NT: ¡Hola! Otro fin de semana, otro capítulo :) Gracias de nuevo por los bonitos reviews y ánimos con esta traducción. Los aprecio mucho.
CAPÍTULO 5: SOLO ES CURIOSIDAD
Cuando Hermione se despertó, Malfoy se había ido. Ya podía sentir su ausencia antes de abrir los ojos. Su olor en la habitación se estaba desvaneciendo; hacía horas de eso.
Sabía que no debería sentirse herida, pero lo estaba.
Se dio la vuelta y se regañó a sí misma sin abrir los ojos. ¿Esperaba despertar y encontrarlo todavía a su lado? ¿Que después de unos días de follar con ella decidiera que no le importaba su estado de sangre y luego de eso saldrían porque el sexo entre ellos era increíble?
Resopló y abrió los ojos.
Mientras se sentaba y examinaba la habitación, comenzó a recordar breves destellos de él tratando de alejarse de ella e irse. De él tratando de ir a buscar a alguien más.
Mientras se sentaba en el medio de la cama, una sensación de horror se apoderó de ella ante su recuerdo cada vez más claro de él tratando de luchar contra sus instintos para mantenerse alejado de ella.
Hermione había procedido a subirse encima de él para hacerle una paja.
Escondió el rostro en la almohada al recordarlo.
Después de eso había habido mucho sexo incoherente que solo podía recordar parcialmente. Ambos habían sido arrastrados por la dinámica Alfa-Omega, llenos de palabras y promesas que provenían de algún lugar instintivo.
Se sentía como si le hubieran dado un puñetazo. Malfoy probablemente había recordado quién era él y quién era ella en el momento en que su celo terminó, una vez que su cabeza se hubo despejado de todas las hormonas e instintos que ella le había introducido. La sonrisa amarga que había aparecido en su rostro cuando la niebla finalmente se había desvanecido de su mente se destacó crudamente en su memoria.
Hermione todavía no podía pensar en todo eso.
Culpa de las hormonas o no, se moría de vergüenza.
La peor parte era que si volvía a suceder, no estaba segura de poder hacer algo de manera diferente. A pesar de su determinación inicial de soportar el celo sola, rápidamente había descubierto que resolverlo era una cosa y que, en realidad, tratar de soportarlo era completamente diferente.
Había sido espantoso.
Y lo categorizaba como tal con la autoridad de alguien que había sido torturada repetidamente por Bellatrix Lestrange.
Su cuerpo se había sentido como si estuviera ardiendo. Cada centímetro de ella había estado hipersensible en anticipación de algo que no estaba sucediendo y no podía suceder. Le dolía toda la piel. Su ropa. El agua. Incluso las sábanas. Su estado de excitación había sido irrefutable. Cualquier cosa que había hecho para tratar de aliviarlo solo había aumentado aquella frustrada y abrumadora necesidad.
La angustia física solo había sido una parte de ella. Era su aspecto mental lo que casi la había destrozado.
Se suponía que no debía estar sola.
El aislamiento había provocado en ella una abrumadora y horrible sensación a nivel instintivo. Ella no debía estar sola. Se suponía que no debía estar sola. Algo profundamente mal estaba sucediendo y ella se había quedado sola para soportarlo.
Se suponía que alguien debía estar allí. Se suponía que alguien tenía que estar con ella; para ayudarla, calmarla.
Pero nadie lo estaba.
Había estado completamente sola. Nadie había estado ahí para ella.
La implacable conciencia la puso casi histérica.
Estaba sufriendo por dentro y por fuera y nadie iba a venir a mejorarlo.
Simplemente empeoraba cada vez más. Hora tras hora.
Cuando tenía momentos en los que no lloraba y trataba locamente de encontrar alguna manera de aliviar la miseria que abarcaba todo que estaba experimentando, había querido llamar a McGonagall y rogarle que enviara a buscar a alguien, pero no había nadie en quien pudiera pensar concretamente... No iba a arruinar la relación de Neville con Hannah teniendo una semana de sexo con él. Goldstein, ella... no lo sabía. La idea de ese chico simplemente se sentía mal.
Hermione volvió a sentir el martilleo en los oídos.
No había querido que un extraño viniera, la tocara y se la follara. El pensamiento la había hecho estremecerse.
Charlie Weasley estaba a varios días en una reserva de dragones. Sin mencionar que tener sexo con el hermano mayor de Ron parecía inapropiado.
Malfoy ni siquiera había entrado en su mente como una opción.
Hasta que estuvo allí.
Entonces él había pasado a ser todo lo que quería.
Pero había intentado escapar.
Entonces ella se había subido encima de él.
Oh Dios. Gimió y enterró su rostro en la almohada nuevamente.
Según los momentos que ella podía recordar parecía haberlo disfrutado. Seguramente podría haberse ido antes si hubiera querido. Parecía que quería estar allí. Tocándola. Oliéndola una y otra vez. Apenas había podido apartar las manos y la boca de ella.
Quizás todo se debía a instintos y hormonas. Cosas de Alfas. Él había parecido más lúcido que ella en los pocos momentos que podía recordar con claridad, pero tal vez eso solo contrastaba con su estado de total incoherencia.
Después de todo, se había ido tan pronto como terminó. Ella miró alrededor de la habitación con la esperanza de ver una nota o cualquier señal de que él no había huido en el instante en que pudo pensar con claridad.
Nada.
Dejó caer la cabeza entre las manos y se sentó durante varios minutos. Estaba tan cansada que quería volver a colapsar en la cama y dormir un día más. No quería volver a mostrar su rostro nunca más.
Toda la situación era demasiado humillante e inapropiada para soportarla.
Sin embargo, sentía que estaba desesperada por salir de la habitación. Tenía el olor a sexo y el olor de Malfoy impregnado en ella, y eso la hacía sentir como si estuviera suspirando por él.
Estar sola después de un celo la hacía sentir horriblemente vulnerable, como si hubiera una parte de ella marchitándose por dentro.
Se frotó las muñecas inconscientemente, tratando de aliviarlas. Luego cuadró los hombros y se levantó para ir al baño y tomar una ducha. Una ducha caliente.
Lo más parecido al alivio que había encontrado antes de la aparición de Malfoy había sido sentarse bajo un chorro de agua helada. Había apagado el calor y la había hecho sentir incómoda de una manera diferente a la excitación y desesperación. Entonces solo había tenido que manejar el aspecto psicológico.
Se metió bajo el agua hirviendo y se frotó desde la parte superior de la cabeza hasta los dedos de los pies, hasta que su piel estuvo sonrojada. Trataba de quitarse el olor de Malfoy de su cuerpo. Sin embargo, cuando salió y comenzó a secarse con la toalla, todavía estaba allí; como si se hubiera impreso en ella.
Dio un paso atrás bajo el agua y lo intentó cuatro veces más, cubriéndose con jabón. Disminuyó un poco el olor, pero todavía era ineludible y su piel se sentía casi en carne viva. Se había quedado en ella, y no se podía quitar con jabón. Intentó lanzarse hechizos refrescantes y hechizos abrasadores sobre sí misma. No hubo diferencia.
Finalmente se rindió y se vistió. Luego regresó al dormitorio. La habitación olía a Malfoy como una bofetada en la cara.
Lanzó varios encantamientos de limpieza sobre el cuarto y la cama. La cantidad de manchas en las sábanas era mortificante.
Luego se apresuró a salir. Malfoy aparentemente había derribado casi todas las barreras que McGonagall había instalado y dañado la pared significativamente en su prisa por escapar.
Ella desvió la mirada y trató de no pensar en eso mientras se dirigía directamente a la oficina de la directora.
—Señorita Granger —la saludó McGonagall, mirando a Hermione con atención—. Pareces más tú misma.
Hermione se sonrojó. Solo podía recordar de manera vaga estar extremadamente excitada cuando la llevaron a la habitación mientras McGonagall protegía la puerta. No era, en términos generales, su mejor momento.
De hecho, había sido una de las cosas más mortificantes que le había pasado nunca.
—Sí. Se acabó —dijo Hermione, mirándose las manos.
Hubo una larga pausa.
—El señor Malfoy... —comenzó McGonagall con voz tentativa—, desapareció durante varios días. Descubrí que las barreras de su habitación habían sido reemplazadas. Como no lo envié, supongo que entró solo.
Hermione la miró con los ojos muy abiertos y encontró el rostro impasible de McGonagall. Hermione asintió con cautela y la expresión de la directora se tensó.
—Dada su historia juntos, no puedo imaginar que hayas solicitado su compañía. Si bien la ley puede inclinarse a pasar por alto cualquier cosa que un Alfa haga alrededor de una Omega en celo, yo no. Si no fue consensuado, eso es motivo más que suficiente para su expulsión.
Asistir a Hogwarts era una de las condiciones de la libertad condicional de Malfoy. La expulsión significaría que las había violado. Podría ser enviado a Azkaban por ello.
—¡No! —dijo Hermione, enderezándose—. Fue… consensuado. Yo… eso creo… —Sus ojos cayeron al suelo y pudo sentir sus mejillas ardiendo.
—Espero que no te sientas obligada a protegerlo por alguna razón —dijo Minerva con el ceño fruncido y expresión preocupada.
—No. No es nada de eso —titubeó Hermione—. Él… Él se ofreció a ir a buscar a alguien más. Yo quería que se quedara. De hecho… —Su voz se quebró y se aclaró la garganta débilmente—. Salté sobre él. No estoy segura… Sé que los Alfas no son considerados responsables de sus acciones. Pero no estoy segura de cómo funciona con las Omegas —tartamudeó levemente y casi se cayó de la silla cuando un pensamiento horrible la golpeó de pronto—. Creo que lo obligué. ¡Oh, Dios!
Las cejas de Minerva se levantaron levemente.
—Me parece bastante difícil de creer.
—No. Creo que lo hice —dijo Hermione trémula—. Es... no puedo recordarlo todo con claridad. No estaba del todo lúcida, pero creo que estaba tratando de irse. Luego me subí encima de él y lo obligué a ceder y quedarse.
Siguió encogiéndose más en su asiento, cada vez más horrorizada.
—Debería ir a disculparme. No, probablemente no querrá tener nada que ver conmigo. ¡Oh, Dios mío, he agredido sexualmente a Malfoy!
Hermione se cubrió la cara con las manos y deseó que alguien la aturdiera y la sacara de aquella miseria mental por un tiempo.
—Quizás sería aconsejable que me reuniera con él y le preguntara por su versión de los hechos —dijo Minerva después de un momento—. Sin embargo, señorita Granger, antes de que te flageles por completo por tu agresión sexual confesada, por favor recuerda que yo personalmente ideé un conjunto extremadamente intrincado de barreras protectoras alrededor de tu habitación y el señor Malfoy voló una pared para atravesarlas. Si no hubiera querido quedarse contigo, la forma obvia de evitarlo habría sido no destruir la propiedad de la escuela para luego tratar de repararlo una vez que él estuviera dentro.
Hermione sintió una oleada de alivio ante la revelación de que Malfoy había volado la pared para entrar en lugar de salir como había asumido inicialmente.
—¿Me avisarás? —preguntó con cautela—. Si lo hice… no sé... —Hermione volvió a hundir la cara entre las manos—. No sé qué podría hacer para compensarle si ha sentido que lo agredí.
—Te mantendré informada —dijo Minerva con voz indulgente—. Sin embargo, dado que tu celo ha pasado, hay algunas cosas que es necesario que discutamos.
Hermione asintió y se enderezó atentamente tratando de apartar los pensamientos de Malfoy al fondo de su mente.
—No podrás ocultar tu designación —dijo McGonagall, mirándola—. Los Betas no podrán detectarlo. Pero me temo que incluso con una poción supresora, cualquier Alfa que se acerque a unos pocos metros de ti se dará cuenta.
Hermione asintió.
—Pensé que ese podría ser el caso, según lo poco que leí.
—Podemos tratar de mantener tu estatus en secreto fuera de la escuela, pero es inevitable que comiences a recibir la atención de los Alfas aquí en Hogwarts. Sospecho que será lo suficientemente notorio como para que la noticia termine llegando al público eventualmente.
—Pero… —dijo Hermione lentamente, frunciendo el ceño—. Mi celo ha terminado. ¿Por qué estarían interesados?
—Porque querrán casarse contigo, señorita Granger —dijo Minerva como si fuera obvio.
Hermione la miró fijamente.
—¿Por qué? ¿Para tener hijos? —preguntó, sintiéndose escéptica acerca de cuán preocupado estaba el mago promedio en general por la cantidad de descendencia a tener. Entonces se le ocurrió un pensamiento horrible:
—¿Me querrán porque seré servil?
La expresión de Minerva se volvió visiblemente incómoda.
—Eso… podría ser la motivación para algunos. Sin embargo, hay más cosas en las Omegas que meramente sumisión y procreación. ¿Terminaste de leer el libro que te dejé?
Hermione negó con la cabeza, sonrojándose.
—No. Lo siento. Se me hizo difícil concentrarme.
El rostro de Minerva se suavizó.
—Por supuesto. Todo esto ha sido bastante repentino. Es por eso que deseo hacer todo lo que esté en mi poder para protegerte mientras asimilas lo que ha ocurrido. Espero brindarte tantas opciones como pueda.
—Gracias.
—Ahora, como mencioné, es muy probable que recibas mucha atención. Supongo que no querrás retirarte de la escuela si es posible evitarlo.
Hermione asintió.
—La torre de chicas de Gryffindor debería ser segura para ti. Sin embargo, en áreas comunes y pasillos, cualquiera puede acercarse a ti, me preocupa que algunos Alfas ansiosos puedan aprovechar tus rasgos Omega para llamar tu atención.
Hermione se sintió helada.
—Las pociones supresoras ayudan, ¿no?
—Creo que sí. He hecho que Horace prepare un lote. Necesitarás tomar un vial a diario. Sin embargo, no suprimirá los rasgos por completo. Lo he discutido con la señorita Weasley; podríamos asignar prefectos Beta para que te acompañen entre clases si lo deseas.
Hermione la miró fijamente.
—Seguramente eso es un poco excesivo, ¿no?
—Tengo que admitir que no lo sé. Hasta donde yo sé, una Omega nunca ha asistido a Hogwarts con sus rasgos presentados. Los Alfas ocurren ocasionalmente. Teniendo una clase de octavo año había anticipado contar con una docena más o menos. Pero tú eres la primera Omega en asistir a Hogwarts presentando su celo. No sé qué esperar. No quiero ser descuidada contigo.
—¿Las Omegas son tan raras?
McGonagall asintió brevemente.
—Eres la única que no está casada desde que tengo memoria. Más allá de eso, eres la primera Omega que conozco desde Molly Weasley.
Hermione se atragantó.
—No me di cuenta de que eran tan inusuales.
—Antes de Molly, las únicas otras Omegas que conocía eran Druella Rosier y una amiga de mi madre, Cassandra Ollivander. Hay una razón por la que la mayoría de la gente simplemente elige ignorar la existencia de la jerarquía. Es raro que surja el asunto. Posiblemente haya menos de doscientas Omegas en toda Europa. Cualquier Alfa soltero que se entere de tu situación puede tratar de cortejarte. Puedes terminar inundada de ofertas.
—¿No sabrán nada de mí, pero querrán casarse conmigo solo porque soy una Omega? Me siento como un coleccionable —dijo Hermione en un tono mordaz, con los labios curvados—. La decisión de Molly de tener siete hijos para evitar a los Alfas tiene cada vez más sentido.
—Molly eligió a Arthur porque estaba enamorada de él —dijo Minerva con aspereza—. Estaba comprometida con un Alfa, pero se enamoró de Arthur cuando eran estudiantes aquí en Hogwarts. No te recomendaría elegir a un Beta a menos que sea alguien sin quien no puedas vivir.
Hermione bajó los ojos y se desplomó.
—¿Por qué? No entiendo cómo funciona todo esto. Siento que me han convertido en un servil degenerado y que corre el riesgo de perder la cabeza cuando un Alfa me respire. Pero ahora estás diciendo que debería trata de estar en ese tipo de relación.
Minerva suspiró.
—Las Omegas están hechas para los Alfas. Los Alfas están hechos para las Omegas. A pesar de la dinámica de dominio y sumisión entre ellos, la relación es simbiótica. Un Alfa puede tener influencia sobre ti, pero también tienen un deseo instintivo de ir a los confines de la tierra para protegerte o complacerte.
La boca de Hermione se torció y se abstuvo de señalar que preferiría tener la autonomía para protegerse y complacerse a sí misma, pero se tragó las palabras. El hecho de que McGonagall tuviera la desafortunada tarea de explicarle todo a Hermione no lo convertía en culpa de la directora. Hermione no le dispararía al mensajero cuando aparentemente era el universo en general el culpable de su destino.
—La ecuación no te deja impotente —dijo McGonagall con firmeza—. Sin la otra parte, siempre habrá la sensación de que falta algo. La mayoría de los Alfas están resignados a ese destino cuando se presentan. Es por eso que estarán ansiosos por tratar de llegar a ti. Eres una oportunidad que la mayoría de ellos nunca esperó tener. Volverás a entrar en celo en tres meses. Deberías usar el tiempo hasta entonces para conocer a algunos de los Alfas cercanos.
Hermione sintió que algo en su estómago se hundía bruscamente ante la idea de experimentar otro celo.
La experiencia con Malfoy la había sentido en carne viva. Íntima y vulnerable. Se había sentido feliz mientras duró. Como si ser una Omega estuviera bien después de todo.
Despertar del otro lado para descubrir que todo había sido una ilusión inducida por hormonas lastimó algo dentro de ella que no pudo identificar.
Ella no era del tipo de sexo casual, su "aventura" de una semana con Malfoy solo la había convencido aún más de eso.
Ella nunca, nunca quiso pasar por la experiencia de quedarse atrás y descartarse en el instante en que ya no tuviera el cóctel hormonal necesario para parecer deseable.
Sin embargo, al mismo tiempo no quería casarse con alguien, especialmente si no tenía un vínculo de alma con la persona, solo para tener un compañero durante sus celos. Eso no sonaba mucho mejor.
No tenía ningún interés en una unión basada únicamente en una conexión jerárquica. Tal vez era joven, pero esperaba que si alguna vez se casaba, sería una unión nacida de algo único y significativo, con alguien con quien pudiera compartir su mente, no solo alguien que fuera capaz de conocer y aliviar sus necesidades biológicas.
Se sentía como si estuviera atrapada en una cuenta regresiva de tres meses hacia el infierno.
—No puedo creer que esté diciendo esto —dijo lentamente—. Pero, ¿podría quedarme embarazada? ¿Cómo lo hizo Molly? Eso detendría los celos y los síntomas por un tiempo, ¿no?
McGonagall miró inexpresiva a Hermione por un minuto.
—Ahora que te has presentado, no creo que sea posible que quedes embarazada de un macho Beta —dijo finalmente la directora—. Tu fertilidad está ligada a tus celos. Podrías quedar embarazada durante el próximo, pero dudo que la mayoría de los Alfas consientan hacerlo si no te vas a casar con ellos. Son bastante posesivos. Especialmente cuando las Omegas están embarazadas, entonces sus instintos son más fuertes.
—Oh —dijo Hermione con voz resignada. No había querido considerar particularmente el embarazo o la maternidad, pero escuchar que ni siquiera era una opción se sentía injusto de todos modos.
Se sentía como si no quisiera pensar en ninguna de las opciones que tenía. Enterró su rostro entre sus manos y trató de idear otra solución.
—Me doy cuenta de que esto es muy brusco y difícil para ti —dijo McGonagall gentilmente—. Creo que deberías darte tiempo para adaptarte antes de tomar una decisión que cambie tu vida, como la maternidad. Hay muy buenos Alfas en el mundo que te darán todo el tiempo que necesites para llegar a confiar en ellos. Que una personalidad dominante sea buena o mala depende completamente del carácter del individuo.
—No es como si tuviera otra opción —dijo Hermione con amargura.
—Haré todo lo que esté en mi poder para mantenerte a salvo y ayudarte a decidir qué es lo que quieres hacer —dijo Minerva—. Además de ser una de mis estudiantes más excepcionales, he llegado a considerarte como mi amiga, señorita Granger. Decidas lo que decidas, tendrás todo mi apoyo junto con el resto del personal de Hogwarts.
Hermione sonrió y se sintió vagamente reconfortada.
—Quizás podamos ver cómo funcionan los supresores —dijo, tratando de sentirse esperanzada—. Antes de que agreguemos una nueva rotación a los horarios de los prefectos.
—Muy bien. Todos los retratos han sido instruidos para que te vigilen de cerca. Me he tomado la libertad de informar a los profesores y prefectos Beta que eran miembros del ejército de Dumbledore para que estén al tanto y sepan qué esperar.
—Está bien —dijo Hermione en voz baja, sintiendo que sus mejillas se sonrojaban y las puntas de sus orejas se calentaban al darse cuenta de que muchos de sus amigos sabrían por qué había desaparecido durante una semana.
—Durante la última semana ordené algunos libros para ti —dijo Minerva, deslizando una pequeña pila sobre su escritorio hacia Hermione—. La selección de Hogwarts sobre el tema es limitada.
—Gracias.
—Te acompañaré a la enfermería para que recojas tus supresores. Luego hablaré con el señor Malfoy en tu nombre. Hablando de Alfas, si estás dispuesta, creo que el señor Longbottom desea disculparse contigo. Está horrorizado por su comportamiento hasta el punto de tratar de entregar su placa de Head Boy.
—No fue culpa de Neville —dijo Hermione de inmediato—. Estaré feliz de verlo. Pero… —Ella vaciló—. Tal vez pediría que nuestro encuentro sea supervisado. Para ver cómo funcionan los supresores.
—Buena idea. Quizás deberías esperar aquí. Yo lo llamaré y traeré los supresores. Puede que no sea aconsejable que camines por los pasillos.
Hermione asintió y Minerva se fue.
Hermione cogió la pila de libros del escritorio y miró los títulos. Un libro sobre Alfas. Otro libro sobre los celos y embarazos de las Omega. Y un libro llamado Soulbound. Hermione lo sacó de la pila y comenzó a leerlo con resignación.
El libro resultó descorazonador e inútil. Una Omega sin ataduras era prácticamente inaudita. El autor había asumido que, si una Omega no estaba vinculada, estaba a punto de estarlo. No había nada sobre cómo se esperaba que una bruja navegara por el mundo sin un Alfa siendo "responsable" de ella. Los supresores eran para durante la separación temporal del Alfa o para las Omegas viudas. No se mencionaba el hecho de tomarlos al intentar elegir un Alfa para casarse.
Casarse.
Hermione se sintió tentada a llorar ante la idea. De hecho, no había muchas cosas en su vida por las que no tuviera ganas de llorar. Sobre todo, quería llorar por Malfoy; el hecho de que su ausencia todavía fuera lo que más la afectaba solo se sumaba a su estado general de miseria.
¡No le gustaba Malfoy! Se había recordado a sí misma ese hecho con bastante firmeza en repetidas ocasiones.
Era un imbécil histórico. Matón de escuela. Elitista sangre pura con lavado de cerebro.
Incluso si los otros dos puntos eran irrelevantes o ya no eran el caso, el último era un punto de peso. No tenía ninguna razón para pensar que esa creencia particular suya realmente había cambiado.
Era cierto que durante su juicio había pronunciado un discurso muy elocuente acerca de darse cuenta del error en su pensamiento con respecto a la pureza de la sangre, pero había sido un discurso. Un discurso público ante el Wizengamot que se había impreso en el periódico a la mañana siguiente.
Después de su liberación, se había mostrado rígido pero cordial con ella en los eventos públicos. Una vez que había comenzado el año escolar, se había visto obligada a evitarlo, por lo que realmente no había sabido lo que había estado haciendo consigo mismo, aparte de mantenerse fuera de problemas.
Por lo que ella sabía, no había nada en su vida privada que indicara una verdadera revelación sobre la pureza de la sangre. Nada que indicara que realmente creyera en algo diferente en la posguerra.
Seguramente mantendría la boca cerrada al respecto y terminaría casándose con una chica que tuviera un linaje prístino.
A Hermione no le había importado ayudarlo. Ser un fanático no significaba que alguien mereciera pudrirse en Azkaban durante diez años. Los Malfoy, a pesar de todos sus defectos, fueron los que favorecieron a Harry en la guerra. Narcissa había actuado preocupada por su hijo, pero Malfoy, siempre que había llegado un momento crucial, había actuado en contra de sus propios intereses. Había protegido a Harry y no había matado a Dumbledore cuando fácilmente podría haberlo hecho. Eso había sido suficiente para Hermione. Había bebido una poción de la Paz y testificado tanto por Narcissa como por Draco.
No esperaba interactuar realmente con él después del juicio. Desde luego, no esperaba fijarse en él durante el octavo año. Y nunca se había imaginado que pasaría una semana follando con él y luego se encontraría a sí misma...
No estaba segura de lo que estaba haciendo.
Obsesionada por él, concluyó con resignación.
No era un flechazo, solo la había sorprendido. Él había aparecido cuando ella había sido vulnerable y él había estado...
Un Alfa perfecto, proporcionó su cerebro inútilmente.
No era nada. Ni siquiera había sido el verdadero Malfoy. Acababa de estar en una especie de estado Alfa. Como había dicho McGonagall, los Alfas tenían un impulso instintivo para complacer a las Omegas. Había aparecido porque había sentido que se lo debía y luego se había quedado porque ella lo había atacado. No era nada de lo que había querido decir.
El hecho de que ella se sintiera unida a él probablemente era solo una cosa de Omegas.
Todo era solo instinto y hormonas.
Nada de eso era real.
¿Me dejas un review? :)
Cristy.
