Febrero 2018.

El cielo estaba nublado y la temperatura había bajado considerablemente, la llovizna que caía casi a medio día amenazaba con volverse nieve. Kento apuro más el paso para llegar a la cafetería cerca del centro; una pequeña, contrastando ante los altos edificios, pero el lugar le encantaba precisamente por eso, era tranquilo y a esa hora del día no había mucha gente, aparte de yy el café que hacía la dependienta junto al sándwich de carne eran realmente excepcionales.

Yuu le había pedido que se encontraran pues tenían ya tiempo sin verse y platicar; ambos por los trabajos que los tenían con un pie en sus departamentos y otro en estos sin nada de tiempo, consumiendo sus jóvenes vidas.

Kento exhaló dejando que el vaho se elevará frente a su cara y se disipará a su alrededor con ese pensamiento en particular; sus trabajos eran completamente diferentes, un contraste en realidad, pero la misma mierda porque mientras Yuu se la jugaba con cosas ilegales, él inflaba las billeteras ya gordas de dinero a clientes que confiaban en invertir en acciones en la bolsa. Viéndolo desde un punto de vista crítico, su empresa también se dedicaba a algo ilegal; vender el sueño de cambio de invertirán todo lo que tenían en tristes papeles podían triplicar esa inversión, pero la bolsa era caprichosa, así que en un mal día podía dejar a un puñado de personas en la calle por qué esas acciones a las que apostaron se había desplomado y nada se podía hacer.

Sin embargo era legal, no podían ir a la cárcel por ello y el morir era de un cero por ciento, claro sin contar el estrés y las jodidas horas extras de trabajo que podían desencadenar en problemas cardíacos o mentales pero ese no era el punto, el jodido punto era que su estúpido hermano se había metido en los malditos problemas que acarreaba siempre el otro trío de estúpidos hermanos que tenía.

Yuu llegó hace dos años diciéndole tan casual que necesitaba urgentemente un trabajo pues la empresa electrónica en la que estaba había quebrado y no le dieron más que un triste cheque finiquitando su esfuerzo. Él trato por todo los medios de encontrar algo para Yuu dentro de su empresa pero incluso intendencia estaba llena.

Intento con colegas que tuvieran algo o conocieran otros lugares, pero nada. Así que Satoru escuchó sobre los infortunios de su hermano y le propuso un pequeño trabajo, nada complicado solo entregar un Cadillac a un magnate en Hokkaido, no decir ni preguntar nada y ya, simple y sencillo. Yu lo hizo y por ese simple trabajo recibió 10 millones de yenes.

—Kento trabajaré a tiempo completo dónde trabaja Satoru.

—¡¿Que?!.

—Me pagaron muy bien y no es complicado. Satoru me dijo que cuando necesitara algo no dudara en decirle, y quisiera también ayudar a papá Yaga, no es justo que ustedes cuatro sean los únicos que aportan todavía.

Los ojos de Yuu siempre eran brillantes, Kento no recordaba si alguna vez llegó a verlo triste o enojado, él siempre fue toda positividad y buen ánimo. Siempre era el que hacía reír a los más pequeños o siempre jugaba con ellos. Conectó enseguida cuando conoció a Yuuji y era como tener dos soles radiantes brillando todo el día los 365 días del año. También era ingenuo y testarudo, Kento se preguntaba constantemente por qué lo seguía tanto, por qué se pegó a él como muégano y prevaleció por sobre su inicial rechazo y posterior silencio. Yu solo le dijo que si no sabía sobre esa ley universal en la que los introvertidos atraían extrovertidos y los adoptaban y no podían hacer nada más que resignarse y aceptar.

Lo mismo pasó con Yuuji, se aferró a kento y efectivamente él solo pudo resignarse y aceptar.

Kento adoraba a todos sus hermanos y cada uno tenía un lugar especial e invaluable en su corazón pero Yuu era como una especie de alma gemela, alguien con quién podía hablar de todo y apesar de su entusiasmo sabía ponerse serio cuando tenían esas charlas profundas de deseos de un futuro mejor.

Pero el saber que trabajaría para el maldito viejo que metió a Satoru, Suguru y Shoko en malos pasos era demasiado para él, sin embargo Yuu ya era un adulto y sabía lo que hacia...o pretendia saber lo que hacia. Durante mucho tiempo no pudo culpar a sus hermanos de su destino, del cómo terminaron trabajando para la mafia, pues todos los días veía lo que ello conllevaba y como los consumía, pero ahora que Yuu voluntariamente iba a ellos y no vio oposición por ninguno de los otros, se replanteo eso; si tan mal los había dejado, ¿Por qué dejaban que sus otros hermanos entrarán?.

Choso y Esou fueron los primeros, incluso Yaga no dijo nada. Realmente Yaga nunca decía nada, todo lo que sabía era por escuchar sin querer atrás vez de las delgadas paredes y lo demás eran obviedades.

Cuando preguntó de frente, nadie le dijo nada.

Ahora estaban ahí, dos años después sentados en una pequeña cafetería sintiendo que se conocían de toda la vida pero que todo un mundo los separaba y los había alejado. Yuu traía un traje de vestir negro sin corbata y la camisa blanca desfajada, siempre tan informal. Todo lo contrario a Kento con su traje negro con rayas verticales en blanco planchado y en su lugar. La corbata vino con detalles en dorado atada y derecha, su saco colgado ya en el respaldo pulcramente acomodado y sus gemelos pulidos junto al sujetacorbatas; pequeños lujos que podía darse con su sueldo nada despreciable.

Los ojos de Yuu brillaban y su sonrisa fácil nunca abandonó su boca, su cabello estaba más desordenado de lo acostumbrado pero se veía bien en general, claro, obviando las ojeras bajos sus ojos y que no dejaba de mover la pierna con ansiedad.

—Disculpa por qué llegar tarde, tuve un pendiente de último minuto.

—No hay problema no tiene mucho que llegue…¿Como has estado kento?.

Kento suspiro dejando ver lo agotado que estaba —Bien, dentro de lo que cabe bien y ¿tú Yuu?.

—Bien, también bien, con mucho trabajo. — Yuu esbozo una pequeña sonrisa haciendo resaltar los hoyuelos en sus mejillas.

Ambos pidieron café, una rebanada de pastel para Yuu y un sándwich para Kento. No tocaron temas difíciles y no abordaron en lo absoluto la tensión entre ambos, simplemente platicaron de sus hermanos y lo que sabían de ellos; Kento estaba un poco desactualizado pues la última vez que los vio a todos fue en año nuevo a diferencia de Yu que constantemente pasaba a verlos a la casa hogar o veía a los otros en el trabajo. Kento desviaba la conversación de eso último siempre que podía, Yuu lo dejo.

Terminaron su comida y sin más pagaron y salieron de la cafetería; afuera seguía haciendo frío pero el saco y la chamarra mullidas ayudaban a amortiguarlo.

—Satoru quiere que vayamos a Disneyland para el cumpleaños de Yuuji, dice que él pagará todo, así que ven, diviértete un rato con tus hermanos.

Yuu palmeo su espalda con fuerza como en los viejos tiempos, dió un pequeño paso al frente por la fuerza pero ya no se molestó, por el contrario le dió una pequeña sonrisa y asintió.

—Esta bien, mándame la información para pedir ese día.

Yuu levantó los brazos en señal de victoria pues pensó que tendría más resistencia por parte del rubio, pero hablábamos de su hermano y un día especial. Algo que tienen como costumbre es que sin falta se ven o llaman en sus cumpleaños, así que ese día sin duda será uno increíble con todos juntos.

—Entonces nos vemos Kento, cuídate.

Yuu se pone en marcha sobre la acera levantando una mano despreocupadamente y se despide, Kento lo ve irse mientras desaparece en medio de la gente y siente una opresión en su pecho indescriptible que le grita que lo detenga, que no lo deje ir y no lo entiende así que lo ignora, debe ser por qué lo extraña como a todos los demás y que le gustaría regresar a esos días tranquilos y sin preocupaciones de la vida adulta en la casa hogar, en la que lo más problemático era controlar a los revoltosos de la casa y hacer que tomaron su baño, se pusieran la pijama adecuada y dejarán de ponerse las faldas de sus hermanas para jugar, comieran su comida completa y se acostaran a una hora razonable para dormir. Kento suspira y se pone en marcha sobre la acera del otro lado de la calle, debe regresar a casa y adelantar el trabajo del día siguiente y poder empezar a hacer tiempo para el cumpleaños de Yuuji.

Ese mismo fin de semana recibe la llamada que cambiará su vida y pensamiento. Recibe la llamada de Satoru y al menos agradece que sea él el que lo llame y no haya mandado a los más pequeños.

—Kento, necesito que vengas a casa de papá Yaga, es una emergencia, ven rápido por favor.

Kento no duda en recoger su saco y su maletín , le pide a su jefe salir temprano pues una emergencia familiar ha surgido y necesita irse, lo ve con reproche pero lo deja irse.

Todo el camino en el taxi se siente lento y tortuoso, se pregunta qué puede ser tan malo.

Espera que todos sus hermanos estén bien.

Saca su móvil y marca a Yuu, no le contesta y lo manda directo a buzón, cuelga y se lleva el pulgar a la boca y empezá a morderlo; odia sentirse así, sin saber que pasa. Marca a Satoru pero tampoco contesta, ni Choso, incluso Megumi tiene el cel apagado.

Llega a la casona y ve todas las luces prendidas, ve los autos de sus hermanos y justo en la entrada están Esou y Kechizu sentados fumando, sus rostros compungidos y los ojos rojos de haber llorado, entonces Kento se siente aún más desesperado.

Los ahí sentados levantan sus miradas al escuchar pasos hacia ellos y en cuanto lo ven desvían la mirada y sus ojos se vuelven a llenar de lágrimas, pero no le dicen nada, se levantan y lo dejan pasar. Kento en ese momento sabe que una desgracia pasó, que algo realmente horrible ocurrió.

En la sala de estar están los demás; Satoru sentado en el medio del sofá de cuatro piezas con Shoko a su lado fumando compulsivamente, en el reposabrazos el cenicero está repleto de colillas y amenaza con desbordarse. Frente a ellos en el sofá de tres piezas están Suguru y Yaga; Yaga recarga sus brazos en sus rodillas y sostiene su cabeza, su semblante es sombrío y sus ojos no ocultan la amarga tristeza. Suguru está perdido en sus pensamientos viendo a un punto fijo en la mesa baja de en medio.

Nota que tanto el azabache como el albino tienen sus trajes desarreglados llenos de tierra, heridas pequeñas en la cara y sus manos.

Todos voltean cuando habla y pareciera que vieron a un fantasma.

—¿Qué está pasando?.

Absoluto silencio, incluso Shoko no se atreve a llevar lo poco que le queda de su cigarrillo a la boca. Lo más alarmante es que todos desviaron sus miradas y el pánico empieza a emerger de su estómago, derramándose por sus pulmones y extremidades, siente las piernas débiles y no se percata que empieza a temblar.

—¿Dónde...Dónde está Yuu?.

No sabe por qué pregunta pues no todos están ahí aún, falta que lleguen los más chicos y otros hermanos que ya se habían hecho independientes, pero es imperioso que le digan, que le confirmen que sus miedo es infundado y que lo más probable es que Satoru, Suguru y Shoko hayan tenido otra disputa con alguna banda rival y solo le pidan que ande con cuidado, pero Satoru dirige sus intensos ojos azules a él y lo sabe, ve la culpa salir de ellos, salir como una mala hierba que se dirige única y exclusivamente para él.

Yu había sido tomado como rehén en un intercambio de mercancía que salió terriblemente mal, durante día y medio se dedicaría a buscarlo hasta que una llamada anónima les dijo que lo podían encontrar en el fondo del puente Yasohachi en Urami.

Sin pensarlo fueron hasta ahí, pensaron que lo encontrarian malherido pero solo hallaron su cuerpo; había sido torturado, no había ni una sola parte que no tuviera un hematoma o corte. Tenía varios disparos de bala y balines en su espalda y brazos. Había sido violado y le habían sacado el corazón dejándolo en su mano.

Satoru había vomitado y Suguru quería volverse loco al escuchar el informe de la autopsia hecho por un médico que trabajaba para su organización, especialmente cuando estas cosas pasaban, cuando no podía haber registros médicos ni papeles que terminarán en manos policiacas. Yuu había muerto de una forma espantosa y eso era algo que jamás se iban a perdonar en la vida.

A todos sus hermanos solo se les dijo que Yuu había muerto al caer de un barranco cuando estaban practicando escalada y que los doctores habían hecho lo que pudieron en el hospital cuando lo trasladaron ahí. Yaga tenía en sus manos los papeles "oficiales" que dictaminaban eso y al día siguiente debían presentarse en la funeraria para llevar a cabo los rituales correspondientes.

Todos lloraban y se consolaban; en especial Yuuji, Junpei y Nobara abrazaban a Kento quien había decidido mantenerse sentado en un sofá apartado de los demás.

Ciertamente estaba desconectado de todo, no quería llorar, no quería sentir, no quería tener que aceptar que Yuu ya no estaría más ahí, que no llegaría, que el esperar que entrara por la puerta era una pérdida de tiempo, como todo lo demás.

2021.

—De verdad Yuuji no te preocupes, en cuanto sepamos algo te avisamos ok...si...si te mantendré informado.

Megumi colgó su celular dejándolo caer entre sus piernas y llevando ambas manos a su cara restregandola con algo de fuerza, sintiendo que esto no iba a disipar ni un poco el malestar y el estrés en su cuerpo, pensó en que ojalá fuera solo el cansancio por lo ocurrido en el baño de lo que tuviera que preocuparse pero algo dentro de su cabeza ya le decía que no, que eso era lo de menos ahora.

Aun lado, Nobara miraba hacia afuera por la ventana del taxi, viendo pasar las luces, los edificios y las personas que aún circulaban a esa hora de la noche en el centro de la ciudad, su ceño estaba contraído y el puchero en su boca era visible. Por más que le gustaría estar molesta por qué Megumi la interrumpió cuando hablaba con Zen'in Naoya uno de los magnates más importantes en su industria no pudo, el ver ese rostro preocupado era algo que rara vez se mostraba en su hermano y eso solo significaba que algo había pasado, de la misma magnitud de lo de hace tres años y eso le estaba carcomiendo el corazón, pensar que otro de sus hermanos le hubiera pasado algo era demasiado.

Llegaron y notaron las camionetas y las motocicletas estacionadas junto a un grupo de personas paradas ahí fumando. Al bajar del taxi Nobara se les quedó viendo con extrañeza pues jamás los había visto y si eran amigos de alguno de sus otros hermanos era raro pues estaba casi segura que conocía a cada amigo, amiga y pareja que hubieran tenido. Si, era una especie de hermana sobreprotectora cuando se empeñaba junto a Satoru y Choso. Así que los miro mal y justo cuando iba a dirigirse a ellos para preguntar Megumi la detuvo del brazo y la jaló hacia la entrada de la casona abierta. Quiso protestar pero en cuanto vio a Shoko fumando afuera fue con ella.

—¿Shonee-san que está pasando?, ¿Quiénes son esos tipos?.

Shoko tiró la colilla de su cigarro al piso para aplastarla con algo de fuerza, sus ya marcadas ojeras se veían aún más sumidas y negras y se veía que había llorado. Megumi se acercó para rodearlo por los hombros pero Shoko se quedó estática viendo hacia el cielo por tener que levantar su cabeza en el hombro de Megumi.

—Es mejor que entremos, ya solo faltaban ustedes, Yuuji está trabajando así que no podrá venir. — dijo Shoko de forma automática, su voz se oía baja y carrasposa.

—Si, justo hablé con él cuando veníamos, vamos.

Nobara fue la primera en entrar mientras Megumi sostenía el maltrecho ser de su hermana mayor a su lado. En la sala ya estaban casi todos, incluso Kento quien se mantenía apartado parado viendo hacia la ventana, sus ojos fríos viendo hacia algún punto fuera. Nobara y Megumi se hubieran querido acercar si el aura del hombre no fuera intimidante. Era como sentir un abismo en el medio, donde de un lado kento estaba completamente solo.

Satoru estaba nuevamente sentado en el largo sofá de la sala, con su cabeza metida entre las manos recargando sus codos en sus rodillas, sus ojos azules fijos en el piso y aún así se podía ver una tormenta en ellos. Su rostro realmente afligido por la culpa susurrándole al oído, abrazándolo con fuerza y no queriendo soltarlo, adhiriéndose a su piel como un tatuaje de vergüenza, uno que le decía a todo el mundo la clase de basura que era.

Choso y Esou estaban quizás peor con semblante muerto en ambos; sus ojos opacos, las lágrimas que no dejaban de fluir y sus manos siempre apretadas en puños y ya comenzando a verse blancos por la falta de sangres circulando ahí. Yaga, Utahime e Ijichi entraron a la habitación igual de serios y sombríos y Megumi estaba harto de tanto secretismo.

—¿Alguien va a decir qué demonios está pasando?.

El silencio fue casi ensordecedor, nadie se atrevió a moverse ni un centímetro, ni siquiera Junpei que estaba igual de desconcertado sentado en otro sofá sosteniendo la mano de Suguru que también esquivaba la mirada de cualquiera.

Satoru exhaló pesadamente arrastrando sus manos hacia su cabeza de forma brusca, exasperado levantó la cabeza y miró al azabache.

—Kechi-chan murió...en un accidente de motocicleta.

Nobara llevó sus manos a su boca ya sintiendo sus lágrimas brotar y el nuevo agujero en su pecho acompañando al que se formó cuando Yuu también murió. Megumi abrió sus ojos de la impresión para enseguida cerrarlos dejando escapar unas cuantas lágrimas y mordiéndose el labio inferior, abrazando del otro lado a Nobara mientras sostenía aún más a Shoko quien había empezado a llorar otra vez. El llanto bajo de los demás empezó a hacer eco en la sala.

Yaga bajo la cabeza, la comisura de sus labios bajando aún más, atrayendo a Utahime a un abrazo de lado al verla temblar por los sollozos.

El fuerte ruido de un golpe seco los hizo levantar las caras hacia Satoru quien de repente estaba tirado en el sofá tras de él sosteniendo con ambas manos su quijada y de donde entre sus dedos empezaba a brotar sangre. Choso quien estaba sentado a su lado solo pudo voltear a ver atónito y dirigir su mirada entre Satoru y Kento.

De haber sido alguien más, Satoru ya lo tuviera contra el suelo suplicando por su vida, pero no, este era su hermano dándole la golpiza que se merecía, por esa razón no metió las manos y hubiera agradecido que tampoco los demás lo hubieran detenido pues en cuestión de instantes tenía a Megumi, Suguru y Junpei apartando a kento quien estaba irreconocible con sus ojos encendidos de furia, sus cejas se encontraban una con la otra de lo contraído que estaba su ceño. Su boca en una mueca pura de rabia y desprecio hacia él. Satoru solo quería seguir sintiendo el dolor de sus golpes, sentir que alguien por fin le daba su merecido.

—¡Kento es suficiente, detente por favor!.

Kento veía únicamente en su campo de visión a Satoru, no había nadie más, nadie aparte de su dolor, de su coraje y rabia, de su impotencia.

—¡Eres un hijo de perra Satoru!, ¡¿otro?!, ¡¿Quien sigue?! ¡¿Choso o Esou?!...¡¿Yuuji?!.

Kento forcejeaba para que lo liberarán, para poder hacerle entender a la mala a su querido hermano que no podía seguir así, que debían parar, dejar de matar a sus hermanos.

—¡Dime, fue un accidente o otra..

—¡¡Ya es suficiente Kento!!.

Yaga se interpuso en el medio, tomando a Kento por los hombros apartandolo de frente y haciéndolo consciente que no era el lugar ni el momento indicado para perder el control y que por supuesto él no era así.

—Lo sé...lo sé ¡maldita sea! Yo no quería yo…

Satoro balbuceo quitando las manos de su cara herida y llevándolas a su ojos y cabello viéndose derrotado, algo que solo ellos como su familia tenían el privilegio de ver, esto casi hizo sentir mal a Kento, pero al cerrar sus ojos vio el rostro de Yuu sonriendo.

—Tu no querías pero pasó y ahora debes...no, todos ustedes incluso yo tenemos que asumir la responsabilidad de esto.

Kento visiblemente se calmó y fue que lo soltaron pero viéndolo aún recelosos y manteniéndose cerca por si volvía a perder los estribos, sin embargo Kento aliso su chaqueta y sin más giró sobre sus talones saliendo de la sala.

El silencio que recayó sobre la sala a penas fue interrumpido por las preguntas susurradas de Nobara de lo que pasó y qué significaba todo aquello. Nadie supo darle una respuesta.

Yuuji llegó a las siete más quince de la mañana al departamento, desde que checo su salida del turno empezó a sentir la pesadez del sueño y el esfuerzo físico de haber descargado todas esas cajas en la madrugada, y de cierta forma, la tensión que sintió con los hombres en traje que estaban ahí. Sorprendido un poco al ver a unos cuantos con metralletas o armas cortas en fundas amarradas a la cintura. Prefirió no darle vueltas pues Yuki le dió varias veces esa sonrisa confiada y tranquilizadora, no había razón para pensar cosas raras, aparte de que había sido su primer día de trabajo, con el tiempo se adaptaría al ambiente laboral y que aquello era más normal de lo que pensaba, supone.

el departamento estaba completamente en silencio; apenas se oía el zumbido del refrigerador en la pequeña cocina y una par de pájaros piar afuera, quizás del gran árbol aún costado del edificio y que quedaba justo frente a una de las ventanas de la sala.

Dejó su mochila colgada en el perchero de la entrada junto a su chaqueta, considerando si desayunar de una vez o dormir y comer después.

—¿Yuuji, eres tú?

Yuuji respingo en medio del pequeño pasillo al escuchar aquella voz un tanto baja y que se alcanzó a oir por el silencio; Vio que la puerta de su habitación compartida con Megumi estaba abierta y se dirigió hacia ella.

Al entrar noto que en la cama baja de la litera sobresalían un par de piernas con zapatos lustrosos negros y enseguida un par de piernas largiruchas en pantalones de vestir también negros se movieron para bajarlas hacia el piso, fue que vio a Satoru sentándose en la orilla de la cama con la cabeza baja; su camisa blanca estaba arrugada y fuera de lugar con las mangas largas arremangadas en los codos y apenas la abrochaba cuatro botones. El cabello de Satoru estaba más despeinado de lo habitual, se veía como un completo desastre y sería entrañable para Yuuji pues hubiera pensado que tuvo un día de trabajo agotador, claro, si no fuera porque al levantar la mirada y ver sus lindos ojos azules rojos e hinchados y ojeras negras bajo estas, el labio partido con la sangre seca manchando su quijada y parte de su cabello y su mirada era opaca y sin vida supo que algo muy malo había pasado.

—¡¿Satoru?! ¡¿Qué demonios te pasó?!. —Yuuji dijo mientras se fijó en la cama de arriba para ver si estaba Megumi pero esta estaba tendida tal cual como la dejaba siempre antes de irse. Se paró entre las piernas del albino y con una mano levantó su cara desde la quijada para ver mejor el golpe; vio que alrededor se había puesta morado y aún estaba algo hinchado. —¿Quien te hizo esto Satoru?— Yuuji susurró esto último con pesar y ternura —Satoru dime algo por favor.

Satoru siguió sin decir nada, levantó sus manos y atrajo a Yuuji desde la cintura a sus abrazo, hundió su rostro en su estómago sintiendo su calidez que se filtraba por la sudadera con capucha roja que tanto le gustaba usar y que ya llevaba unas cuantas docenas regaladas por Satoru atrás vez de los años. Satoru dejo que nuevamente las lágrimas se derramarán mojando la sudadera y dejando que Yuuji lo abrazara también, sintiendo sus brazos rodeando su cabeza.

Se quedaron así por un rato, dejando que los sollozos rotos de Satoru llenarán el silencio y los suaves dedos de Yuuji peinaran sus blanco cabellos confortandolo.

Cuando Satoru sintió que no se iba a volver a romper al hablar lo hizo, dando la mala noticia el mismo a su Yuuji.

—Kechizu...Kechizu murió anoche en un accidente en su motocicleta Yuuji.

—¿Dónde está Satoru?

Suguru se adentro al departamento en cuanto Yuuji abrió la puerta. Apenas y volteo a ver a su hermano menor cuando ya estaba en la sala viendo hacia todos lados.

—En el baño dándose una ducha, ya le atendí el labio...Sugurunii ¿Qué fue lo que pasó?.

Suguru al escuchar la voz triste y suplicante fue que lo miro; sus ojos café caramelo entornados e hinchados aún con lágrimas en las comisuras y la nariz roja, Suguru sintió su pecho oprimirse. Cuando estaba por contestar Junpei entró dejando caer la bolsa de plástico con la ropa de Satoru en el sofá. El albino le había mandado mensaje a Suguru para que pasara por ropa limpia y por supuesto negra para que se preparara e ir a la funeraria para la cremación de Kechizu y diciéndole que estaba con Yuuji.

Suguru por salir corriendo del auto donde también iban Nobara y Megumi se olvidó de lo demás pues temía que Satoru hiciera alguna estupidez en sus estado desde que sin más, salió de la casa hogar sin decir a dónde iba la noche anterior.

Satoru podría irse a meter en verdaderos problemas cuando la ira y la impotencia lo sobrepasaban y justo en ese momento era lo que menos necesitaban, debían dejar que las cosas se calmaran y empezar a planear una estrategia por qué era un hecho de que las cosas no se quedarían así, la familia Ryomen debía pagar caro lo que le pasó a su hermano.

—Anoche estábamos haciendo un poco de motocross, las llantas de la motocicleta de Kechizu dejaron de responder y se estrelló en un muro, iba muy rápido y no pudimos hacer nada.

Suguru sintio el regusto desagradable de la hiel esparcirse por su boca como un veneno amargo; las mentiras siempre sabrían mal y más cuando se las decía a sus queridos hermanos.

Yuuji asintió con tristes y fue hacia el sofá, tomó la bolsa en sus manos y antes de ir otra vez a su cuarto abrazo a Junpei, ambos intercambiando también un apretón de manos antes de soltarse.

Suguru y Junpei esperaron sentados en la sala completamente en silencio en lo que los demás se preparaban para ir todos juntos a la funeraria.

Teniendo que pedir un taxi dónde Yuuji y Satoru fueron solos. Era algo extraño de ver pero ninguno dijo nada al notar que las manos de satoru y Yuuji no se saltaban y que Satoru se mantenía aprensivo hacia Yuuji, incluso cuando llegaron a la funeraria y Yuuji fue a Saludar y abrazar a sus otros hermanos y papá Yaga. Solo se apartó cuando Yuuji fue hacia Kento.

Yuuji decidió ignorar aquello, ya habría tiempo para que esos dos cabezas duras se reconciliaran.

—Yuuji has crecido.

—Supongo, ¿tú por qué no has venido a vernos?, te extrañamos mucho, nos haces falta en las comidas con papá Yaga.

—El trabajo me tiene…

—Ocupado, ya se y empieza a cansarme esa excusa Kentonii. Es como si no quisiera ver a nadie.

—No es eso Yuuji, de verdad el trabajo me absorbe mucho pero haré lo que esté en mis manos para verlos más.

Yuuji no era tan despistado como muchos asumían pues noto la mentira de las palabras de Kento y como se dorso a medio sonreír.

La conversación fue interrumpida cuando uno de los trabajadores del lugar les pidió que pasaran a la sala de espera y quién levantaría los restos en la urna debían de acompañarlo; Choso y Esou serían los que lo harían pues de todos eran los más cercanos.

Yuuji se acercó a ellos para darles un enorme abrazo y compartir más lágrimas y palabras de aliento de Yuuji a ellos. Todos de alguna forma sintiéndose tensos por lo que había pasado una noche antes y que era obvio que no se lo habían dicho aún a Yuuji, en especial Nobara se sentía intranquila, como si algo muy grave le estuvieran ocultando y que hasta Megumi sabía. Sin embargo ya podría hacer sus interrogatorios después.

A medio día los resto de Kechizu ya habían sido depositados en la urna y todos salían del crematorio con Choso a la cabeza y en sus manos lo que quedaba de aquel chico inquieto y que tenía fascinación por los juegos de mesa y hacer tanto alboroto junto a los más chicos, aquel que le gustaba arrullar a sus hermanos hasta que se quedaban dormidos, aquel que era implacable cuando se le encomendaba alguna misión. Todos los recuerdos vividos con él pasaron por la cabeza de todos, cada uno tenía una anécdota, alguna vivencia verdaderamente significativa con Kechizu y su rebelde cabello verde teñido.

—Sukuna-sama el informe del traslado de anoche ya está en su carpeta junto a los otros documentos de importación que pido la semana pasada, solo necesitan su firma por favor.

Uraume de pie frente a la cama de Sukuna le hablaba. Sukuna sin en cambio, seguía acostado con uno de sus brazos cruzados en su nuca y la otra laxa en su pecho; veía hacia el techo color beige con relieves en color dorado haciando algunas curvas y en otras partes viéndose como flores. Se sentía un tanto desconectado, fuera de sí mismo, algo así como en las nubes, aún descifrando si le gustaba sentirse así o era molesto, porque lo cierto es que desde que llegó a su casa no prestaba atención a nada, ni a su madre ni a Uraume. Debía sentirse complacido por el increíble trabajo y el éxito obtenido con el traslado de mercancía que se había llevado a cabo pero maldita sea no podía sacarse esa sensación de mal sana de haberse llevado a ese chico lindo de bonitas pestañas con él y estar precisamente en ese momento disfrutando de una ronda más de increíble sexo mañanaro. Entonces recordaba la mirada de puro pesar y que fue lo que lo dejó ir. ¿Qué le había pasado? Esperaba que algo realmente malo como para que él de todas las personas logrará tentarle el corazón.

—Uraume necesito que pidas los vídeos de seguridad del evento de anoche y me los mandes a mi portátil personal.

Uraume lo miró impasible parpadeando un par de veces, ciertamente desconcertado por el pedido repentino pero asintió.

—Si Sukuna-sama, por favor ya empiece a alistarse recuerde que tiene una junta con sus accionistas a las once.

Uraume dió vuelta para salir de la amplia habitación, solo escuchando un gruñido en afirmación a lo que dijo, pero al voltear para cerrar la puerta vio que el ojibermellón no se movió en lo absoluto.

Suspiro y cerró la puerta.

—Pestañas de ensueño te voy a encontrar y no te me vas a escapar ahora sí.

Sukuna amplió su sonrisa, aquella que podía ser dulce pero también letal.


Ok solo para aclarar unas cuestiones:

con respecto a la apariencia de Sukuna, si se parece a Yuuji pero con el pelo del color de Choso: castaño obscuro con reflejos rosados muuuuy obscuros, por eso Megumi no le vio parecido a Yuuji (mucho más adelante se descubrirá su relación) aparte de que Megumi solo andaba de cachondo .

Con respecto al apellido de los chicos ya me aclararon que es Yaga y no Masamichi, PERO me gustó más como queda el Masamichi así que ese será su apellido.

Este fic es de combustión lenta entre la ship principal, no esperen lemon, smut, frutifantastico de ellos pronto, están ahí los sentimientos pero no les pidan mucho, ambos son unineuronales les hace falta ver más allá de lo evidente para que sepan que su amor no es unilateral. Denles chance.

En fin espero les haya gustado este capítulo. Nos seguimos leyendo