Digimon Adventure es de Toei. La canción es "fallingforyou" es de The 1975. Ubicado en la temporalidad de Last Adventure Kizuna

Enjoy it.


-Muchas gracias a todos por estar aquí esta noche. Especialmente quiero agradecer a mis amigos y mi hermano que están en primera fila y han sido los seguidores más fieles de nuestro trabajo. Saben que no estaría aquí de no ser por ustedes.

Taichi pudo escuchar los gritos de sus amigos, que se encontraban muy lejos de él. Daisuke, Takeru y Miyako eran particularmente ruidosos, pero si se esforzaba lo suficiente, era capaz de identificar las voces de Jyou, Koushiro e incluso Iori. No se sorprendió de saber que estaban todos ahí. Juntos. Su corazón se estrujó un poco al darse cuenta de que todos sus amigos habían acordado encontrarse ahí, y nadie (excepto su hermana) se tomó la molestia de avisarle que se reunirían. Nadie fue lo suficientemente valiente o considerado como para enfrentarlo y asegurar su presencia ahí.

O tal vez nadie pensó que Taichi fuera capaz de faltar en un día tan importante para Yamato. Y que no estaría en primera fila. "Estúpido Taichi", se reprendió entre suspiros ahogados.

Había llegado poco después de las ocho de la noche, y aunque el concierto no había empezado, el lugar ya estaba lleno de personas entusiasmadas. Taichi decidió mantenerse en la parte de atrás, cerca de la salida. Después de la pelea que tuvo con Yamato por teléfono (O más bien, después de que le había gritado por teléfono), supuso que el rubio no estaría con el mejor de los humores para verlo ahí.

Pero el Yamato que conocía, el que no se había molestado con él, con quien las cosas eran sencillas, el que lo ponía en su lugar y le recordaba poner los pies en la tierra, le había pedido estar ahí. Y era por ese Yamato, y el cariño que le tenía a su mejor amigo, que estaba ahí.

Taichi observó con cuidado al rubio. Cuando estaba en el escenario se transformaba en una persona distinta; Yamato nunca había tenido problemas para atraer la atención, pero bajo la luz de los reflectores era hipnótico: bromeando, cantando apasionadamente, seduciendo con todo el espectáculo que él era y dando lo mejor de sí mismo en el escenario.

Pero Taichi lo conocía, y faltaba el brillo que normalmente iluminaba sus ojos. No era visible para el ojo ordinario, que creería que Yamato estaba dando el mejor concierto de su vida. Pero ¿Para qué sirven once años de amistad sino para reconocer cuando el otro está mintiendo?

-Cuando comenzamos a planear este concierto, sabía lo que quería ¿Saben? No me refiero a las canciones o el lugar… Demonios, podría haber hecho esto en un bosque a las 6 de la mañana y no me importaría. Porque siempre pensé que estaría aquí…

Yamato tenía la magia para hacer que toda la atención estuviera sobre él, y lo sabía. No se oía ruido en el lugar, más que la suave vibración que emitía de su bajo mientras hablaba. Por una razón desconocida para Taichi, Yamato se transformaba cuando tenía al bajo entre sus manos, y creía que, tras once años de conocerse, ya se había acostumbrado a su presencia en el escenario.

Pero no, era igual de hechizante que la primera vez. Yamato sonrió mientras continuaba hablando.

-En cuanto decidimos hacer esto, me senté a escribir la siguiente canción. Había pensado en lo que pasaría: yo sería este mismo que está frente a ustedes, pero moriría de miedo porque, a medio concierto, me atrevería a compartir por primera vez esta pieza, que siempre ha sido la carta de amor que he querido escuchar.

Unos cuantos "Awwws" se escucharon de entre el público, Yamato no pudo evitar sonreír mientras se alejaba un poco del micrófono y seguía tocando.

-No se preocupen. No tendrán que verme haciendo el ridículo. No está aquí.

Y con una voz que se quebraba con el conocimiento de que el objeto de su amor no estaba presente, Yamato dejó de tocar su bajo, dejando que los suaves acordes del principio de la canción se fundieran con el ambiente, creando un hechizo entrelazado con la oscuridad del lugar, con luces tenues que apenas iluminaban a los miembros de la banda. Taichi se quedó embelesado viendo a Yamato en el escenario, que dedicaba una sonrisa incómoda en dirección de su hermano y amigos y parecía usar toda su energía en no soltarse a llorar. La magia apenas se rompió cuando los reflectores enfocaron al rubio, quien tomó el micrófono entre sus manos y comenzó a cantar entre susurros.

What time you coming out?
We started losing light
I'll never make it right
If you don't wander off
I'm so excited for the night
All we need's my bike and your enormous house

Taichi no podía dejar de ver a Yamato. Lo había visto en el escenario más veces de las que podía contar. Lo había visto enamorar al público una y otra y otra vez, sin que el rubio se inmutara siquiera del efecto que tenía en el resto de los mortales.

Pero esto era distinto.

Era como si todo hubiese desaparecido, y sólo existía Yamato. Yamato bajo un reflector de luz dorada que hacía que su piel y su cabello brillaran de una forma en que nunca lo habían hecho. Yamato y ese micrófono que sostenía entre sus manos con una mezcla de deseo y ternura capaz de alterar a Taichi desde sus entrañas. Yamato y su voz, que sostenía entre versos una conversación que nacía en su corazón, una conversación que tenía a Taichi como el otro interlocutor.

No necesitaba que se lo dijera. Probablemente nunca lo haría.

Pero Taichi lo sabía.

No sólo por la letra, o por las menciones del infinito que representaba su cotidianidad. Por los miles de recuerdos que inundaron su mente de golpe, y que pasaban frente a sus ojos mientras Yamato seguía seduciendo a la audiencia con su voz.

Lo sabía por las mariposas que revoloteaban en su interior, creando una sensación de nerviosismo y felicidad que no recordaba que vivía dentro de él. Por su corazón que latía desbocado en su pecho, como si fuera él quien estaba en el escenario y no Yamato. Como si fueran sus propias palabras las que se estaban haciendo públicas, y no las de Ishida. Por los escalofríos que lo recorrían por todo el cuerpo, diciéndole que no fuera tan idiota y, por una vez, escuchara a Yamato antes de golpearlo.

I'm caught on your coat again
You said, "Oh no, it's fine"
I read between the lines and touched your leg again
again
I'll take it one day at a time
Soon you will be mine, oh, but I want you now
I want you now
When the smoke is in your eyes, you look so alive
Do you fancy sitting down with me maybe
'Cause you're all I need

Entre segundos que se sentían como una eternidad y un momento efímero, Taichi recordó cada momento que había pasado con su mejor amigo. Cada pelea, cada golpe que había recibido. Cada batalla que habían enfrentado juntos, con los brazos entrelazados y su mejor amigo a su lado.

Cada vez que sus manos se encontraron para asegurarse de que el otro seguía ahí. Para no perderse.

Siempre habían sido Taichi y Yamato.

No. TaichiyYamato. Así. Juntos. Porque se habían mantenido el uno al lado del otro, inseparables aun cuando estaban en desacuerdo y lo único que querían era golpear al otro hasta que entrara en razón.

Ambos pertenecían juntos. Taichi lo sabía tan bien como Yamato.

Habían caminado lado a lado por años. Y era su persona favorita en el mundo. Agumon se lo había dicho, y seguramente Gabumon le dijo lo mismo a Yamato. Porque el vínculo que los unía era tan fuerte y profundo que cualquiera podría verlo. Aun si no entendían el amor que se profesaban.

According to your heart
My place is not deliberate
Feeling of your arms
I don't want to be your friend, I want to kiss your neck

Su pelea con Yamato tenía más sentido a la luz de la nueva información.

Taichi recordaba su expresión de tristeza e incomodidad

"Yo siempre he sabido que las mujeres son… lo tuyo. No tienes porqué dar explicaciones" Había dicho Yamato cuando trató de convencerlo de que no estaba enojado con él. Y Taichi entendía finalmente a Yamato.

Estaba enojado consigo mismo.

Por haberse enamorado de su mejor amigo.

Su discusión tenía sentido finalmente para Taichi. Cada vez que había sentido que Yamato le daba todo de sí, no fue una ilusión.

Fue real.

Tan real como la sensación de tener su mano entrelazada con la suya. Tan real como todos los digimons que habían enfrentado. Juntos. Y que habían derrotado. Juntos.

Porque no eran sólo un buen equipo.

Eran el mejor equipo.

Eran Taichi y Yamato.

Don't you see me I
I think I'm falling, I'm falling for you
And don't you need me I
I think I'm falling, I'm falling for you
On this night, and in this light
I think I'm falling (I think I'm falling), I'm falling for you
And maybe you, change your mind

Taichi salió del hechizo con el sonido de cientos de aplausos y gritos dedicados a Yamato, que estaba en el borde del escenario con la duda plantada en su rostro, mientras trataba de absorber el éxito que había sido su concierto. Una sonrisa de sincero agradecimiento se instaló en él, y Taichi no pudo evitar sonreír de vuelta al ver el brillo con el que Yamato deslumbraba.

El rubio agachó la mirada y dedicó un beso hacia la sección donde estaban el resto de los elegidos, que gritaban "¡Teen-Age Wolves!" más fuerte que nadie en todo el lugar. Los ojos azules de Yamato brillaban de felicidad, y aún así Taichi podía sentir que faltaba algo dentro de él.

Hasta que azul encontró café.

Y el rubio no pudo apartar la mirada.

Taichi sintió como sus ojos quedaban enganchados con los de Yamato, que tenían una chispa intensa que contrastaba con la expresión de terror repentino. Pero como la estrella de rock que era, Yamato le ofreció una sonrisa ladeada que sacó más de un grito por parte de las féminas presentes, y los cerró, ligeramente inclinando la cabeza.

Mensaje secreto: "Te veo tras el escenario cuando todo esto acabe."

Taichi no necesitaba palabras. Él sabía interpretar cada uno de los movimientos del rubio.

Y no pudo evitar notar como, con el resto de las canciones, Yamato volvía a actuar como él mismo. Pero más lleno de vida, bailando y jugando con el público, que probablemente no notaba que la máscara había caído y este Yamato, el que saltaba y giraba como si su vida dependiera de ello, era el Yamato verdadero.

El Yamato que Taichi amaba ver.

-Hola, Taichi-san.

El sonido de la voz de Gabumon desconcertó a Taichi por un momento.

En su cabeza, el plan de Taichi era perfecto: caminar tras el escenario, esperar a que Yamato terminara de firmar autógrafos y tomarse fotos, y en el medio de la emoción y adrenalina que correría por sus venas, zanjar el tema de una vez por todas.

Lo último en lo que pensó fue en la posibilidad de encontrarse al Digimon ahí. ¿Y qué se supone que haría? Gabumon era muy protector cuando se trataba de Yamato, y no dejaría que nada ni nadie lo lastimara.

Eso incluía a Taichi.

-No esperaba verte aquí, Gabumon. Creí que estarías con el resto en la oficina de Koushiro.

-Disfruto demasiado oír a Yamato cantar. No me perdería este concierto por nada del mundo. Además, vivirlo desde detrás del escenario es mucho más emocionante que estar en el público.

El castaño asintió en silencio, sin encontrar dentro las palabras adecuadas para responder. Gabumon, sensible como siempre, dejó salir un suspiro que le recordó a Taichi a todas las veces que había escuchado a Yamato hacer lo mismo.

-Si puedo ser honesto, estoy feliz de que estés aquí Taichi.

El castaño enfocó su mirada en los ojos de Gabumon, que transmitían la misma inocencia que la primera vez que se encontraron. Pero también parecían llenos de sabiduría, y cansancio.

No le sorprendía. Taichi estaba seguro de que el tema lo lastimaba tanto como al propio Yamato, como pasaba con él y Agumon.

Gabumon golpeó la silla a su lado, e invitó a Taichi a sentarse junto a él. El castaño no dudó y se dejó caer, soltando un suspiro pesado que el digimon tomó como una invitación para retomar la conversación.

-Yamato estaba muy triste desde tu llamada de hace unas horas. No sé que sucedió, pero perdió un poco de vida cuando me dijo que no vendrías.

Yagami asintió. -Ese… Esa era mi idea. Pero pasaron algunas cosas y me di cuenta de que no podía perderlo.

Gabumon dejó pasar que Taichi dijera "perderlo" y no "perdérmelo". Porque sabía que hablaba de Yamato, no del concierto. El digimon asintió y guardo silencio por unos segundos. Taichi siguió con atención sus movimientos, hasta que sus brillantes ojos rojos chocaron con los suyos, recordándole ese gesto maternal y protector que tantas veces había visto.

-Tienes la misma expresión triste y cansada que Yamato ha tenido desde la última vez que se vieron, Taichi. Y aunque no entiendo porque los humanos hacen todo tan complicado, si puedo decirte que deberías ver esto antes de que hables con Yamato. Tú eres su mejor amigo, y sé que él lo es también para ti, pero tendré que intervenir si sigue así. Lo cual será muy doloroso, porque sabes que Agumon y tú son muy importantes también para mí. Pero Yamato es mi compañero, y mi deber es protegerlo de cualquier peligro que enfrente. Incluso corazones rotos.

Taichi volvió a asentir mientras recibía un diario viaje de parte del digimon.

A su lado no se sentía en peligro, pero entendía a la perfección lo que Gabumon le intentaba decir. Antes que la voluntad de Yamato de proteger a los demás, Taichi incluido, estaba el deseo de Gabumon de proteger al rubio. Y haría lo que fuera para asegurarse de cumplir con su deber.

-Te dejaré para que lo leas, quiero ir por una soda y galletas.

El digimon caminó con sus pesadas patas hacia lo que Taichi supuso que era el camerino del rubio. Un suspiro pesado volvió a caer, mientras pasaba sus dedos por la cubierta de piel donde estaba grabado el nombre de Yamato.

Si Yamato se enterara de que Gabumon le dio algo así y que Taichi tuvo la osadía de leerlo, probablemente estaría muy enojado con ambos. Porque supuso que ahí estaban los secretos más oscuros de Yamato. Los que no dejaría que nadie leyera. Mucho menos Taichi.

Pero conforme sus dedos pasaban las paginas se dio cuenta de que no, no eran secretos. Eran recuerdos. Recuerdos de los momentos que Yamato más atesoraba. Recuerdos que contaban su historia, y la historia de las personas que lo rodeaban.

Pero había un nombre que se repetía constantemente.

Agosto, 1999. No sé si podría escribir todas las aventuras que he vivido en los últimos días en una sola página; porque han pasado demasiadas cosas. Pero si hay tres cosas de las que quiero hablar.

La primera es Gabumon. No puedo describirlo, pero es un digimon lagarto que usa una bonita piel azul a rayas. Es muy suave al abrazarlo, y es muy valiente y un gran luchador. Pero más que eso es mi amigo, que ha lo largo de ¿días? ¿meses? Se ha mantenido a mi lado. Y me ha protegido y ayudado. Soy muy afortunado de que sea mi digimon: le gusta oírme tocar la armónica, y a mí me gusta tocar para él.

Después está Takeru: Takeru ha sufrido mucho para la edad que tiene, y sólo quiero estar a su lado para protegerlo de todo mal. Pero sé que no puedo, y él es un niño rebelde y testarudo, muy valiente, que no tiene miedo de pelear cuando sea necesario. Aun cuando yo le pido que no lo haga. Me siento muy feliz cada vez que me dice "hermano mayor", porque sé que hay mucho cariño en sus palabras.

La tercera es Taichi. Taichi es mi mejor amigo. Es muy obstinado y cabeza hueca, pero es muy valiente y siempre está listo para pelear… lo que no siempre es bueno. Nos hemos metido en algunos problemas por su culpa, pero también es un líder optimista, que siempre sabe qué hacer. Sé que puedo contar con él. Es mi mejor amigo, y espero que lo sigamos siendo por muchos años más.

Junio, 2002. Taichi, Takeru, Gabumon, el resto de los niños y yo fuimos a rescatar a Agumon. No recuerdo ver antes a Taichi tan nervioso y estresado: estaba al borde de una crisis. Tuve que golpearlo, para detener su mente de sobrepensar. Fue doloroso, pero no podía dejarlo así. Lo ayudé a levantarse cuando se cayó y sentí una chispa de electricidad correr por mi cuerpo. Como cada vez que ha tomado mi mano.

Logramos rescatar a Agumon de las manos del Kaiser. Daisuke logró que V-mon evolucionara en Raidramon con el digi-egg de la amistad. Y aunque me habría gustado ser yo quien salvara a Agumon, hicimos nuestra parte y logramos nuestro objetivo. La sonrisa que Taichi esbozó cuando abrazó a Agumon es la más brillante que haya visto en él. Era un sol resplandeciente, y sé que haría lo que sea por asegurarme de que nunca dejé de brillar como hoy.

Agosto, 2002. Mi papá, Taichi, Koushiro y yo estamos acampando mientras Takeru y los otros pelean en el digimundo contra Ichijouji. No pude dormir, pensando en lo que estaría pasando y cómo sería más fácil si pudiéramos estar ahí para ayudarlos. Koushiro está monitoreándolos mientras Taichi y yo esperamos junto a él por noticias. Ya sea buenas o… Ni siquiera puedo pensar en la alternativa.

Fui a sentarme junto al lago para relajarme y cuando menos lo esperaba, Taichi llegó y se dejó caer a mi lado. Comenzó a platicarme sobre sus historias graciosas con el equipo de soccer, y me hizo reír hasta que me dolía el estómago. Luego me di cuenta de que está tan nervioso como yo: Hikari está allá y es su hermanita, como Takeru es mi hermano menor. Tomó mi mano y la apretó con sus dedos, recordándome que no estoy solo. Y que les enseñamos bien, ellos estarán bien.

Papá y Koushiro intentaron hacer s'mores, pero los malvaviscos quedaron con el sabor a humo. Papá también nos contó historias graciosas de su trabajo. Decidimos vigilar por turnos en caso de que Takeru y sus amigos envíen alguna señal de alerta. No es como que podamos dormir mucho, de todas formas. Pero ha sido la mejor noche de todo este año.

Diciembre 2002. No hay mejor forma de terminar el año que con un viaje exprés ¿cierto? Ken y yo fuimos a destruir las torres oscuras de México; Takeru fue a Francia para encontrarse con el abuelo Michel. Taichi fue con él.

Me pregunto si fue para él tan incómodo como mis últimos encuentros con él. Los Takaishi y yo no nos llevamos bien desde el divorcio de mis padres.

Aunque seguramente Taichi encantó al abuelo, como hace con todas las personas.

No me sorprendería que lo haya invitado a regresar a París para tener una "Verdadera experiencia francesa".

Me gustaría poder ir algún día con Taichi a Francia. Y enseñarle todos los lugares en los que tengo buenos recuerdos. Y hacer nuevos recuerdos en los que aún me atormentan por las noches.

Sueno como idiota. Debería tomar todo esto para escribir una canción.

Ojalá Taichi y yo vayamos a Francia algún día. Ojalá.

Septiembre 2005. Estúpido Taichi.

Estúpido. Idiota. No encuentro las palabras para describir la rabia que sentí cuando me di cuenta de lo que ese grandísimo idiota hizo…

Idiota.

Aún tenemos que enfrentar y vencer a Ordinemon, y sin Taichi no puedo hacer que Gabumon y Agumon evolucionen en Omnimon. Hikari está destruida, no sé qué se supone que haremos con Tailmon ahora que forma parte de Ordinemon.

Idiota Taichi.

Es la cinta que nos mantiene unidos. No puedo creer que se sacrificó por mí. Me gustaría tenerlo frente a mí solo para matarlo por hacer algo tan irresponsable. No pensó en las consecuencias, sólo actuó con su cabezota, como hace siempre.

No se detuvo a pensar que lo necesitaríamos. Que lo necesitaría.

¿Cómo se supone que salve un mundo sin Taichi? ¿Cómo se supone que este mundo merece ser salvado si Taichi no está?

Hay un vacío en mi interior que nada podría llenar. Ni Takeru, ni mi padre, ni Gabumon. Cada vez que respiro, duele dentro de mí. Y cada vez que veo los ojos de Hikari, tan pérdidos como los míos, ese vacío se expande y duele más.

Idiota Taichi.

Septiembre 2005. Taichi regresó.

No sé cómo, no sé por qué. Sólo sé que está de regreso y que nunca había sentido tanta felicidad como cuando entrelazamos nuestros brazos. Porque sentí que era real. Y que con él a mi lado, no había nada que no pudiera vencer.

Yamato guardaba en su memoria cada vez que lo había tomado de la mano. Que había entrelazado su brazo con el suyo para asegurarse de que no desapareciera. Para no perderlo.

Yamato siempre había evitado perderlo.

-¿Dónde conseguiste eso?

Taichi levantó su mirada para encontrarse con unos ojos azules que, por primera vez en muchos años, se mostraban temerosos frente a su presencia. Hacía tanto que no se veían frente a frente que Taichi no puedo evitar anotar mentalmente los cambios en Yamato: su cabello ligeramente más largo, sus pómulos pronunciados, los jeans rasgados y unas pecas que aparecían cuando Yamato pasaba demasiado tiempo en el sol.

Yamato avanzó temeroso en su dirección, y Taichi optó por dejar que el rubio definiera sus límites. Porque su comportamiento a veces era impredecible, como el de una fiera, y lo último que quería era ahuyentarlo. Necesitaba mantenerlo cerca, incluso si eso significaba mantenerse alejado.

-Gabumon me lo dejó. Me pidió que te lo entregara.

El rubio levantó una ceja, mostrando incredulidad ante la excusa de Taichi. Porque ni siquiera su querido amigo digimon tenía autorizado leer su diario, mucho menos dárselo a otras personas para que lo leyeran. Dejó salir un suspiro y extendió su mano. Taichi rápidamente le entregó el cuaderno, avergonzado de haber sido atrapado leyendo sus recuerdos.

-Lamento haberlo leído. Gabumon dijo que tenía que leerlo y…

-Creí que no vendrías.

La voz triste de Yamato detuvo el parloteo del castaño. Se mantuvo en silencio, observando como dejaba salir aire antes de volver a avanzar en su dirección, cayendo en el asiento que minutos antes había ocupado su compañero digimon.

-No podría perderme un concierto tan importante, Yama. Eres mi mejor amigo.

Una sonrisa triste se pintó en el rostro del rubio, que se sentía más derrotado por la conversación que estaba a punto de tener que por el concierto que acababa de dar. Dejó que su cabeza cayera sobre el hombro de Taichi, respirando lentamente el olor que emanaba su mejor amigo.

Si era la última vez que podía tenerlo tan cerca, entonces lo iba a disfrutar.

Ambos se instalaron en un cómodo silencio. A su alrededor, personas corrían de arriba abajo, algunas incluso gritaban. Pero nadie se atrevía a interrumpir su burbuja de tranquilidad, esa que creaban cuando eran ellos dos contra el mundo.

-¿Leíste todo?- preguntó Yamato después de casi cinco minutos de recargarse contra Taichi.

-No. Pero leí lo suficiente. - El rubio mantuvo su mirada fija en la pared frente a él, con miedo de que ese infinito que creaban cuando estaban junto, acabara de un momento a otro.

Indefinidamente.

Taichi giró su cabeza lentamente y dejó un suave beso sobre su cabello, antes de tomar las manos de Yamato entre las suyas.

-No te dejaré nunca. Lo sabes ¿verdad?

El rubio asintió lentamente, cerrando sus ojos con fuerza, dibujando signos sin sentido en las manos de Taichi con sus dedos. Memorizando la chispa eléctrica que lo recorría cada vez que escuchaba al castaño hablar, aún si no creía sus palabras.

-Y sabes que soy un cabezota. Y que tienes que decirme las cosas directamente, porque soy muy malo para entender indirectas. Y que prefiero pelear contigo por decir las cosas que por no decirlas.

-¿A qué viene todo esto Taichi? - Preguntó Yamato, separándose violentamente de Taichi, creando entre ellos suficiente espacio para hacer patente su incomodidad ante las palabras del castaño. Yagami sólo atino a sonreírle, moviéndose lentamente para enfrentarlo y enfocar su mirada en los resplandecientes ojos azules frente a él.

-Yama… Lo siento. Lo siento por todo lo que he hecho y lo que he dicho. Pero más que eso, lo siento por lo que no he hecho ni he dicho. Tú eres mi mejor amigo, pero… eres distinto a Sora, o a Koushiro. Tú eres especial, Yamato. Tú eres… Yamato. ¿Entiendes lo que digo?

El rubio asintió, manteniendo la distancia entre ambos y cruzando sus brazos frente a él. Taichi suspiró, ¿qué hacía mal como para que en su mejor esfuerzo de ser honesto y exponer sus sentimientos hacia Yamato, el rubio respondía de forma negativa?

-Si… si entiendo, Taichi. Tú también eres mi mejor amigo.

-¡No Yamato! ¡No!

El rubio arqueó una ceja. -¿No soy tu mejor amigo?

Taichi bufó por la frustración. -¡No, idiota! ¡Yo…!

Y antes de que pudiera articular una respuesta, Taichi tomó a Yamato entre sus brazos, atrapando sus labios en un beso apasionado que esperaba que demostrara lo que quería decir.

El eléctrico encuentro de sus bocas sorprendió a Yamato, quien no tardó en responder al entusiasta movimiento de Taichi, antes de relajarse y dejar caer sus brazos a los lados, permitiendo que Taichi lo abrazara por la cintura y lo atrajera hacia sí, apoyándose en el muro detrás de él para no perder el equilibrio.

Ambos se dejaron perder en los brazos y los labios del otro, Taichi frenéticamente sonriendo y mordiendo el labio inferior de Yamato, mientras el rubio acariciaba la nuca de Taichi y su cabello mientras atacaba sus labios. Ambos se olvidaron del mundo que existía alrededor de ellos por lo que bien pudieron ser horas, perdidos en los labios del otro. Fue la falta de aire lo que finalmente los separó y permitió que se observaran mutuamente: Taichi, sonrojado y con el cabello más despeinado de lo normal, mientras que el pecho de Yamato se movía agitado y sus labios esbozaban una sonrisa que quería ocultar. Fue el rubio quién rompió el cómodo silencio en el que se instalaron.

-Hay una fiesta en la casa de nuestro baterista ¿Quieres venir?

Luces neón adornaban el departamento por doquier, mientras que los beats de la música resonaban por todas partes. Si se esforzaban demasiado, podrían decir que Takeru y Hikari estaban en la cocina comiendo frituras, mientras Mimi y Miyako bailaban en la pista de baile y trataban de convencer a Sora y Ken de unirse a ellas, o que Daisuke estaba en un concurso de bebida con Jyou, Iori y Koushiro detrás de él, asegurándose de que no muriera por su propia estúpidez.

Ni Taichi ni Yamato recordaban como habían llegado ahí, o en qué momento Yamato se dio a la tarea de informar al resto de sus amigos de la fiesta.

Nada de eso importaba.

Taichi sólo podía pensar en el chico frente a él. En Yamato bailando pegajosas canciones pop como si su vida dependiera de ello, en la libertad que reflejaba con cada movimiento de sus manos, su cadera o sus piernas. En Yamato, que extendía su mano para poder estrechar a Taichi y atraerlo hacia sí, haciéndolo cómplice del éxtasis en que se encontraba. En Yamato, que creaba en Taichi cientos de emociones simultáneas que no podía nombrar o describir, pero que no quería que nunca lo abandonaran.

La vista era suficiente para que sus piernas temblaran de felicidad, emoción y nervios de forma simultánea.

No sabía qué había hecho para merecer el privilegio de ver a Yamato tan libre, tan él. Pero en ese momento, Taichi se sabía en la eternidad: estar al lado de Yamato, ver la forma en que sus ojos brillaban cuando lo miraba, y sentir su aliento chocar con su cuello mientras bailaban, con Yamato recitando pequeñas estrofas de las canciones y haciendo promesas de cariño y devoción que ponían a flotar a Taichi.

No quería que Yamato lo soltara nunca. Y lucharía contra todos los digimon que existían si eso significaba merecer estar en los brazos de Yamato.

Porque en ese momento, mientras lo abrazaba sonriendo y sentía una corriente recorrer su cuerpo cada vez que su mano encontraba la de Yamato, Taichi tenía la seguridad de que en todos los universos, él pertenecía a los brazos de su mejor amigo.


Este capítulo tardó más de lo que esperaba, y fue más largo de lo que había planeado.

Gracias a todes por su apoyo con esta historia. Ha sido un viaje satisfactorio.