Los pasillos de Luna Nova se extendían amplios, vacíos y calmados. El sol entraba resplandeciente por los ventanales y alumbraba las extensas baldosas, así como las paredes, resaltando los acabados curvilíneos en cada una de ellas. Las puertas de madera que estaban al frente de los ventanales, daban a los que eran los salones de clases magistrales, completamente vacíos a las horas del almuerzo, sin pasar ningún alma por allí, ninguna excepto dos: Chariot y Holbrooke, quienes se encontraban caminando por aquel gran túnel.

—¿Está segura de esto, directora?

—Claro que sí, Chariot. Ahora mismo debes enfocarte en tus clases, hiciste bien en acompañar a Akko todo el año pasado y no te impido en que la sigas ayudando, pero sí te recomiendo que ahora te enfoques en lo que te corresponde.

—A veces pienso que puede ser un peso para Diana el tener dos estudiantes.

—Bueno, con Akko se ofreció ella misma y Chika fue una petición mía, pero ella aceptó, así que se ve capaz. Sabes cómo es ella, y si no fuera así créeme que no hubiera aceptado.

—Es un buen punto, debo admitir.

—Además, ahora mismo debes estar enfocada en seguir volando y no perder la práctica. No ha pasado mucho desde que recién Croix te ayudó quitando los efectos del polen de Wagandea, tienes que seguir las recomendaciones que te dio.

—Eso lo sé, pero no quiero que me impida darle una mano a Akko… Ahora necesita ayuda más que nunca.

—Eso es cierto —dijo Holbrooke mientras bajaba la mirada.

—¿Cuándo planea decirle?

Ante la pregunta, la directora se quedó en silencio por varios segundos. Chariot era consciente de la constante presencia de representantes del ministerio mágico en la academia desde que las clases iniciaron hace ya un mes y medio. Sabía muy bien la situación con Chika, pero también era consciente de que esa no era la única razón por la preocupación del ministerio en visitar tanto aquella academia.

—A su correcto tiempo le diremos.

—Directora —con el ceño fruncido, Chariot se colocó al frente de la mayor mirándola directamente—, respeto mucho la decisión del ministerio y la academia sobre guardar discreción con respecto a esto, pero estamos hablando acerca de Akko… Ella debe saber sobre "aquello" que está creciendo dentro de ella y lo que conlleva.

De nuevo, no hubo respuesta alguna por parte de Holbrooke durante varios segundos. En su cabeza no había cólera alguna por la actitud de Chariot, admiraba su compostura y la manera en que mantiene siempre el respeto. Preocupación era lo que rodeaba su cabeza, reflejada en sus recién salidas ojeras que trataba de ocultar con su maquillaje.

—Entiendo tu punto, Chariot. Pero por ahora no podemos hacer nada con respecto a esa situación sino esperar… Y vigilar a Akko por cualquier anomalía.

—…Estaré al tanto.

—Cuando llegue el momento, se les dirá. Y lo más probable es que te elijan a ti para guiarla en ese proceso.

—Estaré dispuesta a darles una mano —respondió la pelirroja un poco más relajada.

—También mantén un ojo encima de esa niña, no falta el día en que no salga con sorpresas.

Ambas rieron con esas palabras, sin saber que, a varios metros de aquel lugar, en la torre de Luna Nova, se encontraban Chika, Sucy, Lotte y Akko en la cima de la misma, teniendo una vista inmensa del edificio y la zona, pero un precipicio igual de inmenso al frente de ellas, puesto que se encontraban en el sitio donde las brujas despegaban con escoba.

—No estoy muy segura que esta sea una buena idea —dijo Lotte mientras miraba cómo Chika y Sucy amarraban a Akko sobre su escoba.

—Tiene que funcionar. Ya Akko es capaz de levitar unos centímetros y con la suficiente potencia ¡Será capaz de volar metros! —explicó Chika.

—Yo creo que Sucy está más entusiasmada en probar conmigo ese nuevo invento de ella —dijo Akko mientras veía de reojo como la mencionada mezclaba varias pociones en un matraz de laboratorio, para luego dejar caer una hebra de la escoba shooting star en el recipiente.

—Con esto volarás como no tienes idea, Akko —dijo Sucy acompañada con una risa inquietante.

—Ok, creo que me he empezado a arrepentir.

—Ningún arrepentirse, Akko.

Con sutileza y risa maliciosa, Chika se posicionó a la espalda de la castaña para empujarla poco a poco a ese precipicio.

—E-espera, Chika, ¿y si no funciona?

—Para eso está la cuerda.

—No creo que sea seguro.

—Pues es hora de probarlo —dijo Sucy.

Y con estas palabras, comenzó a regar aquel líquido en las hebras de la escoba, sin caer en cuenta que Akko no era la única sobre la misma.

—¡Espera!, Sucy no me he baja-

Y antes que la peli naranja pudiera reclamar, la escoba despegó con ella y la castaña encima, volando a una velocidad que ni Amanda alcanzaba.

—¡AAAAHHHH! —el grito de ambas se marcó en las paredes de aquella larga torre.

—Bueno, al parecer funciona —dijo Sucy tomando notas.

—Sabía que esto era mala idea, ¡Tenemos que ayudarlas!

Así ambas brujas se elevaron en escobas para seguirle el paso. Por otro lado, Chariot y Holbrook aún seguían en los pasillos cuando escucharon cierto estruendo.

—¿Qué fue eso?

Y como si fuese un deseo, Akko y Chika pasando sobre escoba al lado del ventanal donde estaban fue la respuesta que recibió la pregunta de la directora.

—¿Pero qué-

Y tan pronto como las vieron, así se habían alejado a toda velocidad,

—¿Esas son?

—Sí son.

A las afueras del campus, iban Akko y Chika volando en escoba sin poder frenar siquiera por toda la velocidad acumulada. Los árboles, y edificios pasaban borrosos a su lado, sin poder ver el final de aquel vuelo en círculos que daban alrededor del edificio.

—¡C-chika! ¡¿Tienes idea de cómo detener esto?!

Sin poder hablar por la brisa pegando en su rostro, la mencionada solo pudo responder:

—B-baja la altura.

—¡Pero nos estrellamos!

—¡Baja la altura!

Y siguiendo las órdenes de Chika, Akko intentó bajar el vuelo de la escoba. Con sus ojos veía cómo el suelo se acercaba cada vez más, y ya se imaginaba las mil y una formas de cómo podrían estrellarse. Sin que se diera cuenta, Chika por su lado se inclinó sobre su espalda, para así tocar las hebras de la escoba que iba andando con toda energía.

—Reductione: energy —susurró la joven mientras tocaba las hebras.

De repente, la velocidad y energía comenzó a reducirse en aquella escoba, yendo cada vez más lento y dándole esperanza a Akko de poder vivir un día más. Diez metros, cinco, tres, dos, y por último un metro era lo que dividía a ambas del suelo. Con un trote veloz, tres vueltas y cinco choques, ambas acabaron arrastrándose y estrellándose en el verde césped.

—Ay ay ay… Recuérdame por qué acepté hacer esto —dijo Akko levantándose mientras se quitaba el polvo y barro de sus vestimentas.

—En verdad, ni yo lo sé —respondía Chika mientras hacía lo mismo.

—¡Akko! ¡Chika!

A sus espaldas, escucharon la voz de Lotte llegando en escoba junto a Sucy. Para alivio de ambas, encontraron a las dos bastante bien, solo con rasguños y sucios por todos lados. Lotte y Sucy aterrizaron para acercarse a sus amigas.

—¡No saben cuánto me preocuparon! Pensé que no contarían esta.

—Bueno, seguimos de pie al menos —respondió Chika con risa nerviosa.

—Sabía que sobrevivirían.

—Mi fantasma te iba a atormentar si no era así —respondió Akko ante el comentario de Sucy.

—¡Concuerdo! —dijo Chika.

—¡Yo seré quien las atormente a ustedes!

A la voz de Finnelan, se tensaron los cuerpos de ambas, quienes voltearon lentamente encontrándose con la mayor detrás de ellas.

—H-hola, profesora…

El día pasó sin más escobas descontroladas por el campus. Por poco, Finnelan sacó del castigo a Lotte y Sucy por la intervención de Akko y Chika. Sin embargo, estas últimas dos no se salvaron.

Al terminar el día de clases, para el tiempo en donde el sol se estaba poniendo y el cielo se marcaba color fuego, Diana se encontraba en la biblioteca de la escuela, reluciendo de manera armoniosa con los rayos de sol que pegaban en las estanterías y eran acompañadas por aquel súbito silencio en cada una de sus paredes.

Diana veía las notas de un libro de historia mágica, alumbrada también por los faroles que guindada del techo del lugar. Las clases ya habían terminado y todas estaban estudiando, descansando o paseando por los pasillos, antes de irse a sus habitaciones al reloj marcar las 8:00 pm.

—Incidente del Bosque Arcturus, año 2008… —susurraba Diana para sus adentros, mientras veía la imagen de unos particulares brazaletes.

—Diana.

Al llamado, Cavendish cerró el libro para encontrarse con Chika a su costado, con una sonrisa calmada en su rostro.

—Ya terminamos el ensayo de historia.

Diana acompañó a Chika y juntas fueron a la sala principal de la biblioteca. Rodeadas con dos hileras de estanterías a su izquierda y derecha, al frente daba la salida de la biblioteca mientras que a sus espaldas quedaba la recepción y las dos escaleras que dirigían a los pisos de arriba. En medio de todo, se encontraba la castaña sentada en uno de los tantos escritorios que llenaban la sala, con la cabeza tirando humos mientras terminaba el trabajo que le correspondía.

—¡Diana! Ya terminamos al fin.

—Eso me dijo Chika —respondió la joven de cabellos verdosos al llegar a su puesto junto a la pelinaranja—. ¿Al final qué evento eligieron para la investigación en historia?

—Yo elegí la Guerra de los Dominantes —respondió Chika.

—Yo elegí la Era Dorada de la Magia —respondió la castaña con una sonrisa—, pero, leyendo me encontré con otro tema y es… Sobre la caza de brujas que se practicaba hace ya varios años… Es algo preocupante, no pensé que eso había sido tan delicado.

—Es realmente un oscuro episodio de nuestra historia, ¿Piensas mencionarlo?

—Lo estaba leyendo para esclarecer mis dudas, pero no precisamente porque me guste el tema, Diana.

—Bien, lo importante es que ya hemos adelantado lo que nos faltaba —comentó Chika sonriendo.

—Por lo menos. Se han atrasado mucho y el castigo de Finnelan solo hizo que se retrasaran más.

—Nunca había visto tantas runas mágicas en mi vida —dijo Akko mientras a su mente venían las largas planas que tuvo que descifrar por tres horas como castigo gracias al evento de la escoba (agradeciendo que no fueron runas y conjuros, como la vez anterior).

—Y no verás más si las dos ya se empiezan a comportar.

—Lo sabemos —dijeron las dos chicas al unísono para luego Diana responder con un suspiro.

—Ahora empaquen sus cosas que ya en poco tiempo estarán cerrando todo.

Así lo hicieron las tres. Tomaron sus morrales con sus libros y partieron de aquel lugar. Rumbo al ala del edificio en la cual se encontraban las habitaciones de las estudiantes, el silencio de los pasillos, adornado con el color naranja del cielo, era armonioso. Pero la calma no duraba estando con esas dos chicas, eso ya era una ley para Diana. Hace un año no soportaría eso y las abandonaría, pero no ahora. En cierta medida, desde que conoció a Akko, aquella chica inquieta que la desesperaba los primeros días en Luna Nova, pero que después la acompañó en aquella dura situación familiar que pasó, enseñándole a ver la magia y el color en aquella alegría que guardaba... Desde ese momento, comenzó a valorar un poco el bullicio. No podía negarlo, las travesuras de aquella inquieta pareja le comenzaron a brotar sonrisas en su rostro (pero tampoco quitaba sus ganas de matarlas cuando se metían en serios problemas).

Sin percatarse, ya habían llegado al ala del edificio donde estaban las habitaciones, y así dieron con el pasillo que bifurcaba en dos y daba por un lado la habitación de Akko, siendo el punto donde se separaban.

—Bien, aquí nos dividimos —dijo Akko mirando a sus dos acompañantes—, ojalá la directora te hubiese puesto en mi habitación.

—Hubiese sido genial —dijo Chika mientras que por la mente de Diana conjuraba cuantas sorpresas podrían traer con un escenario así—, pero me siento cómoda en la habitación de Diana también.

—Me alegra que opines eso —respondió Diana con una sonrisa—, fueron órdenes expresas por la directora después de todo.

—Saben que pueden hacer una visita de vez en cuando —respondió Akko riendo un poco—, bien me retiro entonces. Que pasen una bonita noche.

—Tú igual.

Y así, mientras Akko tomó por un camino, Chika y Diana fueron caminando hacia donde se encontraba la habitación de esta última. Tuvieron que subir dos pisos más arriba para dar con el corredor donde se encontraba el pasillo que buscaban. Las ventanas ya se habían achicado y la luz que se esparcía por la zona era artificial producida por el farol en el techo. Subiendo el último escalón, voltearon a la derecha dando con el pasillo correspondiente, y al fondo, el túnel de puertas que daban a distintas habitaciones, entre esas las de Diana, Hannah y Barbara.

—Diana, nunca nos dijiste qué evento elegiste para la investigación de historia —dijo Chika, rompiendo el silencio de repente.

—Todavía me estoy debatiendo qué tema escoger.

—…Lo harás sobre la historia de los Brazaletes del Caos ¿No? No tienes que ocultarme que estabas leyendo sobre el Incidente del Bosque Arcturus.

Ante aquel comentario, Diana solo pudo bajar la mirada.

—Eso… Ya quedó en el pasado, así que no te preocupes.

—¿Estuviste cuándo ocurrió? —preguntó Diana.

—Sí… Pero aún así no recuerdo muchos detalles.

—…Chika-

—No pasa nada, Diana. No tienes que disculparte si eso pretendes, no has hecho nada malo —respondió Chika con una sonrisa—. Ven, mejor vamos a dormir.

La peli naranja se adelantó para abrir la puerta de la habitación. Diana, por su lado, se quedó de pie en el pasillo por unos momentos. Pudo escuchar como Barbara y Hannah saludaban a Chika y comenzaban a dialogar sobre los proyectos de historia. Diana bajó la mirada un poco, sintiendo como su corazón aceleraba y no por un buen sentimiento, sino por uno que la había estado atormentando desde hace días.

—"Reporta cualquier movimiento sospechoso" —susurró en voz baja, recordando la misión que le conmemoró la directora—… Entre más investigo, ya todo me parece sospechoso.

Intentando despejar su mente y relajar su rostro, Diana entró en la habitación.