Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y Shiori Teshirogi.


— No se atrevan — repitió el desconocido, alejando aún más a los Milo — ni se les ocurra hacerlo.

Ambos se le quedaron viendo sorprendidos, hasta que, al mismo tiempo, fruncieron el ceño y se alejaron del extraño.

— ¡¿Quién te crees que eres para decirme que hacer?! — dijeron a la vez.

El desconocido sólo los miró detenidamente y luego comenzó a caminar hacia el frente de la librería, donde ya estaba Shion y Aioria; Camus se encontraba en la parte más alta de las escaleras, cargando varios libros de finanzas y periodismo.

— Él es Écarlate — dijo Shion poniendo una mano en el hombro de su amigo cuando este llegó a dónde estaban.

El nuevo pelirrojo no aparentaba más que ser un par de años mayor a Shion, lo que aumentaba la molestia de los Milo, no sólo por ser interrumpidos, sino porque el chico lo había hecho en forma de orden, como si fuera su superior o algo así. Écarlate sólo los miró, sin una expresión en particular, sólo estuvo ahí, evaluándolos, para después acercarse al mostrador, donde dejó la copia del libro y abrió un frasco de porcelana con estilo chino que estaba justo a lado de un plato con diversos dulces, para sacar una galleta de la fortuna.

Él era extraño, fue lo que pensó la chica, independientemente de su mal comportamiento en el pasillo, no dejaba de mirarlos a todos y ahora estaba sacando galletas para repartirlas como si el evento anterior no hubiera sido nada. Discretamente miró a su contraparte, él tenía el ceño fruncido y había cruzado los brazos, Milo supo que el rubio estaba esperando explicaciones, justo como ella. Empezaba a creer que la idea de Camus no estaba tan mal.

— ¿Quieres una galleta Shion? — dijo dándole la galleta a su amigo, después le sonrió a los clientes mientras cerraba el frasco y lo volvía a poner en su lugar — buenas tardes, mi nombre es Écarlate, ¿En qué puedo ayudarlos?

— Estamos buscando libros sobre viajes en el tiempo, teorías sobre eso o cualquier cosa relacionada con el tema — se adelantó Aioria.

Écarlate alzó un ceja, volvió a pasar su mirada por todos los presentes sin mostrar una emoción en particular antes de detenerse en Shion, quien apenas estaba abriendo el paquete donde estaba su galleta.

— ¿Ficción o algo más... académico? — preguntó mientras caminaban ahora hacia la ventana donde estaba su letrero de "abierto" y le daba la vuelta.

— Supongo que de todo... — Aioria intercambió una mirada interrogante con sus amigos.

Camus había terminado de bajar las escaleras y se había parado a lado del rubio, quien miraba con molestia al dueño de la librería; Camus conocía esa mirada, era la mirada que Milo ponía antes de hacer una de dos cosas: comenzar a gritar y exigir o lanzarse a los golpes, por lo general ninguna de esas dos opciones eran divertidas para el francés, pero estaba bastante acostumbrado al actuar acelerado de su amigo. Lo que le preocupaba era la chica, si actuaba como su amigo Camus sólo esperaba que Aioria fuera lo suficientemente rápido para evitar que ella se le abalanzara al vendedor; había encontrado libros muy interesantes para su trabajo y no estaba dispuesto a perderlos por culpa de los impulsos primitivos de Milo, de ambos Milo.

— Oye... — dijo la pelirroja — ¿Aún no me has dicho quién te crees que eres para ordenarnos y ser tan grosero?

El chico la miró antes de hacer una pequeña mueca y cambiar su mirada sería por algo que mostraba preocupación. Eso la sorprendió, parecía que la máscara se había caído, esperaba que eso la ayudara a obtener respuestas.

— Tienes razón, lo siento, es sólo que me asusté por lo que estaban por hacer y estás aquí, cuando corrieron los rumores no pensé que me encontraría contigo...

El discurso de Écarlate y su cambio de actitud les pareció llamativa a los mayores, pero no hubo tiempo para que él continuara o alguien le preguntara si estaba consumiendo algo. Shion se apoyó en el mostrador, con una mano sosteniendo su cabeza y la otra el papel que venía adentro de la galleta que acababa de comerse.

— No... no me siento bien...

Aioria, que estaba más cerca, sostuvo al chico del brazo y lo ayudó a caminar alrededor del mostrador para sentarlo en una de las sillas que está ahí. Todos los demás se acercaron y apoyaron en el mostrador, para ver qué le sucedía al chico, con preocupación, el único que se mantenía un poco indiferente fue Écarlate, quien se acercó lentamente y se paró a un lado de Aioria para tomar la mano de Shion, mientras veía su reloj.

— ¡¿Qué le diste?! — preguntó Camus, viendo lo sospechoso que se comportaba el dueño de la librería.

Ambos Milo y Aioria miraron a los pelirrojos sorprendidos.

— Estará bien, sólo dormirá un par de minutos, tiempo suficiente para hablar con ustedes — Écarlate le quitó el papel y sacó su encendedor para prenderle fuego.

— No estoy entendiendo nada — dijo Aioria, alejándose del pelirrojo y poniéndose a un lado de Camus.

— ¿Para qué quieren los libros sobre viajes en el tiempo? — preguntó Écarlate dejando que el trocito de papel se consumiera en el cenicero que tenía a lado de la caja registradora.

— Curiosidad — dijo el castaño.

— Lectura informativa — respondió el francés.

— Qué te importa — dijeron los otros dos a la par de sus acompañantes.

Los cuatro se miraron entre sí al escuchar sus discordantes respuestas.

— Siento decirles que no encontraran respuesta a lo que buscan en eso, es un poco más complejo.

Écarlate apoyó una mano en su mostrador y de la parte de abajo, donde guardaba su libreta en caso de que le pidieran algún libro en particular, sus rollos de tickets y dinero, además de varias cosas aparte, sacó un hoja doblada por la mitad y miró a la chica a los ojos.

Milo recordó lo que le había dicho de no tocar al rubio y se cambió de lugar con Camus, algo que confundió a sus acompañantes, pero nadie dijo nada. La mirada de Écarlate de alguna forma le preocupaba puesto que algo le decía que él la conocía, comenzaba a hacerse preguntas hasta que el chico dejó la hoja en el mostrador y la empujó hacia ella con dos dedos. Ella se fijó primero en el anillo mediano, con una piedra oscura, tal vez obsidiana, que usaba en el dedo anular de la mano derecha; al subir su mirada se percató de que su cabello era largo y estaba algo despeinado, pero sentía que eso era a propósito, su playera de manga corta azul marino estaba desalineada y sus ojos verdes eran tan transparentes que ella podía sentir el choque de varias emociones, curiosidad, preocupación, diversión como las más dominantes.

Eso no evitaba que ella continuara pensando que el chico era un grosero y extraño, incluso más que Camus que había tratado de intimidarla al principio. Así que armándose de valor le quitó la hoja y la desdobló; inmediatamente los demás se acercaron a ella para tratar de ver lo que el papel decía.

La hoja parecía una versión moderna de un afiche de "Se busca" de los que existían en el siglo anterior. En la parte de arriba estaba una fotografía de ella que no recordaba haberse tomado; un poco más abajo estaba escrito su nombre completo y después un A-82. El resto del papel hablaba de lo importante que era localizarla y sus señas particulares, incluyendo como estaba vestida justo en ese momento.

Camus fue el primero en quitarle la hoja, pero no la tuvo mucho tiempo ya que Milo se la arrebató. El rubio entrecerró los ojos mientras revisan el papel y comprobaba que la chica de la fotografía era la pelirroja que estaba con él y sus amigos. Aioria se acercó a él y no tardó en quitarle la hoja y analizarla por sí mismo.

— Entonces... — habló primero Camus — ¿Sabes lo que está pasando? ¿Sabes quién es ella?

— Algo así — Écarlate le quitó el papel a Aioria y lo volvió a poner donde lo tenía escondido — no exactamente... pero un poco... supongo.

— ¿Supones? — preguntó Milo, el rubio.

— Bueno, no sé qué sucedió con exactitud para que ella llegara a aquí, pero sé quién es ella y sé quién eres tú — dijo señalando al rubio.

— ¿Qué? — respondió Milo.

— Eres Milo Sargas, ambos son Milo Sargas.

La librería se quedó en silencio; de alguna forma el impacto de esas palabras fue casi nulo, todos lo sabían, ya lo habían comprobado con las identificaciones y habían tenido todo un día para meditar sobre el tema, aunque escucharlo en confirmación, con una seguridad que podría resultarles incluso espeluznante, era diferente; en esos momentos todo lo que los cuatro querían escuchar eran respuestas.

— ¡¿Quieres dejar de darle vueltas al asunto y decime qué está pasando?! — la chica agarró a Écarlate del cuello de su playera y lo acercó a ella.

Comenzaba a cansarse y sentía que si no sabía lo que sucedía pronto terminaría explotando o algo así.

— Eso haré, tranquila — el pelirrojo la agarró de las manos para que lo soltara — ayer en la madrugada me llegó el aviso de que desapareciste de tu realidad dimensional y sólo lanzaron la alerta para capturarte lo más pronto posible — explicó mientras se acomodaba el cabello y arreglaba su camisa.

— ¿Realidad dimensional? — preguntó Aioria, antes de suspirar en señal de derrota — no es un viaje en el tiempo, ¿cierto?

— No en este caso.

— Te lo dije — dijo Camus mirando a su amigo — por eso es una chica.

— ¿Estás hablando de otra dimensión? — Milo, el chico, miró a todos los presentes con la boca ligeramente abierta — ¿Otra dimensión? Del estilo de personas iguales y esas cosas... ¿mundos paralelos? ¿multiversos? ¿Te refieres a eso?

— Sí.

— Carajo — susurró la chica, sentía que las piernas le temblaban un poco.

— Milo, este no es momento para volver a desmayarte — Camus la agarró del hombro y se lo apretó un poco, después se volteó a ver a su amigo — y Milo, no entres en shock, tuviste todo un día para eso.

— Disculpa si no lo hice antes Camus, tenía la leve esperanza de que todo esto ¡no estuviera pasando! — gritó el rubio.

— ¡Milo! ¡Este no es el momento maldita sea! — Aioria se acercó a su amigo y le dio una fuerte cachetada que dejó a todos callados.

La pelirroja sabía que eso le ayudaba, su Aioria también solía darle ligeras palmadas en el rostro cuando estaba hiperventilando o en shock o sobre exagerando.

— Gracias Aioria — el rubio le sonrió antes de darle un fuerte zape — lo necesitaba.

— Bien, aclarado ese punto — aun sobándose la cabeza, Aioria miró a Écarlate — tenemos más preguntas, muchas preguntas.

— Lo sé, y estoy dispuesto a hablarlo porque yo también quiero saberlo — el sonido de la alarma de su reloj comenzó a sonar, provocando que Écarlate se enderezara — pero no ahora, ahora tienen que irse, vendrá pronto y si te ve a ti aquí — señaló a la chica — contigo — miró al rubio — estaremos en problemas.

— ¿Si viene quién? — preguntaron ambos Milo.

Écarlate sacó un pedazo de ticket de su máquina y comenzó a anotar el número que tenía escrito a un lado de su registradora, ignorando la pregunta.

— Llámenme o envíen un mensaje, digan dónde quieren que los vea y ahí estaré — dijo dándole el papel a Camus, antes de rodear su mostrador y comenzar a empujar a los cuatro hacia la salida — está noche, no pueden regresar.

— ¡Oye! ¡Espera! ¡Tengo preguntas! — dijo Aioria, quien era el que estaba siendo mayormente empujado y a su vez empujaba a los demás.

— ¡¿Quién viene?! — volvieron a preguntar ambos Milo.

— ¡Yo quería comprarte unos libros! — alcanzó a hablar Camus antes de que fueran por completo sacados del lugar.

— Te los llevaré — Écarlate se paró en la puerta de la librería y les señaló el camino de vuelta a la avenida principal — váyanse y no regresen — el pelirrojo estaba por cerrar la puerta cuando se volteó y vio que el grupo seguía parado en la calle, mirándolo — ¡No olviden que no deben tocarse! — dijo señalando a los Milo.

Después de cerrar apoyó la cabeza en la puerta y suspiró, le dio una vuelta a su anillo, un gesto que había heredado de su madre cuando estaba nerviosa, y se dio la vuelta. No le sorprendió ver qué Shion había despertado y lo veía molesto mientras cruzaba los brazos.

— La galleta es una línea de emergencia, te dije que sólo la utilizaras en caso de una — fue lo primero que dijo; la voz suave y tranquila del joven había desaparecido para darle paso a un tono más duro, incluso su mirada era diferente, sus ojos parecían cansados y había algo de madurez en ellos, como si hubieran visto demasiadas cosas.

— ¿Recuerdas que mencionaste que buscabas a una chica? — dijo Écarlate, recogiendo los libros que Camus había abandonado sobre una pequeña mesa cerca de la escaleras — pelirroja, un poco bajita, cabello corto... creo que tenía nombre de isla.

— Sí... — Shion se levantó y se acercó a su amigo — ¿Escuchaste algo sobre eso?

— Tal vez, pero me gustaría saber cuál es la razón por la que todo el mundo en todos los mundos la está buscando, ya sabes, si doy información me gustaría saber la razón.

— ¿No informar que sé dónde te escondes no es suficiente? — Shion levantó un ceja y se recargó en el mostrador.

Écarlate se acercó con los libros, rodeó el mostrador para terminar parado justo frente a Shion, y comenzó a pasarlos por su escáner.

— Pensé que dirías eso.

— No me han dicho mucho tampoco — dijo Shion hojeando uno de los libros — sólo que la chica estaba haciendo algo ilegal cuando pasó el accidente que la llevó a cualquier lado del sistema interdimensional y ya sabes, habrá un caos si se encuentra con una de las versiones de ella, más del que ya hay con el simple hecho de que no está donde debería de estar, y por supuesto, todos esperan que no haya salido de su sección, temo imaginar que pasaría si está en algún punto del multiverso — dejo el libro y miró al pelirrojo — ¿qué escuchaste?

— Hay una chica con su descripción en la primera numeración, no puedo precisar donde con exactitud, pero definitivamente no es aquí o cerca de aquí.

Shion entrecerró los ojos.

— ¿Lo dices de verdad?

— No tengo razón para mentir, como dijiste, tú puedes entregarme.

— … Estas usando mis palabras en mi contra — dijo el menor antes de jalar un poco su corto cabello.

— Para eso son los amigos Shion — respondió el pelirrojo sonriendo un poco, al menos la tensión del principio había disminuido.

— Sabes que no podría entregarte, ¿verdad?

— Lo sé — Écarlate volvió a sonreír y comenzó a guardar los libros en una bolsa de papel — pero la entregaras a ella si la encuentras — afirmó.

— Ese es mi trabajo.

De vuelta en la ciudad, el grupo caminaba en silencio, cada uno perdido en sus pensamientos. Las últimas horas habían sido una locura, por no decir de los día, cada uno por su propia cuenta comenzaba a darse cuenta que había una alta posibilidad de que todo fuera así a partir de ese momento, cada minuto impactando de lleno con algún dato sobre lo que estaba sucediendo.

— Entonces… Milo — dijo Aioria, los cuatro caminaban alineados, con el castaño en el lado derecho, después seguía la chica, Camus y en el lado de la calle estaba el rubio — ¿cómo soy en tu realidad alternativa?

Su pregunta se ganó dos cejas levantadas de parte de sus dos amigos; pero a pesar de eso no despegó su mirada interrogante de la chica, tenía curiosidad. Se había desvelado mirando la fotografía con el sujeto altamente parecido a él que ahora entendía era él, una versión diferente y extraña de él, como era natural tenía preguntas que no podrían ser respondidas por el amigo de Shion, eran preguntas personales, que sólo podían ser respondidas por la chica que estaba a su lado que era la propia versión de uno de sus mejores amigos, todo era fascinante, laberíntico, pero fascinante.

—Bueno… eres esencialmente tú, igual, un poco sobreprotector con tus amigos y familia, Camus y… Milo — la pelirroja hizo una extraña mueca mientras desviaba su mirada al rubio, ni siquiera sabía cómo debía de dirigirse a él — me comentaron que tienes novia, ¿Lydia?

—¡Olvidé a Lyfia! — Aioria se llevó ambas manos a la cabeza — le dije que hoy comería con ella, pero obvio eso no sucederá, le llamaré para agendarlo mañana, si es que no nos visita otra persona de un mundo paralelo — agregó el castaño giñándole un ojo a sus amigos y sacando su celular — íbamos a comer comida china, ¿compramos comida china Camus?

— El local está a unas cuadras, supongo que no hay problema — murmuró el francés viendo como su amigo caminaba más lento y les hacía una seña para indicar que no lo esperaran.

Los tres continuaron caminando, la pelirroja no sabía la hora pero sabía que no podía ser tan tarde, el Sol todavía alumbraba en todo su esplendor y la gente caminaba de un lado a otro.

—Por cierto, te equivocaste, la Tierra no se creó hace cinco minutos, al parecer sólo existen múltiples versiones de ella — le dijo la chica al francés, mirando distraída la tienda de accesorios deportivos frente a la que pasaban, de dónde ella provenía el local era una farmacia.

—Tal vez esas versiones se crearon hace cinco minutos — respondió Camus.

—¿Cinco minutos? ¿Tierra? ¿de qué están hablando? — preguntó el rubio.

— De nada — dijeron ambos pelirrojos al mismo tiempo.

—Claro — el rubio entrecerró los ojos, pero después suspiró, el día se le estaba haciendo eterno.

El trío se detuvo en una esquina, la chica pensaba que si iban por comida china el mejor lugar era seguir la ruta derecho, pero Camus le agarró el brazo para indicarle que debían cruzar la avenida, ella lo miró confundida, pero por supuesto, estaba en otro lugar y su ciudad, aunque esencialmente era su ciudad, no era el lugar donde vivía. Ella también suspiró.

—Camus, ¿por qué no mejor me pellizcas para comprobar si todo esto es real? — dijeron ambos Milo.

—Sólo si después ustedes lo hacen conmigo — murmuró el francés mientras pellizcaba a sus acompañantes en el brazo, a uno más fuerte que el otro.

Pasado el ritual de los pellizcos, la chica frunció el ceño al reconocer hacia dónde se dirigían; recordó que antes de que Aioria comenzara a salir con Marín ella solía ir con él a ese lugar, tenían los mejores rollos primavera de Grecia. Si era un poco más precisa, Aioria había conocido a Marín por el restaurante al que estaba acostumbrada, el segundo lugar, cuando su lugar predilecto, al que se dirigía ahora había cerrado por remodelación y él había insistido en ir al nuevo restaurante.

—¿Por qué no seguimos derecho para ir al otro restaurante?

—La comida es un poco insípida— dijo Camus — para mi gusto por supuesto.

— El paladar francés no soporta cualquier cosa — el rubio le dio una sonrisa burlona a su amigo — está demasiado caro para nuestra economía.

Era verdad; el lugar dónde ella compraba su comida ahora, donde Aioria conoció a Marín, era más caro, y la comida un poco menos buena, pero era el lugar de Marín y Aioria nunca le decía "no" a su novia, aunque todo se dinero se fuera en comida china.

—Ese es el lugar favorito de comida china de Marín — comentó la chica justo cuando el castaño regresaba y se paraba al lado del rubio.

—¿Marín? ¿Ella es la otra pelirroja de la foto? — preguntó Aioria.

—Sí, y es tu novia — el rubio miró fijo a su amigo — llevan juntos seis años, no se han casado y ya tienen cinco hijos.

—Y su hermano te odia — continuó Camus — trató de matarte dándote veneno para cucarachas, pero como una, sobreviviste.

—Ja-ja-ja qué divertidos — Aioria se detuvo, pero al ver que el trío continuaba y Camus parecía serio se alertó — esperen, ¿es en serio? Milo, dime la verdad.

—Te lo acabo de decir.

—Tú no idiota, la otra Milo.

La pelirroja rió divertida al ver al grupo; ella también le jugaba bromas de ese estilo a su Aioria, aunque se sentía extraño ver a alguien más participar en ellas, por lo general Marín y Shura sólo les pedían que se comportaran. Suspiró suavemente, sentía que estaba por entrar en uno de los ataques de shock que le venían dando desde que despertó en ese callejón, pero cerró los ojos y respiró, no era el momento para eso, ella era una mujer fuerte y no había tiempo para lloriqueos si quería salir de ahí, estaba por recibir respuestas y no se detendría hasta saberlo todo.


Comentarios:Cómo siempre, ¡gracias por leer!Las respuestas venían justo en este capítulo, pero al juntarlo se hacía muy, muy grande así que lo dividí; esperaremos un poco más para saber todo, pero lo sabremos.