Los personajes no me pertenecen, le pertenecen a Stephenie Meyer. La historia es de mi invención, agradeceré no publicar ilegalmente en otro lugar.
Nota: No, no es plagio, esta historia y trama fue revisada con Chikkita (Laura) y es una trama diferente.
Gracias RakelLuvre por la edición y corrección del capítulo.
Canción recomendada para el capítulo: Dust In The Wind–Kansas
"No vemos las cosas como son realmente,
sino que más bien las vemos como somos nosotros".
(Anais Nin)
Capítulo 4
Al momento que levanto la mirada, sostengo la de mi tía, que es bastante intensa. Aún sigo debatiéndome internamente en cómo expresar mis palabras en voz alta. Sé que debo tener cuidado con lo que estoy a punto de decir. No es como si fuera a decirle el verdadero motivo de mi boda, eso seguramente sería un desastre.
–Sabes que no me gustan las fiestas, y… no es que no aprecie todo lo que hicieron es solo que…
–¡Oh querido! –Esme se acerca y puedo ver comprensión en sus ojos, justo antes de que sus brazos me atraigan hacia ella. Sabe muy bien a que me refiero, su mirada ahora está llena de ternura, mientras acaricia mi mejilla, como si fuese ese niño pequeño de mi pasado–. Te daré unos minutos más. Tranquilo. Le diré a tu esposa que saliste al baño.
Observo a Esme dar la vuelta y regresar al interior del salón, me volteo hacia Jasper, encerrando las emociones que permití liberarse hace unos minutos.
–Llevaré mi laptop y, revisaré por la mañana y noche el correo; si llegas a tener algún problema mayor házmelo saber.
Jasper asiente, sin embargo, por su mirada sé que no está conforme. Lo veo alejarse en la misma dirección que mi tía Esme, su cuerpo se pierde en las escaleras del fondo y de nuevo me quedo solo; suspiro y me vuelvo nuevamente hacia la ventana del balcón, observo la nieve caer y formar una capa afuera. Cierro los ojos e inhalo y exhalo profundamente un par de veces para volver a mi habitual temple, con este ejercicio las dudas quedan fuera de mi mente inmediatamente.
Al regresar, me topo con Renée quien me lanza miradas para nada amables; sin dar mayor importancia vuelvo a ocupar mi lugar como si nada hubiese pasado. Giro mi rostro para ver que Renée me sigue observando detenidamente, le sonrió de lado haciendo que apriete un más los labios, seguramente molesta por lo ocurrido hace unos momentos, algo inaceptable para la alta etiqueta de la siempre correcta señora Swan.
Alice Brandon aparece casi por arte de magia frente a nosotros con una bandeja con copas, las cuales deja en la mesa, «el brindis», me digo a mí mismo; el resto de las mesas también reciben sus respectivas copas de champagne.
Veo a Charlie aparecer en medio de la pista de baile con una copa en mano, su rostro es una mezcla de diversas emociones, lo que causa cierta molestia en mí. Se aclara la garganta para llamar la atención de todos los presentes. Por el rabillo de mi ojo me permito observar a Isabella, que se acomoda, mientras toma la copa con manos temblorosas y vuelve a bajar su rostro mirando hacia su regazo, como si fuese lo más interesante del mundo.
–Muchas gracias a todos por acompañarnos en tan preciado día, –la voz de Charlie resuena por los altavoces del salón, giro mi cabeza para verlo ahora caminando por el centro de la pista de baile.
» Solo diré una cosa, –se gira hacia mí deteniendo su mirada por unos instantes, antes de pasar a mirar a Isabella–, Edward, bienvenido a la familia. –Levanta su copa en mi dirección y luego da media vuelta y le dice al resto de los invitados que disfruten de la fiesta, acto seguido levanta su copa otra vez, y se toma el contenido de un solo trago.
Al igual que el resto de los presentes, levanto la copa entre mis dedos, asiento hacia Charlie cuando vuelve a mirarme. A mi lado Isabella imita a su padre y se toma el contenido como si fuera agua; esa acción me permite ver un rastro de lágrimas en sus ojos, y por un momento eso me hace sentir mal. Sé que con mi comportamiento estoy hiriéndola, pero ¿quién podría culparme?, ella muy bien sabe a qué se debe nuestro matrimonio, estuvo muy consciente al firmar el acuerdo prenupcial de que, el amor no forma parte del mismo.
Suspiro pesadamente cuando la veo agachar su mirada otra vez, y vuelve a retorcer sus manos las cuales se están poniendo de un tono rosa debido a la constante fricción; sigo el reflejo de una lágrima que rueda por su mejilla y cae sobre el dorso de su mano, esta diminuta gota desaparece bajo la fuerza que ejercen sus manos al continuar retorciéndose con mayor desesperación. Ante esto decido detenerla para evitar que siga lastimando su piel.
–¿Podemos hablar un momento? –En cuanto la pregunta sale de mi boca puedo ver el cuerpo de Isabella ponerse rígido, su rostro gira lentamente hacia mí; justo cuando levanta la mirada constato que, en efecto, ha estado llorando. Por un momento me siento mal, pero decido ignorar la sensación; puesto que, no es momento de ponerse sentimental. Extiendo mi mano hacia ella antes de volver a hablar para convencerla–: ¿Me puedes acompañar por favor, Isabella?
Su temblorosa palma se posa suavemente sobre la mía, nuevamente una corriente eléctrica me atraviesa ante el contacto. Reconozco que es la misma sensación que he tenido al momento de tomar su mano en cada una de las ocasiones pasadas. Dejo pasar ese hecho para centrarme solamente en el ahora y me pongo en pie llevando conmigo a Isabella. Me deja guiarla hasta la pista de baile. Agradezco que la música comience a sonar en ese instante, eso nos dará privacidad a nuestra siguiente charla.
–Lo siento, no era mi intención hacerte sentir mal, –ofrezco una disculpa e Isabella mueve su cabeza negando–. ¿Podrías mirarme? –Le pido, ni siquiera sé porque lo hago, solo tengo la necesidad de que me escuche mientras nos miramos a los ojos. Levanta su vista lentamente hasta que nuestras miradas se topan–. De verdad, siento mucho haberte incomodado, no era mi intención.
Los enormes y achocolatados ojos de Isabella se abren hasta lo imposible, seguramente debe estar sorprendida por mi disculpa, todo el mundo sabe que no soy un hombre de disculpas. De inmediato un sonrojo cubre sus mejillas, lo que me hace sentir un cosquilleo en mis manos que ahora reposan en la estrecha cintura de mi esposa.
–No tienes que disculparte –susurra antes de desviar su mirada de la mía.
Suspiro lento; mientras continuamos bailando medito mis siguientes palabras, las cuales, debo medir antes de expresarlas en voz alta. Una vez termino de analizarlas para asegurarme que no me salgan en contra y que Isabella no lo tome a mal, la acerco más a mi cuerpo.
–Me gustaría que nos lleváramos bien. –Al momento que las palabras salen de mis labios, Isabella vuelve a mirarme, lo cual agradezco–. Estamos casados después de todo, no creo que, para ambos, el llevarnos mal sea algo… bueno.
–Me parece justo.
–Gracias.
Al momento en que ese agradecimiento sale de mis labios Isabella vuelve a desviar sus ojos, sin esperármelo su cabeza se apoya sobre mi pecho. En el momento en que la canción termina ella se aleja de mí, sin siquiera pensarlo y como una forma de resarcir mi actitud hostil del día de hoy, tomo su cara con ambas manos antes de besarla. No importando que esta boda solo sea un montaje ante la sociedad. Me parece adecuado, puesto que era el momento preciso para hacerlo más real ante los ojos de todos los presentes; tengo suficiente con Renée que parece odiarme hasta por respirar, como para que se levanten más sospechas por mi arranque de hoy.
Agradezco que por lo menos la hija de Charlie es bonita, y no me cuesta besarla. Cuando nos separamos me siento invadido por una extraña sensación al ver su rostro tornarse en un color rojo profundo. Debe ser orgullo, me digo a mí mismo, que otra cosa podría ser.
–Regresemos. –Tomo una de sus manos para llevarla de regreso a nuestra mesa, me prometo tratar de portarme a la altura de las circunstancias lo que resta de la velada.
Al llegar a la mesa soy recibido por la mirada complacida de Renée, seguramente por el buen espectáculo frente a la sociedad. Por otra parte, Charlie, sonríe. Mirando la cantidad de copas vacías en la mesa imagino que ese debe ser el motivo real.
La encantadora fiesta llega a su fin, lo que agradezco internamente, realmente no soy un fan de las fiestas, entre más pueda evitarlas es mejor para mí. Despedimos a todos los invitados, agradeciendo su presencia y los diversos regalos; la diminuta Alice Brandon hace acto de presencia una vez que el último invitado ha salido y la veo arrastrar a Isabella fuera del salón.
Por mi parte me recargo en una de las mesas observando los últimos brillos de una vela. Después siento que tiran de mi brazo, no me sorprende ver a Alice, que me ordena apresurarme mientras me lleva a un improvisado vestidor, me entrega un traje más sencillo y menos formal sin corbata, e indica que solo disponemos de unos minutos para no retrasar nuestra agenda. Al salir me topo con mi tía que me espera con los brazos abiertos y lágrimas corriendo por sus mejillas.
–Mi niño, te vamos a extrañar.
–Esme, solo estaré fuera una semana, no es para tanto.
–Por favor, trata bien a tu esposa, relájate y diviértanse. –Mientras lo dice acompaña sus palabras con un ligero apretón en mis mejillas, tal cual lo hacía como cuando era niño.
–Así lo haremos –respondo, mientras froto mis mejillas.
Carlisle toma a Esme por la cintura para alejarla de mí y poder despedirse, tengo la ligera sospecha que mi tía ha excedido su límite de alcohol el día de hoy. Carlisle me abraza, mientras me dice que disfrute de mi luna de miel.
Del otro lado del salón se escucha un sollozo bastante elevado y fingido para mi gusto, observo a Renée abrazar fuertemente a Isabella, mientras Charlie se acerca a ambas y retira a su esposa; quien ahora se recarga en él y continúa llorando, aunque sin lágrimas. Esto casi me hace rodar los ojos ante su burdo y fingido espectáculo.
Estoy por encaminarme hacia mí esposa, justo cuando Alice se atraviesa tomando mi brazo a la vez que hace lo mismo con el de Isabella, observa su reloj antes de fruncir sus labios y mirarnos fijamente.
–Lo siento, el momento de las despedidas terminó, estamos retrasados con el itinerario, –vuelve a bajar su vista a su reloj, como si no lo hubiese hecho hace unos segundos, nos mira y entorna los ojos–. Vamos, la limosina espera.
Nos arrastra a la salida del hotel, es increíble que lo haga tan rápido tomando en cuenta que es incluso más pequeña que Isabella. Una limosina nos espera a la salida, como todo un perfecto caballero le extiendo la mano a mi esposa para ayudarla a subir primero. La sigo dentro y por un momento me veo tentado a sentarme al lado opuesto, pero las palabras que le dije mientras bailábamos hacen eco en mi mente; estoy muy seguro de que ese gesto sería mal interpretado por Isabella, y lo que menos quiero es que empecemos nuestra luna de miel en medio de malos entendidos.
Al momento de sentarme junto a ella, me percato de inmediato que su vestido de novia ha sido reemplazado por otro diferente; su nuevo vestido es completamente lo opuesto al de bodas, es entallado y corto, determino que está hecho de encaje de un hermoso color azul. Me tomo la libertad de recorrer su figura, desde sus piernas enfundadas en unos tacones imposiblemente altos, hasta su sonrojado rostro; reparo en que sus zapatos son del mismo tono que su vestido. ¿Por qué siempre hacen eso las mujeres? Me pregunto a mí mismo.
La limosina se desplaza por las vacías calles de Nueva York, no demoramos mucho en arribar al hangar privado del aeropuerto JFK. La tripulación del jet privado de Industrias Swan nos da la bienvenida. Robert el piloto y Tina la azafata, nos reciben con la misma amabilidad de siempre.
–Edward, Isabella; pasen por favor, su equipaje será cargado enseguida. El despegue será dentro de veinte minutos, ¿les puedo ofrecer algo? –Tina nos mira a ambos, mientras nos guía hasta nuestros asientos correspondientes.
–Estoy bien, gracias –respondo; por el rabillo del ojo, veo la cabeza de mi esposa negar.
–Muy bien, si algo se les ofrece solo toquen el botón de asistencia.
No puedo evitar mirar a Isabella, esta es la primera vez que voy a pasar más tiempo con ella, me fijo que continúa apretando sus manos. A estas alturas ya no sé si es por nervios o, es un hábito que tiene. Su vista recorre todo el interior del avión, evitando mirarme.
–¿Dónde te gustaría que nos sentáramos? ¿O prefieres descansar, podría pedirle a Tina que prepare la suite?
Para mi sorpresa observo a Isabella sonrojarse a la mención de esto último, a la vez que niega con mayor fuerza, lo que ocasiona que un par de mechones escapen del moño donde reposa el resto de su cabello. Camina y se sienta junto a la ventana en la segunda fila de asientos, inmediatamente me ubico a su lado.
Un par de minutos después Tina aparece a mi lado y me entrega mi maletín; una vibración dentro llama mi atención, al abrir la parte frontal me encuentro con un celular que no es mío, supongo que debe ser de Isabella por el color rosa platinado de la carcasa. Al fondo descansa el mío junto con nuestros pasaportes y demás artículos importantes. El teléfono de Isabella vuelve a vibrar en mi mano.
–Isabella, –la llamo suavemente y ella vuelve su rostro para mirarme, le tiendo el celular, el cual ella toma.
–Gracias. –Responde suavemente y se gira para seguir mirando por la ventana, el teléfono vuelve a vibrar e Isabella lo ignora.
Tomo mi celular el cual también tiene unas cuantas notificaciones, voy directamente a la bandeja de correo donde descarto los diez primeros, sé muy bien que en este momento no puedo contestarlos, por lo que, los dejo para más tarde que pueda acceder a la laptop. Me desplazo hasta un par de correos cuyo remitente si me es de interés. Ingreso al correo de Emmett, el cual no tiene mucho de haber sido enviado, lo cual me llama la atención puesto que fue de los últimos invitados en retirarse, seguramente lo escribió estando aun en la fiesta.
Abro el primer correo de Emmett, y no me sorprende el contenido; lo leo detenidamente.
"Estimado Edward Masen
Por medio del presente se notifica que la primera Cláusula de su acuerdo prenupcial, se validará a primera hora ante notario, a su regreso, y con su firma, se efectuará en firme el traspaso del treinta por ciento de las acciones en su beneficio. Como puede leer en el correo previo a este, efectué el envió de los nuevos estatutos al notario para que vaya preparando los documentos oficiales. Durante la semana estaré monitoreando que se redacten correctamente.
Sin otro particular, sigo a sus órdenes.
Emmett McCarty
Abogado corporativo de Industrias Swan"
Me desplazo al siguiente correo donde de forma corta y concisa, Emmett explica brevemente que está trabajando en la redacción de los nuevos estatutos, acorde al último borrador adjunto. Dichos estatutos me harán acreedor a una parte de las acciones de Industrias Swan. Esto causa una amplia sonrisa en mí y me pone de un humor excelente; sigo leyendo el resto del correo, y me confirma que a mi regreso los tendré en mi oficina.
Leo un par de veces más el mensaje, así como los documentos adjuntos, los cuales casi no se sienten reales. Y justo así, me doy cuenta de que fue una más que excelente idea haber contratado a Emmett. Y lo más sorprendente, es que en los cortos meses que llevamos trabajando juntos hemos congeniado bastante; al punto de entablar una amistad. En una de nuestras tantas charlas, incluso le pregunte dónde había estado escondido durante estos años. Si lo hubiera descubierto mucho antes, seguramente hubiese podido haber hecho algo al respecto del acuerdo al que he estado atado los últimos diez años. Sin embargo, sé muy bien que he podido tomar mi revancha con el acuerdo prenupcial; nada caballeroso por mi parte si lo veía detenidamente.
Vuelvo a mirar a mi lado, justo a mí esposa, quien sigue inmersa mirando fuera de la ventana. El movimiento del avión nos indica que despegaremos en pocos minutos. Por una fracción de segundo una leve punzada de arrepentimiento cruza mi mente al verla, pero… así como llega la deshecho; sacudo dicho pensamiento fuera de mi cabeza, justo este tipo de emociones son las que no debo permitir que me afecten. A fin de cuentas, ese acuerdo es el resultado directo de las acciones del propio padre de Isabella.
–Señor y señora Masen, –la voz de Tina me hace apartar mis ojos de Isabella, justo en el momento en que ella gira su rostro también–. Agradeceré se abrochen los cinturones, estamos por despegar.
Asiento y de reojo veo a Isabella efectuar la misma acción, al momento de tomar el cinturón de seguridad roza su mano con la mía y me invade una suave y breve corriente eléctrica, retiro mi mano e Isabella hace lo mismo, «curioso», pareciera que ella también hubiese sentido lo mismo, pienso ante la reacción de Isabella.
El fuerte rugido de los motores del Jet se escucha, seguido del movimiento al desplazarnos a mayor velocidad por la pista; fuera en la ventana todo se convierte en un borrón mientras el avión adquiere mayor velocidad. Y luego los pequeños puntos de luz son lo único visible fuera antes de dar paso a la inmensidad del oscuro mar.
Las horas pasan, y sin que me dé cuenta me encuentro dormitando; en cierto momento de mi inconciencia siento un ligero peso sobre mi hombro y un dulce aroma a freesias me inunda la nariz, giro mi cuello para tratar de aproximarme al delicioso aroma, y mi barbilla es detenida al topar con una textura desconocida; inmediatamente abro los ojos y para mi sorpresa me topo con la cabeza de mi esposa, quien está apoyada en mi hombro. Al bajar la vista descubro que la extraña textura es nada más y nada menos que su cabello. Vuelvo a acomodarme para tratar de dormir un par de horas más antes de llegar a nuestro destino:
A nuestra luna de miel.
Hola
¿Cómo ven a Edward? ¿Creen que Isabella también tiene parte de culpa, o es inocente?
Espero sus teorías, gracias por sus reviews, recuerden que son mi único pago.
Nos leemos en el próximo, adelantos en mi grupo de Facebook Fics IsisJanet y otros datos extra.
Saludos.
