5.

Cuando Ginny despierta, sabe que debe irse, es su primer pensamiento cuando el brazo de Draco la entrelaza con fuerza, la ajusta contra sí en algo que parece tan posesivo como afectuoso al mismo tiempo y ella sonríe tragándose un bostezo.

Roza su rostro contra el de él y Draco despierta despacio, Ginny puede apreciar como el gris de sus ojos se ve más claro en la mañana y su rostro adormilado es tan o más atractivo que siempre, con su cabello despeinado de esa manera natural que tan buen mozo le dejaba.

Ginny le deja un fantasmal beso en sus labios y se pone de pie sonriéndole sutilmente.

Y Draco queda sin aire.

La seguridad de Ginevra, el modo de caminar casual, como el cabello rojo sedoso se mueve, su jodido trasero bendito, las piernas.

La curva de su cintura cuando gira y le mira.

— Debo irme — anuncia y Draco siente su pesar.

— ¿Tan pronto? — ella se encoge de hombros mientras busca sus bragas.

— Estoy viviendo en casa y habrá preguntas.

— ¿Qué dirás? — ella suspira y vuelve a encogerse de hombros.

Supongo que diré que me encontré con algunas chicas del equipo, tomamos unas copas y me pareció peligroso la Aparición. Ya sabes, dicen que no es bueno hacerlo en esos estados – Draco asiente, aunque más atento a las partes descubiertas del cuerpo desnudo de Ginevra que a las explicaciones que le estaba dando.

Ella lo nota, nota la mirada gris y pesada, ida, embalsamada, sobre sus pechos, y se pone de brazos cruzados mirándole.

— Draco, te estoy hablando — él sacude su rostro, sonríe y asiente.

— Lo sé, te he escuchado. Y también te estoy mirando.

— Me estas mirando muy atentamente.

— ¿No te parecería de muy mala educación que no te preste atención mientras me hablas? — ella ríe y le tira un almohadón que encontró tirado en el piso.

— Eres realmente de no creer, Draco. Un sinvergüenza. Eso eres.

— Yo diría que soy un chico atento, pero respeto tus palabras, Ginevra. Aunque no las comparta — ella le mira de reojo, aguantándose la sonrisita y tomando sus bragas — ¿Estás segura que no quieres un baño antes de irte? — ella le mira entornando la mirada.

— Ya es tarde, Malfoy.

— En realidad, es muy temprano — ella se muerde los labios negando con la cabeza.

— ¿No aceptas un no como respuesta no? — él se ríe y se levanta.

También esta desnudo y Ginny se endereza cuando lo ve acercarse.

A ella también el gusta. Draco es delgado, pero tiene el abdomen marcado, y los omoplatos que te dan ganas de morderle.

Y esta despeinado.

Justo como lo imagino.

Y es que le queda tan atractivo.

Así, de aquella manera natural, sin toda esa ropa cara ni aquel cabello siempre perfectamente manejado, con sus ojos grisáceos brillando de una manera particular aquella mañana de viernes, y Ginny vuelve a morderse los labios.

— ¿Qué pasa? — le pregunta él, cuando se da cuenta del acto inconsciente de ella.

Se acerca, le pasa las manos por los brazos y Ginny tiembla, se eriza y se deja.

Se deja acercar a él, cierra los ojos cuando él le besa las mejillas, las comisuras de los labios, abre la boca cuando siente la de él sobre la suya y suspira.

Le rodea el cuello con sus manos y le besa de verdad, un beso pegajoso, mañanero, caliente.

Enseguida siente el calor allí abajo, las ganas de arrancarse las bragas que acaba de ponerse y la sensación de sus pechos contra el de él, no es por menos, agradable.

Adora el contacto de sus pieles, se apega a él, se acurruca en su cuello y Draco le acaricia el cabello, la espalda. Más abajo.

— ¿Weasley? — ella sonríe y se separa apenas, apreciando el rostro de recién despierto, lo parpados un poco hinchados y sus labios un poco pálidos.

— Nada malo.

— Eso no cuenta — se queja él, mientras empieza a apretarle la cintura. Ella se ríe. Él insiste, empieza a hacerle cosquillas y ella le reta.

Pero no puede hacerlo por mucho tiempo, porque se empieza a reír, mientras le ruega que se detenga.

— Dime, Ginevra.

Sigue haciéndole cosquillas en la cintura y ella se aparta de él, y se abalanza, y le promete que se lo dirá si para.

— Estoy pensando en que quizás, y solo quizás, Draco Malfoy, me parezcas lindo. Eso — dice, con las mejillas coloreadas y una sonrisa que a Draco le dan ganas de borrarla con un beso.

— ¿Soy lindo? — repregunta, besándola, succionándole suavemente el labio inferior mientras veía como Ginny se ablandaba, cerraba los ojos y suspirada - ¿Solo lindo?

— Me gustas un poco — dijo con la voz rasposa, un poco ahogada, como esforzándose por hablar.

— ¿Solo un poco? — insistió Draco, bajando al cuello.

— Un poquito — Draco sintió como tragó con fuerza para decir eso, mientras le daba más apertura a su cuello.

— ¿Un poquito suficiente como para permitirme una ducha contigo? — ella ríe y le pega.

— No se te puede decir nada que ya le sacas un beneficio.

— Uno tiene que aprovechar sus oportunidades.

— Ya lo creo.

Efectivamente, Draco la convence que lo mejor que hacer es darse una ducha antes de ir a casa y para cuando se dan cuenta, están bajo el agua caliente.

No tienen relaciones. No realmente.

Pero se tocan, se enjabonan, se besan, Draco le pone shampoo en el cabello, se lo lava, le mete los dedos y le rasca con las manos, la pelirroja tiene los ojos cerrados y la cabeza un poco hacia arriba para que el shampoo no le entre por los ojos.

— Lo haces bien — le dice con un tono de placer que no intenta disimular.

— También hago otras cosas bien — Ginny se rió enseguida y le intentó golpear, aunque no llegó, sin ver Draco pudo prever el movimiento y esquivarlo antes.

— Te dije que no, Draco.

Pero Draco no esta dispuesto a dejarla ir tan fácil, y cuando termina de desenredarle con los dedos y crema de enjuague el cabello, comienza a bajar, le acaricia la cintura y aprieta su cadera contra la de él.

— Draco — más que un llamado de atención parece un gruñido que proviene desde el fondo de la garganta, Draco le corre el cabello y apoya sus labios tras la oreja.

— ¿Qué? — dice, mientras una de sus manos baja y va al clítoris.

— Te dije que no, Draco — lo dice con apenas fuerza, apoyándose contra la pared del baño.

— ¿No quieres? — sigue acariciándola, suave, en círculos y Ginny suspira contra los azulejos — Puedo parar cuando quieras, Ginevra — dice, apretando un poco y ella gime.

— Mierda, no, no pares. No pares, Draco, sigue — la pelirroja se abre más y choca contra ya su eminente erección, mientras mueve sus caderas.

— Joder, Ginevra — suspira él, mientras sigue acariciándola mientras se muerde los labios ahorrándose las ganas de penetrarla.

— Los dedos, Draco, los dedos — Draco le mete los dedos mientras le acaricia y ella se retuerce, se apoya completamente contra la pared sin fuerza y se deja tocar – Draco, merlín, Draco, así tal cual, sigue así, maldita sea – Draco le hace caso e intenta seguir con el mismo ritmo, mientras siente que va a terminar por acabar así sin más, sin tocarse, solo por sentirla suspirar bajo él. No hace falta mucho más, Ginny le aprieta el brazo, se lo muerde y cuando se da cuenta cuando termina entre sus manos, el orgasmo es devastador y Ginny se siente sin fuerzas, apoyando su espalda en el pecho de Draco e inhalando y exhalando despacio. Draco busca sus labios, le besa la mejilla y Ginny gira para que sus labios se junten, pero ella no es capaz de responderle el beso, solo se deja besar, mientras siente la erección de Draco contra su espalda y sonríe, mientras mueve sus caderas contra él.

— No hagas eso si no planeas seguir, Ginevra — le gruñe frustrado en su oído.

— ¿Quién dijo que no pienso seguir? — ella se gira hacia él, esta empapada, su cabello rojo sangre le cae por los costados y le tapa los pechos, ella sonríe y se agacha, mirándole con esos ojos pardos y aquella sonrisa que lo tiene todo ganado. Y antes de meterse aquella longitud entre su boca, ella le sonríe de costado, es una sonrisa ladeada perversa y Draco apoya su mano contra los azulejos porque le tiemblan las piernas, tiene temblores en el vientre y se siente un puto crío de quince años ante su primera mamada. Pero no es la primera, es Ginevra Weasley de rodillas tras correrse y completamente mojada a punto de hacérselo y vuelve a temblar.

Cuando siente su lengua en la punta, cierra los ojos y echa la cabeza hacia tras, Ginny le lame, y mientras lo hace, le toca con las manos, arriba, abajo, despacio, lo tortura, siente un cosquilleo concentrado y gruñe mordiéndose los labios, no aguanta y le toma del cabello, puede sentir la jodida sonrisa de Ginevra entre su polla y solo la deja para con el pulgar acariciarle la punta.

— Mierda, Ginevra, joder, me matas — la succión posterior le sacude el cuerpo y Draco sabe que o ella se detiene o él la detiene, porque va a terminar.

Ginny siente como pronto le toman del cabello y él la levanta, le toma de las piernas, las enreda en su cadera y la penetra de un solo movimiento brusco, Ginny gime con fuerza en un pequeño grito desprevenido y lo rodea con sus brazos, la coge fuerte contra los azulejos y algunas gotas de agua caliente les llegan, Ginny se separa un poco solo para poder verle el rostro antes de acabe; desesperado, un poco rojo y con los ojos idos. Ginny aprecia el momento exacto en el que Draco acaba, se muerde los labios y luego gime en un sonido gutural que Ginny se siente bendecida de escuchar.

Se quedan así, pegados, con el agua caliente salpicándoles y sin fuerzas. Ginny apoya su rostro contra el hombro de Draco y cierra los ojos, quiere preservar el momento, la sensación reconfortable de sentir la piel de Draco contra la suya y como su respiración intenta volver a su ritmo, como juntas se acompasan, su pecho lleno de una sensación que le cosquillea y la hace sentir llena.

Mientras le acaricia la espalda, hacia círculos en ella y se detenía en las pequeñas cicatrices que le rodeaban, su mente solo le decía que lo que sea que estaba sucediendo entre ellos, fluía demasiado rápido y agradable. Tanto, que un poco le aterraba.


No vuelve a hablar ni a saber nada de Ginevra por un tiempo. Ella no le escribe y él no se atreve hacerlo, se llena de excusas para no llamarse simple y llanamente un cobarde, pero su mente maquinea solo y la idea de Harry Potter yendo diariamente a su casa a ver a su idiota y mejor amigo Ronald Weasley le hace ruido e imagina que Ginny ya esta reconstruyendo su historia de amor habitual, aquella para la que estuvo destinada desde el día que el jodido Potty le salvó del basilisco y aquella que siguió durante años.

Draco no cree en el destino ni en aquellas ideas estúpidas del hilo rojo que une para siempre a dos almas. Pero tampoco es idiota.

Potter es el jodido salvador del mundo y es un estúpido Auror más que bien respetado, que pudiese hacer lo que se le plazca en cualquier momento que las personas correrían a aplaudirle y besarle los pies sucios.

Él en cambio es un ex Mortifago que se salvó de ir a Azkaban por poco, tiene mala reputación, el mundo mágico no le quiere y le trata como la escoria que tiene que terminar, está solo cuidando a su madre enferma mientras su padre enloquece en las cárceles mohosos y oscuras.

No es un buen candidato y lo sabe.

No al menos para una famosa jugadora de Quidditch en pleno auge.

Sabe que sus pros son menos y que sus contras lo dejan mal parado, sabe que es difícil competir contra Potter y sabe que, aunque él y Ginny se lo pasen bien, y tengan cierta curiosa química entre ellos, quizás no sea más que eso; atracción mutua que solo perdura un par de meses pero que no funciona para proyecto a futuro.

Sabe que a Ginny no le conviene que le vean con él si es que realmente no piensa apostar por él. Y son esas cosas las que, a final del día, le dicen que no, que no le escriba, que no lo intente, que no se ridiculice.


Por suerte El profeta y Corazón de Bruja viven de los héroes de guerra (y también de todo apellido con cierto renombre) así que al tiempo se entera que Ginny esta en Rusia jugando al Quidditch, hay una fotografía de ella donde se la ve gloriosa con una copa y sonríe estúpidamente feliz por ella.

Es una felicidad genuina y guarda aquella pagina para él, esperando que nadie encuentre aquel acto digno de un quinceañero hormonal.


No son todas buenas noticias. Harry Potter es visto en la misma ciudad que Ginevra Weasley y los rumores de su vuelta son alentadores. Los paparazis los siguen y Ginny es vista preciosamente luciendo un vestido negro con un tajo, pero molesta con las cámaras y haciéndoles "Fuck You".

Los titulares destrozan su mala actitud y ella es vista en entrevistas diciendo que no le debe nada de su vida privada a nadie, sin importarle demasiado que opine el público o sus fans de aquellas declaraciones.

También escriben sobre ella "Se vio fresca llegando al mejor estilo muggle, con una sonrisa que siempre parece genuina y su cabello siempre suelto y lacio, una belleza natural y espontánea es la que porta nuestra mejor jugadora de Quidditch profesional"

Draco cree que aquellos adjetivos las describen perfectamente y tira la revista un poco acojonado.


La vida sigue su curso y eso también quiere decir que hay algunas que se terminan.

La muerte de su madre llega pronto de algún imprevisto modo, el funeral es todo lo triste que se espera de uno y el habitual cielo gris acompaña el día.

Tira un narciso al ataúd que va bajando y siente los abrazos, apretones y palabras de sus amigos. No les llega ninguno, se siente devastado con la muerte pronta de su madre, definitivamente lejos está de sentirse preparado.

¿Te parece que te espere en tu casa? – es Astoria quien se lo pregunta, que apenas cuando la noticia llego a ella, viajo sin pensarlo. Luce hermosa como siempre, con aquella belleza aristocrática, de clase alta, su cabello rubio ceniza volando con el viento y esos ojos celestes que siempre parecen mirarle con ternura absoluta. Él asiente, devolviéndole apenas el apretón con la mano.

Quedo solo por fin, ya no están Pansy, Blaise, Nott, ni las Greengrass, las demás personas del mundo mágico que vinieron se habían ido hace rato y aprovecha la soledad para despedirse de su madre.

Él no lo sabe aún, pero Ginny esta un poco alejada esperando a que él vuelva a levantarse, luce de negro como la situación lo amerita y un semblante triste la acompaña.

Se acerca despacio y cuando él gira, queda pasmado viéndola sorprendido.

— ¿Weasley? — ella le sonríe con pena, se acerca a él y le abraza. Draco queda duro sin devolvérselo, es ella, toda su efusividad, cariño y espontaneidad, el contacto que siempre parecía su mejor muestra de afecto. A Draco siempre le había llamado la atención aquello, esa calidad innata que él supone sucede en las familias grandes.

— Lo siento mucho, Draco.

— Gracias — consigue decir él, todavía sorprendido. Ginny se dirige donde ya la tierra tapa cualquier resto y deja una flor blanca.

— Yo… — Draco no puede escucharla en este momento.

— ¿Volviste? — ella se relame los labios.

— Me entere — admite y Draco entiende que vino por la noticia.

— Solo por hoy, entonces.

— Pienso quedarme… Unos días, creo.

— Bien — dice él, caminando.

— Pensaba… Quizás podríamos… Si quieres o necesitas.

— No lo creo.

— Draco.

— Te agradezco que hayas venido hasta aquí a darme tu pésame, Weasley. Puedes seguir con tu vida en paz — Ginny le mira dolida y cuando piensa tomarle de la muñeca para que la escuche, Draco desaparece.

Ella cierra los ojos y se muerde los labios, lamentándose.


Uno supone que, en situaciones como velorios o funerales, los periodistas podrían dejar en paz a la gente, podrían dejarle transitar su dolor a su manera y al menos, por ese día, no buscar noticia de último momento.

Pero no es así.

Las fotos de Ginevra Weasley en el funeral de Narcisa Malfoy recorren los diarios, las portadas, la gente se pregunta y repregunta y la duda de todos es ¿Qué relación tienen este par? Nadie entiende ni comprende, intentan estipular desde una amistad secreta o un amor prohibido. Ginny se aprieta el puente de la nariz y su representante le llama pidiendo explicaciones.

También su familia le preguntan porque fue y Ronald la acusa de fraternizar con "esa gente".

Harry no pregunta, pero si la mirada sin comprender y Hermione la toma y la lleva lejos de todo el chisme y el dedo acusador de la madriguera.

— ¿Sabes? Es cosa tuya — le dice la castaña.

— Dile eso al resto de Londres — se queja Ginny con sarcasmo — ¿Sabes lo que me dijo mi representante? — ella le mira atenta — Que tengo que cuidarme con quien me junto porque eso puede afectar mi contrato y mi lugar en el equipo ¿puedes creerlo? — Hermione suspira y se muerde el labio negando con la cabeza — Es decir, me mato entrenando y trabajando no solo para llegar a donde estoy, sino para mantener mi lugar, pero me ven con alguien que ellos no aprueban y todo por lo que luche simplemente se esfuma, como si mi esfuerzo y mi compromiso para con el equipo no valiesen nada. Ya perdí una relación por dedicarme enteramente a esto y no me quejo, Hermione. Lo que me molesta es que se crean con el poder de cuestionar mis decisiones personales.

— No puedes permitir que te manejen así la vida, Ginny. Quiero decir, todos nosotros ya sufrimos lo suficiente como para que ahora tampoco nos dejen vivir las cosas como queramos — ella suspira, se cruza de brazos y se queja.

— Además, la cuestión es que dicen que pueden acusarme de estar a favor de esas ideas… Ya sabes, ideas puristas, porque después de todo soy sangre limpia y bla bla bla — se rió fuerte — Es decir, estuve en la jodida guerra luchando, arriesgando mi vida, pero eso no es suficiente argumento como verás.

— Realmente dudo que te saquen del equipo, Gin. Eres su mejor jugadora y aunque quieran sacarte, estoy segura de que tendrías miles de equipo más que pagarían lo que sea por tenerte. Creo… que son solo amenazas para no generar disgustos — ella resopló.

— Realmente espero que tengas razón — Ginny volvió a reírse con amargo sarcasmo — Son todos unos jodidos hipócritas, haciéndose los que quieren un nuevo mundo, donde dejemos los prejuicios atrás y donde toda la comunidad mágica esté unida. Al final, si te ven con algunos de ellos, te califican de la peor forma.

— Eso es algo que… sucederá para siempre. A todos nosotros nos seguirán los pasos y nos criticaran y amaran por las mismas razones.

— Lo sé, pero estoy harta. Realmente — Hermione ríe — ¿De que te ríes? — cuestiona con mala cara.

— Lo siento… es que, ya sabes, recordé esa foto… con el dedo del medio arriba — ambas ríen.

— Salió muy bien.

— Mira, no sé que tienes con él o que no tienes con él. Solo, por favor, no dejes que los medios manejen tu vida — Ginny miró un momento al frente concentrada en sus pensamientos, luego, se relamió los labios pensante y miro a su amiga a los ojos.

— No pienso hacerlo.


Hola!

Creo que tan solo le queda un cap a esta pequeña historia y llega a su final.

Disfrute escribiendo este capítulo y espero que lo hayan disfrutado leyendolo, si es así, adoraría ver su review:)

Saludos y mucho amor.

PeaceLilith.