—5—. DE AMORES Y NUEVAS AMISTADES.

.

—¡Se va a matar! —gritó Hermione ocultando su rostro en un hombro de Ginny.

—¿Quién? —preguntó Ginny asustada pasando la mirada por todo el campo. Por estar atenta de Blaise y sus coqueteos no estaba pendiente del juego.

—¡Draco! —apenas había alcanzado a oír.

Ginny se había quedado petrificada al ver al buscador de Slytherin volando en dirección al suelo a toda velocidad. Le llevaba algo de ventaja al de Ravenclaw pero era una maniobra sumamente peligrosa. Contuvo la respiración hasta que Draco se hizo con la snitch y la algarabía no se hizo esperar por parte de los ganadores.

—Ya terminó, está bien —le dijo a su amiga percatándose de lo que significaba la actitud de Hermione ante lo que había sucedido. Ella había temido por la integridad física del buscador.

—Gracias a Merlín —respondió con alivio llevándose una mano al pecho.

—Así que te preocupas por él… ya me extrañaba que hubieras querido venir al partido.

—Ginny…

—No me lo niegues, Hermione… no soy tonta… si hasta lo llamaste por su nombre y no el apellido. Si crees que me voy a enojar por mi hermano, no es el caso. Eres mi amiga ante todo. Y si ese hurón te hace feliz…

—No te adelantes a ver cosas que no existen, Ginny. Me asusté… y sí… él me gusta… pero no tenemos nada de lo que piensas… si acaso una incipiente amistad…

—Pues tienes un motivo para acercarte hoy, ¿cierto? Atrapó la snitch, le dio la victoria a su equipo, y aunque no me gusta lo cerca que está Slytherin de ganar la Copa de las Casas este año…

—Olvídalo, Ginny… no voy a felicitarlo ni nada por el estilo. Más bien, creo que es mejor que regrese al castillo. Hay algunos ensayos que debo terminar —y antes de que Ginny pudiera detenerla, su amiga la dejó sola en la gradería.

Recién había terminado de bajar las gradas para regresar también a su sala común, cuando sintió que alguien la detenía por el brazo.

—Hola, Weasley…

—¡Me asustaste!

—No fue mi intención pero te hablé y no escuchaste —respondió luciendo su hermosa sonrisa.

Ginny se sorprendió internamente ante ese pensamiento. ¿Hermosa sonrisa? Definitivamente algo dentro de ella estaba mal. Intentó alejar esas ideas visualizando al mago frente a ella rodeado de todas las chicas de Hogwarts con las que siempre lo había visto, pero las palabras de Blaise no ayudaron en nada.

—¿Un beso de felicitación?

—Te equivocaste de chica, Zabini. Soy de Gryffindor. Y para nada me alegra que tu equipo haya ganado. Pero estoy segura que tendrás una larga lista de jovencitas deseosas por felicitarte —un momento: eso podría sonar como a que estaba celosa.

—Creo que no es un secreto para ti que me gustas, y de verdad… las demás ya no me interesan —estaba serio y alternaba la mirada entre los ojos y los labios de la nerviosa bruja.

—Peor para ti, porque no estoy interesada en formar parte de tu lista de conquistas —le dijo comenzando a caminar de nuevo intentando mantener la compostura. Muchas veces en esas semanas se había imaginado cómo sería un beso real de Blaise Zabini.

—Si tu novio no fuera el "salvador del mundo mágico", créeme que…

—Harry y yo hace meses que no somos novios —Ginny se arrepintió inmediatamente de haberlo aclarado. Blaise la veía con asombro.

—¿De verdad? Eso quiere decir que…

—No quiere decir nada —lo interrumpió y empezó a caminar de nuevo.

—Para mí sí, Ginny, porque no puedo sacarte de mi mente… te robaste mi corazón y mírame, me convertiste en un cursi… Nunca había sentido esto antes… nunca le había dicho estas cosas a nadie...

Ella se detuvo y por primera vez sintió que el joven era sincero. Con su escoba en una mano, pero evidentemente habiéndose aplicado un hechizo de limpieza, lucía fresco. Ginny dudó. Recordó su beso antes de Navidad y de pronto, quiso saber qué sentiría si él la besaba de nuevo, si esta vez era ella quien lo besara. Porque aquel pequeño beso que le había dado le había dejado muchas preguntas. No había nadie alrededor y parecía ser la oportunidad perfecta. Olvidándose de todo y todos, se acercó al mago y lo besó. Por supuesto que él no iba a dejar que fuera algo rápido. Sin dudarlo, él lanzó la escoba al piso y abrazó a la joven acercándola aún más a su cuerpo para profundizar el beso y ella pudo sentir el deseo aumentando en su ser. Así pasaron unos instantes hasta que Ginny, haciendo caso omiso a su acelerado corazón y sacando fuerzas de la rabia que sentía consigo misma por haber sido tan débil, rompió el contacto y tocándose los labios le advirtió intentando poner mucho énfasis en sus palabras:

—Esto no volverá a repetirse. ¡Aléjate de mí!

Y corrió hasta adentrarse al castillo con mil dudas más en su cabeza. Había sentido no mariposas sino todo un conjunto de dragones con aquel beso dentro de su ser, pero sabía que Blaise nunca la buscaría para algo serio y eso la hacía sentir fatal, porque el chico le gustaba. No como le había gustado Harry, sino que era algo más grande, más profundo. Aún así, su dignidad no le permitía ser la de turno de nadie. Se propuso alejarse pero no sabía cómo iba a lograrlo porque Blaise la atraía como un imán con su forma de hablarle, de verla, el fuego que sentía en su piel cuando estaba cerca. Ginny sabía que debía terminar con lo que fuera que sintiera, pues él probablemente la dejaría por otra apenas se cansara de perseguirla o cuando lograra lo de siempre. Jamás se volvería a acercar a él. No había que pensar más. Le dolía, porque se sentía bien que Blaise se interesara en ella, que la deseara como lo había leído en aquellos ojos tan negros pero tan trasparentes a la vez. Pero no podía seguir alimentando algo que no iría a ningún lado. Siguió repitiéndose esa última frase como un mantra hasta que llegó a su dormitorio. Estaba vacío, probablemente todas estarían almorzando. Decidió que se daría un baño para lavar toda huella que Blaise hubiera dejado en su cuerpo. Y ya después vería cómo evitar a un hombre que, sabía, no se detendría con un "aléjate de mí".

Un mes más tarde, a escasos días de vacaciones de pascua, Ginny había salido de la biblioteca bastante molesta porque Hermione le había dicho que iba a pasar la tarde estudiando Transformaciones, pero ella había ido a buscarla y Madame Pince le había dicho que la joven no se había aparecido por ahí esa tarde. Estaba pensando si de nuevo le habría mentido por algo relacionado con Draco cuando sintió que alguien la detenía por un brazo.

—Necesito hablar contigo.

—¡Suéltame, Zabini! Es casi el toque de queda y debo llegar a mi sala común.

—Draco y Granger son los que patrullan hoy, así que no tendremos problemas. Por favor, sólo un momento. Tenemos que hablar.

Ginny se dejó llevar hasta las afueras del colegio con tal de no armar un espectáculo y que alguien se diera cuenta. Una vez fuera, Blaise empezó a caminar de un lado para otro.

—He intentado darte tu espacio todas estas semanas, pero ya no puedo más. Necesito decirte lo que siento por ti. Me gustas y mucho, y sé que te gusto, y por eso me evitas, porque no puedes negar lo que sientes, lo que hay entre nosotros.

—No seas iluso. No existe nada entre nosotros.

—Por supuesto que sí. Y no me refiero al beso que te robé el año pasado o al que nos dimos hace semanas. Me refiero a esto que sientes cuando estoy cerca. A esto que yo también siento cuando te veo —empezó a rozar su rostro con un dedo, ella sintió un escalofrío recorrer su espalda—. Te has metido dentro de mi piel, Ginny… —su nombre en sus labios sonaba a súplica—. Me has convertido en un tonto, porque no dejo de pensar en ti y mírame acá, diciéndote lo que siento —Ginny había abierto mucho los ojos al escuchar aquella declaración. Casi quería creerle.

—¿Crees que conmigo servirá toda esta pantomima? Esto es lo que probablemente les dices a todas para que caigan rendidas a tus pies.

—Lo sé, merezco que pienses eso de mí. Pero algo pasó en aquel vagón, Ginny. Algo en tu mirada me encantó… No estoy jugando contigo y quiero que me des una oportunidad para demostrártelo. Soy capaz de esperar todo el tiempo que me digas. No me importa que pienses que soy un mujeriego; juro por Merlín que todo eso quedó atrás hace meses.

—Blaise… escúchame… —era la primera vez que decía su nombre en voz alta—. Es cierto que…

Pero algo detuvo a Ginny. Había divisado la sombra de dos personas muy conocidas saliendo del castillo y llevándose un dedo a los labios en señal de silencio, ambos decidieron seguirlos.

Draco y Hermione habían caminado hasta el Lago Negro y de pronto se detuvieron frente a las plácidas aguas. La luna casi llena en lo alto los alumbraba. La pareja parecía hablar ajena al mundo exterior. Ginny vio a su amiga reírse a carcajadas y a Draco negar con la cabeza como si hiciera un intento por no reír. Era sorprendente que él fuera capaz de hacer reír a alguien, y aún más sorprendente que ese alguien fuera la mujer a la que siempre había odiado. Minutos más tarde, parecía que se habían quedado en silencio simplemente contemplándose. De pronto, Draco acortó la distancia entre ellos y tomó con dulzura el rostro de Hermione para luego unir sus labios con los de ella en un beso suave y sin prisa. Ginny había presenciado algunos besos de Ron con su amiga pero ninguno había sido así de sublime. Ambos parecían entregados por completo a aquel instante, como si nada aparte de ellos mismos existiera en el mundo. Sintiéndose una intrusa en aquella escena, decidió tomar la mano de Blaise para alejarse. Era algo demasiado puro como para ensuciarlo con su presencia.

—¿Sabías que esto estaba pasando? —le dijo cuando se habían alejado lo suficiente.

—No a este nivel —le dijo Blaise con gesto preocupado—. En cierto modo, me alegro por él y, a pesar de que sé que no lo tendrán fácil, deseo de todo corazón que sí tengan su final feliz —le dijo esbozando una triste sonrisa.

—Blaise… —sentía un nudo en su garganta. ¿Será que podía darle una oportunidad?

—Tranquila, mi pequeña Weasley —tomó una mano de la joven—. Acepto que no he sido un buen hombre antes y que es normal que tengas miedo… sé que no es cuestión de días para que me creas, pero soy sincero. Estoy enamorado de ti —acarició una de sus mejillas. Ginny bajó la mirada, tratando de retener unas lágrimas de emoción—, y esperaré hasta que encuentres la razón para llegar a mí.

Ginny no lo pensó más y se abalanzó a sus brazos para luego besarlo, liberando con ese beso todos sus miedos y dudas. Blaise la hacía sentir viva y decidió que iba a permitirse todo con él. No quería con los años pensar en "que hubiera pasado si…" No. Lo viviría intensamente, y si al final no funcionaba, al menos sabría que lo había intentado.

—¿Qué vamos a hacer con aquellos dos enamorados? —le dijo Blaise luego de unos minutos en los que se habían quedado abrazados disfrutando de la luna.

—Esto nos convierte a todos en amigos, ¿no crees? Y como tales, debemos darles nuestro apoyo.

—¿Eso de amigos incluye a Potter y tus hermanos? No estoy seguro que lo logre… pero si me lo pides de buena forma… —nuevamente aquella traviesa sonrisa hizo su presencia. Ginny se acercó y besó una mejilla del joven, quien al sentir el contacto, había cerrado los ojos—. Me gustó pero no me convence…

—¿Tú crees que eres el único que se lo tiene difícil? También tendré que ser amiga de Malfoy, Nott y probablemente de Parkinson —Ginny hizo una mueca de disgusto al mencionar a esta última.

—Ya veremos cómo nos amistamos todos; de momento, déjame disfrutar de este momento en el que somos sólo tú y yo —y nuevamente la atrajo hacia su pecho para besarla.

Horas más tarde, Ginny escuchó la voz de Hermione hablándole cerca de su oído.

—Necesito a mi amiga —le dijo una vez que se despertó. Hermione se había sentado a su lado y lanzado un hechizo silenciador alrededor de la cama—. Ginny… Draco se me declaró y lo he aceptado… Nos besamos y fue… ¡mágico! En el sentido muggle de la palabra —sus ojos brillaban como si fueran estrellas—. No sé ni cómo describirlo, pero… quería decírtelo, compartir esta felicidad que siento contigo.

—No sabes lo mucho que me alegro de verte feliz, ilusionada con él. Pero Hermione, ¿no tienes miedo? ¿Estás segura que ambos sienten lo mismo?

—Fue creciendo poco a poco, Ginny. Y una mirada siguió a un saludo, y luego nos encontramos varias veces en la biblioteca, comentando alguna clase, hablando sobre temas que jamás he podido hablar con alguien más. Ha sido muy distinto a lo que alguna vez sentí por Ron. No puedo explicarlo. Va más allá de todo razonamiento. No necesito que me digas que he perdido la cabeza si estoy aceptando que me enamoré de Draco. No estoy deslumbrada por su aspecto físico o inteligencia, aunque no me quejo —sonrió con picardía para luego ponerse seria—; no es el príncipe de los cuentos de hadas ni el héroe de esas novelas muggles de época que tanto me gustan. Y creo que es precisamente lo que me atrajo de él. Su verdadera forma de ser cuando está conmigo y no necesita aparentar, sus miedos, sus sueños, el querer ser él mismo, enfrentándose al mundo para demostrar que él no es sólo un exmortífago como todos lo etiquetan. No es perfecto. Pero yo tampoco lo soy. Y nos complementamos, y reímos, y hasta hemos llorado en una ocasión. Somos nosotros ante un mundo que quizá nos tache de locos, y no nos importa. Hemos decidido elegirnos el uno al otro y vamos a luchar por lo que sentimos. Y si nadie nos acepta, existe todo un mundo fuera de este país. Mientras estemos juntos, nada más falta.

—Realmente lo quieres… —unas lágrimas rodaban por aquel pecoso rostro y el impulso fue de abrazarla. Su amiga asintió emocionada—. Me alegro mucho por ti, Hermione. Y tienen todo mi apoyo… los dos —aclaró recordando lo que había hablado con Blaise—. Porque como dices, no será fácil. Pero si se aman…

—Creo que sí nos amamos —sonreía con ilusión—, pero no lo supimos abiertamente hasta hoy. Fue…¡perfecto! —los ojos de Hermione brillaban de felicidad.

—Entonces no hay nada más qué decir. Voy a extrañarte como mi cuñada, pero hace muchos años que te considero una hermana. Y es lo que siempre serás para mí. ¡Te quiero mucho! —la volvió a abrazar con fuerza, y también quiso sincerarse—. Yo también tengo noticias…

.

~ oOo ~

.

Blaise estaba en el salón de Malfoy Manor sirviéndose un poco de whiskey de fuego y esperando a sus amigos.

Vio su reflejo en el amplio espejo sobre la chimenea y se sonrió. Se sentía afortunado con el rumbo que había tomado su vida en esos casi cinco años que habían pasado desde que terminaron el colegio. Tenía negocios prósperos que aumentaban cada día la fortuna que había heredado, dos amigos casi hermanos que veía con frecuencia, no sólo por asuntos de trabajo, pues tenían empresas juntos, sino porque no podían alejarse muchos días unos de otros; y sabía que poco a poco iría llenándose de sobrinos postizos a quienes adorar. Charlie Nott podía lograr lo que fuera con sólo fingir un puchero pues era tan manipulador como Pansy, con escasos dos años.

—¡Blaise! —los dos amigos aparecieron por la puerta y él inmediatamente se carcajeó ante el aspecto de Draco. Se veía impecable pero su rostro denotaba una gran angustia.

—No es gracioso —se quejó Draco repasando su peinado por enésima vez esa mañana.

—Sí lo es —dijo Theo.

—¿Tienes miedo de que te deje plantado?

—Le di unas gotas de poción calmante pero ya lo conoces.

—Tranquilo, Draco. Por alguna razón incomprensible, está enamorada de ti. Sé que vendrá. Y si no es por ti, lo hará por tus galeones.

Theo volvió a carcajearse.

—No sé por qué siguen siendo mis amigos. Ambos son unos imbéciles —bufó.

—Verte nervioso es el mejor espectáculo del mundo —dijo Blaise.

—Cierto. Pocas veces Draco Malfoy pierde su compostura.

—Idiotas. Mejor no recordemos quién vomitó todo el almuerzo antes de su boda.

—Blaise le agregó algo a la comida, estoy seguro.

—Yo también vomitaría si Pansy fuera la novia —se burló Blaise. Theo le propinó un golpe tan fuerte en el hombro que casi le hace perder el equilibrio.

—Nos tienes envidia, eso es todo. Eres el único que sigue soltero.

De pronto, una música se escuchó a lo lejos y Draco se paralizó. Blaise, lo abrazó por los hombros y muy serio, le dijo:

—Aún estás a tiempo, amigo. No te unas al club de los casados. Se vuelven aburridos y sólo hablan de pañales y travesuras de niños.

—Así no lo vas a convencer. Narcissa está ansiosa por tener nietos.

—Les voy a contar un secreto… creo que un pequeño Malfoy viene en camino —en los ojos de Draco había ilusión—. No me lo ha dicho pero ha tenido algunos cambios y a lo mejor cree que es por los nervios de la boda, pero yo más bien espero que sea porque voy a ser papá.

Theo y Blaise abrazaron a Draco, felicitándolo por la enhorabuena.

—Nada qué hacer, entonces, tendrás que casarte —Blaise fingió pena—. Vamos. Nos esperan.

Draco puso sus manos en los hombros de sus amigos e inmediatamente los apareció en el jardín donde se celebraría la ceremonia de unión mágica. Una radiante Hermione hizo su entrada triunfal minutos después.

Blaise divisó a Ginny a través de la multitud, al lado de las damas de honor. Se veía preciosa y muy feliz. Sus miradas se cruzaron unos segundos y él le sonrió con picardía y le guiñó un ojo. Ella le devolvió la sonrisa y su corazón se aceleró. Se llevó una mano al bolsillo del pantalón por enésima vez ese día y palpó la pequeña caja de terciopelo negro que tenía varios meses esperando ser entregada. De hoy no pasa, pensó. Vivían juntos hacía cuatro años, pero quería formalizar su relación y ser padre, y sabía que era un buen momento en su vida para sentar cabeza. Habían aprovechado al máximo su relación siendo sólo ellos dos, amándose, discutiendo y volviéndose a reconciliar como cualquier pareja, y estaba listo para el siguiente paso.

—Porque sólo necesito que estés a mi lado para ser feliz —había finalizado Draco sus votos.

Así que su amigo sí tenía un lado romántico. No pudo evitar lanzarle una mirada burlona a Theo, quien evidentemente pensaba lo mismo. Blaise tuvo que hacer un esfuerzo para evitar decir algún comentario sarcástico, pero por su propio bien, se contuvo. No quería imaginar la reacción de Hermione si arruinaba su boda. Le tenía un gran aprecio. Se había dado la oportunidad de conocerla y ahora la contaba entre sus mejores amigas, pero también le temía; no por nada había tenido un papel importante en la derrota del mago más tenebroso de todos los tiempos. Era mejor no despertar su ira.

Blaise había sido testigo de que ese amor había superado todas las barreras posibles.

Detrás de la pareja estaban los señores Granger y Malfoy, y entre los invitados, también Potter, el clan Weasley y muchos otros en lo que parecía una utopía, sonreían. Dos mundos que, contra todo pronóstico, estaban unidos ahora gracias a ese amor.

Sí. Blaise sabía que ellos serían muy felices.

FIN.


¡Gracias por leerme! Besos y abrazos virtuales :*

Adrimazofeifa.

21 de abril, 2021.

Reviews son bienvenidos 💞