Capítulo 4

Todos se sorprendieron al verlo tomar las clases de forma normal. Incluso fue a almorzar, donde tomó un plato con cereales y luego se fue de vuelta a sus clases.

Al terminar el día Scorpius salió triunfante con una poción perfecta, luego fue por un libro a la biblioteca y al final volvió a su habitación. Cerró la puerta lentamente, dejó caer su mochila, y luego de dejó caer él a l piso.

Ni siquiera lloró, no sabía por qué no podía hacerlo; tenía ganas pero ni una sola lágrima brotó de sus ojos. Quizá si se daba unos golpes... pero ni siquiera fue capaz de levantar una mano. Apenas y sentía ganas de respirar. Perfectamente entendía a su padre, si por él fuera estaría matándose justo en ese momento. Sin embargo no lo hizo, porque ya no tenía ganas de hacer nada. Esperaría a pudrirse ahí mismo. Sin agua y sin comida no duraría mucho, sin embargo, aún cuando todos lo rechazaban, quizá alguien se daría cuenta de que el maldito Malfoy faltaba a todas las clases. Y por supuesto el olor a cadáver llegaría al resto de la sala de Slytherin.

Daba igual, a ver cuánto tiempo duraba.

Scorpius cerró los ojos, esperaba morir mientras dormía.

Más tarde, evidente y desgraciadamente vivo, despertó.

-¡AHH!

Gritó cuando la vio acostada a su lado, como si siempre hubiera estado ahí.

-¿Qué rayos? ¿Cómo entraste?

-Soy buena infiltrándome- respondió Delphi, poniéndose a gatas-. ¿Sabes que ahí hay una cama muy cómoda? Cinco de hecho.

Scorpius gruñó como respuesta. Estaba tirado aún, apoyado en sus antebrazos. Luego se rodó hacia un lado.

-Casi me infarto. ¿Por qué no me infarté?

Delphi rio con ganas.

-Supe lo de tu padre- dijo después.

-Igual que todos- se encogió de hombros-. Da igual.

-No lo parece.

Scorpius torció los labios.

-Anda, solo quería ver cómo estabas. No vine por otra cosa.

Scorpius no lo esperaba. Ni eso ni el hecho de que en un segundo Delphi se encontraba a gatas sobre él. Sintió la cara arder por la cercanía de la chica.

-¿Entonces?- ella arqueó una ceja.

-¿E-entonces qué?

-¿Cómo estás?

-Además de evidentemente incómodo abajo de ti- comenzó el rubio-, nada bien.

-Eso es obvio- Delphi esbozó una sonrisa dulce-. Quisiera ser capaz de hacer algo más por ti.

-No creo que...

Ella puso sus labios sobre los suyos. Fue rápido, casi fugaz. Luego se levantó y lo dejó ahí en el piso.

-Deberías ir unos días con tu padre. Si yo tuviera al mío, y pasara por un mal momento, no lo dejaría.

Ella salió, y Scorpius permaneció en el piso un buen rato. Sus labios cosquilleaban y su corazón estaba acelerado. Jamás imaginó que eso podía pasarle a alguien como él.