5.

La mañana empezó igual que siempre, Kara ya no estaba en la habitación, todavía me desconcierta lo que me dijo de Samantha, pero siendo sincera conmigo misma, tiene más sentido que Kara diga la verdad. Pero no puedo sacar conclusiones porque no las conozco a ninguna de las dos.

Hoy es día de visitas, puede venir un miembro de tu familia a verte por una hora, pero ese privilegio solo lo tienen los que llevan aquí más de dos semanas, por lo que me tocaba esperar una semana más para ver el rostro de mi madre, no creo que Lionel se aparezca por aquí, y mucho menos Jack.

Me asee y me dirigí al salón a desayunar, vi que Kara estaba sentada sola como de costumbre y decidí hablar con ella para intentar remediar la situación.

-Oye, ¿puedo hablar contigo?- me senté a su lado, sus ojos azules se clavaron en los míos.

-¿De qué me quieres acusar ahora?-

-Hey, tranquila, solo quiero que arreglemos el mal entendido-

-No hay mal entendido Lena, por lo menos yo entendí todo anoche-

-No, no seas injusta, no te conozco de nada, apenas hablas-

-Como si tú fueras la más conversadora del loquero- hizo el amague de levantarse.

-Por favor, espera- le susurré al tiempo que agarraba su muñeca –déjame explicarte al menos-

-Habla-

-Samantha se me acercó y comenzó a parlotear y parlotear de todo y de nada, hasta que me dijo que me cuide, que debía tener cuidado contigo, que habías intentado abusar de tu compañera de cuarto mientras dormía- todo se lo dije en susurros para que nadie escuche.

-Y tú decidiste creerle, así como así, sin siquiera replanteartelo- se veía molesta

-No estoy diciendo que estuve bien ¿Ok?, solo que no te conozco-

-Ni yo a ti tampoco, pero no creo que quieras abusar de mí- y esta vez sí se paró, y la deje ir, tenía razón en estar molesta, yo también lo estaría en su lugar. Ya encontraría la forma de remediar este asunto.

El horario de visitas había comenzado y casi todas se encontraban compartiendo este momento con algún rostro familiar. Yo solo me dedicaba a deambular por el lugar, me dieron esta hora libre para recorrer todo a mi gusto, una especie de premio por no poder recibir visitas aún.

En mi trayecto vi como algunas se alegraban de reencontrarse con sus conocidos, pero Kara volvió a llamar mi atención sin siquiera proponérselo.

Estaba hablando con un hombre de alrededor de 30 años, alto, con cuerpo atlético y ojos azules muy parecidos a los de ella, lo bauticé como su hermano. Lo que más me intrigó es que la conversación no parecía muy amena, el rostro de Kara se veía miserablemente triste, mientras el sujeto misterioso no paraba de mover las manos y gesticular, ella solo asentía y bajaba la mirada hundiéndose cada vez más en la silla que se encontraba. Tuve el impulso de acercarme y abrazarla, pero sería completamente incorrecto y ridículo dada la relación que teníamos.

La conversación no siguió por mucho tiempo más, y el hombre se retiró dejando un beso en la cabeza de Kara que aún no despegaba la mirada del piso. Quise ir con ella, pero no me dio tiempo, levantó su cuerpo y se fue rápidamente del lugar.

Seguí observando a las demás, la gran mayoría parecía disfrutar del momento, Samantha hablaba sin parar con quien imagino que es su madre, el parecido era abrumador, aunque la mujer mayor no estaba muy interesada en la conversación ya que queda diez segundos miraba el elegante reloj que colgaba de su muñeca.

La hora de visitas había terminado y con ella mi hora de recreo, las malditas campanas que ya odiaba profundamente daban el inicio a distintas actividades.

Lamentablemente me tocaba terapia de grupo nuevamente. Solo había asistido a una en estos cinco días, pero ya las odiaba.

Kelly Olsen se encontraba en el pequeño mismo salón que la vez anterior esperando como las mismas seis mujeres nos encontrábamos con ella y tomábamos asiento en el "círculo de confianza".

-Bueno muchachas, espero que después de las visitas todas se encuentren más relajadas- nos miró una a una esperando alguna clase de aprobación. La mayoría le sonrío, salvo por mí y por Kara que no cambiaba su semblante triste.

-Lena hoy te toca compartir algo de tu historia- me removí inquieta.

-La verdad es que me gustaría esperar a la próxima sesión, cuando me sienta más confiada- sonreí tímidamente, revolviendo mis pestañas buscando convencer a la doctora.

-Bueno, está bien, entonces quién quiere contar cómo les fue con las visitas- preguntó alegremente, me sentí aliviada de salvarme de hablar por esta vez.

Samantha levantó la mano casi saltando de su silla, su temperamento alegre me hacía sentir incómoda.

-Si Sam, qué quieres contarnos-

-Vino mi madre a verme, y me contó que cuando salga de aquí me espera un departamento completamente amueblado, incluso hasta un auto cero kilómetro, además me dijo que no veía la hora de pasar más tiempo conmigo, que me extrañaba y que se le hacía demasiado breve verme solo una hora por semana- Samantha gesticulaba y sonreía como el gato Cheshire, de Alicia en el país de las maravillas, todo esto se me hacía cada vez más inverosímil y ridículo. Y por lo visto no era la única, Kara gruñó y suspiro por lo alto, llamando la atención de todas en el salón.

-Kara algo que compartir?- le preguntó Kelly Olsen casi molestándola.

-Por Dios, estoy cansada de sentarme aquí por una hora y escuchar como miente y miente y vuelve a mentir sin que nadie diga nada, y finjamos que esto es lo más normal del mundo-

-Kara, por favor, para- Kelly se paró de su lugar.

-Yo no miento, rubia idiota- replicó Samantha desde su lugar.

-Claro que sí, mientes siempre, en todo- tomó aire y me miró por un segundo antes de volver su vista a Samantha. -Sino mientes, dime, ¿cómo es que yo acosaba a mi antigua e inexistente compañera de cuarto?- la increpó sin titubear.

-¡Nunca dije eso!- Samantha gritó y yo me paré de la silla velozmente para encararla.

-¡Claro que si lo dijiste, me lo has dicho a mí mirándome a los ojos!- le grité descompuesta con la situación.

-¡CHICAS, YA BASTA!- la doctora Olsen gritó, haciendo que todas nos calmemos. –Kara, Lena y Samantha, quédense un momento, las demás afuera por favor, terminamos por hoy- me acomodé en mi lugar esperando el sermón que seguramente se venía.

-No quiero esta clase de comportamientos en las terapias, si hay algo que no les parece, si se sienten incómodas con algún comentario, se acercan y lo hablamos, todas necesitan ayuda para atravesar sus problemas, pero gritándose de esta forma no vamos a encontrar solución a nada- iba a hablar pero Kara se me adelantó-

-Olsen, estoy cansada de estas ridiculeces de adolescentes, puedo tolerar muchas idioteces en la vida, pero que digan que soy acosadora, o que mi compañera de cuarto me tenga miedo, no está en mis planes aguantar-

-Lo entiendo, e imagino que Sam tiene algo que decir al respecto- las dos miramos a Samantha que ya se encontraba llorando exageradamente.

-Yo lo siento mucho, no sé porque te dije eso Lena- sorbió con fuerza. –Solo, solo no lo sé- y se tomó el rostro con desesperación jalando de sus cabellos.

-Sam, mírame- Kelly se acercó a ella y tomó sus manos. –Tranquila, esto pasará como todo lo demás, solo tranquilízate.- Samantha la miró y se relajó.

-Bueno, Sam puedes ir a tu habitación o a mirar alguna película tienes mi permiso por hoy- Samantha asintió y salió del salón dejándonos a las tres ahí.

-Chicas, no me corresponde hablar de esto, pero Samantha tiene problemas con su imaginación, saca conclusiones precipitadas y las dice como si fuesen verdades, es un problema en el que estamos trabajando todos en conjunto, y lo que pasó hoy no ayuda en nada a su recuperación- me hizo sentir terriblemente miserable.

-Yo Kelly de verdad que lo entiendo, pero no puedo tolerar que mienta descaradamente sobre mí- Kara se cruzó de brazos.

-Lo sé y no te pido que lo toleres, pero si vez que algo así pasa, no la enfrentes a los gritos delante de toda la gente, acércate a mí y buscaremos una solución-

-Yo no tenía idea del problema de Sam- agache mi rostro, estaba avergonzada por lo que pasó y a la vez aliviada de que Kara no sea una acosadora.

-Lena, no tenías por qué saberlo, pero si una compañera te dice algo tan importante de otra, lo correcto es que te acerques y lo hablemos- asentí sin hablar, había actuado mal y tenía que asumirlo.

Nos dejaron ir, Kara salió corriendo sin hablar, podía notar que no había sido un buen día bajo ninguna perspectiva para ella.

La noche no tardó en llegar, y nuevamente fui a mi habitación luego de una cena en solitario. Mi rutina se repetía una vez más, no me tomé los remedios, pero esta vez sin disimular los saqué de mi boca ni bien entrar al cuarto y los guardé sin cuidado en el mismo lugar que siempre. Kara solo me miró levantando una ceja por encima de sus lentes, pero no dijo nada. Yo no sabía qué decirle, así que decidí acostarme y dormir.

Esta vez no fueron mis pesadillas las que me despertaron, sino que fue un llanto ahogado que salía de mi compañera de cuarto.

-Kara, ¿estás bien?- pregunté sentándome en la cama, sí, la pregunta era estúpida, ella no estaba bien, prácticamente se estaba ahogando en su llanto. Me levanté rápidamente y sin pensarlo la abrasé.

-Hey, tranquila, todo va a estar bien- acariciaba su espalda como ella había hecho conmigo la noche anterior, se aferró a mi cuerpo con fuerza, como esperando que no me vaya a ningún lado. Le susurré palabras alentadoras de manual, realmente no sabía qué hacer, pero me estaba rompiendo ver la fragilidad de su cuerpo, el llanto aumentaba y comenzaba a pensar que estaba entrando en crisis.

-Kara, creo que lo mejor es llamar a alguien- le susurré sin soltarla. Su respuesta fue un grito ahogado, y su cuerpo sacudiéndose en mis brazos. Intentaba hablar pero no lo lograba, y yo estaba entrando en pánico con ella. Me alejé unos centímetros para ver su rostro, estaba rojo y su mirada estaba completamente perdida, era como si no estuviera allí. Pero el llanto era cada vez peor, y la desesperación ya se había colado en cada poro de su cuerpo.

-Kara, escúchame, voy a pedir ayuda, intenta tranquilizarte- Con dificultad me separé de ella y corrí hacia la puerta. Presioné el botón rojo que había en el pasillo, sabía que era un timbre directo con los enfermeros para casos de urgencia.

En menos de treinta segundos, un enfermero y Kelly Olsen ingresaron por la puerta de nuestro cuarto. Inmediatamente el enfermero le inyectó algo al ver su estado de ansiedad. Y se la llevaron de la habitación sin decir ni una palabra. Kara no peleó con ellos, no dijo nada, de verdad que su mirada y su estado dejaba en claro que su conciencia estaba muy lejos de este puto psiquiátrico.

Buenas!... Espero que la historia esté gustando... quisiera que me digan que les parece, y si vale la pena continuar con ella...

Que tengan muy lindo día.