El infierno entre tus manos


Capítulo 4

Segundo Título ─

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" Los límites del Cielo y el Infierno"

Una luna de lo más maravillosa había decidido acompañar a Katsuki hacia su departamento después de haber tenido un intercambio de diálogos con la mujer que se había estado metiendo en sus sueños las madrugadas anteriores.

Un cansancio descomunal estaba sobre sus hombros con insistencia y las molestias en su zona baja se hacían presentes con mayor anhelo a que fueron atendidas con urgencia.

Tenía presente que la mujer de Midoriya no sospecharía de su extraña presencia frente a la puerta de su casa, y el mejor pretexto que pudo buscarse al hallarse descubierto fue el terminar comprometiéndose a asistir a aquella patética reunión dónde el marido de ella sería el centro de atención de la empresa.

Él maldijo frustrado.

Ahora no podía ignorar la invitación de aquel bastardo para mostrarse en aquel lugar donde no deseaba estar. Había dado su palabra y, ante todo, su palabra iba sobre sus pocos principios y creencias.

Cuando terminó de estacionar su deportivo detenido con atención que una tenue luz provenía desde su habitación. Katsuki, dentro de su metódica rutina, siempre dejaba las luces apagadas al igual que los escasos electrodomésticos que poseía. Se acercó con cautela a su puerta principal y no hizo sonar sus llaves al tocar la cerradura, no por temor, era mayor su curiosidad por saber que desagradable sorpresa podría encontrarse dentro, esperándolo…

Antes de dar pasos hacia el interior del glamuroso lugar, soltó un suspiro inusual de fatiga. Con solo encontrar unos zapatos de color rojo brillante y aspecto femenino con un tacón muy alto, sabía a la perfección a quién pertenecía y, ya debía estar desnuda sobre su cama.

Continuó sin encender las luces del pasillo principal, atravesando así, entre la penumbra, la sala que se encontró con un poco de desorden, un cuarto de baño que era independiente de su habitación y por otro pasillo que guiaba hacia una puerta doble de aspecto magnífico de madera caoba color oscuro. Ésta solo podía abrirse con una tarjeta que él poseía, y la copia que tenía de resguardo en un libro de su gran colección en su estudio personal.

Una sonrisa burlona se sostuvo sobre su varonil rostro cuando, al pasar la cinta magnética sobre el lector accionando una lucecita parpadeante a tornarse de un color rojo a morado, empujó de un solo movimiento la mitad de la entrada.

─¿Por qué demonios estás aquí? Himiko ...

La mujer rubia que posaba sobre el colchón y tenía su delineado cuerpo entre las blancas sábanas de algodón mantenía su mano derecha sobre su seno del mismo lado y entre los delgados dedos presionaba su pezón dejando una marca ligera con coloración durazno sobre su blanca piel expuesta.

Mantenía una expresión extasiada, con los ojos dorados entrecerrados y dejando ver un brillo característico de ellos.

Cuando Himiko escuchó su nombre salir de los labios de Katsuki, inmediatamente se giró a mirarlo con una amplia sonrisa que dejaba ver a la perfección los afilados colmillos enmarcando su expresión.

─¡Kacchan! –Como ella solía llamarle –¡Por fin has llegado!

La mujer rubia dejó caer la poca tela que mantenía sobre su cuerpo y colocó ambas manos sobre sus mejillas que estaban sonrojadas. Ella bajó de la cama y extendiendo sus brazos hacia Katsuki terminó por atraparlo en un abrazo no correspondido.

─Pensé que no vendrías esta noche. Siempre estás fuera –Himiko levantó su rostro sin soltarlo para ponerle una mueca de molestia.

Katsuki la tomó por los hombros desnudos y la apartó unos centímetros de él, sin despreciar la vista que Himiko le ofrecía de la desnudez de sus senos y el cabello dorado cayendo sobre baterías.

─Debes estar cansado para regresar a casa tan temprano, deja que yo me encargue.

Katsuki aún no mencionóba una sola palabra, porque sabía que cualquier pretexto que él diera, sería una completa mentira. Si bien, había tenido unos días de mierda, no se vieron tan desgastado como para desperdiciar una oportunidad como la que había estado esperando sobre su cama.

Cuando Himiko redujo su estatura a la mitad de la de Katsuki, él finalmente habló.

─Espera…

¿Espera ?, ¿Era verdad ?, Katsuki Bakugou ¿estaba pidiéndole a Himiko que esperara para hacer una felación?

Evidentemente ella no iba a seguir su petición cuando sintió desabrocharse el cinturón causando un sonido metálico abarcando la habitación seguido de la tela apartándose de un gran botón.

Con un poco más de presión con la que hace unos momentos la había apartado cuando ella fue a abrazarlo, el retiro de su labor por atender su ardiente zona baja.

─No quiero follar Himiko.

En realidad, sí quería, pero no a ella.

Una mirada fría se posó sobre los ojos dorados que se mostraban confundidos. A pesar de que ya en ocasiones anteriores él le había negado sexo, no esperaba que estuviera hablando en serio. Hacía meses que ellos dos no se veían y, aunque aquello no significara que ambos no tuvieran sus propias aventuras en el transcurso de ese tiempo, el sexo que ellos tenían siempre ha sido bueno.

Siempre fue bueno.

─¿Qué te pasa Katsuki? ¿Estás con alguien en este momento? –Ella se burló de él.

─No tengo por qué darte explicaciones, te pregunté, ¿Qué demonios haces aquí?

─Solo quise venir a pasar el rato contigo.

─Ve a jugar a otra parte –le advirtió Katsuki deteniendo las hábiles manos de ella que ya terminó de abrir la cremallera.

Bakugou soltó una cansada bocanada de aire y volviendo a acomodar su pantalón se dirigió a sentarse en una orilla de su cama con las sábanas desordenadas, dejando caer su cabeza hacia atrás y colocando ambos brazos hacia los costados.

Himiko al observarlo con detenimiento apreció que algo divertido estaría por suceder. Se levantó de la alfombra donde continuaba de rodillas dando pasos muy ligeros como si danzara con delicadeza y, cuando estuvo frente al rubio, se posó sobre él con las piernas abiertas y atrapando su cuerpo de manera posesiva.

─No sé qué es lo que te tiene tan molesto. Nunca sé que es lo que te molesta, pero puedes usarme como desees Katsuki –le dijo esto detenidamente al oído y después pegó sus labios a su cuello.

Una diminuta marca amoratada se plasmó de inmediato con el contacto y permanecería ahí como un recordatorio problemático para el futuro.

Ella comenzó a retirarle la corbata que se había colocado como cada día que asistía a la empresa y enseguida los botones de su impecable camisa comenzaban a ser abiertos dejando ante los ojos dorados de Himiko un espectáculo que ella siempre sabía apreciar. Los pectorales amplios de él ya estaban desnudos al igual que los abdominales forjados por el ejercicio que añadían a su rutina cotidiana. Los grandes brazos pronto se vieron también descubiertos de la tela y la camisa fue apartada de ambos.

Katsuki percibió con detalle el calor que Himiko desprendía de la desnudez de su pelvis que estaba cubriendo la suya y apenas se veía separada por los bóxers de color negro que él ya sintió empapados.

La sonrisa de ella mostraba de nuevo sus colmillos acentuados y tenía las mejillas de color carmín, justo como esos ojos que permanecían atentamente sobre su figura que se mecía con insistencia sobre Bakugou. Cuando el aliento fresco de él probó el de Himiko, un sabor más dulce de lo común fue reconocido por Katsuki y decidió concluir el juego.

Permanecía con los ojos abiertos en lo que terminaba el contacto de ambos, observando con detenimiento la ropa femenina esparcida sobre el suelo de su habitación, desde el vestido corto y de color azul marino con las cintas desatadas, hasta las bragas rojas solo a unos centímetros de la anterior prenda. Intuía que no llevaba sujetador alguno.

─Vístete. –Le ordenó –Vayamos a beber algo, te tengo una propuesta interesante.

Katsuki ya no pretendía continuar ocultando sus futuros planes.

Himiko, que permanecía aún sobre Bakugou, se mantuvo sin apartarse un solo milímetro.

─¡Lo sabía! Sí estás con alguien –gritó con voz fuerte ─Dime, dime, ¿quién es? Oh, debe ser alguien muy linda –continuó hablando sin notar el enfado de Katsuki.

─No es nada en especial, vayamos a beber y te lo contaré todo.

Katsuki se levantó tomando la cintura de Himiko para que ella no perdiera el equilibrio y hacerla caer en el proceso. La dejó con suavidad sobre el colchón pasando con lentitud los dedos de su mano izquierda sobre el abdomen plano y causando un ligero sobresalto de ella cuando el metal del reloj de Bakugou tocó su piel sensible y la espalda de ella se arqueó un poco.

Katsuki soltó una risa burlona. Ella de verdad deseaba tener sexo con él.

─No demores demasiado, tengo mucho que explicarte para que no vayas a arruinarlo. Toma uno de mis abrigos, vamos a tardar –terminó de hablar dando media vuelta para salir de su recámara. No sin antes haber levantado del suelo el vestido que pronto volvería a cubrir la blanca piel de Himiko.

La emoción que estaba en ella no podía contenerse. Era claro que había algo que le preocupaba a Katsuki y, lo que fuera, iba a volverlo divertido.

Antes de que Bakugou cerrara la puerta de su habitación para esperar a Himiko en la sala se volteó de medio lado.

─Y por cierto… ¿Quién te dio permiso de comerte el pastelillo? –Había mucha molestia encerrada en esa pregunta.

Himiko prefirió no responder, ¿cómo era posible que lo hubiera notado? Además, a Katsuki jamás le apetecería un postre y el hecho de que encontrara uno guardado tan cautelosamente para conservarlo no era propio de él, ¿Iba a molestarla por ello?

─Yo creí que… -ella intentó excusarse.

─Olvídalo, simplemente no vuelvas a tocar mis cosas sin mi permiso –soltó el aliento reconociendo que estaba por volver un drama algo tan ridículo como lo era, la comida de esa mujer.

Volvió a girarse dándole la amplia espalda descubierta y la extrañez por el suceso dejó muy confundida a su amiga que estaba comenzando a tener sus propias sospechas del asunto.

En definitiva, se trataba de una mujer.

Recordando que, la última vez que lo vio tan jodido por alguien, había sido por…

Himiko no quiso traer aquellos recuerdos revueltos de nuevo a su cabeza y se apresuró por colocarse la ropa interior en su zona que ya se resecó, después de haber resbalado sobre la de Katsuki. El vestido volvió a acomodarlo en su lugar y se dirigió hacia el armario de Bakugou. Abrió sin mucho esfuerzo la puerta derecha jalando de la agarradera metálica y entre las prendas que estaban acomodadas de manera ordenada y pulcra, tomó uno de los abrigos negros que a Himiko tanto le fascinaban, tuvo que impulsarse sobre las puntas de los dedos de sus pies para alcanzarlo, ya que la altura en la que se encontraron colgado era muy superior a la de ella.

Cuando devolvió la puerta a cerrar el armario quiso dar una pequeña inspección a la habitación para obtener un poco más de información acerca de lo que Katsuki estaba tramando, ella sabía de antemano que lo que él le dijera no iba a ser suficiente para satisfacerla.

Así como tampoco iba a complacerla sexualmente.

Se dirigió primero hacia el gran espejo y se cómo le lucía la prenda que estaba terminando de abotonar, a Himiko le maravillaba cómo debajo de la tela gruesa resaltaba su cintura delgada acomodándose de forma espléndida a su figura femenina, sonrió para sí misma cuando una idea atrevida llegó a su cabeza.

Sin querer entretenerse por más tiempo, se apresuró por comenzar a dar una fugaz revisión a lo demás, sus pasos se dirigieron hacia uno de los muebles que se encontraban a un lado de la cómoda cama, abrió el primer cajón ya simple vista sólo se encontraban algunas libretas de aspecto muy serio y ni siquiera se molestó en hojear alguna, seguramente se encontrará con números de contactos importantes y listas aburridas con nombres de mujeres que Katsuki mantenía como referencia.

La curiosidad de Himiko iba disminuyendo cuando los demás cajones del mueble estaban apenas ocupados por unos objetos sin ninguna relevancia, había unos cuantos frascos pequeños de aspirinas y otros más para la fiebre. Hizo una mueca de fastidio y aburrimiento, el tiempo que disponía para revisar la habitación de Katsuki se le estaba agotando. Fue entonces cuando prefirió suspender su investigación y salir a preguntarle sus dudas a la cara, quizás tenía suerte y él le respondía o tal vez se encontraron de mal humor y la mandaba al diablo, pero si de algo estaba segura era, que si él quería salir a beber con ella, se trataba de algo divertido dónde él la necesidad.

Himiko salió de la habitación con el cabello de nuevo recogido en sus dos característicos bucles, ahora se veía más relajada pero llena de entusiasmo por conocer aquel asunto que le impacientaba a su querido amigo de la infancia.

Katsuki escuchó la puerta de su dormitorio cerrarse y dirigió su mirada hacia esa dirección esperando visualizar a Himiko; él se ve en la sala después de haber sacado unas prendas de la otra habitación conjunta a la suya. La ropa que vestía era un atuendo completamente casual que lo hacía lucir casi como un adolescente. La playera en tono oscuro de manga larga y pegada a su cuerpo le resaltaba el pecho, junto con un abrigo que cubría todo el deleite que proporcionaba la prenda anterior.

─¿Por qué no podemos beber aquí? –Se apresuró Himiko por cuestionarlo antes de tiempo.

─Llevo días llegando temprano al departamento, no pretendo estar aquí hoy –él se limitó a respond denotando un poco de agotamiento en su tono.

Los ojos dorados de Himiko siguieron con cautela los pasos que dieron Katsuki hacia la entrada principal; él se colocó un calzado cómodo y deportivo que completaba el atuendo que llevaba. Abrió la puerta para permitir que Himiko saliera primero mientras ella terminaba de ajustarse los preciosos zapatos de color rojo brillante.


Ochako se había recargado de espaldas contra la puerta después de cerrarla detrás intentando no azotarla por el nerviosismo que tenía. Ella había hablado con ese hombre después de casi desear a todas las deidades que la escucharan, el no volver si quiera a encontrárselo. Poco a poco fue resbalando hasta caer al suelo con las piernas hacia un lado y llevó la mano derecha hasta tocar su pecho.

El corazón le latía sin control.

Se quedó observando hacia el corredor que daba a la pequeña sala de invitados con aún algunas cajas desacomodadas y sintieron que las mejillas se le iluminaban de la nada.

Aquella noche no daba indicios de que deseara ser gentil con sus habitantes y el clima frío estaba posándose en el aire. Los dedos de Ochako que se encontraban apenas quietos sobre su agitado respirar resintieron el cambio de la temperatura pero, el resto de su cuerpo no lo hacía.

Agachó la mirada con vergüenza, mucha vergüenza de que ella se encontrara reaccionando de aquella manera, primero eran las redondas mejillas cubiertas de rubor, después el aliento en conjunto con su palpitar y continuaba con un cosquilleo sobre su vientre y también… un poco más abajo .

Ochako sacudió su cabeza con rapidez cuando llegó un pensamiento que no le pareció correcto, se imaginó que el frío ya le estaba afectando y se levantó presionando sobre su vientre cualquier "molestia" que ella sintió.

¿Asistirá a la celebración de Izuku? –Preguntó ella.

Intentaba amenizar el ambiente que se había vuelto aparentemente incómodo entre ambos y parecía que ninguno comprendía el porqué.

Asistiré –Katsuki fue directo.

Mientras él abría la puerta de su auto y se retiraba el cinturón de seguridad jamás apartó la mirada de Ochako. La misma que a ella tanto le preocupaba.

Lo esperaremos con mucho gusto Bakugou-san –ella terminó por sonreírle.

Desde ese momento ya sintió que no podía respirar con facilidad en su presencia.

Posó sobre el suelo unos segundos más, tratando de mantener el ritmo acelerado de su respiración a uno que le permite conservar el equilibrio.

¿Está todo bien? Luces un poco mareada –indicó Katsuki reconociendo que su presencia la inquietaba.

Debe ser solo cansancio, no es nada importan…

Ochako no pudo concluir la palabra porque sintió que sus fuerzas la abandonaban justamente a media calle frente a la mirada de ese hombre. Apenas había sido un parpadeo y ya se siguió siendo sostenida por él en un reflejo para evitar que ella terminara tendida sobre el concreto.

Se dio unos golpecitos a sus mejillas para que los pensamientos que comenzaban a invadirla no la atormentaran durante el resto de la noche, no cuando iba a estar acostada al lado de su esposo mientras él dormía.

Y eso era todo lo que ella podía recordar del extraño encuentro con Katsuki Bakugou, quien se había aparecido frente a su casa antes de que ella terminara por caer entre sus brazos.


Una vez que Katsuki y Himiko se encontraban en el auto con destino al bar previo al festejo de bienvenida de Midoriya Izuku, la curiosidad en la cabeza de ella se estaba volviendo un poco insoportable. Sabía que no debía abrir la boca durante el trayecto porque a Katsuki le molestaban las preguntas sin tener un trago en la mano, pero no pudo seguir resistiéndolo.

─¿Vas a decirme de quién se trata? –Himiko por fin se había decidido a romper el armonioso silencio dentro del vehículo.

Katsuki estaba demasiado agotado con respecto a ese tema, así que decidió que ya era momento de dejarlo salir.

─Ella es casada –declaró.

La sorpresa en el rostro de Himiko era tal, que no pudo seguir haciendo preguntas. Planeaba molestarlo sólo para divertirse un poco hasta que llegaran al lugar, pero nunca imaginó que la situación se tratara sobre un matrimonio.

Durante todos los años que Himiko llevaba conociendo a Katsuki y conviviendo con él, lo había visto con algunas mujeres, estaba claro que ninguna era porque él se la presentara de manera directa o formal…

Eran un simple pasatiempo.

A pesar de ello, él jamás se enredaba con mujeres que tuviesen alguna clase de compromiso, ya sea un insignificante noviazgo, a punto de ir al altar y, mucho menos, que estuvieran casadas.

Él no era ese tipo de hombre.

Entonces, ¿qué carajos era lo que estaba ocurriéndole ahora? ¿Por qué soltaba de la nada que se trataba de una mujer casada?

Himiko desvió la mirada hacia la ventanilla de su asiento y cualquier gesto desapareció de inmediato, incluso en su reflejo.

─Hemos llegado –anunció Katsuki después de comenzar a estacionarse.

Se quitó el cinturón de seguridad, bajó del auto y tras cerrar su puerta se dio la vuelta para abrir la de Himiko y ayudar a descender ofreciéndole su brazo.

Un poco de sonido ininteligible comenzó a llegar a los oídos de ambos cuando se acercaban a la entrada del lugar, que lucía bastante elegante, pero no demasiado ostentosa. Se encontraban cuatros hombres con trajes negros, como si se tratara de una película de antaño, dos en cada esquina, con gafas oscuras de sol, a manera ridícula, ya que en el horario que se hallaban, lucían más estúpidas que útiles o intimidantes.

Himiko soltó una risita tras observar cómo pequeños detalles absurdos y volvió su atención hacia su amigo, quién la llevaba sujeta de la mano, mientras daba instrucciones a quien los recibía.

Guiada de la mano de Katsuki se adentraron hacia una mesa ubicada en la esquina del local. Durante el recorrido de las puertas de la entrada principal hasta su lugar designado, Himiko apreció la iluminación con suficiente tenuidad para mantener el ambiente en discreción; atravesaron por entre algunas mesas, pasando por dos barras que se encontraban cubiertas por unos grupos de jóvenes y algunos adultos quienes estaban siendo entretenidos por hábiles bar man´s que ofrecían unos movimientos bastante entretenidos.

El lugar parecía tener suficiente estilo.

─Creí que la temática del bar sería más a lo tradicional –comentó Katsuki después de dejar a Himiko sentada.

La música, aunque un tanto ruidosa, no era molesta en lo absoluto para mantener una conversación.

─Katsuki, yo ...

─Querías saber de quién se trataba ahora, ¿no?

─Tú y yo hemos hecho muchas cosas terribles juntos, compartimos algunos secretos y otros no, pero, nunca rompes tus propias reglas.

─Sólo es un reto personal Himiko, no será más que eso, lo prometo. Si tú me ayudas sólo esta vez, podrás pedirme lo que desees.

Los ojos de Toga estaban atentos a cada palabra que Katsuki le decía, ¿estaba hablando enserio? ¿Era el mismo Katsuki Bakugou que ella conocía y respetaba?

─Y, ¿qué es lo que quieres que yo haga?

Una mesera llegó hasta su lugar para atender las órdenes de ambos, Katsuki tomó la carta por cortesía, pero la devolvió y pidió enseguida un poco de sake, después volteó hacia Himiko, quien sí había observado el menú, pero su interés no se busca en ello.

─Está bien el sake –aceptó sin darle mayor importancia y regresando de igual manera la carta.

La mesera, quién después de haber discutido con sus demás compañeras por atender al hombre rubio recién llegado, se retiró sin siquiera ser vista por él.

─Quiero que seas tú quién lo mantenga distraído a él.

Himiko se incomodó, ella también era de la idea de que existían muchos hombres solos y desesperados por una aventura, así que entrometerse en una relación por diversión no era algo que ella hiciera, pese a que disfrutaba de la desdicha de los hombres ingenuos que la buscaban y terminaban por rogarle a sus pies que no los abandonara.

─¿Se supone que debo acostarme con él?

Cuando Katsuki iba a responderle fue ahora que llegó un mesero con la orden solicitada, al parecer la otra mesera se sintió herida cuando Bakugou no le había dirigido ni una mirada. El alcohol fue colocado en la mesa y servido con precisión. Katsuki le agradeció y de nuevo ambos siguen en silencio.

Himiko no esperó a que Katsuki bebiera primero, tomó ella el primer sorbo por completo ya continuación vació la pequeña botella sobre su boca. Esperaba que aquello la calmara.

─¡Basta !, no tienes por qué hacer eso –le advirtió –Puedes pedir todo lo que te agrade, Himiko.

Ella ignoró sus palabras y giró su rostro evidentemente molesta por lo que Katsuki le estaba pidiendo.

─Debe ser alguien muy importante como para que me pidas ayuda –hizo una pequeña pausa –Entonces, comienza a hablar, ¿de dónde la conoces? y, ¿por qué ese interés enfermizo por entrometerte en su vida? Ella ya es de alguien, ¿no es así?

─Respondiendo a tus preguntas, ella es la esposa de mi nuevo compañero de trabajo.

─¿Eso es todo? –Se indignó –¿Quieres acostarte con la esposa de tu maldito compañero de trabajo para molestarlo? –Soltó con burla –Olvídalo Katsuki.

─No pienses que te he traído hasta aquí sólo por mis intereses, si te estoy involucrando es porque te aseguro que él te agradará a ti.

Ella no pensaba volver a escuchar una sola palabra más, así que se levantó de su lugar y sin prestarle atención a su amigo se dirigía hacia la misma puerta por donde recién había cruzado.

─Creí que el asunto iba a ser algo divertido –habló cuando Katsuki logró detenerla tomándola por la cintura y acercándola hacia él –¡No voy a tomarme la molestia de distraer a un hombre casado para que tú puedas follarte a su esposa!

─¿Qué es lo que te gusta tanto de ella como para llegar a estos extremos?

─No lo sé –sinceró.

Las miradas se quedarán al pendiente uno del otro; la música que ambientaba el lugar junto con los murmullos y las risas de las conversaciones eran totalmente ignoradas por ambos rubios.

─¿Satisfecha? ¿He complacido tu curiosidad?

Himiko se mantenía en silencio, mientras pensaba en la propuesta de su amigo con demasiado cuidado, después de todo, ella apreciaba demasiado a Katsuki como para volver a verlo caer por una mujer.

─Tengo sólo una condición para poder aceptar –dijo rompiendo el silencio que ya se sintió molesto para Katsuki –Si prometes que me la presentarás, entonces te aseguro que haré todo lo necesario para mantener a ese hombre ocupado.

Aquella request fue más que una sorpresa para Katsuki. Él nunca había tenido que hablar de ninguna mujer con Himiko; las aventuras que solían tener era un tema casi privado para ellos y no era algo que se relacionara con su vida de manera permanente.

Katsuki se mantenía un poco tenso, tener que hablar con Himiko de manera tan directa y tener casi que rogar por su ayuda para poder obtener algo de tiempo con esa mujer lo estaba volviendo un poco loco. Se acomodó en su asiento tratando de razonar la respuesta que estaba por darle a su amiga al sentirse ya derrotado por ella.

Juraba que cuando tuviera en frente a esa mujer, la volvería suya.

─Sin detalles Himiko. Sólo la observarás, pero no quiero que converses con ella.

La sonrisa de Himiko era bastante amplia cuando Katsuki terminó por aceptar sus condiciones, así que se impulsó ligeramente para llegar hasta su cuello y abrazarlo.

─Hacía mucho que no te veía –declaró con una voz muy suave ocultando su rostro sonrojado por el efecto del alcohol entre el pecho de Katsuki.

─También tenía mucho que no sabía nada de ti –correspondió Katsuki a inclinar su cabeza apoyándose en la de Himiko.

Los dos amigos permanecieron en esa posición por unos segundos más, disfrutando de esa conducta que para ellos era una de las mejores formas para manifestar su cercanía y confianza. Ellos eran cómplices en muchas situaciones de su pasado y lo seguirían siendo por bastantes años más.

Himiko separó su rostro para volver a encarar a Bakugou, quien aún no se había movido y continuar con el asunto que los había llevado hasta ese lugar.

─¿Qué más debo saber sobre esto? –Preguntó ahora con un tono más serio y relajado.

─Como te mencioné, ella es la mujer de mi nuevo compañero de trabajo –rio Katsuki con algo de ironía –Hace un par de semanas que le asignaron trabajar conmigo en el departamento de diseño de armas –dio un sorbo al sake cuando estiró su brazo izquierdo para alcanzarlo, mientras que con el derecho permanecía rodeando a Himiko por los hombros –Se mudaron recientemente a esta ciudad, lo supe when él me invitó a cenar en su casa el primer día del trabajo, en un mediocre intento por mantener una buena relación laboral –Himiko permanecía atenta a los detalles que Katsuki le contaba.

Ella no mencionó nada durante los próximos diez minutos en los que Bakugou continuaba diciéndole cómo había sido la cena en esa casa, las atenciones y actitud que ella presentaba cuando se encontró a solas con él, también cuando la encontró distraída en un centro comercial y prácticamente la había obligado a subir en su auto para dejarla en su casa.

Katsuki jamás había contado algo semejante.

Entonces, fue cuando Himiko sabía que esa mujer lo estaba desequilibrando sin siquiera habérsela llevado a la cama.

─¿Y si no puedes follártela? –Cuestionó –¿Lo dejarías pasar?

─Lo conseguiré –aseguró.

─¿Y si ella está embarazada?

Un de genuina realidad golpeó finalmente en la consciencia de Katsuki, no estaba siendo objetivo y tampoco se había detenido lo suficiente como para pensárselo.

En todo caso, creería que a él no le importaría en lo absoluto, pero… ¿Qué pensaría ella?

Bakugou se mantuvo en silencio, dando a entender que debía permanecer con la mente fría ante tal situación, aunque creyera que estaba perdiendo la paciencia, él debía sobreponerse.

─Le preguntaré sobre ello –le dijo antes de soltarla.

La sensación de tranquilidad regresó al cuerpo de Himiko, después sonrió y tomó la mano de Katsuki para jugar con ella.

─¿Dónde piensas follártela? –Al parecer su curiosidad no había desaparecido.

─El entusiasmo por esa mierda de fiesta llegó hasta el punto de no laborar al día siguiente por órdenes superiores.

─¿Él tiene una relación especial con tu jefe?

─¿Ese imbécil? Lo dudo bastante –se burló.

Himiko soltó su risa para relajar más aquella situación donde claramente planeaban arruinarle la vida a dos personas inocentes a la vez por el capricho de un demonio que no conocía los límites del cielo y el infierno.

Katsuki le comentó a Himiko, ya con un poco más de alcohol en la sangre, que en ese lugar se encuentra unas habitaciones disponibles que ya han sido reservas para la "mierda de fiesta" de bienvenida a su compañero de trabajo, Izuku Midoriya.

Ya que se trataba de un lugar con bastantes visitantes nocturnos para celebraciones de eventos, los inconvenientes con los clientes no se han esperado esperar, por ello la administración de ese lugar se había decidido por instalar un hotel para ahora poder ofrecer ese servicio que volvía más rentable el negocio.

Después de estar una hora sentados y continuar con algunos cocteles más de la carta que finalmente ambos estarán optado por revisar, la música comenzó a ser mucho más rítmica y el entusiasmo de ambos los llevó a la pista de baile, que ya estaba volviéndose muy pequeña para las demás personas que se unían a disfrutar despreocupados de un soplo de relajación.

Entre el baile con la mezcla de música electrónica, para los más jóvenes, pop clásico, y lentas baladas, el intercambio de miradas y caricias por parte de Katsuki y Himiko no se hacían esperar.

No, no iban a tener sexo.

El aire caliente con el que se comenzó a llenar el lugar y rodeaba a todos los participantes en aquella pista daba un entretenido espectáculo para los que solo estaban de espectadores.

De vez en cuando, los labios de Katsuki rozaban los de Himiko, y como si se tratara de los protagonistas de esa noche, los demás les dedicaban miradas descaradas. Estaba claro que ambos eran llamativos, demasiado para ser exactos, y todo aquel auge los elevaba aún más.


Los preparativos en la casa Midoriya se llevaban a cabo desde media tarde de ese día. Ochako era quien había comenzado después de que terminara algunos quehaceres rutinarios, organizar algunos artículos en la cocina y la sala de estar, e iba haciendo un listado de los materiales que utilizaría para darle un toque más cómodo a su hogar.

Ella se revisó relajándose en la bañera preparada con sales minerales, el agua caliente le relajaba los músculos.

Permanecía con los ojos cerrados y la cabeza recargada sobre su brazo derecho, mientras que el izquierdo lo dejaba caer hacia afuera, escuchaba el sutil sonido del agua cuando ella movía sus tobillos para entretenerse. Entre aquella tranquilidad, llegó a su mente la inquietante sensación de ser observada por los mismos ojos carmesí que poseía aquel hombre que había cenado en su casa unas noches atrás.

De nuevo un recuerdo fugaz sobre Katsuki Bakugou.

Unos golpecitos a la puerta de madera seguida de la voz de su marido la hicieron sobresaltarse, parecía que el corazón iba a salir de su cuerpo por la acción rápida del bombeo. Llevó su mano izquierda hacía su pecho y respiró con dificultad.

Izuku, quién mantenía una sonrisa divertida cuando quiso sorrenderla para también prepararse antes de disfrutar de la fiesta que le organizado, corrió hacia su esposa.

Una mirada con preocupación estaba ante los ojos de Ochako, ella llevó su mano derecha a acariciar la mejilla de Izuku y después se acercó a besarlo, y aún con la extrañez por aquella inesperada acción, él correspondió encantando el contacto que tenían.

Cuando se separaron, Izuku reclamó un beso más, y ahora fue su mano derecha la que iba a acariciar los senos de ella, profundizando también el contacto de sus labios para introducir su lengua con gentileza en la boca de Ochako, mientras la sostenía por la espalda con su mano izquierda ya su vez la acercaba más a su cuerpo.

Las sensaciones que Izuku provocaba en Ochako eran genuinas, desde su caliente respiración, su mano disfrutando de la suavidad de sus senos y los besos que se volvían más largos y húmedos.

Mientras los jadeos de Ochako aumentaban por la dificultad de respirar al estar besando a su esposo, la mano libre de Izuku llegó finalmente hasta sus muslos y, deslizándose con rapidez se acomodó entre ellos y comenzó a frotar con sus dedos índice y medio la entrada a la vagina de su esposa, haciendo que ella soltara un pequeño quejido; durante esos meses, Izuku se estaba volviendo más atrevido al jugueteo.

Izuku detuvo los besos para observar el rostro sonrojado de Ochako, mientras introducía con delicadeza su dedo medio en su vagina, ofreciéndole placer al instante.

El miembro del Midoriya ahora se encuentran completamente erecto y disponible para disfrutar del cuerpo de Ochako, ya no podía esperar por tenerla gimiendo por él al oído y gozar del exquisito calor de ella, que era incluso más reconfortante que el agua caliente de la bañera.

─Izu… ku –apenas y fue capaz de articular el nombre de su esposo. La excitación la estaba sobrepasando.

Él no se detuvo pese a que Ochako trataba de persuadirlo con una ligera resistencia, ya que debían llegar a tiempo a la fiesta que le estaba preparado a su marido.

Izuku terminó por sacar a Ochako de la tina y ahí, parados completamente desnudos, uno frente al otro en total estado de agonía por querer disfrutarse, con la respiración alterada y los marcados signos del deseo que ambos se tenían, continuaron un poco más con la necesidad por satisfacerse.

Aproximadamente se tomaron con libertad los próximos diez minutos, entre caricias suaves, besos profundos y mucha sed por querer hacer el amor, pero eran conscientes de que debían respetar el tiempo de los demás. De momento, dejar las cosas pendientes para cuando se quedaran en el hotel después de divertirse, reír y beber un poco de más les haría las cosas mucho más entretenidas, así que, una vez que concluyeron de tomar un baño juntos, decidieron terminar de arreglarse para dirigirse al lugar del evento.

Esa noche, Izuku sólo vestiría un atuendo no demasiado formal, bastaba con una camisa en color azul marino, pantalones de vestir de un tono oscuro y calzado acorde al atuendo. Intentó arreglar su cabello, peinándolo al menos la mitad izquierda hacia un costado y, al parecer, funcionaba perfectamente. Le aportaba un estilo más adulto, que se hacía notar con el formado físico que poseía y que esa camisa dejaba resaltar.

Ochako, por su lado, había elegido usar ropa que tenía en el armario, nada que fuera demasiado revelador para no ofender a su esposo. Siempre había deseado estar a la altura de una esposa digna para él.

Estaba terminando de colocarse una blusa blanca que llevaba tiempo sin utilizar, porque le era muy cómoda, cuando sentí a Izuku acercarse a ella con una caja de color negro decorada con pequeños puntitos blancos. Ochako seguía sin entender, hasta que su esposo le sonrió y abrió la caja para ella.

─No tienes que utilizarlo si no es de tu agrado, pero deseaba verte lucir hermosa, como te corresponde, Ochako –le dijo mientras le dejaba ver un hermoso vestido reposando al fondo de la caja.

La elegante prenda parecía de una tela muy agradable sobre la piel, con detalles muy elaborados en la parte superior que enfatizaban los redondos senos de ella y unos delgados tirantes que daban el toque justo de delicadeza.

La mirada de Ochako fue enternecedora y se levantó a besar con dulzura la mejilla con pecas de Izuku y después le acarició suavemente.

Encantada, tomó el vestido y se decidió por colocárselo frente a Izuku, para ello, debería retirar el sostén que ya tenía acomodado y dejar expuestos sus senos al deleite de la vista de su marido. Resbaló la tela desde la parte superior hasta la mitad de sus muslos y le ajustaba de maravilla. No había nada que Ochako disfrutara más que tener la mirada de Izuku puesta sólo en ella.

El color escarlata del vestido sobre la piel de Ochako hacía resaltar el tono a uno más intenso y dejar su piel muy pálida. No era que la hiciera lucir mayor, por el contrario, le aportaba una apariencia más adulta y con desbordante sensualidad.

Notó Izuku que, después de quedar embelesado por la belleza de su esposa, debían apresurarse para estar a tiempo con sus compañeros de trabajo, así que tomó sus artículos para estar preparado y dejó que Ochako terminara de usar un poco de maquillaje y recogerse el cabello , esperando por ella en la entrada de su pequeño hogar.

Ella salió pronto y, de nuevo captando la atención de Izuku, se sintió triunfal por lograr impresionarlo con su apariencia.

La pareja subió al auto, no sin antes, Izuku abrirle la puerta a su esposa y apoyarla hasta que se acomodara, mientras ella aspiraba el aroma de su esposo y gozaba de posar sus manos sobre su cuerpo, aunque le estorbara la tela de la pulcra camisa que llevaba.

Antes de que cerrara la puerta le dedicó un pequeño beso sobre los labios maquillados de Ochako y sin dejar de mirarla, terminó por dejarla desaparecer de su vista.

El lugar donde se encontrarían con todos los compañeros de Izuku quedaba a treinta y cinco minutos en auto. El trayecto para el matrimonio Midoriya fue bastante tranquilo y sin inconvenientes, deseando ya poder comenzar a disfrutar de la festividad preparada y de la agradable convivencia de los invitados.

Izuku disminuyó la velocidad cuando se encontró llegando a la ubicación del lugar, en esos momentos sintió cómo la emoción comenzó a llenarle al poder visualizar algunos rostros de la empresa que ya comenzó a hacérsele reconocidos al instante. Una gran sonrisa estaba en su rostro y los grandes ojos verdes lucían con mucho más ánimo. Estacionó su vehículo con mucho cuidado, cuando le dieron el ingreso al estacionamiento y de inmediato quiso bajar para abrir la puerta a Ochako.

¡Oh sí! Ya había llegado el momento de presentarse triunfal junto a su esposa frente a todos sus queridos compañeros de trabajo que le intercambio organizado la celebración a su bienvenida en UA

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Continuará…