— ¿S-Satoru…?¿Eres tú?

¡Claro!¿Quién más, sino?

Yuuji frunció el ceño al oírlo y entrecerró más los ojos intentando captar algo extraño, pero sus ojos no alcanzaban a ver bien producto de las llamas. La criatura que tenía delante suyo era definitivamente Satoru, su voz y el tono divertido también...más su imagen parecía un espejismo entre las llamas que lamían los troncos y los arbustos, su voz casi etérea haciendo un extraño eco en su cabeza.

Fue en ese instante en que se percató de que Satoru nunca había abierto la boca. Su voz había resonado directamente en su cerebro. Asustado momentáneamente por el descubrimiento, Yuuji procuró dar un paso atrás olvidando que aquella llama extraña sostenía su tobillo; forcejeando, le fue imposible retroceder y frustrado, bufó en medio del incendio. Al levantar la mirada, vio la expresión consternada y apesadumbrada del otro, sus ojos claros emitiendo un sentimiento triste que afectó también a Yuuji.

¿Me temes? Lo siento, es lo que soy. — su voz volvió a hacer eco en su mente pero esta vez Yuuji estaba listo.

— No...no te temo.

Tus acciones me dicen lo contrario, Yuuji.

Yuuji trastabilló cuando la atadura de su tobillo finalmente se liberó y la llama retrocedió uniéndose al resto; el sonido del crepitar del fuego a su alrededor se intensificaba pese a que ya no alcanzaba a oír ningún grito, el fuego consumiéndolo todo.

— ¿Tú...tú provocaste esto, Satoru?

— Así es. — el desparpajo con el que el zorro había admitido aquello golpeó de lleno a Yuuji, la indignación y el temor volviendo a enredarse en su mente.

— ¿Por qué hiciste algo así? ¡Tú vives aquí, yo lo hago!

— Yo no vivo aquí.

— ¿Eh?

En ese instante, Satoru avanzó hacia él. Yuuji tenía serias dudas realmente de si estaba caminando o no entre el fuego porque no alcanzaba a ver sus pies...pero sí lograba ver como una tras otra, las colas blancas y esponjosas que en su momento tanto le habían agradado se dejaban ver, expandiéndose detrás del zorro que seguía aproximándose cada vez más. Aún así, Yuuji no notó peligro en su cercanía y aunque intuyó que retroceder con el fuego detrás no era una opción, no lo hizo por cuenta propia; finalmente, Satoru se detuvo a escasos metros de su posición y Yuuji lo vio realmente por lo que era: Suguru había tenido razón al expresarlo como una entidad.

Una criatura así jamás podría existir en un mundo como ese.

— Y me gustaría que me acompañes, Yuuji.

Su voz ahora había sonado fuerte y clara pese al sonido del incendio. Yuuji ya no la sentía en su mente y eso logró tranquilizarlo un poco. Satoru ya no sonreía, pero no había expresión alguna que le indicara a Yuuji que estuviese molesto por algo pese a que no había motivos para ello.

— ¿A-Adónde?

— Adonde yo vivo, claro.

— ¿Dónde queda eso?. — al oír su pregunta, Satoru volvió a sonreír y la diversión le llegó a los ojos.

— Haces muchas preguntas...antes no hacías tantas, ¿qué sucedió?¿Fue Suguru acaso quien te llenó de tantas dudas?

— ¿Dónde estuviste todo este tiempo?

— Y sigues con las preguntas...Yuuji, ¿no te basta con que estemos juntos?

En ese momento, Yuuji dudó.

Sí, era cierto. Suguru le había plantado la semilla de la duda a su mente, pero en realidad esas dudas ya existían de antemano. Hasta ese momento, Yuuji se había comportado de manera impulsiva y un tanto suicida al verse en reiteradas oportunidades con una criatura que ni siquiera sabía de dónde provenía y que nadie más que él había visto, por lo que lo único que había hecho en realidad Suguru había sido acomodarle un poco las ideas.

Aún así...cuando vio a Satoru estirar un brazo en su dirección y ofrecerle la mano, Yuuji se sintió conmovido e impelido a tomarla. Frustrado consigo mismo, terminó refregando su rostro con ambas manos, confundido.

¿Hacerle caso a su cerebro, seguir manteniendo el escepticismo y correr entre el fuego en dirección a Megumi huyendo y olvidándose de Satoru para siempre...o hacerle caso a su corazón, que le gritaba se acercara y tomara su maldita mano de una vez y dejara atrás dudas que no tenían fundamento?

— ¿Yuuji?

El conejo retiró sus manos de su rostro y lo observó. Satoru no había hecho ningún movimiento más, su mano aún extendida hacia él. En un movimiento que intentó parecer sutil, Yuuji ladeó el rostro y observó hacia sus espaldas. Un muro de fuego lo separaba del río que probablemente ya no podría cruzar, de su amigo que posiblemente ya no volvería a ver nunca más aunque intentase escapar de allí. Repentinamente, comprendió que si Satoru era quien había provocado el incendio, su idea de que él mismo era el fuego no estaba equivocada. Era el zorro quien dominaba las llamas y probablemente el causante de que éstas ni siquiera transmitieran calor a Yuuji.

Si éste lo rechazaba y Satoru se ofendía por ello…

No, él no era así...no...no le haría daño, no lo mataría de aquella manera tan cruel…

— ¿Qué sucede? Vamos.

Cuando Satoru sonrió en dirección a Yuuji, éste instintivamente dio un paso hacia él. La sonrisa se ensanchó mientras estiraba un poco más la mano hacia él, y en el instante en el que sus dedos iban a hacer contacto...Yuuji vio la expresión de Satoru desfigurarse y volverse hostil, sus orejas literalmente descendiendo y adosándose a sus cabellos en una postura defensiva, sus labios curvándose en una expresión de fastidio colosal.

Sus colas se movieron todas al mismo tiempo y Yuuji las vio embelesado, el baile entre las llamas pareciéndole magnífico. Satoru ladeó el rostro hacia atrás al mismo tiempo que Yuuji oía una voz...conocía esa voz.

— ¡Vete! ¡Aléjate de mí!. — el grito violento de Satoru sorprendió a Yuuji, no por la agresividad que intentaba transmitir sino por el temor que se filtraba en sus palabras. Estaba más asustado que enojado.

— Éste es mi hogar, no el tuyo. Eres tú quien tiene que irse, Satoru.

La voz se aproximó un poco más; Yuuji no podía ver a Suguru, pero sabía que era él y que estaba a escasos metros de su posición. De repente, un árbol gigantesco y en llamas crepitó de forma siniestra y su tronco colapsó, cayendo detrás de Satoru de manera brusca y potente haciendo temblar el suelo del bosque, las llamas alzándose con mayor violencia.

— No importa que hagas, el bosque me protege a mí, no a ti. Vete antes de que te dé la paliza de tu vida.

De repente, Yuuji experimentó el mismo miedo que la primera vez que había sentido la presencia de Suguru; su voz se había vuelto una especie de gruñido agresivo y Yuuji supo que su amenaza era real, inminente. Oyó a Satoru resoplar e hiperventilar, dándole la espalda. Yuuji se aproximó un poco más temiendo lo peor, un posible enfrentamiento entre ellos mientras las llamas se elevaban cada vez más hacia el cielo, el calor sofocante comenzando a sentirse de verdad.

Satoru estaba perdiendo el control de su propio poder producto de los nervios. Si seguían así…

— Éste también es mi hogar. El bosque me recibe cuando yo quiero.

— No, tú lo usurpas porque tienes el poder para hacerlo. Satoru, última oportunidad. Aléjate.

No lo haré. Lo siento, pero he venido por una muy buena razón y no me iré hasta que…

Yuuji jadeó cuando se produjo un estrépito delante suyo y Satoru no pudo terminar su frase; asustado al ver que efectivamente Suguru iba a cumplir su amenaza, Yuuji retrocedió lo más que el fuego le permitió mientras sus ojos veían con horror el cuerpo de Satoru perdiéndose entre las llamas, sus colas también. De repente, el calor se volvió casi asfixiante y por primera vez desde que había registrado el incendio, Yuuji realmente temió por su vida.

¡¿No te parece que ya has hecho suficiente daño?! ¡Mira a tu alrededor, todo lo que tocas lo destruyes! Tú no eres un protector, eres un destructor, Satoru. ¡Fuera de aquí!

Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer, criatura inferior…

Y aún así, me temes.

Yuuji escuchó el intercambio de gritos entre el fuego tal y como si ambos estuviesen forcejeando. Sin saber qué hacer, aguardó hasta que oyó un gruñido siniestro del otro lado de las llamas y un jadeo estrangulado que Yuuji reconoció proveniente de Satoru.

De repente, las colas volvieron a su campo visual tranquilizando a Yuuji momentáneamente; sin embargo, Satoru venía retrocediendo y cuando finalmente volteó hacia él, la desazón atenazó el corazón del conejo; Satoru tenía sangre en el rostro, en las ropas blancas que usaba...no era mucha, pero Yuuji estaba seguro era suya, y a eso sumado a la expresión de pánico que llevaba…

¿Cómo era posible que una criatura mágica le temiese a un simple lobo?

Cuando los ojos de ambos hicieron contacto, el semblante de Satoru se relajó casi inmediatamente, el calor del fuego disminuyendo al punto de tornarse casi agradable.

— Sigues aquí. — el susurro contenido de Satoru se oyó fuerte y claro en la breve distancia que los separaba y sus palabras conmovieron a Yuuji.

— Claro que sigo aquí.

Yuuji se dejó envolver por los brazos de Satoru y la sensación ya casi olvidada del calor y el cariño que transmitía el gesto le devolvió el alma al cuerpo; allí, rodeado por su cuerpo y sus colas, Yuuji se sintió repentinamente seguro, el incendio casi olvidado a su alrededor; se aferró a su pecho con ansias intentando asirse a la sensación agradable mientras percibía los brazos ajenos presionándolo un poco más.

— ¿Vamos, entonces?

De nuevo, el susurro contenido contra su cabeza se oyó amortiguado. Yuuji ya se había relajado tanto entre sus brazos que el sueño parecía hacerlo sucumbir de un momento al otro y de imprevisto se preguntó si aquello se debía a algún poder en especial o era sólo él.

— Sí, vámonos.

Los brazos se cerraron en torno a su cintura y Yuuji fue consciente, de un momento al otro, de que el incendio se había extinguido sin dejar rastros de su existencia, los árboles y arbustos de pie, el suelo lleno de hojas.

Jadeó sorpresivamente cuando algo jaló de su cuerpo hacia atrás a una velocidad imposible y se sintió caer en una especie de pozo sin fin.

Cerró los ojos, convenciéndose a sí mismo que había tomado la decisión correcta, pero…

El envión se detuvo repentinamente y Yuuji se golpeó fuertemente en la cabeza. Se quejó y un par de insultos surgieron de su boca al intentar incorporarse, mareado y aturdido por el cambio abrupto de posición.

— Yuuji, maldita sea. — oyó una risa sobre su cabeza y volvió a maldecir, intentando sentarse en el suelo. — ¿Estás bien?

— No, claramente no. Ayúdame, quieres.

Otra vez, la risilla divertida no se hizo esperar y aquello molestó y confundió aún más a Yuuji. La había oído en algún lado, pero…

Al lograr sentarse y sentir una mano intentando tomar su brazo, Yuuji levantó la mirada. Un hombre de cabello blanco revuelto y de ojos celestes lo observaba con una sonrisa divertida en el rostro, el brillo de sus ojos indicándole a Yuuji que se estaba riendo a su costa.

Como pudo y con ayuda, logró treparse a la cama nuevamente; mientras sentía el abrazo de Satoru colgándose de su cuello, los ojos de Yuuji se desviaron a la mesita de noche donde se encontraba el reloj digital.

Las 4 AM.

Dios, se había caído de la cama mientras soñaba…¿con qué estaba soñando? Se había despertado bastante acalorado y agitado, pero eso tranquilamente podría haber sido producto del golpe.

Tenía el recuerdo allí, casi visible...pero…

— ¿Con qué estabas soñando? Me llamabas dormido. — el susurro de la voz ajena lo distrajo, un escalofrío recorriendo su espalda cuando sintió los labios ajenos sobre su piel. — Intenté despertarte pero...rodaste y te caíste, Yuuji.

Yuuji lo empujó mientras el otro comenzaba a reír nuevamente.

— No puedo recordarlo, pero...no sé, no te voy a mentir.

— Mmh...qué desilusión, pensé que estabas soñando algo lindo conmigo.

— Tal vez, no lo sé.

Satoru suspiró y se incorporó de la cama; mientras Yuuji se dejaba caer sobre el colchón ya sin sueño, vio a Satoru cuan largo era dirigiéndose hacia el baño. Al encender la luz del cuarto de baño, Yuuji se cubrió con el antebrazo, la puerta abierta mientras el otro ingresaba.

— Ahora ya no tengo sueño. — al oírlo, Yuuji notó el tono pícaro de su voz. Rodó los ojos, resoplando y riendo.

— Yo tampoco.

— Pues qué bien.

Oyó a Satoru caminando dentro del baño y luego el grifo abriéndose. En ese momento, la sombra de Satoru se proyectó fuera del baño y Yuuji se quedó observándola…

...y parpadeó varias veces, sentándose en la cama de repente y mareándose en el proceso.

"La próxima vez que lo veas, mira su sombra..."

Frunció el ceño cuando aquella frase volvió a su mente de la nada misma. ¿La había oído antes...o había sido parte de su sueño?

Que mirara su sombra...su sombra…¿la sombra de Satoru?

Pues sí, allí había algo raro.

Quizás era un efecto del golpe, quizás una ilusión óptica provocada por la combinación del sueño con algún otro objeto que estaba detrás de Satoru...pero aquella no era la sombra de una persona normal.

Ni siquiera la de una persona.

¿Era posible que Yuuji hubiese quedado tan mal de la cabeza...que en vez de la sombra de un hombre estuviese viendo la de un zorro?¿Y cuántas colas tenía esa cosa?

La luz del cuarto de baño se apagó de repente y con ella, la sombra desapareció. En ese preciso instante, Yuuji recordó su sueño fugazmente.

— ¡Ya sé lo que soñé!

— ¿Qué soñaste?

Satoru se aproximó y literalmente se lanzó sobre él en la cama. Yuuji se quejó al principio, pero luego se dejó hacer, relajado entre los brazos del otro, entre sus besos.

— Que eras un zorro.

— ¿Un zorro?¿Ah sí?. — la risilla se repitió una vez más y Yuuji tuvo un mal presentimiento, quizás producto del mismo sueño.

— Sí, y eras malo.

— ¿De verdad?

— De verdad.

Yuuji jadeó y expuso más el cuello cuando sintió al otro lamer, morder su piel, sus manos colándose por debajo de su ropa. Cuando los dedos largos acariciaron su piel y Yuuji sintió su piel irritada tras el paso de éstos, frunció el ceño al comprender que lo estaba rasguñando.

Y al final, caíste en la trampa del zorro, Yuuji.

El aludido parpadeó al oír el susurro y luego la risa. Por un momento se asustó, pero luego sonrió, buscando los labios del zorro que al final lo había atrapado, las colas blancas y esponjosas envolviéndolos de nuevo.

Aquello...aquello era otro sueño, ¿no?

Bueno, muchisimas gracias por acompañarme hasta aquí con esta pequeña historia xD Quizás en el futuro escriba algo más sobre esto, pero por el momento este es el final.

Algunas aclaraciones:

- los kyūbi no kitsune o zorros de nueve colas existen en toda la mitología asiática (China, Japonesa, etc). En algunos casos es una entidad protectora, en otras representa un ser que provoca daños, siendo más bien malicioso.

- La única criatura a la que el zorro de nueve colas teme, es al perro. Como estaban en un bosque, cambié perro por lobo (?)

- Generalmente, se ocultan bajo una forma humana, pero no pueden ocultar su verdadera figura en su sombra y allí se delatan.

De nuevo, muchas gracias por leerme y por los hermosos y motivadores comentarios, de verdad :)

Nos leemos en otra historia!