Bueno, hace algunos días MakotaTaeny9 traviesamente me citó en un tuit de un fanart #EvilCharming muuuuy bueno (si no le han visto, vayan a verlo en el Twitter de D4rkButterfly) y sugirió sutilmente una escena del mismo.

Un día desperté y de pronto la idea cobró vida jaja Así es que MakotaTaeny9, aquí está lo que pediste. Espero te guste mucho, sobre todo el final que es algo especial ;)

También espero que le guste y lo disfrute todo aquel que lo lea.

¿Está de más decir que está algo porny? Bueno pues por esa razón decidí hacerlo el quinto capítulo de esta ammm candente entrega jajaja.


El Rabbit Hole no era el lugar de la ciudad preferido de Regina Mills.

Era un bar que desde luego no frecuentaba, pero que tuvo que acceder a ir porque su novio, el sheriff Nolan, insistió en que fueran a una noche de amigos a divertirse.

Y ahí estaban, en ese horrible sitio que Regina no recordaba haber diseñado tan feo cuando planeó la Maldición, aunque claro, mucho de Storybrooke era en verdad obra de Rumpelstiltskin. Ella nunca habría consentido un lugar así.

Ese día tuvo un mundo de trabajo y se desocupó tan tarde que ya no hubo tiempo de ir a casa a cambiarse de ropa. ¿Que lo podía hacer con magia? Claro. Pero su traje gris oscuro le gustaba mucho y estaba cómoda en él.

Además no le iba a dar el gusto al príncipe de verla en un entallado vestido en un lugar como ese. Mucho menos cuando le avisó de último momento que irían a esa reunión.

Estaban en una mesa con Emma, Killian, la insoportable de Snow, Víctor y Ruby. Todos reían mientras platicaba y bebían, sobre todo el pirata que no le faltaba mucho para ahogarse en alcohol.

Torció los ojos varias veces por las pláticas que le parecían banales y cero interesantes. ¿A ella qué le importaba que Jefferson fuera tan estúpido como para haberse enamorado de Belle y ahora corriera el riesgo de perder la cabeza a manos de Gold? Y eso si corría con suerte. El diablillo era capaz de arrancarle la piel estando vivo con tal de hacerlo sufrir lenta y dolorosamente por atreverse a fijar en la bibliotecaria.

Entonces decidió que ya no quería estar ahí. Su idea de una noche divertida era follar sin descanso con el apuesto príncipe encantador que para su mala suerte sí se la estaba pasando bien.

Y bueno, era una reina y cuando quería algo simplemente lo tomaba y en ese momento quería la atención de David que estaba sentado frente a ella.

Por debajo de la mesa invocó su magia y envío un poco de estimulación a la entrepierna de su novio que se estremeció de pronto dejando de reír y volteó a verle sorprendido, como no creyendo lo que estaba pasando.

Una triunfante sonrisa de medio lado se dibujó en su bello rostro cuando David le estuvo mirando dándole su entera atención. Siguió con su pequeña maldad haciendo que el príncipe sintiera ahora un poco de presión en toda su longitud.

Se mordió el labio inferior viéndolo aferrarse un poco a la superficie de la mesa con la mano izquierda y llevar la derecha hasta el apuesto rostro tapándose un poco la boca luchando por contenerse.

Las mejillas se le encendieron y cerró los ojos mientras la boca se le entreabrió cuando Regina usó su magia para simular que le jalaba el miembro.

Dios… moría por preguntarle si ya lo tenía duro y erguido, si estaba muriendo como ella por largarse de ahí y follar.

Sintió su sexo caliente con sólo verlo así, a punto de perder la cordura y no se pudo resistir. La tentación por provocarlo podía mucho más.

Se concentró, canalizando sus pensamientos hacia su magia y entonces se imaginó chupando el delicioso miembro. La gruesa circunferencia ensanchando sus labios alrededor. La textura de las venas en su lengua. El adictivo sabor del príncipe

- Regina - la llamó el sheriff con dientes apretados y mirada de advertencia, aunque ligeramente suplicante.

El príncipe se veía agitado y trataba de jadear disimuladamente

- ¿Todo bien? - preguntó una consternada y entrometida Snow mientras Killian sonreía de forma extraña desparramado en el asiento donde reposaba

- Sí - respondió lanzándole una mirada de advertencia a la hermosa reina que miraba molesta a la princesa, seguramente porque como siempre, se estaba metiendo donde nadie la llamaba - Pero ya nos vamos - dijo poniéndose de pie, acercándose a Regina ofreciéndole una mano para ayudarla a hacer lo mismo

- ¿Tan pronto? - preguntó Emma. A su punto de vista acababan de llegar y se la estaban pasando muy bien

- No me sientan bien estos lugares, señorita Swan - Regina le dedicó una pequeña sonrisa que esperaba se viera sincera y no sospecharan nada porque la verdad es que estaba excitada y moría de ganas por irse rápido de ahí - Fue agradable pasar un rato con ustedes - se despidió con cordialidad

- Nos vemos mañana - dijo David a su hija y alzó su mano libre para despedirse de los demás.

Acto seguido salió apresurado de ahí con Regina de la mano

- Van a follar - balbuceó el pirata y al parecer nadie le escuchó. Estaba borracho, pero no era estúpido y esos dos iban directito a darse con todo - ¡Otra ronda para todos! - exclamó y después lanzó un grito eufórico que fue seguido por los demás presentes

- ¿Te pareció que tu padre se veía bien? - preguntó Snow a su hija. Estaba un poquito tomada, pero era aún capaz de darse cuenta cuando trataban de ocultar algo y ella moría por saber

- Seguro Regina lo estuvo fastidiando para que se fueran pronto de aquí. Ya sabes, es una reina y este no es un lugar digno de ella. No le veo nada extraño - Emma alzó su trago incitando a su madre a chocar el de ella con el suyo.

Así lo hicieron. Brindaron y siguieron divirtiéndose en el bar.


Estaba lloviendo con algo de intensidad cuando salieron del Rabbit Hole.

Regina pegó un pequeño grito cuando la fría lluvia le cayó encima, empapándola por completo en un segundo.

Pensó que David la llevaría pronto al auto, pero para su sorpresa empezó a llevarla al oscuro callejón enseguida del local.

Se adentraron un poco, lo suficiente para que las sombras les cubrieran y fue cuando el príncipe se detuvo, la tomó rápidamente, una mano en la estrecha cintura y otra en la nuca, la jaló hacia él y estampó sus labios con los de ella en un beso arrebatado.

Regina tenía la espalda ligeramente arqueada, pero no dudo ni un segundo en responder a ese hambriento beso que estaba recibiendo.

David sentía que se quemaba por dentro. Estaba caliente y muriendo de deseo. Terminó el beso aprisionando con sus dientes un poquito el terso labio inferior de la alcaldesa

- Eres malvada - le acusó jadeando con fuerza casi sobre el bello rostro de ella

- ¿Yo? - preguntó separándose un poco de él - Eres tú el que insistió que viniéramos aquí cuando pudimos haber ido a casa a tener una noche maravillosa de sexo - le informó.

Era el día perfecto de esa semana que le tocaba tener a Henry. Neal estaba de visita en Storybrooke y el adolescente se estaría quedando con él esa noche por lo que pensó sería perfecto para tener sexo desenfrenado con el príncipe en la Mansión.

El sheriff no podía creer lo que Regina hizo allá dentro. Si no fuera porque lo sintió en su miembro, juraría que la hermosa e imponente alcaldesa nunca se atrevería a algo así en un lugar como ese. Aunque claro, uso magia para ello, no fue como que ella misma estuvo arrodillada bajo esa mesa estimulándolo, pero era casi lo mismo.

Estaba lloviendo, se estaban mojando y estaban en un oscuro callejón enseguida del bar, pero la reina estaba tan excitada en ese momento que decidió mandar sus dignas maneras al demonio.

Con la mano derecha lo agarró de la camisa azul marino y con la izquierda lo tomó de la nuca. Lo jaló hacia ella y se alzó de puntitas para poderlo besar con arrebato y pasión.

David respondió de la misma forma y la envolvió entre sus brazos sintiendo la lluvia fría haciendo contacto con su piel que ahora ardía por el deseo que sentía.

Le prendía que Regina estuviera con él así de caliente en ese oscuro callejón y no iba a dejar pasar la oportunidad que le estaba dando con ello.

Le acarició la espalda, cintura, caderas y nalgas que apretó con fuerza entre sus manos haciéndola gemir en medio del beso

- Te voy a dar tu maravillosa noche de sexo - habló con dientes apretados contra la jadeante boca de su novia que le miró expectante, pero con los bellos ojos llenos de excitación.

Avanzó de imprevisto llevándola con él hasta la pared más cercana del callejón. La hizo girar sin darle tiempo a reaccionar, la abrazó por la estrecha cintura, pegando su mojado cuerpo al bello y delicado de ella por detrás

- ¿Puedes sentir lo duro que estoy? - le susurró roncamente al oído al tiempo que empujaba su entrepierna contra el divino trasero de Regina que tenía las delicadas manos sobre las suyas. La escuchó gemir y eso le incitó más - Sí. Esto fue lo que hiciste allá dentro - siseó con ardor esta vez sin dejar de mover las caderas y rotarlas para hacerle sentir su miembro con claridad - Jugaste conmigo y eso merece un pequeño castigo - sentenció mordiéndole ligeramente el lóbulo de la oreja

- ¿Me quieres follar aquí? - preguntó Regina mientras las manos del príncipe le abrían el botón y el cierre del pantalón gris que llevaba. Cerró los ojos de golpe y gimió cuando él metió una mano por debajo de su ropa interior tocándole ahí donde más lo necesitaba.

David sonrió porque esa provocativa pregunta llevaba impreso el consentimiento de tener sexo en ese lugar poco decente para ella

- No quiero, voy a follarte aquí, Majestad - la volvió a aferrar por toda la cintura con el brazo izquierdo mientras se concentraba en el pequeño botón de placer de la alcaldesa que empezó a retorcerse por la estimulación. Las delicadas manos viajaron a su cuello mientras él se concentraba en besar el de ella.

Fueron unos segundos de pura ardiente adrenalina por estar así en un lugar público mientras llovía, pero que ambos sabían que no podía durar mucho tiempo ahí porque corrían el riesgo de ser vistos.

Muy dispuesto a seguir el juego que Regina inició, David le empezó a bajar los pantalones junto con la ropa interior dejándolos a medio muslo. Acto seguido la soltó y en un movimiento rápido que no permitió a la reina anticipar nada, se volteó, enredó su brazo izquierdo por la espalda, cadera y estómago para sujetarla con firmeza

- ¿Qué haces? - preguntó la alcaldesa al sentir que por unos segundos sus pies ni siquiera tocaban el suelo.

David era lo suficientemente fuerte para sostenerla en esa posición donde el bello y apetecible trasero de Regina quedaba a su entera disposición.

Le soltó una nalgada que la hizo buscar soltarse

- David - jadeó la reina un tanto alarmada. Las nalgadas le encantaban y la excitaban, pero no estaba del todo convencida de recibirlas ahí

- Sabías que te estabas ganando unas buenas nalgadas cuando hiciste eso - le dio otra que causó un sobresalto en ella.

Claro que lo sabía, por eso lo hizo, pero se imaginaba así en su casa y no en ese callejón. Apretó los ojos y gimió alto cuando David empezó a nalguearla en forma.

Primero una nalga y después otra, dejaba caer la grande palma con algo de fuerza seguramente por la prisa. Cuando menos lo pensó tuvo que morderse el labio inferior para no gritar por el doloroso placer.

Sabía que sus nalgas debían estar enrojecidas ya porque las sentía punzar y no podía describir lo placentero que era sentir la fría lluvia en su caliente y castigado trasero

- Mmhhhgg - gimió ahogado cuando dos grandes dedos se internaron entre sus muslos apretados buscando su intimidad y le encantó escucharlo gemir guturalmente. Sabía que era porque no sólo estaba caliente sino mojada.

La soltó, la giró y arrinconó contra la pared que estaba a nada de ellos, recargo la mano izquierda ahí y la besó mientras con la derecha volvía a tocarle el húmedo sexo.

Sintió las delicadas manos en su rostro y entonces, con la suya izquierda tomó las de ella llevándolas hacia arriba y contra la pared, inmovilizándola de manos

- Estás tan mojada, reinita - le habló sobre el bello y sonrojado rostro - ¿Te gustó que te nalgueara aquí? - le preguntó sin dejar de acariciarla

- Ajá - gimió su respuesta con sensualidad

- Sí, puedo notarlo - le acarició juguetonamente la nariz con la suya, haciendo ademán de besarla, pero sin hacerlo, sólo provocando. Sacó su mano y llevó los dedos hasta la bella y entreabierta boca que no dudo en tomarlos mientras se miraban fijamente - Eso es, pruébate a ti misma - siseó con ardor porque ella se los chupó con fuerza.

Retiró los dedos de la ardiente boca y le soltó las manos

- ¿Vas a follarme o no? - preguntó con tono de voz demandante.

Lo vio llevar las manos hasta los pantalones y empezar a abrirlos. Ese fue el momento en el que se arrepintió de no haberse puesto un vestido como él lo sugirió. Habría sido mucho más fácil.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por unas manos que la hicieron girar de nuevo con urgencia. Colocó las palmas de sus manos sobre la fría pared y se inclinó un poco mientras él bajaba más sus pantalones y ropa interior para permitirle abrir un poco las piernas. Definitivamente todo estaría muy ajustado dadas las circunstancias.

Sintió la punta del miembro contra su sexo y así de pronto fue penetrada de un sólo empujón. Sus piernas temblaron y se apretó involuntariamente sobre la gruesa circunferencia

- Diooooos - gimió el príncipe totalmente enardecido al sentir las suaves y ardientes paredes apretando con fuerza a su alrededor y temió por un momento que se vendría sin ceremonias.

Atacó el cuello de la alcaldesa y llevó las manos hasta la blusa negra de botones que llevaba y la abrió arrancándolos

- Te sientes tan bien, Regina - siseó con ardor - Tan apretada y caliente - gimió ronco.

Empezó a mover las caderas para iniciar el acto de penetración cuando ella empujó el precioso trasero contra él y lo giró un poco. Siguió besando y mordisqueando el divino cuello mientras con sus manos bajaba las copas del sostén y tomaba los lindos pezones entre sus dedos para jalarlos y apretarlos.

Regina se estaba volviendo loca de placer. Aún sentía la adrenalina de estar follando con David en un callejón, enseguida del bar donde estaban la hija y ex mujer del sheriff y otros amigos. Cualquiera podía salir y encontrarles.

Por otro lado sentía aún sus nalgas punzar. Las imaginaba rojas con las deliciosas y excitantes nalgadas que había recibido y encima de todo eso estaba el inmenso placer que las manos, boca y miembro de su novio le estaban dando.

Sintió sus ojos llenarse de lágrimas por el placer mientras sentía que su orgasmo se acercaba por lo que empezó a mover sus caderas también para acelerar todo

- ¿Estás cerca? - le preguntó al oído y ella asintió incapaz de responder - Dime algo, Regina - empezó a empujar con más fuerza al momento de entrar en ella - Mientras hacías esa crueldad conmigo, ¿te imaginaste arrodillada debajo de esa mesa chupándome el miembro con todos ahí presente? - preguntó con toda la intención de implantar esa fantasía en ella y aumentar las sensaciones.

No. La respuesta era no. Era una reina y mucho más refinada que eso, pero la imagen mental de lo que David describió fue el pequeño empujón que necesitaba para llegar

- Ohhh, jodeeeee-ehhjrrrr- gimió desesperada con dientes apretados buscando no ser muy vocal. Apretó las piernas y sus cadenas se agitaron mientras el orgasmo atacaba su cuerpo - No, no - pidió desesperada cuando el príncipe salió de ella. Aún lo necesitaba dentro y él no se había vení… - ¡Oh! Mmhh - gimió gustosa cuando sintió el rostro del príncipe enterrado en su intimidad - Eres lo máximo, pastor - siseó con ardor al sentirlo chupar su sensible clítoris mientras las grandes manos abrían sus adoloridas nalgas para un mejor acceso

- Exquisita como siempre, Majestad - gimió el príncipe con el rostro mojado por la lluvia y la evidencia del orgasmo de Regina que se empujaba deseosa contra él.

Lamió a lo largo de los hinchados y rosados pliegues pasando por la apretada entrada posterior y fue directo a morder la nalga izquierda

- Ahhh - se quejó pero con sensualidad por la sensación de ligero escozor que sentía - ¡Sí, sí! - gimió con fuerza cuando una mano se concentró en su clítoris y dos dedos de la otra entraron en su sexo. Se mordió el labio inferior disfrutando, pero de pronto frunció el ceño y su boca se entreabrió cuando los dedos salieron, sintió un beso tierno en la nalga y un mojado dedo presionaba en su entrada anal

- Quiero venirme aquí - jadeó el príncipe contra la suave y enrojecida piel mientras introducía uno de sus dedos en el apretado orificio

- David… - le llamó alarmada al sentirse penetrada por un dedo por ahí. Se estaban tardando demasiado y no estaba segura de querer seguirse arriesgando, mucho menos a ser descubierta teniendo sexo anal en un oscuro callejón de su ciudad

- Lo sé - suspiró David moviendo su dedo con algo de prisa - Vamos, relájate - pidió agregando otro

- Sólo… hazlo rápido - no fue una petición sino una orden. El maldito pastor pervertido sabía muy bien lo que hacía, y sabía que no se iba a negar a que le metiera el miembro por ahí en ese lugar tan poco apropiado.

De pronto, los dedos salieron de ella y lo tuvo contra ella obligándola a pegarse a la pared

- Mi hermosa reina - le habló ronco poniendo la punta de su dolorosa erección contra el apretado y fruncido anillo de músculos

- Métemela, David - gimió sensualmente Regina, buscando provocarlo a sabiendas de que no era la mejor de las decisiones

- Mmhhh - empezó a gemirle en el odio mientras se adentraba en ella negándose a darle el gusto de meterse de una. Podía lastimarla y eso era algo que no se podía permitir por más excitado que estuviera - Aprietas tan rico - habló con ardor en cuanto estuvo dentro por completo. Tenía los ojos cerrados y el ceño fruncido

- Tú también te sientes muy bien, encantador - decidió entrar al juego. David tenía que venirse pero ya. Así que apretó toda su intimidad con fuerza provocando que él gimiera gustoso - Fóllame por el trasero - pidió apretando de nuevo.

El príncipe gimió y empezó a penetrarla con ímpetu. Estaba a nada de venirse, sólo necesitaba un poco más de estimulación en su miembro. Llevó una mano hasta el clítoris de la reina que empezó a soltar pequeños gritos placenteros.

No podía describir lo jodidamente bien que se sentía ser follada por ahí. Fue consciente del ruido extra que había gracias a la lluvia cada vez que sus cuerpos colisionaban mientras sentía el grueso miembro entrar y salir de ella con rapidez

- Oh, oh - gimió el príncipe - Me voy a venir - anunció y empezó a jadear con fuerza y a lanzar pequeños gruñidos

- Sí. ¡Sí! - gimió Regina con ardor sintiendo que su orgasmo comenzaba - Lo quiero bien dentro en mi trasero… mmmhh ¡Ahhhh! - gritó cuando empezó a venirse

- Ohhh, mi amor - gruñó el príncipe al comenzar a venirse dentro del orificio anal de la reina. Dejó de estimularle el clítoris porque la sintió retorcerse algo incómoda y la envolvió por la estrecha cintura con ambos brazos mientras los dos disfrutaban de sus maravillosos orgasmos.

Regina sonrió cuando la intensa y deliciosa sensación pasó. Jadeaba con fuerza en búsqueda de aliento, pero muy, muy satisfecha.

Tenía el bello rostro girado a la derecha, ojos cerrados, mejillas sonrojadas y boca entreabierta

- Permíteme coronarte, reinita - abrió los ojos de golpe al escucharlo y se encontró con la palma derecha de David extendida a la altura de su mirada.

Oh, no… el maldito pastor pervertido.

Volteó a verle, como buscando hacerlo desistir si era posible, aunque era más una lucha mental consigo misma porque todo lo que el príncipe hacía le encantaba

- Vamos - salió y entró de una de nuevo en ella haciéndola soltar un pequeño gemido - Déjame ser tu caballero de brillante armadura llevándote en el carruaje real hasta tu palacio, Majestad - sonrió con malicia al verla mirar su palma otra vez y entonces, una pequeña nube morada se formó en su mano y de inmediato sintió el frío metal.

Le besó la mejilla y así, enseguida de ella seguro de que podía verlo, llevó el juguete a su boca para chuparlo

- Oh, Dios - gimió la reina cerrando los ojos de golpe ante la anticipación.

Sabiendo que no era necesario el lubricante porque Regina estaba bien abierta, se sacó el plug de la boca y lo llevó hasta abajo. Retiró su miembro y posicionó el juguete en el orificio anal

- Su corona, su Real Majestad - le jadeó en el rostro mientras metía el juguete que fue fácilmente recibido por el cuerpo de la reina que gimió ahogado cuando lo tuvo bien dentro

- No sé por qué siempre te sigo el juego - se quejó mientras David le ayudaba a subir sus pantalones

- Porque me amas y eres igual de pervertida que yo aunque lo niegues - dijo encantado mientras abrochaba sus propios pantalones - Vamos a casa a seguir con tu maravillosa noche de sexo, Majestad - le ofreció una mano que ella aceptó mientras invocaba magia para dejarlos perfectamente vestidos a los dos.

Salieron del oscuro callejón y rápidamente se subieron a la camioneta para irse del Rabbit Hole.


La puerta de la mansión se abrió con los dos enamorados devorándose a besos. Durante el trayecto se habían vuelto a provocar y ahora subían apresurados por las escaleras.

David no se pudo aguantar, la alzó para cargarla y Regina enredó sus estilizadas piernas alrededor de su gruesa cintura sin dejar de besarlo con ardor y pasión.

Esta vez fue la puerta de la habitación principal la que se abrió y entonces la reina le urgió a bajarla. En cuando sus pies tocaron el suelo invocó su magia para dejarlos a los dos desnudos, aunque seguían mojados por la lluvia.

Se dio la vuelta y caminó sensualmente hasta la cama donde se subió en cuatro quedándose en la orilla.

Ahí decidió complacerlo con aquello que sabía que le gustaba tanto. Se inclinó, dejando su trasero lo más en alto que podía y su cabeza sobre la cama, dejándole ver todo, absolutamente todo de ella.

David sintió que el corazón se le detuvo un momento y su miembro, ya bien erecto, dio un tirón al verla en esa posición.

Se acercó apresurado, casi sin poderse contener y admiró a su reina de esa forma tan íntima que ella le estaba permitiendo

- Eres una belleza - la elogió - Tus preciosas nalgas todas rojas - comenzó a acariciárselas escuchándola gemir y viéndola estremecer - Son como una bella manzana - habló como en trance y movió su mano hasta la intimidad de la reina paseando sus dedos por todo el húmedo sexo - Eres la fruta prohibida - metió sus dedos y le encantó escucharla gemir con necesidad al tiempo que la vio apretarse sobre la corona que adornaba el precioso orificio anal - Porque eso eres, Regina - sacó sus dedos y le incitó a bajar un poco el trasero para que quedara un poco más a su altura - Un verdadero pecado hecho mujer. Y ésta - al decir eso se introdujo de una en ella hasta el final haciéndola lanzar un sorpresivo y placentero grito, y él siseó por entre dientes apretados al sentir la caliente estrechez y el plug a través de la fina pared - Es la serpiente haciendo suya a la manzana - entonces comenzó a follársela fuerte y duro como tanto le gustaba a los dos.

Y no pararon hasta que estuvieron completamente satisfechos.