Hola a todos los que siguen nuestra historia. El capítulo número cuatro de "El Conjuro Secreto" está listo. Esperamos sea de su agrado.
Damos unas advertencias a continuación.
Advertencia 1: Habrán menciones de buylling.
Advertencia 2: al final del capítulo explicaré algunas cosas que posiblemente no estén tan claras.
Soundtrack recomendado a escuchar en el cual me inspiré para hacer algunas escenas claves: Movimiento del Corazón. Versión de: Ailyn Charm. Ending 1: Del anime Sailor Moon Año 1992.
Yu-Gi-Oh le pertenece a Kazuki Takahashi.
Sin más que decir damos por iniciado el capítulo 4.
El Conjuro Secreto: Capítulo 4: De la mano caminaremos tú y yo.
Había olvidado por completo donde se encontraba. Unos murmullos le hicieron reaccionar, estaba en la sala de fiestas del Faraón y abrazando al Monarca, quien le estaba correspondiendo el abrazo. Se sonrojó, ella lo que esperaba era que la rechazara o que al menos le dijera que no era correcto el contacto con él. Había escuchado que no permitía que se le acercaran demasiado. Pero los latidos de su acelerado corazón le decían otra cosa. No era la única nerviosa en esa habitación.
Atem la estrechó con fuerza en sus brazos. Se estremeció al sentir la respiración de Yuriko cerca de su pecho, en el instante en el que ella se había intentado separar él, la había tomado con más fuerza, hasta que reaccionó, no estaban a solas, podía ver que sus Sacerdotes lo veían con asombro y los invitados no dejaban de murmurar en voz baja. Ya que no permitía las muestras de afecto físico, era comprensible que todos estuviesen pendientes de lo que pasaba con él. Y aunque quería seguirla abrazando y no soltarla nunca, se vio forzado a dejar de hacerlo.
Evitaron mirarse a los ojos. Ella se sentía apenada por haberse acercado sin permiso y por que estaba sintiendo nuevas sensaciones en su corazón. Era un momento incómodo pero inolvidable para ambos. No sé dijeron nada más, la tricolor le hizo una reverencia al Faraón y se alejó, se acercó a sus amigos y a su padre quién la veía con una mezcla de orgullo, satisfacción y un poco de nerviosismo, Yugi tenía que reconocer que Atem le estaba dando privilegios a su niña. Demasiados para su gusto.
Atem aclaró su voz. Era el momento de continuar con la celebración. Las personas procedieron a disfrutar del banquete real y otros prosiguieron a conversar.
Mana caminó lentamente buscando a sus amigos en la multitud, pudo ver a su Maestro cruzado de brazos mientras estaba conversando con la chiquilla que había estado con el Faraón. Vio que Isis estaba sola, y se le acercó, ella al ser su amiga más cercana podría responder algunas de sus dudas.
-¡Isis! Le saludó alegremente para llamar su atención ya que nadie esperaba su regreso.
-¡Mana! Qué gusto verte de nuevo. No esperaba tu regreso tan pronto. Le respondió ella dándole un abrazo.
-Si, el entrenamiento duró menos tiempo del esperado. Dime, ¿A que se debe esta gran celebración? Preguntó ella las dudas le carcomían por dentro.
-Nuestro Rey, mandó hacer esta celebración especial por su invitada de honor. Respondió Isis con fastidio. Ella no tenía una mala relación con la chica de ojos verdes, pero no podía negar que estaba celosa de que Mahad, su pareja estuviese tiempo completo con ella y la tratara como si fuera importante para él.
-¿Y quién es ella? Preguntó Mana sintiendo un nudo en su garganta presintiendo que la respuesta no le iba a agradar.
-Su nombre es Yuriko. Es una chiquilla aún, es bastante caprichosa. Ella y sus padres son invitados de Egipto. Tienen aproximadamente 1 mes de vivir aquí en el palacio. Sabes nuestro Rey le ha tomado bastante cariño y le concede todos sus deseos, se lo pida ella o no. Sí te das cuenta es muy cercana al maestro Shimon, Kisara y Mahad, los otros que ves con ella son sus esclavos. Pero ella convenció al Faraón de que les permitiera quedarse en el Palacio y ambos son tratados como si fueran parte de la realeza. Sin serlo realmente. Terminó Isis su pequeño relato.
Mana vio detenidamente a los esclavos de la chiquilla y vio que tanto ella como los mismos tenían DiaDhank en sus brazos derechos, un honor que el Faraón solo le daba a sus allegados, suspiró pesadamente, a ella le negó ese privilegio cuando se lo pidió como regalo de compromiso. ¿Cómo era posible que a una extraña le concediera tantos privilegios y aceptara que unos esclavos fuesen tratados como de la realeza? Debía acercarse para saber a qué tipo de persona se estaba enfrentando.
-Miren esto es genial. Ahora podré invocar monstruos para que me traigan comida. Dijo Jono alegremente mientras los presentes solo lo veían un poco avergonzados.
-Jono, el uso del DiaDhank no es para que te traigan comida, es para que aprendas a luchar en batalla. Dijo Mahad un poco fastidiado con la actitud infantil del rubio.
-Luego dices que no eres un niño. Pero si te comportas como uno. Exclamó Mireya colocando sus manos en su cintura y reía con diversión.
Kisara y Yuriko eran las únicas que no habían participado en la conversación. La primera porque estaba observando a sus amigos mientras Jono era regañado. La segunda porque deseaba entender porque el Faraón sabía que a ella le gustaban los rubí y las esmeraldas. Ella no recordaba haberle dicho que le gustaban dichas gemas.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando entró en escena una hermosa mujer de cabello castaño, ojos color aguamarina, piel bronceada y tenía puesto un vestido blanco que era demasiado corto. Llevaba un cetro en su mano derecha.
-¡Maestro! ¡Qué gusto volver a verlo! ¿Me extrañó? Exclamó la misteriosa mujer mientras le daba un abrazo fuerte a Mahad.
-Es un gusto verte de nuevo. ¿Qué tal tu entrenamiento? Tardaste menos de lo esperado. Respondió el hechicero mientras acariciaba la cabeza de ella.
-Pues muy bien, demostrando que soy la mejor como siempre. -Respondió de manera altanera y presumida- ¿Quiénes son ellos? Habló en plural para no delatar que sus verdaderas intenciones era saber sobre solamente una persona.
-Mana, déjame presentarte a Yuriko. Ella es una invitada de nuestro reino. El es Jono. Pertenece a la guardia real del Faraón y es escolta personal de Yuriko. Y ella es Mireya, la doncella de Yuriko. Amigos ella es Mana, es mi aprendiz, la conozco desde que era una niña. Respondió mientras los tres mencionados saludaban cortésmente a la aprendiz de Mahad.
Mana los observó detenidamente a cada uno. Pero al observar a la chica de ojos verdes, su molestia aumentó al ver que ella tenía puesto el collar de la Reina Shani, un collar que sólo podía ser usado por la futura Reina de Egipto. ¿Por qué lo tenía ella? ¿Acaso se lo habría robado al Maestro Shimon? Él era el guardián de las joyas reales. No pudo controlarse y comenzó a hablar molesta.
-Oye niñita. ¿De dónde sacaste ese collar? ¿Acaso se lo robaste al Maestro Shimon? El oro y las joyas no se ven bien en ti, son demasiado valiosos como para que alguien tan insignificante como tú lo lleve puesto. Se le acercó de forma amenazante y le acercó su cetro a la cara con intención de quitarle el collar.
Yuriko tragó en seco. No era la primera vez que una chica le hacía ese tipo de desplantes, en su época las chicas la rechazaban y lastimaban por ser la "débil y tonta" hija del gran Yugi Muto. A pesar de sentir una sensación pesada en el estómago, decidió responderle a la chica frente a ella y hacer lo que siempre hacía mejor, ignorar los desplantes.
-No. Señorita Mana, yo a el abuelo Shimon jamás le robaría nada. Quién me hizo entrega de este collar fue el Faraón. El me lo regaló, le agradecería que no trate de ofenderme, solamente está perdiendo su tiempo. Respondió ella retirando el cetro de su cara mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho y evitaba que Mana pudiese tocarle el collar.
La molestia de Mana se convirtió en ira. ¿Su Faraón le había dado a ella el collar de su madre? Ese collar no le podía pertenecer a una niña tan tonta, a alguien que ni siquiera era de raza egipcia. Su color de piel demostraba que era de un lugar demasiado lejano. De piel blanca como la leche, y de ojos verdes como el jade, con un cabello de tres colores: negro, fucsia y rubio, la castaña debía reconocer que la chiquilla era sumamente hermosa.
-Que extraño que el Faraón te haya obsequiado algo así, sobre todo a alguien con la piel tan blanca como la tuya. La gente de piel blanca es conocida por traer desgracias y maldiciones en nuestra tierra. Dijo sin pensarlo, no pudo controlarse más.
La tricolor solo pudo abrir los ojos grandemente. Nunca la habían discriminado por el color de la piel, pero recordó que estaba en el Antiguo Egipto, una época donde las personas de piel blanca eran blanco de desprecios y odio. La tensión se podía sentir en el ambiente, Jono y Mireya estaban serios ante la situación, Mahad se frustró por la actitud de su aprendiz y dichas palabras le afectaron a Kisara. Yuriko respiró hondo tratando de tranquilizarse, sí se peleaba con ella en público arruinaría la celebración que el Faraón le había preparado con tanto esmero.
-Mana ¿Qué pasa contigo? ¿Por qué le hablas de esta manera tan irrespetuosa a la Invitada de Honor de Egipto? Mahad regañó en el instante a la castaña, quería evitar un pleito mayor.
-Solo le dije lo que pienso, Maestro. Ella traerá desgracias a nuestro Reino. Los dioses maldecirán a nuestra gente. Las personas de piel blanca, necesitan un escarmiento. Dijo alzando su cetro y colocándolo en el vientre de Yuriko dispuesta a atacarla en el instante.
-¿¡Y tú quién te crees que eres para hablarnos de esta forma!? -Gritó la doncella de ojos azules molestándose de manera inmediata- ¡No tienes derecho a hacernos este tipo de comentarios! Ni Yuriko ni yo somos personas que traen desgracia y maldiciones a Egipto.
Mana se dio cuenta de su error demasiado tarde. En su afán de querer ofender a la chiquilla, había olvidado que Kisara, la pareja de Seth, era de piel aún más blanca que la niñita. Bajó su cetro y varios invitados se dieron cuenta de la situación y se quedaron viendo la escena sí una pelea iba a armarse ellos querían presenciarla de cerca.
-Kisara, no te molestes. -Yuriko la tomó de las manos tratando de tranquilizarla- Ella no lo dijo por ti, lo está diciendo por mí, pero no me importa, sus palabras no tienen ninguna importancia para mí. Sintió que el corazón se le partía en dos, su amiga estaba herida y eso le causaba dolor por Kisara e indignación con la castaña de ojos aguamarina.
-Nosotras no traemos desgracias Yuriko. ¿Por qué Mana se empeña en tratar de lastimarnos? Los ojos de Kisara se llenaron de lágrimas y Yuriko procedió a abrazarla.
Seth escuchó el grito de Kisara. Su "brillo de sol" no solía actuar así, era una persona tranquila que no se alteraba con cualquier cosa. Excepto cuando le hacían algún desplante por su color de piel, dejó de conversar con Shada y se acercó donde estaban Kisara y Yuriko, vio como las dos chicas estaban abrazadas y que su pareja tenía los ojos llenos de lágrimas.
Kisara limpió sus lágrimas, le agradeció a Yuriko su abrazo y procedió a salir de la sala. Dejando a sus amigos preocupados por ella.
-¿Qué ha pasado aquí? -Se escuchó la voz autoritaria de Seth- ¿Por qué Kisara salió de esa forma?
-Esta mujer hizo un comentario de muy mal gusto a Yuriko sobre su piel y Kisara tomó el insulto para ella. Respondió Mireya con un dejo molesto en su voz. La chica llamada Mana no le estaba dando buena impresión.
-No llevas ni una hora aquí y ya estás causando problemas. Fue lo único que Seth dijo, le dio la espalda a todos y salió de la habitación buscando a su pareja.
-¿Actúe de mala manera? Le preguntó Mana a su maestro al ver que él la veía molesto.
-¡Claro que sí! ¡Te dije que no trataras de ofenderme porque no lo ibas a conseguir! ¡Ofendiste a mi amiga y eso me tiene molesta contigo! ¡Tonta! -Reclamó Yuriko mientras la señalaba con la mano izquierda- Para ser la aprendiz de Mahad, solo lo dejas en vergüenza con tus tonterías.
-No te permito que me hables así, chiquilla caprichosa y…
-¡Cállate!
Un fuerte grito asombró a las personas más cercanas al grupo donde ocurría la pelea verbal. La tricolor había interrumpido a la aprendiz y no le había permitido que terminara de hablar.
-¡No! ¡¡Quién no te permitirá las cosas soy yo!! ¡No te metas con mis amigos o te voy a dar un escarmiento que no olvidarás jamás! -La forma en que había dicho las palabras había dejado asombrados a sus amigos, ellos no la habían visto actuar de esa manera tan directa- Y no es una advertencia, es una amenaza, no me importa que papel desempeñas en este lugar. Terminó la pelea con la recién llegada, se dio la vuelta y comenzó a caminar con dirección hacia sus padres, Jono y Mireya la siguieron.
-Yuriko, no hagas este problema más grande al decirle algo a tus padres o a el Faraón. Le dijo la rubia mientras la tomaba del brazo.
-No lo haré Mireya, solo necesito abrazar a mi papá. Fue su única respuesta mientras fingía una sonrisa, estaba cansada, dolida por su amiga, y no quería que el Faraón la viera de esa manera vulnerable. Además se sentía frustrada por qué la mujer trató de atacarla.
Llegó hasta donde estaba Yugi y sin decir más lo abrazó con fuerza. El le correspondió el abrazo. Yugi no entendía nada pero sabía que algo le había pasado a su pequeña. Rebecca vio a su hija y esposo preguntándose qué podría haber pasado. Jono y Mireya veían a su amiga a lo lejos con preocupación, Jono aprovechó la situación y tomó suavemente de la mano a Mireya, ella se dio cuenta de que el rubio la tomaba de la mano, pero no le dijo nada, se sentía más tranquila cuando él se encontraba a su lado. A pesar de la diferencia notoria de edad, ella se sentía a gusto con él.
-Mana. Pasaste mucho tiempo lejos por el entrenamiento, algunas cosas han cambiado. Te recomiendo que no te sobrepases con la invitada real del Faraón. Él le tiene mucho cariño y si se entera de lo que le dijiste y que trataste de atacarla, te va a exiliar. Le dijo Mahad de manera directa ya que estaba molesto con su actitud.
-¿Tanto ha influido esa caprichosa en mi Faraón? Preguntó ella con furia, eso no podía ser posible.
-Ella le salvó la vida al Faraón, todo el reino y yo estamos en deuda con ella. Y sí, Yuriko ha influido en nuestro Rey para bien. Te darás cuenta conforme pasen los días. Pero te pido de nuevo, Mana, que no la vuelvas a agredir de esa forma, esta vez el Faraón no se dio cuenta de la situación, no juegues con tu suerte. Me retiro debo hablar con mi esposa. Cuídate Mana. Respondió Mahad dejándola sola al parecer muy pocas personas se habían dado cuenta de lo que había pasado en la fiesta.
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Kisara se hallaba sentada cerca de la fuente de agua del jardín. Había tratado de ser fuerte pero no pudo hacerlo, aunque sabía que los insultos no habían sido para ella, su corazón se llenó de enojo y frustración. Vagamente recordó como fue su llegada al Reino de Egipto, los ataques que sufrió por la misma gente del pueblo y las burlas por su color de piel, hasta podía volver a sentir las piedras golpeando su cuerpo cuando las personas trataron de lapidarla. Sí Seth y Shada no hubiesen intervenido aquella vez, lo más probable es que ya estuviese muerta. Estaba lejos de su gente, después de la muerte de sus padres y su posterior secuestro no volvió a poner un pie en su hogar, y Seth la ayudó a escapar de sus captores cuando era una niña, había pasado años rodeada de gente que la rechazaba y despreciaba por el color de su piel y cabello, las únicas personas que no le hacían desplantes eran los sacerdotes de la corte y sus nuevos amigos. Yuriko había elogiado su cabello al conocerse y Jono y Mireya respectivamente la habían tratado con respeto, los tres habían pasado por muchas tragedias, el primero fue vendido por su padre, la segunda encarcelada y casi fue sacrificada a un dios y ella que era discriminada por su color de piel. Yuriko había aparecido en momentos cruciales de sus vidas y los había ayudado. Conocía a Mana, sabía que era muy cruel cuando se sentía amenazada por alguien con respecto al Faraón, ella había sido la prometida real. Pero no pudo evitar exaltarse en el momento en el que se burló de la piel blanca de Yuriko, donde finalmente ella explotó, a pesar de que la tricolor no se veía ofendida con los comentarios despectivos. Sentía el corazón roto y adolorido.
Hasta que sintió un suave abrazo. Seth, la había abrazado distraída, pero aún así se sentía mejor al estar rodeada en sus brazos. Amaba a Seth desde que era una niña. Desde que la salvó las dos veces que se reencontró con él. Se complementaban con cada abrazo y beso que se daban. El la llamaba en secreto "brillo de sol" así la veía él.
Seth amaba a Kisara con locura, aunque siempre aparentaba seriedad con todos, el tenía un noble corazón pero no quería volver a llorar por perder a alguien; la muerte de su madre y los estudios para ser parte de la corte real le habían mantenido aislado y ocupado. Cuando el Faraón Aknamkanon le permitió ser parte de la corte fue el momento más importante de su juventud y su mayor logro. Tenía 18 años en aquel entonces.
Estaba molesto porque su amada estaba lastimada por un mal comentario, el quería protegerla de todo y que nadie la pudiera dañar. A pesar de que él no había podido convivir tanto con la nueva amiga de su pareja había visto un cambio positivo con ella. Kisara era demasiado tímida, solamente hablaba con Atem, Isis, Mahad y con él. Pero desde que la invitada Yuriko apareció en sus vidas las cosas habían cambiado por completo. Su Kisara tenía más amigos ahora. Incluyendo a Jono alias "el perro y la cosa" y a Mireya. Pudo ver también que Mahad estaba actuando como un hermano para ella y hasta su Rey actuaba diferente con la niña.
Aun así la estrechó en sus brazos y la besó dulcemente. Porque debía consolar a su amada.
-Mi brillo de sol. No debes sentirte mal por lo que pasó. Aquí estoy yo para cuidarte, no llores más.
Ella depositó un suave beso en su mejilla, su dolor desapareció en los brazos de su querido Seth.
-Kisara, yo te amo. Te he amado desde hace mucho tiempo. Y hoy quiero decirte algo importante. -Le dijo suavemente mientras procedía a arrodillarse en el suelo mientras ella lo veía sorprendida- Mi brillo de sol. ¿Te casarías conmigo? Finalizó su pregunta mientras le ofrecía a ella un anillo de oro con dos gemas al centro: un zafiro azul y una perla de color blanco.
-Si, Seth, sí quiero ser tu esposa. Exclamó ella llorando de alegría y emoción.
Seth le colocó el anillo en su mano. Se dieron un beso sellando así su promesa de amor.
-Te amo. Se dijeron al unísono los dos mientras se abrazaban y veían juntos las estrellas y la luna que eran testigos de su próxima unión.
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Despertó rodeada de una cálida sensación. El calor era quien la despertaba cada mañana. Debía reconocer que era agradable y a pesar de que no lo pasaba tan aburrida, extrañaba a sus amigos, disfrutaba de la compañía de sus nuevos amigos y ahora que tenía amigas se sentía mucho mejor, pero no era lo mismo. Cuando despertaba por las mañanas y desayunaba con sus padres, Takeru pasaba a su casa y se iban juntos a la escuela. Al llegar se encontraban en el patio de la escuela, con Raeden, Yamato y Jordán. En el receso disfrutaban del almuerzo y el pequeño Noah se escabullía de la escuela primaria para estar con Yuriko, a pesar de tener cinco años el niño era bastante inteligente y cariñoso con la hija de su ídolo. Para nadie era un secreto que Noah Kaiba admiraba más a Yugi Muto que a su tío Seto Kaiba. Al terminar la escuela, Yuriko le hacía compañía al pequeño niño hasta que llegaran los guardaespaldas o el padre de Noah, el señor Mokuba Kaiba y se iba caminando sola a su casa. Takeru y Jordán son primos y estaban casi siempre juntos, Raeden y Yamato solían viajar por temporadas ya que el primero iba a Marruecos porque su madre era de ahí y el segundo porque su padre era estadounidense.
Ellos cinco le daban alegría en su vida. Y los extrañaba mucho. En un mes iba a ser la primera competencia mundial de Jordán en el campo de duelos y todos iban a ir a apoyarlo en las arenas virtuales, pero ella no podría cumplir su promesa.
Aunque Egipto tenía sus ventajas por igual. Estaba Jono su amigo que la protegía valientemente, Kisara que había sido su primera amiga en estas tierras Áridas, Mahad quien al principio ella se le había acercado a hablarle solo porque se parecía al Mago Oscuro, terminó siendo importante para ella, Mireya a quien ella podía llevar a todos lados por ser su doncella. Y el Faraón que le daba muchas prioridades, ella no entendía porque él lo hacía, porque le daba tantos regalos, ella no era de la realeza, solo era una invitada que tenía atribuciones que no le correspondían, hasta la gente se había confundido y la llamaban "princesa de Egipto" y sus dudas seguían tan fuertes como el primer día: ¿Cómo se conocieron su padre y el Faraón? ¿Por qué su padre no quería advertir a su amigo de la batalla que se enfrentarían próximamente? ¿Dónde estaba el enemigo del Faraón? ¿Dónde estaba el Dragón Blanco de Ojos azules? ¿Por qué Mahad y la mujer llamada Mana se parecían tanto a los magos del Deck de su padre? Le dolía la cabeza de tanto reflexionar, hasta frío le dio de tanto pensar. Tenía que arreglarse ya que no podía llegar tarde al desayuno real. Sí tan solo supiera que en la habitación de sus padres alguien más pensaba las cosas al igual que ella.
Yugi estaba viendo por la ventana de su habitación, realmente no se sentía cómodo con lo que estaba pasando en estos momentos con su única hija. Él necesitaba que ella pasara desapercibida y que no alterara el pasado. Pero las cosas no habían salido como el pedía, todo lo que quería era protegerla de los peligros del Antiguo Egipto, pero no lo había conseguido, Yuriko se había expuesto al Salvar a Atem. Tanto era el agradecimiento de su "otro yo" que le había dado una herramienta de guerra, similar al disco de duelo y un collar digno de una reina. Y ya habían rumores en el pueblo de que ella era una especie de princesa en Egipto. El y Rebecca se habían quedado en silencio para que su niña no se confundiera más. Habían cosas que Yugi si había vivido con Atem al visitar sus memorias pero habían cosas que no. Así que no le había mentido del todo a Yuriko. Pero debía seguir guardando el secreto. Sí tan solo el tricolor supiera que lo que el guarda tan celosamente está a punto de hacer contacto con su hija y que la historia tendrá un cambio más grande del que ya tiene y pondrá a prueba la lealtad del mismo ahora padre de familia. Porque Yugi tendría que elegir a quien de los dos protegería con su vida.
Se fueron presentaron en la mesa real para desayunar. Yugi, Rebecca, Yuriko, Kisara, Jono y Mireya se sentaron en sus respectivos lugares. Los Sacerdotes estaban sentados en el siguiente orden: Aknadin, Seth, Mahad, Shada, Karim, Isis, Shimon y Mana. Atem estaba sentado al centro. Solían hablar de temas políticos, agricultura y pesca. Pero desde que los invitados y la "servidumbre" de la "princesa de Egipto" se unieron a la mesa ya no se conversaban estos temas. Lo que se hablaba ahora era sobre historia de Egipto. Porque Mahad solía contarle leyendas a la invitada más joven, a veces las bailarinas danzaban junto a la música mientras ella veía maravillada todo. Pero este desayuno sería diferente ya que uno de los Sacerdotes haría un anuncio.
Seth aclaró su garganta, llamando la atención de todos los presentes. Ya que había estado esperando que terminaran de degustar sus alimentos para dar la noticia más importante de su vida.
Lo único que lamentaba era que su madre no pudiera acompañarlo en este momento. De su padre no tenía recuerdos, la última vez que lo vio era un niño pequeño, ni si quiera podía recordar cómo era o cómo lucía físicamente, jamás regresó a casa, así que lo dieron por muerto. Pasaron muchos años el y su madre viviendo en el pequeño pueblo haciendo su vida, hasta ese día donde apareció el "Dragón Blanco de los Ojos Azules" protegiéndolo. Por su madre no pudo hacer nada, aquellos ladrones que destruyeron su aldea, la asesinaron de la manera más cruel. La encerraron en la que fue su casa y le prendieron fuego a la misma con ella adentro. A pesar de los años Seth no se podía perdonar esa tragedia. Pero él no permitiría que a Kisara le pasara algo. Se levantó lentamente de la mesa y se puso de pie.
-¡Mi Faraón! Solicito su permiso para dar un anuncio muy importante. Dijo mientras hacía una pequeña reverencia ante su Rey.
-Adelante Seth, puedes anunciarlo. Respondió el Monarca viendo a su Sacerdote más serio y devoto dentro de su Reino.
-Mi Rey, invitados presentes, el anuncio que voy a hacer es el siguiente. Hace tiempo que mantengo una relación estable con la Señorita Kisara. Hoy les informo que ella y yo nos casaremos próximamente. Tomó de la mano a Kisara y la abrazó por la cintura mientras la veía y le sonreía con ternura a su futura esposa.
Atem fue el primero en felicitar a la pareja. Se levantó de su lugar y se acercó a ambos. Sonriendo sutilmente.
-Felicidades Seth. Eres uno de mis Sacerdotes más leales de mi reino. Bendigo su unión y que su amor dure por toda la eternidad. Los gastos de su boda correrán por mi cuenta y no se diga más. Respondió viéndolos y estrechando la mano de Seth.
Mireya y Yuriko sonreían muy emocionada se abrazaron mutuamente y corrieron a abrazar a su amiga. Estaban felices porque Kisara se casaría con el hombre que ella amaba y que el también la correspondía. Mana fue la única que a pesar de sentirse igual de ilusionada que las demás no corrió junto a Kisara, después de lo que pasó el día anterior debía disculparse con la futura novia primero. Además este anuncio le traía recuerdos agridulces a su mente: recordó cuando Atem anunció su boda con ella, cuando iban a casarse y estuvieron comprometidos. Pero ya no iba a ser así y ella quería recuperarlo.
-Felicidades amiga. Te deseo toda la felicidad del mundo. Exclamó Mireya abrazándola con cariño.
Jono se acercó para felicitar a su amiga y a su mentor aunque no se llevaban bien, el estaba contento por su felicidad.
-Felicidades Mentor Seth. Le dijo mientras colocaba su brazo sobre su hombro.
-Gracias cosa. Solo quítame tu brazo de encima. Le respondió con seriedad, aún así empezaba a ver a Jono como un amigo cercano.
Aknadin era el único que veía el panorama con tristeza y rabia. Su único hijo estaba a punto de casarse y el no podría estar para él. Sentía rabia porque el no quería que se casara con esa mujer tan poca cosa para él, sí el pudiera acercarse le diría que es una tontería tener como esposa a una mujer de piel blanca. Pero lo que más le dolía era que Seth estaba solo, su amada esposa murió años atrás y el debería estar presente en ese momento crucial de su vida. Su hijo era un verdadero prodigio, oculto entre las sombras desconocía su sangre noble. El debía ser el Faraón y no su sobrino que era un niño a comparación de Seth. El ya era un adulto un hombre responsable, más capacitado para gobernar a su gente. Empuñó sus manos con furia no podría estar en la boda de su único heredero como su padre, únicamente estaría como su maestro; nada más. Encontraría la manera de estar cerca de él en ese momento, y a la larga tarde o temprano prepararía un plan para quitar del camino a esa mujer tan inferior e insignificante para su hijo.
Cada uno de los presentes dio sus felicitaciones a la feliz pareja, quienes caminarían juntos de la mano de ahora en adelante.
Atem sonrió viendo a su Sacerdote ser feliz y se preguntó si el en algún momento se vería igual de ilusionado cuando se comprometiera con la que sería su futura Reina. Su mirada se desvió hacia la hija de su compañero, la cual estaba conversando animadamente con su doncella personal y sus pensamientos hablaron por él, pensó que ella sería una excelente reina de Egipto. Se sonrojó con fuerza al darse cuenta de que eso significaba que solo sería una Reina si se casaba con él.
Se acercó a ella y le habló de manera dulce y tierna:
-Es hora de tu entrenamiento. Sígueme y trae tu DiaDhank contigo.
Yuriko le hizo una reverencia al Faraón y lo siguió en silencio. Mireya sonrió cómplice de la situación, ella era más observadora que los demás y ya se había dado cuenta que el Faraón sentía algo más que simple "amistad" por su querida amiga, la cual se dirigió a entrenar con el Faraón. Yuriko se sentía emocionada porque su amiga Kisara iba a casarse pronto, tenía entendido que las bodas Egipcias eran diferentes a las de su época pero de verdad quería asistir a la misma. El Faraón iba caminando delante de ella, subieron por una especie de gradas, hasta que llegaron a una de las azoteas, la cual estaba adornada de jarrones, y una banca de oro, al parecer entrenarían en un lugar privado.
-Muy bien, hija de Yugi. -Le llamó Atem a Yuriko quien sintió una pequeña molestia por ese apodo- lo primero que debes hacer para realizar una invocación y poder tener un duelo de las sombras es canalizar tu energía interior. Si no sabes distribuir tu energía, esta se consume al instante y te pasará lo mismo que la última vez, te desmayarás y no siempre estarán tus sirvientes para defenderte. El no estaba regañándola solo quería que ella entendiera que el uso del DiaDhank no era un juego.
- Claro señor. Me desmayé porque le salvé su real trasero. Además de que hice una invocación para que así no lo lastimaran y lo único que me gano es un sermón de él. Que soberbio es. Jono y Mireya no son mis sirvientes. Pensó la tricolor mordiéndose el labio interno de su boca.
-Así que primero concentra tu energía, siente como la misma se distribuye por todo tu cuerpo. Cuando ya la tengas concentrada, eleva tu brazo derecho y si estás lista para llamar a la criatura que quieres invocar, lo llamas por su nombre, permíteme demostrártelo: "Guardián Celta" ven a mi. Le instruyó Atem y acto seguido apareció ante ellos el "Guardián Celta"
Yuriko los observó a ambos. Suspiró con fuerza, ya había hecho una invocación una vez y esta ocasión no sería la excepción. Cerró los ojos y siguió las instrucciones del Monarca, casi lo lograba hacer bien, pero tuvo un descontrol de energía y una luz blanca salió despedida de su herramienta y casi le dio al Faraón, el cual al ver que la energía de ella se dirigía hacia él, dio un pequeño brinco a la derecha. La energía dio de lleno contra el suelo y dejó un agujero de gran proporción en el lugar donde cayó la descarga.
-Lo siento mucho Faraón. No era mi intención. ¿Está bien? Preguntó la chica de ojos verdes con aflicción esperaba no haber lastimado al Faraón.
-Lo estoy. Solo trata de no asesinarme la próxima vez. Jaja. -Sonrió como rara vez lo hacía, lo dijo con humor, con el que casi no usaba desde que su padre murió- Eso estuvo cerca, si no me hubiera movido me habría lastimado. Pensó Atem un poco nervioso, el poder que ella tenía en su interior era sumamente poderoso.
Yuriko se sonrojó de vergüenza. Casi mataba al Faraón, pudo imaginar a todo Egipto persiguiéndole por las calles del Reino tratando de atraparla por quitarles a su Rey. Tragó en seco solo de imaginarlo. Volvió a concentrar su energía, esta vez no pasó nada malo. Alzó su voz y pensó en otro Monstruo a quien llamar.
-"Espiritista del Cuidador de tumbas", préstame tu poder y preséntate ante mí. Las aspas del DiaDhank se abrieron y ante ellos apareció la imagen completa de la espiritista: una mujer que tenía una especie de casco con la forma del dios Anubis en su cabeza, en la parte tenía una especie de sujetador negro cubriendo el área de sus pechos. Una falda blanca, negra y dorada, tenía un báculo de oro en su mano izquierda y en la derecha una especie de esfera de cristal. Tenía una capa de color azul fuerte. Yuriko veía la figura imponente del Faraón frente a ella y sin pensarlo se sonrojó, otra vez lo estaba viendo atractivo con su piel bronceada.
Atem vio con sorpresa el monstruo que había invocado ella. Conocía las leyendas de sus invocaciones, la última persona que la había invocado había sido su madre. La Reina Shani. La cual murió dos años después de que el nació. No tenía muchos recuerdos de la misma, su único recuerdo era el collar que el mismo le había entregado a Yuriko y las invocaciones que había hecho anteriormente.
-Muy bien hija de Yugi, para ser la primera vez que entrenas está bien, has tenido un gran avance. Para ser demasiado enana tienes por dentro un gran poder. Además ¿porque te sonrojas? Te ves graciosa así. ¡Jajaja! Trató de escucharse gracioso pero al ver que la chica de ojos verdes estaba seria se dio cuenta que se había equivocado con alguna de sus palabras.
-¡No soy ninguna enana! ¡Usted es un soberbio! Exclamó ella molesta. No le gustaba que se burlaran de su estatura.
-Hija de Yugi, no lo dije para molestarte; espera un momento, no soy un soberbio.
-¡Deje de llamarme hija de Yugi! ¡Mi nombre es Yuriko! ¡Acaso es tonto porque no se le puede quedar en su mente un simple nombre! Respondió aún más enojada.
-Mira pequeña niñita, no te permito que me hables de esta manera tan altanera.
-¡No te permito que me hables de esta manera! Repitió ella haciéndole burla al Faraón, provocando que la poca paciencia que el tenía desapareciera.
-¡Ya basta niñita caprichosa! ¡No tengo la culpa de que seas tan débil para no saber diferenciar un insulto de una broma y para que lo sepas tu nombre ni siquiera me interesa! Atem se dio cuenta de que sus palabras la habían herido en verdad, cuando vio que los ojos de ella se llenaron de lágrimas.
-Perfecto. Entonces permítame marcharme de su palacio, prefiero vivir en las calles, antes que seguir molestándolo. Le dio la espalda al Faraón y trató de salir de la azotea.
Atem la tomó de la muñeca y la jaló hacia él, no debió hablarle de esa manera tan fría y cortante no midió su fuerza al hacerlo. No quería dejarla ir. Tenía que disculparse.
-¡Suélteme! ¡Me lastima Faraón! ¡Suélteme soberano soberbio! Le dijo Yuriko mientras trataba de soltarse de su agarre.
Ninguno de los dos se había dado cuenta que desde hace un rato tenían compañía observándolos.
-¡No hasta que me escuches!
-¡Ya no quiero escucharlo más!
Sin que los dos se dieran cuenta, uno de los presentes se acercó sigilosamente y los separó quedando en medio de los dos adolescentes que peleaban hace un momento.
-¿Qué les está pasando a los dos? ¿Podrían dejar de actuar como dos niños chiquitos por solo cinco minutos? Yugi había detenido la pelea que ya llevaba un aproximado de 10 minutos de haber empezado.
Mahad, Seth, Kisara, Mireya, Jono, Mana y Aknadin habían visto todo desde que Yuriko había llamado soberbio al Faraón, más al ver que ninguno de los dos se había dado cuenta de la presencia de los presentes, decidieron no intervenir, hasta que Yugi escuchó los gritos y los separó.
Atem y Yuriko se sonrojaron por la vergüenza que sintieron en el momento en el cual comprendieron que los habían visto discutir. Atem porque era el Rey de Egipto y debía comportarse como tal y Yuriko porque se dio cuenta demasiado tarde que el Faraón estaba bromeando con ella. Además de que su padre los había llamado niños a los dos. Yugi estaba serio, sabía que si no hacía algo pronto su pequeña niña se volvería soberbia y vanidosa aún más de lo que Atem era, debía ponerle límites otra vez, el hecho de que le alzara la voz y le hiciera burla al Faraón era considerado un delito grave, él intervino antes de que su "otro yo" pudiera hacerle o decirle algo más a su hija. Lo que Yugi desconocía era que lo que había evitado, eran las disculpas que el monarca quería darle a su hija.
-Yugi. Lamento que hayas presenciado esto. Me retiro… Continuaremos las clases otro día… Atem salió de la azotea rápidamente sin decir más aún seguía sonrojado de vergüenza, aún así el arrepentimiento que sintió fue instantáneo, debía buscar otra manera de disculparse con la hija de su compañero.
Yugi y Yuriko vieron al Faraón salir en silencio. Pudo sentir la mirada de su padre sobre ella, reconoció que esta vez se había sobrepasado con el Faraón. Le dolía reconocer que a él no le importaba su nombre pero no debió reaccionar como lo hizo. Es más pensó rápidamente que el monarca podría haberla exiliado o ejecutado por su forma tan infantil de comportarse con él. Se sintió vulnerable, y arrepentida de su actuar.
-Yuriko. Voy a hablar con el Faraón. Luego hablaré contigo, las cosas no pueden seguir así. Respondió de manera fría su padre. Ella asintió sin alzar la mirada, se sentía muy mal, como la primera vez que la golpearon las niñas de la escuela cuando tenía 8 años.
No pudo levantar la cara, se abrazó a si misma, esta vez no podría rechazar los regaños, sí el Faraón la había llamado "Caprichosa" era porque realmente lo era. Tal vez era por eso que no tenía amigas, si no cambiaba sus actitudes pronto se quedaría sin amigos. Debía encontrar la manera de pedirle al rey que la perdonara, y si era necesario devolverle el collar y el DiaDhank al monarca de ojos violetas que le dió como regalo, haría. Sintió cuando le pusieron una mano sobre su hombro, dependiendo quién fuera, debía controlarse ya se había metido en muchos problemas hoy. Era Mahad la persona que la estaba tocando, aún así lejos de sentirse mejor, eso la hizo sentir peor, pudo ver a su mago viéndole seriamente. Pudo notar que estaban solos en la azotea, no se dio cuenta en que momento salieron todos del lugar.
-Mahad. Dijo suavemente no alzó la voz y habló lo más bajo que podía hacerlo.
-Mi Pequeña Lirio. ¿En que estabas pensando? ¡Le faltaste el respeto a mi Rey! ¿Sabes a cuántas personas el Faraón les ha perdonado una falta grave? Yuriko lo que hiciste es imperdonable. Actuaste como una completa torpe. Le respondió el sermoneándole con severidad.
-Mahad. Lo sé, ya sé que me equivoqué. Sé que no debí alzarle la voz y mucho menos hacerle burla. No lo había visto tan molesto como hoy. Me siento muy mal, Mahad, el estaba bromeando conmigo y yo me equivoqué. Le grité y le dije cosas horribles. Le dijo Yuriko mientras las lágrimas recorrían su rostro.
Mahad sintió su corazón derretirse de compasión al verla de esa manera, podía ver que ella estaba arrepentida de su actuar. Y Mahad sabía que su Rey también lo estaba, estaba seguro de que si Yugi no hubiese interrumpido la pelea los dos adolescentes se habrían disculpado mutuamente.
Yuriko estaba consciente que Mahad la había llamado torpe y a pesar de que siempre estaba a la defensiva en todo momento, con el no podía, sentía en el fondo de su corazón que no tenía la suficiente fuerza para pelear con él, de gritarle de exigirle que no le llamara así. Por alguna razón que no entendía con claridad, su corazón le decía que no peleara con el. Cómo sí en otra época, hubiesen peleado y todo hubiera terminado mal.
-¡Oh Mahad! ¿Qué debo hacer para ganarme el perdón del Faraón? Se lanzó hacía el hombre que ella consideraba su hermano mientras lloraba en sus fuertes brazos.
-Solo las palabras no bastarán mi lirio. Debes hacerle una especie de regalo. Sí a él le gusta te perdonará. -Respondió acariciándole suavemente la cabeza con ternura- Pequeña Yuriko, estoy seguro que aunque tú no le pidieras perdón a Atem, el te perdonaría sin pensarlo. Tengo años de conocerlo y jamás vi que le diera tantos privilegios a alguien como lo ha hecho contigo. Te ha permitido tantas cosas, ni siquiera a Mana, le perdonó la ocasión donde ella cuestionó su autoridad. Sí es deseo de los dioses, yo seré el primero en apoyar su unión. Ya que ustedes hacen una buena pareja. Pero debes aprender a no ser tan caprichosa, por eso no puedo decirte que le pidas perdón en este momento. No aprenderás la lección. Me acerqué a ti porque tienes un poder y aura similar al de mi Rey, pero te ganaste mi corazón. Tengo una conexión fuerte contigo. Mi pequeña lirio. Pensó mientras le depositaba un beso en la frente a la chica.
Yugi apresuró el paso, tenía que encontrar a Atem. Lo que pasó el día de hoy no podía repetirse, su hija había sobrepasado los límites de la paciencia de su "otro yo", pudo sentir el enojo y la molestia que había sentido Atem en esos momentos, seguían manteniendo su conexión espiritual a pesar de los años transcurridos. No quería más conflictos y problemas. Logró darle alcance al Rey de Egipto antes de que pudiera entrar a sus aposentos.
-¡Faraón! ¡Detente! Necesito hablarle, es urgente. Dijo finalmente mientras hacía una reverencia ante el monarca.
Atem se detuvo al escuchar la voz de su compañero. Se sintió un poco desilusionado ya que él esperaba a alguien más. Ingenuamente creyó que quien correría detrás de él y le pediría hablarle sería ella… Yuriko. El la llamaba de otra forma solo para hacerle creer que no recordaba su nombre, cuando en realidad su nombre se quedó guardado en su memoria, desde que sus ojos se encontraron por primera vez. Guardó silencio por un momento, hasta que recobró la compostura.
-Yugi. Está bien. Vamos adentro, quisiera que habláramos en privado. Le hizo señas a sus guardias para que dejaran entrar al tricolor a sus aposentos.
Yugi observó la alcoba de Atem. Era bastante lujosa a comparación de otros lugares del palacio donde había estado. Tenía que reconocer que si el hubiese sido el Faraón no tendría tantos lujos. A pesar de que en el futuro contaba con mucho renombre y prestigio, él y su familia seguían viviendo en la humilde casa que alguna vez fue de sus abuelos paternos.
-Yugi. Lamento mucho lo que pasó y lo que viste. Yo no quise faltarle el respeto a tu hija. Reconoció sonrojándose fuertemente de vergüenza y arrepentimiento.
-Atem. Quién debe pedirte una disculpa soy yo. Lo lamento mucho. Mi hija se comportó de manera inapropiada. Respondió el de manera fría y cortante. Amaba a su hija más que a su propia vida, pero no podía tolerar que actuara de mala manera.
-Nadie tiene más peso que yo en esto. No es digno que el gobernante de Egipto se comporte de esta manera. Además solo estaba bromeando con tu hija. Nunca pensé que le pudieran afectar un par de palabras. Jamás pensé que ella hubiera sufrido tanto antes. Quisiera saber quién le hizo daño y curarla de ese dolor que lleva por dentro sin sanar. Pensó mientras esperaba la respuesta de su compañero.
-Por eso reitero mis disculpas. Eres el Rey de Egipto. Y no está bien que ella te faltara el respeto de la manera en la que lo hizo. Te llamó de manera inapropiada, te gritó y te hizo burla. Yuriko tiene modales pero no están a la altura de esta época. Atem, sé que mi hija siempre está a la defensiva, no voy a negarlo. Jono y Mireya me dijeron que hizo ella cuando los salvó y créeme que no me siento orgulloso de saber que estuvieron a punto de matarla dos veces. Además en nuestro tiempo tuvo las agallas de responderle a Kaiba frente a una multitud. Ella sería una excelente líder si no fuera por su impulsivo y caprichoso carácter. Daría mi vida entera por saber que le hicieron. Nunca quiso decirnos nada a Rebecca o a mí. Ni siquiera sus más cercanos amigos saben que fue lo que pasó. Solo sé que siempre regresaba a casa con moretones, con la ropa sucia y desordenada. Nunca ha hablado de eso y me duele reconocer que no va a hacerlo. Yugi suspiró con resignación, no había podido apoyar a su hija cuando más lo necesitaba.
-Yugi. Yo ya olvidé y perdoné la ofensa. Tú eres valioso para mí, así como tu esposa y ahora tu hija lo son. Olvida la ofensa. ¿De acuerdo? Aprende a saber diferenciar las emociones de tu hija, Yugi, ella guarda más cosas de las que dice. Espera un momento. ¿Dijiste que trataron de matarla dos veces? ¿En qué momento fue la segunda vez? ¡Nadie me informó eso! Sintió su corazón llenarse de ira. ¿Por qué Mahad le había ocultado esa información?
-No puedo olvidar la ofensa. Esto es una situación grave. Yuriko puede llegar a causarte problemas si sigue comportándose de esta manera. Sí es posible quiero hacerte una petición. Sí fueron dos veces, Jono me explicó que cuando rescataron a Mireya ella se enfrentó al hombre que la tenía prisionera y que el la atacó con un cuchillo. Sí no hubiese aparecido el Sacerdote Mahad, ese hombre hubiera herido o asesinado a mi pequeña.
-Dime ¿Cuál es tu petición? Solo te suplico que no la castigues por lo que pasó hoy. Eres su padre y sé que no debería intervenir, solo no seas duro con ella. No quiso seguir preguntando por lo que pasó esa vez. Hablaría severamente con Mahad, no era posible que se callara ante situaciones así.
-Quiero que reciba una educación especial. Que reciba clases sobre cómo comportarse, asígnale un tutor que le enseñe todo lo que necesita saber. Aunque no lo parezca en este momento, adoro a mi niña, nunca he sido duro con ella. Es mi pequeña. Respondió sutilmente su ira se iba calmando pero ella necesitaba una lección.
-Es una interesante petición. No voy a negarla, pero ordenaré que los nuevos miembros de la corte, es decir Jono y Mireya, las reciban también. De esa manera no se verá que tengo algo contra ella. Haré un decreto real para esto. No te preocupes, tengo a la mujer indicada para realizar este trabajo. Ella ha educado a todas las mujeres de mi corte.
-Muchas gracias. Así ella aprenderá a comportarse de manera adecuada. Cuanto antes empiecen, será mucho mejor. Gracias por educar y hacerte cargo de sus amigos. Ella quiere mucho a ese dúo. Yugi sonrió con ternura recordó a su hija riendo con los dos rubios.
- Jono y Mireya ahora pertenecen a la realeza. Sus clases debieron comenzar hace mucho, desde que llegaron, las pospuse por tu hija pero deben empezar de inmediato. Respondió Atem de manera pausada, no quería dejar sin supervisión a Yuriko pero ya era tiempo de que sus sirvientes se educaran.
-Gracias, Atem. Espero que la persona que va a instruirla lo haga bien.
-Cuando veas quien es, estarás conforme. Guardias, traigan a Seth y a Isis. Ordenó a sus escoltas que estaban en la puerta.
-Si, Faraón.
-Eso espero, si no veo un avance me veré forzado a castigarla.
-En estos momentos daré la orden para que puedan iniciar su educación.
Dos guardias aparecieron en la puerta de la alcoba, al centro iban Seth e Isis, ambos se preguntaban que podría necesitar el Faraón para que los hubiese llamado hasta sus aposentos privados.
-Mi Faraón. ¿Nos mandó a llamar? Preguntó Seth haciendo una reverencia.
-Si. Ya es momento de iniciar las clases con los nuevos miembros de la corte. Seth tú instruirás a Jono. Isis tú instruirás a Mireya y por órdenes mías te pido que lo hagas con la hija de Yugi. Pueden iniciar las clases cuando lo deseen. Pueden retirarse.
-Si, mi Señor. Respondió Isis haciendo una reverencia.
Ambos salieron de la habitación. Isis ya sabía que tenía que hacer, esta era su oportunidad de conocer más a fondo a la niña y saber si tenía dobles intenciones con su esposo. Seth por su parte sintió que sus días iban a ser más pesados, tendría que pasar más tiempo con "la cosa".
-De nuevo, gracias por cumplir mi petición, Faraón me retiro y muchas gracias. Yugi salió mas tranquilo de la habitación. Sabía que había echo lo correcto, su hija debía madurar.
Atem suspiró con profundidad. Quería salir corriendo de sus aposentos e ir a la habitación de Yuriko y hablar con ella. Pedirle perdón por lo que le dijo. Estrecharla en sus brazos y decirle que no estaría sola nunca más y que él no volvería a lastimarla. Se decidió a ir, pero antes tenía que hablar con alguien más.
-Guardias. Traigan a Mahad, de manera inmediata.
Yuriko estaba recostada en las piernas de Mireya. Jono y Kisara veían la aflicción de su amiga. Mahad se había retirado por asuntos reales. Se sentía decaída y cansada de tanto llorar, no sabía que hacer para acercarse y pedirle perdón a su Faraón. ¿Su Faraón? Su mente ya le estaba jugando malas pasadas.
-Yuriko, Mireya. Levántense y síganme. Anunció una voz suave y estricta. Era Isis quien estaba parada frente al grupo de amigos.
-Cosa, sígueme. Nos tenemos que ir. Seth quería terminar lo más rápido posible aunque algo le decía por dentro que las cosas estaban muy lejos de terminar.
-Isis, ¿Que está pasando? Preguntó Yuriko suavemente.
-Por órdenes del Faraón, se ha decidido que tus sirvientes y tú reciban una educación adecuada. Respondió Isis sin dar mayores detalles de la situación.
Yuriko sintió como si un balde de agua fría le cayera encima de su cabeza. Eso significaba que el monarca estaba furioso con ella. Sus acciones está vez tuvieron consecuencias. Asintió levemente y siguió en silencio a su ahora tutora. Se esforzaría para que el Faraón la pudiera perdonar.
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Hola amigos hasta aquí llega el capítulo 4 de nuestra historia. Muchas gracias a las tres personas que se tomaron el tiempo de leer y dejarnos comentarios, en realidad me han animado bastante para proseguir con la historia.
Gracias Minnie, Manjome y Guest, ojalá vea sus comentarios en las siguientes entregas.
Lo que quiero aclarar es lo siguiente:
Cómo se podrán dar cuenta cuando se narran la historia desde el punto de vista de Yuriko, no se menciona el nombre de Atem. Esto es así en homenaje a la historia original de Yu-Gi-Oh. Cuando el nombre de El Faraón era un misterio. Por lo tanto en algunas escenas se le llama el Faraón pero es porque está ella en escena. Cuando la historia se narra desde el punto de vista de Atem es ahí donde sobresale su nombre. En esta historia alterna Atem no se enfrentó a Zorc Necrophades así que el no sabe a quién se enfrentará. En el próximo capítulo se darán las edades de los personajes.
Todo lo que va en letra cursiva son pensamientos de los personajes.
Sin más que agregar esperamos que hayan disfrutado este capítulo.
Atentamente
Sharlotte Soubirous y Hagers.
