DE PROFESIÓN: VOYEUR

Epílogo

Estaba ya de 8 meses y medio y… Estaba cansada, hinchada y deseando que su bebé naciera ya de una vez. Hacía ya tiempo que le costaba verse los pies, ponerse las sandalias, levantarse de los sitios… El parto podría asustarla, era cierto pues muchas mujeres habían muerto por las complicaciones de dar a luz, pero confiaba en Hashirama y en los médicos que había formado.

Quería tenerlo entre sus brazos, prefería enfrentarse a los dolores del parto que seguir sufriendo de las molestias del embarazo.

Suspiró estaba tumbada de lado en la cama; si, desde que empezó a costarle demasiado levantarse y sentarse en el futón puesto en el suelo, Hashirama había creado esa estructura alta de madera para que le fuera sencillo levantarse. Aburrida miró a sus parejas, el moreno estaba sentado redactando unos informes, su hermano le había sustituido en la torre Hokage durante unos meses para poder monitorearla a ella. Madara leía un pergamino, imaginaba que algo relacionado con su clan. Suspiró más en alto… Quería que le hicieran caso.

–Si sigues bufando así te vas a deshinchar princesita.

–Si me hicierais caso no tendría que estar intentando llamar vuestra atención.

Os dos hombres dejaron lo que hacían y se giraron a mirarla. Hashirama con una sonrisa dándole ánimos para que hablara y Madara levantando una ceja.

–¡Quiero sexo!

–Pe-pe-pero Mito… Estas ya cerca del alumbramiento. –Su marido oficial, se levantó para sentarse en la cama–No creo que sea una buena idea.

Madara en cambio ya se había levantado y se estaba desvistiendo, sonrió al verle dispuesto.

–¡Madara, vístete! No es buena idea…

–¿Acaso se va a dañar el mocoso?

–No, pero…

–¿Nuestra princesita va a sufrir algún daño por tener sexo?

–No, pero se le…

–Hashirama, se que no puedo hacerlo con la brusquedad que nos gusta, se que tenéis que ser cuidadosos y se que puede ser un poco estorboso que esta barriga este por aquí en medio. Pero no me haréis daño… Tu eres un gran médico y Madara siempre nos cuida. Por favor –Le rogó con su mejor sonrisa.

Hashirama no lo tenía tan claro, el parto de su mujer podría adelantarse al llegar al orgasmo. Las hormonas que se liberaban al llegar al clímax podían causarle que todo se adelantara, aunque quizás tampoco sería mala idea que eso sucediera… Pero Madara era algo brusco en el coito, le miró advirtiéndole que fuera cuidadoso, mientras él también se desnudaba.

–Venga, ya que querías atención… Tu serás la estrella hoy. ¿Qué desea nuestra princesa de fuego?– Mientras se ponía a su lado y empezaba a besar su cuello y ha acariciar sus pechos.

–Pero poco a poco ¡Eh!– Hashirama también desnudo se sentó al otro lado y le besó su otra mitad, también fue a acariciar sus pezones con suavidad, sabía que estaban muy sensibles –¿Así te molestan o prefieres más suave?

–Tranquilo, así no me duelen.– Jadeando por los estímulos y los besos y lamidas en el cuello– Os quiero a los dos, a la vez.

Oyó la sonrisa traviesa y cargada de lujuria del Uchiha y como su marido intentaba alegar, pero una mirada haciéndole ojitos y también acabo aceptando, mientras suspiraba.

–No te quejes Senju, que tu boca puede decir no… Pero tu miembro ya esta bien tieso.

–¡Mady! – Y ella sólo podía reírse a causa de esos dos. Madara y su boca cruel y brutalmente sincera y Hashirama intentando controlarse.

Finalmente el Uchiha se tumbó en la cama, y ella se tumbó encima suyo, con sus pelvis justo al terminar el colchón. Madara la penetró con suavidad en ese apretado agujero trasero, haciéndola gemir de gusto por la intromisión. El suave vaivén del azabache era muy placentero, notando como se introducía un poco y volvía a sacarlo otro poco, mientras sus brazos la aseguraban encima de su cuerpo para no caer.

Notó una mano en el clítoris masajeándolo con suavidad y gimió más en alto, sin dejar de estimularla a la vez que el azabache la penetraba, estaba muy sensible a causa de la necesidad, del estadio final en el que se hallaba de su preñez. Y Hashirama notando su estremecimiento y como estaba de delicado su zona intima, dejó de jugar y se introdujo en ella despacio.

Mito estaba muy apretada y notaba el grueso pene de Madara a través de la piel, éste al notar el suyo jadeo roncamente. Empezó a moverse suave, de forma coordinada con el Uchiha. Su mujer gemía y gemía mientras movía sus manos en puños agarrando sábanas, el pelo de ambos o llevándoselas a la boca y mordiéndolas de tanto placer que debía estar sintiendo. Y es que su interior estaba apretado, tanto que les resultaba difícil moverse.

De pronto Mito gritó y sus caderas corcovearon, notando como las convulsiones del orgasmo les apretaban los miembros. Él se quedó quieto, esperando y Madara se movió con mucha suavidad. Y cuando parecía que el largo clímax de su mujer se apagaba, empezó a moverse de nuevo, estimulándola. Ella gritó de nuevo mientras sus piernas se tensaban y sus manos tiraban de las sabanas que agarró. Los dos siguieron moviéndose a la vez, notando los espasmos internos.

–¡Parad! ¡Parad! – Gimoteaba la pelirroja con lágrimas de tan potente orgasmo y su respiración jadeante –Es demasiado… Demasiado intenso… Por favor.

Y es que ese clímax había sido el mayor que había sufrido hasta ahora, y le había dejado el interior tan sensible, ya lo estaba de antes por el embarazo, que ahora hasta le dolía el más mínimo roce.

Notó a Hashirama salir de su interior, mientras se agachaba a besarla con amor.

–Descansa, cielo.

Madara la ayudó a tumbarse al lado de su cuerpo, de lado, mientras aun le quedaban rescoldos del clímax recorriéndola. Les miró y vio que aun estaban erectos.

–Lo siento… – Se disculpó por no haberlos dejado llegar.

–No te preocupes, princesita. Ahora el tonto este lo arregla. –Miró al Senju –Móntame.

Pero los planes de su marido parecía otros, pues agarró las pantorrillas del Uchiha y le levantó las piernas para seguidamente guiar su pene al interior del azabache. Tras varios minutos deleitándola de un poco de sexo rudo entre hombres, Madara se corrió en su vientre y Hashirama en el apretado interior del Uchiha. Se besaron una última vez y se separaron del todo para tumbarse junto a ella, a la que también obsequiaron con dulces besos por parte de su marido y algo más dominantes por parte del azabache. Se quedó dormida, bien satisfecha y sabiéndose bien acompañada.

Hashirama se despertó por un suave quejido que soltó su mujer, aunque esta estaba dormida tenía su rostro fruncido, paso su mano por su abultado vientre notando lo tenso que estaba, para seguidamente relajarse un poco. Sabía lo que eso significaba. Se quedó controlando.

Pocos minutos después soltó otro quejido y esta vez si abrió los ojos, respiró un par de veces buscando calmar ese dolor que la había aquejado, ese pinchazo que la había despertado. Notó una humedad entre sus piernas. Su marido, que estaba detrás le masajeaba el vientre, le miró por sobre el hombro y él le sonrió para calmarla. Y de delante le llegó un resoplido.

–Joder Mito… ¿No podías aguantar para ir a hacer tus necesidades? –Mientras miraba como la meada de la mujer le había calado a él, puso una mueca– Comprendo que estas a punto de explotar y el mocoso presiona tu vejiga, pero…

–Cállate, Madara –Dijo el Senju con seriedad, mientras se levantaba de detrás suyo y se arrodillaba junto a ella.

–¿Qué? Ya sabes que…

–Shht

–A mi no me hagas…

–¡Cierra la boca, UchihAAAAAAA! –Empezó a decirle ya enojada porque creyese que ella mocionaría en la cama. Pero cuando lo estaba regañando otro fuerte pinchazo la asaltó.

Estiró la mano y agarró el brazo que primero pilló, el del azabache, apretándolo fuerte a causa del dolor.

Madara abrió grande los ojos, comprendiendo por fin que la mujer, su princesita estaba de parto. Le miró a él esperando instrucciones, después de todo era el que sabía de medicina.

–Vamos al hospital. –Se levantó para vestirse.

Madara por su parte ya se había puesto los pantalones y estaba ayudando a Mito a ponerse un kimono, lo hacía con una suavidad que parecía imposible en alguien como él. Una vez la pelirroja vestida, la ayudó a levantar, mientras el Uchiha le pasaba un brazo por la espalda para ayudarla a sostenerse.

–Esperad… No… No puedo…– Había dado un par de pasos, para poder caminar hacía el hospital. Después de todo andar era una actividad recomendable para favorecer un buen parto, ayudaba a que el bebé se recolocara y a la madre a olvidar un poco esos nervios. Pero las contracciones eran demasiado seguidas, le era imposible dar ni un paso. Gritó por una nueva contracción y retrocedió sujetándose en el Uchiha –Ya…Ya… Viene.

Ayudó a su mujer a recolocarse en el colchón, mientras Madara se ponía a su lado y le sujetaba una mano para darle apoyo, mientras le daba palabras de aliento.

–Voy a comprobar… –Y metió la mano dentro del kimono, para buscar la vagina de su esposa. –Estas completamente dilatada, Mito. Y…

Había notado al bebé al introducir un dedo. Realmente el parto sería ya… En su cama. Hizo un clon para que fuera por toallas, agua caliente y demás objetos necesarios, mientras él desanudaba el kimono y se lo quitaba ayudado por Madara.

Mito volvió a gritar mientras se tensaba y abría las piernas, apoyando los pies en la cama. Una mano sujetando con fuerza a Madara y la otra agarrando las sabanas en puños.

–Vamos, Mito. En la siguiente contracción puja…

–Princesita, tu puedes. Esto no es nada para ti… Y en poco tiempo tendrás a tu bebé en brazos, nuestro bebé. –No sabían quien de los dos era el padre del bebé, pero tanto Hashirama como él lo consideraban suyo, de ambos. No les importaba que genéticamente fuera Senju o Uchiha, sería un hijo de los dos.

Realmente el parto fue rápido, aunque igualmente extenuante para la pobre Uzumaki, que ahora reía y lloraba al besar la cabecita de esa niña que había nacido. Una cabecita de oscuro cabello negro, pero Hashirama les dijo que no podían fiarse pues muchos niños nacían con esa mata oscura y luego la perdían. Pero más adelante, cuando la pequeña rebeló unos ojos tan oscuros como los de un Uchiha, quedó claro quien era el padre biológico. Y en años posteriores, cuando a la edad de 6 años activó su sharingan por primera vez quedó clarísimo el progenitor. Aunque Hanna siempre llamo papá a los dos varones y nunca encontró que su familia fuera extraña por tener dos padres y una madre.

Hanna un par de años después de nacida, tuvo un hermanito. Éste era de piel más bronceada que la suya, con unos bonitos ojos marrones y el pelo castaño con reflejos rojizos. Taichi le llamaron sus padres… La verdad es que su familia fue creciendo y creciendo, con hermanos y hermanas, algunos más parecidos a ella y papi Maddy (tal como le llamaba su padre Senju a su padre Uchiha) y otros más parecidos a papi 'atontado' (este era un mote, para papi Hashi, que madre le dijo que estaba prohibido usar aunque Madara lo dijera).

Si, su familia no era para nada aburrida. Eran una gran, gran, familia feliz donde todos se querían mucho, todo y los gritos y golpes que se escuchaban por parte de sus padres.

Otra historia finiquitada. Me voy a continuar trabajando en las que tengo pendientes.

Espero que os haya gustado.