Cien días para olvidar
Los personajes no me pertenecen son de la gran Rumiko Takahashi esto es sin fines de lucro solo diversión por y para los fans.
—O—
Un comienzo tan cálido
Con solo verte
Mi corazón revoloteaba
Como los pájaros
En plena mañana
Como el sol
En un día de verano
Me abrigaste con tu calidez
Envuelta en tus sentimientos
Perdida en el basto cielo
Azul de tus ojos
Puse en tus manos
Mi entusiasmado
Amor
Creyendo que serías
El guardián de mis deseos
Fuiste fantasía
Fuiste fuego
Fuiste el dueño
De mis anhelos
Desde los más dulces
Hasta los más pecaminosos
Eras todo y nada
Un absoluto
Un soberano
Más sin embargo
El invierno se plantó
Frente a nosotros
La primera nevada
Sin ti
¿Acaso era una señal?
"Un amor que sería para siempre"
Se desvaneció
Quedando en cenizas
Los restos de un amor
Que prefirió olvidar
—O—
Ese primer beso dio paso a muchos más, cada mañana estabas fuera de la pensión en donde vivía esperándome con una sonrisa que creo jamás olvidaré. Íbamos y veníamos juntos a excepción de las clases que en su mayoría no coincidíamos por las distintas carreras que habíamos elegido. Era tu último año y te recibirías de arquitecto, por mi parte aún quedaba un año más de artes y música.
Muy pronto nuestro entorno notó nuestra cercanía, pese al extenso horario de clases intentábamos coincidir en alguna comida y si teníamos suerte al final del día irnos juntos a casa.
Me sentía dichosa pero al mismo tiempo notaba como mi mejor amiga se iba alejando, su frialdad y el desinterés en mi persona fue tan notorio que me rompió el corazón, ese día estaba en el campus de la universidad la había invitado platicar, Ukío llegó con cara de fastidio…
-Estoy muy ocupada— fue la primera frase que salió de tu boca.
-Lo siento, solo quiero saber por qué estás tan enojada— dije sin ánimos de molestar.
-No estoy enojada es que ya no tengo tiempo, nada más— te limitaste a decir.
-Desde que tengo novio te has vuelto apática Ukío ¿dime qué sucede?
-Han pasado tres meses recién ahora te preocupas ¿por mí? — chasqueaste la lengua enfadada.
-Te he llamado, he dejado mensajes e incluso te esperé a la salida de clases pero siento que me evitas en todo momento ¿Hice algo mal? — pregunté con mucha tristeza.
-Creo que tú y yo dejamos de ser amigas hace bastante tiempo Akane, búscate otra que te aguante esa personalidad tan pasiva y estúpida — escupiste hiriendo mis sentimientos.
-¡Ukío!
-De seguro tu novio te ha de tener muy entretenida, mírate nada más si hasta llevas pinta labios nunca te vi usando uno.
-Por qué te molesta que use algo de maquillaje, tú lo usas y jamás te juzgué— respondí.
-Hay una gran diferencia entre tú y yo Tendo— dijiste con sorna utilizando mi apellido cosa que nunca hacías, trazabas una línea y pude ver el muro que instalabas en medio de nuestra amistad.
-¿Y cuál sería esa? — pregunté anonadada por la forma en que me hablabas, no eras la muchacha gentil y risueña que conocí.
Entonces entraba una llamada a mi móvil, ella me quedó viendo con una mirada que me estremeció… la pantalla decía que era Ranma y dudé de contestar puesto que no quería quitarle atención a la discusión, pero vino y me arrebato el teléfono de la mano.
-¡Un día te arrepentirás de lo que sientes por él! — chilló arrojando el celular sobre el césped, se fue dejándome un gran vacío y caí de rodillas con lágrimas en los ojos.
Ella no fue sincera en ningún momento conmigo, nunca me dio razones o motivos solo me desecho de su vida tal y como arrojó el móvil al suelo.
Una hora después…
Aun tendida sobre el césped y con la mirada perdida en el cielo, la sombra del hombre que amaba me cubrió por completo.
-¡Akane, llevo buscándote más de una hora! — exclamó enfadado, creo que era la primera vez que lo veía así — ¿estuviste llorando? — preguntó cambiando el semblante al notar mi tristeza.
-No es nada, lo siento— dije poniéndome de pie con su ayuda.
-No creo que sea nada ¿no confías en mí? — preguntó acomodando un mechón de mi largo cabello.
-Claro que sí— respondí seria.
-Entonces cuéntame por qué lloraste— tomé una gran bocanada de aire y luego de resumirle que ya no tenía amiga este me abrazó tan cálido y reconfortante que no quería soltarlo jamás, unas cuántas lágrimas más salieron de mis ojos pero él me sostuvo mientras lloraba el quiebre de mi amistad.
Ese día me llevó a casa y recuerdo nítidamente sus palabras "llora ahora pero mañana quiero verte sonreír" "ella es la única perdedora, no te supo apreciar" dijo en varias ocasiones intentando consolarme, la noche no tardó en llegar y aunque me dormí con pena mi corazón se refugiaba en el único que por esos días me llenaba de amor.
Nunca imaginé el vuelco que tendría esas palabras más adelante…
—O—
Apartamento compartido de Ranma y Ryoga…
-Llegas tarde— decía Ryoga entusiasmado en el video juego.
-¿Ya cenaste? Tengo mucha hambre— dije ignorando su tono de reclamo.
-Compré pollo frito, te dejé servido un plato— respondió colocándole pausa al juego.
-¡Genial! Comeré estudiaré para el examen de mañana y quizás duerma unas dos horas antes de irme a la universidad— dije más para mí mascando el delicioso pollo.
-¿Estabas con ella? — preguntó cargándose en la mesa.
-Claro que estaba con Akane, así se llama no lo olvides, no es ella es mi novia ¿entiendes?
-Está bien, no te enojes… es que traes cara de preocupado y soy tu amigo te conozco…— insistió.
-Tuvo problemas con la amiga, estaba muy triste y odio verla así— dije dando mi segunda mordida al pollo frito.
-Ah… eso es típico entre las féminas, de seguro son celos estúpidos no te entrometas— respondió llamando mi atención.
-¿A qué te refieres? Por lo que Akane me dijo la chica no habló de celos en realidad no le dio una razón coherente, solo ya no quiere ser su amiga.
-Pues es lío de faldas, ya sabes celos— insistió — di un golpe en la mesa fastidiado y este me quedó viendo sorprendido.
-¡Celos de quién! No se te ocurra insinuar que ella se ve con alguien más porque se me olvidará nuestra amistad y te parto la cara— grité molesto.
-Tranquilízate Ranma, jamás he dicho que tu novia tenga otro chico… pero qué lento eres en serio.
-Deja la joda Ryoga, dime de una vez el punto— gruñí molesto.
-Es por ti— dijo encogiéndose de hombros.
-¡¿Por mí?! — Exclamé atorándome con un trozo de pollo, luego de toser por un minuto pude recobrar el aire — No inventes, yo ni conozco a la amiga de Akane.
-Sí la conoces idiota, es la chica con la que fuimos al cine hace meses— dijo mi amigo golpeando mi hombro.
-Ah… no la recuerdo bien la verdad— dije rascándome la nuca.
-Obviamente no la recuerdas si ese día no dejabas de ver a Akane dudo que vieras la película— dijo irónicamente.
-Bueno pero yo jamás le di pie a nada es decir, nunca he tratado con ella ¿por qué piensas que soy la discordia? Además Akane jamás me nombró, de hecho lo que más le dolía era la poca sinceridad de la dichosa amiga.
-Creo que desde que te enamoraste de esa… — lo miré enojado — de Akane— continuó diciendo — no tienes ojos para nadie más, si ya ni te veo las narices y eso que compartimos el apartamento— dijo cruzándose de brazos.
-Pues de ser así ¿qué puedo hacer? No dejaré a Akane porque la amiga tiene sentimientos que no le corresponderé— exclamé sacando otra pieza de pollo.
-Olvídalo, esa tipa no tiene oportunidad contigo para qué desgastarse— dijo retomando su juego.
Quedé pensativo ¿podría arreglar su amistad? ¿Sería mejor quedar fuera de ese enredo? Finalmente la teoría de Ryoga no es más que una especulación.
—O—
El verano llegaba con todo su esplendor, y era un día especial llevábamos junto a Ranma cien días de novios y me sentía muy dichosa de que mi amor fuese correspondido. Nunca olvidaría esa primavera cuando los almendros florecían tan radiantes como su sonrisa.
Ranma me esperaba en el parque en donde me besó por primera vez, estaba nerviosa mirándome al espejo tomé mi largo cabello en una coleta alta y junto a la blusa color olivo sin mangas y el short de jeans azul salí rumbo a mi cita.
Esa postura segura, esa espalda y hombros anchos sus brazos fuertes y largos… y su cabello negro como la noche húmedo por la reciente ducha que debió tomar, una vez más llegaba por detrás toqué tímidamente su hombro y este volteó mostrándome un hermoso ramo de tulipanes rosa, nos fundimos en un beso romántico y tomados de la mano llegamos al restaurant chino que solíamos visitar.
Cenamos a gusto platicando de los proyectos, de los sueños y de nuestro amor…
Estábamos listos para regresar a casa y ese día en pleno calor de verano comenzó a llover, nos empapamos completamente de regreso a la pensión en donde vivía y cuando al fin llegamos unas carcajadas nos invadieron por lo absurdo del clima.
Puse mis flores en un jarrón y traje una toalla para Ranma…
-Estoy hecho un desastre, esta camisa la compré ayer— decía secando su rostro.
-Puedes quedarte y secar tu ropa— dije con el fin de ayudar, fue al baño y me entregó su ropa la cual llevé a la secadora.
Cuando regresé mi novio estaba parado afuera del baño solo en ropa interior…
-No sé qué ponerme— dijo avergonzado.
-Oh… yo no pensé es decir no tengo nada que te sirva— dije acercándome hasta él — ¡Ya sé, iré por una toalla más grande!
-Espera— hablaste deteniéndome ipso facto — tú también estas toda mojada — agregaste mirándome de pies a cabeza, miré a todos lados intentando ocultar la revolución hormonal que provocabas en mi cuerpo, pero tu manos se fueron a mi rostro y lo acariciaste con mucha ternura.
El tiempo se detuvo por completo cuando tu boca hizo contacto con mis labios, solo podía oír los latidos desbocados de mi corazón, tu lengua era exigente y no daba tregua al apasionado rose que subía de nivel. Nos habíamos besado muchas veces pero nunca de esta forma, era un trance excitante del cual no quería salir, pronto tus manos se fueron a mi espalda y pude sentir la yema de tus dedos palpar mi piel…
-Estás caliente— dijiste entre besos, abrí los ojos y te separaste de mí — tu cuerpo arde—me tocaste la frente y notaste que estaba afiebrada — será mejor que te cambies— dijo soltando mi cuerpo, pero no me sentía enferma no estaba dolorida, el calor que sentía era el que provocaba él cada vez que me tocaba.
-Ranma…— me viste con profundidad, mojaste tus labios hinchados y mi cuerpo moría por amarte un poco más — te amo — dije olvidando los temores que mi mente procuraba crear, era la primera vez que te lo decía en cambio tú ya lo habías hecho.
Me puse de puntillas y te lo volví a decir en el oído, habías quedado congelado en el preciso instante en que mis labios pronunciaron esa dulce palabra.
De pronto tus manos me atrajeron a tu cuerpo sin reservas, tu boca buscó la mía con ansias y supe que el amor que profesábamos el uno por el otro sería demostrado con creces, mis manos se arrimaron a tu cuello y dábamos pasos en falsos por la habitación pero nada de eso importaba, tus dedos se deslizaban bajo mi blusa y se detuvieron justo sobre el brasier que cubría mis senos un leve gruñido salió de tu boca justo en el momento en que mis piernas chocaban con el borde de la cama, fuiste bajando conmigo en tus brazos lentamente y quedaste entre mis piernas perfectamente ubicado, me quedaste viendo unos segundos y podía sentir el ardor de mis mejillas y algo más…
-¿Voy muy rápido? — Preguntaste agitado a lo cual negué — ¿Estás segura de esto? — hablaste con seriedad.
-Sí — respondí firme y me sonreíste alegremente.
Lentamente retiraste la blusa de mi cuerpo y te inclinaste a repartir besos en mi vientre, pusiste tus dedos sobre el botón de mi short y mi corazón casi estallaba de emoción cuando tu celular comenzó a vibrar una y otra vez desconcentrándonos del dulce preámbulo que habíamos logrado.
-Lo siento— dijiste sentándote a mi lado agitado y excitado, tomaste el celular y habían unas diez llamadas perdidas de tu amigo y otras diez de tu madre— ¡Pero qué rayos! — exclamaste impresionado.
-Ha de ser urgente es mejor que devuelvas esa llamada— dije preocupada.
Pero no fue necesario… otra vez entraba una llamada.
-¡Ryoga qué sucede! — Exclamaste en cuanto contestaste — ¡Qué! ¡Pero cómo dime donde está!
El calor y el deseo se esfumaron como la espuma en el mar… te vestiste nervioso con la ropa que aún no terminaba de secarse, me diste un gran abrazo y dijiste que llamarías, tu padre había sido internado de urgencia al parecer sufría de dolores de cabeza continuos lo que desencadenó en un tumor cerebral. Solo dos días después respondiste mis mensajes "estoy bien" "mi papá no despierta" "está estable" "en cuanto pueda iré a verte" "te extraño mucho" "cuídate no te enfermes" "mamá está muy apenada" "espero regresar pronto"… fueron las frases que más usabas, con la esperanza de que todo mejoraría y pidiéndole al cielo un milagro por la pronta recuperación de tu padre los meses pasaron no dando tregua, el primer mes mantuvimos comunicación estable pero el segundo fue intermitente, para el tercer mes solo supe de ti dos veces, dos de las cuales hubiese preferido seguir esperando por ti.
Tres meses de ausencia, tres meses llenos de preguntas y dudas… el tiempo se convertía en mi peor enemigo. Sola sin ti, sin la amiga en la que confié… tan solo una semana después de lo sucedido me enteré de que Ukío se había marchado ¿a dónde? No lo sé, solo supe que terminaría su carrera en otra universidad.
Bajo el árbol de almendros en el que me fleché de ti, encontré a un solitario Ryoga que estaba inmerso en sus pensamientos.
-¿Por qué lloras? — pregunté al verlo tan triste, sus ojos color miel estaban rojos e hinchados.
-¿No lo sabes? — Preguntó frunciendo el ceño — Se va… y no sé si un día lo volveré a ver— dijo secando sus lágrimas con el pañuelo que le ofrecía.
-¿De quién hablas? — dije curiosa.
-¡De Ranma niña tonta! — Gritó y volvió a llorar — se va muy lejos, su padre no mejora — dijo congelándome el corazón.
-¡Cómo sabes eso! — chillé.
-¿No te lo dijo? Creí que mantenía contacto contigo— mi respiración se hiperventilaba, mis manos sudaban y con el corazón a punto de romperse en mil pedazos.
-¡A dónde se va, dímelo! — exigí.
-Estados Unidos, me lo dijo hace una hora vía mensaje ¡maldito cretino! — escupió golpeando el tronco de almendro rompiéndose los nudillos, mis manos se fueron a mis labios para acallar el quejido que hacía mi corazón.
De pronto mi móvil sonaba, lo tomé con las manos temblorosas y llena de miedo. Ryoga me quedó viendo con los ojos aguados…
-¿Es él? Contéstale, quizás sea la última vez que escuchas su voz— dijo con mucho pesar.
Llamada entrante…
-¿Sí? — logré articular.
-Akane ¿estás ocupada? — preguntaste con la voz tan seca que poco a poco me iba derrumbando.
-Iba de camino a casa ¿estás bien? — pregunté aguantándome las lágrimas.
-Yo… — titubeabas un poco — debo viajar al extranjero por la salud de mi padre— comenzaste a decir — mi madre tiene amistades en américa, cree que si lo operan allá mejore prontamente.
-Entonces…
-No sé— fue así que sentí como tu voz se quebraba, no podías hablar — no sé cuándo regresaré — al fin terminabas la oración, las lágrimas brotaron de mis ojos cual cascada — lo siento yo… creo que lo mejor será que olvidemos todo esto —hablaste pisoteando mis sentimientos — no puedo ser tan egoísta como para tenerte atada a alguien que… no sé cuándo volverás a ver.
No podía siquiera contestar, si esto era una pesadilla solo quería despertar ¿por qué yo? ¿Por qué tenía que enamorarme? ¿Por qué me hacías esto? ¿Para qué insististe tanto en una oportunidad? ¿Tan fácil era deshacerte de mí? Pero el dolor era tan intenso que nada de aquello pude recriminarte, solo quería correr y llorar… ojalá gritarle al cielo lo infame que eras, quizás así podría expresar un poco de la tristeza que llevaría de ahora en adelante.
-¿Akane? — Preguntaste esperando una respuesta — Akane yo en verdad…
-No digas más, entiendo— dije con la mandíbula temblorosa.
-No me hagas esto— dijiste entre lágrimas que podía oír perfectamente.
-¿De qué hablas?
-¡Maldíceme, envíame al demonio te lo suplico! — pediste con urgencia.
-Te dije que entendía la situación, espero que tu padre mejore— agregué dolida aunque en el fondo deseaba que su progenitor se recuperara del tumor que le aquejaba.
-Akane, yo te amo tú lo sabes… — no le dejé terminar.
-No sigas, esa palabra te queda grande— dije con los labios fruncidos — si eso fuera verdad hubieras luchado por lo nuestro, solo fui un pasatiempo para ti ¿cierto?
-Eso quiere decir que nunca me creíste… nunca confiaste en mí — soltaste con la voz tan apagada que pensé que cortarías la llamada, callé porque no podía continuar — el día de nuestro aniversario número cien ¿me mentiste? — preguntaste.
Como un remolino de recuerdos el día cien de nuestra relación me invadió de deseos que no pudimos menguar, pero no estaba dispuesta a ser por segunda vez el ridículo… ya se habían burlado de mí antes y volvía a creer en las mentiras de otro hombre.
-¡Sí! — respondí tajante — un suspiro de asombro salió de tu boca directamente a mi oído derecho — Adiós Saotome — corté la llamada y solo entonces caí de rodillas al suelo, lloré amargamente sin importarme nada a mi alrededor, ni siquiera sentí cuando Ryoga se acercaba a colocar su abrigo sobre mi espalda.
Me dejó llorar por mucho tiempo, no sé exactamente cuánto pero el sol se ocultaba cuando con su ayuda logré ponerme de pie, el mismo chico que me pidió de forma antipática que me alejara de su amigo hoy me acompañaba a casa en el más absoluto silencio, ambos teníamos el corazón hecho trizas, solo el tiempo nos ayudaría a sanar la herida que cargaríamos desde hoy.
Porque nuestro amor no tuvo más oportunidad, cien días de mucha felicidad que a mi pesar terminarían en el olvido. Nuestro hermoso florecer se vio interrumpido por el desazón de las circunstancias, no supe más nada de ti en lo que restaba de verano. Sin embargo el otoño me recordaba la ausencia de almendros que al igual que mi corazón se secaba como cada una de sus hojas.
Desde la ventana de una cafetería en pleno Tokio, el invierno golpeaba con sus bajas temperaturas… el cappuccino vainilla que bebía me recordaba la dulce calidez de tus brazos y fue entonces que vi la primera nevada, finos copos de nieves caían desde el oscuro cielo, las parejas salían a observar lo que confirmaría su "verdadero amor" esos ojos llenos de sueños acompañadas de sonrisas felices me hacían recordar con dolor lo que perdí.
Suspiré pesadamente oyendo la vibración en mi móvil, el número era desconocido me pareció extraño pero igualmente contesté…
-¿Diga? — el silencio me estremeció — ¿Quién es? — Pregunté curiosa — ¡hable ya o cortaré la llamada! — dije molesta al notar que nadie respondía.
-Solo quería decirte… — era él, era su voz y mi corazón daba un vuelco completo — que aquí también está nevando, es la primera nevada.
Las lágrimas calientes que salían de mis ojos me quemaban las mejillas, habían pasado seis meses desde que hablé con él. Y no imaginé que recordara la promesa que habíamos hecho el día de nuestro aniversario número cien…
Seis meses atrás…
-¿Tú crees que nuestro amor dure para siempre? — preguntaste abrazándome por detrás, justo antes de que comenzara a llover a las afuera del restaurant chino.
-Eso depende solo de nosotros— contesté.
-Pues tienes razón… pero qué tal si le echamos una mano al destino— dijiste colocando tu mejilla pegada a la mía.
-¿Qué se te ocurre? — pregunté curiosa.
-Cuando llegue el invierno, estaremos juntos en la primera nevada ¿qué te parece? — dijiste con una sonrisa que me hipnotizaba.
-Es una promesa, estaremos juntos en la primera nevada — respondí girando para quedar frente a él, nos miramos llenos de esperanza y de anhelo.
Presente…
Lo que nunca imaginé es que aun quisieras verla conmigo estando a miles de kilómetros lejos de mí.
Continuará…
Estimado lector en verdad disfruto escribir esta romántica historia de amor, literalmente todo se derrumbó. Las circunstancias los alejaron, pero Akane siente que Ranma solo jugó con ella al no luchar por su amor.
*La primera nevada en Asia: se dice que si la ves junto a tu ser amado, tu amor durará para siempre. Por eso lo tomé como referencia, es romántico pero en este caso resultó muy triste, pues Ranma está en otro continente y Akane quedó sorprendida de que recordara su promesa.
Si te ha gustado déjame tu preciado review, amo leerlos.
Desde Chile una fanática más de Ranma1/2
Sweetsimphony._
