Capítulo IV
"Los corazones pueden romperse. Sí, los corazones pueden romperse. A veces pienso que sería mejor que muriésemos cuando lo hacen, pero no lo hacemos"
26 de agosto de 1974
—No sé por qué has tenido que invitarles a mi cumpleaños.
—Estás siendo demasiado dramática.
—Han estado toda la velada riéndose de los invitados, incomodando a mis amigas y hablando de torturas.
—Estamos en guerra, necesitamos magos fuertes y decididos que sean capaces de todo para ganar.
—Son animales. Por favor, no vuelvas a traerlos a mi casa.
—La mansión Malfoy pertenece a mi familia. Invitaré a quién quiera.
Ante ese comentario, Narcissa tiene que darse la vuelta para que no vea la expresión de dolor. Lleva más de un año casada. Con dieciocho años, en guerra, sola y desprotegida, pareció la solución correcta. Pero ahora debe quedarse en la mansión con sus suegros mientras Lucius viaja durante días para sus "misiones". Ellos están tremendamente orgullosos de su hijo, pero ella solo siente miedo. Sus contribuciones a la causa consisten en seguir afianzando el circulo de sangrepuras, calando a los traidores.
Lucius se acerca por detrás y le susurra al oído, un gesto que, lejos de relajarla, la inquieta.
—Tranquila, mi amor. Esto va cada vez a mejor. Estamos ganado; no debes preocuparte. Acabaremos con los traidores. Solo debes preocuparte de formar nuestra familia.
Antes ese comentario, Narcissa solo puede asentir y tragar saliva. Ese era el otro inconveniente. Desde hacía unos meses estaban intentando perpetuar el apellido Malfoy. No habían podido tener muchos intentos porque Lucius estaba viajando mucho, pero siempre lo intentaba cuando estaba en casa. Él no le estaba echando nada en cara, sin embargo, la sola mención del tema conseguía que se le revolvieran las tripas. Se sentía frustrada y presionada. Si no tomaba la marca, asesinaba muggles y traidores o tenía hijos sangrelimpia, ¿de qué servía?
Lucius comienza a desvestirla y lamerle el cuello. Es su cumpleaños. Pronto volverá a irse del país a hablar con los vampiros. No quiere volver a discutir con él. Se queda de espaldas y muerde la almohada para que no vea las lágrimas. Es todo culpa de la maldita guerra. Cuando ganen, todo será distinto. Tiene que serlo.
18 de junio de 1976
Narcissa pasea por el callejón Diagon comprando las cosas que necesita. Ve a una mujer con su hija y siente la punzada de envidia. Los medimagos le piden paciencia y aseguran que, aunque le cueste, no hay ningún problema. Ha aprendido a vivir con la preocupación. Se intenta decir que todo este tiempo extra le sirve para pintar, amoldarse, redecorar la mansión…
Lo que de verdad le preocupa ahora es salir a la calle. Durante un tiempo, la guerra no fue un problema para ellos. Podía pasear con la cabeza bien alta; siempre lo ha hecho. Es una sangrepura respetable y con dinero. Sabe cuál es su estatus. Hay miedo y temor en las calles, pero eso solo es temporal, hasta que tomen por completo el gobierno. Hasta que ganen definitivamente y los sangresucias aprendan cuál es su sitio. Nunca le ha afectado porque ellos eran los buenos, los que estaban a salvo. Conforme han pasado los años, el miedo se está transformando en otra cosa. Cuando pasea por las calles el clima se está volviendo difícil para todos. La llamada Orden del Fénix y los ataques a los mortífagos ha traído algo nuevo: rabia.
Antes paseaba por las calles y notaba la envidia. Todos le abrían el paso y trataban con cierta deferencia o respeto. Aunque eso no se haya ido, ya no se siente tan bien. Ahora nota cuchicheos, ojos llenos de rencor, insultos en voz baja y asco. Es por la guerra. Los magos no los están aclamando por liberarlos de los muggles, como le había dicho Lucius. Los odiaban, y aunque no se demostrase que los sangrelimpias fuesen los mortífagos, la gente los distinguía igual.
Eran todos aquellos que habían alabado a Voldemort cuando empezó asesinando muggles. Eran los padres que se habían quejado al director por admitir sangresucias, eran las familias que tenían la tradición de casarse solo con linajes puros. Eran ellos, los Sagrados Veintiocho, que antes habían sido la envidia de todos.
Lucius seguía con su fe inquebrantable. ¿Cómo podía dejarla si se la había grabado para siempre en el antebrazo? Aseguraba que ganarían la guerra y todo volvería a ser como antes. Narcissa le abrazaba e intentaba creérselo también, pero cada vez era más difícil.
31 de octubre de 1978
Es la primera vez que está frente a Él. Lucius está tan radiante que es imposible contagiarse de su alegría. Es un gran honor, no cabe duda. Hay una reunión secreta en la mansión. El mago más grande de todos los tiempos, al menos así lo presentaba Lucius. Lord Voldemort, Quién-no-debe-ser-nombrado, El Señor de las Tinieblas... Tiene muchos nombres, pero Narcissa solo puede pensar uno: aterrador. No es de extrañar que no sepan cómo dirigirse a él porque a penas parece una persona.
Siente un gran respeto, y evidentemente es un honor, pero no puede evitar sentir pánico. Han llenado la mansión con todos los mortífagos, algunos aliados vampiros y hasta hombres lobos. Hay muchos magos respetables y linajes antiguos, pero no se parece a ninguna de las fiestas a las que ha asistido durante su vida. Algunos van cubiertos de sangre, jactándose de cómo han destripado unos prisioneros antes de ir; otros están hablando de cuánto dinero han conseguido robando en las casas de magos asesinados y ha visto cómo han cogido un jarrón antiguo.
No le tranquiliza ver a su hermana detrás de Él como un perrito faldero, riéndose de los comentarios sangrientos y pidiéndose ir a todas misiones suicidas para demostrar, citando sus palabras: "Cuanto os sirvo, mi amo". Jamás había visto a su hermana rebajarse así ante nadie. Mucho menos a un hombre para conseguir nada; no es propio de ella.
Allí todos hablan como si nada de asesinatos y desapariciones. Con cada nombre y familia nombrada, Narcissa nota cómo se tensa su cuerpo. Finge desinterés y no quiere darse cuenta de que está rezando porque nadie hable sobre la familia Tonks. No quiere preguntar directamente. A veces se pregunta dónde estará y cómo estará pasando la guerra. Su madre murió el año pasado de viruela de dragón, y su padre y Bellatrix están cada vez más consumidos por la guerra.
Se agarra al brazo de Lucius y sonríe a los invitados. Esta es su vida; no tiene sentido lamentarse. Apoyar a Lucius y esperar a que ganen la guerra es todo lo que importa. Da igual que Lucius esté cada vez más desquiciado o violento; no importa cuan sola se sienta o cómo los vea la gente. Esta es su vida y, si no pelea con uñas y dientes por aferrarse, no le quedará nada.
25 de septiembre de 1979
Si Narcissa tuviese que elegir el momento más feliz de su vida, sabe que elegiría este. La habitación se ha llenado de un color dorado intenso, en vez del blanco que llevaba más de cinco años saliendo su varita. Se ha acostumbrado a hacer esas pruebas cada vez que se le retrasaba el periodo unos días. Antes escribía a su madre, hablaba con su suegra o amigas. Lo hacía emocionada y con mucha esperanza. Le costó mucho aprender a hacerlo, pero con el tiempo paso a ser algo rutinario. Lo comprobaba sola, en el baño, y sin ningún tipo de ceremonia.
Así que cuando por una vez la varita expulsó un claro humo dorado, se quedó en shock. Al principio pensó que se había equivocado, que se había confundido de hechizo o estaba pensando en otra cosa, pero no. Estaba embarazada. No había ningún tipo de duda porque ese complicado hechizo era un método usado por sanadores. Cuando el pensamiento por fin llegó a su cerebro, se puso a llorar. Tardo más de una hora en salir del baño porque se quedó entre ese humo durado todo el tiempo que pudo. Estaba disfrutando del inmenso sentimiento de alivio y genuina felicidad. Hacía tanto tiempo que no se sentía así, que le costaba hasta identificarlo.
Mientras salía del baño para decírselo a Lucius, se dijo que esa era la señal. La señal que llevaba esperando todo este tiempo para decirse que ese era el camino correcto. Este era el momento de inflexión que estaba esperando para ser feliz. Todos los años de dudas, espera, peleas y temor iban a acabar porque, por fin, dejaría de estar sola.
Cuando se lo anuncia a Lucius, le abraza y dice que no puede llegar en mejor momento, que la guerra está a punto de acabar. La Orden y el Ministerio está cada vez más mermados; tienen topos y espías por toda Gran Bretaña. Narcissa le sonríe y, por una vez, no es falsa. Hasta puede ser optimista por una vez. aldrá todo bien. Ha sido un largo camino, pero por fin ve la salida. Por fin tendrá su familia y su felicidad, ¿verdad?
Fin.
Si has llegado hasta aquí gracias. Quiero dejar claro por si no se ha entendido bien es que la historia es un relejo de una relación profundamente tóxica. Lucius no quería Narcissa más allá de ser una sangrepura guapa y complaciente. No se preoucupa por ella, la presiona y obliga a seguir a su lado pese a sus dudas. Narcissa se enamoró de él porque era lo fácil, ante la presión de su familia y el miedo a acabar como sus hermanas era mejor ver a Lucius como su salvador. También te digo la Narcissa de la historia es joven y llena de esperanza, yo creo que con el tiempo se dio cuenta cómo era Lucius pero no quería dejarle por Draco. Narcissa me parece la más valiente de la familia y que ha tenido que soportar muchísimo en su vida.
Creo que a veces todos nos identificamos un poco con ella porque eso de intentar complacer a todo el mundo, estar en medio de los dramas familiares y tragarse el sufrimiento.
Espero que os haya gustado, cualquier comentario sea bueno. malo o peor se agradece.
SALUDOS.
Disclaimer tardío: Los personajes son del universo de JK pero yo los pongo en ridículo.
