Nota del autor:

Advertencia: En este capítulo se hace presente el consumo de alcohol/intoxicación y vómito.

Capítulo 3

1 de octubre, 2009

El picnic fue idea de Ron; la ubicación, de Harry; la hora, el amanecer, de Hermione.

Harry se retorció sobre su trasero con un regocijo apenas contenido, sus piernas colgando sobre el borde. ¡Estaban tan alto que casi parecía volar! No, incluso mejor, era lo más cerca que él había logrado de recrear la sensación de escapar del búnker. El tipo de euforia dichosa, pura y natural que solo se produce una o dos veces en la vida, y de alguna manera la había encontrado de nuevo, ¡y aquí, entre todos los lugares!

La parte superior del silo era plana, no curvada como la que todavía usaba la Madriguera. La parte superior debe haberse consumido, todavía quedaban trozos en el borde, sobresaliendo unos centímetros por aquí y allá, pero la superficie restante no estaba tan deformada por el tiempo y el agua de lluvia como había esperado. Un poco desmenuzable, pero estructuralmente sólido.

El viento que golpeaba contra sus tímpanos era música, el aire de la madrugada olía delicioso, las nubes rosadas contra el azul más tenue de una noche que se desvanecía eran indescriptiblemente hermosas, y el frío de todo eso en su espalda, rostro y brazos, erizándose en sus mangas, fue nada menos que un éxtasis.

De repente, pensamientos de Hedwig vinieron a la mente. A ella le hubiera encantado un gallinero aquí. Esperaba que, fuera lo que fuera lo que le hubiera sucedido, hubiera vivido una larga y plena vida sin él. Quizás ella todavía estaba ahí fuera, en alguna parte. Tal vez lo encontraría algún día, si se quedaba aquí, libre de las barreras anti-búhos de Blupin Frottage.

Pensar nostálgicamente nunca lo había llevado a ninguna parte, pero habían sucedido cosas más extrañas.

—¿Siempre quisiste ser un auror, Hermione? —Soltó entre bocados de tostadas calientes y mantecosas. La cabeza de Ron se levantó rápidamente y Hermione se detuvo a medio sorbo de su café.

—Bueno… —comenzó, teniendo mucho cuidado al colocar la taza a su lado y empujarla aquí y allá—. Siendo honesta, no, nunca se me ocurrió hasta…

Ron, que aún se las arreglaba para estar adormilado por el sueño, le estaba dando una especie de mirada significativa, pero Harry simplemente inclinó la cabeza, lo que la incitó a continuar.

—Hasta que desapareciste- —suspiró, y el estómago de Harry no se encogió como solía hacer cuando se mencionaba eso—, tienes que entender, estaban sucediendo tantas cosas, las cosas realmente no se acomodaron en una búsqueda adecuada y lúcida durante años, al parecer. Por supuesto, estaban buscando —se corrigió rápidamente—, pero el Departamento de Seguridad Mágica estaba distraído... Algunos de esos Mortífagos fueron capturados esa misma noche, lo cual fue más suerte que cualquier otra cosa.

Ron resopló y su voz sonó ronca por el sueño, mientras que Harry nunca se había sentido tan despierto.

—No fue suerte. Narcisa Malfoy entregó a su esposo en el momento en que llegó a casa con esa máscara.

—¿Ella-? Espera- ¡¿Qué?!

—Sí —asintió, luciendo igual de incrédulo—. Cuando recibió la citación, tuvieron una discusión, ella y Lucius Malfoy, acerca de poner a la familia en peligro nuevamente. No puedo imaginar que tuvieran algo de qué preocuparse, bajo su régimen...

—Quien-tú-sabes era un megalómano —dijo Hermione con firmeza—. Nadie estaba a salvo de él, ni siquiera sus seguidores.

—Parecía que les estaba yendo muy bien para mí…

—Entonces- entonces, ¿la mamá de Draco entregó a su papá a los aurores?

—Ni siquiera una hora después de que todo pasó, sí. Una bruja decente, lo admito, incluso si lo estaba haciendo para protegerse... —Ron murmuró esa última parte, pero Harry no se sintió menos asombrado. Orgulloso, incluso. No sabía mucho sobre las tradiciones de los Sangre Pura, mucho menos sobre las familias adineradas, pero sabía que un cónyuge que se volviera contra su pareja de esa manera... Por Merlín. Después de todo, Narcissa Malfoy había apoyado a su esposo durante el primer ascenso de Voldemort, ¿no?

—¿Draco no te lo mencionó? —Preguntó Hermione con delicadeza. Harry se alborotó el cabello en la espalda y parpadeó hacia el cielo. Estaba más allá de su comprensión lo suaves que se veían las nubes rosadas y esponjosas contra las duras vetas blancas en la distancia, todo uniéndose en un cálido resplandor dorado. Su majestuosidad le robó las palabras, pero con gusto le daría todo lo que tenía en una adoración constante que podría llevarlo por el resto de su nueva vida.

—Nosotros- él - es complicado...

Ron intentó con todas sus fuerzas contener la risa. Harry decidió ignorarlo.

—En realidad él no... sabe... que yo soy yo —Las nubes parecían estar al nivel de sus ojos aquí arriba. Su vergüenza tendría que alcanzarlo en el suelo, si alguna vez bajaba.

Lo miraron y él miró al cielo. Por Merlín, era tan palpable, tan profundo e interminable. El sol todavía estaba atrapado detrás de las montañas, pero su poder pintó todo su mundo en más colores de los que podía ponerles nombre. ¿Cómo podría existir tal paisaje mientras todos seguían con sus vidas con la cabeza gacha?

—Vas a tener que explicar eso, compañero.

Harry gruñó y luego suspiró.

—Es solo que... Cuando nos conocimos, tenía puesto mi sombrero y él no me reconoció. Entonces, le dije-" —preparó para no tirar a Ron del techo por la inminente humillación—. Le dije que mi nombre era Haz Blue.

En su defensa, Ron hizo todo lo que pudo. Dejó de respirar, su rostro se puso rojo como un tomate y sus ojos se abrieron como canicas, pero la risa aún estaba allí. Harry se esforzó por mantener la compostura.

—Es un buen nombre —fue lo que dijo en defensa propia.

—Es un muy buen nombre, Haz —le aseguró Hermione, lanzando una mirada a su sufriente esposo— Vas a… vas a decírselo, ¿verdad?

—¡Por supuesto que lo haré! Solo estoy- estoy esperando el momento adecuado.

—¿Y cuándo será eso?

—Cuando quiera —Harry no estaba actuando como un niño petulante mientras cruzaba los brazos y los tobillos, simplemente no quería meterse en esto ahora mismo—. Entonces, tú- te convertiste en auror... ¿por mí?

Eso hizo que Ron se calmara y Hermione volvió a trazar el borde de su taza.

—Bueno... Si soy honesta, no era algo que realmente pensé que podía hacer.

Estudió su café y Harry observó su rostro con atención. Había cambiado mucho desde cuarto año. Ella se había convertido en sí misma, era la mejor forma en que podía describirlo. Su cabello era igual de grande, pero parecía menos abultado y más adecuado a sus rasgos redondos; sus cejas ya no cubrían sus ojos y en su lugar, estaban perfectamente depiladas. Sus ojos aún eran grandes, cálidos y brillantes, llenos de inteligencia, apenas comenzando a arrugarse en los bordes. Ella era Hermione Granger, ahora más que nunca, pero dudaba que su boggart continuara siendo el reprobar un examen de McGonagall.

—Siempre pensé que se dedicaría a algo que le hiciera más justicia a su inteligencia —agregó Ron a la ligera—. Tal vez ser Inefable, con la forma en que siempre habla sobre Qué-has… Y los dos estábamos muy frustrados con la forma en que se manejó la búsqueda, pero no quería ser parte de los aurores después de ver lo incompetentes que eran. Hermione, por otro lado…

—Pensé que podía dirigir la búsqueda con la mente clara —dijo, sacudiendo el cabello de su rostro y dirigiendo una mirada férrea a Harry que lo hizo sentir como un insecto bajo un microscopio—. Y si no me escuchaban, al menos tendría los recursos del Ministerio a mi disposición. Por supuesto, tenía mucho trabajo en la Academia- y las situaciones de emergencia siguen siendo mi debilidad.

Harry se mordió el labio y pensó en la Hermione de primer año lamentando la falta de leña para encender un fuego.

—Y yo tiendo a- bueno, tengo una inversión emocional en mi trabajo, no importa el caso, ¡y no me disculparé por eso! —dijo con fiereza, criminalmente dura contra el telón de fondo de suaves rosas, dorados y azules—. Pero puede dificultar las cosas.

—Para otras personas, más que a ti —Ron estaba lleno de orgullo, y Harry se preguntó cuántos aurores con cabeza de toro y burócratas tontos habían sido víctimas del temperamento de Hermione a lo largo de los años, especialmente cuando se trataba de su caso.

—¿Cómo me encontraron, exactamente? —preguntó suavemente. Nunca se había permitido insistir en los detalles de su caso o incluso de su rescate; pero descubrió que el tema no lo ponía tan enfermo como para pensar en lo que Ron y Hermione, sus mejores amigos, incluso después de todo esto, tenían que ver con eso.

—Aunque no lo creas, fue Percy Weasley quien puso todo en movimiento realmente —se rio Hermione. Harry frunció el ceño. Esa era la segunda cosa más ridícula de esta conversación—. Redactó algunos cambios a las antiguas regulaciones para las pociones de hormonas: afrodisíacos, no sintonizadores de género. Y la poción específica que te hicieron tomar, usa una poción de amor como base.

Harry palideció y Ron se apresuró a afirmar:

—Aunque no tuvo ese efecto, ¿verdad, Hermione?

—¡No, no, en lo absoluto! Era solo una base conveniente: los bloqueadores y aceleradores hormonales, cuando se preparan adecuadamente, son muy caros porque se necesitan meses para hacerlos. Pero esto era más como una receta instantánea, siempre que puedas pagar una poción de amor básica. Aparentemente, es complicado agregar algo más al régimen de pociones, incluso un Pepper-Up, no sin consecuencias severas, por lo que no es una opción popular para las personas que realmente necesitan pociones de hormonas.

—Entonces, Hermione estaba en otro caso, revisando los informes iniciales para esa nueva ley, una mierda realmente aburrida, fíjate- cuando se topó con... bueno, contigo.

—¿Conmigo? —dijo Harry débilmente, la mente dándole vueltas. Distraídamente, trazó el borde de su propia taza de té, frotando la yema de un dedo sobre una astilla en el labio.

—Un patrón que no tenía sentido para el comprador, que ya había pasado la pubertad y supuestamente no tenía hijos desde hace casi veinte años… —Hermione se enderezó, metiendo los tobillos debajo de los muslos—. Estaba actuando muy furtivamente cuando lo interrogamos, y yo- eh, bueno, él consintió —tarareó Ron encantado— una búsqueda en su cabaña donde encontramos tu varita, y obviamente él era nuestro sospechoso número uno en tu caso.

—No tardé ni dos minutos en autorizar el uso del veritaserum.

—Lo dejamos allí mismo, en la sala de interrogatorios, tan pronto obtuvimos tu ubicación.

Un calor más allá de la luz del sol inundó a Harry y no pudo evitar la pequeña sonrisa que apareció en su rostro. Nunca habían perdido la urgencia de encontrarlo —él, Harry, no un caso más— y una pequeña parte de él se curó al ver eso. Se alegró de haber abordado el tema habitualmente tabú. Nada arriesgado, nada ganado, como le había dicho Kim.

Ron negó con la cabeza.

—Todavía no puedo creer que estuviéramos tan cerca de ti ese día en la cabaña... Sólo unos cientos metros de la puerta trasera y te hubiéramos encontrado con un fuerte homenum revelio.

—Lo hiciste, sin embargo, encontrarme, es decir –dijo Harry, asomándose un poco a su té y permitiendo que esa pequeña sonrisa creciera un poco.

—Sí, bueno –resopló Ron, luego se estiró, de una manera en la que se burlaba de sí mismo—. Creo que has hecho suficiente trabajo de héroe para toda una vida. Solo nos tomó más o menos una década el devolverte el favor.

Hermione tomó los últimos sorbos de su café, luciendo mucho menos complacida con sus esfuerzos que Harry. Algún día, pensó él, él lograría encontrar alguna forma de demostrarle lo diferentes que podían ser catorce años de una eternidad.

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Lenny, el muy idiota dependiente, se ha ido y Harry está celebrando con té y amigos. Es un anfitrión decente, le sirve a Hermione y a ella no parece importarle que sea solo agua caliente del fregadero. Ron parece más interesado en las Pop-Tarts muggles que en el té y Harry le dice todo lo que sabe sobre conservantes y vida útil y-

—Como sea, compañero, solo explícame cómo consiguen que el glaseado sea así —Ron interrumpiría -interrumpe, porque se encuentra aquí- mirando con sospecha el duro glaseado rosa con cristales de azúcar pegados en la parte superior.

Harry y Hermione comparten una mirada y cubren sus sonrisas. Por el momento, un bálsamo alivia el profundo dolor de su corazón. Merlín, ha extrañado a estos dos.

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31 de octubre, 2009

Sirius estaba cubierto de setas chinas, y Harry haría bien en recordar eso.

Había estado entrenando a Harry para invitar a Draco a tomar una copa, pero no había considerado (porque Harry no se lo había dicho) que Draco solo lo conocía como Haz Blue. Así que Hogsmeade, a pesar de la inquebrantable protección de su privacidad por parte de los lugareños, estaba fuera de discusión, ya que él era Harry para todos los que estaban allí (excepto para Sirius, y, aparentemente, la bruja que dirigía la oficina de correos). Y cualquier lugar mágico fuera de Hogsmeade fue desaconsejado. No probaría suerte con otra situación como la de Florean Fortescue.

Lo que terminó en Harry, quien casi no tenía experiencia en el mundo muggle adulto, invitando abruptamente a Draco Malfoy a un pub de Londres.

—Necesito beber —dijo, pero eso no estaba del todo bien si la repentina alarma de Draco era algo por lo que pasar—. Un trago —corrigió—. Necesito un trago. ¿Te unes? —¡Demonios! Una sola frase y ya era un alcohólico, lo que no podría estar más lejos de la verdad. No había tomado más de un vaso de whisky de fuego de Sirius desde que terminó sus pociones, y le había costado casi una hora tragar eso.

Todavía no podía aparecerse, así que cuando Draco fue a tomarlo del brazo en el vestíbulo de su oficina, con Pansy Parkinson mirándolo alegremente, Harry como que… se tambaleó y se dirigió hacia la puerta.

—Es Londres —dijo, imitando la indiferencia de Sirius—. Siempre hay un pub a tres minutos a pie.

Draco arqueó una ceja.

—Apuesto a que la primera ronda tomará al menos cinco minutos.

—Estás listo —aceptó el desafío automáticamente, casi completamente seguro de que 'la primera ronda" significaba sus dos primeros tragos y no algo más misterioso.

—¡Ustedes dos! ¡Abríguense antes de salir! —Pansy los llamó alegremente mientras salían al aire fresco de octubre. Harry se preguntó qué tonterías le había dicho Terry antes de irse a su nuevo trabajo en Hogwarts; Pansy parecía haber estado comprando en la misma tienda que el ex recepcionista, una tienda que solo vendía las miradas más petulantes. Draco le hizo un gesto grosero justo cuando la puerta se cerraba.

—Me alegraré cuando tengamos una recepcionista adecuada y ella sea desterrada de regreso a su oficina con Greg y Vince… —Draco se quejó, y Harry le dio un codazo con el hombro ante la falta de algo que decir. Apenas conocía a la bruja y terminaría con el pie en la boca si se atrevía a estar de acuerdo.

Seis minutos después, Harry arrastró a Draco al primer pub que vieron, pero lo habrían hecho hace tres minutos si Draco no hubiera estado arrastrando los pies, lamentando que las calles de la ciudad ensuciaran sus preciosos mocasines. El letrero en el frente llamaba a este establecimiento "The Bend & Snap", pero justo dentro de la puerta, una pizarra los saludó con: "Bienvenidos a Bend 'n Snatch. ¡Pregunte por nuestras ofertas especiales!"

—Es un poco extraño escribir mal el nombre de tu propio pub —observó Harry secamente ante la carcajada de Draco— ¿Quizás lo escribió un empleado nuevo? —Draco lo miró con los ojos muy abiertos e inclinó la cabeza con escepticismo como diciendo si tú lo dices. Harry empujó la puerta de entrada al pub con poca luz.

Los artefactos de iluminación que colgaban del techo eran pocos y la iluminación que proporcionaban bajo las cortinas de vidrio verde era escasa. Un hipogrifo de una máquina de discos se encontraba orgullosamente centrado en la pared trasera, chillando a todo volumen de una manera que a Sirius le encantaría. El suelo estaba dominado por una mesa de billar con fieltro gastado y manchado de grasa, y cabinas con bancos acolchados que abarcaban cada centímetro de los lados.

—Elegante elección —declaró Draco y el corazón de Harry dio un vuelco. Todo se sentía demasiado animado; la mesa de billar albergaba a un grupo de mujeres de su edad, y había más cabinas llenas que vacías. Harry echó un vistazo a la barra antes de arrastrar a Draco—. Estás-

—… comprando la primera ronda, sí, sí —terminó Harry, tratando de parecer menos equivocado de lo que se sentía. Nunca había comprado bebidas en un bar. Este tenía un acolchado de cuero clavado en el borde y él se deleitó al apoyar sus antebrazos contra el mueble, como si aquello fuera regular o algo así. Se preguntó si el camarero deslizaría las bebidas por el mostrador desde el otro extremo.

La camarera se condujo hasta él, literalmente, ¡estaba en una silla de ruedas!- y Harry estaba tan desconcertado que se olvidó por completo de la orden que había practicado con Sirius. Se quedó mirando atónito al otro lado del mostrador, a la desconcertada mujer que parecía tener unos cuarenta y tantos años, luciendo un delineador de ojos negro intenso, más tinta que Sirius y una blusa sin mangas llenas de lo que parecían... ¿motas de pintura? Su cabello estaba recogido en una cola de caballo desordenada que se parecía a la de Ginny después de un juego brutal y usaba guantes de cuero sin dedos.

—Hmm… —dijo inteligentemente, alargando el sonido demasiado tiempo.

—¿Cuáles son sus especiales? —intervino Draco.

Harry se sintió tan aliviado que se desconectó de la perorata que ella soltó. Se dejó caer contra el borde acolchado y trató de darle a Draco una sonrisa de agradecimiento, pero estaba claramente concentrado en las palabras de la camarera, que apenas eran audibles sobre la música fuerte. Harry observó, fascinado, más allá de lo razonable, la forma en que Draco parecía fruncir el ceño en concentración y sonreía cortésmente al mismo tiempo, todo mientras examinaba la amplia selección de licores fuertes en los estantes traseros.

Solo apartó la mirada cuando Draco finalmente hizo su pedido y se volvió hacia Harry, asintiendo con la cabeza para que pagara.

Ese fue el último de sus recuerdos consecutivos de la noche. A partir de ahí, se quedó con trozos y pedazos de lo sucedido, los cuales que se unieron como piezas de un rompecabezas de la que trataban de juntarse para completar el rompecabezas, pero que no lograban encajar del todo.

Las mejillas de Draco se tiñeron de rosa durante algún punto de la noche, y a Harry le encantó eso.

Harry comenzó a hablar de una manera totalmente obscena, ¡a propósito!, lo que hizo que Draco se riera más fuerte de lo que jamás había escuchado. Harry tuvo la sensación de que no las había hecho bien, las maldiciones, pero no le importó porque lo hizo y no se sintió mal después... al contrario, ¡se sintió en la cima del mundo!

Sus bebidas eran simplemente las mejores, y se lo hizo saber a la camarera. Ni siquiera podía el mismo ardor que sentía con el whisky de Sirius. Trató de verla servir más bebidas, pero se distrajo con algo, y luego estaba tratando, con todas sus fuerzas, de no derramar la bebida de su baso mientras se encaminaba hacia la mesa de billar.

Hubo una pelea en la máquina de discos en algún momento y las cosas se pusieron bastante intensas antes de que una mujer diminuta con cabello largo plateado la detuviera y pusiera su canción en su lugar. Draco y Harry regresaron a sus asientos, contentos de que al menos ambos fueran perdedores si eso significaba que el otro no ganaba. De cualquier manera, ¿desde cuándo Draco Malfoy sabía algo sobre la música muggle?

Estaban afuera de nuevo, pero no hacía tanto frío como antes, lo cual era extraño considerando que el sol se había puesto hacía mucho tiempo.

—¿No se supone que haga más frío por la noche? —se preguntó. Draco tenía un brazo alrededor de sus hombros, cayendo contra él y haciéndolo sentir un hormigueo, y Harry tenía su brazo alrededor de la cintura de Draco, lo que se sentía perfectamente mal. No podía decir quién estaba sosteniendo a quién, solo que era muy cálido y era fácil reírse y fácil hacer reír a Draco, poniendo sus mejillas aún más rosadas.

Se las arreglaron para perderse en el camino de regreso a la calle que albergaba tanto la oficina como, lo que es más importante, la red flú del Caldero Chorreante. O tal vez no estaban perdidos... tal vez Draco simplemente estaba harto de tropezar y rascarse sus tontos y estúpidos mocasines. En algún momento, entre el ver pasar las farolas a través de la ventana de un taxi, como si encontrara en un trance, y despertar en Blupin Frottage, sucedió algo que fue decididamente menos cálido y borroso, y más sudor frío y borroso.

Había un túnel por el que pasaron, podía recordar eso. Las luces naranjas de las paredes de hormigón disminuyeron la velocidad hasta que se detuvieron, bajo tierra. El pecho de Harry se apretó y no pudo respirar adecuadamente. La voz de Draco estaba ahogada, como si estuviera al otro lado de esa maldita puerta de hierro, y a pesar de la repetición constante del "Estoy- estoy bien, vamos a- vamos a salir de aquí, vamos a hacer sentir a Kim orgullosa" en su cabeza, se puso sudoroso, mareado y enfermo.

Recordó claramente haber tirado de la manija de la puerta. Caerse de la cabina fue menos claro, pero definitivamente se golpeó las rodillas con fuerza contra el suelo de cemento húmedo antes de salir corriendo por el túnel. Las feas luces naranjas giraban a su alrededor, alguien gritaba, alguien lo agarraba por los codos y su propia voz era ronca y quebrada mientras gritaba y sus mejillas estaban húmedas y frías y no podía respirar.

Recordó las luces rojas y azules parpadeando, cegándolo, y una horda de extraños con chalecos reflectantes lo rodearon. Sabía que se acurrucó sobre sí mismo y lloró por Draco, sabía que no podía dejar de temblar sin importar cuánto lo intentara; hacía frío, se dio cuenta ahora, mucho más frío que cuando salieron de la oficina, y se estremeció violentamente contra el cemento debajo de su trasero y contra su espalda. El calor de sus bebidas hacía tiempo que se había desvanecido y pensó que podría haber tenido arcadas en algún momento, pero no pudo decir cuándo, dónde o cómo.

Las luces se habían ido y estaba inquietantemente silencioso, lo que hubiera sido infinitamente peor si no fuera por el cielo estrellado expansivo. Entonces se permitió llorar, pensando que nadie podría verlo correctamente en la oscuridad. Draco lo ayudó a subir unas escaleras y tocó, y luego estuvo en los brazos de Sirius, la cara presionada contra su pecho, la nariz llena de su aroma y las manos agarrando su bata de casa estilo kimono.

Él vomitó y vomitó, luego vomitó un poco más. Alguien le frotó la espalda. Hablaron en voz baja, pero Draco no estaba entre ellos. Dejó que se le escaparan algunas lágrimas más, y eso fue todo.

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Se despertó con una compresa fría, una taza de té de jengibre y el ceño fruncido de Sirius. Harry evitó su mirada y trató de sofocar el torrente de vergüenza que se elevó mientras tomaba un sorbo de té. Remus le trajo una poción una vez que lo consideraron capaz de reprimirlo, y se quedó solo con pavor y humillación en el estómago en lugar de calambres.

—¿Quieres hablar de lo que pasó? —Preguntó Sirius, su voz inusualmente suave.

Harry negó con la cabeza con firmeza. Un pico de ira lo hizo morderse la lengua. Sirius extendió la mano y Harry se agachó antes de que pudiera hacer algo trágico como despeinar su cabello. Se quitó las mantas y se dirigió al baño para ducharse, dejando a su padrino para limpiar el té en un silencio despiadado.

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Nunca ha estado tan enfermo en toda su vida y no puede evitar desear que el bastardo Ben aparezca. Todo su cuerpo se tensa mientras expulsa una bilis espumosa y débil en el inodoro. Parece que no puede presionar lo suficiente, pero no queda nada para dar. No ha comido en mucho tiempo, mucho antes de que Ben se fuera a la mierda a quién sabe dónde, y no ha podido beber más que unos pocos sorbos de agua del grifo desde que se despertó.

Es una agonía, como si Poseidón estuviera librando una guerra en su estómago. Está dolorido más allá de lo razonable y solo quiere que todo termine. Se derrumba débilmente contra el inodoro y se pregunta dónde terminará si este es su fin... Si Ben no regresa, si ha sido atropellado por un coche o destripado en un callejón o corneado por un gran ciervo con un parecido sorprendente a Cornamenta, Harry simplemente se pudrirá aquí, finalmente, y completamente olvidado.

En cualquier caso, Harry prefiere eso a una lápida casera con el nombre de Adam. Así que empuja todo el deseo de que Ben regrese e intenta hacer las paces con Poseidón.

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3 de noviembre, 2009

Después de tres miserables y melancólicos días, y dos cartas vagamente inquisitivas de Draco, Harry decidió no volver a hablar de la noche nunca más, y si Draco no podía manejar eso, qué lástima. Para ser justos, las cartas de Draco lograron un equilibrio entre la preocupación y la exasperación, y aunque no se mencionaba a Harry Potter, Harry no se atrevía a responder por miedo a delatarse.

Aparentemente cansándose de la dramaturgia, Draco apareció en Blupin Frottage (sin ser invitado) y lo escoltó (secuestró) a su próxima aventura inmobiliaria. (Sirius era todo sonrisas y Sr. Sonrisas, y Harry comenzó a preguntarse cuánta pelea había puesto su padrino traidor contra esa invasión de casa.) Sin embargo, en lugar de su ronda habitual de propiedades que pronto serían rechazadas, Draco reclutó el consejo experto de Pansy Parkinson. Pansy, como Hermione, se las había arreglado para convertirse en su yo de una manera tan apropiada que Harry tuvo problemas para recordar a la chica de nariz chata de Hogwarts. Todos eran adolescentes torpes y mal formados en ese entonces, después de todo. Y Harry recién ahora convirtiéndose en sí mismo.

Y así se encontró a sí mismo, con su propio vello facial apenas después de la pubertad tratando valientemente de llenar esos parches, sentado con las piernas cruzadas sobre un cojín mientras el socio de Draco en bienes raíces lo guiaba a través de una meditación guiada.

—¿Es esto lo que haces? —Harry preguntó incrédulo después de unos minutos de intentar no pensar.

—Y estamos reconociendo nuestros pensamientos, pero despidiéndonos de ellos por este momento —respondió, su voz monótona con un tono agudo de reprimenda desde su propio cojín en el salón de yoga muggle. Harry ajustó su posición, tratando de mantener la espalda recta para ayudar a que su chi, o lo que sea que fuera, fluyera. No pudo evitar pensar que los cojines serían más adecuados como almohadas y que sería mucho más fácil mantener su postura si se le permitiera acostarse.

—Confía en el proceso, Haz —murmuró Draco a su lado—. Ella es una loca genio —Harry se asomó y lo vio luciendo perfectamente a gusto con su elegante ropa muggle, largas manos pálidas descansando sobre sus puntiagudas rodillas como si el tráfico de afuera no fuera un problema para ignorar.

—Sobre lo de loca tienes razón… —murmuró en voz baja, pero decidió intentarlo.

—Crea un espacio para ti donde te sientas seguro —continuó Pansy después de un tiempo—. La temperatura es la adecuada. Tal vez haya un incendio, o tal vez sea todo por la luz del sol que entra por las ventanas…

Harry se permitió encontrar esa temperatura, y de hecho provenía del sol. El espacio era indistinto, pero había mucho sol y las ventanas eran enormes y, al carecer de cristales divididos, eran prácticamente invisibles.

—Estás sobre un cojín en el suelo de este espacio —prosiguió—. Encuentra cuál podría ser ese piso. ¿Es una alfombra lujosa? ¿Quizás una alfombra en un piso de madera? ¿O una piedra texturizada o baldosas lisas?

El ojo de su mente encontró un cálido suelo de pino amarillo con nudos de color marrón oscuro y vetas de grano. Una alfombra de felpa apareció sin su invitación, e incluso vio una chimenea de piedra que comenzaba a tomar forma justo delante de él.

—Las paredes son sólidas y firmes, más fuertes que cualquier tormenta que pueda encontrarte allí. Son tan altas como quisieras y las ventanas encajan perfectamente. ¿Puedes ver si están pintadas de yeso, piedra o de algo más?

Eran del mismo hermoso pino amarillo que el piso, ahora eran troncos enteros en lugar de tablas, y Harry casi podía oler la madera.

—Algunos espacios tienen los ángulos más exquisitos cuanto más alto miras —dijo Pansy, la genio loca— ¿Qué más hay ahí arriba? ¿Qué ilumina tu espacio cuando se pone el sol?

Los ángulos agudos se transformaron en un pico, y una viga de pino fuerte y gruesa cortó la parte más ancha. Un humilde candelabro colgaba sobre su cabeza, tres gotas de hierro en forma de lágrima acunaban varias velas. Pero todo estaba casi perdido en la clara extensión del cielo. Enormes ventanas en el techo en ángulo iluminaban la habitación de manera espectacular, como perfectos rectángulos de ese singular color azul que tanto adoraba.

Estaba prácticamente estaba vibrando cuando Pansy los llevó de vuelta al salón de yoga. Se pusieron manos a la obra dibujando su espacio y su mano hábil lo sacó rápidamente de su cabeza para que los demás lo vieran. Antes de que él terminara de admirarlo, ella cerró el cuaderno de bocetos, se despidió de ellos y se fue.

—¿Ahora qué? —preguntó a un Draco completamente complacido.

—Ahora esperamos que la otra mitad de M & P haga realidad este sueño.

—¿Cómo? —Harry parpadeó.

—¿Confías en mí, Haz? —Preguntó, repentinamente solemne.

Harry asintió, ignorando el destello de culpa que provenía de quién sabe dónde. De alguna manera, Draco no parecía reconstruir su verdadera identidad. Harry decidió pensar en ello como un pequeño milagro en lugar de considerar la idea de que Draco sí sabía... que solo estaba tratando de terminar este proceso lo más rápido posible para sacar a Harry Potter de su vida.

—Vuelve a la oficina para firmar algunos formularios para los fondos —continuó Draco—. Greg y Vince son carpinteros de primera. Tu nueva casa estará lista para el fin de mes.

Harry se levantó y persiguió al misterioso idiota que ya estaba a medio camino de la puerta.

—¡Espera! ¡Pero, es-! Dónde- cómo-

—He estado investigando un poco mientras tú... ah... te recuperabas —Harry se sonrojó acaloradamente—. Encontré una ubicación adecuada, y lo que Pansy dibujó funcionará perfectamente allí. Vamos, tenemos algunos formularios que revisar y luego me invitarás a almorzar.

Aun tambaleándose, Harry trató de imaginar ese espacio especial en su mente convirtiéndose en realidad mucho antes de Navidad. Estaba más allá de su imaginación más salvaje, y tenía bastante imaginación, pero no pudo evitar la idea de que Draco estaba guardando información vital cerca de su pecho.

Pero él confiaba en el hombre, así que firmaron los formularios y fueron a almorzar. La energía que quedaba revoloteando en él por su meditación fue amortiguada solo por el conocimiento de que no podía soportar traicionar la confianza de Draco en él al confesar ahora.