El salón de reuniones no era utilizado muy a menudo, Evandar y el consejo preferían el salón del trono, pero la presencia de Veran les hacía querer mostrar lo mejor. No todos los días se conocía a alguien que había conocido a Anurin. Tendría cerca de mil años con facilidad.
Oromis le había prestado una de sus túnicas, una de un vibrante tono azul. Ese día se había recogido el pelo en una trenza que caía sobre su hombro. Sonreía mientras hablaba con Oromis, ambos esperando a que la reunión se convocara de forma oficial.
Evandar se sentó, indicando a todos que se sentaran. Veran se sentó en el lado opuesto de la mesa ovalada, como le había indicado Arya. Ella estaba a su izquierda como embajadora de los elfos y su anfitriona principal y Oromis a su derecha como Jinete y aprendiz.
La primera parte de la reunión pasó con Arya hablando de los nuevos miembros de los Vardenos, que llegaban cada vez en mayores números. También dijo que los usuarios de magia tenían un mayor conocimiento. Luego dudó, mirando a Veran. Él asintió y tomó el relevo.
-Hace dos años, Brom y yo conseguimos apartar a Formora y su dragón de sus juramentos a Galbatorix. Ahora me son leales. Bueno, ellos y recientemente Kialandí y su dragón.
Hubo un largo silencio. Oromis se tensó, recordando a quienes le habían provocado el agonizante dolor del que no podía escapar. Veran extendió su mano, agarró su antebrazo y el dolor desapareció. Era lo que había podido hacer en unas pocas horas, una pausa del dolor, mientras trabajaba para revertir el verdadero daño.
-¿De verdad confías en ellos?
-Dado que devolví a sus dragones todo lo que son, sí, me son leales hasta el último de sus días. Ankor y Wat están mejor que nunca.
Eso produjo un gran revuelo. Nadie había pronunciado en voz alta el nombre de los dragones de los apóstatas desde Du Namar Arboda, que alguien hubiera podido revertirlo era impensable.
Evandar llamó la atención de todos y pidió silencio.
-¿Cómo es que has podido hacerlo, Jinete?
-Mi dragón sufrió el mismo destino y mientras se dejaba morir intenté evitarlo por todos los medios. Creé un hechizo para revertir los efectos, pero fue una hora demasiado tarde.
El dolor estaba claro en su mirada. Nadie quiso hacer más preguntas. Todos habían visto la desesperación de Brom cuando su Saphira murió en batalla, ni uno solo era capaz de imaginar cómo sería tener a su dragón a su lado y verlo morir lentamente.
-Entonces eres experto en magia.
-He tenido tiempo para estudiarla, sí. Es un campo complejo que me ha llevado siglos empezar a entender. En cuanto termine de sanar a Oromis me ofrezco voluntario para compartir parte de mis conocimientos con los elfos. Creo que puedo pasar un par de años por aquí.
-¿Qué pasará con Formora y Kialandí?
Veran frunció el ceño hacia Oromis, preguntándole mentalmente.
-Eso aun está a debate-volvió a mirar al rey-. Depende de si los elfos aun quieren sus cabezas.
Era al mismo tiempo una pregunta y una acusación. Los elfos habían estado muy involucrados con la orden en el pasado, pero eso debía cambiar.
Evandar no sabía qué responder. El Jinete frente a él tenía poder e influencia. Solo unos pocos elfos eran mayores que él y su conocimiento mágico era imposible de abarcar. Quién sabía lo que era capaz de hacer.
-Los elfos dejarán a Formora y Kialandí sin juicio, eso debe ser realizado por los Jinetes.
Veran asintió, como si esperara esa respuesta. Miró hacia Arya.
-Puedo enviar el mensaje por ti.
-Gracias.
Evandar dio por terminada la reunión, sintiendo que era mejor estar en el lado bueno de alguien como Veran.
– O –
Brom escuchó atentamente la explicación que estaba dando Veran a los elfos sentados a su alrededor. Siempre estaba en la misma raíz del árbol Menoa. Estaba dando una explicación más profunda de los niveles de invocación. Saludó a Brom con la mirada sin dejar de hablar. Ellos habían perdido a la mitad de sí mismos, no necesitaban palabras para comunicarse.
Esperó a que terminara para acercarse.
-¿Cómo van las cosas por allí?
-Igual que hace cinco años. ¿Y aquí?
-Les cuesta aceptar nuevos tipos de magia, pero vamos avanzando.
-Si alguien puede tener paciencia eres tú.
Veran rió e hizo el intento de revolverle el pelo. A veces se comportaba como el hermano mayor que nunca tuvo.
-¿Qué tal te van las prácticas?-Brom dibujó unas runas en su brazo con un dedo y un pequeño remolino hizo elevar algunas hojas-. Bueno, es mejor que el último intento. Sige practicando.
-¿Por qué crees que mis intentos con el aire son mejores que con los otros elementos?
-Tendrás una mayor afiliación a los silfos, no es poco habitual. Mi afiliación son las salamandras.
Se sentaron en una raíz más cercana al tronco y Veran empezó a tararear felizmente.
-Te noto diferente.
-Será el bosque, me recuerda a mi primer amor.
-¿Amor?
Veran sonrió ligeramente, mirando hacia las ramas muy por arriba.
-La elfa más bella que nunca hayas visto-rió-. Soy un poco parcial, por supuesto, pero no puedo evitar pensar eso.
-¿Y?
-No funcionó en principio, éramos demasiado diferentes. Me fui al este por primera vez, donde conocí a mi esposa.
Brom estaba sorprendido.
-¿Estuviste casado?
Veran volvió a reír.
-Soy humano, Brom, aun creo en el matrimonio.
-Humano...
Brom le miró incrédulo. Veran soltó una carcajada.
-He sido Jinete más tiempo que nadie, esto es lo que pasa a la larga. Junto a la magia de los dragones. Prefiero no hablar de eso.
-Tienes mucho que explicar.
Veran se recostó en el tronco de frente a él.
-Ponte cómodo, es una historia larga-Brom lo hizo y le miró expectante-. Ten en cuenta que eres la primera persona a la que le cuento esto, preferiría que permaneciera en secreto un poco más-esperó el asentimiento antes de seguir-. Nací en el Valle de Palancar, bueno, lo que ahora se conoce así. Anurin aun no era líder de los Jinetes, pero Eragon ya le estaba considerando para el puesto. En aquel momento yo era cazador. Como todas las mañanas, me adentré en el bosque de las Vertebradas y me encontré con una dragona salvaje muy malherida. Había protegido su huevo de un grupo de úrgalos, pero apenas podía moverse cuando llegué. Me gruñó intentando alejarme. Yo... estaba fascinado, era la criatura más hermosa que había visto nunca.
»Me gané su confianza con un ciervo entero. Estaba demasiado agotada para cazar por sí sola. Fui con ella todos los días para cazar y que se recuperara. Una mañana llegué y me saludó su cría, solo su cría. Investigué el claro y descubrí que los úrgalos habían vuelto para terminar con ella. Dio una buena batalla después de esconder su huevo. Encontré su cuerpo sin escamas, garras, dientes y cuernos. Decidí llevarme a la cría, mi dragón, y criarla.
»Hubo problemas. Los guardias de Palancar se enteraron de que había un dragón en el pueblo y vinieron a buscarlo. Me negué a entregarlo, ya estábamos unidos y huimos hacia Du Weldenvarden. El primer ser con quien nos encontramos fue Bid'Daum. Intentó matarme al verme con la cría en brazos, pero mi dragón me protegió-sonrió nostálgico-. Apenas un mes de vida y ya se estaba enfrentando a un dragón de más de dos siglos. Bid'Daum al menos se sorprendió. Nos llevó con Eragon, quien reconoció el lazo que ya nos unía a pesar de que los humanos no podían ser Jinetes.
Miró su palma derecha.
»Fue Bid'Daum quien nos unió como Jinete y dragón. Gracias a nosotros Anurin sabía que era posible que los humanos pudieran ser Jinetes. En gran parte, los problemas de Anurin con la reina Dellanir fueron nuestra causa. Cuando Eragon dio un paso atrás, Anurin y yo empezamos a chocar más veces de las que recuerdo. Decidimos irnos a explorar el mundo fuera de Alagaësia.
»Regresamos dos veces, una cuando Anurin nos contactó para intentar solucionar nuestros problemas y ejercí como profesor de Oromis, y otra hace doscientos años cuando Vrael ya era líder. Entremedias conocí a mi esposa, tuvimos hijos, les vi morir y nos apartamos del mundo. No habíamos planeado regresar a Alagaësia, ya habíamos encontrado un lugar donde quedarnos, pero entonces sucedió Du Namar Arboda-sacudió la cabeza y miró hacia el bosque-. Juré que mataría a Galbatorix y pienso hacerlo aunque me cueste la vida.
Se enderezó cuando Arya apareció en el borde del bosque. Brom también la notó. Intercambiaron una mirada. Veran saludó a la elfa con una sonrisa y un saludo humano.
Brom sentía que conocía un poco mejor al otro Jinete.
