¡Rayos! Hoy se me fue el tiempo y no pude traerlo temprano, es más, casi al final del día (o por lo menos del mío)
Este me quedó algo raro y largo. Iba a hacer algo lleno de humor, luego de lemon y al final me quedó... sentimental, pero bueno, ¡es lo que hay! Espero hacerlo mejor la siguiente vez (o por lo menos con más tiempo), además para algo que empecé hace una hora, lo importante es que sigo ejercitándome en mi inspiración.
Asi que gracias siempre a: ArtemisaCor, Lady-Be-Good, LucyRgzm, AoiDandelion y a candy01234 y gracias Aoi por notar mi error anterior.
Sé que la sugerencia fue "un profesor de artes", y palabra que en eso iba enfocado este microrrelato pero tras ver esta imagen tan hermosa de youkaiyume no sé porqué salió esto. Así que disculpen.
Este 5° relato sigue siendo un sesshome y espero que aunque sea poquito, lo disfruten.
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Disclaimers
Disclaimer: Todos los personajes le pertenecen a Rumiko Takahashi, pero la historia y la locura muy mía.
Solo publico en Fanfiction, Wattpad y en mi página de romancerotico . worpdress . com, si ven en otro lado la historia ¡denúncienlas! Y no subo nada en Facebook.
Estas historias no tienen relación entre sí y pueden ser de diferentes fandoms.
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El barro que limpia tu corazón
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Basado en la sugerencia de "Profesor de artes"
¡¿Y cómo es que el gran Sesshoumaru Taisho, un Idol, un actor reconocido a nivel internacional, con 2 nominaciones al Óscar y una estatuilla, con varios premios como mejor actor de los últimos dos años, multimillonario y asediado por mujeres, ha terminado en una simple tienda lleno de barro haciendo una maldita taza?!
Esa es la pregunta que repito en mi cabeza una y otra vez, es una suerte que en la región de Hokkaido no hay paparazis que puedan arruinar mi reputación, si estuviera en América, específicamente en Los Ángeles ya sería la noticia de los de TMZ, incluso puedo ver en mi cabeza los titulares "¿Se le acabo la racha de buena suerte al peli plata japonés y decidió regresar a su natal tierra?"
Cuando la pelirroja de dos coletas y ojos verdes se me acercó al momento en que yo echaba una ojeada a una vitrina con varios artículos de cerámica, pensé que lo hacía solo para pedirme un autógrafo, pero fue una sorpresa cuando tiró de mi brazo llevándome hasta un salón en donde hay varias mujeres y algunos hombres estaban sentados en unas mesas pequeñas con unos discos arriba y una rueda abajo.
—Se considera que la cerámica japonesa surgió en el siglo XIII cuando un artesano llamado Kato Shirozaemon importó las técnicas de China —explicaba la pelinegra de coleta alta que llevaba puesto un delantal café para cubrir su camisa negra y su vaquero desgastado azul.
Tomó un poco de arcilla y lo colocó en su disco que empezó a girar dándole vuelta a la rueda que estaba debajo de la mesa. Explicaba que eso se llama "torno de alfarería" y que habían de diferentes tipos, digitales, de pedales, de ruedas como los que teníamos y otros más. Metió sus manos en un cuenco que estaba frente a ella lleno de agua y empezó a moldear el bloque de arcilla.
Explicaba que en la actualidad eran pocos los que utilizaban ese tipo de torno, la mayoría lo hacía de forma digital, a los pocos minutos y casi concluyendo su cátedra había moldeado un perfecto jarrón pequeño gordo de la base, largo del cuello y con un toque personal en el cuello un poco más grueso de lo que antes he visto pero con mucho estilo.
—Las cerámicas japonesas se describen a menudo como refinadas y sutiles. Son características sus formas irregulares, que demuestran el sentido del naturalismo en la creación del hombre —continuó explicando al momento en que se levantó de su asiento y nos fue rodeando a las 8 personas que estábamos en el salón.
La pelirroja de dos coletas (ayudada de 7 personas) nos colocaron unos cuencos con agua frente a nosotros.
—No vamos a pretender que en este taller de una hora ustedes puedan hacer un florero, una taza o incluso alguna escultura, pero sí vamos a manejar el arte de moldear y tornear el barro, además de aprender a coordinar los movimientos de nuestras manos y pies.
Nuevamente la ojiverde con las otras mujeres se ponen a un lado de nosotros y nos entregan un trozo de barro, la pelinegra nos explica que nuestras manos deben de estar suficientemente húmedas, por lo que nos obliga a mojárnosla cada 30 segundos.
La coordinación de estar moviendo la rueda debajo de la mesa sin verla y moldear el barro con las manos es sumamente difícil, creo que en alguna vez lo he visto como algo fascinante, y ahora definitivamente lo veré con otros ojos.
—Mierda... —susurro por lo bajo cuando veo que el pedazo de barro se me va de lado llenando toda la mesa y el delantal que tengo. Unos mechones de mi cabello se vienen al frente, creo que es la primera vez en toda mi vida que podría demostrar una faceta poco prometedora y sofisticada.
Una vez más la imagen de una portada de TMZ se me viene a la cabeza "El perfecto peli plata japonés no es perfecto. Algo se escurre entre sus manos, por lo menos no es su carrera". Eso me frustra.
—Tienes que tener paciencia —me susurra la pelinegra acercándose por mi espalda y abarcándome con sus brazos para llegar hasta un nuevo trozo de barro que coloca en el disco—. Mueve tus pies y haz que la rueda superior gire con más fuerza y movimiento.
Hago lo que me dice, ella toma mis manos y me indica como moldear el pedazo de barro, se va haciendo gordo pero con su ayuda lo va torneando más delicado y creo que le cojo el truco. A los pocos minutos hago mi propio florero ¡Aquí tienes TMZ! ¡Sesshoumaru Taisho es perfecto en todo lo que hace!
—Démosle un fuerte aplauso a la gran alfarerista de Japón ¡La sensei Kagome Higurashi! —dice la pelirroja y luego todos aplauden. Obviamente lo hago también.
—Siempre supe que tenías talento para todo —me dice la pelinegra acercándose a mí—, aunque para serte sincera nunca esperé encontrarte aquí.
—¿Nos conocemos? —su forma tan familiar de tratarme me llama la atención. Ella sonríe y por un momento mi cuerpo se estremece.
—Es probable —me sonríe de manera coqueta pero natural ¿Cómo puedo asegurar que sería natural cuando no lo conozco?—. Ven —me dice tomándome la mano mientras salimos del local.
Todavía estamos llenos de barro, pero a ella no parece importarle. La pelirroja nos sonríe y se despide de nosotros ¿A dónde diablos voy?
—De niño nunca te gustó llenarte de barro, era divertido cubrirte de él mientras jugábamos.
¿De "niños"?
Al contrario de lo que pude haber pensado sus manos son suaves y pequeñas, es increíble cómo puede hacer grandes artículos con ellas.
Salimos a un jardín que está rodeado de una cerca blanca, hay una pequeña puerta la cual abre y llegamos al otro jardín de la casa vecina.
—Oye, estoy seguro de que esto en cualquier parte del mundo significa transgredir una propiedad ajena y es un delito.
No puedo aparecer en los titulares con alguna leyenda de "El gran Idol Sesshoumaru se mete a una casa a robar", sería lo más ilógico del mundo.
—¿Qué? ¿Ya no te gustan las emociones Sesshoumaru?
¿Por qué me habla con tanta familiaridad? Pero eso no es lo importante, así que niego, no tengo que dejar que sus encantos me desconcentren. Saca una pequeña llave de la bolsa de su delantal y me la enseña sonriendo, claro, eso me da a demostrar que si tiene una llave es porque puede estar en la propiedad.
Me hace un movimiento de cabeza pidiendo que la siga y yo lo hago.
La casa tiene un pequeño porche de madera barnizado, es muy bonito y no sé porqué me recuerda a una casa de alguna señora que vive sola. Justo cuando pone la llave en la puerta se da la media vuelta apoyándose en ella.
—Has cambiado muchísimo.
—Perdona, desde hace tiempo atrás me vengo preguntando lo mismo, ¿nos conocemos?
—Sabía que tenías memoria selectiva, pero no creí que me hubieses olvidado por completo —acepta triste bajando la cabeza y antes de poderle decir algo la levanta y se empieza a reír—. Es broma, serías todo un genio si realmente pudieras recordarme.
Frunzo el entrecejo, esto me empieza a cansar, así que ante mi gesto de desesperación al soltar el aire ella también lo hace, pero sin dejar de sonreír.
—¿Te acuerdas que cuando tenías como 8 años vivías cerca de la playa? Tenías una preciosa casa blanca con detalles en celeste, era preciosa.
—¿Quién eres? —me empiezo a asustar.
Durante mi carrera he visto muchas mujeres locas y obsesivas que han investigado hasta el último detalle de mi vida, pero ese en particular es demasiado íntimo, solo vivimos una temporada allí para que mi madre mejorara su salud, aunque es no impidió que al final muriera de un enfisema pulmonar cuando cumplí los 17, 9 años después de ese recuerdo que ella me está indicando.
—No te gustaba mucho la playa, decías que hacía mucho calor y que eso te desesperaba, que la arena se pegaba a tu cuerpo y siempre costaba mucho sacarla, sin embargo, cada vez que yo estaba en la orilla siempre llegabas y nunca te enojabas porque te cubriera con arena, luego siempre nos metíamos a la playa y jugábamos hasta cansarnos.
Empiezo a recordar esos pequeños fragmentos que ella rememora con tanta familiaridad.
—Luego, un día sí y un día no, llegabas a mi casa, mi madre también era alfarera y mi padre neumólogo, no te gustaba el barro, decías que eso era peor que la misma arena de la playa porque...
—Porque se endurecía demasiado y eso me hacía dolores las manos, te daba mucho calor y eso me desesperaba más, ¿quién rayos hacía eso en la playa?
Ella se empieza a reír.
—Mi padre era el médico que trataba a tu madre y durante 6 semanas nos pidió que nos trasladáramos a esa casa contigua a la tuya porque quería seguir con el tratamiento de ella y ver su mejoría.
—¿Eras...?
—Sí —acepta sonriendo—. Era esa mocosa de cabello corto y rebelde a la que te gustaba molestar mucho.
—Eras esa niña de quien me enamoré y le di un beso —a pesar de que esboza una perfecta sonrisa inflando sus cachetes que se tornan rosados, ese gesto es tan hermoso que al mismo tiempo en que un rayo de sol le pega en su rostro la hace parecer perfecta.
—Fue una buena temporada —acepta suspirando y luego cambia un poco su sonrisa por una melancólica—. Lloré cuando mi papá nos obligó a marcharnos y durante mucho tiempo les perdí la pista.
Tras aquello y durante un año mi madre presentó una pequeña mejoría, pero las cosas entre mis padres no iban bien, así que ella se mudó con unos familiares en una región alejada de la ciudad y más campestre, al final se terminaron divorciando y después de tantos años de pelear esa batalla ella murió en aquella ciudad. Yo llegué a presentarle mis respetos hasta casi 15 días después ya que para esa época ya tenía una carrera como modelo y me encontraba en una gira por Canadá.
—Ella... —asegura refiriéndose a mi madre— te amaba muchísimo. Mi padre estuvo a su lado casi siempre intentando curarla para que pudiera disfrutarte, pero lamentablemente su cuerpo era demasiado débil.
Eso me hace un nudo en la garganta. Tras su mudanza solo la vi una vez en la ciudad, se hospedó en un hotel y pasé un fin de semana con ella y luego desapareció.
—Cada vez que dejaba el pueblo y llegaba a la ciudad, el aire pesado que se respiraba la hacía casi perder el conocimiento, muchas veces llegó intentando verte y al final lo único que conseguía era terminar en el hospital. Mi padre le insistía que le dijeran al tuyo para que te llevara allí, pero ella se rehusaba a que estuvieras en un lugar tan lúgubre como el hospital, decía que prefería que la olvidaras a que tuvieras tus recuerdos llenos de memorias de pasar allí.
No sé qué gesto hago, porque ella me toma de la mano como si estuviese consolándome, la odié mucho tiempo porque nunca luchó por mí, porque no quería verme y hoy con esta revelación me entero de que...
—Creo que solo pudo llegar a verte dos o tres veces y eso también debilitó muchísimo su estado —asegura con tristeza y me suelta la mano para llevársela a sus ojos quitando un par de lágrimas que se asoman por sus hermosos ojos—. Cuando cumplí los 15, mi padre dijo que nos mudaríamos a ese mismo pueblo en donde estaba ella, para aquella época vivía sola y era muy difícil por su condición. Nos acogió en su pequeña a casa a los dos, yo me encargaba de los quehaceres del hogar, para esa época mi madre tenía 6 meses de haber fallecido tras un infarto lo que provocó una plácida muerte mientras dormía, papá me dijo que un cambio nos haría bien a los dos.
—¿Tenía alguna enfermedad? —niega mordiéndose los labios.
—Son de esas cosas que realmente nunca logras entender.
Suelta el aire y cierra sus ojos para volver a ejecutar la acción y sonríe nuevamente.
—Siempre me gustó la alfarería mucho más que la medicina, así que desde que tuve los 10 mi madre me empezó a enseñar todo lo que sabía, así que para cuando llegamos con Irasue ya tenía muchas técnicas y con los lugareños y alguno que otro visitante vendía también mis artículos, aunque nunca nos hacía falta nada porque papá cubría todos los gastos.
Abre la puerta y empiezo a sentir un olor a vainilla.
—Durante esos dos años aprendí mucho de tu madre, era una persona muy alegre a pesar de que no podía vivir sin su tanque de oxígeno incluso de 8 meses atrás antes de instalarnos con ella. Le intenté enseñar alguno que otro truco, pero decía que sus manos no estaban hechas para eso, aunque sí le gustaba mucho tejer.
Ella da un paso entrando a la pequeña casa.
—Vivo con mi amiga Ayame en la casa contigua, este era un cobertizo, pero lo convertí en mi lugar de recuerdos.
Al entrar veo algunas fotos de ella junto a mi madre casi envejecida, aunque no tenía mucha edad si no mal recuerdo no excedía los 47. En todas, está en silla de ruedas y a pesar de que intenta ocultar el tanque de oxígeno, como lo ha comentado anteriormente, se puede ver la sonda nasal que le proporcionaba dicho oxígeno, en otras la pelinegra está poniendo objetos justo en esa parte para que no se note y sonriendo muy feliz.
—Esos dos años además de aprender mucho de ella, me hablaba mucho de ti.
Me doy la media vuelta y hay fotos mías de menos de 9 años, edad de cuando viví con ella. Me deja admirando el lugar y observo jarrones en donde hay marcas de dedos, de mano completas, la figura de su rostro pintado, hay tantos detalles que hacen que mi corazón se acongoje.
A los pocos segundos regresa con una maleta de rodos y se sienta en el suelo abriéndola de par en par. Hay manteles, sobre fundas de almohadas, guantes y bufandas tejidas de lana y no sé qué cosas más de tela.
—Todo esto te lo bordó ella durante ese tiempo que ya no te pudo ver. Eras todo para ella Sesshoumaru, pero sabía que no podía darte nada, decía que tú tenías una luna que guiaba tu camino con su luz en aquella oscuridad y si ella aparecía en tu camino podría truncar cada uno de tus sueños. Prefirió vivir alejada de ti sabiendo que lo podías tener todo a atarte a una vida junto a ella.
Un nudo se me hace en la garganta y los ojos me empiezan a arder, aunque soy casi incapaz de derramar una lágrima conscientemente, solo lo hago cuando algún guion lo requiere, así que suspiro y ese deseo simplemente desaparece.
—Le rogué mucho tiempo que te escribiera cartas para explicarte la situación, pero nunca lo aceptó. Una vez me di el trabajo de seguirte y sabía a donde encontrarte, así que tomé el tren y decidí buscarte en el colegio a donde estabas, me perdí y me tomó casi todo el día llegar, pero ese día por alguna razón te habías quedado hasta muy tarde y cuando te vi salir sentí que alguien me tomó del brazo, era mi padre, estaba furioso y preocupado, le pedí que me soltara que solo tenía que decirte un par de cosas porque no soportaba saber que probablemente odiaras a una mujer tan buena como tu madre, mi padre calló escuchando todo lo que yo soltaba entre hipeos y rabia, al final me abrazó y me dijo: "para un padre lo máximo que pueda haber es proteger a sus hijos, hacer todo lo que esté en nuestras manos para que sea feliz, aunque nuestra felicidad se esfume en esos intentos, Irasue escogió ese camino y lo único que podemos hacer es acompañarla para que esa travesía sea menos dura, no tienes ningún derecho de quebrantar esa petición que con lágrimas ella te hizo".
Se lleva ambas manos al rostro cuando sus lágrimas salen y de inmediato se las quita.
—A ella solo le quedaba 1 mes de vida, claro, en ese momento no lo supe aunque supongo que papá si se lo imaginaba, pero a partir de aquel momento me olvidé de ti y me enfoqué a ella y aquellos últimos días los vivió más tranquila, alegrándose cuando yo le contaba lo exitoso que estabas siendo en tu carrera como modelo, fue cuando hice este jarrón.
Me enseña uno que está en un estante y hay una mano en color morado dibujado en ella y al lado una luna.
—Esperaba que esa luz siempre guiara tu camino y que la luna siempre estuviera de tu lado.
No es que haya dicho mucho, pero eso último me deja sin palabras. Veo alrededor y no sé porqué puedo sentir cómo si ella estuviese en cada una de las vasijas, de los cuadros, de la ropa que tejió para mí.
La chica me toma de la mano y me guía hasta fuera en donde hay una banca blanca en donde nos sentamos.
—Creí —digo con dificultad—... que nunca le importé.
—A veces demuestras mucho a lo lejos, pidiendo por los demás, entregándote en las sombras y deseando lo mejor.
—¿Todavía —empiezo a preguntar con dificultad—... está en pie esa casa? —ella sonríe negando.
—No. La vendí poco tiempo después que mi padre murió, casi 5 años después de Irasue. 8 años han pasado desde ese último día en que me despedí de todo. Tengo guardadas fotografías que te las podría mostrar en otra ocasión, además, también tengo el dinero que se ha acumulado desde ese momento en que vendí esa propiedad, eso te pertenece.
Me levanto ofendido, ella fue quien pasó con mi madre, ese dinero tendría que ser para ella no para mí, así que ante mi acción ella hace lo mismo.
—Mi padre me dejó una buena parte de lo que había ahorrado y nunca me ha hecho falta nada. Si no deseas ese dinero que tu madre te dejó, puedes donarlo —encoge sus hombros—, tal vez a alguna fundación de cáncer, algún retiro de ancianos o a lo que quieras, después de todo es tuyo.
Me toma de la mano y me agacho ante su cercanía, me da un beso en la mejilla derecha y luego me vuelve a sonreír.
—Cuando quieras, puedes venir Sesshoumaru ya sea para pactar el traslado de tu herencia o para que simplemente hablemos de ella.
Veo cómo se retira de la pequeña casa caminando entre un sendero lleno de flores y no puedo evitarla seguir para tomarla de la mano.
—¿Me llevarías... a su tumba?
—Cuando lo quieras.
—¿Podría también... quedarme con el jarrón...?
—¿Con el de la luna y la mano? —asiento y ella sonríe entre lanzado sus manos con las mías—. Todo lo que está en esa casita es tuyo, lo he guardado porque sabía que en algún momento vendrías, no a reclamarlo, pero si tenía la esperanza que a través de mis recuerdos puedas conocer quien fue realmente tu madre.
Llevo una de mis manos, soltando la de ella, hasta su rostro para acariciarlo.
—Me encantaría escucharte.
Tal vez es momento que me tome un tiempo de retiro, el sanar el corazón es mucho más difícil que sanar otra parte de tu cuerpo, pero hay algo que me dice, que si estoy cerca de esta pelinegra lo logrará hacer, después de todo, no solo sus propios sentimientos están impregnados en sus palabras si no los de mi madre también.
Quizás después de tanto tiempo pueda encontrar un poco de paz que tanto he estado buscando, quizás en esta ocasión pueda llegar a sentir algo más que un sentimiento superficial, quizás, solo quizás con el tiempo, pueda tener algo de normalidad y amor en mi vida, como siempre lo he deseado.
