Capítulo 5 – La incertidumbre...
Es horrible estar así en una habitación: sola, enferma, aislada; Lavinia piensa que si Perkins no fuera tan estúpidamente servil, hasta podría ser su amigo; ella entiende que es su trabajo, pero a pesar de que lo ve más que a su mamá, es tan ajeno a ella como un fantasma; la chica no tiene ni el consuelo de que sus amigas puedan venir a verla, La señora Cecilia no dejó que pasaran, pero al menos no fue tan grosera como suele serlo y no mandó al mayordomo a despedirlas, las atendió y se disculpó en su nombre, peligro de contagio y alguna otra tontería," lo siento mucho, niñas" y adiós.
Al menos no le han quitado el celular, por lo que pueden seguir en contacto; así se entera de que algo grave pasó en la familia de Lupe (Lavinia ya lo sabía, por supuesto) y ahora ella está con sus abuelos maternos, su padre se ha ido a Detroit con su hermanito y nadie puede hablar con ella; después de estas noticias, a Lavinia le queda claro que lo que leyó esa noche es la verdad, se le escapan algunas lágrimas pensando en la espantosa situación de su amiga y de su amor platónico, esa familia está destrozada y ella, Lavinia Cecilia De la Mothe, solo puede ser un silencioso espectador; si dijera algo, la acribillarían a preguntas para saber de dónde salió la información, y si las otras soltaran algún chisme, su padre sería el afectado en su trabajo; él podrá ser un pésimo ejemplo y hasta un padre desobligado, pero lo quiere, además de que es quien mantiene esa casa (Lavinia se siente pésima por pensar esto último), así que ella solo espera que la situación no empeore más y se resigna a esperar.
La escuela es algo triste sin Lupe, pero sus demás amigas le sirven de refugio y compañía, pero con respecto a Lupe las noticias no son muy alentadoras, Candace ha podido averiguar que posiblemente la Santiago ya no regresará a la escuela, ni siquiera saben si regresará a Royal Woods, algo pasó en la familia, y ella está en Detroit, todas han intentado hablar a su casa e incluso fueron allá, pero solo encontraron a una muy demacrada Lori Loud, quien apenas las vio, rompió a llorar, pero de inmediato se disculpó diciéndoles que su hija estará ausente por más tiempo, pero prometió saludarla de su parte, y después de abrazarlas se despidió y las dejó aún más preocupadas; las chicas están muy afligidas pero no pueden hacer otra cosa que esperar.
Lavinia deambula melancólica por la ciudad sin apenas darse cuenta del rumbo, es fin de semana y su madre ha ido a un evento de "caridad" para rozarse con la crema y nata del pueblo; ella ha pretextado una reunión con sus amigas, pero en realidad solo se ha escapado para tratar de aliviarse un poco, aunque sin éxito; su mejor amiga ya no está con ella y de Lucy no hay ni rastro, Lavinia sabe dónde viven los abuelos de Lupe, pero no donde vive Lucy, y aunque lo supiera ¿cómo presentarse ahí? no se atrevería y menos sabiendo lo que sabe, se siente muy mal de solo acordarse de la escena del hospital, además de cómo vio a la mujer sensual y atractiva de quien estaba enamorada, convertida en un fantasma lloroso y ausente; la imagen le rompe el corazón, y sin darse cuenta, comienza a lagrimear.
En su caminata sin dirección, ha llegado al viejo cementerio de Royal Woods sin apenas darse cuenta, ella nunca ha podido entrar, pero esta es la primera vez que está sola en la calle, así que no lo piensa mucho. Dentro todo es muy silencioso, los árboles que hay son frondosos y brindan una agradable sombra, el pasto es suave y la calma lo envuelve todo; las lápidas resaltan apenas en el césped cuidado y verde, y siguiendo la vereda de tierra, llega a la parte más antigua, donde grandes monumentos de piedra y cruces verdosas de moho se elevan solemnes; también hay mausoleos con los nombres de la familia grabados en los frontispicios, ya sea sobre la puerta o en el portal de alguna columnata; Lavinia camina despacio entre las grandes tumbas mientras respira despacio, el lugar la calma y le da toda la paz que necesita.
Después de un rato, ella se sienta en la escalinata de un mausoleo obscuro y frío, decide descansar ahí y se recarga en una de las columnas del pórtico, pero no tiene mucho rato ahí cuando escucha unos pasos; ella no ha pedido permiso ni mucho menos para entrar y se esconde detrás de la columna pensando en que tal vez un vigilante pueda descubrirla, luego se asoma apenas para ver a quién pertenecen los pasos que escuchara y la sorpresa es enorme; por el sendero de terracería camina, nada más ni nada menos que Lucy Loud, imponente como siempre y vestida de eterno negro, pero algo es diferente: su paso es firme, su cuerpo se mueve de nuevo al ritmo ondulante de la cadera y su rostro luce con más vida, aunque todavía está un poco pálida; los labios carnosos pintados de un rojo muy obscuro, casi negro, se curvan un poco hacia arriba, apenas dibujando una sonrisa y sus ojos azules profundos tienen de nuevo esa chispa que embrujara a la joven De la Mothe desde la primera vez que la vio.
Lavinia no se atreve a presentarse ante ella, y solo la mira pasar, Lucy se detiene un momento y levanta su larga falda para ajustarse la liga de la media, los ojos de la joven casi salen de sus órbitas para seguir la línea de la media de seda, que corre por detrás de la larga pantorrilla y sube por el muslo generoso hasta llegar a la liga de encaje, muy cerca del ¡oh, por dios! gran trasero de esa mujer; Lavinia comienza a sentir que "cierta" parte de su anatomía se humedece y un cálido rubor le cubre el rostro, pero desaparece casi de inmediato cuando escucha la voz de Lucy
— ¡hey, chiquilla! creo que ya has visto suficiente, ¡ven acá! —
ahora es una palidez mortal la que hace que la cara de la chica la asemeje a un fantasma, Lavinia hace de tripas corazón y sale de su escondite, camina con pasos cortos y lentos, las manos a los lados y los puños cerrados; la pelinegra la mira con un gesto que en su familia es famoso porque presagia problemas, pero la jovencita ni siquiera se ha dado cuenta de ello, está muy espantada y nerviosa; ¿se dio cuenta de que la miraba, ¡y que vista!, ella sabe que está en problemas porque espiar a una persona de esa forma es de pésima educación y además ¡es una mujer!... pero ¡qué mujer!
Este último pensamiento la hace sentirse más avergonzada todavía, está pensando como un viejo verde de esos de los que tan mal se expresa su madre, la chica no tiene demasiado tiempo de cuestionar la moral de sus pensamientos porque la voz baja y seductora de Lucy Loud la saca de ellos
— hola, pequeña De la Mothe, ¿acaso te comió la lengua el gato? —
Lavinia Cecilia De la Mothe está a punto del desmayo, ¡ella sabe quién es! ¡sabe su nombre!; aguantando a duras penas su deseo de gritar o de saltar por encima de las tumbas debido a la felicidad, la chica asiente en silencio para de inmediato negar con fuerza, la cristalina risa de la mujer entra por sus oídos y la inundación es total, tendrá que apretar con fuerza las piernas, una contra la otra, y rogarle a algún santo de todos los que invoca su madre cuando reza, para que no haya fugas y mucho menos escurrimientos;
— ¿entonces en qué quedamos, pequeña? no eres muda y tampoco tonta... hmm, creo que tienes un pequeño problema "hidráulico", y no es tu periodo; disculpa, mi olfato se ha vuelto un poco más agudo, ¿quieres que te preste un pañuelo? —
la joven asiente muerta de vergüenza, y Lucy de inmediato saca un pañuelo violeta de algodón y se lo tiende
— regresa a tu escondite y límpiate, yo cuidaré que no venga nadie, y no te preocupes, no voy a mirar —
Lavinia camina rápidamente al portal del mausoleo donde estuviera escondida y se apresura a subir su falda y bajar su panty apenas lo necesario para poder meter su mano y limpiar su coñito lo suficiente como para ya no tener que preocuparse de tener algún inconveniente; cuando ha arreglado sus ropas, se encuentra con un pañuelo lleno de fluidos y no sabe qué hacer con él
— no te preocupes por eso nena... — la voz de la mujer la hace saltar y volverse aterrada, ¿desde cuándo está ahí? —... toma, echa el pañuelo en esta bolsa y lo tiraremos a la salida —
Lucy le guiña un ojo a la asustada pequeña, que piensa un momento y después responde
— ¡n-no, no!... y-yo puedo lavarlo y s-se lo regresaré... —
Lucy se sonríe y la mira de tal forma, que la chica De la Mothe siente como si la desnudara
— está bien, pero haré algo antes... —
y sin darle tiempo a nada, Lucy toma el pañuelo y lo acerca a su nariz, inhala profundo y después suelta el aire en un suspiro que hace que la jovencita frente a ella de nuevo empiece a sentir que algo cálido fluye desde su interior; Lucy regresa el pañuelo a la bolsa y se lo entrega a la chica
—... entonces, lavarás el pañuelo y me lo regresarás ¿ok? no vayas a fallarme —
se inclina para estar cerca de la cara de Lavinia y le susurra al oído
— así que, Lavinia Cecilia De la Mothe, tú y yo tenemos una cita; por cierto, no te preocupes por Lupe, no puedo contarte nada por ahora, pero ella está bien y regresará contigo y tus amigas —
Luego la besa en la mejilla y se despide agitando la mano mientras continúa el paseo interrumpido, Lavinia solo puede verla alejarse mientras su mente está perdida siguiendo ese cuerpo voluptuoso que se aleja, perdiéndose entre las tumbas, como si de un fantasma se tratase.
El resto de la tarde fue una especie de sueño para Lavinia: salir del cementerio sin sentir apenas el suelo debajo de sus pies; subir a un carro mágico volador, el cual, ante los ojos poco entrenados de cualquier persona, pasaría por un taxi; y entrar flotando a casa, llevada por la huella mágica de unos labios hasta su habitación, donde una vez a salvo de ojos y oídos indiscretos, dio rienda suelta a su desbocada libido masturbándose como jamás había hecho antes, recordando una visión, un suspiro y un beso, queriendo fijarlos para siempre en su memoria a punta de frotamientos en su más privada hendidura.
Cuando volvió a la realidad, el sol ya era apenas un reflejo rojizo que solo se adivinaba en el horizonte y la noche estaba ya dejando caer su manto azul obscuro; ella estaba sudada y desnuda en su cama, se sentía feliz por todo lo que había pasado ese día y estuvo a punto de llorar de la felicidad, pero se recompuso cuando escuchó la voz de su madre que la llamaba
— ¡Lavinia! ¿estás en casa? ¡Laviniaaa! —
tomando una bata de baño, corrió hacia este mientras contestaba
— ¡sí mamá, estoy dándome un baño! —
— está bien, solo quería asegurarme —
la chica se sonríe y cierra la puerta detrás de ella, luego se mete a la regadera y deja correr el agua cálida por su cuerpo, que aunque está cansado, le pide más atenciones y caricias; de nuevo Lavinia se deja llevar y su baño durará un poco más de lo normal. Después de un buen y relajante baño, ella sale envuelta en su bata y con una toalla enredada en la cabeza, llega a su habitación y se seca tarareando una cancioncilla, luego se pone la pijama, pero apenas toca su cama, cae dormida; el esfuerzo tal vez fue demasiado.
Los días siguientes son mucho más alegres y tranquilos para Lavinia, hasta las clases parecen ser divertidas y esto llama la atención de las otras chicas
— está bien, "Lavs"... — las demás de la pandilla la interrogan en el descanso —... es muy raro verte tan contenta después de los últimos días... — le dice Joanne
— sí... — entra Candace —... ¿Qué es lo que te cambió la vida de repente, eh? —
Pierrette se sienta en sus piernas, cosa que hace estremecer a De la Mothe, y le dice juguetona
— mira "Lavs", si no me dices en este momento que te pasa, tendré que usar mi poder de seducción; si los chicos se derriten con mis artes, estoy segura de que podré hacer algo contigo, ji ji ji ji... —
la joven mira algo asustada a sus amigas, y aunque no le molestaría para nada que esa "hermosura" que tiene sobre las piernas usara su "poder de seducción" en ella, pero recuerda que su corazón es solo de Lucy Loud, por lo que termina rindiéndose
— ok, ok; confesaré... —
Candace y Joanne se sientan a su lado para escuchar, pero Pierrette se queda en su mullido asiento, cosa que Lavinia agradece, a fin de cuentas, Lucy no está por ahí para decirle algo...
— conozco a una persona que es familiar de Lupe, me dijo que ella está bien y que dentro de poco regresará a la escuela —
— ¿qué?... ¿pero quién es?... ¿cómo conociste a esa persona?... ¿que más te dijo?... ¡vamos "Lavs", dinos algo más! —
— lo siento, pero estoy igual que ustedes, la verdad es que no pude hablar mucho tiempo con e-esa persona y... pues no me dijo demasiado, aunque espero que sea cierto —
las chicas estarán más contentas y tranquilas con esta poca información y este día pasará alegre para las cuatro.
El tono de espera en el teléfono, le parece eterno a una chica que se pasea nerviosa por su habitación, piensa en que decir y casi cae al tropezar con algunos libros que ha dejado en el suelo, pero en ese momento de recomponerse, escucha un — ¿Aló? — que suena a música celestial para su oído
—... ho-hola... ¿se-señorita Lucy? soy... s-soy La-Lavinia... De l-la Mothe... —
Algunos días después del encuentro, Lavinia hizo una llamada que en otras circunstancias todavía estaría dudando en llevar a cabo, pero se decidió porque Lucy en realidad no le dijo cuándo se verían para que le devolviera el pañuelo, entonces se envalentonó y marcó en su celular ese número que ella le diera en un papelito junto con un chocolate que la embriagó de una forma muy diferente al alcohol, del que apenas había unas gotas dentro de la golosina
— hola De la Mothe... — Lavinia tragó grueso al escuchar esa voz que sonaba a ronroneo felino —... qué bueno que me hayas marcado, justo pensaba en tí, ¿estás libre hoy? ¿puedo pasar a buscarte a tu casa? —
¡¿qué?!, ¡¿L-Lucy Loud pensaba en ella?! ¿y quería pasar a su casa...? ¡¿PA-PASAR P-POR E-ELLA?!... la jovencita casi se desmaya, apenas podía creer esto, ¡Lucy sí que era atrevida!... pero ¿qué hacer? ¿Cómo escaparse de casa? su madre jamás le daría permiso de salir sola ¡y mucho menos con una mujer desconocida! la voz al otro lado del celular la sacó de sus pensamientos
— ¿ estás bien Lavinia? — que hermoso sonaba ese nombre cuando ella lo decía
— s-sí, sí... a-aquí estoy, solo que, no sé cómo hacer para poder salir de casa, yo... no puedo —
estas dos últimas palabras sonaron tristes, Lavinia en realidad no tenía ni la más remota idea de que hacer para salir de su casa
— no te preocupes, pequeña mía... — la cara de la joven se puso muy roja mientras ella sentía un calor súbito por todo el cuerpo, ¿acaso escuchó bien? ¿dijo "pequeña mía"? —... deja que yo me encargue, tu solo estate lista —
Lavinia solo asintió, sin pensar en que Lucy no podía verla, y la llamada terminó; la chica aterrizó de pronto cuando cayó en cuenta de lo que la mujer le había dicho ¿ella se encargaría? ¿Cómo? ¿e-estar lista? la jovencita se dio cuenta de que tenía que hacer un cambio de último minuto y corrió por una prenda íntima para reemplazar la que llevaba puesta, porque que esta última acusaba ya los estragos de la llamada; Lavinia se preguntaba nerviosa si podría resistir el estar junto a Lucy sin tener que hacer otro cambio, de pronto, un ligero toque en su puerta la hizo saltar
— ¿s-sí? —
— señorita Lavinia... — era Perkins, el mayordomo — su madre la espera en el recibidor —
— v-voy en seguida — ¿su madre...? — bajo en un momento, Perkins, gracias — se recompuso rápidamente, se armó de todo el valor que pudo y se dirigió a enfrentar lo que fuera que la esperaba abajo.
Al llegar al recibidor , las piernas apenas la sostenían, pero toda la emoción acumulada desapareció de golpe cuando vio que en la salita de espera, la aguardaban su madre, Pierrette, Candace y Joanne; vamos, no es que no quisiera a sus amigas, pero definitivamente no las esperaba; se daba al diablo pensando en qué pasaría cuando Lucy llegara, su mente comenzó a inventar mil y un excusas para zafarse de ellas, todo esto mientras las saludaba y les sonreía... un momento, esas sonrisas, ¡estaban usando las patentadas "sonrisas del plan"! Lavinia les siguió la corriente mientras les hacía discretas señas intentando saber qué era lo que pasaba, pero las otras solo continuaban el teatro, no hubo más que seguirles la corriente, hasta que escuchó algo inaudito, las chicas venían a pedir permiso para que ella las acompañara al centro comercial, pero lo más increíble no fue eso, sino que su madre accedió, a condición de que no regresara muy tarde.
Todo estaba sucediendo delante de ella como si fuera una película, o una obra de teatro de la cual había olvidado los parlamentos, a veces su madre o sus amigas le daban el pie de entrada y ella solo decía "sí" o "no", totalmente perdida, pero al parecer tampoco importaba mucho, podrían haber estado negociando su precio en un mercado de esclavos y su comportamiento hubiera sido el mismo; finalmente acordaron que regresarían a las nueve de la noche, y Lavinia se despidió de su madre, quien discretamente metió la mano a su bolso para darle algo de dinero, el cual depositó en su mano, una De la Mothe no iría al mall sin dinero ¡y cuanto!; la chica se sorprendería después al abrirla para descubrir cinco billetes de cien dólares.
Cuando salieron de la mansión De la Mothe, caminaron hasta la calle, donde supuestamente el auto de una de ellas las esperaba para llevarlas al centro comercial, pero para sospecha de Lavinia, sus amigas caminaron delante de ella mientras cuchicheaban, hasta llegar a la esquina, una vez ahí, se voltearon a verla y le dijeron
— muy bien chica, hasta aquí llegamos, te llamaremos a las ocho y media para que podamos traerte a casa sin problemas ¿ok? hasta luego... chau... pásala bien —
y antes de que Lavinia pudiera preguntarles que sucedía, un auto rojo, que ella reconoció como del novio de Joanne, se detuvo bruscamente frente al grupo y sus amigas subieron riendo escandalosamente, luego el auto arrancó y se perdieron en la distancia, ¿qué había pasado?; la jovencita se quedó ahí, sin enterarse de nada, hasta que una voz tremendamente familiar la saludo alegre
— ¡hola "Lavs"! —
Lavinia se volvió para encontrarse con... ¡ERA ELLA! ¿pero como...?, De la Mothe corrió hasta el auto de donde Lupe salió corriendo para abrazarla, se escuchaba tan feliz; se fundieron una en brazos de la otra, pero de pronto, Lupe se dio cuenta de que Lavinia lloraba
— ¿qu-qué pasa Lavinia? ¿por qué lloras? —
la jovencita de pelo negro, no podía parar, había recordado todo lo que leyó acerca de su amiga y la tristeza la poseía, su llanto era bastante fuerte e hipaba en los brazos de la Santiago mientras tartamudeaba
— t-tú... buaaaaahhh... (snif) (snif) est-hic- estás bie-bien buaaaahhh... buaaaaahhh... -hic- buuaaaahhh... te... te extra- hic- extrañabaaaahhh... buaaaaaahhh... estás... estás bieeeeennnn... (snif) (sob) buuuuaaaaahhh...—
Lupe no entendía nada, pero seguía abrazando a su amiga, quien se aferraba a ella sin dejar de llorar; Bobby, quien había llevado a su hija a Royal Woods, se acercó a ellas y las fue guiando poco a poco hacia el auto, donde su hija fue calmando a Lavinia.
Lupe le dice a su padre que las deje en el parque cercano y que no se preocupe, entonces Bobby conduce un par de calles y llegan a un parquecito pequeño, muy de estilo antiguo:, grandes árboles y muy marcadas áreas verdes bordeadas con arbustos; de caminitos angostos y retorcidos, bancas de herrería a los lados y gran fuente central; en los edificios que rodean al parque hay cafeterías, uno o dos restaurantes, y otros comercios del tipo. Una vez ahí, ellas bajan del auto y Bobby se va, no sin antes haberle dado un par de recomendaciones a su hija; las chicas caminan despacio, tomadas de la mano, Lavinia todavía va suspirando hondo por el sentimiento y Lupe la conduce, esperando que se calme del todo; el parque está más o menos vacío, ya que a media tarde y en día laboral no hay muchos paseantes; por fin se sientan en una banca y Lupe le pregunta
— muy bien, ahora que estás más calmada vas a decirme por qué estabas llorando —
— ay Lupe, es que... te ex-extrañaba mucho, n-no sabíamos nada de-de ti y... — dice Lavinia intentando mentir, pero es demasiado novata en ese difícil arte, por lo que Lupe frunce el ceño —... eeeeh... —
— "Lavs", eres pésima mintiendo y lo sabes, yo les dije a las otras solo lo que querían escuchar, un chisme sobre una gran pelea entre mis padres que poco a poco se va arreglando... y ha-hasta cierto punto es verdad, pero... tú no llorabas por eso, t-tú sabes a-algo más... ¿verdad? —
Lavinia asiente mientras nuevas lágrimas salen de sus ojos
— e-el día que no llegaste a la escuela... ese día acompañé a mi madre al hospital y lo vi t-todo... tu familia, a-a Lucy... llorando, pensé que algo muy grave había pasado, pep-pero no quise molestar a nadie... lu-luego, en la noche... m-mi padre llevó u-un expediente de la estación de p-policía y... —
Lupe le tapa la boca a su amiga, también hay lágrimas en sus ojos, Lavinia la mira pensando que esas lágrimas reflejan el trauma de su amiga, pero la Santiago confiesa algo que deja muda a su amiga
— t-todo eso es fa-falso... (snif) (snif) yo... ¡yo me metí en la cama de mi tío y mi madre casi lo mata!... (sob) buuuuhhh... —
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Hasta aquí el nuevo capítulo de este fanfic y gracias por seguir leyéndolo.
Por favor comenten, sus comentarios me nutren.
¡POR PIEDAD, COMENTEN!
