La historia y los personajes pertenecen a Riichiro Inagaki y Boichi, esta historia es solo para entretener sin fines de lucro

Capítulo 5

—Senku-chan ya hemos regresado— Senku por su parte se levantó del suelo, permitiéndole así al médico entrar al cuarto —¿ocurre algo?— cuestionó al percatarse que el científico no entraba al cuarto.

—Yo… yo no lo sé— dijo apenas en un susurro.

—Ven, vayamos afuera, démosle su espacio al médico para que haga su trabajo— alentó a su amigo. Unos instantes después ya se encontraban al pie de la escalera; Senku sintió como su corazón se saltó algunos latidos al ver las gotas de sangre en el piso.

—No sé qué hacer Gen— saco esas palabras con todo el aire de sus pulmones, a la vez que apoyaba las palmas de sus manos en sus rodillas totalmente abatido —soy un completo idiota, me segó tanto mi ambición de querer traer a toda la humanidad de vuelta, que mandé a lo mas profundo de mi ser mis sentimientos por Kohaku...y cuando quise mandar todo al demonio y estar con ella el día de la boda de Taiju y Yuzuriha mi estúpida lógica me hizo apartarla de mi, lastimándola en el proceso— dijo con mucha rabia mientras recordaba la expresió dolida de Kohaku cuando le dijo que todo lo que pasó entre ellos esa noche había sido un error —Y por si no fuera poco, cuando ella regresó a mi, con un poco de esperanza por lo del embarazo, ¿qué hago yo? le digo que la idea de una familia no está en mis planes y terminó por apartarla definitivamente; ¿y sabes que es lo que me terminó por enfurecer?— Gen, que lo escuchaba atentamente, hizo una señal de que continuara —que Chrome y Taiju tenían razón, pude alcanzar mis objetivos a la vez en que tenía a Kohaku a mi lado… pero me di cuenta de eso apenas ayer… pero cuando la opción de estar con ella y mi bebé vislumbraba… pasa esto, yo no quería que esto terminara así Gen— trato de aguantar algunas lágrimas que sentía en sus ojos.

—No seas tan duro contigo mismo Senku, no había manera de saber que esto pasaría— trato de consolar.

—Pero si pudo ser de otra manera, de haber entendido que podía revivir a la humanidad y tener a Kohaku a la vez, nada de esto hubiera pasado, ella no se hubiera ido por tantos meses y yo me habría enterado del bebé antes y habría estado al pendiente de ellos… ella no tenía que haber pasado por todo esto sola— se lamentó.

—El hubiera no existe Senku-chan, mejor plantéate ¿qué harás ahora?—

—Yo quiero hablar con ella, solo esperare a que Chrome se vaya, está furioso conmigo—

—Era de esperarse, ellos han sido amigos de toda la vida, casi familia me atrevería a afirmar, en fin creo que lo que ustedes dos necesitan es hablar, pero sería mejor que le dieras un poco de tiempo— Senku no respondió nada. Pasado un rato decidieron irse, pues el procedimiento de cuidado que tenía que tener Kohaku tardaría un poco y tal vez Chrome se quedaría ahí como apoyo a Ruri y a Kohaku.

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Por otro lado el médico atendía a Kohaku siendo asistido por Ruri, pues Chrome prefirió darles privacidad. Después de que el médico terminó tanto Ruri como Kohaku le pidieron que no le dijera a nadie sobre este suceso, lo cual aquel joven accedió respaldando su palabra en la privacidad de la salud de las personas que como profesional se aseguraba de mantener.

Al llegar el mediodía, el médico se retiró siendo acompañado por Ruri, siendo esa la oportunidad en la que Chrome se armó de valor para ver a su amiga de la infancia.

Tarde se dio cuenta de que realmente no sabía qué decir, ni mucho menos cómo iniciar una conversación, así que se limitó a observarla.

Su amiga estaba recostada de costado, su cara estaba totalmente demacrada y sus ojos tenían unas profundas ojeras negras. Su mirada estaba perdida en la misma canasta que Chrome le había regalada a manera de cuna para su bebé, un objeto que ocuparía algunos meses en el futuro para acunar a su bebe y verlo dormir ahí, pero esa añoración ahora estaba en el pasado.

Justo ahora, su bebé está envuelto en sábanas recostado en la cuna que ahora resultaba ser una tumba provisional. Inevitablemente sus ojos se nublaron con las lágrimas que no intentó detener, pues estas ahora representaban su profundo sentir. Con lentitud extendió su brazo y acarició gentilmente aquel bulto con su mano.

Chrome, aun sin poder decir nada, sintió un par de lágrimas salir de sus ojos. Odiaba profundamente no saber qué decir o hacer para demostrarle que ella contaba con su apoyo.

—Chrome— al escuchar su nombre dirigió su mirada hasta hacer contacto con la de Kohaku— gracias.

—De qué hablas… yo… yo no pude hacer nada— sintiendo su garganta arder y las lágrimas salir una tras otra.

—Claro que hiciste algo, tu y Ruri-nee me ayudaron— le contestó sin correr la mirada —fueron un gran apoyo para mí.

—Pero nada de esto habría pasado si yo no te hubiera alentado a hablar con Senku… fuí un idiota inclusive te aseguré que todo iba a estar bien— ahogó con ello un suspiro.

—Chrome, tu sabes que tarde o temprano yo iba a tener que hablar con él, esto...— sintió las lágrimas salir con mayor intensidad —esto, lo que pasó con mi bebé… fue un mero accidente— soltó ahogadamente.

—No tienes idea de cuánto lo lamento y más aun por que no sé qué decirte… pero quiero que tengas en mente que cuentas con Ruri y conmigo Kohaku—

La rubia abrió un poco sus ojos de sorpresa para después relajarlos —Gracias—

Después de unos segundos Kohaku volvió a hablar —Sabes, el médico dijo que iba a ser niño— mencionó mirando de nuevo en dirección a la cuna —¿recuerdas el nombre que le pondría?—

Chrome sintió su corazón estrecharse de tristeza —Kaoru— musitó apenas en un suspiro.

—Escogí ese nombre porque tiene una "K" al igual que mi nombre y el de Senku— explico un poco, sintiendo de pronto la necesidad de compartir eso con él.

Chrome al escuchar ese nombre no pudo evitar fruncir el ceño, lo cual no pasó desapercibido por la chica.

—Chrome, se que la situación en la que estamos actualmente él y yo no es la mejor y posiblemente las cosas entre nosotros nunca volverán a ser las mismas; pero tú mejor que nadie sabe que Senku ha representado ser un gran líder para la aldea, desde el momento en que puso un pie aquí las cosas mejoraron para bien para todos...— suspiró entrecortadamente— a lo que quiero llegar con esto es que no quisiera que se enemisten ustedes dos y aun peor, odiaría que los demás se enteraran de esto y le dieran la espalda y con ello el crecimiento que tiene la aldea desaparezca.

—Entonces ¿qué quieres que haga?—

—Que lo sigas apoyando como lo has hecho durante todos estos años— concluyó.

—¿Cómo puedes pedirme eso después de esto?— Preguntó apartando su mirada

—Porque odiaría que tu pasión por la ciencia y tus enormes ganas de aprender más, se vean estancadas por esta situación… por favor Chrome, prométemelo— suplico la chica.

Chrome tardó un poco en contestar, pero al final terminó aceptando —esta bien, lo prometo— tal vez eso la reconfortara un poco y dadas las circunstancias eso es lo que ella necesita.

—Gracias— contestó mirando nuevamente hacia la cuna.

Chrome solo asintió mientras miraba la cuna igualmente "¿realmente habrá sido un buen regalo? ¿me precipite?" se cuestionaba el castaño pues tal vez su regalo ahora resultaba ser algo... triste.

—Y nuevamente te agradezco profundamente por el regalo, de nos ser por ti, no tendría dónde recostarlo— hablo la chica sorprendiéndolo a la vez que le regalaba una diminuta sonrisa.

Decidió tomar eso como una respuesta positiva hacia su regalo, tal vez por ahora este permita que su bebé esté ahí junto a ella.

Pasados los minutos regresó Ruri así que Chrome decidió retirarse y dejar a las hermanas solas. Ruri no quiso decir nada para no forzarla, después de todo Kohaku sabía que ella estaba ahí por si necesitaba compartir algo; como no pareció querer decir nada solo se limitó a darle algo de cenar y acompañarla un rato más.

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Las horas pasaron y Senku estaba muy intranquilo en su laboratorio, por su mente solo pasaba la imagen de Kohaku y de su bebé en sus brazos.

Cada tanto se asomaba por la ventana y con unos binoculares veía hacia la dirección en la que se encontraba la casa de las rubias. Hace dos horas vió al médico bajar y, después de un rato, pudo divisar a Chrome bajar. Aunque sentía una ganas tremendas por subir y estar con ella decidió esperar un poco más.

Una vez el sol se ocultó, decidió poner fin a esa tortuosa espera. "Bien esta es mi oportunidad" pensó para así dirigirse con paso seguro a hablar con Kohaku; trató de ser lo más discreto y desapercibido que podía, y sobre todo intentó no toparse con Chrome quien sin duda, lo podía asegurar, quería romperle la cara y tal vez lo merezca pero prefería que eso fuera en otra ocasión.

Con la ayuda de la oscuridad de la noche, se logró colar con gran facilidad al que alguna vez fue el templo de la sacerdotisa. Controlando su respiración logró esquivar a Ruri quien salía del cuarto de Kohaku.

Con una lentitud asfixiante abrió la puerta, con un rápido paso se adentro al cuarto y cerró nuevamente la puerta tras de sí, con la misma lentitud. En todo momento mantuvo la vista baja, pues el solo hecho de pensar en volver a ver a la chica más fuerte que jamás conoció, en un estado tan frágil lo partía y aún más por el hecho de que, en parte, era su culpa.

—¿Qué te trae por aquí Senku?— escucho casi en un susurró la voz de Kohaku, era más que obvio que ella seguiría despierta pues ¿cómo poder conciliar el sueño después de este suceso tan desgarrador?.

Senku, se quedó ahí parado sudando frío en su posición sin saber cómo comenzar; muy lentamente comenzó a levantar la mirada pero el objetivo al que apuntó fue aquella canasta que reposaba en una pequeña cómoda justo al lado de la cama de la rubia.

—Yo...— sintió un pesado nudo en su garganta —yo lo siento mucho… yo no quería que nada de esto pasará—

—Independientemente de si lo querías o no en tu vida… lo que ocurrió hoy fue un accidente— Contestó la chica sin despegar la vista de él.

—Kohaku— musito —perdón por todo lo que te he dicho, sabes yo… — fue interrumpido rápidamente por la chica.

—No te disculpes por seguir tus ideales, yo desde el principio sabía que no querías nada ligado a las relaciones afectuosas y aún así me aferré a algo que no tenía pies ni cabeza—

Senku abrió un poco más los ojos de sorpresa por las palabras mencionadas y sin evitarlo, por fin la miró directamente "ella en verdad cree que yo no siento nada… pero es lógico después de todo lo que dije y la manera en que la traté" suspiró pesadamente.

—Sabes yo...— retomo lo que iba a decirle antes de que fuera interrumpido —siempre me he guiado por la lógica para alcanzar mis objetivos, y consideré todo aquello sentimental como algo que me dificultaría alcanzar mis objetivos— se sincero, siendo observado atentamente por Kohaku quien no se sorprendió por sus palabras pues esto era algo que siempre supo —y pese a que la lógica que me guió todo este tiempo fue la que me permitió alcanzar todo lo que tenemos… ahora no tienes idea de cuánto desearía haber sido un poco más sincero con lo que siento y haber encontrado un punto medio que nos hubiera permitido ser felices— suspiro pesadamente sintiendo sus ojos ofuscarse por las lágrimas que aún no salían.

Kohaku lo observó con una mezcla de sentimientos a la vez que contestaba —Pero tal vez era mejor que nada de esto pasara… tal vez los dos debimos mantenernos como antes, como dices meter sentimientos entorpece todo y por ello ahora estamos aquí lamentándonos cuando tú deberías estar en tu laboratorio y yo prestándote mi fuerza...Senku —lo miro directo a los ojos sintiendo un fuerte nudo en la garganta —Creo que debimos mantenernos al margen y solo tener una relación líder-subordinado… así las cosas hubieran estado mej…

—¡NO!— Interrumpió exaltado el científico —Todo hubiera sido mejor si yo hubiera tomado más en serio mis sentimientos —moduló su voz pues lo que menos quería era que alguien los interrumpiera.

—Bien dicen que el hubiera no existe— contestó la chica sin sentir mucho ante lo que parecía ser una especie de confesión por parte del chico.

—Lo sé— musito caminando a paso seguro hasta donde estaba aquella canasta, parándose frente a ella y observando aquel cuerpo envuelto en sábanas —pero no tienes idea de cuanto desearía regresar el tiempo atrás y poder hacer algo por ustedes— confesó mientras lo tomaba en sus brazos y lo abrazó hacía sí; escena que miro Kohaku, un poco alarmada al principio pero ahora sus ojos solo demostraban pena.

—lo lamento… yo no quería perderte… —susurró por lo bajo pero aún así la chica lo logró escuchar, sin duda alguna eso la hizo derramar algunas lágrimas, pues por mucho que ambos hubieran deseado que las cosas fueran diferentes, lo hecho, hecho estaba y nada remediaría que habían perdido al bebé.

—Me costó mucho darme cuenta de que en verdad los quería en mi vida— mencionó Senku mirándola a ella mientras aun sostenía desesperadamente a su bebé en sus brazos —Kohaku ya lo perdí a él así que por favor, no quiero perderte a ti también— suplicó desesperado, tratando de contener las lágrimas que aún se estaban acumulando en sus ojos.

Kohaku secó con el regazo de su mano el camino de lágrimas que no paraban de salir.

—Lo siento Senku pero… yo no puedo prometerte nada que no pueda asegurarte— como si se tratara de alguna clase de Karma, sin siquiera planearlo, ella dijo las mismas palabras que Senku le recitó cuando la rechazó.

Si bien en un pasado se lamentaba por sus sentimientos no correspondidos y por la ilusión que ella se creo, ahora que el científico se disculpaba y admitía que no quería perderla, ella ahora no sentía que pudiera corresponderle, pues ya se había resignado a que el chico no quería ninguna relación sentimental ni mucho menos una familia así que ella ya había decidido seguir con su vida sin él.

—Kohaku...— la miró dolido pero él mismo sabía que se lo merecía, con mucha delicadeza regresó aquel bultito a la canasta y se arrodillo a un costado de la cama para ponerse frente a ella —entiendo, sé que lo que hice no se solucionará con una disculpa así que— y acto seguido tomó la mano de ella entre las dos suyas —déjame intentarlo por favor, quiero que un día en un futuro puedas perdonar a este idiota que no supo hacer llegar sus sentimientos a tiempo; y cuando llegue el momento por favor déjame confesarme como es debido, por ahora quiero estar contigo en este momento tan doloroso— suplico.

Kohaku tras unos segundos solo asintió —Está bien puedes intentarlo, pero no te garantizo nada… acabo de perder a quien sería lo más importante en mi vida— susurro mientras se recostaba y recuperaba su mano de entre las dos de el científico —si no te molesta quiero descansar—

—Entiendo, iré a preparar algunas cosas al laboratorio para revisarte mejor, mañana por la mañana estaré aquí— Kohaku solo asintió y cerró sus ojos, escuchando a lo lejos el sonido de la puerta al cerrarse.

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En el transcurso de la madrugada la mente de Kohaku no paraba de atacarla, con pensamientos de culpa pues de haber sido más cuidadosa con su salud esto nunca hubiera pasado y su bebé estaría bien; sin duda llegó a la conclusión de que este suceso estaría ahí por el resto de su vida, haciendo de su arrepentimiento y culpa algo permanente.

Llorando en voz baja en pequeños gimoteos se lamentaba totalmente, no había un límite de lágrimas al cual llegar. Con un lento movimiento se incorporó y con apenas la fuerzas necesarias se levantó de la cama, y con mucho esfuerzo se dirigió frente a esa canasta y tomó a su bebé en sus brazos empapando la sabana con sus lágrimas que ahora sentía caer con mayor frecuencia.

Al abrazarlo a su pecho sintió como si sus pulmones se hubieran vaciado de inmediato y sus piernas flaquearon un poco ante la sensación de profunda tristeza al sentir a su pequeño inerte, algo que le pareció inimaginable antes cuando lo sentía moverse.

Acercó ese bultito y lo beso, como si tratara de simular un beso en la frente.

—Perdón… merecías a alguien mejor como madre— y acto seguido lo devolvió a la canasta y la tomó en sus brazos.

Con mucho sigilo salió de su cuarto, al ser de madrugada, sabía que su hermana seguía dormida, pero prefirió ser discreta.

Aun con lo débil que se sentía, camino lo más rápido que pudo para alejarse de la aldea, al no haber amenazas desde algún tiempo ya no era necesario que hubiera vigilancia de ningún tipo así que solo se limito a pasar por las áreas más obscuras. Cuando estaba pasando por la última casa de la aldea se detuvo en seco al escuchar algo.

El sonido del llanto de un bebé detuvo su andar en seco. Apresuradamente acercó su oído a la canasta para cerciorarse de tal sonido, solo para notar que dicho llanto venía de adentro de la casa y no de su canasta.

"Pero en qué pensabas Kohaku, es más que obvio que ese llanto no era de tu bebé" pensó sintiendo sus ojos humedecerse al haber tenido esa ilusión.

—¿Qué pasa?— escucho la voz de Tsukasa.

—Parece que tiene hambre— Respondió Minami —No te preocupes Tsukasa vuelve a la cama, yo me encargo, tú tienes que levantarte muy temprano—

—No te preocupes, los acompaño— Escucho Kohaku la conversación sintiendo un poco de felicidad por ellos pero a la vez un poco de tristeza.

"Hubiera sido lindo tener una familia así… pero... " pensó bajando la mirada hasta ver el bulto en su canasta "parece que yo no aspiro a tener algo así de lindo"

Ella siempre tuvo una buena condición física, pero ahora se encontraba retomando su camino a paso lento pues las piernas le temblaban por la tristeza y por el malestar físico, ligado a ello sentía que se encontraba muy agitada, tanto que respirar por la nariz ya no era suficiente y ahora se ayudaba con su boca, respirando casi ahogadamente. Además su vista la sentía muy cansada y los párpados se le cerraban por lo hinchados que estaban después de llorar y por prácticamente no haber dormido nada.

Tardó casi cuatro horas en llegar pero lo logró cuando el sol estaba a punto de salir. Aquel lugar al que llegó, fue el inicio de todo un cambio en su vida, frente a ella estaba aquel árbol caído del cual Senku la ayudó a salir.

Se sentó en aquel tronco unos minutos con la canasta recargada en sus piernas, mientras miraba hacia la nada. De apoco se fue dejando caer al suelo depositando la canasta a su lado izquierdo para posteriormente comenzar a remover la tierra de su lado derecho, el cual resultaba ser el lugar exacto donde ella quedó atrapada bajo ese árbol.

Puño tras puño de tierra fue escarbando, apartando la tierra lentamente pero sin ánimos de detenerse pese a lo cansada que estaba.

Tras terminar su excavación, limpió de su frente el sudor que caía como cuenta gotas. Frente a ella había una zanja de aproximadamente 60 centímetros de largo por 40 de ancho y 30 centímetros de profundidad.

—Bien… ya es hora— se dijo a sí misma dándose ánimos para continuar la difícil acción que estaba por hacer. Lentamente tomó aquel bultito y lo destapó para verlo una última vez más. —Kaoru yo… yo en verdad lo siento, nunca quise que esto pasara... pese a la compleja situación en la que estamos yo y tu padre, yo ya había planeado irme contigo a la isla del tesoro para poder comenzar una vida juntos, se que Senku habría hecho algo para estar presente de alguna manera en tu vida pues él no es una persona que te hubiera rechazado y eso lo puedo asegurar después de lo que dijo hace un rato...— suspiró un poco, sintiendo las lágrimas nuevamente salir—como sea, eso no cambia el hecho de que tu no estarás y eso me duele mucho—

Con mucha delicadeza extendió una sábana limpia a un costado del hoyo y lo colocó sobre esta —Si es que existe la otra vida, por favor permíteme reunirme contigo, prometo ser una mejor madre...— dijo en un hilo de voz como si se le hubiera acabado todo el aire de sus pulmones.

Acto seguido comenzó a envolverlo, una vez terminó lo abrazó para sí y lo besó una última vez antes de depositarlo en esa zanja; muy lentamente tomó la tierra y lo fue sepultando. Cuando termino, se levanto con las escasas fuerzas que le quedaban y busco algunas flores de los alrededores, encontrando afortunadamente unas de color rojo y azul.

Con total calma, las fue acomodando en todo lo largo de esa pequeña tumba.

—Listo...— mencionó un poco agitada, pues aún no se sentía del todo bien —Kaoru te prometo que lo arreglaré mejor la siguiente vez— dicho esto se sentó a un costado nuevamente, recargando su espalda en el tronco; se sentía totalmente cansada, su respiración aun era entrecortada y podía jurar que tenía fiebre pues sentía su frente y mejillas arder.

Pese a su malestar, dirigió su cansada mirada al árbol donde Senku colocó aquel objeto llamado polea; y sin saber realmente porque, una pequeña sonrisa tiró de sus labios y de a poco fue cerrando sus ojos cansados.

No supo cuánto tiempo estuvo así, pero un sonido la hizo despertarse. Al abrir los ojos de par en par puedo identificar que ese sonido era de un llanto de un bebé, a lo cual giró su cabeza a la cesta de bambú de donde parecía provenir ese sonido, mirando sorprendida a un bebé que alzaba sus brazos en busca de consuelo mientras aún lloraba.

Precipitadamente Kohaku lo tomó en brazos notando como el bebé rubio paraba de llorar al instante, aun sin saber que hacer limpió con cuidado el rastro de lágrimas de sus pequeñas mejillas, soltando un leve jadeo de sorpresa al verlo abrir sus ojos, mostrando así un bello color carmín.

No necesitó saber más nada, era evidente de quien se trataba.

—No puede ser… Kaoru— no pudo contener las lágrimas que salían a borbotones —pensé que te había perdido —sorbió su nariz y limpio sus mejillas —Nunca te dejare solo, mamá está aquí y nada me separará de ti, no te preocupes— no pudo contener más la emoción y lo abrazó más a su pecho.

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Apenas se asomaba el sol por el horizonte y Senku ya estaba subiendo las escaleras para llegar al hogar de las rubias, pues como había prometido quería checar a Kohaku para estar seguro de que ella se encontraba bien.

Apenas iba a tocar cuando la puerta se abrió, sorprendiendo al científico al ver a Ruri con una cara sumergida totalmente en la angustia.

—Senku ¿dónde está Kohaku?— pregunto un poco alterada.

—¿Qué? ¿no está aquí?— pregunto como respuesta totalmente desconcertado.

—No, pensé que tal vez estaba contigo así que estaba camino a tu laboratorio— contestó frotando con frenesí una mano contra la otra nerviosamente —Tampoco está la canasta… Senku ella no está bien— se quebró un poco su voz.

—Tranquila Ruri, no debe haber ido muy lejos— trato de calmarla, pero incluso él sintió un mal presentimiento respecto a su desaparición —espera aquí la iré a buscar—

—De ninguna manera, es mi hermana y esta vez quiero estar con ella— negó la propuesta y pasó de largo por un lado, bajando las escaleras lo más rápido que pudo.

Senku por su lado no trató de detenerla, se quedó en su lugar tratando de hacer a un lado su preocupación para pensar en algún lugar probable en el que pudiera estar Kohaku.

Giró sobre sus talones dispuesto a seguir a Ruri cuando a lo lejos vio al que fue su primer enemigo en ese mundo… Tsukasa.

Y como si se tratara de una película, en su mente se proyectó el recuerdo de cuando iban de camino al árbol de alcanfor para la boda de sus amigos, aquel día pasaron por el árbol caído donde él la encontró atrapada bajo ese pesado tronco.

Un fuerte presentimiento le decía que era ahí el lugar al que tendrían que dirigirse.

Bajo rápidamente alcanzando a Ruri en el puente —Ya sé en qué lugar puede estar, sígueme— sin compartir nada más se dirigieron al laboratorio, donde justo al lado estaba estacionado el gorila de vapor que recién había mejorado, el cual ocupaba para viajes cortos por su poca capacidad de combustible.

Sin pensarlo dos veces ambos subieron y partieron lo más rápido que pudieron. Después de un rato andando Senku sintió su corazón acelerarse por el nerviosismo y desesperación al reconocer, por los alrededores, que no estaban lejos de su destino.

Cuando llegaron a un punto donde el gorila de vapor no podía pasar, descendieron y dieron marcha, Ruri al no conocer el camino se guió de los pasos del científico.

El corazón de Senku en ese punto estaba totalmente desbordado, inclusive lo podía sentir en sus oídos parecía que nada lo podría detener, hasta que de pronto sus ojos se abrieron de par en par al divisar una figura recargada en un tronco; solo así su corazón agitado se tranquilizó un poco, pero por alguna razón sus manos no dejaban de sudar. Con un poco más de esfuerzo se adelantó a Ruri para llegar hasta Kohaku.

—¡Ey Kohaku!— exclamó aún sin aliento acercándose hasta ella, cuando por fin llegó ahí se arrodillo —Rayos Kohaku no tienes idea de cuanto nos preocupaste, vamos despierta— colocó su mano en su hombro y la movió ligeramente —¡ey Kohaku!— la removió un poco más pero esta vez más impaciente, notando que la chica no solo no reaccionaba sino que se veía totalmente pálida; mediante el conocimiento médico básico que conocía trató de localizar su pulso en la muñeca y al no sentirlo dirigió sus dedos a la yugular teniendo el mismo resultado...no tenía pulso, inclusive al observar con mayor detenimiento ni siquiera notaba el movimiento común del tórax cuando alguien respiraba.

Ruri para ese momento ya se encontraba frente a ellos, notando que la calidez de su piel ya no estaba.

—Vamos Kohaku, no es bueno que duermas aquí regresemos a la aldea— continuó moviéndola, pero su expresión de pánico hablaba por él.

—Senku… ella está...— musito Ruri en un hilo de voz.

—¡NO!— y tomándola con cuidado la recostó en el suelo y comenzó a ventilar y a dar compresiones en su pecho, de acuerdo a los tiempos de RCP —No me hagas esto Kohaku— susurro y continuó con su labor.

Tras unos minutos de no obtener nada, una mano en su hombro lo hizo detenerse.

—Por favor Senku… detente— dijo la rubia mayor con la voz quebrada —ella no despertara...—

Senku abrió de sobre manera sus ojos ante tal declaración —Aún queda algo por intentar— dijo para tomarla en brazos, pese a su escasa fuerza física que siempre tuvo la llevó sin detenerse por ningún motivo hasta el gorila de vapor.

A toda velocidad comenzaron su camino hasta la aldea, al estacionarse junto al laboratorio Senku la volvió a tomar y se adentro, viendo que Chrome estaba buscando algo en el estante de materiales.

El chico al verlo entrar con la rubia en brazos se angustió.

—¿Pero qué ha pasado?— cuestionó mientras el científico la colocaba sobre la mesa.

—No hay tiempo de explicar, rápido pásame la medusa que está en el cofre de seguridad— Rápidamente el castaño obedeció e ingresó la clave de seguridad y sacó aquel artefacto que muchas veces les ayudó.

Una vez que tuvo el objeto en las manos lo colocó sobre la chica y susurró las palabras necesarias para activarlo.

—dos metros, un segundo— se alejó un poco viendo como la luz verde la iluminaba, pero esta vez ocurrió algo totalmente inesperado.

Cuando dejó de brillar, los tres pudieron notar que Kohaku no se había petrificado —esto es imposible— musitó Senku, repitiendo nuevamente el proceso, pero obteniendo el mismo resultado para desgracia de todos.

—Acaso… Kohaku está— comenzó Chrome rompiendo el hielo, sintiendo esa escena como un maldito Déjà vu.

—¡NO!— gritó Ruri aferrándose a su pequeña hermana —¡esto no puede estar pasando, ella siempre ha sido fuerte, no es para que le pasara esto!— exclamó sin poder creer lo que veían sus ojos.

—¿qué pasó Senku?— preguntó perplejo, del castaño con la vista perdida en la escena frente a él.

—Fuí a buscar a Kohaku a su casa esta mañana y me encontré con que Ruri la buscaba pues no estaba en su cuarto, tras pensarlo un poco decidí que probablemente estaría en el árbol caído donde la conocí y efectivamente ahí estaba pero no imagine que ella… ya no estaría... hice todo lo que estaba en mis manos y yo… y yo no he podido salvarla...— concluyó ahogadamente la última frase mientras caía de rodillas sintiendo su garganta arder y su vista nublarse.

Lo siguiente que ocurrió lo sintió como si el tiempo pasara en cámara lenta y él fuera un mero espectador del día más trágico de su vida.

El letargo duró hasta que escuchó los fuertes alaridos de Ruri, quien aún se encontraba aferrada a su hermana.

Ella lo sabía, desde el instante en que no la encontró en su habitación sintió un frío que le recorrió la espalda en señal de un mal presagio, el cual se cumplió al verla recargada en ese tronco. Desde ese momento supo que la había perdido, pero la confianza que le tenía al científico le hizo conservar la esperanza de que todo estaría bien; sin embargo, ahora se daba cuenta de que en verdad había perdido a aquella persona que por años le llevó en cántaros agua termal para aminorar su enfermedad, Kohaku nunca se rindió con ella y gracias a su empeño pudieron lograr salvarla. Y ahora estaba ahí, frente a ella inerte.

—¡YO… LA PERDÍ!— exclamó totalmente desgarrada —¡Y NO PUEDE HACER LO MISMO QUE ELLA HIZO POR MÍ!— continuó en un lamento, mientras sus piernas carentes de fuerza la hacían caer de rodillas, aun frente a su hermana.

Chrome. después de unos segundos que le parecieron horas, reaccionó de su propio letargo en el que estaba metido, tratando de procesar todo lo que estaba pasando. Con total lentitud se acercó a Ruri, poniéndose de rodillas para quedar a su altura.

Con un gesto de apoyo abrazó a la rubia mayor, ocultando la cara de ella en su cuello y rodeándola con sus brazos, si bien aún no podía recuperarse de su propio asombro tenía en claro de que nada ganarían si todos se derrumban, debía quedar alguien que pensara en qué hacer en los próximos minutos y sobre todo alguien que fuera un gran apoyo para Ruri pues su pérdida fue más cercana.

En un rápido vistazo, miró a Senku quien en algún momento había caído hacía atrás y ahora estaba sentado en el suelo con la mirada pegada a Kohaku, totalmente llena de perplejidad.

—S-e f-ue— escuchó los ahora leves gimoteos de Ruri contra su oído —ella se fue...— Chrome tomó con mucho cariño su cabeza y la apegó más a él, sintiendo las lágrimas de ella mojar su cuello y hombro.

Los tres estaban tan sumergidos en su propia pena que no escucharon el sonido de algunos pasos que se acercaban a ellos a toda prisa, siendo conscientes de que alguien podía escuchar todo lo sucedido cuando dos figuras aparecieron en el umbral de la puerta.

—¡¿Qué está pasando?!— Cuestiono Ukyo, quien por su gran oído escuchó el desgarrador lamento de Ruri; sin dudar un poco acudió al lugar del que provenía, siendo seguido por Gen quien estaba conversando con él justo antes de que el arquero saliera disparado al laboratorio sin decir nada.

Apenas la pregunta quedó suspendida en el aire, ambos jóvenes quedaron atónitos por lo que que está frente a sus ojos.

—Ko ha ku— musito el mentalista al ver a la joven rubia inerte en la mesa del laboratorio, para después pasar su mirada por encima de cada uno de los presente ahí, pasándola por último en Senku, quien aun estaba en un estado de letargo.

—Iré por el médico— dijo Ukyo con toda la intención de salir disparado, pues aunque no había recibido algún tipo de respuesta era fácil entender que Kohaku no estaba bien.

—No hace falta Ukyo-san, ya lo hemos intentado todo… incluso con la medusa— lo detuvo en el último segundo Ruri con un tono de voz muy bajo —Ella no va a despertar— sentenció para horror de Ukyo y de Gen, quien para ese momento ya había entendido la situación cruda en la que estaban, después de todo él presenció la caída de Kohaku, era más que evidente que su deceso se debía a ese accidente.

Ahora la pregunta que Gen se hacía era "¿qué debemos hacer?" Después de todo solo cinco personas sabían lo que le ocurrió a Kohaku recientemente, así que su repentina muerte dejaría a más de uno consternado pues ella siempre fue considerada como una persona fuerte y saludable.

Gen lo presentía esto traería muchas preguntas que sinceramente no consideraba que fuera el momento para responder, así que tratando de controlarse un poco asumió el control de la situación.

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Senku, durante todo ese tiempo y lo que ocurrió después, permaneció fuera de sí sintiendo que el tiempo corría y lo dejaba atrás.

Gen, al tomar la situación, lo primero que hizo fue buscar a Ryusui para notificarle lo que había pasado, sin duda su incredulidad se vio marcada en su rostro y era algo que ya había contemplado el mentalista pues sabía que a todos les resultaría extraño que alguien así de fuerte muriera así por que sí.

El elegir al rubio como primera persona no fue una decisión al azar, pues con ello se aseguró que la noticia ya era conocida por los cinco generales, quienes por sus diferentes destrezas siempre pudieron alcanzar sus objetivos; sus cinco mentes pensaban mejor que una y frente a esta situación donde dos de los generales estaban mentalmente afectados, Gen necesitaba la ayuda de Ryusui y de Ukyo quienes pese a estar conmocionados entendieron que tenían que ayudar.

Una vez digerida la noticia por parte del arquero y el capitán del barco, comenzaron a notificar la noticia siendo Tsukasa, Minami, Nikki, Francois, Taiju, Yuzuriha, Suika y Kaseki los siguientes en conocer la noticias. Para todos fue una noticia que les cayó como balde de agua fría, más de uno se perdió en su propia incredulidad mientras derramaba silenciosas lágrimas, sabían que eso no podía ser una mentira y comprobaron que esa noticia era cierta al ver a Chrome abrazando consoladoramente a una Ruri que gimoteaba en silencio y a Senku arrodillado frente a Kohaku mientras acunaba una de sus manos en sus palmas.

Gen sabía que tanto los dos últimos generales en enterarse como el resto de los demás, pedirían una explicación, por ello él ya había formulado una excusa, algo frívola pues aminoraba la razón verdadera, pero que funcionaria por ahora.

—¿Nos estás diciendo que fue un golpe en la cabeza?— Cuestiono Taiju en un inusual tono serio mirando a lo lejos a su amigo de toda la vida al lado de la rubia. Todos se habían alejado del laboratorio para darles privacidad a Ruri, Chrome y Senku, reuniéndose en un pequeño círculo donde Gen les daba "el motivo del deceso".

—Así es, cayo por las escaleras el día de ayer por la mañana— si bien eso era verdad, no era toda la razón —golpeó su cabeza contra el suelo de manera contundente, ella al ser muy fuerte se paró sintiendo un poco de molestia, no parecía nada serio así que no insistimos más pero tal parece que sí lo fue, con la poca tecnología médica que tenemos era imposible hacer un chequeo más profundo— mintió sintiendo por primera vez amargura de sus propias palabras.

Para su alivio todos le creyeron y comenzaron a ponerse manos a la obra, entre lágrimas y nudos en la garganta todos cortaron, lijaron, pulieron y martillaron un ataúd digno para el descanso de la rubia. Yuzuriha tejió con mucho amor un atuendo blanco para Kohaku, siendo ella, Nikki y Ruri las que se encargaron de vestirla.

Entrado el atardecer todos se encontraban reunidos a las afueras del laboratorio, en un círculo rodearon el ataúd en el cual descansaba Kohaku. Con el paso de las horas la noticia fue volando y muchos de los aldeanos también la acompañaron.

En ese aire de melancolía y tristeza se podía ver a Kokuyo abrazando fuertemente a Ruri, él había permanecido en un largo viaje a lo largo de Japón pues quería conocer el país donde creció mientras ayudaba con la recolección de estatuas. Lo que nunca imaginó fue que el día de su regreso se encontraría con esa fatídica noticia; sin ningún tipo de consuelo las lágrimas comenzaron a llenarle sus ojos hasta que cayeron a la vez que gimoteaba un poco. En el pasado perdió a su esposa y se prometió que nunca volvería a vivir algo así, tiempo después casi perdía a Ruri sintiendo nuevamente el dolor nacer; pero cuando se recuperó sintió que nada podría romperlo y ahora estaba ahí frente el ataúd de su hija menor, sin duda ese era un golpe del cual no se iba a recuperar nunca.

No muy lejos de esta escena estaba Senku, quien miraba a ese hombre llorar desconsoladamente aunque siempre aparentaba ser de carácter fuerte. Y no lo podía culpar perdió a su esposa en el pasado y ahora a su hija un dolor que entendía perfectamente, si bien Kohaku no fue su esposa, si fue la mujer que más admiró y amó en toda su vida; además de que entendía el dolor de perder a un hijo, tal vez ese dolor podía ser diferente pues no vio a su bebé nacer y crecer pero sin duda haberlo perdido lo rompía en mil pedazos, tal vez ese era otro motivo por el cual Kohaku se había ido… y todo por su culpa.

Apartó la mirada de aquel hombre sintiéndose incapaz de poder sostenerla por más tiempo, sí fue su culpa, pero le atormentaba más saber que el hombre había sido engañado con respecto a la razón de la muerte, sintiendo más culpa de la que ya sentía al recordar una conversación que tuvo con Gen.

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Senku-chan les diré a todos que fue un golpe en la cabeza el motivo de su deceso— susurró el mentalista a su amigo científico quien aún se mantenía arrodillado al lado de la rubia.

No te atrevas mentalista, este asunto me concierne a mi, todos tienen que saber que fue mi culpa— Contestó mortalmente serio pero con un ligero tono hostilidad, dejando a Gen consternado.

Esa no es tu decisión Senku, de hecho el plan de Gen es el mejor— Contesto Chrome siendole fiel a la promesa que le hizo a Kohaku sobre evitar que los demás le den la espalda a Senku por mucho que él mismo deseara que todos supieran la verdad— después podrás redimirte a tu manera— concluyó el castaño, Ruri aún con su dolor aceptó ello en silencio, sabiendo que eso probablemente era lo mejor y que traería algo de paz a Kohaku donde sea que ella estuviera, después de todo ella quiso mucho a Senku en su momento.

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Cerró con impotencia sus puños sintiendo el dolor en sus nudillos por ser tan miserable, pero lo mejor era que Kohaku tuviera una despedida digna y que todos se pudieran despedir de ella.

Suspirando pesadamente sintiendo como todo el aire de sus pulmones lo dejaba, a paso lento se acercó al ataúd mirando detenidamente, por última vez el rostro de la chica que le robó el corazón; aquella que encontró bajo un árbol y que desde aquel día lo siguió en cada proyecto.

Nuevamente un camino de lágrimas descendían por sus mejillas al mirarla con su cabello extendido por aquella pequeña almohada, con una expresión pacífica como si durmiera. Pequeños gimoteos se apoderaron de él al tener la resolución de que ella no dormía, es más jamás volvería a ver esos lindos ojos azules mirándolo, ni mucho menos su sonrisa tan encantadora que a veces tenía un toque felino… su fuerte leona y su gran amor se había ido y nunca volvería.

Cerró lentamente sus ojos, empujando con ello unas lágrimas que quedaban rezagadas, a la vez que deseaba que todo esto no fuera real.

Perdón por no subirlo ayer pero aquí esta

¿Qué tal les pareció? No olviden que adoro leer sus cometarios...

Y como ya es costumbre mis más profundos agradecimientos a quien han llegado hasta esta parte de la historia pero les agradesco a aquellos que se toma unos segundo para dejarme un lindo comentario, no saben lo feliz que me pone ver que alguien escribe algo...

Mikasaman234

CGadel

Guest

Arlet

Cojulieth31

VignetteApril

crisalexroro13

En verdad GRACIAS...

EL SIGUIENTE CAPÍTULO SERÁ EL ÚLTIMO