¡Hola chicos! Me he demorado más de la cuenta en subir los dos one-shot siguientes pero las responsabilidades me llaman. Este es el Oneshot que más me ha gustado y he escrito de este mes Nejiten, espero que lo disfruten:

Día 5: Histórico


Maquech

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La gran ciudadela se hallaba pintada de pintorescos colores, la gente danzando en el centro de la ciudad mientras los guerreros arribaban a lo alto de la ciudad. Victoriosos ante una nueva conquista del poblado cercano. Su imperio se expandía en abundancia y celebraban ante la llegada de los valerosos guerreros que defienden y ponen en alto el nombre de su aldea.

Tenten giraba entrelazada del brazo con un aldeano y reía a la par de la música proveniente de los instrumentos de aire. Su gran sonrisa y espíritu alegre la caracterizaba, que iba a la par con cabello suelto y sedoso que caía como cascada por su espalda y de forma independiente se ondulaba, como golondrinas. Su cabello castaño en conjunción con sus ojos almendrados, grandes y brillosos, su piel ligeramente morena por su tiempo bajo el Dios del sol que resplandecía aún más su belleza. La princesa de Yaxchilán que había sido bendecida por los Dioses por su gran belleza, su personalidad y la seducción que su propio cuerpo destilaba.

Su existencia resonaba por todo Yaxchilán y más allá de los muros sagrados.

La estrella incandescente brillaba en todo su esplendor en lo alto, sumergiéndose en el cielo. Las aves transitando en ese basto mar, generando los más deleitables cantos. El viento acariciando la piel de los guerreros y los civiles. Los árboles agitándose al compás del viento y de la música. La ceiba soltando sus semillas, que se dispersaban por su peculiar forma y se entremezclaban entre los pies danzarines de la gente.

El llamado de su padre, Yamato, la hizo alejarse de la gran fiesta que envolvía al pueblo. Se adentró al gran palacio, encontrando el botín que su padre había osado con traerle. Yamato adoraba a su hija de tal forma que lo demostraba poniendo a sus pies lo más bello de sus tesoros de guerra.

El rostro de Tenten resplandeció ante los artículos y comenzó a evaluar cada uno de ellos, colocándose un brazalete en el brazo derecho. Las joyas lo adornaban de tal forma que resaltaba aún más la belleza de la hija del soberano de Yaxchilán.

Las grandes puertas de roble con incrustaciones de oro se abrieron revelando a Yamato que observó a su hija que no contemplaba hace un año atrás por sumergirse en la guerra. Se había convertido en toda una mujer, resaltando aún más, de ser posible, su belleza. Una mujer como ella merecía a alguien digno para desposarla y tratarla de la forma que él mismo había hecho en todo este tiempo.

―Tenten.

La mencionada volteó, encontrando a su padre con un hombre más. Parpadeó ante la situación y sonrió en agradecimiento a su propio padre por tal tesoro. Esa noche festejaron con un gran banquete que degustaron en compañía de ese hombre. Entre bocado y bocado Tenten lo evaluó con sutileza. Su cabello y ojos tan cenizos, oscuros como el mismísimo carbón. Su piel clara jugaba favorablemente con ellos y sus facciones eran bastante atractivas. Sonrió cuando él mismo, que su padre había dicho que se llamaba Sasuke, encontró su mirada. Un jugueteo de miradas siguió en toda la velada hasta que el hombre se retiró, con un gesto afectivo hasta la princesa de Yaxchilán.

Tenten acomodó la joyería en su basto tocador cuando la puerta de su habitación sonó dos veces, permitiendo el paso de su padre.

―¿Algo de tu agrado? ― Mencionó el soberano en un intento de romper el hielo.

Tenten volteó con una amplia sonrisa mientras peinaba su largo cabello que decía ante las cerdas de aquel peine con incrustaciones de oro.

― Varias cosas han llenado mi joyero. Muchas gracias, padre. ― Asentó su peine y se dirigió a su guardarropa para ordenar un poco sus nuevas adquisiciones.

Un silencio llenado por el aire ingresando por los amplios ventanales llenaba los aposentos de la heredera del reino. Su padre se sentó en una gran silla y observó a su hija tarareando una ligera melodía. Siempre hacía aquello cuando él regresaba con un botín, brillaba de felicidad y satisfacerla es algo que el disfrutaba y procuraba hacer con prontitud.

―¿Qué te ha parecido Sasuke?

―Un hombre atractivo pero reservado ¿es por algo en especial? ― Conocía a su padre bastante bien y sabía que todo esto llevaría a algo.

Yamato se levantó y se acercó hasta donde estaba su hija, pensando detenidamente en las palabras que llevaba pensando desde un tiempo atrás.

―He hablado con Halach Uinic, señor de la ciudad Nan Chan. Su hijo, Sasuke, ya esta en edad de contraer matrimonio. ― Su padre se acercó hacia ella y colocó ambos manos sobre sus hombros. ―Eres ahora una mujer y mereces alguien tan digno como tú misma representas. Por lo cual acordamos su unión en el próximo solsticio para trazar hermanad entre ambas ciudades.

Ahí estaba, lo que su padre planeaba con todo esto. Era demasiado protector y complaciente con ella. Por lo cual ahora mismo buscaba asegurar un futuro digno como lo merecía, como el mismo se lo había brindado desde su nacimiento. No había padre más devoto y amoroso como él.

―Aceptaré cada una de sus elecciones, padre.

Una gran celebración aconteció al día siguiente en conmemoración del compromiso de la princesa de Yaxchilán y el príncipe de Nan Chan, donde ambos estuvieron presentes y danzaron en medio de la plaza, haciendo visible su futura unión.

El Gran Señor de Yaxchilán, Yamato, nuevamente se enfrascó junto a sus guerreros jaguar en una sangrienta y efímera guerra con una ciudad lejana. Algo bastante normal para estos tiempos y ser una ciudad integrada en gran mayoría por guerreros que iban expandiéndose en todo el territorio.

Tenten se bañaba entre el agua saliente de las tuberías en el Gran palacio, sintiendo el agua recorrer su piel, limpiando cualquier partícula de lodo y polvo que ese día bastante movido a las afueras del palacio, recolectando los frutos que los arboles aledaños le brindaban. Se vistió en su habitación con un top rojo que cubría gran parte de su pecho y una falda larga de manta que empezaba desde la cadera y finalizaba antes de los tobillos de color blanco, se abría con la pierna derecha. Un cinturón de oro adornaba su cadera que iban a juego con dos brazaletes en cada uno de sus brazos. Unos aretes largos con piedras preciosas rojas.

Los gritos provenientes de la aldea llamaron su atención, los guerreros habían vuelto a la ciudad con otra victoria proclamada. Tenten sonrió mientras peinaba su largo cabello castaño, tan similar a las alas de las golondrinas. Una vez de asearse como ameritaba el momento se dirigió al Gran salón dispuesta a ver las bellezas que su padre le había traído con gran esmero.

Empujó las grandes puertas encontrando la espalda de su padre con su traje de guerrero y a alguien más junto a él. Al inicio, por los pilares cubriendo un poco su visión pensó que se trataba de Sasuke. El príncipe de Nan Chan venía de vez en cuando a visitarla, cuando sus obligaciones con su pueblo y la guerra que ellos mismos lideraban no demandaban su atención. Era bastante brusco en cuando a brindar cariño se refería y frío, sin saber como transmitir. Por lo cual las muestras de afecto que habían tenido eran más que nada motivadas por sus principios, duras o muy correctas. Todo estaba de alguna forma establecido y se movían como se esperaba de ellos.

Tenten se había relacionado bastante bien con esa actitud ya que no pedía más de lo que sabía que Sasuke estaba dispuesto a dar. Su dinámica era bastante agradable. No besaba nada mal.

Cuando caminó más cerca hasta su padre, su visibilidad fue más amplia y fue consciente que ese no era Sasuke.

Su padre y el invitado giraron sobre su lugar al escuchar su intromisión, Tenten se inclinó en son de saludo y al levantarse sus ojos se enfocaron en aquel hombre desconocido.

El mundo se detuvo.

Un golpe certero en su pecho le sacó todo el aire del cuerpo y su propio corazón se paralizó.

Sintió como que todo lo que la sujetaba a ese mundo se esfumó, rompiendo cada una de las cuerdas que la ataban. Su alma escapó de su cuerpo.

Un latido doloroso y un único hilo de fuego uniéndose, conectándose hacia ese individuo. El aire volvió a sus pulmones hinchándolos dolorosamente y sintiendo un estremecimiento en su espina dorsal. Los latidos de su musculo cardiaco se incrementaron con premura y inhaló por la boca como si estuviera saliendo a la superficie después de mucho tiempo bajo el agua. Un corazón hinchándose con fuerza y se acercó al mismo tiempo que aquel hombre hacia ella. Un mismo paso, la misma carrera desenfrenada de ambos corazones.

Los ojos de Tenten, cafés oscuros al contacto con el sol brillaban, derritiéndose como piedra preciosa bajo una flama incandescente. Se derretía a una tonalidad ámbar, asociados al Dios del sol, Itzimna. Él, ese hombre, tenía a Ixchel, Diosa de la luna presente en los ojos. Puros, reflectivos, delicados y transmitiendo tanta luz como suya. Entraron en contacto generando una explosión astral.

Yamato habló rompiendo la conexión y ambos sacudieron la cabeza, acercándose siguiendo el paso del Gran Señor pero realmente guiados por la fuerza de atracción.

―Neji Chapol, mi querida hija, Tenten.

Ambas manos se unieron generando un choque en ambos cuerpos. La velada transcurrió con total lentitud donde ambas miradas no se perdieron en ningún momento. Sus solas presencias dominaban la habitación y no daban lugar para nada más. Y tan lento como se movía el tiempo, dio un brinco y prontamente Neji tuvo que retirarse.

Con una sola mirada ambos prometieron volver a encontrarse, no podrían contener todo eso por mucho tiempo.

Neji Chapol era un mercader que había llegado a Yaxchilán a comercialidad prendas exóticas y realizaba trueques a su conveniencia. Estaría un tiempo en la ciudad brindando variabilidad a la mercancía del lugar.

La luz del sol ocultándose, al día siguiente, en la lejanía de las tierras dio pie a una luna llena resplandeciente y al manto nocturno lleno de pequeños destellos. El fuego ardiendo en el centro de la ciudad, una celebración más por la victoria. A través de la gran fogata los orbes malva se encontraron con los castaños, que atraídos por el peso de la presencia contraria fueron acercándose sin romper contacto, caminando fuera del alcance de la gente agitándose. Alejándose ligeramente para obtener un poco de privacidad.

Sus manos se unieron y sus latidos se sincronizaron, latiendo cuando el otro lo hacía. El sonido del corazón contrario era un consuelo y música para los oídos de otro. Tímidamente Neji entrelazó sus dedos con los de ella y Tenten acarició su larga y sedosa cabellera. Observados por la luna llena sus labios se unieron en un susurro, un anhelo y un deseo de volver a encontrarse en cada oportunidad pertinente.

A partir de ese momento sus encuentros furtivos fueron más frecuentes, cada noche se encontraban en las profundidades del bosque donde hablaban hasta el cansancio y se quedaban callados, escuchando la respiración del otro. Estando en contacto lo mayor posible para calmar el dolor de la ausencia del día que venía. Absorbiendo la mayor cantidad de energía que el otro cuerpo le ofrecía. Neji acariciaba su rostro con toda la ternura posible, sintiendo su piel morena bajo sus dedos palidos. Tenten sentía aquel tacto como un cosquilleo, él la tocaba con toda la delicadeza y amor que sus propios ojos malva expresaban. Sus labios buscándose cada día con más necesidad.

Aquellos encuentros fueron posibles gracias a que su padre, Yamato, había partido nuevamente a la guerra, por lo cual Tenten tenía la libertad de escaparse sin ser detectada. Sus encuentros por toda esa noche fueron un delirio y se aferraban a cada segundo juntos. En la luz del día Tenten acudía donde el mercader a "comprar" algún artilugio y tardando más de la cuenta, como si no conociera cada minúsculo articulo que tenía en su poder. Sus miradas cargadas de sentimiento y una suplica de espera, de un encuentro y promesa mutua, encontrarse siendo la luna el único testigo de su amor.

Realmente no es Tenten se detuviera a pensar a alguien más que Neji. Su vida, su mundo, su propio universo giraba en torno al dueño de aquellas lunas que poseía como ojos desde el primer momento que se encontraron. Veía claramente que era de la misma forma con el mercader, al cual le era más difícil mantener distancia. Su pequeña burbuja desapareció con la llegada de Sasuke Uinic aconteció. Tenten fue traída a su realidad y recordó que se encontraba comprometida, aunque dicho inconveniente no le preocupaba en demasía. Su corazón desembocado solo hallaba sosiego en Neji Chalpol, en sus tiernas miradas, delicadas caricias y en su delicado respirar.

Unos días pocos soportables mantuvieron a Tenten alejada de su amante, manteniendo la apariencia mientras consideraba la forma de hacer correctamente las cosas. No quería estar con nadie más que Neji y nadie podría cambiar eso. Sasuke se fue con su padre a la guerra y le dieron tregua a sus preocupaciones. Sus días de encuentros casuales y encuentros furtivos en el anochecer acontecieron sin descanso.

El Gran Señor, eventualmente regresó a su ciudad con la grandeza que sus triunfos bajo sus hombros merecían. En aquella ocasión su futura familia, Sasuke y sus hombres se habían aliado en el dominio y supremacía de una ciudad a las fueras de las tierras que conocían. Ambas ciudades se unieron en una celebración sin igual y el fuego ardió más fuerte que nunca. Yamato entregó el mejor botín a su querida hija, pero la llama en su mirada no destelló con la misma intensidad. Sonrió con grandeza y eso calmó a su preocupado padre. La entregó a un Sasuke rezagado para celebrar como su nombre requería.

Tenten simplemente alegó un dolor de cabeza insoportable y soltó la mano del Uinic como si quemara, perdiéndose entre el mar de gente, encontrando la mano que encajaba perfectamente con la suya. Perdiéndose nuevamente entre el espesor del bosque. Deteniendose en la ceiba que era participe de estos encuentros furtivos.

Sus labios se unieron en un agradable consuelo, necesitados aún más. Neji acarició su cintura descubierta, la parte superior cubierta por aquella prenda con la cual había tenido la fortuna de conocer y esa falda blanca de manta que brindaba un acceso a sus piernas delicadas. Sus manos perdiéndose entre ese delirio aterciopelado. Tenten presionándose más y más cerca. Sus labios desatando una danza envidiable a quien lo viera. Tenten entreabrió los ojos encontrando la mirada nebulosa del mercader, de anhelo e impregnada de un amor que parecía doler. Acarició sus pectorales descubiertos y algunos tatuajes presentes, siguiendo las líneas de los trazos. Paso sus dedos por sus fuertes antebrazos adornados por brazaletes que ella misma le había obsequiado para tenerla presente siempre. Él le había dado una tobillera que jamás se quitaba y que prefería sobre la de piedras preciosas que su padre le había regalado.

―No te vayas de mi lado, nunca. ―Susurró Tenten mientras sentía al hombre dejando ligeros besos en su cuello.

Sus ojos se encontraron, sintiendo como el aire acariciaba sus cuerpos desnudos, brillantes, ansiosos de transmitir todo lo que su interior quería evocar. Sus cuerpos se unieron en un gemido conjunto, abrazados bajo una cama de semillas de ceiba y el sonido ligero de los animales nocturnos. Se inmolaron de forma carnal, de tal manera como sus propias almas se habían unido en un hilo de fuego la primera vez que se encontraron. Neji susurró su nombre una y otra vez, como una tierna caricia en sus conductos auditivos, con esa voz gruesa y cargada de erotismo. Tenten acarició su amplia espalda con sumo cuidado, trayendo nuevamente sus labios para que sus lenguas se encontraran.

La luna fue testigo de la intensidad de su amor, las estrellas abogarían por ellos.

Neji, acariciando la espalda femenina buscó los ojos castaños al culmine de la muestra de amor más pura.

―Ven conmigo.

Tenten se apoyó en sus codos y inclinó la cabeza hacia el lado derecho al escuchar esas palabras.

―Partiré mañana al atardecer, ven conmigo. ― Repitió esperanzado.

La princesa de Yaxchilán sonrió de la única forma que solo el había presenciado y depositó un ligero beso en los labios del hombre.

― Hasta el fin del mundo.

Un crujir de hojas secas resonó y los amantes volviéndose a entregarse a un amor el cual no solo la luna y las estrellas eran testigo.

Sus pies descalzos corriendo con gran intensidad por las calles de la ciudad, sintiendo sus pulmones quemándose al fuego vivo por la necesidad de aire, sus músculos y todo su cuerpo le pedían detenerse. Tenten con la voluntad de aceró y su único combustible siguió corriendo sin menguar en la velocidad, esquivando a la gente que gozaba del espectáculo que estaba desarrollándose en el templo mayor. Su boca abierta suplicando por un poco de aire que sus fosas nasales no le otorgaban, gemía en cansancio. Sus pies subieron por el templo con premura, sin detenerse, ni aún cuando sentía los pies húmedos por la sangre que salía por las piedras incrustadas en sus plantas del pie.

Un sollozó escapó de sus labios sin permiso al alcanzar la cima y ver la escena que se desarrollaba. Sus ojos fueron atraídos como orbita hacia Neji Chapol, en el suelo tosiendo con la sangre saliendo de su boca y nariz, sin fuerzas para poder levantarse. Se lanzó a su lado susurrándole a la oreja que todo estaría bien, que él estaría bien. Su piel teñida de azul auguriaba lo inevitable.

Sacrificio.

Intentó hablarle para saber si estaba bien pero sus ojos no enfocaban nada con claridad, por supuesto que lo habían drogado para manipularlo a su antojo. Dirigió su atención al resto de la gente en la cima del templo. Un par de sacerdotes, su padre y Sasuke, que la miraba con tal desprecio destilante, intentando lastimarla. Aunque eso no podía importarle menos.

―Padre, por favor, no hagas eso, te lo suplico ― Inclinó la cabeza hacía el Gran Señor de Yaxchilan. ― Lamento profundamente esta deshonra hacia tu nombre, por favor perdónale la vida.

Yamato la veía desde arriba con gran decepción de su comportamiento fuera del matrimonio y más aún con alguien tan vulgar como un mercader. Había deshonrado a su pueblo, su nombre y su honor al prometer la mano de su hija ante el hijo de Fuyako Uinic. No podría recuperar todo lo que había perdido.

Los sacerdotes se acercaron apartando a Tenten del cuerpo golpeado, débil y drogado de Neji, la fémina gritó en protesta de forma desgarradora, aferrándose a su amado, pataleando e intentando golpear a los hombres. Uno de los sacerdotes la contuvo mientras otro colocaba el cuerpo moribundo en el atrio del templo. El copal desprendía un aroma que daba pie a la expulsión de los espíritus.

―Padre, te lo suplico, no lleves a cabo este sacrificio, te juro que jamás volveré a verlo, deja que se marche de la ciudad. Me casaré con Sasuke y me iré a su ciudad, obedeceré cada una de sus indicaciones, sin protestar, sin oponerme, solamente déjalo ir. ― Tenten soltó con la voz quebrada en un ultimo intento de detener esto.

Los sacerdotes y la propia princesa de a ciudad observaron al Gran Señor en busca de una respuesta. Una duda o esperanza. Neji se removió en su lugar, buscando a la castaña arrodillada a su lado, a los pies de su padre, suplicando. Dejando su basto orgullo alado para salvar su vida. Neji gimió en su lugar al sentir el dolor de los huesos rotos. La sangre en su nariz le impedía respirar adecuadamente.

―Detente, Tenten. ― Susurró de tal forma que se perdió en el aire.

Si salvar su vida iba a condenarla a una vida detestable y amarga, prefería morir para asegurar un mejor futuro. Ella podría huir a algún sitio cuando la oportunidad demandara. Movió su mano débilmente y sus ojos pesaban de tal magnitud que peleaba para mantenerlos abiertos. Tenten encontró esa mirada perdida y nebulosa unos segundos.

Tenten estaba con el cabello despeinado por la gran ventisca de aire que dominaba el cielo nocturno, sus ojos intentando ser fuertes ante lo inevitable, con una voluntad inquebratable, dispuesta a hacer lo que tuviera que hacer para salvarlo. Un sonido brotando de su garganta sin poderlo evitar. Quejidos, sus hombros derrotados y sus pies sangrantes.

Yamato hizo un gesto afirmativo a los sacerdotes.

El grito más desgarrador brotó de la garganta de la princesa, el grito más lamentable que había escuchado la ciudad entera. Se levantó, aunque fue atrapada por el sacerdote con fuerza. Grito, pataleo e intentó golpearlo con toda la voluntad posible.

El sacerdote de la ciudad levanta el cuchillo listo para extraer los órganos del mercador, Tenten gritando en protesta se interpuso y el sacerdote se detuvo, no quería lastimar a la princesa.

Sasuke Uinic estaba realmente furioso y transtornado. Lo habían humillado de la peor forma posible, por un simple mercader. A él, el heredero de Nan Chan. Aún recordaba una noche atrás, cuando preocupado por el repentino malestar de su prometida la había seguido, perdiéndola en el bosque. Estuvo deambulando hasta que encontró aquello que no buscaba. A su prometida en manos de otro. Lo único que pensó en ese momento es que quería la cabeza del bastardo que le había arrebatado lo que era suyo. La ira eclipsando su vista y conteniéndose para no tomar la vida de ambos en ese mismo momento, regresó sobre sus pasos para asegurar que tal humillación fuera cobrada de la manera más cara. Por lo cual tener esa escena desarrollandose bajo sus narices le era repugnante. La devoción de esa mujer pidiendo piedad, una piedad que ella misma no había tenido con él. La forma humillante que suplicaba a pies de su padre, algo que una princesa jamás debería hacer.

El chamán del pueblo, espectador de tal situación en los bordes del bosque suspiró ligeramente mientras pronunciaba unas palabras una y otra vez, sintiendo el poder del bosque, de los animales y de la misma luna colarse por su cuerpo. Maito Gai dijo una última palabra lanzando un hechizo que pondría fin a todo ese sufrimiento.

Una energía iluminó el atrio del templo. Sasuke estaba enfermo y desesperado de seguir presenciando dicha escena repulsiva, arrebató el cuchillo del sacerdote y bajó el arma afilada sin menguar o detenerse, con algo de suerte terminaría con ambos.

La luz concentrándose en el atrio súbitamente sufrió una expulsión de poder tal que hizo temblar todo el templo mayor e imposibilitó la visibilidad. Un susurro de una única palabra, un golpe que no se hizo esperar y cuando la luz fue disipándose el caer de un cuerpo en el cenote sagrado que se hallaba tras el templo resonó. Las personas sobre el templo, una vez que la oscuridad de la noche los embriagó de nuevo, observaron el agua en espera de que salieran los que habían entrado en agua sagrada.

Sin embargo, nadie subió a la superficie.

Los pies descalzos se acostumbraron a la rudeza de la tierra, los moretones en su cuerpo producto de la caída desaparecieron en un par de semanas. Lo verdaderamente importante fue la libertad predecesora al salir de la ciudad valía cada uno de los golpes.

Se había escabullido por el bosque que colindaba con el cenote antes de que su visibilidad total regresara y fue aún más fácil cuando el cuerpo que cargaba se encogió, hasta convertirse en un insecto tan liviano y fácil de transportar.

Observó al insecto prensado a su pecho, justo encima de su corazón que latía con felicidad y anhelo. Estaba cumpliendo su juramento.

Al salir del Cenote Sagrado, Tenten corrió lo más deprisa que sus piernas adoloridas le permitieron con un Neji, en forma de insecto, en manos. Lo prendió en su ropa y se alejó sin detenerse en horas. Podrían estar buscándola, su padre o aún peor, la gente de Sasuke. Días después, de haber caminado, se detuvo y contempló a su amado entre sus manos. Su piel color café, seis patas negras y un par de pequeñas antenas en su cabeza. Caminaba por sus brazos con premura. Se detuvo largo tiempo observándolo. Sonrió mientras lo depositaba en su pecho.

―Escucha el latido de mi corazón, en el vivirás por siempre, jamás me separaré de ti.

Emprendió nuevamente su viaje hacia ningún sitio, solo buscaba alejarse lo más posible. En las noches jugueteaba con las joyas que tenía encima suyo y decidió cubrir su cuerpo con las piedras preciosas que tenía encima.

Parloteaba sin parar con él, aun cuando sabía que no obtendría respuesta. Obtenía comida actuando ambulantemente en las ciudades por el día. Por la noche, dirigiendo toda su atención a la luna, testigo del gran amor que se tenía, rogaba para que se lo devolvieran. Era lo único que imploró noche por noche, durante un largo tiempo, intentando que sus plegarias fuesen escuchadas por la piadosa Ixchel.

Ixchel brillaba esplendorosa esa noche, Tenten se trenzaba su cabello y el pequeño Neji reposaba en una rama cercana, moviéndose de forma ansiosa. La mujer enfocó su atención en contemplar la luna llena tan hermosa que le brindaba el cielo esa vez. Tarareó una canción y empezó la misma suplica que cada noche solía hacer.

―Ixchel, devuélvemelo. Es lo único que te pido. ― Lo hacía con las esperanzas aún vigentes, aunque sabía que de no ser concedido tal suplica, permanecería junto a él de cualquier forma posible.

A pesar de que hace un gran tiempo había adquirido esa forma, Tenten recordaba perfectamente cada detalle de él. Su piel nívea, su cabello castaño largo y sedoso. Esa sonrisa torcida que paralizaba su músculo cardiaco, sus caricias, su voz profunda.

Realmente temía que, con el paso del tiempo, sus recuerdos se fuesen disipando y comenzara a preguntarse que había sido realidad o si había soñado su existencia. El maquech a su lado le recordaba que no era así, pero ¿Cuánto vivian este tipo de insectos? Le asustaba saber la respuesta. Había dejado atrás todo por permanecer a su lado sin dudarlo.

Ese mismo día que todo había sucedido, habían planeado escapar, pero el jamás se presentó. Si tan solo hubieran huido esa misma noche que se habían entregado en el árbol sagrado. En las noches despertaba paralizada por que su imagen se distorsionaba, incapaz de visualizar con claridad como anteriormente pasaba. Se aferraba a cada uno de sus recuerdos y las sensaciones que sus caricias le habían evocado. Neji pronunciando su nombre, tocando su piel, cada sensación quemando su piel. Su corazón suspirando y latiendo en respuesta. Suspiró mientras se hundía en sus memorias. Unas ramas quebrándose la sacó de sus ensoñaciones.

Aquella noche de luna llena, luego de años de súplica, su silueta volvió a ser la de un hombre.


Esta basado en una leyenda de un estado de Yucatán y consideré que sería perfecto para plasmar el amor de ellos en otro momento de la historia.

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