Capítulo IV:
- Hey, hey Rachel, espera por favor, espera –pidió ella.
Rachel estaba indignada, no sabía bien porqué, pero estaba enojada.
Quinn prácticamente corrió con sus muletas hasta el otro lado, ella empujó suavemente a Rachel al interior del cuarto y ella se recostó sobre la puerta de modo que Rachel no se pueda ir, ya que tenía que empujarla para poder pasar.
- Quinn, déjame salir ¡ - pidió muy molesta.
- Rach, Rachel, sólo hablemos vale por favor – pedía ella
- Déjame salir – le pidió más claro agarrando el pomo de la puerta y tirando levemente.
- Ahhhhhh Ahhhhh – dramatizo Quinn preocupando a Rachel quién enojada le dijo – no hagas eso, se me va a salir el corazón por la boca Quinn ¡
- Lo siento, lo siento, aunque sí me dolió un poquito – dijo adorablemente haciendo un puchero de lo más bello, uno que sabía encantaba a Rachel y ese mismo gesto la hizo dudar de seguir enojada, pero cuando estuvo a punto de ceder, un borracho del otro lado empujó la puerta con su chica de turno a hacer lo obvio.
- Aaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhh – esta vez el grito fue real porque la empujó con fuerza y Quinn cayó al suelo.
- Imbéciles, malditos estúpidos ¡ - gritó Rachel arrodillándose al lado de Quinn - ¿acaso no piensan o qué? - le preguntó a los ebrios que levantaron los hombros como respuesta antes de ir a otro lado.
- Maldita sea – se quejó Quinn sintiendo todo tan intenso en ese momento, ella a punto de llorar del dolor.
- No llores, no llores Quinn – le susurró – ya vengo, no te muevas – le pidió.
Y Quinn le contestó estirando los brazos y abriendo la boca dramáticamente, dónde se iba a ir si no podía moverse sin llorar.
- Buen punto, lo siento, ya vengo – le dijo Rachel levantándose para pedir ayuda a un chico.
- Déjala ahí – le pidió su novio cogiéndola de la mano - acaso no ves lo que está haciendo.
- Vete a la mierda Finn – gritó ella yendo por Puck.
Finn con eso se fue de la fiesta.
- Ayuda ahora – pidió Rachel ni bien lo alcanzó, él viendo su expresión severa adivino que no era para nada bueno.
- ¿Qué pasó? – preguntó siguiéndola.
- Un idiota empujó a Quinn al suelo y se está quejando.
- Hijo de puta – se quejó él yendo hacia Quinn – mierda babymama – dijo viendo que Quinn hacía gestos de dolor – voy a cargarte ahora – le dijo antes de levantarla, Quinn igual gritó de dolor sosteniendo la mano de Rachel.
- No me dejes por favor, no te vayas – le pidió.
- No me iré – le dijo Rachel besando su mano, Puck vio todo pero no dijo nada, él la llevó al segundo piso al cuarto dónde estaba Beth, osea el dormitorio de Quinn, Beth estaba dormidita en su cuna.
- Mierda, mierda – se quejó ella sollozando, se había golpeado no tan fuerte, pero al estar todo muy fresco le dolió horrores.
- Gracias Puck de aquí me encargo – pidió Rachel.
- Dime quién era ese hijo de puta – pidió él.
- Jhoan – replicó Quinn conociéndole del equipo de futbol y aunque él no tuvo intenciones de golpearla, Puck se fue, lo encontró y lo cargó como a niño pequeño para echarlo de la fiesta junto a su chica.
- Sin rencores, es la mamá de mi hijo ¿entiendes? – pidió serio y Jhoan asintió añadiendo – fue un accidente hermano.
- Lo sé, adiós – resolvió él retornando a la fiesta.
…
Quinn sollozo, con ambas manos se limpió las lágrimas, ella odiando esa imagen de sí misma, Rachel pudo ver el conflicto en su mirar.
- Llorar no es de débiles Quinn – ella asintió – no lo es, lloras porque sientes que hay algo malo, por eso lloras, para liberar el estrés de tu cuerpo, es una reacción natural. Ven aquí – le pidió y Quinn levantó su carita aun derramando una que otra lágrima.
Rachel con ambas manos le limpió su carita, besado después cada ojo de ella y su nariz finalmente – te quiero mucho Quinn, eres muy importante para mí.
- Tú también – replicó ella con la voz entrecortada.
- Toma – Rachel le dio una pastilla para el dolor.
- No quiero tomarla, me va a hacer dormir, y no quiero dormir si te vas a ir.
- No me voy a ir, ¿por qué me iría? ¿quieres que me vaya?
- No, quiero que te quedes conmigo para siempre.
- No sé si para siempre, pero por lo menos hoy sí – acordó Rachel acariciando su carita – tienes una piel tan suave Quinn, como porcelana.
Quinn cerró los ojos ante la delicadeza de su tacto - ¿Por qué estabas enojada conmigo hoy? – preguntó a pesar de que no quería romper su burbuja.
- Es una tontería.
- No es una tontería si te hace daño.
- Stacy te besó y la dejaste.
- Me tomó por sorpresa, yo no quería besarla.
- Sin embargo, pasó – debatían ambas sentadas en la enorme cama muy juntas.
- ¿Eso importa? ¿qué fue Stacy? ¿o que fue una chica al azar en lugar de un chico?
- No lo sé, sé que me molesta – habló con la verdad Rachel.
- No me gusta ella, ni ellos.
- ¿Entonces quién te gusta Quinn y porque no haces algo al respecto? – preguntó sorprendiéndola.
Quinn se mordió el labio antes de contestar – sabes, sé que soy hermosa…
- Lo eres –replicó ella no entendiendo su línea de pensamiento.
- Sé que lo soy, por eso las chicas me odian y los chicos me temen, por lo que es una existencia solitaria y para cuando me gusta alguien, no sé cómo hacerlo, no sé cómo conquistarla, eso me abruma y me hace sentir una imbécil.
- No eres una imbécil, eres la chica más bonita que he visto en mi vida y mucho más que eso – replicó Rachel siguiendo acariciándola.
Quinn tomó su pastilla con un poco de agua.
- ¿Dormirías conmigo? – le preguntó mirando con ojos de cachorrito.
Rachel se mordió el labio – esa sonrisa y esos ojitos deberían ser ilegales, doblegas a todos con tu voluntad – acotó y Quinn soltó una risa de lo más melodiosa, ella recostándose en la cama la miró con travesura, debajo del cabello que caía como cortina en su carita.
- Ves, ahí mismo, si me miraras así todo el tiempo hasta dejaría de cantar.
- Woahla, ese si son superpoderes – replicó divertida palmeando su lado de la cama para que Rachel se recueste en ella – por favor duerme hoy conmigo.
- Dormiré hoy contigo
- Y si me duermo y Beth se levanta.
- La atiendo, no te preocupes.
- Por favor
- No tienes que ni pedírmelo, amo a esa nenita con todo mi ser.
- Y yo te amo a ti – casi se le salió esa frase, Quinn se mordió el labio para no decirlo - eres hermosa – dijo en cambio – que nadie te diga lo contrario.
- Ayyy Quinn estás mintiendo y mal eh – intentó Rachel hacerlo pasar como broma.
- No es broma Rachel, tu puedes decir que soy bonita, mas soy bonita tradicional como Barbie y Ken, en cambio tú, eres toda una belleza exótica, tu nariz es muy linda, tus labios voluptuosos, tu sonrisa marca Berry es enorme y perfecta.
- ¿Marca Berry? – preguntó traviesa.
- Sí, marca Berry, así la defino – dijo antes de pegar la frente con la de Rachel – por favor hoy no te vayas, quédate conmigo.
- Sólo si no me haces enojar – propuso Rachel.
- Arreglado, te haré sonreír, no enojar – dijo y Rachel asintió sonriente.
En cuestión de segundos, más la pastilla, Quinn cedió al sueño no sin antes pasar una mano por su cintura y atraer a Rachel hacia ella – duerme princesa, duerme – susurró casi sobre sus labios haciendo saltar el corazón de Rachel.
Una pegada a la otra, así de cerquita, Rachel primero no pudo ni dormir, Quinn era impresionante y mucho más de cerca, Rachel estaba sin palabras y esa sonrisa que traía, ufff, la mataba.
- Ella es tu amiga, es tu amiga y nada más que eso – se repetía como mantra intentando poner distancia entre ambas, mas Quinn le atraía más a su lado prácticamente recostando su cabeza sobre el hombro de Rachel.
Y después el ruidito que hizo, tipo ronroneo.
Madre mía, Rachel estaba superada por todas las sensaciones.
Dos golpes en la puerta le hicieron despabilar.
- ¿Quién? – preguntó.
- Soy Kyle, ¿puedo dormir aquí? – preguntó el pequeño.
- Pasa – respondió Rachel viendo que el nene sonreía al mirarlas acurrucadas.
- Se ven muy bonitas – replicó él.
- Gracias – respondió Rachel sonrojada.
La cuna dónde dormía Beth era lo suficientemente grande para él y ella, así que él se metió a la cuna para dormir con su hermana, quién abrió un ojito, antes de acurrucarse contra él como un koala.
- Qué hermosos – susurró Rachel con el pecho hinchado de orgullo, en ese momento ella no supo por qué, pero esa imagen la derritió de amor.
La fiesta siguió abajo, Beth casi no se levantó de su sueño.
Al día siguiente Rachel se levantó y no vio a los nenes por lo que bajó al primer piso y ahí encontró a Puck sentado en el sofá viendo la tele con ambos niños, Beth estaba comiendo su papilla, Puck se la daba en la boca mientras Kyle comía cereal con yogurt, todos riendo con las travesuras del conejo de la tele.
- Estamos bien – le dijo Puck guiñándole un ojo, Rachel se sonrojó, volviendo a la cama en su anterior posición.
Quinn apenas la sintió, la trajo más cerca de ella, abrazándola con los brazos hacia ella.
- Hey, hey tú lindo leoncito ¿qué haces? – preguntó derretida de tanta adorabilidad de ella.
Quinn la atrajo casi sobre ella murmurando cosas initinegibles, ella muy rojita por el calor del cuerpo de su Rachel.
- Hey hermosa – le susurró intentando despertarle y al final lo pudo hacer, Quinn la miró con esos ojos color miel, que rayos, la hipnotizó.
Rachel estaba a segundos de distancia de ella.
Quinn con el corazón galopando a todo lo que da preguntó – quiero besarte, ¿me dejarías besarte?
Ughhh
Eso hizo el corazón de Rachel casi salir por la boca.
- Tengo novio, estoy con Finn.
- Eso no importa, sólo quiero besarte.
Rachel le dio una cachetada muy despacito.
- ¿Y eso por qué?
- Porque besaste a esa puta.
- Ella me besó – dijo Quinn y Rachel le dio otra bofetada muy suavecita en la otra mejilla - ¿y eso por qué? – preguntó.
- Por quitar todo el romance a la situación y por no respetar a Finn, Gee – se quejó levantándose de la cama para asearse un poco en el baño.
- Ufa, rayos ¡ - exclamó en voz alta, sonriendo cuando creyó a Rachel reír en el baño.
- Las mujeres desean ser conquistadas, tienes que conquistarla mamá – eso había dicho su hijo, mas ella siempre había sido conquistada, nunca había estado del otro lado como ahora.
Y eso de provocar mas no vender o coger, no iba con Quinn, ella no la quería toda caliente por sus huesos, o sí talvez, pero no ahí mismo, ella necesitaba saber, si Rachel tenía que ser su esposa, ella quería saber, si había química o no, y no sólo por sus hijos, sino porque Rachel siempre le puso curiosa, siempre le llamó la atención, siempre resaltó por encima de todas las damas.
Rachel necesitaba ser conquistada y ella no sabía cómo, y encima estaba enyesada y con la mano también enyesada – rayos – repitió ella sonrojada recordando otra de sus necesidades que no podía ser ignorada.
- Rachel ¡ - gritó Quinn.
- ¿Sí? – interrogante sacó Rachel su cabecita del baño.
- Tengo que pedirte un enorme favor, uno que no le puedo pedir a Puck.
- Claro dime.
- Tengo que bañarme ¿me ayudas? – preguntó de lo más rojita.
Rachel también se sonrojó mucho – claro – repitió.
- En el cuarto de mis padres, ellos tienen un jacuzzy, creo que ahí sería más cómodo. ¿Qué piensas?
- Pienso que sí, se podría, sí – replicó ella un tanto nerviosa.
- Bien vamos – pidió Quinn moviéndose con las muletas.
- No creo que puedas remojar el yeso Quinn.
- Es cierto, mejor la ducha – opinó Quinn cambiando su ruta para ahí mismo, un pelín más, en su baño.
Quinn suspiró al ni siquiera poder quitarse la ropa.
- Tranquila, cálmate un poco – dijo Rachel y Quinn asintió.
Bueno, esa era su prueba de fuego, si Rachel no le gustaba ella, ella lo iba a saber en cuestión de segundos. Quinn estaba muy nerviosa.
Ella empezó a desvestirse con la ayuda de Rachel, primero la polera, el brazier y al final el chandal suelto que tenía, quedando así desnuda.
- ¿Puedes ponerle un plástico a mi yeso para que no se moje? – pidió Quinn y Rachel muy rojita asintió cayéndosele un par de veces el plástico.
En ese punto, no se sabía quién estaba más nerviosa, si Rachel o Quinn.
Anhelos y exhalaciones de ambas.
Inseguridades por parte de Quinn al ella saber que no estaba en su mejor estado, Quinn se mordió el labio y de pronto se quedó muy quieta, como reconociendo la situación.
- Hey, hey, ¿qué pasa? – pidió Rachel sintiendo el temor interno de Quinn, ella con un dedo levantó su carita desde su barbilla.
- Soy consciente de mi estado – susurró Quinn siendo apenas audible - y pienso que te puedes burlar…
- Jamás me burlaré de ti – soltó Rachel interrumpiéndola con mucha decisión.
Quinn seguía mirando al piso y mordiéndose el labio, por lo que Rachel se desvistió para estar en iguales situaciones.
- A la mierda –susurró Quinn jadeando – estás jodidamente hermosa – susurró sin aliento y Rachel le miró, ambas conectaron la mirada.
- Ambas somos hermosas Quinn – susurró casi sobre su boca, Quinn no pudo evitar gemir, tragando espeso ante lo provocativa de la situación - ¿en qué piensas? – preguntó
- En que me muero por besarte, por favor – casi suplicó sobre sus labios.
Rachel asintió superada por la situación, ella también quería besarle desesperadamente.
Y así con mucha delicadeza, Rachel cogió con ambas manos y le dio un beso muy suavecito, apenas un roce que hizo a ambas mujeres suspirar, anhelando más y más.
El beso fue creciendo un poco más, más contundente, más firme, más deseado, más todo.
Su primer beso.
Ambas separándose después de ello, se quedaron mirando hipnotizada por la otra.
- Ahora sí ¿Qué te parece si te ayudo a bañarte?
- Perfecto – respondió y Rachel y así lo hizo, casi gimiendo cuando Quinn gimió al Rachel lavar su cabello, rascando con sus uñas su cuero cabelludo – mierda Rach.
