¡Hola! Este capítulo va a ser un poco más corto porque ando con exámenes y trabajos finales, pero el que viene será más largo, no os preocupéis. Este capítulo es desde la perspectiva de Harry porque quería clarificar un par de cosas con él y lo que iba a suceder. Pero no sé si volverá a haber un capítulo en su perspectiva, dependiendo de a donde se dirija la historia.

Avisos:

-En este capítulo todo lo que se discute de Lily no es canon, pero es que hay tan poco material de ella en los libros, que bien podría serlo.

-Aquí se empieza a ver un poco el Dumbledore que no es tan bueno, pero básicamente estoy tratando de evitar que Harry llame a su hijo Albus.

-Severus tampoco acaba muy bien, y de nuevo, ¿Quién llama a su hijo de esa manera?

-Creo que si habrá Hinny, pero si lo hay, los hijos van a cambiar de orden o dejar de existir. No van a ir en el orden del epílogo porque de nuevo, evitamos hablar del epílogo.

-¡Mundo mágico asiático! ¿A quién le molaría que se le visite en un futuro?

Bueno, con eso creo que lo tengo todo, así que sin más… ¡Disfrutar del capítulo y como siempre, dejar reviews si os está gustando la historia!

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Harry observó la playa con intensidad, respirando el aire marino mientras notaba como los últimos puntos de tensión en su cuerpo iban poco a poco desapareciendo. Ashley a su lado no dijo nada, y tranquilamente dejó que el chico respirara. Ya se había acostumbrado a los momentos esos con el joven a su lado, y aunque no estaba en su misma situación, podía entender la necesidad de Harry.

Se habían conocido al principio de su viaje, los dos empezando en Egipto, tratando de olvidar. Ella a su familia, él su pasado, y por coincidencia del destino, los dos se habían quedado atrapados a la vez en una pirámide durante horas. Al salir de ahí, eran amigos y habían decidido viajar juntos. Harry no tenía un destino fijo, pero Ashley si, y en un mes se habían recorrido la mayoría de África y gran parte de Europa. La experiencia había sido enriquecedora para los dos, pero Harry a veces sentía que le estaba echando demasiado encima a la chica a su lado. Ella había sido paciente con él, y aunque le había reconocido al instante (la cicatriz hacía eso), no le había tratado de manera distinta a como trataría a cualquier chaval de su edad.

La chica incluso había tratado de ligar con él, lo que había llevado a una conversación sobre Ginny y sus sentimientos hacia ella.

La echaba de menos, demasiado para articular con palabras, y aunque se moría por volver a sus brazos y disculparse, Harry necesitaba estar lejos. Necesitaba estas vacaciones.

Nada más salir de Inglaterra había notado una presión desaparecer de su pecho, y con cada país que visitaba, esa presión se iba haciendo más y más pequeñita hasta casi olvidarse. Y mucho se lo debía a la chica a su lado.

-¿Crees que debería volver?-

Ashley le miró con intensidad.

-¿Deseas volver?- Eso era algo que le gustaba de la americana, nunca le respondía de manera definitiva, siempre le daba la puerta a reflexionar sobre lo que él quería de verdad.

-Si, echo de menos a mis amigos, a Ginny….- La rubia asintió- pero al mismo tiempo tengo toda esta presión allí sobre lo que debo hacer y no debo hacer.-

-Esa presión es cosa tuya al final. Si de verdad quieres hacer algo, hazlo, no mires al público a tu alrededor esperando a ver cómo reaccionan ante ello. Tendrás una vida infeliz si lo haces.-

Harry miró a la chica. Ojos verdes, pelo rubio corto, pequeña, incluso más que Hermione y tenía una sonrisa de conejo. Era todo lo contrario a Ginny, pero esas diferencias hacían que Harry viera aún más a su pelirroja. Él no era lo suficientemente orgulloso como para aceptar que se había equivocado después de la guerra. Había esperado encontrarse a una chica idéntica a la que dejó en la Madriguera antes de marcharse con Ron y Hermione, pero se había dado con la realidad en la primera noche en la que habían dormido juntos. Ginny tenía pesadillas, peores incluso que las de él, y la guerra la había hecho dura, más fría que la chica de la que se había enamorado. La última gota fue el día en el que se decidieron los castigos de los mortífagos, y cuando vio como la chica votaba a favor de arrancarles el alma a todos los que habían sido condenados a mortífagos, Harry no la reconoció.

Él había votado negativo, demasiado reciente el recuerdo de los dementores sobre Sirius como para condenar a nadie a ese castigo eterno. Eso había llevado a una discusión que él había comenzado, y él mismo había terminado cuando la chica le dijo que él no tenía ni idea lo que había sido la guerra de verdad. No se había molestado en oír nada más después de eso, y había dado por terminada la relación. Ni cinco días después había cogido su maleta y se había despedido de Hermione.

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Ahora, después de la mitad del mundo recorrido, se había dado cuenta de que ella tenía razón. Él no había sido un soldado en esa guerra, él no había vivido día tras día en un castillo donde te torturaban todas las semanas, no había vuelto a formar el Ejercito de Dumbledore en secreto a pesar del peligro a su alrededor. Él no había luchado igual que ella. Eso no hacía su rol menos importante, pero tampoco le hacía él único que había sufrido en las manos de Voldemort.

Y necesitaba disculparse con ella.

Pero antes de eso, Harry tenía que ir a un último lugar, y allí tendría que ir solo. Ashley había sido una gran compañera de viaje, pero a partir de ese momento, Harry tenía que continuar ese último viaje por su cuenta. Él último lugar al que tenía que ir era a una pequeña casa en el mundo mágico de Tokio.

Al terminar la guerra, todos los papeles de la casa Potter habían ido a parar a su cuenta y al poder acceder a la cámara familiar por primera vez, Harry se había encontrado algo curioso. Tenían una casa en Japón, pero lo curioso no era eso, sino el hecho de que estaba a nombre de su madre, Lilly Evans. Eso le había llevado a un montón de interrogantes, los cuales se habían resuelto al andar por los papeles de su casa derruida. El diario de su madre de sus últimos años.

Harry no podía explicar lo que había llorado al leer por primera vez la letra de su madre, pero no solo eso, sino que de alguna manera, había podido reconectar con ella aunque fuera a través de las palabras de una Lilly más pequeña.

El diario comenzaba en quinto curso, y se detenía en el 30 de octubre de 1981, el día de antes de su muerte. Entre esas páginas descubrió muchas cosas de su madre que no habría imaginado. Había oído historias de su padre y los merodeadores por boca de Remus y Sirius, pero las historias de su madre siempre habían sido superficiales, y Snape el único amigo de ella que podría haberle contado algo le había tratado como basura toda su vida.

Entre las páginas que había ido leyendo su madre contaba su día a día, desde los deberes tan exhaustivos que ponía McGonagall hasta las recetas favoritas de su madre en pociones. También hablaba de su padre de vez en cuando, algunas veces muy enfadada ("Ese estúpido de Potter ha vuelto a embrujar a Severus) otras tratando de mostrarse indignada, pero confesando que le parecía brillantes algunos de sus planes ("Potter y sus amigos han embrujado a esos amigos de Severus que me insultan a mí y a Alice, ha hecho que se les caiga el pelo, no puedo negar que es ingenioso") e incluso, en muchas ocasiones, hablaba de Remus y Sirius. Eso le había dejado bastante descolocado a Harry, pues nunca hubiera supuesto que su padrino hubiese tenido esa relación con Remus. Los comentarios de su madre hacían una historia sobre la relación de los dos que a veces Harry podía llenar con los agujeros de la narrativa de su madre ("Sirius y Remus se piensan que me voy a creer que estaba haciendo una broma de noche en el armario de las escobas… Como si fueran a hacer una broma sin Potter delante.") ("Remus parecía muy cansado hoy, seguro que estuvo otra vez "estudiando" con Sirius hasta la mañana."), incluso la gran caída de su relación algo que su madre había observado, pero no sabía por qué había sucedido, aunque Harry sabía lo que había pasado: el incidente con Snape.

Snape era algo que en el diario se explicaba mucho, al menos hasta acabar el quinto año. En pocas palabras su madre había resumido el problema que durante años la plagó con el chico que había sido su amigo:

"Quise creer durante años que él era distinto, que no importaba cuantas veces se juntaran con ellos, él nunca nos trataría así. Hoy me ha demostrado lo estúpida que he sido. No importa que hayamos sido amigos desde pequeños, él, al igual que todos sus "amigos" solo me ven como el barro de debajo de sus zapatos. Y estoy cansada de sentirme como el barro de su zapato; si él prefiere insultar mis orígenes como bruja, es momento de que haga como Potter me ha dicho todos estos años: No voy a seguir tratando de salvar una relación que está condenada."

Harry ya sabía que su antiguo profesor había insultado a su madre, pero ver el cambio en las páginas de su madre, hablado y vivido por ella, fue como una daga en el corazón. Durante un minuto alabó a ese hombre por amar a su madre, pero cuanto más leía, menos se creía ese amor, y más veía esa obsesión.

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Tokio surgía al final de ese año, cuando su madre escribió sobre la "beca". Parece ser que antes de la guerra, Hogwarts ofertaba becas para estudiar en otras escuelas mágicas durante un curso, y después de toda la pelea con Snape, Lily había decidido aplicar. La había ganado, y en su sexto año, toda mención de Hogwarts desaparecía, porque su madre se había mudado un año completo a Japón.

La casa la había alquilado ella con sus ahorros de trabajar en verano, y se había ido allí para aprender el idioma y descubrir el mundo mágico fuera de Gran Bretaña. Harry descubrió a través de los ojos de su madre como se había desenvuelto en ese mundo, los amigos que había hecho, la investigación sobre pociones que había liderado, y sobre todo, había hablado de él. Daichi Tanaka.

Y por ese hombre, Harry iba a viajar hasta Tokio, para conseguir algo, aunque fuera un resquicio de su madre en aquel lugar tan diferente al suyo.

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Despedirse de Ashley fue duro, sobre todo cuando la chica rompió a llorar y le prometió escribir todos los meses para no perder el contacto, y Harry, sonriendo a través de las pocas lágrimas que se escapaban de sus ojos, prometió escribir de vuelta, e ir a visitarla algún día a su casa.

La chica iba a estudiar el último año en Beauxbatons, para no tener que estar con su familia, y luego, según sus planes, estudiaría para ser medimaga. Harry, que aún no tenía muy claro que iba a hacer, se prometió tratar de acabar un año en Hogwarts sin peligros y sin meterse en problemas. Ashley trató de creer con él que los problemas le dejarían en paz aunque fuera solo un curso.

El viaje hasta Tokio iba a ser largo, pues tenía que viajar hasta el Ministerio de Magia de vuelta, y luego coger un traslador de viaje largo hasta el Ministerio Japonés. Harry se preparó como pudo para el movimiento, pero los viajes tan largos en traslador tenían la fama de poner enfermos hasta a los más consumados viajeros.

La primera señal de que aquello era una mala idea vino cuando nada más pisar de nuevo Gran Bretaña, una señora robusta y con cara rubicunda le miró desde el escritorio donde él acababa de estrellarse. Ocultando su sonrojo, Harry se levantó y trató de actuar profesional, pero la mirada divertida de la mujer mostraba que no hacía un buen trabajo. El resto del viaje por el ministerio fue rápido y sin más complicaciones, sobre todo porque la gente no le entorpecía el camino con adulaciones o histerismos. Eso llamó la atención del chico, que estaba acostumbrado a que la gente le volviera loco por la calle.

-La gente está muy tranquila.- La mujer, Sarah, le dio una media sonrisa.

-Lord Potter, está usted bajo un hechizo de modificación de apariencia. Nadie sabe que es usted.- Harry decidió en ese momento que la mujer le caía bien.

El departamento de viajes a destinaciones largas estaba vacío, y el señor que lo llevaba, un mago gris con cara de aburrimiento, no pareció muy impresionado por la llegada del chico.

-Señor Potter, le esperábamos. Su traslador está en la puerta 11. Tenga cuidado con la cabeza y la papelera estará a la izquierda cuando llegue a Tokio, por si necesita vomitar.- Y con eso volvió al periódico, que Harry no pudo evitarlo, mostraba una imagen de Hermione y un grupo de Hogwarts que leía "Lady Black y sus nuevos aliados". Parecía que Hermione se había puesto manos a la obra con las reformas. Las breves cartas que había intercambiado con sus amigos (Hermione, Ron y Luna) le habían informado del verano que llevaban cada uno de ellos: Hermione parecía inmersa en la reforma de las leyes, Luna la ayudaba mientras viajaba en busca de seres con nombres que Harry no sabía ni pronunciar, y Ron se pasaba los días con su familia, tratando de hacer que George se levantara de la cama y que su madre y padre siguieran adelante. Harry lo sentía por su amigo, pero sabía que en ese tema, él no podía meterse. Perder a Fred había sido muy duro para él, y solo era un gran amigo, no quería imaginar cómo había sido perderle como hermano, mucho menos como la mitad de tu ser.

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El viaje había sido horroroso, y Harry había deseado no tener que volver a hacerlo jamás. Había vomitado nada más llegar a su destino (agradeciendo la información sobre la papelera mientras lo hacía) y un trabajador de allí le llevó un poco de colirio un vaso de agua. El chico le miraba con aparente fascinación, así que supo que se le conocía incluso a través de los mares.

-Señor Potter, le esperan en la oficina de la ministra. Déjeme llevarle hasta allí.- Harry miró al chico extrañado. No tenía planes con la ministra japonesa.

-No he concertado cita con ella.- Él asintió.

-Cuando se enteró de su llegada lo hizo ella. Cualquier hijo de Lily Evans es bien recibido en nuestro país.- Eso Harry no se lo esperaba.

-¿Lily Evans? ¿Conocéis a mi madre?- El chico le sonrió un poco, pero no contestó, simplemente continuó andando hacia el centro del ministerio.

Al contrario que en Inglaterra, el Ministerio de Magia japonés tenía un bello jardín en el centro, donde los empleados parecían andar hacia los puntos de aparición. Todo era muy verde y lleno de vegetación, pero lo que el empleado le mostró fue algo distinto. Le llevó hasta una de las pequeñas cascadas de agua, donde la estatua de una mujer se alzaba del agua. Harry no tardó en reconocer a su madre cincelada en piedra. Llevaba en sus manos un pequeño vial y a un bebé en el otro.

-Lily Evans fue la responsable de la cura de una de nuestras peores enfermedades. Fue un ejemplo para muchos aquí, y su uso de runas también provocó muchos avances en el campo de la defensa en nuestro mundo mágico. Su último sacrificio fue el que demostró el poder de su investigación.-

-¿A qué te refieres?- como respuesta, el hombre señaló su frente, donde la cicatriz descansaba.

-Esa cicatriz. En tu país muchos piensan que el sacrificio de tu madre y su amor por ti fue lo que te salvó. En realidad ella puso una runa protectora en su piel para protegerte en caso de que ella muriese. Cuando ella murió, la runa pasó a tu cuerpo como protección. Por eso Voldemort no pudo matarte.- Y sin decir nada más, el hombre le llevó hasta la oficina de la ministra, dejando que Harry reflexionara sobre lo que acababa de descubrir.

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La ministra, era una mujer alta y delgada, con un semblante serio, pero nada mas verle, sonrió con una mueca tan adorable, que Harry, sin conocerla, entendió por qué había sido nombrada ministra.

-Harry Potter, es un placer conocerte por fin. Te pareces tanto a tu madre que nadie puede negar que seas su hijo- Harry miró a la mujer extrañada.

-Normalmente la gente dice que me parezco a mi padre, salvo en los ojos claro.- La mujer negó con una sonrisa.

-¡Que tontería! ¡Tienes la apariencia de tu padre si, pero como te mueves y miras, eso es tu madre! Si hasta arrugas la nariz igual que ella cuando se extrañaba de las cosas.-

Eso hizo sonrojar a Harry. Era la primera que alguien le decía que se parecía a su madre, y eso de alguna manera, le hizo sentir aún más conectado a ella.

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La ministra se terminó presentando como Hatsu Ito, pero dijo que la llamara Hatsu. Había sido amiga de su madre durante esos nueve meses casi desde el principio, y habían mantenido correspondencia durante los años siguientes hasta la muerte de Lily.

-Todos nosotros supimos que había muerto cuando las noticias en el mundo británico se expandieron rápido, pero lo que más nos dolió fue cuando nos llegó su última carta. Ella sabía que algo iba a suceder.- Harry, que había estado escuchando desde el principio con ansiedad, dio un trago de su té (delicioso y distinto a la vez de lo que estaba acostumbrado) y miró a la mujer, que trataba de limpiarse las lágrimas sutilmente.

-¿Ella os escribió una carta final?- La mujer asintió.

-Nos escribió a todos, diciendo adiós. Dijo que prefería pecar de precavida, y al final tuvo razón. Daichi recibió una más, y desde que supo que vendrías ha estado preparándose para entregártela. Era para ti, para tu 18 cumpleaños.- Las lágrimas le pillaron de sorpresa al chico, pero no pudo evitarlo. Su madre le había escrito, sabiendo lo que iba a suceder.

Trató de calmarse durante un rato, mientras la mujer trataba de consolarle con palabras dulces. Era una mujer muy cariñosa por lo que Harry veía. Al final, después de unas lágrimas y unos cuantos abrazos, Hatsu le pasó una foto.

-Daichi tiene el álbum completo, pero todos nosotros tenemos al menos una de sus fotos.-

Eran cinco hombres y mujeres, y la de la izquierda del todo era su madre. Su pelo, de un rojo oscuro casi parecido al vino resplandecía en contraste con su túnica dorada, al igual que la de su compañero de al lado.

-Tu madre era brillante. Ella y Daichi se complementaban muy bien. Su túnica se volvió dorada en la graduación, ella se graduó con honores aquel año, y se la invitó a volver al siguiente, pero tuvo que negarse.-

-¿Por qué?- Hatsu miró a la foto con nostalgia.

-La guerra. Estaba empezando a ponerse muy mal en Gran Bretaña y tu madre sentía que debía volver allí para proteger a tus abuelos y a tu tía. Le pedimos que se quedara aquí, donde estaría segura. Sus amigos de toda la vida del colegio también se lo pidieron. Incluso tu padre vino hasta Japón para pedirla que se quedase. No los escuchó a ninguno.-

Harry miró la foto de nuevo. Su madre sonreía y pasaba de mirar a la cámara a abrazar al chico a su lado.

-Ella fue feliz aquí. ¿Por qué no vinieron aquí cuando me amenazaron?-

En vez de contestarle, Hatsu se acercó a su mesa y sacó una carta, amarillenta por el tiempo.

-Creo que lo entenderás mejor con esto.-

Harry reconoció la letra de su madre enseguida, tan acostumbrado ya a verla en el diario.

"Querida Hatsu,

Sé que las noticias que os llegan son preocupantes, y no te voy a mentir, yo también tengo miedo, pero no puedo salir del país. Voldemort ha bloqueado todas las salidas y aunque el ministerio sigue activo, no sabemos cuantos de ellos están en su bolsillo. De todas formas, James y yo tratamos de convencer a Dumbledore sobre la posibilidad de escondernos en mi casa allí, incluso dijimos de irnos con Alice, Frank y Neville, pero él se negó. Dice que es muy peligroso que estemos tan lejos y que no nos hará un traslador. James no sospecha nada, pero Alice, Frank y yo estamos viendo algo extraño con Dumbledore últimamente. Parece querer esconder algo sobre la profecía, y yo pienso, y quiero equivocarme, que está monitorizándonos porque sabe algo sobre Voldemort que no quiere decirnos. Me encantaría ir para allá, y sigo trabajando en la creación de un traslador, pero me está costando, sobre todo ahora que mi magia vuelve a estar revolucionada.

¡Sorpresa! ¡Estoy embarazada de nuevo! Sé que aún no te he podido presentar a Harry, pero James y yo estamos muy ilusionados con este bebé. Creo que si es niña la llamaremos Hannah, y he estado escribiéndome con Daichi, quiero que sea el padrino esta vez, pero como madrina quiero que seas tú. Sé que si algo me pasara tú cuidarías de mi niña, y no permitirías que Sirius se vuelva loco con Harry. James quería nombrar a Peter, pero me he negado, esta vez me tocaba elegir a mí.

Peter está algo raro también, y James supone el estrés de la guerra, pero yo no soy tan ingenua. Mira a Harry de manera rara, y desde la muerte de Dorcas y de Marlene parece muy alterado. En fin, espero equivocarme con estas preocupaciones, pero ya sabes como soy cuando estoy embarazada. Aún no se lo hemos dicho a nadie por aquí, y vamos a esperar un poco más, pero quería que lo supierais vosotros, por si me sucede algo.

Sé que voy a sonar muy triste cuando diga esto Hatsu, pero has sido una de mis grandes amigas durante los últimos años, y temo por mi vida. Si esta carta te llega y no ha pasado nada puedes tirarme del pelo cuando me veas, pero si no es así, quiero que le digas a Harry que le quiero, y por favor, hagas lo que hagas, no dejes que Dumbledore le lleve con Petunia. Si hace falta secuéstrale y llévaselo a Daichi, él lo sabrá porque le he mandado una carta avisándole también. James dice que exagero, y que Dumbledore nunca haría eso, pero no me fio de él. El otro día trató de hablarme sobre Severus, pero le corté en sano. Ese hombre ya no es el niño que yo conocí, y ahora lucha en un bando distinto al mío, no quiero saber nada de él.

Te envío una foto para que veas como está Harry, ha crecido tanto que ya casi ni me lo creo. Y antes de que digas nada, si, lo que hay en mi muñeca es la runa de la que hablamos en cartas anteriores. Me da igual lo que condicione en mi vida si eso me quita el peso de saber que a Harry no le sucederá nada si Voldemort aparece. Estoy escribiéndole a Alice para que haga lo mismo con Neville, pero la he avisado de que solo servirá si ella muere, no si la sucede cualquier otra cosa, y que si lo hace, su vida estará ligada a la de él. Seguramente no le importe, la conozco demasiado bien y ella haría lo que fuera por el pequeño también.

Para responder a tu pregunta de la última carta, sí, he seguido investigando y he ido guardándolo en mi cuenta personal. Solo me falta escribir el final y se la mandaré a Daichi para que la corrija y envíe a publicar. Si algo me pasa, decirle a Harry que está con el resto de mis diarios en la caja azul del fondo de la cuenta. Creo que podría revolucionar con eso de la tecnología y los teléfonos. ¿Te imaginas poder usarlos en casas mágicas? Se acabaría el esperar cartas eternas. A veces sigue sorprendiéndome lo medieval que es el mundo mágico.

Me estoy quedando sin papel casi, así que voy a ir cortando. ¿Cómo te encuentras tú? ¿Seguís trabajando en el hechizo de ocultamiento con el gobierno? Me encantaría que aquí se pusieran las pilas como ha hecho el vuestro, pero sigo pensando que están metidos en el ajo con Voldemort? Cuéntame mucho, que los días aquí son aburridos sin vosotros. Te lo prometo, cuando todo esto acabe, me voy a despedir de Inglaterra por mucho tiempo. Puede que a Harry unos cuantos años en nuestro colegio le vinieran muy bien. Puede que mejor que Hogwarts si Dumbledore sigue en el cargo para entonces… Tendría que convencer a James, pero tengo mis métodos.

Siempre tuya,

Lils"

-Ella sospechaba de Peter.- Hatsu asintió mientras guardaba la carta.

-Si. Traté de enseñársela a Dumbledore cuando fui a Londres, pero no escuchó.-

-¿Viniste a Londres?-

-Por supuesto, Daichi y yo vinimos a cogerte, pero Dumbledore no nos dejó. Nos aseguró que estabas a salvo y que no estabas con Petunia, que estabas bajo un Fidelius con Neville, así que nos mandó de vuelta a Japón.- Harry negó con la cabeza.

-Estaba con mis tíos.- Hatsu asintió con expresión severa.

-Ahora lo sabemos, pero durante años nos mandó las cartas que te mandábamos de vuelta diciendo que no podías contestar.-

Cada vez que la mujer hablaba Harry se enfurecía más. Dumbledore le había negado una crianza con gente que le había hablado de su madre, que no le habría escondido en una alacena como si fuera algo tóxico.

-Daichi te está esperando Harry. Él sabe más de tu madre, deberías hablar con él.-

Aquellas palabras llamaron de nuevo a Harry a la realidad. Dumbledore vendría luego, ahora debía centrarse en recuperar todo lo que podía de su madre.

-¿Dónde puedo encontrarle?-

-En su casa, ven, te pondré un traslador en funcionamiento.-

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En menos de diez minutos, Harry tenía una pequeña flor en sus manos, esperando a viajar. Hatsu había preparado el traslador para activarse en un minuto, y le miraba con cariño.

-Toma, creo que lo necesitas más que yo.- Y le extendió una foto doblada en dos.

Harry la agarró, y cuando fue a abrirla, un tirón en el estómago le hizo doblarse en dos.

El viaje fue mas placentero que cualquiera de los hechos en Inglaterra, pero cuando soltó el agarre de la flor, esta se marchitó y sus pétalos volaron lejos de su palma. Era mucho más ingenioso que la basura de los que utilizaban en casa. La otra mano, todavía agarraba la foto doblada, y Harry la abrió con curiosidad. Sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo sin poder evitarlo.

En la foto Lily sonreía, con un pequeño Harry agarrada a su lado. Era una foto mágica así que el bebé que era él se movía en brazos de su madre, un segundo sonreía a la cámara, el siguiente miraba a su madre. Lily sonreía también, y luego se giraba a mirar al bebé, antes de darle un beso en la frente con fuerza. Su otra mano agarraba la cabeza de Harry, casi como atesorando esos momentos, como si supiese que no iba a poder hacer eso mucho más tiempo. Sin poder evitarlo Harry acarició el rostro de su madre a través de la foto, mientras la foto volvía a su posición original.

Tragándose las lágrimas de nuevo, Harry miró la casa que se alzaba enfrente. Era muy bonita, tradicionalmente japonesa y tenía en la puerta una entrada en forma circular. Él podía haber crecido ahí. En ese jardín verde con un pequeño estante, rodeado de árboles de cerezo que seguían en flor a pesar de ser agosto. Con las manos aun temblando, Harry llamó a la puerta, tratando de serenarse.

Era momento de conocer a quien podría haberle criado.

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Este es el último capítulo que vuelvo a subir (espero que esta vez se vea bien) de golpe y a partir de ahora, seguiré subiendo todas las semanas, en un principio los viernes, pero si tengo algún problema o algo, trataré de avisar. Espero que disfrutéis la historia a partir de ahora todavía más, y no serán muchos capítulos hasta que volvamos a Hogwarts, así que agarraos a los asientos, porque las cosas se pondrán aún más interesantes ;)

¡Nos leemos!