Tras suplicarle a su padre quinientas veces, Gray al fin disfrutaba de un plato de espaguetis a la carbonara en uno de los restaurantes que daba al escenario principal del crucero. Su padre, enfrente de él, disfrutaba de una lasaña como si no la hubiera comido en su vida. Habían perdido el rastro de Natsu Dragneel, y al no encontrarlo, decidieron que era hora de llevarse algo a la boca. Tarde o temprano aparecería si jefe con esa rubia que ese le hacía conocida a Gray.
Mientras masticaba, Gray observaba la decoración de aquel lugar. A Juvia le hubiera encantado ver aquella decoración de todos dorados, blancos y azules, un tanto raros para un barco pero bastante bonitos. El lugar estaba bastante concurrido por los que se quedaban en aquel crucero. Ojalá él formara parte de aquello, pero para su desgracia, tanto él como su padre se habían colado en el barco ya que una habitación ahí costaba riñón y medio, y no estaba la cosa para vender órganos en el mercado negro.
—¿Crees que tu suegra haría una lasaña así? Layla cocina de puta madre, pero es más de comida oriental que occidental.
—Papá, ¿por qué somos pobres?
Ante la pregunta de Gray, Silver dejó de masticar. ¿Qué clase de pregunta era esa? Vale, se habían colado en aquel crucero y pasarían la noche en algún armario de empleados. También era cierto que si estaban en ese barco se debía a que querían chantajear a su jefe para que no los despidieran. No eran pobres, simplemente no tenían dinero.
—¿Yo te pregunto por qué mi hijo es tan imbécil que repitió quinto de primaria dos veces? ¿No verdad? ¡Pues no hagas preguntas tan estúpidas, Gray!
—¡Yo no repetí, me hicieron repetir! ¡La señora Webb me tenía manía!
Silver puso los ojos en blanco. Gray apartó la mirada de su padre y siguió observando el interior del barco. Unos camareros avanzaron cargando algo hacia una mesa en mitad de la cubierta del barco, cuando lo pusieron en la mesa quitaron la el pañuelo que lo tapaba mostrando la botella enorme que horas antes habían visto que Natsu Dragneel había comprando.
—¡Hostia!
—¿Qué te pasa ahora?
—La botella.
Al escucharlo, Silver se giró lo más rápido que pudo en dirección a donde apuntó su hijo encontrándose con la enorme botella de champán. Esa botella estaba más cerca de lo que esperaba y los camareros la habían dejado a merced de la gente. Unos fuegos artificiales sonaron fuera el barco y ambos Fullbuster miraron al cielo encontrándose con fuegos artificiales haciendo formas de corazones, entonces un foco iluminó a uno de los balcones, donde Natsu Dragneel y la rubia se encontraban. De repente, el capitán del barco salió con un micrófono y acompañado de una hermosa chica que cargaba un ramo de flores.
Ni Gray ni Silver entendían que estaba pasando ahí. Sabían que aquello era un crucero romántico, pero no tenían entendido que hubiera espectáculos en los que Natsu Dragneel fuese el protagonista.
—Damas y caballeros —todo el mundo empezó a aplaudir al capital y Gray y Silver se miraron sin entender nada— buenas noches- Bienvenidos a bordo de Lamia Scale, nuestro nuevo y hermoso crucero que está llegando a Bahamas —la gente comenzó a gritar de emoción, incluido Gray que recibió un golpe en la pierna por parte de su padre— Soy su capitán Jura y esta noche el señor Natsu Dragneel me ha encargado que seamos testigos de su boda.
Al escuchar aquello, tanto Gray como Silver se levantaron rápido de la mesa de la sorpresa. ¿Cómo que boda? Pero si aquella muchacha no era Lisanna Strauss, la bailarina novia de Natsu.
Algo estaba pasando ahí que les estaba poniendo todo a favor.
—Soy su capitán Jura y esta noche el señor Natsu Dragneel me ha encargado que seamos testigos de su boda.
Al escuchar aquello, Natsu comenzó a mover los brazos desesperadamente intentando llamar al capitán. Lucy, a su lado, lo miró extrañada por la situación y por su comportamiento.
—¡No, no, no!
—¿De qué está hablando?
—Verás, puede que se me haya olvidado cancelar la propuesta que preparé para Lisanna, mi novia. Y creo que el capitán piensa que tú eres Lisanna.
Lucy abrió la boca de la sorpresa ante lo que Natsu le acababa de decir. ¿Cómo iban a confundirla a ella con la hermosa de Lisanna? Era imposible. Aunque si pensaba un poco, se encontraba acompañada de Natsu, vestida con un elegante vestido y ¡con el anillo en la mano! Rápidamente, Lucy se giró hacia el capitán y comenzó a hacer lo mismo que Natsu estaba haciendo, mover los brazos intentando llamar la atención del capitán mientras gritaba no.
—Como podéis ver, la pareja nos saludan con entusiasmo.
«¿¡Cómo que saludar, pedazo de cegata!?» pensó Natsu mientras movía los brazos desesperadamente.
«¡No somos pareja!» pensó Lucy mientras, al igual que su compañero, movía los brazos.
—Ahora es nuestro momento de devolverles el saludo con entusiasmo.
La gente en el piso inferior comenzó a gritar y a aplaudir mirando a Natsu y a Lucy, los cuales dejaron de mover los brazos cuando vieron decenas de ojos mirándoles. Ambos se quedaron estáticos en el balcón sin saber que hacer hasta que una mujer, vestida con el mismo vestido brillante que llevaba la chica que acompañaba al capital, se les acercó y les indicó el camino para bajar.
Natsu y Lucy se miraron. La rubia no sabía como sobrellevar aquello, confiaba en Natsu para que este les sacara de allí lo más rápido posible. El de pelo rosa cogió la mano de Lucy.
—Bajemos las escaleras primero.
Natsu tiró de Lucy en dirección a las escaleras y ambos comenzaron a bajar estas cogidos de la mano bajo los aplausos y vítores de la gente. Una vez abajo, Natsu ayudó a Lucy a subir el pequeño escalón del escenario mientras esta miraba a toda la gente que se encontraba expectante a lo que ocurría allí. ¿Podía dejar de meterse en líos en aquel barco? Estaba claro que no. Pero no podía permitir que una persona como Natsu, que le había ayudado a enfrentarse a Loke, que le había comprado ese precioso vestido y que la había hecho tener un poco de confianza en sí misma quedara humillada delante de tantas personas.
Eran muchas, demasiadas, y cada vez había más atraídos por lo mismo que a ella: la música. Aquello parecía una escena digna de una película de zombies. Lucy miró a Natsu, el cual estaba incluso más estático que ella.
—Me has ayudado mucho, déjame ayudarte con esto.
La gente comenzó a gritar: "¡Cásate con él!" y tanto Natsu como yo volvimos a mirar a toda la gente. Era todo un simple teatro, no íbamos a casarnos en la vida real, ¿qué más daba? Me solté de la mano de Natsu y me acerqué al capitán del barco girándome hacia la gente. Levanté la cabeza, saqué pecho y tomé aire antes de decir aquellas dos palabras:
—Sí, acepto.
Todos los presentes comenzaron a aplaudir y vi como Natsu se ponía tenso ante aquello. Disimuladamente, me mordí el labio y la chica que cargaba el ramo se acercó a él, haciéndolo reaccionar para coger el ramo de flores y la chica lo empujó para que se pusiera a mi lado.
—Señor Dragneel, ¿acepta usted casarse con la dama frente usted?
Me giré para mirarlo. Natsu hizo una mueca graciosa mirando al publico y tras pensárselo sonrió y comenzó a agacharse hincando una rodilla en el suelo mientras acercaba el ramo de flores a mí. Cogí el ramo con una sonrisa y el público expectante comenzó a gritar y a aplaudir de nuevo. Parecía que estaba en una obra de teatro del colegio.
El capitán, una vez, quiso hacer el papel de cura y miró a Natsu, el cual no dejaba de sonreírle al público. Tenía una sonrisa bastante bonita.
—Señor Dragneel, ¿le gustaría casarse con la dama frente usted, para amarla, respetarla, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte os separe?
Esto me estaba comenzando a avergonzar. Aunque fuera una boda de mentira, parecía tan real con las palabras del capitán. Agaché la cabeza avergonzada y noté la mirada de Natsu sobre mí. Acto seguido, el de pelo rosa miró una vez más al público.
—Sí, acepto.
El capitán me miró.— Señorita Lisanna, ¿le gustaría casarse con el hombre enfrente de usted, para amarlo, respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte os separe?
Una vez más, repetí aquellas dos palabras.
—Sí, acepto.
Todo el mundo comenzó una vez más a aplaudir y vitorear y tanto Natsu como yo agachamos las cabezas sonrojados. Realmente Natsu me estaba dando un poco de pena, había preparado esto para su novia y ella le había dejado plantado. A mi me hubiera dolido más que el engaño de Loke.
—¿Hay alguien en contra de este matrimonio?
Nadie se opuso a el "nuestro matrimonio". Hubiera sido raro que alguien se opusiera estando en un barco rumbo a las Bahamas donde nadie nos conocía. Tal vez Loke, que sabía la verdad de que yo no era la novia de Natsu o la chica que iba con él, pero no había rastro de ellos en aquel lugar. Mejor, así Natsu no tendría que pasar la vergüenza del siglo por haber sido abandonado por su novia a la que le iba a pedir matrimonio.
El capitán sonrió. Se le notaba que estaba encantado de celebrar aquel acto aunque no realmente fuese todo una actuación. Nos miró una vez más y llevó su mirada al chico de pelo rosa.
—Señor Dragneel, ya puedes ponerle el anillo a su cónyuge.
Natsu metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó el anillo que minutos antes le había devuelto. Realmente era un anillo precioso. Natsu, agarró con delicadeza mi mano y colocó lentamente el anillo en uno de mis dedos y a hacerlo todos los que podrían pasar por invitados a nuestra boda aplaudieron. Mi actual marido de mentira y yo sonreímos mirando al publico y una de las chicas que había traído el ramo se acercó con una papel en una bandeja.
—Y ahora, ya podéis firmar el certificado de vuestro matrimonio.
Al comprender que era aquel papel, la otra chica me pidió el ramo de flores que me habían dado y yo se lo di. Natsu agarró el bolígrafo y firmó el certificado. «Que realista todo para ser una boda falsa» pensé una vez que Natsu terminó de firmar y me ofreció el bolígrafo. Miré a Natsu, este arqueó las cejas.
—¿Debo firmarlo?
Natsu asintió.— Sí, bueno, es parte de la escena. Si no lo firmas esto no acaba.
Asentí y comencé a firmar el certificado en el que ponía «6 de mayo, a bordo del crucero Lamia Scale, en presencia del capitán del barco, ceremonia dirigida por Bahamas quien declara a Natsu Dragneel y Lucy Heartfilia casados.»
Cuando se llevaron el certificado, Natsu y yo volvimos a mirar al publico sonriendo y el capitán nos volvió a señalar con el micrófono en la mano.
—¡Felicidades! ¡Ahora están casados!
Gray y Silver habían estado pendientes de toda la ceremonia disfrazados de camareros. Habían visto la oportunidad de robar dos uniformes y hacerse pasar por estos para lograr su plan contra Natsu Dragneel. Así que cuando el capitán dijo que su jefe y la chica que lo acompañaba que no era su novia estaban casados, Silver sonrió porque su plan ya estaba hecho.
Aprovechando el embrollo que había causado la "boda" de su jefe, Silver y Gray habían aprovechado para llevarse la botella que minutos antes su feje había llevado a la barra del bar con el pretexto de que no estaba bien limpia para que la pareja la disfrutara. Esa botella de champán tan grande estaba especialmente guardada para la pareja, así que aprovecharon y siendo maestros de la abertura de botellas, la abrieron introduciendo en ella el famoso polvo de Tenrou. El famoso polvo de Tenrou era una mezcla de plantas silvestres que, durante el siglo XX había servido para que las parejas tuvieran hijos, era conocido como la medicina del amor. Los efectos de este polvo eran, entre muchas otras cosas, el sentir más atracción de lo normal hacia una persona. Y si lograban que Natsu se viviese aquello y la chica que le acompañaba también, Silver y Gray podrían conseguir las fotos para chantajearle.
Cuando se dirigían de nuevo con la botella hacia donde la boda estaba llevándose a cabo, los dos Fullbuster comenzaron a escuchar como el publico exigía un beso. Eso hizo que Silver le diera la botella a Gray y corriese sacando la cámara de fotos de su bolsillo para sacar una foto de aquel beso.
Mientras, la pareja recién casada, se miró bastante sorprendida por lo que el público le estaba pidiendo. ¿Besarse? Eso ya era demasiado para la actuación. Natsu, se armó de valor, y cogiendo a Lucy de los brazos se acercó a ella dándole un beso en la frente. Eso pareció satisfacer al publico ya que este empezó a gritar emocionado, pero a Silver no le sirvió de nada.
—Es momento de que bailen juntos.
Al escuchar aquello, Lucy miró rápidamente a Natsu. Ella no sabía bailar. Era demasiado torpe en actividades relacionas con el movimiento y el deporte. Podía bailar, sí, pero prefería no hacerlo para no quedar en ridículo delante de nadie.
—¿Tenemos que bailar? Yo no sé. Ni si quiera sé hacer una sentadilla.
Natsu la miró con una sonrisa. Había conocido a esa chica ese mismo día, y para su sorpresa había resultado tener más valor del que esperaba, que a esas alturas del día dijera que no era capaz de hacer algo le molestaba.
—Confía en ti misma. En serio. Puedes hacerlo.
Natsu cogió la mano de Lucy y junto a ella se dirigió al centro de la cubierta mientras comenzaba a sonar una canción lenta, romántica y fácil de bailar. El de pelo rosa puso una mano en la cintura de Lucy mientras llevaba la mano de ella a su hombro, y con la mano sobrante agarró la de la chica para comenzar a moverse al ritmo de la música. Lucy seguía con dificultad los pasos de Natsu, ¡nunca había bailado eso! Era Natsu el que la guiaba y cuando se tropezó una vez con su propio pie fue el que la agarró fuerte para evitar que se cayese y siguiera bailando.
Lucy se lo estaba pasando realmente bien. Aquel hombre había resultado tener un gran corazón y estaba agradecida por haberse cruzado con él. Pero también sabía que aquello no iba a durar mucho tiempo ya que aquel hombre y su corazón pertenecían a otra mujer. Esperaba que a partir de ese momento pudiese encontrar a alguien como aquel hombre en su vida.
Pero por ahora, disfrutaría de aquella noche.
Haber pagado una habitación vip tenía sus ventajas. La cama era bastante cómoda y para una sola persona era enorme. El problema estaba en que, al tener una gran ventana justo en frente de la cama, el sol de primera hora de la mañana daba directamente, haciendo que me despertara antes de que yo quisiese.
Me negaba a salir de la cama, así que me giré para que el sol dejara de darme en la cara. El brazo de Loke me pasó por encima y sonreí dormida. Hasta que recordé una cosa.
Loke y yo ya no estábamos juntos.
Lentamente, comencé a abrir los ojos al notar que había una persona a mi lado y sabiendo que Loke no podía ser porque logré espantarlo, tenía más que curiosidad, miedo de saber quien se había metido en mi cama. Al abrir los ojos, vi como un chico de pelo rosa, piel morena y que también estaba abriendo los ojos se encontraba a mi lado. Completamente desnudo. Como yo.
Al vernos, el chico y yo abrimos los ojos como platos.
—¡Ah! —gritamos a la vez para empezar a tirar de la colcha de la cama. Aquello parecía una digna batalla que solo uno podía ganar.
—¡Dame la colcha! —gritó y yo me negué tirando de esta.
—¡Dámela! —dije y tiré de la colcha fuerte haciendo que el chico se cayera de la cama y pudiera taparme yo con la colcha.— ¡Lo siento, lo siento, lo siento!
—¿¡Qué estás haciendo en mi habitación desnuda!?
Miré la habitación para darme cuenta de que no era la mía. ¡Me quería morir! Era del chico que me había ayudado a defenderme de Loke. El chico que tenía una novia maravillosa. ¡El chico con el que había fingido casarme!
—¡Pensé que esta era mi habitación!
De repente, unos pasos apresurados se oyeron por la habitación y dos hombres que me resultaba muy conocidos se plantaron delante de nosotros y sacaron una foto. El chico y yo, abrimos los ojos como platos y el se tapó con la sabana y yo tapé mi cara con la colcha. ¿Cómo narices habían entrado aquellos hombres a la habitación? Bueno, ¿cómo había entrado yo y por qué estaba desnuda?
—¿Qué se supone que hacéis, malnacidos? —¿Natsu? No recordaba con claridad su nombre, gritó aquello a los hombres que habían sacado la foto.
—¡Al fin! ¡A partir de ahora no te vas a cachondear más de nosotros, Natsu Dragneel!
Al escuchar la voz, que era muy familiar para mí, saqué la cabeza de debajo de la colcha y miré a los sujetos. Ambos, de pelo azabache, melena revoltosa y de piel pálida miraban una cámara de fotos con una sonrisa. Hasta que al ver la foto ambos borraron sus sonrisas y entrecerraron los ojos.
—Espera papá, ¿está chica no se parece a Lucy, mi cuñada?
Al escuchar mi nombre salir de la boca del marido de mi hermana, abrí la boca sorprendida. Ambos me miraron y al verme de cerca dieron un brinco hacia atrás.
—¡L-Lucy! ¿Qué haces tú aquí?
—¿Gray? ¿Silver? —¿qué hacían el marido y el suegro de mi hermana en el crucero, sacándonos fotos desnudos al chico de pelo rosa y a mí?
—¡Espera! ¿Les conoces?
Miré al chico, estaba serio, con el ceño fruncido y se le notaba enfadado. Yo asentí.
—Son Gray, mi cuñado y Silver, su padre. No entiendo que hacen aquí.
—¡Yo creo que si lo entiendo! —gritó el de pelo rosa y les fulminó con la mirada— Mira, no sé que ha pasado entre nosotros y no podemos hablar de eso así vestidos. Nos vemos en una hora. ¡Y vosotros! —ante el nuevo grito del chico, mi cuñado y su padre se estremecieron— También venís.
El chico se tapó bien con la sábana y mientras recogía su ropa del suelo maldecía en voz alta. Tras salir de la habitación, mi cuñado y su padre también lo hicieron y yo, conmocionada por lo sucedido, intenté recordar lo que había pasado.
Recordaba cómo el chico me había ayudado con Loke y como, para agradecérselo, había fingido ser su novia para la boda falsa. Me había puesto el anillo de bodas, habíamos bailado juntos una canción lenta en la que me ayudó a seguir sus pasos. Luego de eso, recuerdo haber estado tomando champán con él y el capitán del barco, el cual nos había regalado unos muñecos de novio y novia que eran adorables.
Recordaba también, cómo el chico había seguido bebiendo a morro de la botella y cómo yo también. Pero no de esa botella, si no de todas las botellas de alcohol que había en el barco, incluso de la botella de champán enorme que había mandando a pedir el chico en la barra del hotel horas antes. A partir de ahí, mis recuerdos eran borrosos. El alcohol había hecho de las suyas y recordaba a medias lo sucedido.
El chico y yo borrachos andando por el barco. El chico y yo borrachos entrando en su habitación. El chico y yo peleándonos por quien dormía en la cama. El chico acariciándome el pelo, la cara y bajando lentamente las tiras de mi vestido. Al chico besándome y tirándose a la cama encima de mí.
Comencé a llorar mientras me daba golpes con el puño en la cabeza por lo imbécil que había sido. Me había acostado con un desconocido, borracha y que encima, tenía novia. Era un asco de persona.
—¿Qué es lo que has hecho, Lucy?
Natsu, esperaba en uno de los tantos bares del barco a la chica rubia a los dos hombres que habían resultado se familia suya. Estaba enfadado, confundido y un tanto preocupado. Enfadado porque, dos hombres a los que conocía muy bien ya que trabajaban para él se habían colado en su habitación a sacarles fotos para extorsionarle; confundido porque no sabía cómo había acabado la chica en su cama desnuda y aunque tenía esperezas de que no fuera así, sabía lo que habían hecho en esa dichosa cama; y preocupado porque mientras esperaba que la chica saliera de la habitación, la había escuchado llorar.
No quería preocuparse por la chica sabiendo que podía ser cómplice de aquellos hombres, pero algo dentro de él se negaba a creer que aquella chica tonta fuese cómplice. Era demasiado tonta como para hacer hacer aquel plan.
Cuando vio a la chica aparecer con los dos hombres, se levantó de la silla. Los hombres se quedaron detrás de la rubia y esta les ignoró. Lo primero que hizo, fue quitarse el anillo de su dedo y ofrecérselo de nuevo a su verdadero dueño. Era la tercera vez que le daba ese anillo desde que lo había conocido, y esperaba que fuese la última.
—Aquí está tu anillo —Natsu la miró preocupado. ¿Por qué se había puesto a llorar? Había sido un error, sí, pero un error lo cometía cualquiera.— No te preocupes por mí. Estoy bien.
—Lucy Heartfilia. ¿Te estás escuchando? Lo de anoche... —¿cómo mencionaba aquello sin sonar tan vulgar— ¿Cómo puedes decir que "estás bien" tan a la ligera cuando te he escuchado llorar esta mañana?
Lucy suspiró y miró el mar en frente de ellos.— Te embarcaste en este viaje con la intención de proponerle matrimonio a tu novia. Ahora que las cosas han salido diferentes a cómo la habías planeado, debes sentirte frustrado.
—¿Has pensado en ti misma? —a pesar de haber cometido un error, Natsu se sentía mal por la chica y no por él mismo. Lucy asintió.
—Sí, lo he hecho. Pero, a pesar de que tú eres una buena persona, por mi culpa has traicionado a la mujer con la que querías pasar el resto de tu vida. Me odio por ello.
Natsu miró a la chica sorprendido y sin saber que decir. Definitivamente no sabía si la chica era tonta o se lo hacia. Lo ocurrido no había sido su culpa, o eso creía él. La chica se acercó a la baranda del barco y tomo profundamente aire antes de volver a ponerse a llorar. Al escucharla, Natsu se giró para mirarla. La chica era una llorica, o al menos desde que a conocía había llorado un montón de veces.
—Sé que soy una chica simple y ordinaria. Y estoy gratamente agradecida por lo que has hecho por mi, el alentarme a ser una mejor versión de mí, el creer en mí... Siento mucho lo que ocurrió anoche y tú no tienes que disculparte, haz como si no hubiera pasado. Cómo si hubiera sido un sueño del que ya nos hemos despertado y hay que olvidarlo.
Lucy se limpió las lagrimas y se giró mirando a Natsu. Este, no sabía que decir, así que se quedó callado. Lucy le sonrió y se fue dejándole a solas con los los dos hombres que habían permanecido detrás de ella y frunció el ceño. Si les había dicho que se reunieran ellos también era por la dichosa foto o fotos que habían sacado.
No dejaría que esas fotos salieran a la luz. No por él. Si no por la chica.
—Dadme la cámara.
Silver levantó un dedo y negó con este, Natsu frunció el ceño— No, no. Si piensas que te la vamos a dar, la llevas clara señor Dragneel. Queremos que dejes los ninguneos hacia los trabajadores de Tenrou o le mando estas fotos a su abuela y a su querida novia. Y, además, las publicaremos en internet.
—Dudo mucho que queráis exponer a esa chica sabiendo que es de vuestra familia.
Al escucharlo, Gray agarró del brazo a su padre. Lucy era la pequeña de las Heartfilia y si sus hermanas y madre se enteraban de que él había sido participe de ese chantaje en el que salía ella la furia de Erza caería sobre él. Y quería conocer a su hijo.
—Papá, dale la cámara. No quiero morir sin conocer a mi hijo.
—Ni que fueras a morir por una foto.
—¿Acaso no conoces a Erza? Si se entera de que su hermana pequeña ha sido victima de un chantaje en el que yo soy participe me mata, ¡incluso Juvia lo haría!
Silver conocía perfectamente a la mayor de las hijas de Layla. Su vieja amiga había tenido tres matrimonios y una hija con cada uno y la mayor, Erza, era hija de un ex luchador de lucha libre, por lo que la fuerza que tenía, el entrenamiento y, la furia que le invadiría por haberse metido con su querida hermana, le convertiría en el demonio personificado. Ya había ocurrido otras veces durante la infancia de las niñas, cuando alguien se metía con Lucy era raro que no acabase con algún hueso roto por las palizas de Erza. Incluso Gray había acabado alguna que otra vez en el hospital cuando ignoraba a Juvia durante el instituto.
Su nuera, Juvia, era encantadora, todo lo contrarío a su hermana mayor. Hija de un repartidor de agua que había sido el encanto del pueblo hasta que decidió divorciarse y dejar a Layla con una niña recién nacida. Pero, como digna hija de Layla y hermana de Erza, cuando se enfadaba era mejor no permanecer cerca de ella.
La única con carácter normal era Lucy, la hija menor de Layla con Jude Heartfilia, un empresario que renunció a su empresa para dedicarse al negocio de Layla y hacerse pescador. Jude había aceptado a las hijas mayores de Layla y les había dado su apellido, había sido el mejor marido que había tenido Layla. Hasta que desgraciadamente había muerto en un accidente de barco. Jude a pesar de tener un carácter fuerte, tenía buen corazón, era amable y quería mucho a las cuatro mujeres de su vida, y a su hija Lucy, a la que adoraba más que a nada, le había heredado su amabilidad, buen corazón e inteligencia. Pero Lucy siempre había sido victima de los abusos de sus compañeros y siempre había sido una niña tímida a la que era necesario defender ya que no podía hacerlo sola.
Por eso sus hermanas siempre habían velado por su protección y habían salido en su defensa desde que había nacido.
—Dadme la puñetera cámara o llamo a seguridad anunciando que no pertenecéis a los tripulantes. Sé perfectamente que os habéis colado.
—¿Qué va a pasar si te damos la cámara? —Silver esperaba que haciendo un trato con Natsu, este no tomara represalias contra ellos, pero la contestación del Dragneel no fue la que él esperaba.
—Denunciaros por chantaje y cerrar la fabrica de la isla.
Ante la respuesta, Silver no tuvo otra opción que lanzar la cámara al agua ante la sorpresa de Natsu y de Gray. Sin cámara no habría chantaje ni denuncia. Salían todos ganando.
—¡Papá, qué aún me quedaban dos años para pagar esa cámara!
—Sin cámara no hay denuncia.
Natsu suspiró y prefirió irse a quedarse más tiempo con aquellos hombres. Cuando su jefe se fue, el menor de los Fullbuster se acercó a la barandilla y se asomó para no ver ni rastro de su cámara. La pobre estaría ya en las profundidades del océano.
—Mi cámara... Tenía fotos de mi adorada Juvia en ella.
—No te preocupes por la cámara hijo —Silver sacó del bolsillo de su camisa una tarjeta SD y Gray abrió los ojos como platos— Lo importante está aquí.
Ya alejado de aquellos dos hombres que se habían dispuesto a joderme la vida, decidí llamar a Jellal para intentar calmar mis pensamientos por lo ocurrido la pasada noche con aquella chica y dejar de sentirme como una mierda por haber engañado a Lisanna.
Mi asistente no tardó en cogerme el teléfono, pero tampoco tardó en cagarla cuando su primera frase no fue otra que:
—Así que anoche fue muy emocionante, ¿verdad?
Él no tenía ni idea de lo ocurrido, así que no le di importancia a su frase ya que pensaba que Lisanna y yo habíamos tenido una noche de ensueño. Él no sabía que Lis se había bajado del barco ni que había fingido casarme con otra chica con la que horas después me acostaría.
Así que era hora de contarle la verdad a mi mejor amigo.
—¿Emocionante? Jellal, Lisanna se bajó del barco en Magnolia.
—¿¡Qué!? ¡Entonces, ¿me estás diciendo que los fuegos artificiales que tanto me costó conseguir se han desperdiciado?!
Cabrón. Solo le preocupaban los malditos fuegos artificiales.
—No realmente. Hubo alguien que los apreció.
—¡Espera director Dragneel! —escuché por la línea como Jellal se alejaba del teléfono y a los pocos segundos, un grito de sorpresa mezclado con miedo se escuchó por parte de mi asistente.— ¡Director Dragneel, creo que tu tarjeta de crédito ha sido robada!
Ah, eso. Se me había olvidado que Jellal tiene información sobre mis gastos ya que suelo mandarlo a él a comprar cosas para mi.
—Acabo de recibir su estado de cuenta y hay varias compras hechas ayer: ropa de mujer, accesorios, tacones, maquil-
—No la robaron —le corté para que no dijera la larga lista de cosas que le compré a Lucy.
—¿Cómo que no? ¿No me habías dicho que ella se bajó del barco? ¿Para quién compraste todo esto?
Le colgué. Le había llamado para despejar mi mente de lo ocurrido y lo único que había conseguido era intensificar mis pensamientos sobre eso.
Aunque hubiera intentado aparentar ser fuerte delante del chico, realmente no lo era y me había puesto una vez más a llorar cuando estuve alejada de él y de Gray y Silver.
Podría parecer imbécil. Quiero decir, estaba llorando por un chico con el que prácticamente no había tenido nada, que tenía novia y que solo me había ayudado. Pero me sentía tan mal con Lisanna, la novia del chico, que me era imposible no llorar.
Le había hecho lo mismo que me habían hecho a mí. Había sido la otra. Y no me gustaba nada haber sido tan idiota.
Intentaba parecer fuerte, pero de pensar que le había prometido al chico que lo haría más lagrimas brotaban de mis ojos. Por eso, y porque había tenido mi primera vez con un completo desconocido.
—Lucy Heartfilia, ¿por qué estás llorando? —me dije a mi misma intentado consolarme.— ¿No habías prometido ser más fuerte? Al menos no le has dado tu virginidad al imbécil de Loke, si hubiera sido así, no tendrías ni el derecho de llorar ahora.
Me sequé las lágrimas que caían por mis mejillas y tome aire profundamente mirando al horizonte. Tenía que ser fuerte. Lo había prometido. Más fuerte y más feliz.
—¡Se feliz!
Pero de nada me servían mis propias palabras porque comencé a llorar de nuevo como lo llorica que siempre había sido. Quería estar con mis hermanas, con mi madre, con Levy. Con las personas que me apoyaban y me brindaban su cariño.
¿Por qué era tan desafortunada?
Tras recibir de parte de un trabajador del barco un pañuelo y su apoyo al haberme encontrado en ese estado sentada en una mesa, me dirigí a mi habitación dispuesta a hacer la maleta para bajarme de este infierno cuanto antes. Una vez allí y en proceso de hacer la maleta, llamaron a la puerta de la habitación, la cual dudé en abrir por si era Natsu o Loke o incluso mi cuñado y su padre, pero cuando la voz de detrás de la puerta dijo que era el servicio de habitaciones abrí.
El trabajador llevaba un par de cajas en sus brazos y me sonrió cuando abrí, con un perfecto inglés que yo dominaba ya que era buena en los idiomas, me ofreció las cajas mientras me hablaba.
—De parte del señor Natsu Dragneel.
Dudosa y desconfiada, cogí las cajas más que nada para que el pobre trabajador no tuviera que cargar con ellas más. Tras cerrar la puerta, me dirigí al sofá dispuesta a abrir aquellas cajas, empezando por la más grande y que era la más pesada. Al abrirla, un montón de cajas de productos de belleza, de los que me habían puesto la pasada noche en la tienda a la que Natsu me llevó, se mostraron ante mí acompañadas de una carta. Lo primero que cogí fue la carta, me daba curiosidad saber qué es lo que Natsu había escrito y el porqué de haberme mandado aquello.
Lucy, ¡lo siento! Por favor, recuerda convertirte en la mejor versión de ti misma. Haciendo eso, en el futuro podrás vivir felizmente.
Volví a meter la carta en la caja y cerré esta desinteresadamente. No quería esos productos ni esa carta, así que cerré la caja y la puse a un lado para abrir la que había debajo y que era la última. La caja contenía el preciosos vestido que había usado la pasada noche, no estaba acostumbrada a usar un color como el rojo, pero me había sentido realmente hermosa con él puesto pero a la vez, con ese vestido fue con el que cometí la mayor equivocación de mi vida, así que no lo hice una bola y lo tiré a la papelera más cercana.
En cuanto el barco llegó al puerto y los tripulantes pudieron bajar, Lucy se dispuso a hacerlo para acabar de una vez con ese viaje que prometía ser de ensueño y había sido más bien una pesadilla. Pero al parecer, el destino estaba gracioso ya que en cuanto salió de la habitación, Natsu también salió de la suya, encontrándose. Lucy apartó la mirada de él y del camino que tenían que tomar, cosa que Natsu entendió a la perfección y avanzó él primero.
Durante todo el trayecto desde sus habitaciones hasta el muelle, Lucy avanzó detrás de Natsu a varios metres de distancia y lentamente, para evitar estar cerca de él. Pero de nada le sirvió cuando ya por fin habían tomado caminos diferentes en el puerto, Natsu se giró en su dirección y la llamó.
Lucy se giró lentamente y le miró, a pesar de lo sucedido, Natsu la había ayudado demasiado y sería de muy mala educación ignorarlo.
—Cuídate —dijo con una gran sonrisa el pelirosa a lo que la rubia sonrió en agradecimiento.
—Nos —Lucy paró en mitad de su típica frase de despidida y Natsu borró su sonrisa. Tras pensar bien en lo que decir, Lucy agachó un poco la cabeza sin dejar de mirar a Natsu.— No nos vemos.
Diciendo aquello, la rubia se giró y siguió con su camino mientras arrastraba su maleta. Natsu la miró alejarse un tanto preocupado por la chica. Desde que la había conocido no había dejado de preocuparse por ella incluso después de lo ocurrido.
«Espero que conozca a alguien que la trate bien.» pensó mientras la perdía de vista y tras eso, avanzó hacia donde Jellal le esperaba con el coche.
Por su parte, los Fullbuster bajaron del barco con una sonrisa de oreja a oreja porque habían conseguido lo que querían para poder chantajear a Natsu Dragneel. El único problema era que la mujer en esas fotos comprometedoras era la tierna Lucy, pero se encargarían de alguna forma de aquello. Ahora solo tenían que llegar a su hogar y continuar con su plan para salvar su isla, sus puestos de trabajo y sus familias.
París, Francia.
En la conocida como la ciudad del amor y de la luz, un chico de melena rubia, ojos azules y de gran sonrisa juega por la calle con una ficha de póker de oro y un zafiro en medio que justo acababa de ganar en una partida y que había estado buscando con mucho ímpetu ya que por lo visto, atraía la buena suerte y él la necesitaba para su propósito.
Con una mano en el bolsillo de su pantalón blanco y caminando por una de las tantas calles de París, el rubio miró una vez más la pieza con una sonrisa.
—Espero que me traigas buena suerte —jugando con la ficha a lanzarla por los aires, siguió su camino.— Ayúdame a encontrar a mi hermana.
