Durante un paseo nocturno por la mansión, Marcel descubre algunos secretos en su antiguo laboratorio. Al mismo tiempo, Bridgette no lo está pasando bien en la rehabilitación. Y encima de todo, Papillón decide liberar un akuma en París. ¡GRACIAS POR LEER!
DISCLAIMER: Los personajes son propiedad de Thomas Astruc, Zag Toons y quienes hayan comprado las respectivas licencias. No estoy ganando dinero con esta historia, sin mencionar que no tengo ni donde caerme muerta: si me demandan, no van a sacar nada.
ADVERTENCIAS
La plaga todavía no ha sido purgada de estas tierras. Cuídense y cuiden de otros. Mantengan la distancia, lávense las manos y a resistir como mejor podamos.
Puede haber spoilers de la cuarta temporada.
"CONOCERSE DE NUEVO"
CAPÍTULO 4: El Alquimista
Mansión Agreste.
Miércoles 30 de diciembre de 2015. 3:47 hrs.
El muchacho no estaba contento, pero eso era su problema y no suyo. No estaba haciendo nada malo ni ilegal, tan solo reclamaba lo suyo y si eso no le gustaba, pues nada que hacer. Mucho lo había dejado ya hacer y deshacer con su mansión, pero era tiempo de que eso cambiase. Era su casa, no la de su hijo, y lo seguiría siendo hasta el día de su muerte. Luego de eso todo lo suyo pasaría a ser de Gabriel y esperaba que el muchacho se pavonease de aquello frente a cierta oveja negra que odiaba recordar. ¡Claro! Sería más divertido si a dicha persona no grata le valiera de algo, pero bueno.
—Los D'Alençon debieron dejar que Félix se pudriese en la calle, para que volviera rogando por mi perdón… ¡los odio! ¡Bien muertos que están! Ojalá que hayan sufrido antes de hacerlo. —murmuró Marcel entre dientes mientras caminaba por la mansión.
Aquellos corredores estaban a oscuras, sumidos en esa extraña tranquilidad que ampara maldades. Cómo él, que caminaba como el verdadero amo y señor de aquella estructura, sin duda el más rencoroso de todos. Viejo era, pero su actitud seguía imponiendo y con gusto se había dado cuenta que por más que lo reprimiese, Gabriel seguía temiéndole.
—Como el pelele que ha sido toda su vida. ¡Qué hijo más tonto tengo!
Ni comparado al mayor, hubiera querido agregar, pero tan solo pensar que su primogénito tenía mucha más valía hacía que le diera acidez del coraje. Marcel apretó los dientes y se preguntó una vez más qué había hecho mal. Con rencor recordó a su hijo mayor, al que había desheredado, la verdadera promesa de la familia, y se preguntó porqué Gabriel no había salido igual de bien que él. ¿Acaso lo habían botado de cabeza cuando era pequeño? Bah. Ya no tenía importancia. A sus ojos, su primogénito llevaba muerto años y tenía que lidiar con las consecuencias de no haber dedicado una atención similar al menor, un tímido chiquillo, arisco, mañoso y deficiente social.
—No entiendo como terminó casado y con hijos.
¡Y bastante joven, debía añadir! Recordaba perfectamente el día en que le habían presentado a su nuera y la sorpresa que eso le había generado. Emilie era un encanto de mujer, y hasta ese día Marcel se lamentaba de su evidente mal gusto. Hubiera hecho mejor pareja con Félix, pero la vida es extraña de esa manera. Y si ese día lo había sorprendido, mucho más estupefacto había quedado cuando los chiquillos anunciaron matrimonio. Aunque bueno, Gabriel y Emilie se habían casado apurados, pero aún así parecían ser una pareja muy sólida.
Marcel siguió su camino, apoyado por su bastón, deteniéndose cada tanto como si recordase sucesos específicos, como quien reclama un territorio. Y así era: su mansión contenía recuerdos valiosísimos y sobre todo, energía. Conocía cada rincón, cada recoveco, por pequeño que fuese cada secreto… incluso había construido el mayor de todos, justo debajo de todo.
¿Acaso creían que había sido Papillón quien construyó su guarida y el relicario? No. Había sido Marcel. La guarida había sido su laboratorio personal, era químico–farmaceuta después de todo, y el relicario había sido el lugar en donde ponía en práctica sus experimentos, tanto los de química… como los de alquimia. Ambas secciones de la casa estuvieron selladas por años, ni Emilie ni Adrien sabían que existían, al punto que muchos las olvidaron, hasta que Gabriel dio con ellas por accidente cuando él y su esposa buscaban los miraculous, y luego las puso en uso como guarida personal y para albergar a Emilie.
Marcel se detuvo frente a las puertas que llevaban al despacho de Gabriel. Entrecerró los ojos y bufó frustrado. Ese había sido su despacho, la entrada a sus laboratorios, que ahora su hijo reclamaba como propios.
—Cualquiera diría que escondes algo, Gabriel.
Es que Gabriel se había puesto en efecto TERMONUCLEAR cuando Marcel insinuó que se volvería a instalar ahí. Después de todo, seguía a cargo de la farmacéutica y necesitaba una oficina en casa, pero fue tal la vehemencia que el anciano decidió ceder de momento solo para ver cómo se daban las cosas. Nadie se ponía así de infantil por un despacho, a menos que estuviera ocultando otras cosas. Marcel conocía muy bien la oficina y las habitaciones anexas, y le divirtió ir a espaldas de su hijo y averiguar qué clase de secretos ocultaba ahí.
El anciano procedió a entrar en el despacho, sin preocuparse por activar alarma alguna. No era descuidado ni ingenuo, sabía que la casa estaba plagada de cámaras y otros dispositivos de seguridad, por lo que había tenido la precaución de apagar todo antes de comenzar su pequeña excursión nocturna. Hizo una mueca de disgusto al entrar en la oficina, desaprobando la decoración y distribución. Con seguridad caminó hasta el cuadro de Emilie, frente al cuál se detuvo, poniendo las manos en la espalda. La observó largo rato.
—¿Qué tan borrachos estaban ustedes dos que terminaron juntos? Eras una chica buena, pero con pésimo gusto. —dijo en voz alta antes de negar con la cabeza— Al menos tuviste el criterio de no dejar que se reprodujera de nuevo. ¡Pobre nieto mío!
Entonces Marcel se puso manos a la obra. Lo dicho, conocía su casa y como acceder a los anexos ahora secretos. Sabía que el acceso a su antiguo laboratorio y sala de pruebas estaba tras ese cuadro, por lo que comenzó a manipularlo para poder cruzar. Se tardó en encontrar el mecanismo, no le fue tan fácil activarlo, pero lo consiguió y pronto cruzó hacia la ahora guarida de Papillón… Marcel Agreste tuvo que admitir su sorpresa al ver el sitio.
—¿Qué escondes exactamente, Gabriel?
Siguió su camino, sorprendiéndose con los cambios. No le interesaba mucho explorar, tenía un objetivo fijo, por lo que tomó el ascensor y bajó al relicario. Las plantas seguían ahí, y bien cuidadas, y a medida que caminaba esperaba que el resto de sus dispositivos estuvieran aptos para su uso. Por un momento tuvo la impresión de que Gabriel quizás los había desmantelado, pero vio las conexiones intactas y eso lo tranquilizó.
¿Qué buscaba Marcel exactamente? Pues… cuatro torres Tesla, dispuestas de forma específica en cuatro puntos de un diagrama alquímico… su única esperanza de recuperar sus poderes.
Hacía 15 años, cuando Ladybug y Chat Noir finalmente lo habían detenido, dañaron tanto el diagrama como las torres. Para añadir injuria a la ofensa, Chat Noir, bajo la atenta mirada de Ladybug, quien no hizo nada por evitarlo, atravesó la frontera de su ego, sujetó sus conocimientos y poderes de alquimia, los arrancó de su mente y los destruyó.
Era difícil de explicar. En un momento Marcel era el Alquimista, quien controlaba los elementos y sus monstruos preferidos, las quimeras, pero al siguiente era incapaz de hacer nada de eso y fue reducido a esa sombra de humano. Los antiguos Héroes de París parlamentaron entre ellos y lo dejaron atrás, descartado, como si ya no valiera la pena. Nunca más pudo activar sus poderes. ¿Cómo recrearía entonces el experimento que había acabado con su hija? ¡¿Cómo recuperaría a su pequeña Elise?!
Antes que fuera el alquimista, al poco de enviudar, Marcel intentó llevar a cabo un experimento para contactar el alma de su esposa y compartir un breve momento con ella, pero al momento de activarlo, cuando el diagrama estaba encendido y los dispositivos funcionando, Elise, quien jugaba a sus pies, y quizás deslumbrada por los colores y efectos de luz, corrió hacia donde no tenía que hacerlo y no solo desequilibró todo el experimento, sino que fue vaporizada cuando un haz de luz le pegó justo en el pecho.
… pero no murió. En su desesperación, Marcel logró escuchar a su hija: su alma había quedado atrapada en el limbo y lloraba asustada, por lo que hizo lo imposible por traerla de regreso… pero… pronto tuvo que recurrir a medidas extremas y muy ilegales para traerla de vuelta, ¡Debía recrear el experimento con treinta veces la misma energía! Y solo lo lograría liberando quimeras y sembrando el pánico en París.
Marcel apenas logró juntar el 57 % de la energía que necesitaba en los cuatros años que duró su lucha contra los Héroes de París, quienes detuvieron a todas y cada una de sus quimeras y truncaron todo progreso posible. El alma de su hija finalmente se evaporó y él quedó en las sombras, incapaz, inútil, vacío…
—¡Quiero mi venganza! ¡Recuperaré a mi Elise así sea lo último que haga! ¡Y destruiré a los héroes de París así tenga que vaporizar toda la ciudad!
Marcel sabía de los nuevos héroes de París, del par de adolescente que mantenían a raya a los akumas, pero no los buscaba a ellos, sino a los héroes adultos, a quienes lo habían detenido y desaparecido poco después. ¡Debía encontrarlos! No sabía quienes eran, pero de alguna forma daría con ellos. Y seguro si soltaba quimeras en París, esos dos aparecerían en menos de un estornudo. ¡¿Pero como soltar una quimera si ya no tenía sus poderes alquímicos?! Bueno, Chat Noir había destruido su habilidad y conocimientos de aquella arcana ciencia, pero… bien podía aprender de nuevo. ¡Y lo hizo! Le tomó 15 años, pero lo consiguió.
No le fue fácil, y sin duda ni se acercaba al poder que alguna vez había tenido, pero sería suficiente para desatar a una quimera y siempre podía reunir energía en ese relicario. ¡Estaba diseñado con ese fin después de todo! El poder sería atraído por el diagrama y almacenado en los cuarzos que debían seguir ahí (esperaba que Gabriel no los hubiera sacado). Ciertamente iba a necesitar un vector, el ya no podría canalizar la energía que obtuvieran las bestias hacia los cuarzos como le hubiera gustado, pero siempre podía usar a algún voluntario forzoso para ello, como Adrien o…
—¡¿Qué carajos?!
Marcel se detuvo en seco, con los ojos abiertos como platos. Delante de él, iluminada con una luz delicada, dentro de una urna de cristal, yacía… yacía…
—¡¿Emilie?! Hija por Dios… —el hombre apuró el paso y llegó hasta la mujer, notando enseguida que su coma no era normal, que había magia involucrada, y que no despertaría hasta que cierto equilibrio cósmico se recuperase. Bien podría morir en el proceso. Retrocedió asombrado— ¡¿Qué perversión oculta Gabriel aquí?! —se preguntó en voz alta.
El anciano giró sobre sí mismo y observó mejor el lugar. Notó que el ventanal también tenía el diseño de la mariposa. Muchas cosas comenzaron a tener sentido y mil ideas se le arremolinaron en la cabeza. ¡Por supuesto! Se fijó en Emilie y caminó hacia ella, poniendo la mano sobre la urna… que se abrió al contacto.
—Tengo mi vector de energía… tú vas a canalizar lo que reúnan las quimeras. —Marcel se rió para sus adentros— ¡Qué hijo más tonto tengo! ¡Papillón! ¿Quién lo diría? Jejejejeje… con razón su berrinche. ¡Vamos a ver quien manda! En cuanto a ti… —Marcel se volvió a Emilie y tomó su mano— Tenemos mucho trabajo que hacer… y poco tiempo.
Residencia Marchant.
30 de diciembre de 2015. 11:20 hrs.
—¡Lo ha hecho estupendo, mademoiselle! Ya verá que pronto esto será más fácil a medida que pasen los…
—¡¿Casi me has matado con estos ejercicios y dices que se hará más fácil?!
—¡Exacto! ¿Acaso esperaba que todo fuera normal? Pasaron 15 años.
—¡Sé cuánto tiempo pasó! ¡Me lo repiten a cada momento! —en un rápido movimiento, Bridgette estiró la mano y sujetó al kinesiólogo por la ropa— ¡Ni Siquiera Puedo Incorporarme Sin Pasar Por Las De…!
—¡Ah! ¡Pero ya casi me zamarrea de la frustración! Eso es buena señal. Vamos progresando. —añadió con una entusiasmada sonrisa, mientras se soltaba. Bridgette hizo pucheros.
Bridgette tuvo un tic en el ojo. No estaba teniendo un buen día. Esa semana se la había pasado de exámenes en exámenes y otras evaluaciones, todas destinadas a ver como estaba su cerebro, su salud, vitalidad y como mejorar su estilo de vida. Era algo que forzosamente tendría que hacer, aunque si le preguntaban a ella, solo quería taparse con un periódico y morir. ¡Ni modo! No tenía más opción que seguir la corriente, aunque eso la hacía sentir desolada y a merced de las decisiones que otros tomaban por ella. Ahora enfrentaba la vida como una parapléjica, incapaz de mover las piernas y dependiente de la ayuda que le pudieran dar terceros, incluyendo ir al baño. No era un escenario alentador y se sentía horrible al respecto, además que con su natural torpeza seguro que ni siquiera lo haría bien.
Lamentablemente no era la opinión del kinesiólogo que le habían asignado. El hombre, de 26 años, sufría un severo caso de optimismo irritante y era el mejor exponente del efecto Pigmalión que había en el centro. Ya saben, del tipo que comienza creyendo él mismo en la capacidad de otros de ser mejores, hasta que los otros se lo terminan creyendo y floreciendo por ello. Quizás por eso se lo habían asignado a Bridgette, pues la pobre estaba por completo derrotada.
No que la juzgaran, claro.
—Oh mademoiselle… ¡no soy capaz de imaginar lo difícil que es! ¡Pero estoy seguro de que podrá hacerlo! Paso a paso, no se apure y antes que se dé cuenta estará escalando montañas.
—¡¿Cómo me puedes decir eso tan suelto de cuerpo?! ¡¿Es que no me ves cómo estoy?!
—He visto casos peores, créame. Y todos ahora son independientes. ¿Por qué usted no?
Bridgette se largó a llorar con ganas. El kinesiólogo, llamado Martín, recibió un zape de Lucille y se apartó un poco, mientras le daban espacio a la paciente. Pronto le ofrecieron un pañuelo y Bri se dejó manipular para regresarla a la silla de ruedas. Al menos el ejercicio, si bien casi la había matado de cansancio, la dejó un poco más activa y quizás de mejor humor.
Claro… una vez que dejó de llorar.
—Vamos a cambiarnos de ropa, seguro que eso le hará estupendo. —le dijo Lucille mientras la llevaba de regreso a su habitación— Hoy es tarde de juegos en la sala de estar. Algunos de los residentes me preguntaron si acaso querría ir. ¿No le gustaría conocer a los demás pacientes, mademoiselle?
—Bridgette…
—¿Sí?
—Me siento rara con un trato tan formal… ¿no podrías llamarme por mi nombre?
—Sólo si me tratas por el mío, Bridgette.
—Gracias… err… —Bridgette se detuvo unos instantes. Sabía como se llamaba la enfermera, pero lo tenía en la punta de la lengua. Su cerebro todavía se estaba ajustando a estar alerta— ¡Lucille! Tu nombre es Lucille.
—¡Bravo! ¿Entonces les digo que vas, Bridgette?
—Si no viene mi hermana, sí. ¿por qué no?
Lucille sonrió de oreja a oreja. Bridgette estaba quebrada, literal y figuradamente, pero se notaba que no estaba en su ADN permanecer derrotada todo el tiempo. Era cosa de acostumbrarse y había algo de voluntad en conseguirlo. No le extrañaba: contra todo pronóstico la mujer había sobrevivido a un accidente horrible y si bien le había tomado 15 años, finalmente había despertado, cerrándole la boca a todos los que dijeron que nunca lo haría y que mejor le quitaban el soporte vital.
—A propósito de visitas…
—¿Sabine ya está aquí?
—No exactamente.
Bridgette hizo esfuerzos por girar la cabeza para mirar a Lucille. Esta le guiñó el ojo con complicidad y en ese instante la chica supo que no, no era su hermana quien visitaba.
—¿Es en serio?
—Ya se había pasado demasiado tiempo sin venir a verte.
—Pero… pero… apenas es miércoles…
—Bridgette. Viene todos los días. Solo ha faltado en pocas ocasiones y por fuerza mayor… Me extrañaba que hubieran pasado tantos días sin que viniera.
Bridgette no supo qué pensar, como que le costaba creerlo y al mismo tiempo no. Todo el asunto la confundía: nunca creyó que fuera Félix, de todas las personas, quien insistiera en estar a su lado. ¿No se supone que la odiaba a muerte? Bueno, era Chat Noir y ahí sí que había una lealtad a toda prueba. El héroe siempre había expresado su amor por Ladybug, primero por interés (quería deshacer su maldición), y luego por honesto y sincero sentimiento, y su Félix era Chat Noir, no le extrañaba que no la hubiera dejado sola.
Era el único contacto que tenía con su vida anterior. Por Sabine supo que Allegra y Allan la visitaron bastante, pero luego que se casaran y fueran a Estados Unidos a mediados del 2001 no habían vuelto a llamar. También habían cortado lazos con Félix, a quien culpaban del accidente y simplemente dejaron de hablarle. Supo también que Claude fue visita recurrente hasta el 2004… por motivos laborales se encontraba en el sudeste asiático al momento del tsunami y fue una de sus tantas víctimas fatales. Todos sus demás compañeros, como André Bourgeois, Audrey, Caline e incluso Anastasia, siguieron con sus vidas. Ella fue quien se quedó en pausa…
… y Félix seguía visitándola. Incluso pese a lo mal que lo había tratado el sábado pasado.
Las enfermeras le habían chismeado que seguía soltero, aunque tenía un sobrino al que quería como si fuera su hijo. Era muy arisco, pero como que eso solo añadía encanto a su persona. ¡Nada como un hombre que se preocupa por la siguiente generación!
…
¿Se supone que eso debía entusiasmarla?
—Non… —balbuceó Bridgette centrando su mirada en sus rodillas y apretujando sus dedos.
—¿No quieres verlo? Bueno… puedo decirle que…
—¡No puedo verlo así! Estoy toda sudada y fea… y… así… no puedo.
—Ya veo. —Lucille sonrió con decisión— Le diré que espere entonces: así puedes asearte.
—No puedo sola. —gruñó de malhumor y entre dientes.
—Pues te enseño y ayudo, y no se diga más.
Bridgette solo asintió con timidez y notó como Lucille puso velocidad a sus pasos. En serio todo el ejercicio que había hecho en la terapia esa mañana la había predispuesto a tener un mejor ánimo. Estaba por comentarlo cuando de pronto se activó una alarma que hizo que Lucille parara en seco… al igual que el resto de quienes estaban en el pasillo. Ella se encogió de susto en la silla.
—¡¿La alarma de incendios?! —preguntó Bridgette, aunque pronto se alarmó mucho más— ¿O es una alerta de quimera?
—Ni lo uno ni lo otro… ¡Es una alerta de akuma!
—¿Qué cosa es eso?
Lucille no le respondió. Pronto el piso activó su plan de emergencia.
Place du Trocadéro. París.
Una batalla de akuma después. 12:45 hrs.
—¡MIRACULOUS LADYBUG!
El lanzamiento fue casi perfecto. El lucky charm ganó altura y explotó en miles de catarinas que se ocuparon de restaurar todos los daños sufridos por el akuma. Ladybug se llevó las manos a las caderas y sonrió de oreja a oreja, maravillada al ver como la ciudad volvía a cambiar, esta vez para bien. Siempre que veía a las catarinas en acción se llenaba de entusiasmo y esperanza.
Una mano la sujetó del brazo.
—¡Discúlpenme los dos, en serio! —suplicó la víctima del akuma, una mujer de unos 30 años llena de ojeras— La voz de Papillón fue demasiado, no pude resistirla. ¡No recuerdo nada de lo que pasó! Pero lo siento tanto…
—Oh, no se preocupe: usted es una víctima más… —le aseguró Ladybug tomándola de las manos.
—Creo que sería muy sanador si buscas ayuda profesional —le dijo Chat Noir, dándole algunas palmaditas en la espalda— No es bueno embotellarse tanto dolor.
La víctima del akuma hizo mil pucheros y derramó gruesos lagrimones. Se notaba que había estado bajo mucho estrés y que sencillamente había explotado de mala manera. Y para colmo iba Papillón y se aprovechaba de su dolor. En ese momento apareció un bombero de aspecto amable, aunque cansado.
—Yo me encargo, héroes. ¡Gracias por todo!
El hombre puso una manta sobre los hombros de la víctima y procedió a llevársela con bastante facilidad. Ladybug y Chat Noir intercambiaron miradas preocupadas: el akuma que acababan de derrotar había sido más difícil de lo esperado y durante el transcurso de la batalla en serio había quedado en evidencia la horrible depresión de la pobre mujer. Ojalá que pudiera encontrar ayuda profesional.
—¡Ladybug, Chat Noir!
BIP, BIP, BIP…
Los héroes apenas se volvieron en dirección de la voz al mismo tiempo que sonaban las alarmas de sus miraculous. Sin ponerse de acuerdo y tras tragarse la exclamación de sorpresa, ambos dieron un salto al techo más cercano y pusieron pies en polvorosa, ignorando y eludiendo los intentos de la prensa por entrevistarlos.
Esta vez, con la urgencia de buscar un refugio, trataron de alejarse lo que más pudieron del sitio del suceso y a medida que las alarmas aumentaban, más urgencia pusieron en su huida, incluso llegando a buscar escondites más apropiados. Fue así como llegaron hasta un techo específico y se pusieron a resguardo segundos antes de que la transformación se deshiciera.
—¡Te tengo!
—¡Tikki!
Ambos portadores atajaron a sus kwamis, que lucían exhaustos. No tardaron en sacar una galleta y un quesito respectivamente y se los dieron de comer. Plagg pareció respirar su camembert, pero Tikki se sentó a saborear su galleta. Ambos adolescentes se sentaron en el suelo y apoyaron contra la pared.
—¡Ese fue un akuma difícil! —dijo Plagg— ¡Casi me dejó sin cola!
—¡Dímelo a mí! —se rió Adrien— Solo espero que la mujer en verdad encuentre ayuda.
—Yo también, hubo un momento que casi pierdo la esperanza —suspiró Marinette— ¿Estás mejor, Tikki?
—Mucho mejor ahora. Solo espero que no haya más akumas de momento.
—No te hagas ilusiones, Tikki —Adrien gruñó molesto— Papillón tiene talento para arruinarlo todo. ¡Peor que Gabriel!
Marinette le dio unas palmaditas en el hombro a Adrien.
—No pienses en eso Chaton. Ya pronto lo vas a dejar todo atrás.
—Resisto Marinette. —admitió Adrien con un suspiro— Sabes que sí… hay días más fáciles que otros… y justo ahora estoy pasando por una mala racha.
—Esta semana ha sido del asco. —protestó Plagg— En serio cachorro: tu padre parece que está con la andropausia viva, sobre todo desde que llegó tu abuelo a casa.
El tono de Plagg fue un peligroso siseo. Sabía bien la identidad de Marcel Agreste y no estaba para nada contento que estuviera tan cerca de Adrien. Ya había visto lo que ese hombre había hecho con su antiguo portador y de lo que era capaz de hacer. ¡No lo quería cerca de su nuevo cachorro ni de chiste! ¡ARGH! Los Agreste… ¡Menuda Familia! A este paso no le sorprendería que el amarguetas de Gabriel también fuera Papillón.
Tikki paró las antenas. ¿El abuelo de Adrien? ¿Se refería a Marcel? Palideció tres tonalidades: eso era muy peligroso en tantos niveles que hasta le daban náuseas. Una mirada de Plagg le confirmó sus sospechas y hasta quedó sin hambre. Iban a tener que irse con mucho cuidado a partir de ahora. ¡Si tan solo pudieran decirles a los chicos la verdad! O sea, nada se los impedía, pero había que tener mucho tacto al hacerlo. Plagg intercambió otra mirada con Tikki… y ésta supo que tenía que hablar a solas con la Destrucción lo antes posible. Incluso, tendrían que ir con Fu por consejo.
—¿Tu abuelo está en casa, Adrien? No sabía.
—Llegó el lunes, Gabriel está parado de pestañas: no lo quiere en casa y el abuelo no se quiere ir. —Adrien se sopló el flequillo— Y como es el dueño de la mansión, no hay fuerza que lo pueda sacar de ahí.
—¿Tan malo es?
—No sé. De acuerdo con mi tío es la persona más vil y ruin que ha pisado el planeta, y Gabriel nunca habló nada bueno de él. —el muchacho se encogió de hombros— Me gustaría poder decir algo, pero no lo conozco y apenas nos hemos cruzado.
—¡Yo le digo que duerma con un ojo abierto! —intervino Plagg cruzándose de brazos.
—Bien que podrías vigilar tú el sueño de Adrien, calcetín. —añadió Tikki con coquetería.
—Hmpf.
—No empiecen una pelea de mal casados ustedes dos —bromeó Marinette divertida, antes de centrarse en Adrien. Trató de ocultar el rubor de su cara— Tu papá está de muy mala leche, ¿verdad? —Adrien asintió— ¿Te ha molestado mucho?
Adrien no respondió por largo rato. Solo fijó la mirada en el infinito con una expresión que le rompió el corazón a Marinette. Desde que habían descubierto sus identidades e iniciado esta complicidad entre ambos, los adolescentes habían llegado a conocerse bastante. Claro, todavía no se confesaban sus sentimientos, pero eso era un detalle. Pese a que ambos tenían la inteligencia emocional de una ameba, estaban en ese maravilloso nivel de que mantenían una confianza y camaradería que antecede a una relación seria, y de momento estaban cómodos con eso. Marinette sabía de los maltratos de Gabriel a Adrien, le tocó verlo incluso, y bien sabía que su tío Félix estaba peleando su custodia en tribunales. Sabía lo tóxico que podía llegar a ser Gabriel con su hijo y saber que Adrien, el motor de su corazoncito, sufría esos tormentos, le partía el alma.
Era como si también la maltratase a ella.
—Solo diré que no me gustan las vacaciones.
—Oh, chaton… —Marinette se reclinó sobre su hombro en un gesto de cariño— quisiera poder ayudarte más…
—¡Lo haces, prrrrrincesse! Eres mi confidente y… creo que nunca te he dado las gracias por escuchar mis dramas.
—También escuchas los míos.
—Ah, cierto, pero todavía no me dices quien tiene tu corazón, ma lady —Adrien casi se largó a reír al ver la cómica reacción de Marinette— ¡Jajajajajajajajaja!
—¡¿Por Qué Tú Quieres Saber Eso, Adrien?! —preguntó Marinette con pánico. ¿Acaso su partenaire estaba sospechando algo? ¡Ay qué vergüenza! Todos los colores se le subieron al rostro.
—¡Me encantaría! Así podría tener una conversación muy seria con él acerca de dejar a mi princesse sufriendo en vano. ¡Debería tomar la iniciativa!
Ah, como le dolió a Adrien decir eso. Estaba irremediablemente enamorado de Marinette, pero ahí lo tenían tratando de animarla a perseguir a su secreto amor… que no era otro que él. Y no. El muy tarado no se había dado cuenta de eso, pero no digamos que Marinette le había dado muchas pistas. Ahora, siendo el hecho que era casi un secreto a voces que la futura diseñadora de modas besaba el suelo que pisaba el niño dorado de Paris, resultaba incomprensible que a Adrien no le hubiera caído la teja.
He ahí la razón del porqué Alya se jalaba de los cabellos y Nino se golpeaba la cabeza contra los postes a espaldas de ambos.
—¡No, no! NI DIGAS. Err… solo… Tiene Mente En Cosas Otras. ¡Por Asustarlo Favor Vayas No!
Adrien arqueó una ceja. Tikki se palmeó la cara y Plagg le dio palmaditas de consuelo y apoyo. Marinette se puso a hiperventilar y el portador de la destrucción suspiró: mejor cambiaba el tema o el amor de su vida tendría un ataque de pánico. ¡Siempre olvidaba lo nerviosa que era! Podía darle un infarto del susto cualquier día de estos, así que mejor no la alteraba más de la cuenta.
Aunque sí le gustaría saber quién era el afortunado. Quería decirle personalmente lo idiota que era. En toda la cara. Con dos sillas de ser posible.
—¿Al final qué había pasado en tu casa el sábado? Con mis dramas no tuve tiempo de preguntar —preguntó Adrien cambiando el tema.
Marinette interrumpió sus nervios de golpe y miró a Adrien sorprendida. ¡Claro! Con el trajín de cosas no pudo darle la buena noticia. Parpadeó varias veces y reguló su respiración. Sonrió para sus adentros. Pocos días después de que ambos supieran sus identidades, en una de sus primeras reuniones post batalla, habían caído en cuenta que Félix Agreste, el tío de Adrien, era la visita recurrente de Bridgette Cheng, la tía de Marinette. No tardaron en intercambiar el chisme, en comentar toda la situación que rodeaba a sus tíos y no tardaron en shippearlos. ¡No le había comentado a Adrien que su tía había despertado durante la madrugada del sábado! Eso iba a afectar mucho la dinámica con Félix…
… tan solo esperaba que no perjudicara el proceso de la custodia. Inspiró profundo y se llenó de valor.
—Mi tía Bridggie despertó del coma. Tras quince años. ¡¿Puedes creerlo?!
—¡¿Cómo?! ¡Que Maravillosa Noticia! Creí que no iba a ser posible, pero… ¡GENIAL! —la alegría de Adrien fue sincera, aunque pronto se quedó pensativo— Con razón mi tío me aseguró ayer que no me preocupara, que de todos modos seguía con la demanda…
—Espero en serio que no te afecte. ¡Ha sido un gran cambio en mi familia! Mi mamá está muy contenta y ansiosa a partes iguales. ¡Yo muero por conocer a mi tía!
—¿No la has ido a ver?
—Non. No queremos forzar nada, que todo sea gradual. Además ella no me conoce. Tuvo el accidente mucho antes que mi maman se embarazara de mí. —Marinette suspiró— Así que todo con calma. Al menos ya sabe que existo.
—¿Te mueres por conocerla, verdad ma lady?
—OH SÍ. A diferencia tuya, yo no tengo ningún tío directo. Ni primos.
—¡Ah, cierto! Espero que puedas conocerla pronto.
—Así será. Iremos a la residencia mañana como familia a celebrar el año nuevo. Ahí me van a presentar.
El que Bridgette hubiera despertado trastocó todos los planes que la familia Dupain–Cheng tenía para fin de año. No eran grandes planes, tan solo una cena familiar y cosas así, pero habían decidido tomar camas y petacas y llevarlo todo a la residencia a pasar el año nuevo con la chica, ahora que había despertado y ansiaba por volver a la normalidad. Incluso le llevaban algunos regalos y sobre todo, Marinette podría conocerla. Bridgette ya sabía que existía, casi había muerto de la emoción, y también tenía ganas de saber quién era su sobrina y poder sacarse una foto con ella. Se notaba a leguas la alegría de Marinette y Adrien no pudo evitar sino acariciarle el rostro.
—¡Me alegra que la puedas conocer!
—G – Gr – Gracias. —Marinette hizo un puchero y se armó de valor una vez más— ¿Puedo hacer una pregunta?
—Dime.
—¿Vas a pasar el año nuevo en la mansión?
—¡Ni me lo recuerdes! Ahora con abuelo sumado. Pero eso no es novedad: lo más probable es que Gabriel no quiera hacer nada especial.
—Ya sé. Es que verás… yo… este… tenía ganas de pasar el año nuevo contigo. Tenía planeado algo divertido una vez que pudiera escaparme de mi familia, pero como que ya no podrá ser…
—¡Ma Lady! ¡Estamos Muy Pequeños Para Propuestas Indecentes!
—ZAPE—
—¡No Seas Payaso! Tengo listo un pequeño picnic en los tejados de Notre Dame. —Marinette arrugó la nariz— Y… me preguntaba si querías pasar esta noche conmigo. No quisiera desperdiciarlo todo y… menos me gustaría que no tuvieras un lindo recuerdo de fin de año.
—¿Me estás invitando a salir?
La nariz de Marinette casi explotó en una hemorragia severa.
—Sí. No habrá fuegos artificiales, pero…
—¡No tengo problemas! Este gato nunca rechaza una invitación de su princesse.
—¿En serio?
—¿Dónde nos juntamos y a qué horas? ¿Tengo que ir bien vestido?
—En la aguja de Notre Dame. A las 22. ¡Como Chat Noir nada más! —Marinette hubiera muerto de felicidad ahí mismo. ¡Si tan solo confesarle sus sentimientos fuera igual de fácil! —Te estaré esperando… y llevaré una tarta de queso brie solo para Plagg.
—¡¿La escuchaste, cachorro?! Ella sí me sabe tratar.
Adrien sonrió de costado y se puso de pie al mismo tiempo que Marinette. Ambos activaron su transformación al mismo tiempo, sin mucho más que hablar, excepto cuidarse de que nadie más los viera.
—Esta noche a las 22 entonces. Ahí estaré.
—Más te vale gato, o no te vuelvo a organizar un picnic.
—¡Pierde cuidado ma lady! —Chat Noir hizo una reverencia divertida— No soy de los que dejan plantados. —añadió guiñándole un ojo.
Esto hizo que Ladybug se pusiera roja, pero de vergüenza y disgusto.
—¡CHAT!
—¡Jejejejeje, ahí te ves ma lady!
Y sin decir mucho más, y tras mandarle un beso, Chat Noir se fue en la dirección de la mansión Agreste. Ladybug bufó frustrada, pero al mismo tiempo contenta consigo misma. Se quedó un rato viéndolo a la distancia antes de que ella misma emprendiese su camino de regreso a la panadería.
Tenía muchas cosas que coordinar después de todo.
Continuará
Por
Misao – CG
Publicado el domingo 16 de mayo de 2021
Próximo capítulo: Primeras conversaciones
—¡Claro que lo tiene! Es la marca de la familia, pero es mil veces menos tóxico que Père. —Chat Noir suspiró angustiado— Muero por irme de la mansión… ma lady… si no me voy, hasta puede que me mate.
—¿Te quieres matar?
—¡Claro que no! Pero de verdad pienso que Père sería capaz de hacerlo. —reconoció con sincero temor. Ladybug sintió un apretón en el corazón y lo rodeó con el brazo.
Notas finales: Como dijeron en las reviews, Adrien tendrá que caminar esquivando las minas… la dinámica en casa se va a poner bastante complicada. Y por supuesto que era de esperar que Bridgette estuviera con el ánimo por el suelo en la rehabilitación: no se convence de que en verdad ahora está atada a una silla de ruedas. Hay que tenerle paiencia nada más.¡Gracias por darme una oportunidad!
Por favor, cualquier error, gramatical o de ortografía, me lo dicen para poder arreglarlo si corresponde. ¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!
BRÚJULA CULTURAL:
Traída a ustedes gracias a la magia de Google, Wikipedia y otros sitios afines.
Alquimia: (del árabe الخيمياء [al-khīmiyā]) es una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte. La alquimia fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua Grecia y el Imperio romano, en el Imperio islámico y después en Europa hasta el siglo XVIII, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2500 años.
La alquimia occidental ha estado siempre estrechamente relacionada con el hermetismo, un sistema filosófico y espiritual que tiene sus raíces en Hermes Trismegisto, una deidad sincrética grecoegipcia y legendario alquimista. Estas dos disciplinas influyeron en el nacimiento del rosacrucismo, un importante movimiento esotérico del siglo XVII. En el transcurso de los comienzos de la época moderna, la alquimia dominante evolucionó en la actual química.
Actualmente es de interés para los historiadores de la ciencia y la filosofía, así como por sus aspectos místicos, esotéricos y artísticos. La alquimia fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas, y muchas de las sustancias, herramientas y procesos de la antigua alquimia han servido como pilares fundamentales de las modernas industrias químicas y metalúrgicas.
Aunque la alquimia adopta muchas formas, en la cultura popular es citada con mayor frecuencia en historias, películas, espectáculos y juegos como el proceso usado para transformar plomo (u otros elementos) en oro. Otra forma que adopta la alquimia es la de la búsqueda de la piedra filosofal, con la que pretendía conseguir tanto la vida eterna como la transmutación de cualquier metal en oro.
En el plano espiritual de la alquimia, los alquimistas debían transmutar su propia alma antes de transmutar los metales. Esto quiere decir que debían purificarse, prepararse mediante la oración y el ayuno.
Quimera: (en griego antiguo Χίμαιρα, animal fabuloso) era un monstruo híbrido, que aparece generalmente como hija de Tifón y de Equidna, aunque para el poeta Hesíodo la madre de la Quimera está designada por un pronombre que puede referirse tanto a Equidna como a la Hidra de Lerna. La quimera vagaba por las regiones de Asia Menor aterrorizando a las poblaciones y engullendo animales, y hasta rebaños enteros. Es posible que de su unión con Ortro nacieran la Esfinge y el León de Nemea.
Las descripciones varían desde las que decían que tenía el cuerpo de una cabra, la cola de una serpiente o un dragón y la cabeza de un león, hasta las que afirmaban que tenía tres cabezas: una de león, otra de macho cabrío, que le salía del lomo, y la última de dragón o serpiente, que nacía en la cola. Se dice que escupía fuego.
Quimera fue derrotada finalmente por Belerofonte con la ayuda de Pegaso, el caballo alado, a las órdenes del rey Yóbates de Licia. Hay varias descripciones de su muerte: algunas dicen simplemente que Belerofonte la atravesó con su lanza, mientras que otras sostienen que la mató cubriendo la punta de la lanza con plomo que se fundió al ser expuesto a la ardiente respiración de Quimera.
Efecto Pigmalión: En psicología y pedagogía, se refiere a la potencial influencia que ejerce la creencia de una persona en el rendimiento de otra. Supone, por tanto, algo importante de conocer y estudiar para los profesionales del ámbito educativo, laboral, social y familiar. El nombre efecto Pigmalión debe su nombre al mito griego de Pigmalión, un rey escultor que se enamoró de la estatua que había tallado, y, al final, esta acabó cobrando vida, se casaron y vivieron felices para siempre.
El efecto Pigmalión se puede identificar de las siguientes maneras:
1. Suceso por el que una persona consigue lo que se proponía previamente a causa de la creencia de que puede conseguirlo.
2. "Las expectativas y previsiones de los profesores sobre la forma en que de alguna manera se conducirán los alumnos determinan precisamente las conductas que los profesores esperan." (Rosenthal y Jacobson).
3. Una profecía autocumplida es una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se cumpla.
