Slade

Esta historia no es mía; fue escrita por Laurann Dohner. Esta es una adaptación (sin fines de lucro) de su trabajo con personajes del anime/manga Fairy Tail, creados por Hiro Mashima. Esta es la segunda novela de la larga saga de Nuevas Especies. Algo interesante de esta saga es que no necesariamente tienes que seguir el orden para entender lo que está pasando, aunque si lo haces, puedes comprender mejor la historia de algunos personajes.

Espero que disfruten la historia tanto como yo y si es así, los invito a leer la novela (Slade) en su idioma original, inglés, ya que tengo entendido que no se ha traducido de manera oficial al español.


***Advertencia***

El contenido de esta historia es fuerte, contiene escenas de sexo y violencia, tanto explícitas como implícitas. Lean bajo su propio riesgo.


Actualizaciones los miércoles y domingos


Capítulo Cuatro

Gray cambió el peso de Juvia ligeramente. Ella colocó los brazos sobre sus hombros y trató de no deslizarse por su espalda. Gray metió los brazos por debajo de sus rodillas dobladas y se cogió las manos en la cintura.

"Puedes bajarme. Puedo caminar. Mi rodilla no esta tan mal. "

"Estoy bien. Quiero hacer un kilómetro antes de que el sol se oculte completamente. Seguiremos avanzando mientras haya luz."

El cielo se escureció. El viento era frío. Juvia tenía frío en la espalda, pero su cuerpo estaba calentito donde se presionaba contra Gray. Sus brazos le dolían de aferrarse a él y trató de ignorar el dolor de los muslos.

"Tienes que estar cansado, Gray. Vamos. Bájame. Soy pesada. Sé que eres fuerte, pero esto es un poco exagerado. Has dicho que ya hemos recorrido unos pocos kilómetros. Por lo menos ralentiza el ritmo. Te agotarás. "

"Cállate," le ordenó. "Estoy tratando de convencerme de que no estás aquí. Metes la pata cada vez que hablas. "

"Capullo."

"Eso no fue un insulto, pero no eres tan ligera como una pluma. Estoy tratando de olvidarme de que estás aquí para convencerme de que no me duelen los músculos."

Se mordió el labio. "Lo siento. "

"Cállate," suspiró.

Ella dejo de hablar y lanzó una mirada alrededor de la zona. Gray podía moverse, caminar más rápido de lo que ella podría correr. Sólo se desaceleró cuando subían cuesta arriba o si tenían que pasar por encima de un tronco caído. Habían tenido que hacerlo dos veces.

"¡BOOM!" Pausa. "¡BOOM! ¡BOOM! "

"¿Qué fue eso?" El corazón de Juvia comenzó a correr.

Gray se detuvo, inclinó la cabeza levemente y se tensó. "Deben de haber encontrado a Bart."

"Eso fueron disparos, ¿no?"

"Tres tiros. Si. " Gray comenzó a caminar de nuevo. "Supongo que no les ha importado que fuera humano. "

Juvia no pudo contener las lágrimas que brotaron de sus ojos. Esos hombres no habrían disparado si no hubieran tenido la intención de matarlo. Bart estaba seguro de que no le matarían porque no era uno de la nueva especie. Él sólo era un chico asustado y no se merecía morir.

"No llores por él, Doc.," gruñó Gray. "Sé que esto es duro, pero sobrevive primero y llora después. No puedes hacer nada por él."

Ella luchó contra el impulso de llorar, sabía que Gray tenía razón. Ellos morirían si esos hombres daban con ellos. Gray se movió más rápido y Juvia se aferró a él. Gray desaceleró un poco pero siguió caminando.

"¿Cómo puedes ver?"

Gray respiraba ahora pesadamente. "Mi visión nocturna es mejor que la tuya. No puedo ver muy bien, pero no tropezaremos con nada. "

"Necesitas descansar."

Gray pronunció una maldición suave cuando se detuvo. Sus brazos se deslizaron de debajo de las rodillas. Juvia gimió cuando él la bajo al suelo. Sus rodillas estaban un poco inestables. Estaba tan oscuro que ni siquiera podía verlo. Ella saltó cuando sus manos le tocaron la cintura.

"Camina por aquí. Yo te guio. Vamos a descansar solo un poco. Seguirán buscándonos si tienen linternas, aunque irán más lentos. Caminé sobre las rocas todo lo que pude para ocultar nuestras huellas y sé que no trajeron perros de caza. También estamos a favor del viento y les será más difícil olernos. "

La ayudó a sentarse sobre la hierba suave. Ella se movió y se golpeó el codo con algo duro.

"No nos pueden oler, Gray. Las nuevas especies tienen esa capacidad pero los humanos no. "

"Siempre me olvido de eso. " Hizo una pausa. "Hay un árbol pequeño a tu lado así que ten cuidado."

"Gracias. Apenas puedo ver mi mano delante de mi cara. " Juvia miró hacia el cielo. "Ni siquiera veo la luna. "

"El Bosque es demasiado denso en este camino. Los árboles son gruesos. Eso es bueno para nosotros."

"¿No deberíamos ir hacia atrás y tratar de encontrar la carretera?"

"No." Gray se movió hacia ella. Le rozó un pecho con los dedos y retiró la mano al instante. "Lo siento. Dame la bolsa. "

Juvia se la sacó y se la tendió en la dirección que pensaba que estaba Gray. La cogió y escucho como abría la cremallera, después Gray le puso algo contra el brazo.

"Es todo lo que tenemos por lo que sólo puedes tomar un sorbo. Espero que encontremos agua pronto. "

Juvia destapó el agua embotellada y tomó un sorbo para calmar la garganta seca. Tomó otro sorbo pequeño antes de poner el tapón.

"Gracias. Toma."

Su mano rozó la de ella cuando él cogió la botella. Lo oyó tomar un sorbo.

"¿Por qué no buscamos la carretera?"

"Podrían tener a más personas buscándonos por todos los caminos posibles. Eso es lo que yo haría si quisiera cazar a una presa. Estamos más seguros perdidos. Todos nuestros vehículos tienen sistemas de seguimiento. Puede ser que le lleve un tiempo a mi pueblo localizar la señal, pero sabrán dónde buscar. Jellal conocía nuestra ruta. Ahora él sabrá que algo nos pasó. Tendríamos que haber llegado antes de que oscureciera. Me llamará al móvil y cuando no responda, sabrá que tenemos problemas. Nos quedaremos aquí. Mi gente nos encontrase antes que los humanos. "

"¿Crees que tu pueblo nos encontrará antes de mañana?"

Gray vaciló. "No sé, Doc. "

"Tengo un nombre, ya sabes. Es Juvia. ¿Te mataría usarlo? "

Silencio. "No me mataría. "

Juvia respiró hondo. Había tenido un día infernal, no se sentía bien, le dolía todo el cuerpo y el hambre le arañaba el vientre. Su nivel de frustración creció. "Pero no lo vas a usar, ¿verdad? ¿Por qué tratas siempre de molestarme? ¿Qué te hecho yo a ti? "

Pasaron unos largos minutos en silencio. Juvia negó con la cabeza, sabía que Gray no le iba a contestar. Una mano le tocó el brazo y se sobresaltó. No había esperado eso.

"Vamos a descansar. Deberíamos dormir un par de horas mientras podamos. "

"¿Y si nos encuentran? ¿No debería uno hacer guardia? "

"No. Estamos a favor del viento. Los olería si estuvieran tan cerca de nosotros. Voy a acostarme a tu lado. Puedes usarme como almohada, Doc. Necesitas el calor de mi cuerpo para mantener el calor. "

"No, gracias."

Le oyó resoplar o reírse, no sabía que fue. "Está haciendo mucho frío y el suelo es duro, Doc. Cuando te canses de pasar frio puedes acurrucarte a mí. Buenas noches. "

Juvia se tendió sobre su espalda. Su visión se ajustó un poco a la seguridad y casi podía ver su silueta en el suelo. El viento soplaba más frío a medida que pasaba el tiempo. Juvia se acostó a unos cuantos centímetros de distancia de Gray. Se volvió de lado y usó su brazo como almohada. El hambre y el cansancio le fastidiaban. Mientras yacía allí surgió otro problema.

"¿Gray?"

"¿Qué?"

"Tengo que ir al baño. "

Él suspiró. "Está bien. " Se sentó. "Dame tu mano y te llevare en la dirección contraria del viento. "

"¿Por qué?"

Él vaciló. "No quiero oler a orina. Y realmente no quiero estar a favor del viento si tienes que hacer algo más que orinar. "

"Oh. " Ella se ruborizó. Nunca había pensado en eso.

Él tiró suavemente de Juvia para que se pusiera de pie y ella lo siguió. Caminó unos seis metros y se detuvo. "Puedes hacerlo aquí. Me retiraré unos quince metros. Y haré pis también"

"¿Cómo sé que no mirarás?"

De repente se echó a reír. "Soy pervertido Doc., pero no tanto. Volveré muy pronto así que date prisa. "

Habían pasado quince años desde la última vez que Juvia había ido a acampar. Ella se desabrochó los pantalones y los dejó caer. Rezó para que Gray no estuviera mirando. Lo escucho orinar y sonrió. Le hubiera gustado ser un hombre en ese momento. Rápidamente terminó y se subió la ropa. Ella dio un paso hacia adelante y esperó.

"Espero que no te limpiaras con esta mano," bufó en voz baja. "Dime si lo hiciste y no te agarro de esta. "

"No lo hice. " Suspiró Juvia. "Eres un cerdo. ¿Alguna vez te dije eso? ¿Quién haría algo así?"

Él se echó a reír. "Yo no lo sé, pero quería estar seguro. " Él le estrechó la mano y la llevó de vuelta a su lugar de descanso. "Buenas noches, Doc. "

"Deja de llamarme así. Me llamo Juvia. ¿Por qué no dices mi nombre? ¿Qué te he hecho yo para que me desprecies tanto? "

Silencio.

La ira se apoderó de ella. "Voy a seguir hablando si no me contestas. Pensé que querías dormir un poco. "

"No te atreverías. Te salvé la vida llevándote a mi espalda durante kilómetros."

" Dime que te hice para que ni siquiera puedas decir mi nombre. Quiero una respuesta. No tienes ni idea de lo molesto que es. Voy a empezar a llamarte 215 si no me explicas por qué tienes la necesidad de volverme loca. "

Un gruñido rasgó el silencio de la noche. Juvia al instante supo que había ido demasiado lejos. Lo supo en el instante en que las palabras salieron de sus labios, pero ya era demasiado tarde. Había leído en alguna parte de los archivos que todos los de la nueva especie odiaban ser llamados por su número. No había querido insultarlo. Ella sólo quería molestarle porque nunca la llamaba por su nombre.

"Lo siento. No era mi intención molestarte. " Su voz se suavizó. "Sólo quiero saber por qué te niegas a decir mi nombre. "

El dolor atravesó a Gray ante el recuerdo de su pasado. La ira le siguió rápidamente. ¿Era así como ella le veía cada vez que lo miraba? ¿Como a una víctima? ¿Como esa criatura medio salvaje que se había despertado en la habitación del hospital y que pensó que ella era nueva en el laboratorio de pruebas y que le había liberado de sus restricciones? Por lo general, habría matado al instante a un varón humano, pero ella era una mujer.

Él nunca mataría a una mujer. La había agarrado pero no había querido hacerle daño. Cuando tuvo su cuerpo bajo el suyo, cuando su fragancia le lleno la nariz, cuando vio esos ojos y esos labios carnosos, su cuerpo cobró vida. Él la había deseado más de lo que antes había deseado a cualquier otra mujer.

Había querido mantenerla junto a él todo el tiempo posible. Disfrutar de cada centímetro de su cuerpo y hacerla arder con la misma pasión que él sentía. Habría estado días sin comida o sin agua sólo por conocer su cuerpo. Por poseer algo tan maravilloso y prohibido. Había querido poseerla hasta que no se pudieran mover. Entonces y sólo entonces, él la habría liberado de sus brazos. Y habría aceptado gustoso cualquier castigo. Los recuerdos de esos momentos podrían haberle ayudado, cuando su mente amenazara con romperse por culpa del dolor y la agonía que sufría en esa celda.

No pasó. Los seres humanos entraron en la habitación y lo sedaron. Cuando se despertó de nuevo descubrió que su mundo había cambiado para siempre. Él ya no estaba encerrado en una celda, ya no estaba encadenado a una pared y los olores a su alrededor no le resultaban familiares. Lo mantuvieron restringido, pero entendió porque lo hicieron. Él no les habría atacado pero habría tratado de huir.

Cuatro mujeres con uniformes le informaron que le habían liberado, que su pueblo era libre y poco a poco consiguió calmarse. Le habían mostrado videos del rescate de su pueblo y le juraron que ahora estarían a salvo. Se habían tomado su tiempo para hacerle ver que le estaban diciendo la verdad.

Había sido trasladado del hospital a un motel en el desierto con decenas de su gente. Todos los oficiales femeninos habían sido asignados para su protección. Los seres humanos habían descubierto rápidamente que los hombres de las nuevas especies no atacarían a las hembras humanas y las habían usado para que ellos no se sintieran amenazados. Había funcionado. Las hembras no habían llevado armas de fuego, excepto las que patrullaban el perímetro y mantenían a los humanos de distancia.

El gobierno de los . les había prometido un lugar donde su pueblo podría vivir seguro y lejos de la prensa y de los otros seres humanos que los veían como una amenaza. Habían leído libros, visto la televisión y los humanos respondieron a todas sus preguntas. Los meses que pasaron en el desierto esperando a que terminaran de construir Fairy Tail había calmado a su pueblo, le aseguraron que ellos tenían derechos humanos y que su nueva vida comenzaría en Fairy Tail.

Había pasado de ser un sujeto de prueba a ser un hombre. La Doc., obviamente, no estaba de acuerdo. Para ella, él siempre sería 215. Y eso le dolía. Todo lo que él quería era que ella lo viera como un hombre. Sabía que estaba enfadada por no reconocerla cuando la encontró de nuevo. Era evidente que no tendría el perdón de su corazón. El dolor se convirtió en rabia rápidamente. Maldita sea. Si algún hombre se merece ser perdonado, ese soy yo.

Recordó el aroma de su excitación. Puede que ella no pensara en él como hombre, pero su cuerpo podría ser persuadido de lo contrario. La lujuria y el deseo se apoderó de él duramente. Tal vez sólo necesitaba que le mostrara a su mente la verdad. Él se movió.

La agarró por los hombros, la tumbó boca arriba en el suelo y se puso encima de ella. Juvia luchó pero no pudo quitárselo de encima. Él la inmovilizó con su cuerpo. Ella abrió la boca, pero él se la tapo con la mano.

"¿Vas a gritar para que los asesinos sepan dónde estamos? El sonido puede llegar muy lejos."

Ella había planeado gritarle. Ella negó con la cabeza contra su mano. Gray quitó la mano de inmediato de su boca. Juvia empujo a Gray.

"¡Suéltame ahora mismo!," dijo entre dientes.

"¿Quieres saber por qué no voy a decir tu nombre Juvia?" Hablo en voz baja, casi en un susurro.

Tragó saliva, sorprendida de que por fin hubiera pronunciado su nombre. "¿Por qué?"

"Porque tú me tratas mal todo el tiempo. Creo que es justo que yo te trate a ti como tú me tratas a mí. "

"¿Cómo te trato? Tú eres el que siempre haces comentarios sexuales y eres muy grosero."

"Tú haces que desee follarte tanto que me duele" Él gruñó ella. "Eso es más molesto que lo que suelto por mi boca, Doc. Confía en mí. Yo no hago que te sientas como si fueras a reventar los pantalones. Tú me lo haces a mí."

Sus palabras la dejaron sin habla. Nunca había esperado esa respuesta de él. De todas las cosas que podía haberle dicho, esas no habían estado en su lista. Con su traumática historia ella pensaba que odiaría a la profesión médica. Ella también pensaba que podría pensar que era una snob porque la gente siempre le acusaba de ser distante. Ella no tenía la intención de serlo, pero no sabía cómo relacionarse con la gente.

"¿No tienes nada que decir ahora Doc.?"

Ella no sabía qué decir.

Gray gruñó. "Eres una perra fría. A veces me pregunto si alguna vez sientes algo. " Hizo una pausa. "¿Alguna vez te calientas aunque sea un poco?"

"No soy fría."

"¿En serio? Me engañas todo el tiempo. "

"Eso no es justo. En realidad no me conoces. Tu solo me has hablado para insultarme o decirme algo grosero. "

"Ummm." Él cambió la posición de su cuerpo. "Caliéntate para mí, Doc. "

Juvia se quedó sin aliento cuando Gray arqueó su estómago y su mano se deslizó entre ellos para agarrar su camisa. Ella trató de pararlo, pero Gray se movió más rápido. Se la subió hasta su cuello y enganchó un dedo en el borde de la copa del sujetador y le dio un tirón hacia abajo. Su pecho quedó desnudo.

"Bonito," gruñó Gray antes de que su boca bajara.

Juvia empujó frenéticamente el ancho pecho de Gray hasta que su boca se cerró sobre su pezón endurecido. Ella jadeó cuando sintió los labios y la lengua de Gray chupando su pezón. Él gruñó y sintió las vibraciones. Juvia dejo de luchar. Era una sensación erótica, algo que nunca había experimentado antes y entonces Gray se amamanto de su pecho con duros movimientos de su lengua.

El estómago de Juvia se estremeció y no pudo acallar el gemido que salió de sus labios entreabiertos. Lo que le estaba haciendo se sentía increíble. Ella arqueó la espalda y apretó su pecho contra su boca. Gray chupó más duro su pezón sensible. Juvia gimió más fuerte. Ella le hundió los dedos en el pelo para sujetarle la cabeza contra su pecho. Su corazón se aceleró y ella sabía que su cuerpo estaba respondiendo con un deseo que casi la quemaba viva.

Gray levantó su cuerpo de encima de ella lo suficiente para separarle las piernas con un muslo. Ella se quedó sin aliento cuando su mano se ahuecó entre sus piernas abiertas. Él presionó su pulgar contra clítoris y lo frotó firmemente. Ella sintió al instante como el placer atravesaba su cuerpo.

"Sí," ella gimió.

Gray se quedó inmóvil y se tensó. Su mano se apartó de su sexo en el mismo instante que su boca soltó su pecho. El aire frío golpeó su pezón desnudo cuando él se alejó de ella. Los ojos de Juvia se abrieron de golpe y trató de verle en la seguridad, pero no era más que una sombra secura sobre ella.

"Haces que me olvide de todo," dijo en voz tan baja que ella casi no le oyó.

"¿Gray?" Su voz sonó temblorosa y sin aliento.

Lanzó una maldición y se apartó de Juvia. Su silueta oscura se levantó. Ella trató de sentarse y un dolor repentino le atravesó el hombro. Se quedó en estado de shock mientras veía como se alejaba de ella. Ella se volvió a subir el sujetador y se bajó la camisa.

"Voy a dar una vuelta," afirmó con dureza. "Voy a asegurarme de que nadie está cerca de nosotros. "

"Pero …"

Juvia cerró la boca. Ella se estremeció, le dolía el cuerpo. Hijo de puta. La ira la embargó. Él la había excitado deliberadamente y la había rechazado. Eso era exactamente lo que había pasado. Ella prácticamente le había rogado que la poseyera. No se lo había dicho con palabras, pero su cuerpo le había hablado por ella.

"Bastardo," maldijo ella.

Juvia volvió a recostarse. Su cuerpo se estremeció. Sus pechos se sentían increíblemente pesados y se los había dejado tan hipersensibles que la copa del sujetador casi le hacía daño. Ella apretó los dientes. Se cambiaría las bragas si tuviera unas de repuesto, ya que estas estaban empapadas por su deseo. Se acostó de lado y levantó las rodillas hasta su pecho.

¡Hijo de puta! gritó en silencio. Él la había encendido para ver si podía hacerlo. Ella trató de encontrar una posición más cómoda en la tierra dura y fría. Debería de haber cogido una camisa de manga larga, pero había hecho calor durante el día. Ella se estremeció y se acurrucó más.

Gray tardaba en volver. ¿Y si no regresaba? ¿y si había decidido abandonarla aquí? ¿Le habría pasado algo? ¿Lo habrían encontrado esos hombres? Las lágrimas querían brotar de sus ojos, pero ella las parpadeo rápidamente. No quería que la viera llorando. Odiaba ver a alguien llorar. Ella había visto como reaccionó ante las lágrimas de Bart y sabía que la mayoría de las nuevas especies no tenían mucha paciencia con la debilidades humanas. Habían tenido una vida muy dura y durante su cautiverio ellos les habían inculcado que las debilidades eran malas.