Como bien todos los derechos sobre los personajes le corresponden a Rumiko Takahasi. Esta es solo una historia alternativa, para darle gusto a la imaginación. Prepare algunos fanarts para la historia, los cuales encuentran en mi IG bajo el mismo nombre (miel1948). Les agradezco su apoyo, para seguir escribiendo!!

Extravagante sería una de las palabras para describir al Bar Iron Flat, lugar donde trabajaba desde hace un poco más de año. No había sido sencillo conseguir un buen puesto pero tenía ciertas destrezas y habilidades que la ayudaron a ascender rápidamente, convirtiéndose en la favorita de Taro, el gerente del bar, trayéndole grandes beneficios como ser la cantante principal en el lugar. Y con las conexiones adecuadas, ampliar sus horizontes a lugares fuera de está ciudad.

Ella era distinta del resto, que se conformaban con quedarse en este pueblucho, sus aspiraciones eran más altas y no importaba lo que tuviera que hacer conseguiría llegar a ellas.

Hace dos años estuvo apunto de conseguir su sueño, y no solo salir de la ciudad, si no también del país pero todo se vino abajo por de culpa él. Tan solo recordarlo le hacía hervir la sangre, como pudo haber sido tan egoísta y no haber pensado en ella.

-¡Ya te lo dije varias veces viejo, no puedes entrar!- escuchó decir a uno de los encargados de la seguridad, desde la entrada del bar. Dándose una idea de lo que estaba sucediendo, se apresuró hacia ellos, antes que Taro se diera cuenta del alboroto.

-Soy un cliente distinguido ¿cómo te atreves a no dejarme entrar?- debatía un alcoholizado hombre frente a quien le doblaba en tamaño y lo superaba en fuerza con creces -¡Además mi hija trabaja aquí, así que no puedes prohibirme nada!- continuaba insistente.

-¡Claro que pueden echarte de aquí, viejo insolente!- dijo ella, interviniendo en la discusión -Yo me haré cargó de esto, Lime- le informó al guardia, mientras arrastraba al borracho hombre fuera del bar.

-¿Estás segura Ranko? No quiero problemas con Taro, ya sabes cómo se pone si el asunto es relacionado contigo- contesto el de seguridad.

-Si, estoy segura. También me hago responsable si Taro, llegase a tomarla contigo, no te preocupes- le digo tratando de tranquilizar la situación, lo que parece funcionar puesto que él asiente con la cabeza y continúa con su trabajo, mientras me alejo con quién se dice ser mi padre.

Una vez fuera del bar, en el callejón que está al lado de esté, arrojó a mi padre al suelo. La gente suele creer que por ser de complexión pequeña, no tengo demasiada fuerza, pero la sorpresa que se llevan cuando se meten conmigo; y está no es la excepción.

-¿Qué haces aquí de nuevo? ¿Porqué vienes a humillarme en mi trabajo?- le gritó al hombre tirado en el suelo.

-Soy tu padre, no puedes hablarme así- me devuelve alzando la voz -No vas a ser la única que obtenga beneficios por trabajar en ese lugar- prosigue tratando de ponerse de pie.

-Lamentablemente lo eres, pero eso no te da ningún derecho de tomar parte de lo que tanto me ha costado conseguir ¿me escuchaste?- le digo llena de rabia -¿Qué haz hecho por tu familia? ¡Si desde que tengo memoria, solo te la has pasado bebiendo y apostando! Nunca te ha importado nada más que tú mismo, y ahora recuerdas que tienes una hija. ¡Vaya que conveniente!- escupo con todo el rencor acumulado en mi pecho, y sin darme cuenta lo tengo acorralado de espaldas a la sucia pared, y por primera vez veo miedo en sus ojos; mi propio padre me teme -¡Lárgate, no quiero volver a verte rondando por aquí! ¿Entendiste?- finalizo, mientras le doy espacio para que tambaleante se marche del lugar.

Ya dentro del bar nuevamente; le ayudo un poco a Miku en la barra, suelo hacerlo cuando tengo un mal rato, me ayuda a distraerme. La escenita que mi padre hizo hace un rato y haberme topado con Akari por la tarde, me afectaron más de lo que creía. Debo admitir que me sigue pesando, la lejanía que hay entre nosotras, verla sonreír y pasar el rato con alguien más igual que como lo hacíamos nosotras fue un aguijonazo en el pecho; pero ha sido por culpa mía y no hay nada que pueda remediarlo.

-¡Ranko!- espabilo cuando oigo que Miku me llama -¿Qué pasa contigo? ¡Estás más distraída que otras ocasiones!- me reprende.

-Estoy bien- le contesto con una sonrisa, de las ya aprendidas con el tiempo y las circunstancias. Ella no le da demasiada importancia a como me encuentre realmente, y mientras no afecte sus intereses, continúa con sus coquetas platicas en la barra con los clientes.

-¡Ranko¡- escucho a alguien más llamarme, y al girarme para ver de quién se trata, noto que es Mint, la mano derecha de Taro.

-¿Pasa algo Mint?- atiendo a su llamado.

-Taro, quiere verte en su despacho- me hace saber, eso no suena nada bien después de lo sucedido con el borracho de mi padre. Y me escolta hasta el lugar, haciéndome entrar, mientras él se queda fuera resguardando la entrada.

Taro se encuentra revisando algunos documentos, así que permanezco de pie en silencio hasta que él termine y me dedico a observarlo. Es de muy buen parecer, y él lo sabe, haciéndolo un poco narcisista; cuerpo atlético y de mente astuta, cualidad que lo ha hecho gerente del segundo bar más importante de la ciudad.

-Me informaron que hubo un incidente, poco después de abrir el bar- me comenta, iniciando la conversación y sin dejar de prestar atención a lo que está haciendo.

-Me hice cargo y ya no volverá a suceder- le contesto, está por demás decir que no se iba a enterar, si nada le pasa por alto -Comprendo que ese tipo de personas, dan una mala imagen al bar, me disculpo por el inconveniente que esto ocasionó- añado, y cruzo los dedos para que él esté de buen humor y no me pase factura.

-¿Sabes lo que me gusta de ti, Ranko?- me pregunta, mientras alza el rostro y posa su fría mirada sobre mi. Ante mi silencio, contesta la pregunta que él mismo formuló -Me gusta que aprendes rápido, eres decidida y conoces tu lugar. Es por eso que has llegado a dónde estás, y eres mi favorita. Tienes futuro Ranko, siempre y cuando tengas claras tus metas- termina, mientras guarda los documentos que hay, en uno de los cajones de su escritorio.

-Agradezco tus palabras y consejos, te aseguro que el incidente de esta noche no volverá a pasar- vuelvo a repetir.

El hace el ademán para que me acerque, a lo cual obedezco silenciosamente, mientras gira su silla para alejarse un poco del escritorio. Una vez estando cerca de él, me invita a sentarme en su regazo; y afianza una de sus manos en mi cintura y la otra en mi cuello forzándome a echar la cabeza hacia atrás.

-Espero que así sea, no me gustaría aplicar un correctivo contigo preciosa- susurra en mi oído, mientras su mano afloja el agarre en mi cuello. Asiento como puedo, e inhalo profundo.

-La hora del espectáculo se aproxima, si te parece bien debo de ir a prepararme- le digo suavemente, esperando que lo peor haya pasado ya.

-Falta como una hora y media, para tu presentación y no ocupas arreglarte tanto muñeca- contesta, y sus manos deambulan por mi cuerpo, haciendo especial caminó entre el interior de mis muslos -Tú ya eres hermosa, solo que estás algo tensa por el mal rato que pasaste, y yo te ayudaré a que te relajes- dice, comenzando a darle atención también a uno de mis senos, le dejo hacer.

El sexo con Taro es espléndido no puedo negarlo, aunque en ocasiones se torne un poco rudo. Además no puedo negarme y echar a perder la oportunidad de cumplir mis sueños. Abro un poco más mis piernas para darle el acceso que busca, mientras siento como su miembro se tensa bajo mi trasero. Voy a tomarle la palabra y relajarme, el espectáculo apenas comienza.


Han pasado algunos días desde mi excursión por la ciudad con Akari, y no he sabido nada de ella. Después de habernos topado con la pelirroja, su humor cambió y la chica alegre que conocí desapareció. Nos despedimos a las pocas cuadras de la pastelería, y cada quien tomo su rumbo, ojalá se encuentre bien.

Los días ya se han normalizado por completo en el restaurante, y podemos salir en un horario más adecuado; y justo cuando estoy por salir noto que alguien me está esperando.

-Hola Akane ¿cómo estás?- me dice la dulce chica que conocí hace unos días.

-¡Que gusto verte, ya te extrañaba Akari!- le respondo sonriente, de verdad extrañaba su compañía, aunque mi respuesta la tomo por sorpresa y lo notó en su sonrojo.

-Yo también te extrañe, discúlpame si no nos hemos visto en estos días- me dice algo acongojada -Recuerdas que cuando nos conocimos, llegó mercancía nueva y hemos andado como locas en la boutique- termina, agachando la mirada.

-No te preocupes, comprendo que en ocasiones el trabajo nos sature- la ánimo, y funciona, volviendo a instalar su habitual sonrisa en su rostro.

-Si no tienes ningún plan, me gustaría que me acompañaras- menciona, y eso me intriga -Vamos al dojo que llamó tu atención hace un par de días.