Disclaimer: Los personajes pertenecen a Rumiko Takahashi, yo solo he creado esta historia sin más fin que el entretenimiento.

Un beso curioso

Kagome se despertó al sentir un cosquilleo en su mejilla. Se quedó quieta y con los ojos cerrados, intentando adivinar su origen. Notaba el calor de Inuyasha a su lado, en el futón, y su respiración tranquila junto a su oreja. El cosquilleo había cesado.

Frunció el ceño y estaba a punto de abrir los ojos cuando lo volvió a notar. Era un movimiento muy pequeño, casi imperceptible, y provenía justamente de donde estaba su compañero.

Pero… ¿qué?

Entreabrió los ojos lentamente, intentando no despertarlo, conteniendo incluso la respiración por un instante. Justo en ese momento volvió a sentirlo y lo vio.

Había sido él. Inuyasha estaba muy cerca de ella, en una de esas raras noches en las que dormía profundamente, y tenía su nariz a milímetros de su mejilla. De vez en cuando la movía en una rápida sucesión de movimientos ascendentes y descendentes. Era casi como si… como si la estuviera olisqueando o… dándole un beso, como un perrito.

Kagome se sonrojó al pensar en esto.

—Kagome… —murmuró Inuyasha en sueños y el sonrojo de la sacerdotisa se acentuó. Puede que llevaran un par de meses viviendo juntos en la misma cabaña, pero cualquier movimiento cariñoso por parte de él seguía alterándola como el primer día.

Inuyasha la apretó más contra sí y ella se lo quedó mirando. Vio que su rostro esbozaba una pequeña mueca de satisfacción, una versión cariñosa de las sonrisas que solía mostrar él normalmente, y que volvía a mover la nariz contra su mejilla.

Esta vez Kagome tuvo que contenerse para no reírse, el movimiento le había hecho cosquillas. Cerró los ojos y sonrió, volviendo a dormirse.

-x-

Ese tipo de besos se fueron repitiendo a lo largo de los meses y, con el tiempo, Kagome se dio cuenta de que solían ocurrir en las noches en las que Inuyasha dormía más profundamente.

En una de esas ocasiones, tuvo una idea.

Cuando notó que él paraba de mover la nariz cerca de su mejilla, ella se incorporó ligeramente, cerniéndose sobre el rostro de él. Por un instante se fijó en su expresión relajada y llena de paz. Se alegraba de que el frunce de preocupación que siempre había parecido portar en el pasado cada vez fuera menos frecuente.

En aquellos días, Inuyasha ya no mostraba una expresión contraída o constantemente alerta. Simplemente estaba… más tranquilo y, por las conversaciones que había ido manteniendo con sus amigos desde su regreso al pasado, al parecer ella había contribuido en gran medida a este hecho.

Las comisuras de sus labios se alzaron en una breve sonrisa, pero hizo a un lado sus pensamientos y continuó con lo que pensaba hacer.

Fue acercando su cara muy lentamente a la mejilla de él y, cuando estuvo a punto de tocarlo con sus pestañas, abrió y cerró varias veces los ojos lo más rápido que pudo, acariciándolo con ellas.

Tal gesto hizo que el medio demonio diera inmediatamente un respingo, pero no se movió más que eso. La cercanía del olor de Kagome se lo había impedido, advirtiéndole inconscientemente de que era ella la que estaba tan cerca de él y no un peligro del que tuviera que preocuparse.

—¿Qué? ¿Kagome? —preguntó con tono de extrañeza, frunciendo el ceño al darse cuenta de lo que estaba haciendo.

—Perdona, ¿te desperté? —dijo ella conteniendo una risita, adoraba su expresión de desconcierto.

—¿Qué hacías?

—Te daba un beso de mariposa.

—¿Un qué? —dijo Inuyasha, apartándose un poco de ella para poder verla mejor y sonrojándose ligeramente.

—Un beso de mariposa. Es un beso que se da con las pestañas —dijo Kagome con una amplia sonrisa—. Tú llevas un tiempo dándome besos de perrito, quería corresponderte.

—Feh. Yo no soy ningún perro —dijo con gesto indignado mientras alzaba la nariz. Acto seguido, preguntó—: ¿Qué hacía?

Kagome pasó a demostrárselo mientras se reía entre dientes al ver que su sonrojo se incrementaba.

—Lo haces muy rara vez, pero me gusta. Es un beso curioso.

Inuyasha la miró fijamente. Parecía estar pensando en algo.

—¿Y esta es la primera vez que me das un beso de esos?

—Sí, las otras veces no quería despertarte.

—Mmm…

—¿Ocurre algo? —preguntó Kagome, se estaba preocupando al verlo tan contemplativo, algo impropio de él.

—Pensaba que… si yo te daba un beso, responderías de otra manera.

—¿Por ejemplo?

Inuyasha sonrió con suficiencia y, en un movimiento tan rápido que no le dejó tiempo a reaccionar, capturó sus labios con ferocidad.

La caricia no empezó con suavidad, pero ella no iba a quejarse. Era rara la ocasión en la que su compañero daba rienda suelta a sus emociones y Kagome procuraba aprovechar todas y cada una de ellas.

Rodeó su cuello con sus brazos y él la atrajo hacia así mientras exploraba su boca con ardor. Sus lenguas se entrelazaron y pequeños gruñidos salieron de sus gargantas, anhelando cada vez más y más.

Y entonces Inuyasha se separó de ella.

—Esta sería una buena respuesta.

Kagome lo miró a los ojos y asintió. Si él quería jugar, ella le seguiría el juego.

—Si quieres que te conteste así —dijo con una sonrisa traviesa—, vas a tener que pedirlo.

Al instante, Kagome notó de nuevo el cosquilleo en su mejilla y sonrió ampliamente.

Esa noche no iban a volver a dormir.


Nota de la autora: ¡Hola a todos! Llevaba con este one-shot escrito desde hace algunas semanas, pero todavía no había tenido oportunidad de corregirlo. Me ha quedado más corto que los demás, pero creo que no le falta nada que no tenga ya.

Este capítulo se corresponde con el tema #65 - Tener un estilo de beso propio (de ustedes) del reto Diario de amor... Cien relatos feudales del foro ¡SIÉNTATE!

Muchísimas gracias por los reviews que me habéis dejado estos días y por poner la historia en favoritos y alertas. Ver las notificaciones me impulsa muchísimo a seguir.

Aprovecho también para comentaros, para quienes no lo sepáis, que tengo una página en Facebook (Minako K) donde voy avisando de cuándo subo capítulos, entre otras cosas. Más que nada por si algún día no funcionan las notificaciones. También estoy traduciendo un fic llamado Tras la pantalla de seda, por si os queréis pasar por allí.

¡Hasta la próxima!