Capítulo 4


Lluvia torrencial otra vez. Lo único predecible de la fortaleza del este era su clima: lluvia la mayor parte del tiempo. Shiryu corría por el adarve procurando no resbalar en el piso de piedra mojada. Llegó a la torre principal y desde ahí revisó el panorama. Ninguna amenaza se acercaba —¿Quién se acercaría en medio de semejante tormenta?— por lo que asumió que había finalizado su turno y entró en el edificio para resguardarse del agua.

Se dirigió a su pequeña habitación. Se deshizo de la pesada armadura, empapada de pies a cabeza, y se vistió con ropa cómoda y seca. Envolvió sus largos cabellos en una gruesa tela y mientras esperaba que escurriera se dispuso a empacar sus pertenencias en un bolso. No llevaba muchas cosas: dos mudas de ropa, vendas, medicinas y algunos materiales para reparar su armadura en caso de que se estropeara. Una vez que terminó de acomodar los diferentes elementos en la compacta bolsa, se sacó la tela que llevaba en la cabeza y salió de la habitación. Subió al piso superior para encontrarse con su maestro y pactar la hora de partida.

Dohko era una caja de sorpresas. Esta vez lo sorprendió el hecho de encontrar un banquete en la sala mientras él y Aioros se reían a carcajadas, y lo invitaban a unirse a ellos. Una situación bastante bizarra de la que no podía escapar, lamentablemente. No era que le molestara la situación, sino que quería tiempo para perderse en sus pensamientos en un lugar silencioso. Se suponía que, si el agua les daba un descanso, saldrían al día siguiente en su cruzada por la toma de poder, y necesitaba tiempo para prepararse mentalmente.

El mayor de los caballeros le extendió una copa de vino a su discípulo, quien la tomó entre sus manos con una mirada confundida. ¿Una copa de vino para él? Nunca supo por qué su maestro le tenía prohibido el consumo de alcohol y tampoco le importaba saber. ¿Y ahora le estaba dando su copa de oro favorita, llena hasta al borde con ese líquido rojizo? Eso dimensionaba el valor de la travesía en la que se embarcarían posteriormente. Sin darle más vueltas al asunto, chocó su copa con las otras dos y vació el contenido del recipiente en su boca.

Se encontraba caminando por un sendero que le provocaba nostalgia. Se percató que la iglesia tenía dos nuevas naves, pero más allá de eso, el pueblo seguía igual que siempre. Pasaron por la plaza y siguieron derecho hasta los límites del mismo. Aioros y Dohko avanzaban delante de él mientras mantenían una charla amena. Shiryu seguía sus pasos pero no la conversación dado que estaba ensimismado en sus pensamientos. Repentinamente escuchó que alguien gritaba su nombre e instantes después se encontraba en el piso con dos brazos y dos piernas apresando su cuerpo. Seiya seguía siendo igual de bruto que siempre pero también seguía siendo su mejor amigo, por lo que no dudó en corresponder el gesto. Su amigo lo liberó sin advertirle que Saori y Shun estaban detrás de él, listos para replicar el efusivo saludo. Entre risas se separaron y lo ayudaron a levantarse a la vez que saludaban a los dos hombres que lo acompañaban.

Los viajeros dejaron los bolsos y las armaduras en la sala. Aioros y Dohko fueron directamente a la cama. Los más jóvenes decidieron preparar la cena mientras escuchaban atentamente las aventuras que relataba el mayor de ellos. Trataban de no elevar la voz y controlar sus risas pero se les volvía imposible ocultar la alegría que sentían. Agradecían que los mayores tuvieran el sueño pesado.

La comida ya estaba lista. Le alcanzaron cuatro platos a Saori para que los llene con el puchero recién hecho. Sirvió las porciones y se aseguró de dejar una parte en la olla para cuando los caballeros dormidos decidieran despertarse, ya que tenían terminantemente prohibido molestarlos después de un viaje tan largo. Se sentaron a la mesa y se elogiaron entre ellos por la exquisita obra culinaria que habían creado.

Se sobresaltaron al escuchar la puerta abrirse. De súbito cesaron las risas de la sala y todas las miradas se dirigieron hacia dónde habían escuchado el ruido. Un joven rubio de ojos azules había entrado en la habitación.

—Buenas noches. ¿Llegué muy tarde? —les dijo luego de dejar sus pertenencias en el piso.

Shun fue el primero en correr hacia él mientras gritaba su nombre ensimismado en la sorpresa. Los demás se pusieron de pie de un salto y segundos después todos se hallaban envueltos en un abrazo grupal. Rieron con alegría hasta que sintieron que Aioros les pegaba un portazo para pedirles amablemente que bajaran la voz. En ese momento se dispersaron del abrazo, aunque sus sonrisas no se borraron en absoluto.

Terminaron la cena con Hyoga y, acto seguido, el rubio les dijo que tenía que enseñarles algo. Extrajo de sus pertenencias una caja minúscula y bastante deteriorada, de la que a su vez sacó finas placas de madera con dibujos extravagantes. Todos observaron con atención. Ni siquiera Shiryu, el más culto de todos, lograba identificar qué eran esos objetos.

—Se llaman "cartas" —dijo Hyoga —Me las regaló mi maestro. Son para que juguemos todos juntos.

Pasaron la noche entretenidos con las partidas de cartas. Cada tanto, Seiya y Hyoga se complotaban para quedarse con las unidades que más puntos sumaban. Estaba claro que lo hacían con el único fin de molestar al resto de jugadores, especialmente Shiryu, quien reaccionaba con comentarios agresivos pese a haber estipulado que no le importaba el resultado del juego. Shun miraba la escena intentando entender cómo se las arreglaban los tramposos para intercambiar tan rápido esas tablas de madera tan poco prácticas mientras Saori reía y aprovechaba la discusión para esconder bajo su falda una o dos cartas que la favorecieran en la próxima ronda. Llegado a cierto punto ya todos estaban cansados de presenciar las mismas artimañas y escuchar los mismos reclamos, por lo que dieron por finalizado el juego.

El cansancio se hacía presente en forma de ojeras en los rostros de los jóvenes y se fue acentuando a medida que sus voces dejaban de escucharse. Acurrucados entre las mantas, de a poco, fueron quedándose dormidos, aunque minutos después de haber conciliado el sueño Saori despertó al sentir que la llamaban. Entre la penumbra apenas podía distinguir lo que la rodeaba. A algunos metros a su derecha se encontraban Shun y Hyoga. El primero tenía su cabeza apoyada sobre el hombro del segundo. No, ellos no la habían llamado. Bajó la mirada para descubrir qué era el peso que sentía en sus piernas. Se encontró con Seiya roncando sobre su falda. Él tampoco la había despertado así que sólo quedaba la persona a su izquierda.

—Saori —Susurró Shiryu cerca de su oído.

—¿Qué pasa?

—Ellos no saben nada, ¿cierto?

Sintió el frío apoderarse de su cuerpo. Esa era justo la conversación que no quería tener. Se quedó callada en un intento de evadir la obvia respuesta. Para su mala suerte, esto confirmó las sospechas de su interlocutor.

—¿Cuándo les vas a contar?

—El día antes de irnos. Quiero disfrutar estos días comunes con ellos porque puede ser la última vez que los vea en mi vida —Se había armado de valor para emitir su respuesta y sin embargo, a duras penas pudo terminarla. Otra vez sentía ese molesto nudo en la garganta.

Shiryu notó la tristeza en sus palabras. No dijo nada más. Él también quería disfrutar de sus últimos días comunes.


¡Holis! Espero que todos anden bien.

Aquí estoy otra vez para responder a la review de Samsalvatore. ¡Me alegra que te haya gustado el capítulo! Tomaré nota sobre el ritmo, es algo que en general me cuesta trabajo. Aún más cuando escribí estos capítulos hace seis meses. Sobre la primera pregunta: No se exactamente en qué categoría entra esta historia pero podríamos decir se mueve entre el suspenso y drama. Habrá romance pero la trama no gira en torno a ello. Mi plan original era no poner parejas y enfocarme en contar la rebelión. Después dije "ya fue todo, es mi fanfic y hago lo que quiero" así que incluí algunas solo para darme el gusto. Aún así, tienen una participación reducida.

Concretamente las parejas que aparecerán son Hyoga x Shun y Milo x Camus.

Sobre la segunda pregunta: El reino no esta ubicado en algún lugar particular, sino que cada ciudad, pueblo o fortaleza presenta características de Francia, Alemania e Italia durante los siglos XI a XV. París y Florencia en el período gótico fueron las ciudades que más me inspiraron.

No se imaginan lo nerviosa que me pone aparecer en estas notitas, hacía mucho tiempo que no interactuaba con personas en internet. Tengo la cara roja, jajaja. Fuera de eso, me encanta recibir reviews y responder preguntas. ¡Gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar!

¡Saludos!