Día 4. Fuegos artificiales y primer beso

—Creo que me he enamorado de ti —. Tan pronto las palabras se escaparon de sus pensamientos, el mundo se congelo por un instante, Johnny que las pronunció confiado fue perdiendo esa seguridad, hasta que su labio tembló y sus mejillas se sonrojaron. Con angustia notable y Gyro, cuyo cabello se movía con el movimiento del viento, retrato en su rostro la sorpresa y el pequeño revuelo que sentía dentro suyo. Los fuegos artificiales estallaron, mancharon la noche con pequeñas chispas de colores, ese día lo fue todo en el pasado ahora lejano de Johnny.

Fue el 4 de Julio, una noche tan especial en usa, Gyro que era nuevo en todo ello inundo de preguntas desde temprano al sureño, Johnny se sintió algo agobiado y con su habitual animo respondió cada una de sus dudas. A veces divertido por la reacción del otro y la ilusión que destellaba en su mirada, tan ansiosos por festejar este día. El patriotismo de los estadounidense era admirable, forraban cada rincón con los colores estrella de su bandera, que incluso a ratos el italiano se sentía mareado, pronto la curiosidad comenzó a surgir en su interior y con delicadeza trato de hacer las preguntas que sabía tal vez traerían malos recuerdos a Johnny.

Sin embargo, el deseo por saber cómo había sido esta fecha cuando Johnny aún mantenía ese espíritu alegre y podía despreciar sin saber lo que pronto le sería arrebatado. Preocupado por no querer indagar donde no, se dedicó a contar lo que vivió en las fechas especiales que ocurrían en Italia, tal vez para susurrarle una pista, algo que le permitirá al más joven que tenía todo el derecho de desbordarse en anécdotas pasadas, de hecho, por esta razón Zeppeli se veía tan insistente en darle una señal verde que Johnny entendiera y dejara libre aquello que en más de una ocasión se veía con claridad deseaba compartir.

Mientras respondía sus preguntas, a momentos se detenía a si mismo al rozar cuentos que iniciaban con un "De hecho esto me recuerdo a" y similares. Johnny que pudo darse cuenta de las intenciones del otro se mostró reservado, prefirió en su lugar ignorarlo y fingir demencia, pues, aunque en días anteriores ciertamente la vida que tuvo solía ser la causa de su reserva y alejamiento, en este día no era la razón de todo.

Si no el estúpido plan que había ideado para tal vez por fin tomar coraje y confesarse a Gyro, respondió cada una de sus preguntas, pero no se detenía solo porque el pasado fuera todavía doloroso de revivir, sino más bien porque tenía los nervios de punta y sentía que en cualquier momento se le saldría un te amo u algo por el estilo.

Gyro que parecía muy interesado en descubrir la historia de Estados Unidos en menos de 5 minutos no se fijó en el constante jugueteo de manos que hacía Johnny, quien con el ceño fruncido se desesperaba de sí mismo y su miedo a preguntarle algo tan sencillo a Gyro, su amigo, su compañero, su rumie, no era nada extraño!, se decía pero en estos momentos creía religiosamente que Gyro tenía una super vista u algún poder de comic que en menos de un minuto haría que se diera cuenta que estaba perdidamente enamorado de él.

Y ello podía paralizarlo, desarmarlo por completo. Su plan no era tan complicado, ni extravagante (a momentos eso solo lo ponía más nervioso ya que Gyro era un fanático de ese tipo de ridiculeces), solo era pedirle ir al techo del departamento, en la noche para cenar allí y mirar los fuegos artificiales. Nada extraño, nada raro para dos amigos...

Decidido en un impulso, se acercó con desgano y simplemente lo soltó. —Gyro... —le llamo, pronto Zeppeli dejo de jugar con el celular y lo miro. No pienses nada, no pienses nada Johnny se susurró a sí mismo. Antes de seguir suspiro con cansancio —¿Quieres ver los fuegos artificiales en la noche? —Gyro accedió de inmediato y pronto inició a parlotear sobre mil cosas, hasta que dijo algunas cosas extrañas cómo "debo arreglarme", "¿Qué ropa usare?" y "¿A dónde iremos?". Johnny tuvo que interrumpirle para aclararle que no iban a ir a otro lado, solo subirían al último piso.

—Eso sigue siendo genial, igual no tenía nada limpió y debo lucir presentable si voy a salir, lo que sé para ti puede ser absurdo, pero ustedes los americanos deberían aprender sobre la vestimenta, etc, etc —. Comenzó otro discurso interminable, algo culpable Johnny no pudo negar que de ese día apenas recuerda lo que sucedió antes del anochecer, no puede ni pensar con claridad en las palabras que pronunció Gyro antes de los fuegos artificiales. La memoria es caprichosa, olvida el antecedente de las maravillas, solo deja los mejores momentos grabados en ella. Lo que en este año y en este 4 de Julio no hacía nada más que entristecer algo a Johnny.

La brisa fría recorrió cada nervio en sus cuerpos y mientras Johnny se perdía en la vista, Gyro reía y bebía vino, en sus sillas, sentados lado a lado, disfrutaron un agradable momento y Johnny, en la actualidad tirado en el piso, que bebía una amarga bebida, solo podía fijarse en el aspecto de Gyro aquella noche, su pelo amarrado en una coleta floja, con una camisa de tirantes que le iba grande y unas bermudas, que extrañamente combinaba, con su sonrisa, su adorable risa y dolía pensarlo, recordarlo. No podía aguantar más, consciente de que pronto sus memorias le llevarían al mismo lugar.

Entonces esa escena se repitió un millón de veces, su primer beso con Gyro, esa noche, el sonido de las explosiones a su alrededor, como si el mundo se deshiciera a su alrededor y lo único que les importara era rozar sus labios, impacientes y deseosos, lo recordaba con demasiada claridad, con tanta claridad que en este momento lo detestaba, lo odiaba, repudiaba recordar la sonrisa de comprensión que le dio Gyro antes de besarle, mientras el tiempo desapareciera a su alrededor y creía que todo funcionaba, que todo estaba en el lugar y momento donde debía.

Él actual Johnny, no podía sacarse de la cabeza esa imagen, ese día tan lejano, que incluso boto lejos suyo su pequeño gorro estrellado, de haber podido arrancaría todas las decoraciones del edificio y las tiraría en la basura. Jalo sus cabellos, en frustración y en su interior grito, como pocas veces lo había hecho, igual al silencioso grito en el hospital al despertar con la mitad de su cuerpo paralizado, igual a las estúpidas terapias que jamás funcionaron e igual que el día en el que Gyro se había ido de este mundo. Solo estaba allí, aferrado a sus recuerdos, abrazando con desesperación un pequeño oso de peluche.

Pd: Si bueno hoy me toca doble actu, por no medirme bien el tiempo pero bueno que seguimos aquí. :D. Y sorry si quedo algo angst pero siento que el anterior lo pude haber hecho mejor, así que me propuse intentarlo de nuevo, con esta temática.