"Las más grandes y más poderosas revoluciones comienzan a menudo muy silenciosamente, ocultas en las sombras." ( Mead, s/a)


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Ha sido demasiado tarde para cuando la Saniwa ha recordado, que ha puesto atención otra vez al año en que ha sido enviado la espada de Nagayoshi que revisa los registros una vez más; casi incrédula ante su descuido.

Ella sabe que sus espadas son demasiado fieles para hacer algo en contra del secretario, que a menos que sean influenciadas por un agente externo no intervendrán en la historia que tienen por proteger. Sí, y confía plenamente en todos los que pertenecen a la unidad dos menos en el capitán. Porque el capitán tiene que ser precisamente Chougi y el año es 1586 que no puede dejar de pensar en lo que harán una vez estén ahí.

Ella quiere intervenir, decirles que regresen a la ciudadela de inmediato y asignar a otro equipo a esa misión del año en que Yamanbagiri es forjado a manos de Horikawa. La Saniwa sabe cuánto rencor le ha guardado la original de Nagayoshi desde que llegó a la ciudadela, por eso lo castigó y dejó desatendida la bienvenida apropiada para la uchigatana. Impuso castigos no merecidos sin escucharlo primero cuando vio la mirada furiosa arden en rencor: ella fue partícipe, pero nada se habló en ningún momento hasta que las cosas se calmaron y escuchó la petición de Hasebe, porque al parecer él si podía llevarse bien con los demás sin necesidad de explotar en la furia tormentosa de palabras con ponzoña.

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— Es imposible contactarlo, Saniwa. Han cortado la comunicación. — Y solo esa oración fue la que le hizo tomar medidas más extremas sobre el equipo: mordió los labios y preparó al escuadrón principal para el recibimiento nada amigable. La unidad dos estaría en problemas y todo sería culpa de la Yamanbagiri original.

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Daihanya era muchas veces la parte de raciocinio sensible de Chougi: porque era precisamente él quién podía aconsejar amablemente y descubrir una faceta diferente a la que todos veían; incluso calmarlo y reprender con severidad sin llegar a herir el orgullo de su espada hermana. Estaba acostumbrado, demasiado para ver de reojo el pelo plateado de su compañero y preguntarse sobre la curiosa decisión de la Saniwa.

Si los estaban poniendo a prueba o no, lo desconocía. Nagamitsu se limitó a darle golpecitos en la frente cuando vio que el ceño se fruncía más a medida que se acercaban a ciertos lugares, cuando escuchaba el nombre de la otra espada Yamanbagiri ser mencionado o simplemente para distraerlo del aire asfixiante que se respiraba en el sitio.

— Será difícil.— Chougi fue el primero en hablar después de que se instalaron en una posada, con planos, un lápiz y un cansancio palpable por la exploración.— Son más de veinte los que se identificaron.— Más nada lo detuvo de esbozar círculos en el mapa donde vio el mayor incremento de actividad por parte del ejército retrógrada.

— Suena a que quieren impedir la orden de forja de Yamanbagiri Kunihiro.— Hasebe intervino, la escueta realidad nunca se iba a ir. — Si él no existiera; no tendrían tantos problemas. Somos la ciudadela más fuerte, después de todo. — Habló como si del clima se tratara frente a la original. Era la última prueba, ¿tendría los atributos necesarios para ser el nuevo líder?

Chougi soltó una risa cínica, de esas que tenía mucho tiempo sin hacer y señaló sólo un punto. — Sería una lástima que el herrero muriera antes. — Solo el tiempo diría cuál fue su decisión.

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La Saniwa casi da la unidad por pérdida, por extraviada en ese vórtice de tiempo donde no tiene comunicación alguna con ninguna de las espadas. El tiempo pasa lento con una unidad menos por usar y la disponibilidad del resto de las unidades vuelca en crisis al tener más asuntos por atender. Hay viajes que necesita hacer, reemplazar unidades y realizar más méritos para la ciudadela, no pueden bajar el ritmo.

A sus preocupaciones se agrega el que su secretario ha caído enfermo desde hace dos meses atrás; con altas fiebres y el debilitamiento de su cuerpo. Siente que algo no está bien y no sabe si tiene que mandar a otra unidad para explorar el territorio del año 1586 para arrestar al revoltoso que ha enviado por capitán.

Ella no quiere confiar, porque confiar significa que ha aceptado las groserías previas que ha provocado sobre los demás, significa que puede perdonar la actitud altanera de la Yamanbagiri original cuando no es nada como eso ni remotamente.

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La unidad dos ha desobedecido sus órdenes, es un hecho innegable y muestra su firmeza en dejar recaer toda el castigo sobre el capitán -su justificación es que Chougi ha sido el que ha dado las instrucciones de no reportarse- y en cuanto escucha que el dispositivo de viaje se ha iluminado presentando a las seis unidades perdidas, la única orden que da con firmeza y hostilidad ha sido: Traiganlos. Está lo suficientemente furiosa para poder pensar en otra cosa.

La sacerdotisa espera que haya un bullicio después, razones para pensar que se han arrepentido de sus actos y queda un poco de sentido común en cada uno de ellos. Pero no hay nada de lo que ella espera, ni siquiera el trato hostil que hubo previo a su partida; no sabe si tiene que ver que Yagen sea quién los dirija, que a pesar de ver las ropas desgastadas de algunos de ellos aún mantienen la espalda recta y la mirada fija al frente.

Con ese ceremonioso caminar llegan hasta donde está ella y Chougi regala una reverencia elegante: inclina la espalda 45 grados antes de levantarse.

— Hemos vuelto, Saniwa.— No hay honoríficos, porque aunque quiere ser secretario no significa que reconozca la autoridad por completo o que ella tenga fallos, sí, él debe ser tolerante, pero incluso en su mirar hay hostilidad que con el paso de los días ha logrado apaciguar.— El escuadrón dos dirigido por la original de Nagayoshi se presenta.

Cuando termina el enunciado hay solo un ruido casi sordo que suena en la habitación, ha sido la rodilla que las espadas pertenecientes al escuadrón han bajado repentinamente para hacer su inclinación como muestra de respeto hacia la sacerdotisa.

Una palma hecha puño al piso y la cabeza ferviente en sumisión en dirección a ella es la pose que muestran; incluso la espada de Nagayoshi se coloca la diestra en el corazón y vuelve a inclinar el cuerpo para acompañar la presentación de su escuadrón. La Saniwa permanece callada, en parte porque le ha sorprendido la presentación repentina; en parte porque la belleza de los Osafune siempre estuvo presente y es capaz de embelesar a cualquiera que los mire. Si se detienen en ver los detalles solo realzan cada uno de sus rasgos y proporciona la serenidad que es característica de ellos.

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Cuando salen de la habitación de la Saniwa, algunos solo esperan ver a la espada Chougi atormentada otros solo están por curiosidad. Que hayan muchas espadas ahí es solo un beneficio para ellos: ven la rectitud y la gracia en los movimientos al caminar de la unidad dos, la experiencia implícita que proyectan les da la sensación de que se encuentran frente al escuadrón principal y muchos de ellos empiezan a sentir una especie de respeto hacia cada uno de los miembros. En especial hacia el capitán, porque el que esté serio en ese momento le da un aire de líder al que le obedecerían sin rechistar.

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— Dicen que eres un candidato fuerte para ser el próximo secretario. — Yamanbagiri Kunihiro llega, después de algunos meses más de estar en cama, deteniéndose frente a la original de Nagayoshi. La ubicación donde se encuentran es la zona de cultivo; el mismo sitio donde tiempo atrás Chougi tiene su arrebato de furia tormentosa, el último sitio donde se encuentran el uno al otro y no son capaces de platicar.

— Te dije que las originales somos mejores, falsificación.— En su voz solo hay relajación, no hay otro momento de tensión ni segundas intenciones malas detrás de ella, solo es su costumbre; pereza y cansancio después de la jornada de trabajo que ha concluido ese día.

Yamanbagiri está a punto de decir que es una réplica, que no es lo mismo pero sus ganas de pasar más tiempo así lo superan y lo deja llamar como quiera. Yamanbagiri Kunihiro se sienta detrás de la otra Yamanba, llevando la punta de los dedos a la cintura adversa y masajeando el sitio para ganarse elogios. Esa voz perezosa le ha gustado más de lo que dice en voz alta y solo llega ese día para consentir.

— Fue arriesgado incluso si querías ganar tiempo.— Kunihiro habla y al mismo tiempo desliza los dedos dentro de las ropas deportivas del otro, sintiendo la piel caliente de la cintura y la tensión misma que provoca por el frío de las yemas que no dejan de masajear. Tampoco lo deja alejarse por lo que la única opción de la original es quedarse quieto si no quiere que mañana en la hora del baño le queden los dedos marcados y sean malinterpretados. — Pudo haber salido mal.— El actual secretario está preocupado, porque de haber sido así, el único que habría sufrido las consecuencias era la espada original de Nagayoshi.

El ex-inspector lo ve de reojo, colocando los dedos sobre sus muslos mientras relaja sus músculos y respira hondo.— ¿Siempre es así de preocupado, Señor Secretario? — Cuando exhala, cambia su posición a una más libre: deja recargar su peso y espalda sobre la otra uchigatana, dejando la cabeza recargar en uno de los hombros. No es ceremonioso, tampoco incómodo y se entera que estar en esa posición para descansar es mucho más placentero.

Las palmas de Kunihiro reclaman la cintura por completo y hay atisbos de vergüenza sobre las mejillas, en las orejas incluso se nota más el tono carmín, porque es demasiado repentino el contacto y con demasiada confianza que tarda en procesar que Chougi ha tomado la iniciativa.

— Solo pensé que eras interesante cuando llegaste. L-la misión de Jurakutei fue repentina y me preguntaba si de verdad era la espada original.— Los nervios se han filtrado en la voz, en el tono rápido de la explicación que lo obliga a bajar el rostro y querer ocultarse tras la manba olvidada en su habitación. No sabe cuál es el detonante exacto; pero el hablar con Chougi así le provoca una regresión a su otra personalidad donde escuchar cosas bonitas le ocasiona un sentimiento de bochorno.

La reacción que Chougi ha esperado no está cerca de la contestación y hay una fracción de segundo en silencio antes de que suelte una risa que intenta ocultar en el cuello del otro. El ex inspector termina de darse la vuelta por completo, no se ha dado cuenta ni le interesa saber cuánto tiempo ha seguido los movimientos de la otra Yamanba que solo tiene ojos para cada una de sus reacciones.

— ¿Por qué no me diste la bienvenida siendo así de lindo? — No es recriminación, Chougi no está molesto por su trato inicial pues le ha fortalecido física y emocionalmente, llevándolo a la posición como capitán de la segunda unidad. No obstante, la sonrisa en el rostro de la Yamanbagiri original deja sin aliento a la obra maestra de Kunihiro y es preso de los sentimientos que lleva tanto tiempo conteniendo.

Ambos Yamanbagiris se acercan, consienten un beso en los labios que empieza lleno de vitalidad y exploran las bocas con la que sostienen platica apenas segundos atrás. Su conexión es complementaria, porque no necesitan de las palabras, porque la mirada fugaz es lo único que intercambian para explorar el resto de la boca; Kunihiro es quien explora la piel de las caderas, Chougi da besos en el cuello y exhala aire caliente sobre la piel adversa. Ambos se exploran, queriendo reconocer la existencia contraria y al mismo tiempo saber que son diferentes.

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Nansen se detiene, retrocediendo pasos al mismo tiempo que se le erizan los pelos e impide el paso a Hasebe y el resto de la unidad dos, estirando los brazos para intentar hacer una barrera humana. — ¡No pueden pasar, nya! — Su rostro está más que rojo, deteniendo como puede a todos ahí, a unos pasos de llegar a los campos de cultivo donde se han quedado de encontrar para planear la estrategia de exploración.

— ¿Qué estás haciendo, Nansen? Tenemos que apresurar esta ... — Hasebe traga grueso, si no se ha confundido ese ha sido un suspiro de parte de Chougi y la serie de ruidos que parecen escucharse como si estuvieran haciendo ejercicio le da a entender que no es momento de entrar ahí -aunque quiere interrumpir y decirle lo inmorales que son.-

El silencio generalizado de las cinco espadas es seguido de risas nerviosas.

Daihanya carraspea, retornando la atención a sus palabras.— Creo que la reunión la habíamos acordado en la noche.— Es lo único que puede declarar antes de ver un asentimiento tácito y que todos se vayan del sitio.

Que se vayan no quiere decir que no sepan lo que se estaba haciendo ni que los rumores sobre las Yamanbagiris explorandose a plena luz del día no circulen en boca de todos en la ciudadela.

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Primero que nada, gracias por su paciencia a los lectores que aún me siguen.

Segundo: Ni yo sé cómo concluí de esta manera. Mi idea principal sí, era que fuera un escenario similar al principio luego cambió a un fanfic que quería un poco más oscuro y con final angst y la semana pasada -o la semana antes de esta- iba bien hasta hoy que me he conducido a este final inesperado para mi. En fin, la otra idea era que ellos se conocieran bien estilo Chougi siendo tsundere pero no se pudo. Hasta aquí mi reporte y espero que les haya gustado la historia.