CAPITULO 4
CONQUISTA MILITAR
Takeda observaba fijamente un gran mapa donde se encontraban algunas pequeñas piezas con el símbolo de la Nación del Fuego junto a una del Reino Tierra. Tras unos breves segundos de seguir admirando el mismo punto decidio salir de la tienda en la que se encontraba.
—Señor, ya esta todo listo —Dijo su teniente quien fue la primera persona con la que se encontro apenas puso un pie a fuera-. Solo esperamos su orden.
El joven capitan podia notar como todos sus hombres estaban listos en formación, a la espera de que su lider les dijiera que hacer. Se hallaban divididos en cuatro hileras, portando lanzas y dejando el espacio suficiente para que hubiera un camino que atravesara todo el campamento.
El plan ya se habia formulado, todos ya sabían lo que tenian que hacer y solo faltaba que se pusieran manos a la obra: era el momento de atacar.
Takeda se tomo unos breves segundos , los cuales uso para ver a sus tropas, y luego se dirigío a su segundo al mando que, al igual que los demas, esperaba sus ordenes.
—¿Los arqueros Yuyan estan en posicion? —Pregunto Takeda
—Si señor.
—¿Y los barriles?
—Preparados señor.
—Bien. En silencio, como planeamos.
Acto seguido el teniente hiso un par de señas y todos los hombres dieron media vuelta para salir del campamento.
Su lider por su parte se tomo otro par de segundos, para esta vez, admirar las innumerables estrellas que comenzaban a desaparecer mientras el cielo se tornaba celeste y la luz del sol se hacia visible.
Pese a lo que estaba apunto de suceder, la batalla que estaba por librar, el no se mostraba con miedo o duda, sino todo lo contrario. Tenia una exprecion seria y dura que emanaba un aire de autoridad, perfecta para la ocacion. Sus nuevos soldados veian esto con algo de alivio ya que al ser tan joven era inevitable preguntarse si de verdad se podia confiar en su liderazgo o en como actuaría una vez que todo iniciara. Era seguro que mas de uno estaba en total desacuerdo con que un niño fuera quien los dirigiera a la batalla pero al mostrarse tan determinado y no demostrar ni una sola pizca de duda o miedo las preocupaciones de la mayoria se reducían considerablemente. Pero todavia seguía allí. La incertidumbre de no saber si la persona que estaban siguiendo los guiaba a una victoria o una muerte segura.
A el nada de eso le importaba. Su unico pensamiento, la unica cosa que llenaba su mente en ese preciso momento eran los maestros tierra.
Uno en su posicion tal vez se estaría preguntando por el numero exacto que podria haber o si serian tan fuertes y experimentados como Shinu le habia dicho mas ese no era el caso de Takeda. ¿A cuantos lograría matar? ¿A cuantos les permitiría vivir? ¿Seria prudente dejar siquiera alguno? Eran las preguntas que se formulaba a si mismo. Esas personas no dudarían en matarlo a el o a cualquiera de sus hombres, el lo sabia. Los muy malditos no veian diferencia alguna entre un soldado armado y una mujer inocente mientras fueran parte de la Nación del Fuego. Tener piedad de tu enemigo era algo insensato, estúpido, un error que solo un niño ingenuo cometería y Takeda no lo era. De ser necesario no le resultaría ningun problema matar a cada uno de esos miserables, las cosas serian mucho mas faciles de ese modo, pero el no se habia ofrecido para esa tarea por que deseara erradicar a unos insignificantes maestros tierra. Claro que no. Tenia un objetivo, una meta y esta oportunidad que se le presento le ayudaría a alcanzarlo.
Volviendo a centrarse en su presente agarro una lanza que encontro tirada en el suelo, junto una de las muchas tiendas del campamento, y se apresuro por adelantarse a sus hombres.
Antes de partir de Pohuai Shinu le habia proporcionado una vasta informacion sobre el terreno y devido a esto decidio instalar sus fuerzas detrás de una colina que los ocultaba a la perfeccion. Los días siguientes los utilizo para observar a sus enemigos, memorizar sus rutinas y hallar sus debilidades hasta la culminación del plan que estaban llevando a cabo.
Tal como le habia dicho el coronel, una gran fosa rodeaba toda la edificacion y la unica forma de entrar era a través de un puente de tierra que desaparecería al instante si veian que se aproximaban. Para empeorar las cosas, la zona entera era muy árida, rocosa y desértica, apenas si habia algo de vegetación. Takeda no conocia al general Fong pero el echo de que decidiera levantar una fortificación en un lugar tan ventajoso para los de su clase era un merito que no le negaría, habia elegido bien. La idea de decírselo en persona si se encontraba allí lo estuvo acompañando desde el primer día junto con la imagen de el llevándolo a Pohuai, completamente encadenado.
Así pues, sabiendo ya todo lo anterior, la decicion de lanzar un ataque solo fue cuestion de tiempo y discucion. Su primer movimiento seria enviar a los legendarios arqueros Yuyan a que tomaran posiciones al rededor, bajo el abrigo de la noche, a una distancia prudente y así, cuando se diera la orden, eliminar a los vigías para luego seguir con la segunda parte.
Estando al frente de su pequeño ejercito, con gran parte de su tripulacion a su espalda, se mantenía medio agachado moviéndose con sumo cuidado para hacer el menor ruido posible siendo imitado por todos los demas.
Justo cuando estaba a algunos metros del unico puente que daba acceso a la fortaleza levanto su puño para que todos se detuvieran.
El edificio que tenia en frente no era nada impresionante, bastante simple en realidad: Las torres de sus esquinas eran muy cuadradas, no tenia almenas y no habia una entrada como tal, solo era un muro sólido sin puertas ni ventanas. Pero mas alla de la sencilles del diseño tambien existia un pequeño espacio entre la muralla y la gran fosa que la rodeaba. No era algo que afectara en gran medida la mision ni tampoco resultaba ser algo muy relevante que digamos. Sin embargo, justo en ese espacio, habia una clara prueba de que los arqueros Yuyan habian echo su parte: un maestro tierra desangrándose por una flecha que le atravesaba el cuello.
Takeda no tuvo reaccion alguna al ver eso, ya habia presenciado cosas asi en su pasado. Si un cuerpo inerte y sin vida le afectara tanto, en medio de una guerra, entonces jamas hubiese logrado ocupar el cargo de capitan. Ademas, estaba a punto de demostrar que no ostentaba ese puesto por nada.
Cinco grandes barriles fueron transportados hacia el otro extremo del puente y depositados justo en el centro del muro que los separaba de sus enemigos. Cuando el ultimo de los hombres que habia echo el trabajo de llevarlos hasta allí regreso con los demas a la formacion el joven capitan se dirigío a los miembros de su tripulacion manteniendo la mirada fija al frente.
—Habran fuego.
De inmediato cinco maestros fuego acataron la orden y en el momento en que sus llamas hicieron contacto una enorme explosión se genero. El estruendo que se escucho fue enorme, el suelo tembló por unos segundos y poco antes de que la estela de humo que se origino desapareciera todas las fuerzas de la nacion del fuego cargaron con su joven lider a la cabeza. Una vez adentro los maestros tierra vieron con horror como sus enemigos ingresaban en manada a su fortaleza y se lanzaban sobre ellos. Salian de sus tiendas de campaña sin portar siquiera una armadura o uniforme alguno con una exprecion de sorpresa de lo mas palpable en sus rostros, indicando que ninguno habia esperado tal suceso.
De entre todos Takeda fue el primero en cruzar la brecha del muro y, queriendo aprovechar ese momento de duda en el que los defensores trataban de procesar lo que acaba de suceder, se decidio por tambien ser el que realizara la primera baja enemiga.
Eligo uno de los muchos objetivos que tenia frente a el y lanzo la lanza que portaba con todas sus fuerzas. El pobre diablo que la recibio fue un idiota que todavia estaba medio dormido, demasiado distraido bostezando y frotándose la cara como para esquivarlo. El arma le atravesó justo en medio de su pecho, derribándolo al instante. En sus últimos momentos de vida, mientras era arrastrado al oscuro abismo de la muerte, busco con la mirada a su asesino y al encontrarlo vio como este resulto ser un joven chico que lo observaba detenidamente, como si quisiera asegurarse de que habia acertado.
Sin perder un solo segundo Takeda siguio corriendo hacia delante cual flecha disparada olvidándose completamente de esperar a que la totalidad de sus tropas lograran entrar. Habia elegido estar al frente por una razon. No hiba a parar de avanzar hasta derrotar a cada uno de esos pateticos maestros tierra cuya fortaleza ya estaba perdida, solo faltaba que el estandarte de la Nación del fuego colgara de sus muros. Aquellos que formaban parte de su tripulacion, viendo como su capitan se lanzaba de cabeza contra el enemigo, no lo dudaron e inmediatamente lo acompañaron en su avance implacable.
El siguiente en caer fue uno que si pudo reaccionar al levantar una enorme roca extraida del suelo para luego lanzarla contra Takeda. La esquivo sin apenas esfuerzo y haciendo uso de su velocidad se acerco tan rapido a su nuevo objetivo que no le dio tiempo a realizar tierra control, no hiba a permitírselo. Queria terminar con el rapidamente asi que, cual espada clavándose en la carne de un cuerpo, le asestó un certero golpe justo en el centro de su cuello. Cuando su contrincante cayo al suelo vio como este se retorcía de un lado a otro mientras intentaba desesperadamente poder respirar: Se estaba asfixiando. Habiendo terminado con el decidio seguir avanzando, a la espera de su proximo rival, mientras que a su al rededor la batalla ya se estaba extendiendo por toda la fortaleza.
Llamas salian disparadas en diferentes direcciones, el silbido de flechas en vuelo resonaba en los oidos de algunos y tanto los gritos como los jadeos de los que caían en combate eran escuchados por todos. Todo salio deacuerdo al plan, sin un solo margen de error, tal y como se esperaba para el alivio de los mas temerosos.
Al final, en unos cuantos minutos, el grito de jubiló y victoria de los nuevos conquistadores resonó en toda la fortaleza. La nacion del fuego habia salido triunfante esa mañana y Takeda fue el que origino eso. Con la linea de suministros liberada las probiciones podían volver a ser llevadas al frente, en Ba Sing Se, y todo gracias el.
Cuando las cosas se calmaron llego la hora de limpiar, asegurar la posicion obtenida e instalarse en ella. Lo normal seria hacer una celebración por tan destacable logro o hacer algo en vista de lo sucedido pero eso no ocurrio, aun faltaba una ultima cosa por hacer.
—Señor, que hacemos con los prisioneros. —Le pregunto su teniente.
Estaban en el centro de la fortaleza amarrando a los que habian capturado y limpiando todo el lugar que ahora les pertenecia.
—Preparenlos, los llevaremos a Pohuai. Dejaremos una pequeña guarnición aquí y nos llevaremos a los heridos. Pero antes envia a alguien que le informe al coronel Shinu sobre todo, que ya puede enviar los suministros al frente —Dijo manteniendo la misma exprecion seria que sostuvo durante todo el transcurso de la batalla, observando detenidamente a sus prisioneros.
Resulto que el general Fong no se encontraba allí y eso lo decepciono un poco. Que un capitan de la armada de Fuego venciera a un renombrado general del reino tierra era una imagen que le agradaba bastante pero al no estar junto con los capturados ni tampoco hallar su cadáver de entre los muchos caídos fue claro que no se realizaría tal fantasia. Sin embargo, eso solo hubiera sido bonus. Al fin y al cabo ya habia conseguido lo que queria, solo le faltaba reclamar su merecida recompensa.
