He estado pensando al respecto y aunque inicialmente tenía un plan para publicar este fic voy a cambiarlo. La razón es que quiero dedicarme a otras historias, ya pasé mucho tiempo escribiendo ésta, desde que la inicié y la dejé inconclusa y ahora que la he terminado ha pasado mucho tiempo. Temo arruinarlo en el proceso de publicación.
Así que comenzaré a subir los capítulos más rápido. Espero que les guste y pasen un buen rato leyendo y al final me lo hagan saber, es lo único que pido, que la pasen bien en esta historia como por mucho tiempo lo he pasado yo.
Espero poder volver a publicar pronto historias que tengo pendientes y que creo que al terminar con la publicación me permitiré continuar con ellas.
Gracias de antemano por su lectura, perdonen si guardo silencio entre capítulos, esto será rápido.
…
"Y piensas que todo está perdido
Que el mundo se va a acabar
Que ya no importa nada
Y que te vas a morir
Te vas a morir... de cualquier forma"
Solo, Zoé
…
V
Imperfecto
…
Despertó de una terrible pesadilla: Mai le hablaba al oído, la había escuchado mientras él descuartizaba uno a uno de sus oponentes. Estaba empapado de sudor, se sintió sucio y pegajoso. Podía sentirse así el resto de su miserable vida y nunca acostumbrarse a pesar de seguir viviendo como una rata.
Giró un poco la cabeza y reconoció a Aaer y a Dorian rodeándolo. Estaban en el área de enfermería.
Y también estaba él. Trunks sintió que un nudo se atoraba en su garganta.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Aaer.
Los dos se inclinaron hacia él y Trunks se hundió en la almohada.
—Déjenle espacio —habló Bardock ofuscado.
—Nos preocupaste, amigo… —dijo Aaer antes de salir tras Dorian.
Pasaron unos minutos antes de que Bardock dejara su guardia junto a la puerta, tomara una silla y la volteara para sentarse a horcajadas junto a la camilla. Durante todo ese tiempo Trunks había apretado las sábanas ligeramente sin mirarlo directamente.
—Síndrome de estrés postraumático.
—¿Eh?
—Eso es lo que te pasa muchacho —dijo Bardock— y es muy frecuente aquí.
Trunks no supo qué contestar. ¿Es que estaba enfermo?
—Mira, no tienes por qué contarme lo que te ha pasado, es obvio que yo no te inspiro confianza… pero estoy seguro de que encontrarás ayuda en alguno de nuestros compañeros.
Trunks continuó en silencio, sabía que le debía una disculpa, pero las palabras no se ordenaban en su mente. Finalmente Bardock gruñó bajo y se puso de pie, antes de salir giró su rostro para verlo.
—Eso que estás planeando… créeme, terminar con tu vida no solucionará ya nada.
Trunks estrujó las sabanas con los puños y tragó duro. ¿Cómo sabía? ¡No! ¿Cómo se atrevía? ¡Él no sabía nada! No tenía derecho a opinar. Trunks sintió que la rabia le subía por el esófago, ardiendo, casi saliendo de su sistema como vomito de lava. El cuerpo le comenzó a temblar. Se sentía tan mal, estaba enfermo, enfermo de eso que le había dicho. Enfermo de todo, de su vida, envenenado de todo lo que le rodeaba.
Se sentía muy cansado y desorientado, muy desorientado. Se suponía que tenía un plan, ¿no?, terminar con todo, así que cómo diablos había terminado ahora allí.
Primero, había querido salir de aquel lugar de inmediato, todas esas mujeres lo habían abrumado.
Segundo, todo aquello que hacia el Ejército de Paz en palabras de Manriki sonaba estupendo, sí claro, pero en verdad había aceptado cualquier cosa porque para ser sincero ningún lugar sería bueno para él. Porque ya no tenía a ningún lugar a donde ir.
Tenía que terminar con todo y rápido, y la idea de poner a otros en riesgo ya no le gustaba, eso era innecesario.
«Sólo soy un problema —pensó—. Soy incapaz de solucionar algo.»
Que el infierno se lo llevase de una vez, quizá arder eternamente doliera menos.
—No puedo Mai… lo siento papá.
Como no contaban con enfermeros en la nave estuvo el resto del tiempo solo. Sin tener idea del tiempo que había pasado finalmente se puso de pie. Su espada y arma estaban colgadas a un lado así que las tomó y salió del cuarto.
Caminó por los pasillos de la nave hasta dar con el lugar que estaba buscando. Generalmente tenía muy buena memoria y orientación, pero esta vez le costó encontrar el lugar al que se dirigía. Se pasó una mano por la cara, las manos le temblaban, quizás estaba así por la ansiedad que sentía.
«Se acabará pronto.» se reconfortó.
Había querido moverse más rápido y entrar en absoluto silencio, pero no pudo. Torpemente se introdujo en el reducido hangar. Trunks sintió un profundo alivio cuando encontró lo que buscaba. Dentro del hangar había 4 naves de cuatro puertas, se montó en la primera. En un rápido vistazo se familiarizó con los controles, todo era muy básico, al menos estuvo seguro de cuáles eran los controles que manipulaban la nave.
Usó su dispositivo de muñequera para encender la nave y abrir la compuerta. Y tan rápido como exhalar estaba navegando en el espacio. El espacio exterior, hasta donde sabía él se veía igual al de su universo.
Muy pronto la nave madre desapareció de su vista. Entonces Trunks experimentó un sentimiento de vacío completo en la soledad del espacio. Las lágrimas inundaron sus ojos y resbalaron por sus mejillas, imparables.
Tragó duro y buscó un blanco. Un planeta deshabitado, del que no percibiera ningún ki. Pero no podía percibir nada de ninguno, quizás todos estuvieran deshabitados, entonces Trunks encontró la solución, una luna, un cuerpo lo suficientemente grande.
Y de pronto fue como si el dolor se pudiera drenar, Trunks sonrió lentamente, si todo salía bien pronto abandonaría todo atrás. Se abrazó con fuerza y alivio, y dejó ir la nave sola.
Cerró los ojos y pensó en su madre, en su padre y en Mai. Los fríos inviernos de su niñez pintados de rojo, las altas fogatas crepitando bajo el cielo gris. La rozada sonrisa y el sutil aroma de su madre. La salada brisa de las olas y los golpes de Gohan bajo su piel, su voz, la voz de Vegeta, la voz de todos tronado en su mente animándolo a luchar más fuerte.
«Esta no es la solución Trunks.»
Profunda y clara, la voz de Bardock llenó la nave.
—¡Dejame! —gritó Trunks y buscó los controles con una mano temblorosa.
«Así no solucionaras nada —insistió—, detén la nave, eres más fuerte que todo…»
—¡Tú no sabes! ¡Déjame en paz!
«¡Trunks detente!»
«¿Qué estoy haciendo?»
Trunks miró la luna cubriendo la totalidad de su visión, una luz amarilla lo cegó antes de poder pensar en algo más.
El cuerpo celeste explotó.
…
Bardock alcanzó los restos de la pequeña luna unos minutos después. Su nave rodeó lentamente el lugar, esquivando los meteoritos. Tardó otro par de minutos en encontrar el cuerpo del medio sayajin. Abrió el capo de la nave y acomodó el cuerpo dentro.
Lo primero que hizo fue revisar el pulso.
«Estúpido muchacho —pensó—. ¿Cómo pensaste en matarte así?».
Y es que Trunks estaba muy mal herido, pero no estaba muerto, al hacer explotar la luna la nave se había destruido y por ende causado un montón de daño, afortunadamente no la muerte. Bardock intentó hacer un reconocimiento rápido de todas sus heridas. Un gran golpe en la cabeza que le sangraba profusamente, un hombro dislocado, una pierna quebrada, quizás las dos, por los moretones de su torso al menos un par de costillas. El mayor problema podría ser lo interno, pero viéndolo bien sobreviviría.
Tomó la banda que llevaba en la cabeza y se la ató apretando la herida de su cabeza.
…
Dolía. Dolía como el infierno. Respirar era como meter fuego dentro.
«¡Estoy muerto!»
Trunks abrió un ojo con mucho dolor. La luz le cegó momentáneamente y entonces todas sus torturas lo aquejaron.
Le dolía una pierna, un brazo y el torso… ¡La cabeza, Dios mío!
—¿Quéee…?
—¡No te muevas!
Una enfermera de piel melocotón se acercó a su campo de visión. Trunks intentó moverse pero el dolor se le clavó como un montón de agujas en todo el cuerpo.
—Trunks, deja de intentar moverte.
La voz de Bardock lo distrajo de sus fútiles intentos. El alto hombre entró en su campo de visión y se acercó hasta estar frente a él.
Los oscuros ojos lo examinaron por unos segundos hasta que sonrió de lado.
Trunks sintió un peso invisible en el pecho.
«No morí» pensó.
—Gran idea la de estrellarte contra una luna —se mofó el mayor.
—¿Por qué yo…
—No te esfuerces, deja de hablar —lo interrumpió Bardock tajantemente—. Estás muy débil y te dormirán otra vez.
—Yo no quiero dormir —musitó Trunks.
—Nadie te ha preguntado si quieres o no, es necesario, te diste un golpe muy fuerte.
Trunks intentó objetar, pero la voz no le ayudó. Sintió a la enfermera pasar a su lado y un rato después se hundió en la inconciencia.
…
Despertó otra vez desorientado. Por un momento se preguntó quién era. Tenía un intenso zumbido de oído, la boca muy pastosa y un dolor agudo en el vientre que tardó en reconocer como hambre.
Trunks recordó lentamente lo que le había pasado. Lo que había hecho. No había muerto, pero al parecer sí se había lastimado gravemente.
Con el único ojo con que podía ver examinó el lugar en el que estaba. Era una habitación de hospital pintada de color celeste. La cama en la que estaba tenía sábanas guindas y, ahora que lo veía, él estaba conectado a un montón de aparatos.
Había uno enrollado en su brazo izquierdo que se inflaba y le provocaba un dolor pasajero. Su brazo estaba pinchado y por él entraba una sustancia verde intenso.
Estaba sólo, pero ya recordaba haber visto a Bardock.
Tenía mucha sed, maldita sea. Quizás si llamaba a la enfermera. Hizo un intento por hablar, pero su voz no era lo suficientemente fuerte. Después de un rato cayó en cuenta que tenía el botón de emergencia en su mano izquierda, justo bajo su pulgar.
Trunks lo presionó y miró con aprensión hacia la puerta. Unos minutos después la puerta se abrió y la misma enfermera de piel melocotón asomó por la puerta.
—Vaya —dijo y sonrió mientras caminaba hacia la cama—. Veo que ya despertaste. ¿Cómo te sientes? Fatal, ¿no?
—Agua… —articuló Trunks.
—Agua, te la traigo ya.
Trunks la miró salir y después vio entrar a Bardock. El semblante del sayajin se veía relajado y Trunks pensó que bastante animado si se atrevía a adivinar a pesar de conocerlo muy poco. Aquel buen humor le hizo sentirse desmoralizado.
—Que bien que has despertado.
Trunks no respondió. La enfermera entró apresurada con un vaso de agua y una pajilla. Trunks bebió con desesperación.
—Bebe despacio —le indicó la mujer—. No tan rápido.
De cualquier forma Trunks se terminó el agua a la velocidad de la luz. La enfermera salió por otro.
—¿Dónde estoy?
—Estamos en el planeta Berunes, en un hospital.
—¿Cu-cuánto tiempo llevamos aquí?
—Una semana, te has pasado casi todo el tiempo dormido.
«Una semana —pensó Trunks—. Maldición».
Bardock soltó una risita que parecía más un bufido.
—Eres un chico tonto ¿Sabías? ¿Qué pensabas al estrellaste con esa luna? —Negó con la cabeza—. Estaba seguro de que no me escucharías.
Trunks sintió un nudo que le cerró la garganta. Las lágrimas acudieron a sus ojos y no pudo evitar que rodaran por sus mejillas y terminaran empapando la almohada bajo su cabeza.
—¿Por qué… cómo supiste?
—No iba a permitir que cometieras semejante estupidez.
—Eso no era asunto tuyo —farfulló Trunks, el dolor salía atropellado de sus labios—, debiste dejarme morir allí.
—¿Así?... Bien, pues no lo hice —soltó Bardock con cierta ironía en sus palabras—, ahora puedes salir de aquí y estrellarte con un sol o superarlo como sólo un sayajin lo haría.
Trunks apretó los dientes, se encontraba mallugado y postrado en vez de muerto.
—Una cosa más —dijo Bardock—, debes alimentarte— Trunks giró la cara hacia otro lado—, de lo contrario te pondrán el tubo de alimentación —en este punto Trunks volteó a mirarlo. El mayor sonrió ante la frustración e ira claramente en los ojos celestes.
La enfermera se colocó a su lado.
—¿Entonces comerás o te colocamos la sonda?
Trunks elevó una ceja en señal de reto.
—Te recuerdo que puedo volver a dormite y que estás enyesado.
Bien, estaba mallugado, vendado y enyesado y sí, moría de hambre, ojalá lo dejaran morir de hambre en paz, pero incluso se negaban a darle ese placer.
—Bien…
—Supongo que ése es un "bien comeré" —dijo la enfermera.
Los siguientes días Trunks los pasó en una especie de duerme vela, en cuanto le aplicaban el medicamento se dormía y cuando despertaba se mantenía en un extraño sopor, para cuando el medicamento empezaba a perder efecto rogaba internamente que le dieran la dosis.
—Escúchame bien —dijo Bardock al cumplirse los doce días —, si quieres salir de esa cama deberás romper el yeso tú solo.
Trunks pasó un día entero pensando en eso. Casi tenía la certeza de que sus huesos habían sanado y que quizás podía ponerse de pie. Sin embargo al amanecer sentía como su vida se filtraba sin ningún interés, se sentía incapaz de levantarse, estar hundido en la cama era lo único que sentía que podía hacer, las noches en vela, el dolor, todo le era insoportable. Le era insoportable pensar en seguir en cama tanto como levantarse de ella.
Al cumplirse el catorceavo día se dio cuenta de que los dolores habían desaparecido. Que el dolor dentro de su cabeza y de su pecho no era físico, sino emocional.
Un enorme llanto le atacó durante la noche. Había intentado quitarse la vida, su vida, la vida que su madre le había dado con tanto amor, la vida que con tanto valor había protegido.
En ese punto sentía que su alma se había desgarrado y que nunca podría volver a sanar. Nunca podría recuperar lo perdido, ni volver a sentir alegría, mucho menos lo que era la felicidad. Ese sentimiento que poseía cuando había paz en su mundo, cuando su madre estaba con él, cuando conoció y su padre al fin le amó, cuando el amor que sentía por Mai le proporcionaba una razón más para luchar, para creer en que los sueños que creía más inalcanzables podían materializarse.
Una parte de él estaba arrepentido de su decisión; otra simplemente lamentaba no haber alcanzado el cometido, una pensaba que era lo correcto estar con vida; otra que aún le era preferible la muerte.
Quizás sólo tenía que aceptar que todas esas cosas habían ocurrido y que él no había podido impedirlas, pero se mentiría así mismo, porque clavado hasta lo más profundo de su ser creía que ése era su deber, desde siempre y que había fallado, en todo. Terriblemente.
¿Cómo podía continuar después de perderlo todo? No tenía las fuerzas para continuar.
Sí, se lo había prometido a Mai, pero en ese momento le habría prometido hasta las estrellas. ¿Ella había pensado en verdad en lo que le había pedido?
Sí, con toda seguridad, pero no podía saber que él no podía cumplir con su palabra. Porque no podía, era imposible.
Era imposible, imposible. Imposible.
¿Qué había hecho? Si Bardock no hubiera ido tras él a intentar detenerlo, entonces…
Pero esa incertidumbre que sintió al final, ¿había sido miedo, arrepentimiento, juicio?
Trunks se preguntó realmente cómo había hecho Bardock, cómo había continuado el resto de los miembros del ejército.
¿Y qué tal si él también podía continuar? Tal vez debía cumplir en verdad con Mai. Tal vez debía de dar gracias por su vida y pedir perdón en silencio a sus padres.
El dolor de imaginarse a su madre viendo en lo que se había convertido. La decepción en los ojos de su padre. No debía volver atrás, debía seguir, sin importar lo que pasara, esas habían sido sus palabras.
«Y no se te ocurra regresar nunca más».
Porque nunca más debía ser débil, nunca regresar al pasado. Ése era el significado implícito. Y se lo había prometido.
Cuanto había asegurado a los que más amaba, no sabían cuánto dolor conllevaba.
No podía ser débil. Odiaba tanto que su padre se lo dijera, su espíritu ardía más cada vez que su padre le instaba a romper sus límites.
No sabía si podía ponerse de pie, pero Bardock ya lo había dicho, tenía que hacerlo sólo.
«Esta no es la solución, Trunks.»
¿Y cuál era? ¿Por Kami cuál era? ¿Cómo saldría adelante?
Comenzó por sentarse derecho y tantear el yeso de la pierna. Adentro podía mover los dedos y la rodilla ligeramente. Metió los dedos por debajo del plástico endurecido y tiró hacia arriba, el material fibroso rápidamente cedió a su fuerza, lo abrió con los dedos de ambas manos hasta el linde del pie y luego arrancó con fuerza el algodón y la tela, abajo la piel estaba roja y tierna. La frotó un rato y luego, elevando lentamente la pierna, se sacó el yeso de abajo y lo arrojó al suelo.
Se tomó un tiempo para retirarse la bata, no llevaba puesto nada más, salvo los vendajes en el pecho, los desprendió con cuidado de no arrancarse el catéter o los electrodos, pues lo último que quería era que las enfermeras entraran y lo encontraran desnudo sobre la cama.
Se retiró la venda del torso, había sanado pese a los enormes cardenales que tenía.
Luego de todo ese renovado movimiento Trunks se colocó la ligera bata y se observó en penumbra por un buen tiempo.
Después de mitigados todos los dolores sentía como si se reencontrara con su cuerpo. Nunca pensó poder volver a experimentar alivio, pero el alivio estaba allí, ahora era medianamente libre y el alivio de su cuerpo era real y satisfactorio. Cansado se durmió por primera vez no de madrugada, pero aun así las pesadillas plagaron sus sueños.
…
El día lo encontró con regaños y reclamos del personal hospitalario, pero Bardock sonrió desde el marco de la puerta apenas le vio.
A la hora de la comida le llevaron una silla de ruedas y Bardock le obligó a sentarse en ella. Luego lo sacó de la habitación y le llevó por los pasillos, Trunks no se había preguntado hasta el momento en qué tipo de planeta se encontraba, planeta que al parecer era muy luminoso. Por los grandes ventanales del hospital pudo ver purpuras plantas extenderse más allá de su campo de visión, dejando traspasar la intensa luz cálida del día.
Fueron a la cafetería y Bardock se hizo rápidamente de un banquete.
—Tienes que comer abundante —le exigió.
Trunks hizo un puchero, pero comer fuera de la cama le trajo otra satisfacción de sabor extraño, se dio cuenta de que podía comer en abundancia y que eso le sentaba bien. Su estómago se lo agradecía.
—En verdad… no puedo más —dijo al cuarto plato.
—Tu estomago está resentido —dijo Bardock seriamente, Trunks pensó que quizás había cierta comprensión en su mirada —, has pasado mucho tiempo mal alimentándote.
Pese a que el ánimo de Trunks no mejoró mucho durante los siguientes días, no tuvo objeciones para comer ni para seguir el tratamiento.
Bardok agradeció internamente que al menos se portara como un buen paciente.
—¿A dónde iremos? —preguntó Trunks el día que al fin lo dieron de alta y se embarcaron en la nave.
—De regreso al escuadrón —contestó Bardock.
Trunks se hundió en el asiento
En el momento en que Bardock inició la nave el comunicador sonó.
—Rayos Bardock —dijo una voz que Trunks reconoció como la de Aer.
—¿Qué sucede? —respondió Bardock.
—¿Que qué sucede? Eso te pregunto yo a ti. ¡Diablos! ¿Dónde te has metido todo este tiempo? Hemos perdido a ese chico, Trunks.
—Trunks está conmigo. Deja de preocuparte.
—Yo no me preocupo —contestó Aer con un tono de voz que evidenciaba lo contrario—, pero el capitán sí lo está. Nos han convocado a la base y nos faltan dos naves además de dos tripulantes.
Bardock soltó un gruñido.
—Incluso algunos piensan que has desertado.
—¡Yo no he desertado!
—Vale te creo
—Estábamos muy ocupados, nos veremos allá —y cortó la comunicación.
El silencio se hizo en la cabina. Trunks era consciente de que había robado y estrellado una nave, y que muy seguramente tendría que pagar por ella…
Bardock por el contrario tenía la mente puesta en cosas muy, muy diferentes.
Así pues partieron de regreso. Esta vez Trunks se dedicó a ver el espacio pasar, las estrellas brillando a lo lejos, las extrañas superficies y los variados colores de los planetas que transponían. Además del milagroso alivio que días pasados había experimentado, aquellas visiones le maravillaron, parecía increíble que el asombro cupiera en su azotada mente.
…
Antes que nada, quiero dejar en claro que respeto mucho la posición de cada quien en cuanto al suicidio e independientemente de mi opinión, al menos en esta historia, Trunks ha recurrido a eso por todas las razones que antes ya traté de explicar y que creo que podrían llevar a cualquier persona cuerda a perder el deseo de vivir. Si alguien sabe recibir embates de la vida es él, así que tengan por seguro que luchará.
¡Envíen un review para ayudar a Trunks con su pena!
Sailor Moon by Naoko Takeuchi
Dragon Ball by Akira Toriyama
