Capítulo Tres

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Allen Walker llevaba exactamente siete días sin despertar. Siete días desde que ante el mundo y su familia estaba muerta. Siete días en los que la orden se había encargado de conseguir toda información sobre ella que les fuera posible.

Únicamente habían logrado encontrar su historial médico y ahora sabían que su tipo de sangre era "A" y que había tenido anemia a los cinco años. Pero ¿qué niño no ha tenido un poco de anemia por no querer comer verduras?

No se sabía mucho de ella y hablar con sus padres o parientes seria de lo más descortés del mundo. Le acaban de dar por muerta y eso no era un caso que se viera mucho incluso dentro de la orden.

Pero no se podía exponer al mundo la existencia de los exorcistas y de las actividades que eran llevadas por el vaticano sin que nadie lo supiera.

Normalmente se reclutaba a los exorcistas, pero se mantenía un pequeño fondo para apoyar a las familias que quedaron atrás, en especial si era el proveedor principal quien se veía obligado a partir. La mayoría de los buscadores no tenían familia y quienes si la tenían por lo general no estaban en buenos términos con estas.

Era raro que alguien entrara sin contar con esos dos factores comunes entre la orden. Por supuesto, se sabía que el vaticano enviaría de maneras muy creativas ciertas remuneraciones en nombre de Allen y más que todo por orgullo que otra cosa. Eso todo el mundo lo sabía, pero no era algo a lo que le prestaran especial atención.

La incertidumbre acerca de Allen crecía conforme pasaba los días en los que se mantenía inconsciente, ¿y si Kanda tenía razón y sincronizar le había causado muerte cerebral?

No era imposible, pero esperaban que no fuera el caso. Se guardaba la expectativa, ya que de estar muerta la inocencia habría regresado su forma original. Pero no era el caso y además seguía respirando.

Al quinto día Komui había llevado nuevamente a Allen con Hevlaska, esta vez en compañía de Kanda y de madrugada. Asegurando que no hubiera gente entre los pasillos. Por respeto a la chica era mejor que nadie se aglomerara a su alrededor o cuchichearan mientras iba de camino al ascensor.

En esa ocasión Hevlaska se había inquietado más al comprobar que ya siquiera podía sentir su aura. Durante su primera visita por lo menos pudo detectar la inquietud de su energía y la inestabilidad que había en la inocencia. Pero ahora nada, al igual que Kanda, no pudo sentir nada.

Y eso los dejo más preocupados que otra cosa. Sin embargo, el fuego volvió a reaccionar al toque de ambos. Con la pequeña variante de que al desaparecer la chica respiraba con dificultad. Literalmente estaba jadeando. Pero no despertó. Y luego de un rato su respiración se volvió normal luego de un tembloroso suspiro. Aquello fue inquietante.

Eso al menos era una señal de que seguía con vida. Si iba a despertar o no, no lo sabían, pero por el momento bastaba con que siguiera respirando.

Las enfermeras se habían hecho turnos para cuidar de ella las veinticuatro horas del día. En caso de que despertara durante la madrugada y pudiera lastimarse de verdad. Aunque, a decir verdad, lo que podría causarle shock al despertar sería su apariencia.

Un cuerpo humano ya sea que se mantenga inconsciente o no necesitaba de aseo regularmente. Incluso una persona en coma recibía la higiene personal diariamente. Pero al no poder tocarle las enfermeras no podían hacer eso por ella.

Aunque el olor no era muy fuerte de seguro no estaba cómoda. Pero ni siquiera eso podían saber.

La enfermera de turno de la séptima tarde estaba colocando velas aromáticas alrededor de ella. Para que al menos el aroma la perfumara un poco. También se podía dar el caso de que despertara al sentirse segura con la fragancia. Una estabilidad psicológica o algo por el estilo.

Presto especial atención a su estado, tratando de mantenerse a una distancia segura de ella. Era curioso el color de su cabello, sin embargo, ni siquiera podían deshacer el moño en el que estaba recogido. Debía de ser incómodo para ella, pues, aunque se viera completamente serena de seguro si despertaba tendría dolor de cabeza.

Además, que estar sin ninguna fuente de alimentos o líquidos en su cuerpo le podría afectar. Tenía que despertar antes de que su propio cuerpo se deteriorara por la falta de sustento. Era preocupante. Aunque lo que más parecía preocupar a los altos mandos era perder a un exorcista valioso. Cosa con la que todos en la central de la orden, o por lo menos aquellos que curaban las heridas de los jóvenes al volver de las misiones, los despreciaban por eso.

Mientras la mujer preparaba más velas y acomodaba de manera nerviosa los suministros de los estantes escucho un jadeo proveniente de la joven.

Creyó que era su imaginación, pero se acercó para comprobarla, notando que la chica si estaba respirando dificultosamente y tenía el ceño fruncido. Parecía estar sufriendo.

Y entonces abrió los ojos.

Seguido de otro jadeo y luego una tos ahogada que le dificultaba la respiración.

La enfermera se asustó y con cuidado se acercó. Procurando notar si no era un efecto inconsciente o de verdad estaba despertando.

Sin embargo, luego de unos segundos la chica se tiró al suelo mientras trataba de estabilizar su respiración.

"Todo quema

Arde

Pica

Duele"

Parecía querer sacar los pulmones en busca de aire fresco.

La enfermera por fin reaccionó.

De inmediato salió de la enfermería y llamo por ayuda. Mientras Allen seguía batallando en el suelo por aire fresco. Pronto estuvo rodeada de otras cuatro enfermeras que no sabían si acercarse o no. No sabían si ahora el fuego las mandaría a volar como antes. Por lo que con impotencia observaron a la chica retorcerse en el suelo sosteniendo su garganta y respirando con dificultad.

Luego de lo que parecieron horas su respiración por fin se estabilizo y pudo dejar de toser. Fue cuando con precaución la jefa de las enfermeras se inclinó frente a ella.

—Jovencita, por favor no te fuerces más. Trata de respirar despacio. — la mujer se mantenía a una distancia prudente. — Vamos, inhala, exhala, así. Despacio.

Los ojos de la chica le miraron con extrañeza. Se veía asustada de acercarse.

—Vamos, despacio.

—¿Q-qui-ien...? —volvió a toser con violencia.

—No te fuerces. Respira. Concéntrate solo en eso.

Y así lo hizo. A pesar de que era difícil centro su mente en lo que le decía la mujer.

Pasados unos minutos por fin pudo respirar más tranquila.

—Trae un poco de agua. — ordenó a una de las tantas enfermeras.

—¿D-dónde? — su voz sonaba ronca y no podía hablar bien. Como sí hubiera inhalado mucho humo. —¿Q-qué me p-paso?

—Tranquila, ahora estas a salvo. — seguía sin acercarse. Extraño. —Por el momento bebe un poco de agua. Parece que tienes sed.

Solo pudo asentir y recibir el pequeño vaso que la mujer le ofrecía.

Contrario a lo que la enfermera esperaba, al acercarle el vaso y tocar ligeramente su mano no pasó nada. Tal vez ahora si se le podían acercar.

Sin embargo, la chica en lugar de recibir el agua se quedó viendo sus manos con evidente asombro.

¡Oh!

Cuando se examinó más detenidamente se dio cuenta que estaba llena de sangre y al parecer llevaba varios días así.

—¿Q-qué me paso? ¿Por qué estoy así? —parecía que se asfixiaría de nuevo por la impresión de su apariencia.

—Tranquila. Ahora que despertaste pod... — pero no fue capaz de acercarse de nuevo, pero no por las extrañas llamas. La chica alejo su mano de un golpe seco.

—¡No me toque!

La mujer retrocedió.

—Tranquila, si lo que necesitas es asearte te...

—¡No se acerque! — esta vez se puso de pie con dificultad y trato de alejarse más de ella. Mientras comprobaba por si misma que no estaba herida. A la enfermera no le quedo más que esperar a que se calmara del todo. — ¿Dónde estoy? ¿Qué me paso?

—Por favor no te asustes. Primero hay que limpiarte y luego te explicaremos…

—¿Dónde están mis compañeros? Esas cosas... — los recuerdos parecían haberla golpeado y no entender del todo que estaba pasando.

—Respira, ahora estas a salvo. Primero hay que limpiarte y luego te lo explicaremos todo.

—¿Explicar qué? — su mirada denotaba sospecha. —¿En dónde estoy? ¿Dónde están mis compañeros?

—Están a salvo. — era mejor idea tranquilizarla diciéndole aquello, de lo contrario no estaban seguras de lo que Allen fuera hacer. — Te llamas Allen, ¿no? Deja que te ayudemos primero y luego te pondremos al tanto de tus compañeros.

Allen se encogía en una esquina mientras evaluaba a las mujeres que le rodeaban, por la vestimenta parecían enfermeras y al pensar mejor en su situación, decidido que lo mejor era hacer lo que le decían.

—Está bien, pero por favor. Me limpiare yo sola.

Ante la petición las mujeres le indicaron en donde podía bañarse y ponerse una muda de ropa de hospital. Un pantalón sencillo y una blusa de manga corta junto a un suéter y un par de zapatos blancos.

Allen lo tomó todo con manos temblorosas y se dispuso a limpiarse después de que la enfermera que le acompaño al baño, le dejara sola.

Una vez desapareció de la vista de todas las enfermeras, la jefa le indico a su asistente, que informara al supervisor del despertar de Allen.

Komui Lee, como milagro de los cielos se encontraba firmando unos documentos que le entregaba Reever. Llevaban horas de en la faena de terminar de firmar los reportes y resultados de los análisis que hacían regularmente en el departamento científico de la orden.

—Reeeeever, ¿Dónde está Lenalee? Quiero café. — sus exagerados pucheros se vieron interrumpidos con la llegada de la enfermera que entro apresurada y agitada.

—Supervisor Komui, la señorita Allen ha despertado.

Ante esto tanto Komui como Reever dejaron lo que estaban haciendo, miradas de asombro y expectación estaban en sus rostros.

—¿En serio? ¿Cómo se encuentra? ¿Ha dicho algo respecto a lo que paso antes de quedar inconsciente? — el hombre prácticamente había hablado sin respirar.

—Se encuentra aseándose en estos momentos. Al despertar se vio alterada y un poco confundida. Lo único que hizo fue preguntar por sus amigos y en donde se encuentra.

—Bien. Una vez termine con lo que está haciendo tráela acá. Procura que se sienta cómoda en la medida de lo posible. —instruyo Reever, hablando por primera vez desde que la enfermera entro a la oficina.

—Puede que no tome muy bien la información que le vamos a dar. — los dos científicos controlaron lo mejor posible sus emociones y su mirada se tornó seria. No sabían que tanto la chica podía controlar la inocencia y tampoco que tanto le iba a afectar todo lo que tenían que decirle. — Llama también a Kanda.

—Komui, tal vez no es muy buena idea exponerla de inmediato a los ojos de Kanda.

—Puede que tengas razón. Pero el vaticano se ha interesado mucho en ella. Desde que su inocencia es tan rara quieren tener respuestas cuanto antes.

—Pero...

—Entiendo tu preocupación, Reever. Pero le ha llevado mucho tiempo despertar y los superiores están impacientes.

—Pueden esperar un poco más. Al menos hay que prepararla para lo que le vamos a decir. Y sabes bien que, aunque la habilidad de Kanda será útil, él no tiene el mejor carácter y tacto para decir las cosas, puede que se sienta incomoda y no sabemos si su inocencia se saldrá de control.

La enfermera había salido a cumplir lo solicitado por el supervisor mientras ellos discutían los pros y contras de hacer que Kanda discerniera las emociones de la chica.

—Advertiremos a Kanda de no decir nada por el momento. Solo dejaremos que la vea en silencio.

De repente la puerta se abrió, dando paso a Bookman seguido de Lavi. Tal parecía que la noticia de que Allen había despertado se corrió más rápido de lo esperado.

—Supervisor Komui, nos hemos enterado de que la chica ha despertado.

—Así es, Bookman. —respondió Komui mientras se ponía de pie y ajustaba sus lentes. — En este momento se encuentra aún en la enfermería.

—Bookman, sé que está ansioso por registrar esta nueva inocencia. Sin embargo, creemos que sería prudente si espera a que le expliquemos la situación a la joven Allen. —sugirió Reever al ver que el supervisor no encontraba las palabras para pedir paciencia.

—Comprendo. Pero estamos por dirigirnos a realizar un registro en una región lejana. Nuestro trabajo como Bookman nos impide esperar más.

—Además si se sale de control o si Yuu se pone violento podremos contenerlo entre todos. —agrego Lavi, dejando en claro que habían escuchado parte de la conversación que mantenían ambos hombres antes de que ingresaran a la oficina. — Además Yuu está entrenando y dudo que este de buen humor ahora que no ha salido y le interrumpen el entrenamiento.

Tanto el anciano como Lavi habían pospuesto su salida precisamente para estar en el momento en el que Allen despertara. Y ante lo último expuesto por Lavi, no pudieron más que estar de acuerdo. Después de todo, Kanda había sido lo suficientemente arrebatado como para blandir su espada en contra de la joven inconsciente. No se sabía a ciencia cierta como iba a reaccionar ahora que la viera despierta. Y suponían que ahora si lograse ver algo en ella.

—En ese caso, le suplico que permanezcan en silencio. Como dijo Reever, no sabemos cómo tomara la joven esta situación. Tampoco sabemos si se saldrá de control.

—Esto puede ser complicado. —suspiro Reever.

Todos esperaron ansiosos la llegada de Allen en silencio. Cada uno de ellos metido en sus pensamientos sobre como seria la inocencia de la chica.

Bookman no podía pasar por alto el ver el descubrimiento de una inocencia tan rara. En los tiempos que vivían ciertamente podía ser un acontecimiento histórico muy importante.

En la enfermería la jefa de las enfermeras era la única que esperaba fuera del cuarto de baño a que Allen saliera de bañarse. Le estaba tomando más tiempo del que creyó. Y esperaba que la ropa y los zapatos le quedaran, pues debido al peligro que represento su estadía en el lugar no habían podido saber a ciencia cierta sus medidas para confeccionarle el traje de exorcista y conseguirle la ropa necesaria para su estadía en el lugar.

Su nueva vida.

Al pensar en ello la mujer se sintió un poco preocupada por la chica. La situación era complicada. Pues actualmente Allen no tenía nada con ella más que la ropa que tenía puesta. La cual está de más decir que actualmente estaba inservible.

La enfermería contaba con un baño diferente al que utilizaba el personal femenino de la orden. Por cuestiones prácticas no podían trasladar a los enfermos a las duchas para cuidar de aquellos que permanecían en un estado similar al de Allen después de una misión. Algunos no despertaban por días y era necesario el aseo diario. Y este era considerablemente más pequeño que el otro y no tenía aguas termales en él.

Con precaución tocó la puerta cuando percibió que hacia un buen rato la regadera había dejado de funcionar.

—¿Allen? ¿Ya estás lista?

—S-sí. Un momento.

—¿Te encuentras bien? ¿Los zapatos te quedaron bien?

—Si, todo está bien. — la chica salió del baño con un poco de duda. El problema no era la ropa, incluso le habían provisto ropa íntima, jabón corporal y un botecito se shampoo. El problema era que no eran sus cosas y ella se sentía particularmente incomoda. —El agua estaba algo fría. No acostumbro a usar agua completamente fría.

Explicó mientras en sus manos mantenía la ropa inservible que se había quitado, sin saber muy bien qué hacer con ella.

—Entie... — la mujer se quedó sin habla cuando Allen termino de salir del cuarto de baño. Sus ojos se agrandaron y en un acto reflejo elevo sus manos para cubrir su boca.

Si bien era cierto que se notaba que su apariencia era inusual y llamativa, cubierta de sangre y con el inminente peligro de acercarse a ella debido al fuego que desprendía la inocencia, era inevitable olvidar que debajo de toda esa sangre y mugre había algo más que descubrir.

Allen Walker era la chica más hermosa que la enfermera hubiera conocido. Su estatura era considerable y se notaba que hacía ejercicio con frecuencia. El cabello lo llevaba suelto y húmedo debido al baño, colocado de manera que cubría ligeramente su ojo izquierdo. Pero debajo del flequillo se notaba la curva de una extraña cicatriz que le daba un aire más etéreo a su rostro y sus ojos eran de un brillante gris con toques amatista.

—Mmh... disculpe, no sé qué hacer con esto. —su voz se había recuperado un poco después del ataque que había tenido al despertar. Miraba con un poco de incomodidad a la enfermera que se le había quedado viendo demasiado tiempo para su gusto.

La mayor salió de su estupor y se abofeteo mentalmente.

— Si. Lo siento, dámela. Supongo que no quieres consérvala.

—Aun la necesito. —era su uniforme deportivo. Por supuesto que aún lo necesitaba.

La enfermera decidió que por el momento era mejor no decirle nada. Su asistente le había dicho que el supervisor le explicaría la situación y ella prefería no intervenir por el momento.

—Está bien. No te preocupes me hare cargo. — fue su respuesta vacilante. Allen le entrego el uniforme procurando evitar el contacto físico con la mujer. Cosa que no paso del todo desapercibida por ella.

—Esto... no entiendo muy bien todavía. ¿Esto no es un hospital? ¿Puede...?

—¡Oh! No te preocupes. En seguida te llevare con el supervisor. Por el momento no te preocupes por nada.

Se sintió culpable diciéndole eso. No era correcto en ningún sentido y lo sabía, pero no podía hacer nada en absoluto. Allen no dijo nada y pudo ver que le miraba con desconfianza.

Sin embargo, la siguió mientras miraba todo a su alrededor con sospecha.

—Enfermera Jefe. ¡Me entere que... oh! —Lenalee había entrado a la enfermería para recoger a Allen por sugerencia de su hermano. Pero cuando vio a la chica tuvo la misma reacción que la enfermera cuando vio a su nueva compañera.

Involuntariamente hizo los mismos gestos que la mujer y se quedó pasmada en la puerta viéndola con detenimiento.

—¡Oh! Lenalee. —la enfermera tuvo que sacar del estupor a la recién llegada, pues Allen se veía incomoda bajo la mirada de esta. — Justo estábamos yendo con tu hermano. Puedes acompañarla si gustas.

—¿Qué? ¡Ah! Cierto. —Lenalee por fin se movió de la puerta y se acercó a Allen. —Mucho gusto, Allen. Soy Lenalee Lee.

Hizo una pequeña reverencia a modo de saludo. Iba a extender la mano, pero había visto de primera mano que no era muy seguro.

Allen por otro lado se le había quedado viendo por un corto periodo de tiempo. Casi de la misma manera en la que Lenalee se le había quedado viendo. Sin embargo, en vez de responder al saludo, pregunto: — ¿Cómo es que sabes mi nombre?

Había desconfianza en su voz y sin querer había hablado un poco más cortante de lo planeado.

—¡Oh! Cierto, eso... veras... — Lenalee buscaba la forma correcta de explicar la situación. —Si gustas puedes acompañarme mientras te explico un poco.

Allen le siguió aun con cierta inquietud. Su postura era tensa, pero aun así siguió a la chica.

—¿En dónde estamos? Esto no es un hospital. —dijo al darse cuenta de que fuera de la enfermería no parecía para nada un hospital.

—Veras, Allen. Estamos en la Orden oscura.

—¿La qué?

—¿Allen, que tanto recuerdas del día en el que quedaste inconsciente?

—¿Ese día? ¿Qué quieres decir? ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? — se hacia una leve idea debido a lo difícil que fue terminar de quitar la sangre su cabello y cuerpo.

—Veras. El día que te encontramos hiciste algo que no haría una persona normal. Has estado durmiendo por siete días después de eso.

La peliblanca detuvo sus pasos abruptamente. Mientras un dolor en la cabeza le hizo soltar un quejido y llevar sus manos a su sien. Buscando calmar el palpitar que se le presento de repente.

—¿Sie-siete días? —su voz salió en un susurro y cuando se dio cuanta Lenalee le ayudaba a levantarse del suelo. ¿En qué momento había cedido a la gravedad?

—Allen, cálmate. Mi hermano te explicara mejor que es lo que paso.

Allen no dijo nada más. Algo le decía que las cosas no se reducían a un simple coma de siete días.

Pronto llegaron frente a una enorme puerta doble. Lenalee tocó con los nudillos y llamo para poder pasar. Del otro lado la voz de Komui se dejó oír. Dando el paso a ambas señoritas.

—Hermano, la he traído.

—Muchas gracias, mi queri... —Komui no terminó su frase y sin darse cuenta se puso de pie tras su escritorio.

Reever soltó un jadeo, los ojos de Bookman y Lavi se abrieron en su máxima capacidad. Tal parecía ser que era el día de los silencios de asombro. Mientras un pensamiento colectivo llenaba las mentes de todos los presentes.

Hermosa.

Lavi trago mientras en su interior un gran Strike se apoderaba de sus sentidos. Por un momento hasta pudo imaginar destellos alrededor de la joven de cabello blanco.

Allen no decía nada. Evaluando el lugar mientras un escalofrió le recorría. Desorden por todos lados y la mirada asombrada de demasiadas personas sobre ella. Se movió un poco incomoda y molesta.

—Ejem. Hermano. — fue el turno de Lenalee de sacar a todos de su asombro.

—¡A-ah! Ejem. — el supervisor se aclaró la garganta y por fin hablo con un poco de serenidad. — ¿Allen Walker, cierto? Soy Komui Lee. Es un gusto ver que por fin has despertado. Nos tenías un tanto preocupados.

En ningún momento hizo ademan de acercase a Allen.

—El gusto es mío, Señor Komui.

—Oh, por favor, solo dime Komui. Me haces sentir viejo.

—Entiendo. —echo un vistazo a los demás presentes. Al parecer nadie más se iba a presentar por lo que decidió que era momento de aclarar sus dudas. — ¿Podría por favor decirme que es este lugar? ¿Dónde están mis compañeros? ¿Se encuentran bien?

Primero lo primero.

—Oh si, Allen, sé que tienes dudas. Y Para mi será un gusto respondértelas. Pero antes necesito que me digas que recuerdas del día de la excursión con tus compañeros. Y por favor no te preocupes por ellos, están a salvo.

—¿A si? — Allen no sabía muy bien si confiar en él o no. Pero más le valía que sus compañeros estuvieran bien. Que esa persona estuviera bien. — ¿Lo que recuerdo?

La chica pareció meditar en ello por un momento ante la atenta mirada de los allí presentes.

—Si. Lo que recuerdas del ataque que sufrieron.

—¿El ataque? — volvió a frotar su frente con molestia. Y de repente sus ojos se abrieron con miedo. —El ataque... esas cosas.

Un jadeo salió de sus labios.

—Ese día, estábamos por subir la montaña cuando de repente aparecieron esas cosas. Como pudimos nos quitamos de su camino. —Allen seguía frotando su frente mientras hablaba. —Aparecieron esos hombres de blanco y nos llevaron por otro camino.

Parecía que le estaba costando trabajo recordar. Nadie se atrevió a decir nada en lo que veían como la chica seguía frotando su frente.

—No recuerdo muy bien cómo, pero una de esas cosas disparo y varias rocas salieron volando. —cerró los ojos un momento. — Me desorienté y apenas vi a unas de mis compañeras correr por donde creo que iba el resto de nuestro grupo. Los disparos siguieron y no pude seguir su rastro. Me oculté en lo que parecía ser una cueva y ahí vi una luz extraña. Yo...

Dejo de hablar mientras esta vez tomaba su cabeza con ambas manos y se arrodillaba.

—Allen. Tranquila. —Lenalee se acercó a su lado y la sostuvo antes de que sus rodillas tocaran el suelo. Todos contuvieron el aliento mientras veían que no salía volando al tocar a Allen. — Respira. Está bien, no es necesario que te fuerces.

—Komui, puede que la sincronización le haya afectado también la memoria. —dijo Reever en voz baja al supervisor. Quien no sabía si acercarse a la chica o no.

—Eso lo sabremos más adelante. De momento hay que explicarle bien la situación.

Allen se había recuperado ligeramente, sin escuchar la conversación entre los científicos frente a ella.

—Está bien Allen. No es necesario que te fuerces. Puede que con el tiempo logres recordar.

A Komui le urgían las repuestas, pero se dio cuenta de que de momento no obtendría nada.

—¿Qué eran esas cosas? De verdad no entiendo nada. Y por lo que parece no estoy ni remotamente cerca de donde están mis compañeros.

El supervisor decidido que mejor explicaba todo como debía ser.

—Esos monstruos que viste. Eran akumas, Allen.

—¿Akumas?

—Si. Esas cosas son creadas a partir de algo que se conoce como materia oscura. Y la única forma de acabar con ellas es con la inocencia.

—¿Qué cosa?

—Si. Allen, ahora no lo recuerdas. Pero has sincronizado con un cristal divino que se conoce como inocencia. Lo único en esta tierra que puede acabar con los akumas.

—¿Qué significa eso?

—Las argollas en tus manos.

En ese momento Allen miro con asombro sus manos y las cicatrices que había en sus muñecas. Entre todo el alboroto y el dolor que sintió al despertar no sintió para nada esas cosas que había alrededor de ellas.

Lo cierto es que ni siquiera las sentía. Era como si no estuvieran ahí y fueran otra parte de su cuerpo. Ni siquiera mientras se aseaba las había notado. No hacían ruido y parecía que ni siquiera se movían de donde estaba la marca en forma de cruz. ¿Flotaban o algo así?

—¿Qué demonios?

Las miraba con los ojos abiertos y volteaba y agitaba sus manos. Siendo la primera vez que notaba los nuevos accesorios en su ser.

—Eso, Allen, es inocencia. No habíamos visto ninguna inocencia como la tuya antes. Y creemos que debido a eso que no despertaste durante estos siete días.

—No entiendo nada. — su voz era un mero susurro y había empezado a temblar.

—La situación esta así. Allen, ahora que has sincronizado con la inocencia, eres un exorcista. Un apóstol elegido por Dios para acabar con los Akumas.

—¿Qué yo que?

—Allen. Ahora formas parte de la orden oscura y es tu deber luchar contra los akumas.

—Komui. — advirtió Reever viendo que Komui no se explicaba bien ante Allen.

—Allen... — Lenalee seguía sosteniendo a la chica, pero esta le interrumpió con un sobresalto. Alejándose de ella y con los ojos abiertos con incredulidad.

—Espera. Eso no puede ser. ¿Qué pasa con mi familia y mi vida?

—Eso... —Komui quería saltar por la ventana. Esto resulto ser más difícil de lo que imagino.

—Superior, si me permite. —por primera vez desde que la chica había entrado la voz de Bookman se dejó escuchar. El alivio se vio reflejado en el rostro del supervisor. Le parecido más acertado dejar que Bookman explicara las cosas.

—Adelante Bookman. Sé que usted podrá explicar mejor todo esto.

El hombre solo asintió. Luego se dirigió a Allen quien no despegaba su mirada del suelo y temblaba ligeramente.

—Verás, Jovencita. Durante más de siete mil años se ha librado una guerra entre la humanidad y un hombre que pretende destruirla utilizando a los akumas como sus armas. Este hombre es el conde milenario. Quien con la materia oscura crea a los akumas a partir de las almas de los muertos. Utilizando los sentimientos de dolor de las personas a quienes han dejado atrás. La única forma de exterminar a los akumas es a través de la inocencia. Que es un cristal divino que le fue otorgado a la humanidad de parte de Dios para exterminar a los akumas. La inocencia no responde a menos que esta se encuentre con su usuario compatible. Actualmente no hay muchos usuarios que sean compatibles con ella. Por lo que claramente estamos en desventaja contra el conde. En esta guerra santa tú eres fundamental como un usuario compatible. Como un exorcista.

—¿Guerra santa?

—Así es. Esta es la orden oscura. Una organización bajo las órdenes del vaticano que se encarga de todo lo relacionado a esta guerra. Me imagino que nunca habías escuchado de esto —la chica negó con debilidad — Eso se debe a que ante el mundo no existimos, nosotros nos encargamos de que nadie se entere de esto por su seguridad. Y ahora tú formas parte de esta organización como un usuario de la inocencia. Un apóstol de Dios.

—¿Qué pasa con mi familia?

Ante esto se hizo el silencio de nuevo en la sala. Todos habían sido puestos al tanto de la situación de Allen. Y nadie quería ser el que le diera las noticias.

—Allen, tienes que entender que ahora que eres una Elegida por la inocencia, y por lo tanto de Dios. No puedes volver con tu familia. Ellos correrán peligro si estas cerca de ellos. Los akumas pueden sentir la inocencia y a sus usuarios. Por lo tanto, siempre buscan la manera de acabar con ella y toman la vida de quien se ponga enfrente.

Komui trataba la manera de hacer que las palabras no sonaran muy duras para la joven.

—¿Esos significa que no podré volver con ellos?

—Lamentablemente estarían en peligro si estas cerca de ellos

—Pero no puedo desaparecer de la noche a la mañana. Se van a preocupar por mí. Yo... — su voz se apagó poco a poco.

—Allen, quiero que entiendas que lo que estoy por decirte es necesario. No podemos arriesgarnos a que los civiles entren en pánico por la situación actual.

—¿Qué quiere decir?

Esto realmente era difícil. Todo podía salir mal y Allen definitivamente no lo tomaría bien.

—Allen. Debido a la situación, y a que no tenemos los detalles concretos de lo que paso el día que sincronizaste, tu familia no está enterada de tu situación actual. Ellos... ellos...

—¿Qué? ¿Ellos que?

—Allen, ellos creen que moriste el día de la excursión.

Esta vez la chica no pudo evitar caer al suelo y que un par de lágrimas cayeran de sus ojos.

No volvería a ver a su familia, sus amigos y sobre todo... cerro los ojos con fuerza. No vayas por ahí. Escucho en la lejanía las voces de los que le rodeaban en esa oficina.

—Dices que... creen que estoy muerta.

—Allen. Tienes que entender que de esta manera estarán a salvo. —el supervisor hacia lo posible porque su voz sonara segura. —Sé que es difícil. Y muchas de las personas que están aquí tienen situaciones como la tuya. El conde no puede crear akumas en donde no hay un alma a la que llorar. Ahora tu deber es centrarte en la pelea contra el conde. Tu familia estará segura mientras no sepan de algo como la inocencia.

Todo era muy complicado de asimilar. Pero las argollas en sus manos no le dejaban más opción que aceptar que todo era real y no podía volver con su familia y amigos.

—Allen, en la orden oscura somos como una familia. Ahora que eres nuestra compañera podemos hacer que tu familia no se vea afectada por esta guerra. Nosotros cuidaremos de ti y no te dejaremos sola en ningún momento. —Lenalee buscaba la forma de hacer que Allen aceptara la situación de la mejor manera.

En los ojos de Allen había cierta molestia e incredulidad, según lo que vio Lenalee cuando volteo a mirarle de repente. — Tú...

No pudo terminar lo que iba a decir pues en ese momento la puerta se abrió de golpe, dando paso a un muy molesto Kanda Yuu.

—Maldito supervisor, no te basta con no dejarme salir. Además, me jodes el en...

De nuevo un silencio incómodo. Los ojos de Kanda se enfocaron en la chica temblorosa en el suelo. Asombro, incredulidad y sospecha grabada en su rostro.

—Kanda, que bueno que llegaste. Te agradeciera si no...

—¿Quién demonios eres? — no dejo que Komui le advirtiera no decir nada. Si hubiera llegado antes que Allen podrían haberle dicho que no dijera nada. Pero eligió el peor momento para aparecer. No podían esperarlo para hablar con la chica. —O, mejor dicho. ¿Qué demonios eres? — prosiguió, ignorando que todos le lanzaban una mirada de advertencia.

—¿Disculpa? —a pesar del asombro de las noticias que le había dado el hombre de lentes. No pudo evitar la molestia al que le trataran como algo extraño e inhumano en lugar de la chica que estaba por graduarse como la mejor de su clase.

—Lo que oíste. ¿Qué demonios eres? No desprendes ni un aura, ni una esencia y no puedo ver tus emociones. —como acto reflejo había acercado su mano a su espada.

—¿De qué carajos hablas? — Allen se había dado cuenta que la postura del japonés frente a ella era amenazante. Por lo que como pudo se puso de pie y le vio de frente. Dispuesta hacer lo necesario para defenderse.

—Solo los muertos no tienen emociones alrededor de ellos. Así que preguntare de nuevo. ¿Qué demonios eres? —centímetros faltaban para tocar el mango de Mugen y sacarla de su funda.

Nadie más decía nada. Pues sin querer Kanda había dado la información que Komui y Reever habían estado esperando. Saber que tan estables eran las emociones de la chica. Pero al ver que Kanda lucia tan sorprendido como hostil al ver que sus ojos no veían nada alrededor de Allen los dejo en shock.

—¿Emociones? —Allen resoplo.

Como sí que no fuera suficiente enterarse de que ahora debía pelear contra monstruos creados a partir de las almas de los muertos, venia un tipo extraño a decirle que no veía sus emociones.

— ¿Por qué habría de dejar que un completo extraño sepa mis emociones? Ridículo.

Ridículo, completamente ridículo y descabellado.

Y eso era a penas el comienzo de su estadía en la orden oscura.

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-XXX-

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Así llegamos al final de este tercer capitulo de este loco proyecto que salió de uno de los rincones mas profundos de mi mente.

Que les pareció la reacción de Allen en su despertar en la orden. Mas adelante tendré un extra de o que pasaba por su mente durante este intercambio completo.

Por el momento no tengo mas explicaciones que poner en este capitulo y es uno de los mas largos hasta el momento. La verdad no me molesta, porque puede que haya otros similares, Jeje. Por otro lado, creo mejor actualizare una vez al mes, ya que en realidad no hay mucha audiencia y el capitulo anterior sigue medio en el abandono. Una pena completa que el fandom este moribundo.

Por el momento nada mas, es un gusto si alguien lee esto.

Gracias por leer. By KNM. XD