría más besos: sufrió una terrible desilusión. Sasuke se apoyó en un codo y la contempló. Sakura compuso una expresión serena, por las dudas de que él tuviese ojos de gato y pudiera ver en la oscuridad.

- Sakura, ¿de dónde salió esa marca en la espalda? ¿De un latigazo?

Sakura rodó de costado y resistió el deseo de acurrucarse contra la tibieza de Sasuke.

- Respóndeme.

- ¿Cómo sabes que fue un latigazo?

- Porque yo también tengo una marca idéntica en la parte de atrás del muslo.

- ¿En serio? ¿Cómo te la hiciste?

- ¿Acaso responderás a todas mis preguntas con las tuyas?

- A Sócrates le fue bien con ese método.

- Dime cómo te hicieron eso - insistió Sasuke.

- Es un asunto personal - afirmó Sakura -. Sasuke, ya casi amanece, y tuve un día bastante agotador.

- De acuerdo - concedió el hombre -. Mañana por la mañana me contarás lo de esa cuestión personal.

Antes de que pudiese alejarlo, le rodeó la cintura con un brazo y la apretó contra él, apoyando la barbilla sobre la coronilla de la joven. La unión de los muslos duros de Sasuke se acurrucaba contra el trasero de la muchacha.

- ¿Estás bien abrigada? - preguntó.

- Sí, ¿y tú?

- Oh, sí.

- Te comportarás bien, ¿verdad? - lo incitó.

- Puede ser –repuso -. Sakura - dijo, ahora en tono más serio.

- ¿Qué?

- Jamás haré algo que tú no quieras que haga.

- Pero ¿y si crees que yo quiero... pero en realidad yo...?

- No te tocaré, a menos que tú lo apruebes de todo corazón, lo prometo.

Para Sakura, fue la promesa más hermosa que le habían hecho jamás. Parecía sincero, y la muchacha sabía que hablaba en serio.

- Sasuke, ¿sabes lo que acabo de descubrir? En verdad, eres un caballero honorable.

Abrazado a la muchacha, Sasuke ya se había quedado dormido, y Sakura decidió imitarlo. Rodó en brazos del hombre, le rodeó la cintura con los brazos, y se quedó dormida sin demoras. Menos de una hora después, Sasuke despertó oyendo los gritos de Sakura en sueños. La joven murmuraba algo que el hombre no pudo descifrar, luego lanzó un grito de terror. La sacudió para despertarla. Al apartarle el cabello de la cara, sintió que tenía las mejillas húmedas: había estado llorando en sueños.

- Cariño, tuviste una pesadilla. Ya pasó –la calmó -. Conmigo estás a salvo.

Le frotó los hombros y la espalda, hasta que la tensión se disipó.

- ¿Qué era lo que estabas soñando? – le preguntó, cuando la respiración de Sakura se normalizó.

- Con tiburones.

La frase fue un susurro colmado de angustia.

- ¿Tiburones? - repitió Sasuke, sin saber si había oído bien.

Sakura acomodó la cabeza bajo la barbilla del hombre.

- Estoy muy cansada – murmuró -. Ya no recuerdo el mal sueño. Abrázame, Sasuke. Quiero volver a dormirme. Todavía le temblaba la voz. Sasuke supo que estaba mintiendo: recordaba perfectamente la pesadilla, pero él no insistiría para que se la contara. Le besó la coronilla y procedió a cumplir la petición de abrazarla.

En cuanto se quedó dormido, Sakura lo percibió.

Lentamente se apartó de él y se alejó hacia el otro extremo de la cama. Dentro del pecho, el corazón le golpeaba. Sasuke creyó que había tenido una pesadilla. ¿Acaso revivir un hecho real era lo mismo? ¿Podría alguna vez olvidar ese horror?

«Que Dios me ayude – pensó -. ¿Podré otra vez meterme voluntariamente en el agua?»

Tuvo ganas de llorar, y necesitó toda su fuerza de voluntad para no ceder al anhelo de abrazarse a Sasuke. Era un hombre en el que resultaba fácil confiar. Podía habituarse a depender de él, lo sabía. Sí, era la clase de hombre del que se podía depender, pero también podía destrozar el corazón de Sakura.

Su propia reacción hacia él la confundía, pero en el fondo del corazón confiaba por completo en él. ¿Por qué el hermano de Sakura no confiaba en Sasuke?

- Oh, Sasuke, lo siento mucho –murmuró Sakura -. Debe de echarlo de menos. ¿Itachi era mayor o menor que usted?

- Menor.

- ¿Hace mucho que murió?

- Unos meses - respondió Sasuke.

- Debe de haber sido duro para su familia - susurró la muchacha -. ¿Sus padres aún viven?

- Sí, pero el que peor tomó la muerte de Itachi fue mi padre. Abandonó todo.

- No entiendo - repuso Sakura.

- Mi padre solía tener una intensa actividad política. Lo consideraban el protector de los pobres, Sakura, y podía lograr que se tomaran medidas muy importantes para aliviar la carga de esos desdichados.

- ¿Cuáles, por ejemplo?

Sakura había aferrado la mano de Sasuke, y la sujetaba contra su propia cintura, y el hombre creyó que lo hacía sin darse cuenta. supuso que era un gesto instintivo para consolarlo, y comprendió que no le desagradaban la caricia ni lo que inspiraba la muchacha.

- Estaba contándome cómo su padre ayudaba a los pobres - le recordó.

- Sí - repuso Sasuke-. Por ejemplo, fue el responsable de que no se aumentaran los impuestos.

- ¿Y dejó de ocuparse de asuntos tan importantes?

- Lo dejó todo: política, familia, amigos, los clubes. Ahora, ni siquiera lee los periódicos. Lo único que hace es encerrarse en el estudio para cavilar sobre la pérdida. Cuando Pagan haya sido castigado, creo que mi padre podrá... ¡diablos, no lo sé! Es un hombre derrotado.

- ¿Es usted como su padre? ¿También protege a los pobres? Creo que debe de ser protector por naturaleza.

- ¿Por qué lo dices?

Desde luego, Sakura no podía decirle que había leído su archivo.

- Por el modo en que me tomó bajo su ala – respondió -. y pienso que es usted capaz de ofrecerle ayuda a cualquier persona indefensa. Claro que, cuando nos conocimos, yo no era pobre.

- ¿Ya empiezas otra vez con eso de las monedas de plata?

Pero Sakura supo que no estaba irritado con ella, pues le sonreía.

- No, no empezaré otra vez, sea lo que fuere lo que eso significa. Sólo se lo recordaba. Entonces usted es como su padre, ¿verdad?

- Es posible que compartamos esa característica.

- Sin embargo, su padre se retiró del mundo, y usted, en cambio, de inmediato buscó venganza. Tuvo reacciones por completo opuestas, ¿no es así?

- Sí.

- Entiendo por qué su padre se dio por vencido.

- ¿En serio?

- Sasuke, los padres no tendrían que perder a los hijos.

- No - admitió Sasuke -. Tendrían que morir antes.

- Tras una vida larga y feliz, por supuesto - agregó la joven. Parecía tan sincera, que Sasuke no quiso discutírselo.

- Por supuesto.

- ¿Está absolutamente seguro de que fue Pagan el que mató a Itachi?

- Sí lo sé de buena fuente.

- ¿Cómo?

- ¿Cómo qué?

- ¿Cómo lo mató Pagan?

- Sakura, por el amor de Dios - murmuró el hombre -. No quiero hablar de esto. Ya te dije más de lo que pensaba contarte.

- Lamento haberlo acongojado - dijo la muchacha, apartándose de él y mirándolo a los ojos.

Al ver la expresión afligida de Sakura, Sasuke se sintió culpable por haberle hablado con tanta acritud.

- A Itachi lo mataron en el mar.

- Pero hubo alguien lo bastante considerado para traerlo a la patria, para que lo sepultaran.

- No.

- ¿No? Entonces ¿cómo sabe que en verdad está muerto? Podrían haberlo abandonado en una isla desierta, o quizá...

- Enviaron una prueba.

- ¿Qué prueba? ¿Quién la envió?

Sasuke no comprendía el interés de Sakura en el tema y decidió dar por terminada la conversación.

- El Departamento de Guerra envió la prueba. Y ahora ¿dejarás de interrogarme?

- Sí, claro - murmuró la muchacha -. Le ruego que me perdone por meterme en un asunto tan personal.

Bostezó y luego se disculpó por una acción tan poco digna de una dama.

- Sasuke, no podemos quedarnos aquí durante mucho tiempo. Temo que pongamos en peligro a sus amigos.

- Estoy de acuerdo - respondió el hombre -. - Nos quedaremos sólo una noche.

Con la vista fija en el fuego, trazó sus planes. Sakura se acurrucó contra él y se quedó dormida. Sasuke se dijo que agradecía tan bendito silencio, pero resistió las ganas de ir a la cama, porque le gustaba tanto tener abrazada a esa mujer que se sentía incapaz de moverse. Le besó la frente porque sí, y luego volvió a besarla. Sólo cuando el fuego quedó convertido en un rescoldo y en la habitación se coló una corriente de aire frío, Sasuke al fin se levantó. La mujer se despertó sobresaltada, se puso en pie de un salto, tan desorientada que comenzó a caminar en dirección equivocada. Si Sasuke no la hubiese detenido, habría ido directamente hacia el fuego. Intentó alzarla en brazos, pero Sakura le apartó las manos. Suspirando, Sasuke le rodeó los hombros con un brazo y la guió escaleras arriba. Intentó no pensar en lo adorable que estaba, con el cabello casi seco, que había recobrado esos rizos encantadores. También evitó pensar en que sólo estaba cubierta por un delgado camisón y una bata. Abrió la puerta del dormitorio para que Sakura entrara, y se volvió hacia el propio.

- Sasuke - lo llamó Sakura, con voz adormilada -. No me abandonará, ¿verdad?

Se volvió para enfrentarla. La pregunta era ofensiva, pero la expresión temerosa de los ojos de la muchacha suavizó el primer impulso.

- No, no te dejaré.

Sakura hizo un gesto de asentimiento y estaba a punto de decir algo más, pero, de pronto, cerró la puerta de la habitación en la cara de Sasuke.

Temari había preparado el dormitorio contiguo para Sasuke, las mantas de la enorme cama estaban apartadas y en el hogar ardía un buen fuego. Aunque la cama era tentadora, el sueño eludía a Sasuke. Se removió y dio vueltas en la enorme cama casi una hora, maldiciéndose por su falta de disciplina. Por más que se esforzara, no podía apartar de su mente a la hechicera de cabello rojo y ojos verdes.

No comprendía por qué reaccionaba así ante ella. ¡La deseaba con tal intensidad que lo hacía arder! «Eso no tiene sentido -pensó-. Siempre me desagradaron las damiselas de mal carácter, ilógicas, y que lloran con sólo ver un entrecejo fruncido, ¿no es cierto?»

En ese momento, estaba demasiado agotado para pensar con lucidez. Tampoco estaba acostumbrado a reprimirse. Sasuke era un hombre que tomaba lo que quería, cuando lo deseaba. Pero en los últimos años se había ablandado, pues ya no tenía que molestarse en la persecución. Las mujeres siempre lo perseguían a él. Se entregaban por propia voluntad. Sasuke tomaba lo que cada una de ellas le ofrecía, sin un ápice de remordimientos. Siempre era honesto con las mujeres, y nunca, jamás, pasaba una noche entera con ninguna de ellas, pues sabía que la mañana traería consigo falsas esperanzas y exigencias tontas.

Sí, deseaba a Sakura. ¡Señor, eso no tenía sentido! En ese instante, se oyó un estornudo de Sakura, y Sasuke saltó de inmediato de la cama. Se puso los pantalones, aunque no se los abrochó. Ya tenía un pretexto para entrar en el dormitorio de la muchacha. «Quizá necesite otra manta - se dijo -. La noche está fresca. También existe la posibilidad de que se haya propagado el fuego, pues la luz que sale por debajo de la puerta es señal de que se durmió con las velas encendidas.»

No estaba preparado para el espectáculo que vio. Sakura dormía boca abajo. La gloriosa melena estaba esparcida como un manto sobre su espalda. Tenía el rostro vuelto hacia él, los ojos cerrados, y por la respiración, honda y regular, supo que estaba profundamente dormida. La hechicera estaba por completo desnuda: se había quitado el camisón y lo había dejado sobre la silla, junto a la cama. También había apartado con los pies las mantas de la cama. «Si le gusta dormir desnuda, como a mí, es obvio que esta damita tiene una veta muy sensual.»

Le pareció una diosa dorada. Tenía piernas largas y bien formadas. De pronto, Sasuke imaginó esas piernas sedosas rodeándolo, y casi soltó un gemido, para cuando se acercó al costado de la cama, tenía una erección completa y dolorosa. En ese momento, vio la larga y fina cicatriz que cruzaba la espalda de la muchacha. De inmediato, Sasuke reconoció la marca, pues él tenía una parecida en la parte trasera del muslo. Sólo había un instrumento capaz de infligir una herida de bordes tan irregulares: era un látigo.

Alguien le había propinado latigazos. Sasuke se sintió atónito y furioso al mismo tiempo. A juzgar por los bordes esfumados, esa cicatriz tenía una antigüedad no menor de cinco años, cuando menos, y eso hacía que la atrocidad fuese más repugnante aún. Cuando recibió un maltrato tan espantoso, Sakura debió de haber sido una niña.

De súbito, quiso despertarla y exigirle el nombre del canalla que le había hecho semejante cosa.

Sakura comenzó a gemir en sueños. Por el modo inquieto en que se movía, Sasuke supuso que se debatía en medio de una pesadilla. Volvió a estornudar, y sollozó otra vez. Con un suspiro de profunda frustración, Sasuke atrapó el camisón y se volvió hacia ese ángel al que, como un tonto, había prometido proteger. Intentó considerar el lado cómico de la situación: por primera vez en la vida, le pondría el camisón a una mujer.

Sasuke acababa de inclinarse sobre ella cuando vio el relámpago de acero con el rabillo del ojo y reaccionó por instinto. Bloqueó el ataque con un vigoroso movimiento del brazo izquierdo. Sakura ya estaba deteniéndose cuando el brazo de Sasuke chocó con su muñeca. El arma atravesó volando la habitación y aterrizó con estrépito sobre la base de la chimenea.

La muchacha se había convertido en un diablo. Apoyada sobre las rodillas, lo enfrentaba, con la respiración agitada y evidentemente furiosa, por la expresión sombría del rostro.

- ¡Nunca más se acerque sigilosamente a mí! - le gritó -. ¡Por Dios, hombre, podría haberlo matado!

Sasuke estaba tan furioso como ella.

- ¡No te atrevas a blandir ese cuchillo contra mí! – rugió

-. ¡Si lo haces, mujer, por Dios que te mataré!

Al parecer, Sakura no se sintió en absoluto intimidada por la amenaza y Sasuke comprendió que no debía de entender el peligro pues, de lo contrario se habría mostrado un poco asustada. Tampoco parecía darse cuenta de que estaba desnuda.

Pero Sasuke sí lo advertía. Los largos rizos oscuros sólo ocultaban a medias los pechos redondos y plenos, de pezones rosados y duros. El enfado de Sakura hacía alzar y bajar las costillas en un ritmo que, para Sasuke, resultaba hipnótico.

Se sintió un pilastre por notarlo, hasta que Sakura comenzó a provocarlo otra vez.

- Usted no me matará - afirmó la muchacha -. Ya hablamos de eso, ¿lo recuerda?

Sasuke la miró con expresión atónita.

- No sientes el menor temor hacia mí, ¿verdad?

Sakura sacudió la cabeza y los rizos se agitaron con gracia sobre sus hombros.

- ¿Por qué tendría que temerle? – preguntó -. Usted es mi protector, señor.

La irritación que se traslucía en la voz de Sakura fue demasiado para el hombre. Sasuke le aferró las manos y la empujó con rudeza hacia el colchón, siguiendo el movimiento con su propio cuerpo, y colocando una rodilla entre los muslos de Sakura, para que no pudiese golpearlo y causarle verdadero daño. No correría el riesgo de que pudiese transformarlo en un eunuco si le daba ocasión.

- Creo que es hora de que comprendas algunas reglas básicas - dijo Sasuke, entre dientes. Cuando el pecho desnudo del hombre le rozó los pechos, Sakura ahogó una exclamación, y Sasuke supo que, por fin, había comprendido que estaba desnuda.

- Exacto - dijo, con un gemido sordo. «¡Es tan endemoniadamente suave...! - se dijo -. Me gustaría hundir la cara en el hueco de su cuello y hacerle el amor de un modo lento y dulce. Será mía – se prometió -, pero cuando esté caliente, y me lo ruegue, y no como ahora, que murmura obscenidades en mi oído.»

- ¡En nombre de Dios! ¿Dónde aprendiste semejantes blasfemias! - le preguntó, cuando con los términos más asombrosos, lo amenazó liquidarlo.

- ¡De ti! - mintió la joven -. ¡Sal de encima de mí... engendro del infierno!

Aunque parecía llena de coraje, en su voz vibraba un matiz de temor, y Sasuke reaccionó de mediato a él. Con gran fuerza de voluntad, apartó lentamente de ella. Tenía la mandíbula apretada y una fina película de sudor le cubría frente. Cuando se movió, los pezones de la muchacha le rozaron el pecho, y Sasuke lanzó un gemido sordo. Aunque el resto de su persona no lo estuviese: los pechos de Sakura estaban listos para él. Para que los tomara en la boca, los besara, los succionara para que...

- Sasuke.

El aludido se apoyó sobre los codos para ver la expresión de la muchacha, y al instante se arrepintió, pues el entrecejo fruncido de Sakura comenzaba a enfurecerlo otra vez.

Sakura se sentía invadida por emociones en conflicto, pues sabía que debía sentirse encolerizada pero la verdad era lo contrario. El vello oscuro de pecho de Sasuke, tan rizado y cálido, le cosquilleó los pechos y los hizo reaccionar. Sasuke era tibio excitante. «Y duro», agregó para sus adentros. El bulto de los músculos del antebrazo le hizo contener el aliento, pero supo que no tenía que permitir que Sasuke advirtiese cuánto la afectaba. «Furia - se recordó -. Tengo que parecer furiosa y también asustada.»

- ¿Es así como piensas protegerme? - preguntó, dejando traslucir la proporción justa de temor en la voz.

- No, no es así como pienso protegerte - respondió Sasuke con voz ronca.

- Sasuke.

- ¿Qué?

- Tengo la impresión de que quieres besarme. ¿Es así?

- Sí, así es.

Sakura comenzó a mover la cabeza, pero el hombre la detuvo sujetándole el rostro con las manos y obligándola a quedarse quieta.

- Pero no te gusto demasiado - dijo Sakura, en un susurro quedo -. ¿Recuerdas que lo dijiste? ¿Acaso cambiaste de opinión?

Sasuke no pudo evitar una sonrisa al ver el semblante perturbado de Sakura.

- No - respondió, sólo para exasperarla.

- Entonces ¿por qué quieres besarme?

- No puedo explicarlo. Tal vez porque estás desnuda, y siento la suavidad de tu piel debajo de mí. Quizá...

- Bueno, pero una sola vez.

No entendió lo que quiso decir, pero el sonrojo que le cubría las mejillas fue la señal de su vergüenza.

- Sólo una vez, ¿qué cosa, Sakura?

- Puedes besarme, Sasuke – aclaró -. Pero sólo una vez. Después tendrás que salir de mi habitación.

- Sakura, ¿quieres que te bese?

La voz de Sasuke fue tan tierna que Sakura sintió como si la hubiese acariciado. Le contempló la boca, preguntándose cómo sería que la besara como debía de ser. ¿Acaso la boca sería tan dura como el resto de su persona?

La curiosidad pudo más que la precaución.

- Sí – susurró -. Quiero que me beses, Sasuke

Fue un beso de absoluta posesión. La boca de Sasuke era dura y exigente. La lengua penetró en la boca de Sakura y se frotó contra la lengua de la muchacha. Y, aunque Sakura no tenía idea de que los hombres y las mujeres podían besarse así, le gustó mucho la caricia de la lengua de Sasuke: era muy excitante. Cuando la lengua de Sakura imitó con timidez la audaz acción de la del hombre, este suavizó el beso. El modo en que Sasuke empleaba la lengua en ese ritual erótico de acoplamiento era vergonzoso, pero a Sakura no le importó. Sentía la dura erección en el vértice de sus propios muslos. Cada vez que la lengua se deslizaba en la boca de Sakura, Sasuke la apretaba contra ella. En el vientre de la muchacha comenzó a arder una oleada de calor. No podía dejar de tocarlo. La boca de Sasuke la enloquecía. Esa lengua se deslizaba adentro y afuera, una y otra vez, hasta que Sakura se estremecía de avidez. Sasuke había enroscado el cabello de la mujer en torno del puño, pero eso era innecesario, pues Sakura estaba pegada al hombre. Era el momento de detenerse. Sasuke supo que estaba por perder todo su control. Sakura trató de atraerlo otra vez clavándole las uñas en los hombros, pero Sasuke resistió la invitación sin palabras. La miró a los ojos largo rato y lo que vio le gustó tanto que no trató de ocultar una sonrisa de satisfacción masculina.

- Sabes a azúcar y miel.

- ¿Sí?

El hombre rozó una vez más la boca de la muchacha con la suya.

- Y también a coñac.

Inquieta, Sakura se removió contra él.

- No alces las caderas así - le ordenó, con las mandíbulas apretadas para resistir la inocente provocación.

- Sasuke

- ¿Qué?

- Sólo una vez más – murmuró -, ¿Estás de acuerdo?

Sasuke comprendió: le daba permiso para besarla por segunda vez, y no pudo resistirse. Volvió a besarla, con un beso húmedo, penetrándola con la lengua, y cuando la miró otra vez, quedó complacido. Sakura parecía embelesada, y el hombre supo que él lo había provocado. La pasión que había dentro de la mujer se igualaba con la del propio Sasuke.

- Sasuke.

- Basta, Sakura - gruñó.

- ¿No te ha gustado? - preguntó, con evidente aflicción en la mirada.

- Me ha gustado mucho.

- ¿Y por qué?

Las manos de Sakura acariciaban los hombros de Sasuke, y era un tormento mantener el control.

- Sakura, si te beso otra vez, no puedo prometer que logre detenerme. ¿Estás dispuesta a correr el riesgo?

Antes de que pudiese responderle, se apartó de ella.

- No fue justo preguntar una cosa así, teniendo en cuenta tu estado.

La pasión comenzó a dar paso a la lucidez en la mente de Sakura.

- ¿A qué te refieres?

Sasuke lanzó un profundo suspiro.

- Sakura, creo que, llegado el momento, te haré el amor – murmuró -. Pero, antes de que la pasión te nuble la mente, tú tomarás la decisión.

Cuando Sakura comenzó a forcejear, el semblante de Sasuke se oscureció, pues el movimiento le recordó esos pechos suaves que esperaban su caricia y dijo entre dientes:

- Si no dejas de removerte así contra mí, te juro que sucederá ahora mismo. No estoy hecho de acero, cariño.

Sakura se quedó inmóvil.

Aunque no tenía deseos de dejarla, el mismo Sasuke la ayudó a ponerse el camisón. Y, si bien Sakura le prometió que no intentaría blandirla otra vez contra él, se negó a que tomara otra vez la daga.

- Estaba dormida – explicó -. y tú te deslizaste hacia mí como un ladrón. Tenía que protegerme.

Sasuke le tomó la mano y la arrastró hacia su propio dormitorio.

- Tenías una pesadilla, ¿no es así?

- Quizás. Ahora no lo recuerdo. ¿Por qué me tironeas?

- Dormirás conmigo, y así no tendrás que preocuparte de que alguien te sorprenda.

- Salimos del barco y caemos en el océano, ¿verdad? - preguntó Sakura -. En realidad, creo que estoy más segura sola, gracias.

- ¿Acaso no puedes estar segura de no ponerme las manos encima? - preguntó el hombre.

- Es cierto - admitió la joven, con un exagerado suspiro - . Pero tendré que contenerme pues, de lo contrario, me enviarán a galeras. En este país todavía se mira mal a los asesinos, ¿verdad?

Sasuke rió.

- Cuando te toque, no pensarás en asesinarme - predijo. Sakura lanzó una exclamación frustrada.

- En realidad, no lo harás. Un protector no puede pecar con la persona que protege.

- ¿Y qué me dices de ti? ¿Tú pecarías con tu protector? Se volvió, mientras esperaba la respuesta.

- No lo sé – confesó -. Sasuke, me pareces muy atractivo, pero, como nunca me acosté con un hombre, no sé si me gustas hasta ese punto. Aun así, esa atracción está convirtiéndose en una distracción. No lo harás en absoluto, señor. Mañana tendré que conseguir a alguien menos atractivo para que me proteja. Trató de apartarse, pero Sasuke la atrapó antes de que hubiese retrocedido hacia su propia cama. En un solo movimiento, la cargó sobre el hombro y la llevó a través de la puerta que comunicaba ambos cuartos.

- ¿Cómo te atreves a tratarme así? No soy un saco de harina. ¡Bájame de inmediato, canalla libertino!

- ¿Canalla libertino? ¡Para ser una dama, tienes un vocabulario bastante pintoresco!

La dejó caer en el centro de la cama. Como esperaba que Sakura saltara de inmediato e intentase escapar, le resultó una grata sorpresa ver que comenzaba a acomodar las mantas alrededor de sí. Tras acurrucarse en el extremo de la cama, mulló la almohada de plumas y arrojó el cabello sobre el hombro.

El atrayente resplandor de esos rizos rojos contra el blanco níveo del camisón le parecía de una increíble belleza. La mujer que acababa de llamarle canalla ahora parecía un ángel. El suspiro de Sasuke apagó las velas.

- Soy una dama - musitó Sakura, mientras Sasuke se acomodaba junto a ella -. Pero tú me exasperaste, Sasuke, y por eso mi...

- ¿Pintoresco vocabulario? - preguntó él, al ver que Sakura no terminaba la idea.

- Sí - respondió, para agregar en tono asustado -: ¿Tengo que disculparme? Sasuke contuvo la risa.

- Me temo que no serías sincera.

Rodó de costado e intentó abrazarla, pero Sakura lo rechazó. Entonces, se acostó de espaldas y perdió la mirada en la oscuridad, encima de él, mientras pensaba en el cuerpo tibio que estaba junto a él. Sin duda, era la mujer más insólita que había conocido: un momento lo hacía reír, y al siguiente, lo hacía gritar. No podía comprender sus reacciones hacia ella, pues no se entendía a sí mismo. Pero una cosa era segura para él: sabía que ella lo deseaba, pues el beso se lo había demostrado.

- Sakura.

La voz ronca hizo estremecer a la muchacha.

- ¿Qué?

- Es muy extraño, ¿no crees?

- ¿Qué cosa?

Sasuke percibió la sonrisa en el tono de Sakura.

- Que tú y yo compartamos la cama, sin tocarnos. Te sientes cómoda conmigo, ¿no?

- Sí. Sasuke.

- ¿Qué?

- Hacer el amor, ¿duele?

- No - respondió el hombre -. Duele cuando quieres y no puedes.

- Oh. Entonces, no debo de desearlo mucho, Sasuke, porque no me duele nada.

Esa afirmación la hizo en un tono alegre, que exasperó al hombre.

-Sakura.

- ¿Qué?

- Duérmete.

Sintió que Sasuke se volvía hacia ella, y se puso tensa, anticipando otro beso. Pero aguardó un rato hasta que supo que ya no habría más besos: sufrió una terrible desilusión. Sasuke se apoyó en un codo y la contempló. Sakura compuso una expresión serena, por las dudas de que él tuviese ojos de gato y pudiera ver en la oscuridad.

- Sakura, ¿de dónde salió esa marca en la espalda? ¿De un latigazo?

Sakura rodó de costado y resistió el deseo de acurrucarse contra la tibieza de Sasuke.

- Respóndeme.

- ¿Cómo sabes que fue un latigazo?

- Porque yo también tengo una marca idéntica en la parte de atrás del muslo.

- ¿En serio? ¿Cómo te la hiciste?

- ¿Acaso responderás a todas mis preguntas con las tuyas?

- A Sócrates le fue bien con ese método.

- Dime cómo te hicieron eso - insistió Sasuke.

- Es un asunto personal - afirmó Sakura -. Sasuke, ya casi amanece, y tuve un día bastante agotador.

- De acuerdo - concedió el hombre -. Mañana por la mañana me contarás lo de esa cuestión personal.

Antes de que pudiese alejarlo, le rodeó la cintura con un brazo y la apretó contra él, apoyando la barbilla sobre la coronilla de la joven. La unión de los muslos duros de Sasuke se acurrucaba contra el trasero de la muchacha.

- ¿Estás bien abrigada? - preguntó.

- Sí, ¿y tú?

- Oh, sí.

- Te comportarás bien, ¿verdad? - lo incitó.

- Puede ser –repuso -. Sakura - dijo, ahora en tono más serio.

- ¿Qué?

- Jamás haré algo que tú no quieras que haga.

- Pero ¿y si crees que yo quiero... pero en realidad yo...?

- No te tocaré, a menos que tú lo apruebes de todo corazón, lo prometo.

Para Sakura, fue la promesa más hermosa que le habían hecho jamás. Parecía sincero, y la muchacha sabía que hablaba en serio.

- Sasuke, ¿sabes lo que acabo de descubrir? En verdad, eres un caballero honorable.

Abrazado a la muchacha, Sasuke ya se había quedado dormido, y Sakura decidió imitarlo. Rodó en brazos del hombre, le rodeó la cintura con los brazos, y se quedó dormida sin demoras. Menos de una hora después, Sasuke despertó oyendo los gritos de Sakura en sueños. La joven murmuraba algo que el hombre no pudo descifrar, luego lanzó un grito de terror. La sacudió para despertarla. Al apartarle el cabello de la cara, sintió que tenía las mejillas húmedas: había estado llorando en sueños.

- Cariño, tuviste una pesadilla. Ya pasó –la calmó -. Conmigo estás a salvo.

Le frotó los hombros y la espalda, hasta que la tensión se disipó.

- ¿Qué era lo que estabas soñando? – le preguntó, cuando la respiración de Sakura se normalizó.

- Con tiburones.

La frase fue un susurro colmado de angustia.

- ¿Tiburones? - repitió Sasuke, sin saber si había oído bien.

Sakura acomodó la cabeza bajo la barbilla del hombre.

- Estoy muy cansada – murmuró -. Ya no recuerdo el mal sueño. Abrázame, Sasuke. Quiero volver a dormirme. Todavía le temblaba la voz. Sasuke supo que estaba mintiendo: recordaba perfectamente la pesadilla, pero él no insistiría para que se la contara. Le besó la coronilla y procedió a cumplir la petición de abrazarla.

En cuanto se quedó dormido, Sakura lo percibió.

Lentamente se apartó de él y se alejó hacia el otro extremo de la cama. Dentro del pecho, el corazón le golpeaba. Sasuke creyó que había tenido una pesadilla. ¿Acaso revivir un hecho real era lo mismo? ¿Podría alguna vez olvidar ese horror?

«Que Dios me ayude – pensó -. ¿Podré otra vez meterme voluntariamente en el agua?»

Tuvo ganas de llorar, y necesitó toda su fuerza de voluntad para no ceder al anhelo de abrazarse a Sasuke. Era un hombre en el que resultaba fácil confiar. Podía habituarse a depender de él, lo sabía. Sí, era la clase de hombre del que se podía depender, pero también podía destrozar el corazón de Sakura.

Su propia reacción hacia él la confundía, pero en el fondo del corazón confiaba por completo en él. ¿Por qué el hermano de Sakura no confiaba en Sasuke?