CAPÍTULO 4: SIENTO LA MANERA EN QUE ME QUIERES
El celo comenzó a arder a pesar del agotamiento de Hermione y llegó a su conciencia como lenguas de fuego. Una creciente necesidad comenzó a invadir sus sueños hasta que gradualmente se fue dando cuenta de que se estaba retorciendo, tratando de encontrar fricción y una sensación de alivio.
Algo caliente, húmedo y relajante se envolvió alrededor de su pezón y luego sintió una presión firme entre sus piernas, justo donde ella quería.
No era suficiente.
La necesidad seguía creciendo cada vez más, pero parecía que no podía llegar al límite. Seguía invadiéndola.
Se arqueó y gimió, sintiéndose lista para desmoronarse por la frustración.
De repente, el calor de sus pechos se desvaneció y quedó inmovilizada, con las muñecas por encima de la cabeza. Su caliente piel se presionó contra la de ella. Era pesado. Podía sentir el más leve toque a lo largo de su cuello, así que gimió.
—Tan perfecta.
Escuchó las palabras contra su garganta e hizo que algo dentro de ella se estremeciera. Una lengua se deslizó por su cuello y tuvo espasmos, retorciéndose y sintiendo el agarre de sus muñecas.
Había labios jugando ligeramente a través de una de las glándulas de su cuello mientras algo se deslizaba entre sus piernas y la acariciaba lentamente. Abrió más las piernas y levantó las caderas.
Ella estaba tan cerca.
Tan cerca.
Apenas podía respirar con normalidad.
Sintió un ligero roce deslizarse sobre la delicada piel. Estaba tan hinchada e hipersensible que se sentía como si estuviera en llamas, a punto de morir. Había un vacío que se sentía como si se la estuviera comiendo.
Hermione sollozó.
Un dedo largo se hundió lentamente en su intimidad y la apretó mientras un pulgar ancho presionaba ligeramente contra ella, acariciándola.
Se sentía lista para romperse. Un segundo dedo se deslizó dentro. Sintió dos dedos moverse suavemente en su hipersensible protuberancia mientras la boca que jugueteaba a lo largo de su cuello de repente se cerró sobre una de sus glándulas y succionó con fuerza.
Ella tembló y explotó.
Todo su cuerpo sufrió espasmos y se estremeció mientras atravesaba el clímax. Cuando dejó de temblar, los dedos salieron de ella y el agarre de sus muñecas desapareció.
Abrió los ojos aturdida y miró a Draco Malfoy.
La necesidad, la ardiente necesidad que la impulsaba, se había apagado momentáneamente. Se sentía algo más consciente mientras lo miraba.
Ella ya sabía que era él. Los nervios de su columna vertebral ya habían memorizado las vibraciones de su tono de voz, y su aroma perfecto y reconfortante la había envuelto como una capa.
Pero verlo ahí todavía se sentía surrealista. Como si desafiara una ley universal de algún tipo.
Estudió su rostro. Nunca antes había visto la expresión que tenía en ese momento. Parecía reverente.
—¿Cómo… cómo es que estás aquí? —preguntó, frunciendo las cejas. Levantó la mano y le tocó la mejilla para asegurarse de que no era una ilusión.
—Te escuché llorar —dijo, estudiándola con atención—. Tenía miedo de que te hicieran daño.
—Oh —dijo ella, sintiéndose desconcertada. Algo en el fondo de su mente sintió como si la respuesta no tuviera sentido, pero la mayor parte de ella estaba abrumada por el hecho de que él estuviera allí. Estaba con ella. No estaba atrapada allí sola, en un estado de miseria insaciable.
Draco parecía estar buscando algo en su rostro.
—¿Tú…? —comenzó y sus ojos parpadearon levemente. Apretó la mandíbula como si estuviera tragando algo amargo. Abrió la boca para empezar de nuevo cuando Hermione extendió la mano y tiró de él para ponerlo encima suya.
La sensación de su peso sobre ella la hizo gemir de satisfacción. Respiró contra su piel. Olía como ella. Acarició su cuello con la nariz y deslizó su lengua hasta el punto de unión de su hombro, donde estaba una de sus glándulas de olor.
Sabía exactamente dónde encontrarla.
Cuando la lamió con la lengua, él se estremeció y la agarró con fuerza debajo de él. Hermione suspiró en respuesta.
—Eres mía —murmuró en su oído.
Era un recordatorio; algo que ya le había dicho antes. Podía sentirlo. Era como si hubiera enterrado las palabras en su corazón, porque cuando repitió las palabras, sintió como si se desplegara como una snitch dorada y revoloteara.
Hermione presionó sus labios contra su hombro y se acostó debajo de él disfrutando de la sensación. A salvo. Cálida.
No parecía posible estar lo suficientemente cerca. Se apretó contra su pecho deseando poder hundirse en él. Si estuviera en algún lugar debajo de sus costillas, por su corazón, estaría lo suficientemente cerca.
Mientras yacía allí, aplastada bajo su peso, sintiendo su mano deslizándose por su cabello y su aliento contra su cuello, sintió...
Pertenencia.
Como si hubiera encontrado un lugar que estaba hecho para ella.
El sentimiento desencadenó una tensión en el fondo de su mente que ni siquiera sabía que tenía.
Antes de que tuviera tiempo de disfrutarlo, el sentimiento comenzó a desvanecerse, como si fuera un trozo de pergamino y alguien estuviera sosteniendo una cerilla encendida contra él. Lentamente comenzó a incendiarse. Calor. El picor que comenzó a sentir en la piel le arrebató la paz que había encontrado.
Se movió y se sacudió levemente. Luchó por controlarlo. Apisonarlo.
Pero seguía creciendo.
Lo odiaba.
Y se estaba poniendo demasiado caliente.
Su cuello. Su abdomen inferior. Sus muñecas. Todo se estaba volviendo extremadamente sensible.
Tratar de permanecer quieta y soportarlo se sentía como algo desgarrador.
Necesitaba aliviarlo.
Una ducha fría, pensó. Si se auto infligía suficiente frío las piezas de su mente podrían tener tiempo de reorganizarse. Recordaría cómo pensar. Había cosas que estaba pasando por alto, estaba segura de eso. Encontraría una solución si se duchaba.
Había algo fuera de lugar que no podía ubicar.
Empujó a Malfoy y trató de alejarse. Se apartó, pero no lo soltó.
—Una ducha —dijo, con la garganta seca y áspera—. Necesito enfriarme, hace demasiado calor. Siento como si tuviera fiebre.
Un brazo fuerte se envolvió alrededor de su cintura y tiró de ella hacia atrás.
Un rincón de su mente estaba cantando algo, pero no podía entenderlo.
Tenía tanta sed. Y estaba tan caliente. Todo estaba demasiado caliente. Todo su cuerpo estaba cada vez más agitado por su urgente necesidad de algo.
Lo sabía, en algún momento había sabido lo que estaba pasando, pero la fiebre lo había consumido.
—Necesito… —trató de explicar, pero su voz se fue apagando.
No lo sabía.
Todo estaba perdido.
Su mente se sentía como un edificio quemado. Lleno de rastros de cosas que no podía identificar.
Mientras se sentaba, tratando inútilmente de explicarse, la pérdida de control la hizo sentir histérica. No sabía a qué se suponía que debía aferrarse cuando el mundo entero se sentía como una bola de fuego.
Jadeó y trató de levantarse de nuevo.
Una ducha fría. Seguramente una ducha ayudaría.
Malfoy no la dejaba salir de la cama. La rodeó con otro brazo y la arrastró hasta su regazo.
—Yo cuidaré de ti —dijo, acariciando su cuello. Las vibraciones de su voz se hundieron en ella y se quedó quieta por un momento.
—Es tan… —trató de nuevo de explicar lo que estaba sucediendo. Incluso sentía el fuego dentro de sus pulmones. ¿Por qué hacía tanto calor?
Comenzó a jadear rápidamente, tratando de respirar.
Estaba atrapada entre el instinto y su mente. En ambos lados, sintió que tenía la respuesta a lo que le pasaba. Que sabía lo que se suponía que debía estar haciendo. Pero atrapada entre el instinto y la razón, prendida en llamas, no podía recordarlo.
Se sentía tan impotente.
Se mordió el labio y empezó a llorar.
De repente se encontró acostada de espaldas en la cama. Malfoy estaba arrodillado sobre ella, sus muñecas estaban inmovilizadas bajo una de sus manos mientras la otra se deslizaba lentamente a lo largo de su cuerpo. Se dio cuenta vagamente de que ambos estaban desnudos. La sensación de su mano sobre su esternón y a lo largo de su estómago se sentía más importante que la necesidad de vestirse.
Se arqueó bajo aquel toque relajante y Malfoy la besó.
Oh...
Sus labios eran suaves contra los de ella, su mano ahuecó su pecho y ella sintió que su cuerpo tenso se derretía bajo su toque. El fuego se deslizó lejos de su piel y se acumuló en un charco en la parte inferior de su abdomen. Podía sentirlo desbordarse. Un líquido tibio se deslizaba entre sus piernas.
Malfoy profundizó el beso, deslizando la lengua por sus labios y luego ahondando en su boca. Hermione gimió contra sus labios y retorció su cuerpo tratando de presionarse contra él.
Él se apartó de sus labios.
—Voy a cuidar de ti —dijo en voz baja. Sus ojos eran casi de ónix mientras la miraba. Ella gimió y echó la cabeza hacia atrás para exponer su cuello donde había comenzado a palpitar. Si ella se lo mostraba, él lo arreglaría—. Buena chica.
Malfoy bajó la cabeza y respiró a lo largo de su piel. La mera sensación del aire en aquel punto sensible la puso tensa y una nueva ola de calor líquido se acumuló dentro de ella. Gimió y se apretó contra él.
Sintió su mano dejar su pecho y llegar a sus piernas. Sintió sus dedos deslizándose por el líquido y el calor y la insoportable necesidad que experimentaba. El simple roce hizo que su visión se desvaneciera y el placer se colara por sus nervios.
Un profundo gemido fue arrancado de su interior.
—Merlín, Granger, estás tan lista —dijo Malfoy. Su voz sonaba ahogada, como si estuviera abrumado—. Eres perfecta.
Hermione sentía que se estaba dejando llevar por el instinto. El cántico en el fondo de su mente que antes no había entendido se hizo más fuerte.
Alfa. Alfa. Alfa. Por favor.
Abrió las piernas y arqueó la cabeza más hacia atrás.
Malfoy soltó sus muñecas y se movió entre sus piernas.
Ella lo miró aturdida. Era tan reconfortante mirarlo. Su olor, peso y fuerza...
Era como si estuviera hecho para ella. Como si ella estuviera hecha para él.
La estaba mirando cuando su rostro se volvió depredador y posesivo de una manera que la hizo emocionarse profundamente.
Le pasó la mano por el abdomen y le acarició la cadera antes de deslizarla por el muslo. Abriéndola. Sus ojos estaban fijos en su cuerpo como si se la estuviera bebiendo.
—Toda tú eres mía. Toda —dijo, su voz era profunda e inflexible, como si estuviera agarrando algo dentro de ella. Podía sentir el calor en su interior ponerse al rojo vivo. Comenzó a acariciarla entre sus piernas mientras hablaba, deslizando sus dedos a través del líquido que fluía fuera de ella hasta que el hueco en la parte inferior de su abdomen empezó a doler. Pero el toque de Draco la calmó y sus dedos se deslizaron hacia donde ella necesitaba.
Su piel podría haberse incendiado de nuevo, pero se quedaría perfectamente quieta si él seguía tocándola y hablándole.
—Siempre serás mía. Nadie más te tocará nunca como yo. Mi perfecta Omega. Nunca dejaré que nadie te vuelva a lastimar.
Todo su cuerpo comenzó a temblar mientras lo esperaba y él apoyó su cálida mano sobre su pelvis.
—Eres tan paciente. Qué buena chica.
Luego se inclinó hacia adelante y ella sintió algo increíblemente grande empujar entre sus piernas, deslizándose hacia el calor.
Abrió las piernas más, tratando de abrirse.
Él empujó y ella pudo sentir su cuerpo moverse para acomodarse al de él. Siguió presionando. Más profundo. Y más profundo. Y más profundo. No debería haber sido posible. Se sentía increíblemente llena.
Mientras continuaba empujando, Malfoy se inclinó hasta que su pecho aplastó el de ella. La tomó en sus brazos y la besó profundamente.
—Eres tan perfecta —dijo, gimiendo—. No tienes idea…
Finalmente lo enterró todo dentro de ella, yaciendo Hermione inerte debajo de él.
Su mente se sentía como si hubiera ascendido a un plano diferente. Solo había plenitud, la sensación de plenitud más perfecta. Su voz y su aroma por todas partes, como si hubiera plantado su alma dentro de ella. Estaban permanentemente entrelazados.
—Esto, esto es tan bueno —dijo, mientras comenzaba a moverse—. No tienes idea, oh Merlín, Granger, eres tan perfecta.
Hermione quería decirle... algo. Había cosas que pensaba que debería estar diciendo, pero no podía obligarlas a salir. Su cuerpo se sentía como si hubiera caído en un charco de pura magia. Como si brillara como la luz de las hadas. La sensación era de otro mundo.
Todo. Todo se estaba construyendo dentro de ella como si Malfoy la estuviera atrayendo hacia una especie de ascenso. Debajo de él, llena de él, la estaba conduciendo a algún lugar, a algún lugar revelador.
Dejó caer la cabeza hasta su cuello y pasó los labios por el lugar donde le dolía mientras aceleraba el ritmo. Él la estaba penetrando con golpes duros y profundos y ella envolvía sus piernas alrededor de sus caderas.
La deliciosa sensación de palpitación la estaba impulsando rápidamente hacia arriba.
Pero luego los golpes se acortaron. No eran tan profundos. Podía sentirlo expandiéndose dentro de ella hasta que estuvieron unidos. Ella se retorció de frustración. Había estado tan cerca, tan cerca de algo.
No quería arruinarlo, pero necesitaba…
Terminó dentro de ella. Sintió aquel líquido caliente bañando su interior y, de repente, todas las sensaciones de control y ardor se contrajeron dentro de ella y se hicieron añicos.
Oleadas de placer la atravesaron. Su cuerpo se arqueaba y temblaba, todo era de un blanco cegador. No había forma de describirlo. Simplemente era una sensación más allá de cualquier cosa que su cuerpo pudiera contener.
La sensación pulsante siguió y siguió hasta que sintió que debía estar muriendo. Toda su mente se encendió con una explosión. Estaba muriendo. Era un renacimiento. Iba más allá de su cuerpo, como si su magia y su alma estuvieran a punto de salir disparadas como una onda de choque. Se escuchó sollozar.
—Eres tan perfecta. Tan buena. Mi chica perfecta, perfecta. Siempre voy a cuidar de ti —decía Malfoy como si las palabras salieran a rastras de su boca. Podía sentir todos los músculos de su pecho y brazos tensos cuando él se apretó contra ella—. Mi perfecta pequeña Omega. Eres mía.
Era lo más increíble que Hermione había experimentado. Sobrenatural. Como si desafiara los límites del cuerpo humano. Nunca había sabido que algo pudiera afectarla tanto. Como si no hubiera sido meramente una experiencia física, sino también mental y emocional, e incluso espiritual.
No sabía dónde terminaba y empezaba Malfoy. Todo estaba tan instintivamente sincronizado entre ellos. Como si estuvieran unidos al otro.
Malfoy se dejó caer contra su cuerpo y la besó mientras acunaba su cabeza entre sus manos y ambos jadeaban y trataban de recuperarse.
Luego rodó sobre su espalda, cargándola y colocándola encima de él. La cabeza de Granger estaba acurrucada debajo de su mandíbula, donde podía olerlo y lamerlo fácilmente.
Se acostó sobre él durante varios minutos mientras su ritmo cardíaco se desaceleraba, sintiendo la sensación de él todavía encerrado profundamente dentro de ella.
Gradualmente, su cabeza se aclaró un poco.
Ya no había más fuego ni sensaciones de ardor, solo un delicioso resplandor. El pecho de Malfoy irradiaba calor para ella.
Hermione hizo una pausa cuando un pensamiento finalmente se hizo presente en su mente.
Ella levantó la cabeza y lo miró a la cara, aturdida.
—¿Cómo es que estás aquí? —preguntó.
¿Había hecho la misma pregunta antes? La sentía familiar, pero todo en su mente estaba muy borroso. Llevaba mucho tiempo con ella. Podía sentirlo. Olerlo.
Su toque era algo que ella conocía íntimamente.
—Te escuché llorar —dijo, estudiándola con atención—. Tenía miedo de que te estuvieran haciendo daño.
—Oh —dijo ella descansando su cabeza contra su pecho y deslizando suavemente sus dedos sobre sus glándulas aromáticas. Podía sentirlas latir ligeramente dentro de ella con el roce—. ¿Te he hecho esa pregunta antes? Siento como si la hubiera hecho y luego se me hubiera olvidado.
Apoyó una mano en su hombro y se levantó ligeramente para verlo.
—Me preguntas eso todo el tiempo —dijo.
—¿Cuántas veces?
—He perdido la cuenta. —Sonaba arrepentido.
—Oh —dijo ella, se sonrojó y enterró la cara en su pecho.
—Sin embargo, ahora estás más lúcida —continuó después de un momento—. Tu celo probablemente casi está terminando. El primer celo es siempre el más difícil porque tu cuerpo aún no sabe cómo regular todas las hormonas. Te mantendrás más consciente la próxima vez que tengas uno.
—Oh —dijo de nuevo—. No lo sabía. Solo me enteré de esto antes de que comenzara. Entonces… realmente no he tenido la oportunidad de leer al respecto.
Sintió que debía decir algo más. Que había cosas que ella y Malfoy deberían estar discutiendo. Saltos mentales significativos que había dado con respecto a la situación actual a los que sentía que debería estar oponiéndose enérgicamente.
Pero la boca de Malfoy era fascinante y su voz vibrando a través de su pecho se sentía como una cama de terciopelo. Y la sensación de él todavía dentro de ella hizo que algo en el fondo de su mente se sintiera delirantemente feliz.
La estaba mirando como si le perteneciera.
Ella ignoró aquellas cosas en su cabeza y lo besó, y él la abrazó y le devolvió el beso.
Se sentía familiar bajo sus manos. Pero conscientemente era como si fuera la primera vez que lo besaba. Deslizó las manos por su pecho, subió por su cabello y lo besó hasta que sintió que sus pulmones estaban a punto de explotar.
Cuando se separaron, lo miró jadeando y suspiró.
—Hueles como yo —dijo. Era extraño decirlo, pero la idea la hizo feliz.
Los ojos de Malfoy brillaron débilmente mientras la miraba.
—Hueles como yo —dijo.
—Lo sé —respondió con aire de suficiencia, derritiéndose contra él y suspirando felizmente.
No creía que alguna vez se hubiera sentido tan bien físicamente. Ni siquiera sabía que era posible sentirse tan deliciosamente feliz.
Su mente estaba adormecida, así que simplemente se recostó y se deleitó con la sensación de su calor mientras él la recorría con las manos.
Finalmente, la hizo rodar sobre su costado y comenzó a acariciar y lamer su garganta. Envió ondas de placer a través de su cuerpo hasta los dedos de los pies.
Todavía la estaba oliendo cuando sus cuerpos finalmente se separaron y ella sintió que se deslizaba fuera de su ser.
Una sensación de nostalgia se apoderó de ella, pero antes de que pudiera pensar en ello, la tuvo inmovilizada debajo de él y comenzó a deslizar su lengua por la piel de sus muñecas.
—Oooh —se estremeció—. Eso es muy bueno.
Después de varios minutos de sentirse abrumada por él, Draco retrocedió.
—Necesitas beber algo —dijo, se levantó y agarró una copa de jugo de calabaza de una mesa cercana. La levantó y la colocó en su regazo para que ella se recostara contra su pecho como si él fuera su trono. Luego deslizó la copa en su mano derecha y pasó suavemente sus dedos arriba y abajo por su hombro y brazo izquierdo mientras ella lo bebía.
Se dio cuenta de que él no podía dejar de tocarla. La mantenía tan cerca de sí mismo como le era posible.
Había algo extrañamente surrealista en eso, pero Hermione no podía pensar el qué. Era simplemente agradable.
No quería que él dejara de tocarla.
Sentía que le pasaría algo horrible si él ya no la tocaba. Si él paraba… no quería saber lo que haría.
Cuando hubo terminado dos copas de jugo de calabaza, apoyó la cabeza en su pecho y escuchó los latidos de su corazón mientras dormitaba contra él, que deslizó sus dedos a lo largo de su esternón y ella sintió el calor filtrándose en sus huesos.
Entonces la quemazón comenzó de nuevo.
Se sintió menos perdida cuando la sacó de su feliz aturdimiento, como si la intensidad hubiera disminuido.
Malfoy parecía haber sentido que ella estaba ardiendo de nuevo porque cuando ella lo miró, él ya la estaba mirando con los ojos entrecerrados. Cuando sus ojos se encontraron con los de él, Draco deslizó una mano por su cabello en la base de su cuello y la besó durante un largo rato antes de empujarla contra la cama.
Su mente finalmente se volvió consciente. El presente era una neblina, pero finalmente se sentía lo suficientemente nítido como para que ella entendiera lo que estaba sucediendo. Estaba en celo. La sensación de ardor que seguía tragándola era su celo. Malfoy lo enfriaba. Lo calmaba. La sujetaba y la penetraba hasta que se desmoronaba y luego la recomponía.
Perdió la cuenta de cuántas veces tuvieron relaciones sexuales.
Cada vez el calor era un poco menor. El sexo empezó a ser más lento. Ambos pudieron darse cuenta de que estaban casi al final. La mente de Hermione se sentía cada vez más libre de la neblina.
Descubrió que había un lenguaje entre ellos que se sentía fundamental. Cuando le decía todas esas promesas y los elogios brotaban de sus labios. Eran los mismos cada vez.
Cualquier cosa, él le daría cualquier cosa. Nunca dejaría de cuidarla. Le dijo lo perfecta que era. Le dijo que ella era suya; que ella siempre sería suya.
Las palabras se enroscaron dentro de ella e hicieron que su mente se volviera felizmente borrosa, dibujando sus propias promesas. Le prometió que ella era suya. Le decía que era perfecto, que la cuidaba muy bien. Incluso le dijo que él era suyo. Su Alfa. Su Alfa perfecto.
Durante la última vez, la realidad atravesó el fuego y la niebla con más claridad que antes. Mientras ambos estaban tendidos, jadeando y entrelazados el uno con el otro, ella lo miró y de repente se dio cuenta de por qué era una sensación surrealista que él estuviera allí.
Porque era surrealista.
Porque él era Draco Malfoy y ella era Hermione Granger, y él nunca le había gustado. Ni siquiera la había considerado merecedora de asistir a la escuela con él. Había pensado que su sangre la hacía indigna de tener una varita y ser una bruja.
Cuando la realidad la golpeó, sintió que cortaba algo profundo dentro de ella. Sintió la sangre salir de su rostro mientras lo miraba.
Él la estaba estudiando intensamente e inmediatamente pareció ver la conmoción en su expresión. Una sonrisa amarga apareció en su rostro.
Buscó una manera de expresar su desconcierto, tratando de reconciliar el pasado reciente con el resto del pasado.
Estaba tan cansada. Podía sentir que sus pensamientos se le escapaban por el cansancio. Todavía estaba anudado dentro de ella. Trató de formular la pregunta que se suponía que debía hacer.
La pregunta que le había repetido constantemente y la respuesta que él le había dado tenía menos sentido para ella. Ella la había seguido preguntando, ¿cómo es que estaba él allí? Y Malfoy siempre había dicho que era porque la oía llorar y pensaba que estaba herida.
—¿Por qué… por qué te importaría que alguien me lastimara? —finalmente se las arregló para preguntar.
Él simplemente se quedó mirándola durante tanto tiempo que ella podía sentir que sus ojos comenzaban a caer. Trató de seguir mirándolo, pero dejó caer la cabeza sobre su pecho.
—Te lo debía —lo escuchó decir—. Testificaste a mi favor.
Sintió que algo pesado y roto se instalaba en su pecho. Bajó la barbilla y cerró los ojos.
—Tú protegiste a Harry —dijo en voz baja—. Tenías todas las razones para no hacerlo, pero te negaste a identificarlo. Por supuesto que testifiqué por ti.
—Yo no te protegí —dijo.
—Nunca esperé que lo hicieras —respondió ella, sintiéndose casi incoherente por el cansancio—. ¿Y qué podrías haber hecho de todos modos? No había nada que pudieras haber hecho para protegerme.
—Lo sé —dijo, y su voz sonaba hueca.
Si dijo algo más, Hermione no lo escuchó. Se durmió profundamente contra su pecho, inhalando su aroma.
