Ezeiza, Buenos Aires.

Seis días habían pasado desde que Azula había llegado, había tomado algo de ropa y algunas pertenencias personales y se había mandado a mudar al complejo en donde la Selección Japonesa se encontraba. Ella sabía muy bien la historia, su amiga se había conseguido otra buena amiga y pese a que una pizca se celos se le encendían, podría utilizar aquellos momentos de soledad para intentar descifrar qué mierdas era lo que Gerónimo David Belmonte tenía en su cabeza.

-¿No te parece raro que ella se comporte como si fueran amigas de toda la vida?- Cuestionó Gero, en plena cena de pastas caseras con la chica. -Digo... sé que no corre peligro ni nada por el estilo, pero no sé porqué...

-Esa chica le pidió a Azula que se quedase con ella durante su estadía.- Lo interrumpió Sharon. -No me preguntes porqué, ni siquiera Azula lo sabe. Quizás se sienta más segura, cómoda y menos aburrida con ella ahí.

-Azula se está codeando con la alta sociedad futbolera.- Dijo Gero, riendo por lo bajo.

-Ryoma se va a enojar si se entera que dijiste eso.- Rió ella.

-Ryoma es un jugadorazo, pero ellos son campeones del mundo, al menos en el área juvenil.

-Cierto, cierto.- Asintió.

-Sin embargo, me siento feliz por ella. El pasar tiempo con sus futbolistas favoritos es algo envidiable, especialmente si uno de ellos es Tsubasa Ozora. Ya viste lo que ama a Tsubasa Ozora.

-Y también está ese Shingo Aoi.- Le recordó la chica, lanzándole una intrigada mirada. Gero soltó la carcajada.

-El hermano de Yukiko, vaya coincidencia. Pareciera que Dios vió lo molesta que se ponía las veces que le daban esos ataques de fangirl y le dijo: "callate y tomá, mierda".

-Cuando me lo contó no me lo podía creer.- Negó con la cabeza, esbozando una gran sonrisa. -Aunque no se le de nada con él, el pasar tiempo con Aoi y con Tsubasa va a ser tiempo preciado que va a atesorar.

-Espero que no se le de nada. Si llegase a pasar algo y si eso sigue, Aoi va a terminar llevándosela a Italia. Sonará egoísta, pero... ¡no quiero que ella se vaya al otro lado del mundo!

Sharon dejo ir una risita al oírlo.

-¿Y si lo convence de venir a un club argentino?

-Si llegara a ser así, ese pibe tiene menos sentido de la convicción que Zárate, con todo lo que siempre dijo de "la Serie A, la Serie A".- Respondió Gero, terminando su plato de ñoquis. -Y si llegara a ser así, no va a ser bienvenido a mi vida como cuñado. No quiero a personas panqueques en mi vida.

-Uy, el hermano celoso.- Se burló la chica de cabello castaño claro. Él hizo una mueca. -A propósito, ¿pensaste en lo que te dije?

-Me dijiste mil cosas en los últimos cinco minutos.

-Sobre dejarnos de joder con las citas a escondidas y los revolcones casuales.- Dijo, haciéndolo reír. Sharon esperó una respuesta, por lo que al no recibirla continuó. -Te prometo que no me voy a enojar, ni entristecer, ni nada.

-¿Qué querés que te diga, mujer?

-Por qué no podemos estar juntos bien.

-Porque soy homosexual, Sharon.- Dijo el chico, girando sus ojos castaños. La chica hizo un mohín.

-¿Tanto te cuesta decírmelo?- Reprochó enojada, extendiendo su mano para enumerar. -"No me gustás", "estoy enamorado de otra persona", "no tengo tiempo para relaciones", "no quiero a nadie", "no me deja mi mamá"...

-..."no quiero matarte pero si me obligas"...- El chistecito, más que hacerla reír, logró que Sharon haga una mueca de enojo.

-Pareciera que todo esto te parece un chiste.

Gerónimo pensó por unos momentos, suspiró, aproximó su silla a la de ella, tomó su mano y, luego de una gran bocanada de aire y coraje, le susurró algo al oído. Sharon lo miró, con una notoria conmoción.

-¿De... ¿De verdad?

Asintió, inexpresivo.

-Bueno...- Sin saber porqué, se sonrojó. -Eso explica muchas cosas.

-¿Qué querés decir con eso?- Bufó el chico.

Sharon no respondió a su cuestión, más solo se le acercó y se acurrucó a él, acariciándole el cuello. Sabía que en esos momentos era lo que el muchacho necesitaba y nada más.


Predio de Ezeiza.

La estadía había resultado mejor de lo que esperaba... Había podido compartir más tiempo con su hermana mayor, también con los muchachos de la Selección y había hecho una amiga, cosa notable pues la única mujer ajena a su familia con la que había entablado una especie de amistad había sido Amelia Bruno, una chica italiana que había conocido semanas después de llegar a Alba. Sin embargo pese a la similitud en sus nombres, el carácter de la italiana era muy distinto al de su nueva amiga argentina.

Aquella amiga había sido la guía de los Aoi en el país, invitándolos a pasar una experiencia agradable que asegurara su regreso alguna vez, cosa que el muchacho le había asegurado tan solo en el primer día.

La mayoría de las cosas que le habían gustado del país habían sido puras cosas simples: un paseo por algún parque, un almuerzo, una merienda, una tarde de cartas. Realmente Argentina, con todo lo que Azula les había podido enseñar, le parecía un país hermoso. No se imaginaba siquiera qué tanto más podía gustarle el país si conociera todos aquellos lugares de los que ella hablaba de una forma tan maravillada, como por ejemplo esos lugares de la provincia de Mendoza, especialmente Tupungato, en donde ella tenía a sus abuelos.

-Aoi... ¿contamos contigo aquí?- Preguntó Matsuyama, pasándole la mano por delante del rostro. El entrenamiento había acabado hace poco y había una gran aglomeración de japoneses en ese vestuario. Aoi lo miró al fin. -Te estuve hablando por como media hora como un pelmazo y ni me estabas escuchando.

-¿Qué cosa?

-Iremos a cenar todos juntos hoy. ¿Vendrás con nosotros?

-N-No, creo que no.- Negó, rascando su nuca, notoriamente nervioso. -Tengo planes.

-No has pasado ni un solo día con nosotros más que en los entrenamientos.- Bufó Ishizaki. -¿No pueden salir solas esas chicas y dejarte con los hombres?

-No es que no me dejan, es que quiero estar junto a ellas.- Respondió decidido. -Hace mucho que no veo a mi hermana, quiero aprovechar el máximo posible con ella pues mañana ya es el partido.

-Y, ¿cuál es la otra excusa?- Insistió Ryo, cruzándose de brazos.

-¿La... otra?

-Dijiste "quiero estar junto a ellas". ¿Por qué quieres estar con la otra chica exactamente?

Aoi enrojeció, pensando un poco antes de responder.

-Porque...

-¿Porque...?

-Ya ha pasado una semana, Shingo, y en dos días nos vamos.- Dijo Soda, negando con la cabeza. -¿No piensas hacer algo más que solo mirarla con cara de idiota?

-No, no es eso.- Musitó, sintiendo su cara arder ante la mirada curiosa de sus compañeros.

-Ya, déjenlo en paz.- Tsubasa se inmiscuyó en la charla para salvar a su amigo. -¿Cómo pretenden que él se sincere ante ustedes si lo avergüenzan y lo atosigan a preguntas?

-Solo queremos ayudarlo.- Makoto se encogió de hombros, mientras que Ryo y Hikaru asentían con la cabeza.

-No necesito ayuda, solo quiero que dejen de incomodarme.- Dijo el mediocampista, tomando su bolso y huyendo del lugar a paso acelerado.

-Llorón.- Murmuró Matsuyama.

-Es curioso que te hagas el gurú del amor solo por ahora tener novia, Matsuyama...- Habló Kojiro en tono burlón. -...ya que un pájaro me contó que hiciste esperar a Yoshiko durante toda la primaria y secundaria, y si no fuera por ella seguirían así.

-Perdona, ¿qué dijiste, Gojira Hyuga?

Ante su retruque y el estallido de risas que había provocado, Hyuga frunció graciosamente el seño.


Al salir de ese mar de burlas y acusaciones, Shingo Aoi se sentó en uno de los sectores alejados de todo movimiento humano, justo detrás de la gran construcción, en donde solo se podía ver puro verde: árboles, césped y una calle a lo lejos. El lugar era perfecto para sentarse y replantearse algunas cosas, y eso era justo lo que haría y para lo que había llegado allí.

El tiempo en Argentina se agotaba y como nunca, le resultaba angustiante y confuso. No quería irse, pero ansiaba volver a Alba. No quería tener que lidiar con ella de nuevo, como todos estos días, como seguramente hoy, mañana y pasado, pero la sola idea de no verla lo amargaba. No quería sentirse atraído por ella, pero no podía evitarlo, especialmente cuando ella le sonreía. No quería siquiera pensar en sentir algo por alguien que acababa de conocer, alguien de otro país, de otro continente, de otro mundo quizás... pero la situación estaba dada. Negara rotundamente que fuera amor, pero... ¿qué era eso que lo obligaba a ir a su encuentro cada día?

-Te vi un poco conmocionado cuando te fuiste.- Le dijo una voz, logrando sorprenderlo. Al voltear, Aoi vió a su amigo y compañero Sawada, quien se sentó a su lado. -¿Necesitas hablar sobre algo?

-No, no... eh... sí.

-Lo supuse.- Sonrió.

-¿Es malo el tener la necesidad de pasar tiempo constante con alguien?- Le preguntó, mirándolo.

-¿Te refieres a esa chica argentina?

Asintió, viéndolo con esa expresión de un niño que buscaba respuestas. Sin embargo, delante suyo se encontraba otro chico como él, quizás con un poco más de experiencia amorosa, pero igual de despistado.

-Yo... Yo la conocí el sábado pasado y ella siempre me ha parecido muy divertida, agradable, graciosa, y me gusta mucho pasar tiempo con ella... y con Yuki, por supuesto.

-Claro, es tu hermana.

-No es mi hermana, ¡te digo que la acabo de conocer! ¿No me estás prestando atención?- Hizo un mohín.

-Me refería a Yuki.- Takeshi sonrió nervioso.

-Ah, sí, ella sí es mi hermana.- Carraspeó, avergonzado por su despiste. -Bueno, el punto es que... ¡yo quiero pasar tiempo con los muchachos! Pero luego la recuerdo y...- Imitó el movimiento de una soga tironeándose. -...me tira más ese lado, ¿comprendes?

-No tienes porqué sentirte mal, el que te agrade la compañía femenina no te hace raro ni un pervertido.- Le dijo el chico de Saitama.

-Oh, puede que mi malestar sea eso, ¿no?

-Quizás.- Sawada se encogió de hombros. -Como te dije, quizás pienses que el que prefieras estar con chicas te hace raro, y no es así. Haz lo que quieras. Es mejor pasar tiempo con ellas ahora y no lamentarte después, cuando los tres estén en países diferentes.

-¡Cierto!- Shingo se puso de pie, con su ánimo de vuelta hacia arriba. Entonces le estrechó la mano al chico para ayudarlo a levantarse. -¡Muchas gracias, Takeshi!

-De nada.- Le sonrió, regresando de nuevo con los demás.