Abrió los ojos en la sala oscura solo para toparse con aquellos seres mirando detrás de la ventana.

Bajo las cobijas podía sentir las manos de su esposo aferradas a sus caderas como si de eso dependiera su vida, pero ella solo podía pensar en los demonios que acechaban tras las cortinas; mismas que ahora permanecen abiertas.

Se giró para poder ver los rasgos del hombre con el que llevaba cinco años casada y acarició la línea de su mandíbula hasta presionar su pulgar en el pómulo alzado y el cabello que normalmente estaban en puntas ahora cubriéndole la frente.

"Bokuto..." susurro moviéndolo por el hombro buscando despertarlo, tanteando a subirse sobre el ganándose un abrazo que le forzó a ocultar el rostro en su pecho. "¿Que haces despierta?" Su voz ronca le hizo eco en el oído y suspiró apretando las uñas en sus brazos. "Los rostros en las ventanas"

Las manos gentiles de su marido la recostaron en el colchón antes de levantarse y darle una imagen brutal de su espalda torneada a la luz suave de la luna y las farolas, Bokuto miró sobre su hombro y ella sonrió para el; mirando sus ojos brillantes en la oscuridad que reinó en la habitación cuando las cortinas cubrieron las ventanas.

Extendió los brazos sabiendo que el la veía perfectamente sin importar el manto oscuro, recibiendo entre sus brazos el gran cuerpo de su marido que le invitaba a dejarse caer sobre la cama mientras sus sentidos se embotaban gracias a los besos sobre su cuello. "¿Tienes miedo?"

"Nunca si es contigo"

Escucho de fondo la risa de su esposo mientras la noche presenciaba su entrega una vez más.