Capítulo 5:
Los tres elfos y el hombre se miraron con miedo con la llegada de un nuevo batallón de orcos.
Aragón evaluó al elfo en el suelo. Lo toco y sacudió con sus manos para ver si reaccionaba, su piel estaba pálida, fría y húmeda; su pulso estaba tan débil que apenas podía sentirlo y no parecía que volvería de la inconciencia.
"¡Tenemos que irnos!" alguien grito.
Los orcos continuaban cayendo a manos de los tres elfos, pero eso ya no seria suficiente para contenerlos, pronto una nueva multitud de orcos llegarían.
"¡Estel!" volvió a gritar Elladan.
"¡Está en shock! ¡¿Que debería hacer?! ¡Si no se trata ahora morirá!" contestó el hombre.
"¡¿Y me lo preguntas a mí?! ¡Se supone que tú eres el médico!?" replico Elladan.
"¡Usa la cabeza Estel!" le gritó Elrohir "¡Debe haber algo que puedas hacer!"
Estel no podía pensar. Miles de cosas estaban pasando justo en ese momento por su cabeza que le impedían concentrarse en el mejor tratamiento para el joven elfo. Las pocas opciones que se le ocurrían que había aprendido de su padre Elrond no eran viables en ese momento.
La mejor opción siempre era hacer transfusiones de sangre, pero obviamente no tenían el tiempo ni los materiales necesarios para realizarla. Pensó en una infusión de hierbas de las que habían recolectado, pero nuevamente tampoco era una opción, ya que tan solo hacer que hirviera el agua podría tomar entre cinco y quince minutos y tiempo era todo lo que menos tenían.
No había muchas opciones o quizás seria correcto decir que estas eran prácticamente nulas. No había nadie más que supiera tanto de medicina como él y si no se le ocurría algo pronto el joven elfo moriría. Y para su mala suerte, el ruido de la pelea alrededor de él, sumado al retumbar del suelo que generaba la cercanía del nuevo batallón no le ayudaba para nada. Al contrario, su mente se puso en blanco, le sudaban las manos como nunca y su corazón parecía que se saldría de su pecho en cualquier momento. Y vaya por los valar que deseaba que las cosas fueran totalmente contrarias, que su corazón estuviera tranquilo y que el del joven elfo se acelerara ya que eso podría salvarle.
Eso era.
Si hacía que el corazón del elfo se acelerara podría hacer que la presión arterial aumentara lo que a su vez aumentaría la cantidad de sangre que bombea el corazón para hacerla llegar a todos los órganos. Eso le salvaría la vida.
Fue en ese instante que una idea le cruzo por la mente y antes de que pudiera pensarlo con detenimiento ya se encontraba gritando.
"¡Elrohir! ¡¿Todavía tienes la raíz de regaliz que te estabas comiendo en la tarde?!"
"¡Creo que está en mi bolso!"
Una vez dicho eso el gemelo se apresuro a cortarle la garganta con el filo de su espada al orco con que estaba luchando. Rápidamente metió la mano que tenía libre y comenzó a buscar desesperadamente el delgado tronco que caracterizaba a la raíz del regaliz, sin embargo, la gran cantidad de bolsillos de plantas que recolectaron durante el día le dificultaba la labor.
En ese momento un orco corrió directo a el y de alguna forma logro arreglárselas para sujetarse del caballo y patear al orco aun con la mano dentro del dichoso bolso. La repugnante criatura cayo de espaldas al piso, así que aprovecho el momento para continuar buscando. Dos segundos después la encontró y en cuanto la saco se preparo para envestir al siguiente orco. Una vez atravesó la horrenda cabeza volvió a llamar a su hermano y le aventó la raíz.
El hombre a penas por un par de centímetros pudo evitar que el regaliz se le resbalara de las manos cuando la atrapo en el aire.
"¡Están aquí!"
Se escucho que el elfo desconocido grito y al instante se dieron cuenta del porqué. Al menos una docena de orcos había salido de entre las sombras, con la espada en mano lista para cortar cualquier pedazo de carne que encontrara.
Sin tener que decir nada entre ellos, los tres elfos se acercaron entre si alrededor de los otros dos en el suelo en un afán de protegerlos.
Las oscuras criaturas sedientas de sangre corrieron pesadamente hacia ellos. Los elfos sujetaron con más fuerza el agarre de sus espadas teñidas de la oscura sangre orca.
Fue Elladan quien se aventuró primero sobre la masa de orcos decapitando al primero con el que se cruzó, motivando a los otros dos quienes siguieron su ejemplo sin vacilar.
Aragón por su parte, se apresuró a buscar una roca. Una roca considerablemente grande que tuviera al menos el tamaño de su puño.
No tardó mucho en encontrarla. Cerca de la fogata, había una roca redondeada de color grisáceo casi negro.
La tomo rápidamente con una mano mientras sacaba su cuchillo de su cinturón al mismo tiempo. Se acerco al elfo inconsciente y corto un poco de la raíz de regaliz para después presionar esta parte cortada fuertemente entre la roca y el cuchillo. Poco a poco empezaron a salir gotas cuyo color se asemejaba al color de la azúcar natural. Cuando las gotas comenzaron a fluir por la presión ejercida fue cuando se acerco a los labios del joven.
Una, dos, tres gotas cayeron en su interior seguidas de algunas más. Si bien, no eran muchas, tan solo se necesitaban de unas cuantas, para tener el efecto deseado, ya que, era bien sabido que el regaliz natural era conocido por sus propiedades como su alto contenido de lo que vendría siendo el azúcar, algunos incluso hacían la equivalencia de que una sola porción de regaliz equivale a cincuenta veces una de caña de azúcar.
Así que si algo le aceleraría el corazón en ese momento era el regaliz, solo tenían que esperar a que se mostraran los resultados.
El siguiente minuto pareció eterno, como si se hubieran convertido cada segundo en horas y los minutos en una eternidad.
Fue así que después de este momento de incertidumbre, el hombre comenzó a sentir como el ritmo cardiaco del elfo se elevaba. El regaliz estaba funcionando.
Sin la menor demora, Aragón tomo al joven elfo en sus brazos para subirlo a su caballo y posteriormente subir el mientras les gritaba a sus hermanos de la situación.
"¡Ya está reaccionando! ¡Ya podemos irnos!"
Los tres elfos asintieron con un movimiento de cabeza y como si estuvieran perfectamente coordinados entre sí, Elladan empezó a matar a todos los orcos posibles cercas de ellos mientras Elrohir ayudo a subir a su propio caballo al elfo guerrero que acababan de conocer.
Una vez arriba, Elrohir junto con el nuevo elfo empezaron a abrir camino para salir del circulo de orcos, de tal forma que mientras el gemelo atacaba por un lado el otro elfo atacaba hacia el lado contrario.
Poco a poco y orco tras orco, lograron despejar un camino para salir de ahí. Elrohir y el guerrero salieron primero seguidos de cercas por Estel y el joven elfo, y por último Elladan quien venía en la retaguardia haciendo frente a los orcos que atacaban mas cercanos a ellos.
Mato a uno atravesando su cabeza, a otro le atravesó el corazón y a otro la garganta. Era el último luchando, pero no le importo en lo más mínimo.
Elrohir era conocido por su habilidad para la estrategia, Estel por su talento para la medicina, y Elladan por su destreza en el manejo de la espada. Elrohir y Estel ya había cumplido con su misión. Ahora le tocaba a él, así que pelearía con todas sus fuerzas para permitir que los demás pudieran escapar.
Atravesó a otro orco por el estómago y después lo pateo en el pecho para que cayera contra el suelo lo más rápido posible para proseguir a luchar con la siguiente criatura y así continuo hasta que escuchó a Elrohir gritar.
"¡Elladan!¡Ya sal de ahí!"
Los otros elfos y el hombre ya habían logrado salir del circulo, y una vez que Elladan se aseguró de eso, se apresuro a salir para unirse a ellos.
Una vez fuera de la gran masa orca, los hermanos y los otros dos elfos cabalgaron en los caballos a una velocidad como nunca antes lo habían tenido que hacer, y aun así los orcos seguían tras de ellos.
Era como si las oscuras criaturas sintieran que su presa estaba escapando y empezaron a salir desde todas direcciones. Al principio parecían ser un par de docenas, pero ahora era mas que seguro que eran mas de varias docenas, quizás unos ochenta o incluso cien orcos en total había en todo el valle.
Los elfos no pudieron hacer nada mas que aferrarse a sus caballos y seguir avanzando hacia el rio. El rio ya se encontraba dentro de los terrenos de Rivendell, por lo que, seguramente se encontrarían con los guardias fronterizos que los ayudarían, solo tenían que llegar hasta ese punto.
Los minutos escapando se convirtieron en horas y todavía faltaban un par de kilómetros para llegar a la frontera cuando las primeras luces del alba aparecieron en el firmamento.
Había llegado el momento hacia tiempo que sus caballos tuvieron que bajar la velocidad debido al cansancio. Ellos también estaban cansados al igual que sus caballos, pero no podían detenerse lo mas mínimo, no cuando todavía podían escuchar el retumbar de la tierra por la marcha de los orcos.
No supieron cuánto tiempo paso con exactitud, pero de repente el sonido de un cuerno se escucho en todo el valle, y para su fortuna, era el sonido de un cuerno élfico.
Justo en ese mismo instante aparecieron detrás de una colina varias decenas de guerreros élficos montados en caballos y vestidos con brillantes armaduras que resplandeciendo bajo los débiles rayos del sol.
Uno de los guerreros volvió a tocar el cuerno y el resto cabalgo velozmente en su dirección. Un grupo pequeño de unos diez elfos, se separó del gran grupo y se unió a los hermanos y los dos elfos mientras el resto de los guerreros continuo con su camino para hacer frente a los orcos.
El grupo pequeño de elfos era dirigido por uno en particular que los guiaba a la cabeza. No hacia falta preguntar quien era, su distinguida armadura ya indicaba su posición: era Elrond el Señor de Imladris.
"¡Adar!"
Grito uno de los gemelos en cuanto estuvieron lo suficientemente cercas.
"¡Mis hijos! ¿Están todos bien?"
El elfo conocido por ser el mejor sanador de la Tierra Media observo a todos y a cada uno de los presentes fijando sobre todo su vista en el elfo inconsciente que iba en el caballo de Aragón.
"¡Le quemaron las manos y entro en shock!" el hombre explico mientras bajaba de su caballo al igual que su padre "¡Le he dado extracto de regaliz, su frecuencia cardiaca aumento, pero sigue inconsciente!"
"Esta bien, yo me encargo."
Dijo Elrond y junto con la ayuda de Estel bajaron al elfo del caballo y lo recostaron en el césped humedecido por el roció y se dispuso a tomar su pulso tocando con dos dedos la parte interna de su muñeca.
El resto de los elfos presenten siguieron sus ejemplos y también bajaron de sus caballos.
"Estel ¿Cuánto le distes de regaliz?" Hablo el señor de Imladris.
"Varias gotas ¿Por qué?"
"Fue demasiado regaliz. Ahora su corazón lo está resintiendo."
Sin dar mas explicaciones, Elrond saco un pequeño estuche rectangular que tenía amarrada en la cintura. Lo abrió y saco una de las diez agujas que había en su interior.
La aguja tenia un pequeño mango de madera tallada que sostenía a la aguja en sí, la cual era entre dos y tres veces mas larga que el tamaño del mango. Estaba demás decir que su apariencia larga y afilada le ponían la piel de gallina a mas de uno de los presentes.
Una vez afuera de su estuche, el reconocido sanador procedió a realizar uno de sus rituales de acupuntura.
Primero, se enfocó en sus manos, abrió ligeramente las vendas por la parte de los dedos y pincho con la aguja la punta de todos y cada uno de los dedos de las manos.
La delicadeza con la que se movían las manos con la aguja era bastante interesante de ver, era la viva actuación de un más que excelente médico, uno que tenía una experiencia inigualable que había adquirido a lo largo de sus varios siglos de existencia.
Se dice que las manos son de las partes mas importantes para un médico, es con la ayuda de las manos que se les permite salvar a las personas. Y eso era que el señor de Imladris sabía perfectamente. Ya que no solo las manos te permiten salvar la vida de las personas, no, independientemente de eso, son las manos las que te permite expresar las palabras que no salen de tus labios. Son las manos las que te permiten acercarte más a las personas, tocarlas, sentirlas y hacerte sentir, son las que te permiten herir a los demás, pero también darles placer y confort. Te ayudan a protegerte, a proteger a tus seres queridos de aquellos que los quieren lastimarlos y a consolar a aquellos que lo necesitan. Te hacen sentir conectado con los demás, con los animales y con la naturaleza.
Todo eso y más lo sabía Elrond, al igual que podía inferir lo que podría pasar si el joven elfo llegara a perder sus manos. Era bien sabido que los elfos sufren mas por las heridas emocionales que por las físicas a tal grado que incluso podrían llegar a morir por la tristeza en su corazón. Pero eso no podía pasar, el señor de Rivendell jamás permitiría que un elfo muriera bajo su cuidado, haría todo lo que pudiera hacer para evitar que eso sucediera.
Así, con ese pensamiento en mente Elrond se hizo un juramento en ese momento: salvaría las manos y al elfo a como diera lugar, incluso si tuviera que utilizar procedimientos poco ortodoxos lo haría. Lo salvaría. Probablemente le quedarían cicatrices que le recordarían ese día tan doloroso, pero al menos, podría gozar de toda una larga vida privilegiado por todo lo que podría llegar hacer con el uso de sus manos.
Estaba decidido. Le salvaría las manos, pero antes le tenia que salvar la vida.
Fue así que después de pinchar sus manos con la aguja se dirigió a la cabeza. Presiono con las yemas de sus dedos varios puntos sobre el cuero cabelludo rubio del elfo hasta que encontró lo que buscaba en la parte central del cráneo, fue entonces cuando insertó la aguja en dicho punto hasta que dos terceras partes de esta estuvieran completamente adentro. Espero un par de segundos con la aguja en su lugar y luego la hizo girar varias veces y finalmente la saco.
Para la siguiente y ultima secuencia de pinchados necesitaba de la ayuda de alguien más, por lo que, el otro elfo extraño de nombre Talhir se acercó a apoyar. Elrond levanto al joven elfo de tal forma que este quedo sentado mientras que la parte superior de su cuerpo se recargaba en Talhir sentado junto a el quien lo sujetaba entre sus brazos.
El señor de Imladris levanto las ropas del elfo rubio y una vez la piel de su espalda estuvo desnuda, comenzó a tocar con sus yemas para después pinchar con la aguja en determinados puntos a lo largo de la columna. Justo después de dar el tercer pinchazo que la voz del elfo extraño capto la atención de todos.
"Parece que ya está respirando con normalidad."
Elrond termino de sacar la aguja del cuerpo del elfo. La guardo de regreso en el estuche después de limpiarla con un paño y acomodo las ropas del joven en su posición original.
Un par de segundos después el joven elfo comenzó a despertar, aunque aletargado, de la inconsciencia lo que emociono a todos los presentes.
"¡Gracias a los valar!" Volvió a exclamar Talhir mientras abrazaba al elfo en sus brazos "¿Estará bien?"
"Tardará unas semanas en recuperarse por completo, pero se recuperará" le aseguro Elrond tranquilizando a todos los presentes con sus palabras. Un momento después se levantó del suelo e hizo una seña con una de sus manos y dos elfos de la gente que venia con el se acerco a los elfos del Bosque Negro, "Mi gente los llevara seguros a Rivendell así que ya no tienen de que preocuparse."
"Muchas gracias por su ayuda y amabilidad mi señor Elrond" le agradeció Talhir para después dirigirse al resto y sobre todo a los tres hermanos. "En realidad, muchas gracias a todos ustedes, no encuentro otras palabras para describir lo infinitamente agradecido que estoy por recibir de su ayuda en esta difícil noche que paso."
Talhir hizo una leve reverencia hacia los gemelos y el hombre en un intento de demostrar lo certero de sus palabras. Por su parte, los hijos del señor de Imladris no sabían muy bien como responder ante las palabras del elfo. Todo estuvo brevemente en silencio hasta que Elrohir se atrevió a hablar.
"No tiene por que agradecernos mi señor, solo cumplimos con nuestro deber y es para nosotros un placer el haber podido ayudar a nuestros parientes lejanos."
Mas de uno de los presentes sonrió ante las palabras dichas.
"Ah, por cierto," hablo Talhir "hay otro de los nuestros gravemente herido a unos metros del rio, cercas de la cascada, lo a travesaron con una espada los orcos."
"No tiene de que preocuparse mi señor, " dijo Elrond calmando al elfo "mi gente lo encontró cuando veníamos en camino hacia aquí y lo han trasladado rápidamente a las salas de curación de Rivendell, además, su otra compañera elfa también esta con él."
Talhir volvió a inclinarse en señal de agradecimiento.
En ese momento los elfos que llegaron junto a Elrond se acercaron, levantaron al joven elfo y lo subieron a uno de los caballos mientras que otra de las bellas criaturas era entregada a Talhir.
"Lindir" continúo hablando el señor de Rivendell "asegúrate de que lleguen bien a Imladris y que sean recibidos de la mejor manera posible. Después de todo, no todos los días recibimos a un príncipe del Bosque Negro.
Dijo lo último mirando a Talhir demostrándole que sabía quiénes eran.
"¿Qué?"
"Espera ¿Qué dijiste?"
"¿Cómo que un príncipe del Bosque Negro?"
Las preguntas por parte de Elrohir, Elladan y Estel no se hicieron esperar en cuanto escucharon las palabras de su padre.
"¿Cómo sabe que es el príncipe si todavía no sabe cuál es su nombre?"
También pregunto el elfo de nombre Talhir.
"No necesito conocer su nombre para saberlo" respondió Elrond tranquilamente "Conocí al rey Oropher y al rey Thranduil durante la Segunda Edad del Sol, y aunque no conozco personalmente a su hijo Legolas, puedo notar el gran parecido entre ellos. Legolas es la misma viva imagen de Thranduil cuando era un elfo joven."
Talhir solo sonrió, en cambio los gemelos y el hombre parecían estar mucho más emocionados que hacía unos minutos atrás.
"Vaya, así que salvamos la vida de un príncipe."
Uno de los hermanos hablo.
"Así es. Eso hicieron. Buen trabajo mis hijos, fue algo muy arriesgado, pero por fortuna lo hicieron muy bien. Estoy orgulloso de ustedes."
Sin mas palabras dichas y con más de una sonrisa, el resto de los presentes monto a su respectivo caballo y emprendieron marcha de regreso a la morada de los elfos.
Después de varios minutos de silencio, Estel pregunto:
"Por cierto padre, ¿cómo supiste que los orcos nos estaban atacando si estábamos afuera de las fronteras?"
"Una elfa que viajaba con ellos logro llegar al rio y alerto a la guardia fronteriza, fue gracias a su aviso que juntamos un gran grupo de guerreros y venimos directamente hacia aquí."
Respondió Elrond.
"Así es" continuo con la respuesta Talhir "cuando los orcos nos atacaron y nos dimos cuenta de que eran bastantes, le dije a nuestra compañera Belien que fingiera haber muerto mientras el resto atraíamos a los orcos hacia nosotros, así cuando ella estuviera libre de los orcos fuera directamente al rio a pedir ayuda a Rivendel. Sin embargo, en el ataque quede separado de Legolas " dijo dándole una mirada al dueño del nombre "y de otro compañero de nombre Elien. Cuando por fin pude lograr acabar con los orcos que me atacaban y corrí en busca de los otros dos, me di cuenta que los orcos habían dejado gravemente herido a Elien y que raptaron a Legolas. Como capitán y maestro del grupo, no podía dejar a ninguno de los dos, por ello, trate las heridas de Elien lo mejor que pude y lo lleve lo más cercas posible del rio con la esperanza de mantenerlo a salvo mientras iba a rescatar a Legolas, pero ¿Quién iba a imaginar que llegarían tantos orcos y que todavía después llegaría otro batallón? Por ello, es una verdadera fortuna tenerlos ahí."
Dijo lo último refiriéndose a los tres hermanos quienes sonrieron mas para si mismos que para los demás.
"Fin del FlashBacK"
"Parece que si fue toda una historia."
Dijo uno de los hobbits.
"Lo bueno que al menos las cosas terminaron bien" hablo Frodo.
El resto de los integrantes de la comunidad del anillo asintió con la cabeza. Sabían perfectamente lo afortunados que habían sido todos los involucrados de la historia y no cualquiera vivía algo así.
"Fueron muy valientes Legolas y Aragón" dijo Pippin "me gustaría ser igual de valiente y no tener miedo como ustedes."
"El valor no se trata de no sentir miedo Pippin" la voz de Gandalf se escucho en todo el lugar "todos tenemos miedos y el miedo es vital para la supervivencia, la cuestión es ¿si vamos a permitir que el miedo domine nuestras acciones o si haremos algo al respecto para enfrentarlo? Es ahí donde nace el valor."
Legolas y Aragón sabían perfectamente que las palabras del mago era mas que certeras. Era algo que habían tenido que aprender a lo largo de su experiencia como guerreros, que a menudo se encontrarían con situaciones angustiosas y llenas de temor que no se podrán evitar y tendrán que enfrentar ¿Cómo lo harían? Exactamente no lo sabían, pero sabían que sería con valentía.
